De lo que pudo haber sido 7

Se que no va a estar a la altura del resto pero os debía el final. Espero empezar serie y que nos leamos más a menudo.

Ninguno de los dos parece que hayamos reaccionado más allá de observar la boca del arma. Para mi asombro, Eliam estira un brazo protectoramente hacia mí, posicionándose al frente.

-Aléjate gitana- Izan me ladra esas palabras, pero la mano de Eliam se enrosca en mi cadera, sujetándome.

Aparto el brazo con resistencia, tratando de enganchar mi mirada con la de Izan que hace su maravilloso truco de omitirme y centrar sus ojos en el contacto de la mano de Eliam conmigo. Asciende hasta la cara de su amigo y quita el gatillo en un sonido audible.

  • ¿Qué es esto Izan? ¿Te has vuelto loco?- se lo grito asustada, acercándome a él, posicionándome en medio.

Él simplemente me esquiva dando un paso de lado, apuntándo de nuevo a su objetivo. Trato de seguir su baile de pies.

  • Apártate de él..., y de mí, sobretodo de mí-en su voz se cuela un tambaleo, una inestabilidad insana que me lleva a retroceder.

Intento sacar algo de su expresión, pero lo que veo me da miedo.

  • ¿Te ha dolido tanto que me quiera? - la voz de Eliam se cuela a mi espalda y es la primera vez que le veo tan seguro de si mismo.

Si lo llego a saber le hubiese apuntado con un arma yo misma hace unos cuantos años. Bastantes.

  • Ambos sabemos de quién es.

  • Pero no de quien quiere ser.

  • ¿Qué coño estáis hablando? – los interrumpo, posicionándome a una distancia bastante equivalente entre ambos.

A ninguna les interesa lo que digo.

Se miran cara a cara, en un enfrentamiento claro.

  • ¿No lo ves? Está muerto de celos- me explica Eliam señalándole con ambas manos y mirándome- Siempre los ha tenido.

Observo con curiosidad a Izan.

  • ¿Celos?- repito estúpidamente

  • Esto no es por ella. – gruñe Izan, ignorándome de nuevo.

  • ¿No? ¿Por quién es entonces, hermano? ¿Por quién me apuntas con un arma?

  • No por quién, sino por qué. Siéntate en la cama Eliam. Lo vas a necesitar- ante la inactividad de movimiento del vikingo, Izan sacude el arma en esa dirección- Ahora.

  • Estoy tentado a ver hasta donde llegas... Dispárame. Vamos. Dispara a tu hermano.

Izan entrecierra los ojos, pensativo. De pronto se ríe como un maníaco, nos pone los pelos de punta. Y a Eliam furioso.

  • A la mierda tus normas Izan. A la mierda tus problemas mentales. Se que has tenido unos progenitores de mierda, en especial tu padre y que estás tocado, pero no voy a seguir permitiendo que nos hagas daño, ni a mí, ni a ella, ni a ti mismo. Al fin y al cabo, solo eres un niño caprichoso esperando a que alguien le quiera.

Bueno, esto es… Esto es… No sé que decir, ninguno sabemos.

Busco el contacto visual con él porque nunca se lo que esconde detrás de su expresión corporal, pero sus ojos no suelen engañarme. No puedo verlos, están volcados en su compañero, su amigo.

  • Te vuelves a confundir- y su voz suena como un témpano de hielo- Esto no es por ella, no es por mí.

  • ¿Entonces por qué es?- le cuestiono con timidez.

  • Justicia.

Me pregunto que clase de concepto tiene Izan de la Justicia con un arma en la mano.

  • Izan- le hablo suave desde mi posición de uno de los vértices del triángulo que la unión de nuestros tres cuerpos forman en la habitación. -No creo que sea necesario tener el arma en alto.

  • Gitana,-me mira seriamente- me lo vas a agradecer. - Después la sonrisa de loco metal se cuela en su cara- O no, pero al menos sabrás la verdad.

  • ¿Qué verdad?- pregunto perdiendo los nervios.

Él simplemente se vuelve de nuevo hacia su amigo con una ceja en alto, esperando. Y entonces lo noto. Soy la que más cerca está de Eliam, veo su sudor apegado a su cuerpo, formando una película. No es post-coital. Son nervios, y me hacen ponerme nerviosa a mí.

  • ¿Eliam?- pregunto

Sus ojos están asustados, aunque su voz había sonado poderosa, ahora podía ver con claridad que Eliam está mucho más preocupado de lo que había intuido en un principio.

  • Vamos, suelta tu secreto, díselo.

¿Qué me diga qué?

  • ¿Lo haces para que me odie tanto como a ti? ¿Para tenerla de nuevo?

  • Mi gitana no me odia. – no hay ninguna duda en la afirmación- Y ya es mía.

  • Eliam, no soy de nadie.- se lo explico a él porque creo que no tengo mucho que hacer con Izan, lleva pensando así desde que nos conocimos- Si tienes algo que decirme, suéltalo.

No se atreve a mirarme y doy unos pasos en su dirección, pero me encuentro con su rechazo alzando los brazos, en una orden de detención.

  • Vas a odiarme.- suena como una advertencia amarga.

Supongo que espera a que le diga que no se preocupe, que no ocurre nada, pero no puedo decirlo. Esto va a ser gordo, lo noto. Una sombra amenazante que se extiende de Eliam a mí. Dejo que ocurra en silencio, solo le miro, esperando, rezando por dentro para que el temor que siento sea mayor ahora que después de que hable. Al final hace lo que le ordenó Izan hace unos minutos y se deja caer como una marioneta sin hilos sobre la cama, hundido, escondiendo su cabeza detrás de sus manos. Doblado y doblegado.

  • La primera vez me buscó ella - soltó de pronto. Su voz amortiguada por sus palmas.- Era virgen ¿sabes? Tenía quince años, ¿quién se hubiese resistido?- no le entiendo.- Es importante que entiendas que ella quería. Yo era dulce, me conocías. Me conoces.

  • ¿De qué estás hablando? - La sombra me ha traspasado el pecho y la forma de una garra atenaza mi corazón, apretando, clavando sus puntiagudos dedos. Estrujándolo.

  • Tu madre, nos acostábamos.- Desgarrándolo.

Le observo por si es una broma. Igual es el día de los santos inocentes y eso explica el arma, y que estemos desnudos, y que yo acabo de follarme a un tipo que ha abusado de mi madre.

Como veo que Eliam solo sigue escondido detrás de sus manos me vuelvo hacia Izan esperando que el rey de los locos me diga que solo es una broma. O que me he vuelto loca yo.

Niega con la cabeza como si supiese lo que esperaba de él.

  • Te tirabas a mi madre. - lo pronuncio para creerlo mientras las palabras me envenenan.

Noto que mi voz se tambalea y me doy cuenta de que mis manos están temblorosas y en mi cabeza me palpitan los latidos de mi corazón rápido. Me costaba imaginarme a mi madre yendo voluntariamente a la cama con un hombre. Estaba tan destrozada que a veces no permitía ni que yo la tocase.

¿Creía a Eliam?

No

¿Creía que se había acostado con ella, que la había obligado o manipulado tanto como ellos me han manipulado a mí?

Rotundamente.

SI.

Pero mi madre no era yo. Mi madre estaba rota cuando la encontró, ultrajada, humillada y desquiciada. Una sombra de lo que había sido. Una sombra encerrada por siempre.

  • Éramos amantes. Me importaba, cuidaba de ella.

Cuidaba de ella.

  • ¿Cuidabas de ella? ¿Y de mí? Después cuidabas de mí ¿no? Me abrazabas mientras lloraba por ella y luego venías y abusabas de sus debilidades. Abusabas de las mías. Dime, ¿no escuchabas mi voz mientras te la follabas, de lo que le hacía, de lo rota que estaba?

  • Pequeña, yo no estaba enamorado de tu madre, solo caí y luego tenía una responsabilidad.

No reacciono. Solo estoy aquí parada mientras el tiempo pasa y no veo. No veo la cara de Eliam escondida en la palma de su mano, ni la sonrisa siniestra de Izan que resplandece casi tanto como el metal del arma reflejado con un halo de luz que se atreve a colarse en este infierno.

No estoy.

Yo no soy la chica desnuda de pie en una casa de locos. Yo no soy la hija de una puta. No soy una esclava. No soy una asesina. Solo una niña que ve el terror en los ojos de su madre. Que conoce la violencia en primera mano.

Solo repaso recuerdos.

  • ¿La responsabilidad de querer huir y dejarla atrás? ¿La responsabilidad de besarme mientras luego ibas a tirártela?- veo como su cara se contrae con dolor- Eres un enfermo.

Más me dolía a mí.

  • ¿Besarte?- Izan interviene, pero ninguno de los dos le hace caso.

  • ¿Qué querías que hiciera? Te quería a ti... te quiero, -y un pequeño silenco parece sentenciar sus palabras. Al final se decide a continuar el mismo.- Pero Izan no me dejaba acercarme. Tu madre necesitaba a alguien que la cuidase y yo estaba ahí.

  • ¿Me estás diciendo que lo hiciste por mí? Eres un cerdo. Eres un jodido enfermo.

Noto una mano en mi nuca, obligándome a cambiar mi atención hacia la otra persona.

  • ¿Besarte?- repite sombríamente

  • Acaba de follarme delante de ti, no tienes derecho. -le replico rendida.

No puedo batallarlos a la vez.

  • Tengo todos los derechos de este mundo contigo.- lo dice totalmente seguro y sus dedos oprimen mi carne amenazadoramente. Sus ojos oscuros observan los míos- Hablaremos después, largo y tendido, sobre eso de besarte.- Finalmente los desvía- Ahora, Eliam tiene que acabar de confesar.

Estoy tan afectada que ni siquiera la amenaza de Izan me produce ansiedad. Igual tengo el cupo lleno ahora mismo.

  • Ah, hay más. Dime. Vamos. Suéltalo- estoy agresiva.

  • No fue mi culpa pequeña, por mucho que me quieras odiar, tu madre me necesitaba. Incluso tú me confesaste que la veías más feliz. Me hubiese conformado, ¿sabes? Al menos os veía más contentas a ambas. Todo iba bien, pero su padre se entero. Ese fue el problema.

  • Su padre...

  • Se enteró. Alguien le debió decir algo y… y ocurrió lo que sabes.

  • Lo que sé.-murmuro, totalmente perdida.

  • Él, él se puso como una fiera. Tienes que recordarlo. -susurra Eliam asustado

Recuerdo los gritos ahogados pero tan claros. Recuerdo correr hacia la cárcel de mi madre mientras los pulmones me ardían del esfuerzo y mi corazón me retumbaba en el pecho. Recuerdo entrar en la habitación empujando la puerta, haciendo que chocara contra la pared y ver la escena. Mi madre, atada a la cama, boca arriba, desnuda, con su cuerpo lleno de golpes, de cortes. Había sangre, mucha sangre. Las sábanas claras estaban llenas del tan famoso color rojo, pero esto no era una película, no era un cuadro, no serie B. Esto era real.

La sangre no es lo que creemos que es. Ni su olor.

Vi el cuchillo en el suelo y luego le vi a él, desnudo de cintura para arriba lleno de sangre. De la sangre de mi madre. No era una persona, solo un conjunto de huesos y carne que formaba al monstruo que escondía en el interior. No hubiese sido capaz si le hubiese visto como un ser humano. Ni lo pensé, no lo pienso aún. Estaba tan enfocado en mi madre que ni siquiera se había dado cuenta de mi intromisión. O no me consideraba amenaza suficiente.

El mango estaba frío en mi mano helada.

Nunca había matado a nadie. Nunca había herido a nadie.

  • Cuando cogiste el cuchillo y se lo clavaste fue…fue impresionante. Me sentí eufórico.- las yemas de los dedos de Izan presionan la carne de mi nuca con fuerza, reaccionando a las palabras de Eliam.

Se lo clavé por la espalda, una, dos, tres... Ni siquiera se cuantas veces, solo noté sangre en mis manos y sobre el cuerpo desnudo de mi madre. Sentía como el filo se le hundía, desgarrando, destrozando y no me importaba. Nada importaba. No veía porque tenía los ojos llenos de lágrimas pero suponía y supongo que la escena era grotesca. No le escuché gritar, pero se que lo hizo. Solo era consciente del silencio de mi madre. De sus ojos que me miraban sin ver, del hedor a muete. Estaba tan callada mientras ese cerdo había gritado. Tan callada...

Ahora sabía. Ahora entendía porque mi madre había muerto aquel día y porque yo me había convertido en una asesina. Uno de los culpables se encontraban ante mí. Me había follado. Me había hecho confiar en él. Me había traicionado y yo me había dejado. Estupida niña tonta.

Cuando cogiste el cuchillo y se lo clavaste fue…fue impresionante.

-¿Cómo sabes eso? - nunca pensé que podía sonar tan fría.

Todavía siento los dedos firmes sobre mi nuca. Al final, lo único que encuentro estable a mi alrededor es Izan. Él es lo que es, sin esconder nada.

Eliam vuelve a tensarse, marcando todos los músculos de su cuerpo.

  • Si Eliam, ¿cómo?- la voz de Izan es suave, empalagosa.

  • Porque estaba allí. - confiesa

Mi cara debe de ser un poema porque añade información.

  • Estabamos juntos. Le oí acercarse borracho, maldiciendo. Tu madre me instó a que me escondiera en el armario. Pensé que ocurriría lo de siempre, que entraría se desahogaría y después se marcharía.- su cabeza está en otro sitio. De pronto la sacude, negando- No. Traía un cuchillo en la mano.

Noto la angustia subiendo por mi garganta, inundando mis ojos de lágrimas. Izan arrastra con suavidad sus dedos sobre mi nuca, en una caricia tierna.

  • Estabas allí y permitiste que hiciera eso con ella.-estoy derrumbada, traicionada ¿quién es ese chico que me mira al otro lado?- Me viste hacerle eso a él y ni siquiera así saliste a ayudarme. Dejaste que me fuera.

  • ¿Qué querías que hiciera? Si te encontraba Izan te mataría. Si te decía que estaba allí tendría que explicarte el porque y entonces me hubieses odiado.

  • ¡Sólo te protegiste a ti mismo! - hasta entonces habíamos hablado en voz baja, pero mi grito se extiende en la habitación atravesando a Eliam y haciendole temblar.

Durante unos segundos nadie dice nada, dejándo que todo el peso se cargue sobre Eliam.

  • Si, lo hice mal. Lo sé. Cargué con mi culpa. Cargo con ella.

  • ¿Cómo exactamente?- empujo a Izan atrás con rabia, alejándolo de mí. -¿Cómo cargaste o cargas con ella? -camino hacia él hasta que estoy enfrente, hasta que me alzo sobre él.

Sentado sigue siendo enorme. Le empujo y se deja, no opone ninguna resistencia. Le empujo más fuerte y no satisfecha me lanzo sobre él, sentándome a hortajas y haciéndole tumbarse sobre la cama boca arriba conmigo encima. Le pego en la cara y no creo que le esté haciendo mucho daño, pero grito. Grito fuerte y sin sentido y él se deja hacer hasta que me rindo. Hasta que su cara está mas castigada de lo que me imagino. Me mira a los ojos culpable y hundo los míos detrás de mi melena. Protegiéndome. Dejo que el tiempo pase mientras mi respiración se tranquiliza.

  • ¿Te ha gustado?- y como veo que no lo entiende ruedo mis caderas desnudas sobre su sexo- ¿Follándome después de todos estos años? ¿En la misma casa y en la misma cama?- mi voz nunca había sonado tan muerta y quiera o no, se excita.

  • Pequeña yo...

Encierro mi puño sobre su pelo haciéndole callar con un tirón. Me inclino sobre él, quedándome a un palmo de su cara. Sus ojos azules me observan atormentado y noto que sus manos se alzan hacia mis caderas, pero no se atreve a tocarme. Hace bien.

  • No vas a volver a tocarme- le susurro casi labio contra labio.- No vas a volver a hablarme, ni a mirarme.

Nos miramos a los ojos. Los míos rabiosos se encuentran con los suyos. Están angustiados.

  • Por favor

  • Eres un cobarde. - le digo mientras comienzo a separarme.

  • No culpes al pobre muchacho- susurra entonces Izan a mi espalda, en la oscuridad, pero lo suficiente cerca como para poner una mano sobre mi hombro, deteniendo mi movimiento - Es hijo de quien es, parece ser que nuestro padre nos dejó ese rasgo fuertemente marcado.

  • ¿Qué?- pregunto, aún perdida en sus ojos tristes.

  • ¿No lo sabías gitana? Somos medio hermanos. Unos años después de que asesinaras a mi padre y huyeras sin confiar en mí,- comunica con rentintín- Eliam y yo comenzamos a indagar el porque de su vida aquí. Sabes de sobra que mi padre no creía en la esclavitud de los hombres y, como puedes notar ahora, Eliam tiene un pene considerable, así que voy a descartar la posibilidad de que sea mujer.

  • No creo que sea el momento de hacer bromas- gruño

  • Nuestro padre se acostó con una de las esclavas y se quedo preñada. Eliam fue el resultado. Se ve que murió dando a luz.

  • Nunca vi que le tratase como a un hijo. Que le tratase como a...

  • ¿Cómo a mi? Bueno, beneficios de que mi madre fuese hija de una de las familias más influyentes del país. Supongo que por eso se casó con ella, aunque estuviese...

  • Loca- completa Eliam

  • Si, hermano. Loca.

Estamos congelados entonces.

  • Y ahora que por fin os habéis decidido a sacar toda la mierda, vamos a acabar con esto.

  • Dame el arma.

  • No gitana, no vas a matar a más gente.

Me dispongo a quitarme de encima de Eliam haciendo un movimiento brusco con el hombre, separándome de Izan también. Desmonto su cuerpo con habilidad y es extraño, porque se siente bien y eso empeora todo.

Les observo, decidida a irme, a huir. Dos de las personas más importantes de mi vida. Dos de las personas que mas daño me han hecho. Mis amigos. Mis enemigos.

  • Se acabo- sentencio

Me doy la vuelta, les doy la espalda.

  • Sabes Eliam, siempre te has rendido muy rápido en la vida, por eso nunca la has tenido. A nuestra chica hay que perseguirla. Es de esa clase de mujer.

Me giro, volviéndome hacia él con el ceño fruncido.

  • ¿Nuestra chica?- susurra Eliam

Distingo en la oscuridad la figura de Izan observandomme como un depredador. La luz exterior sigue filtrandose cerca de nosotros, pero no lo suficiente para iluminar el resto de la habitación. De pronto comienza a moverse, acechándome y retrocedo.

  • Bueno, antes te oí como le decías que la querías. Quizás oí mal.

Desvio dudosa la mirada a Eliam y veo que su confusión está casi a la altura de la mía. Izan se ha acercado en este tiempo y amplio el retroceso.

  • ¿Qué es esto Izan?- le pregunto.

Hace un movimiento rápido y me arrincona con la pared asociada a la cabecera de la cama.

Toma mi barbilla alzándola.

  • Que rotos estamos ¿no?-susurra, desviándo lentamente sus ojos de mí a Eliam.- Somos la mierda que dejaron los enfermos de nuestros padres. Somos unos traidores, unos obscenos, unos enfermos. Monstruos. Bien, ¿y qué? Somos nosotros. Veamos que podemos hacer con este lío.

Su mano baja por mi cuello hasta uno de mis pechos, rozando el pezón. Todos seguimos su movimiento hipnotizados.

Aparto su mano de un manotazo, fuerte, confusa.

  • No puedo. - intento escabullirme por un lateral, pero me cierra el paso

  • Claro, claro que quieres.- hace una clara diferencia de verbo. - Siempre has querido. Todos nosotros. Nos hemos visto crecer. Nos conocemos. He sido el primero en estar dentro de tí y ha sido una de los mejores recuerdos que tengo. Los que lo superan también estás tú. Siempre tú, gitana- su dedo tira de mi pezón- ¿Y tú Eliam?, el primero ya sabemos que no, pero, ¿la experiencia?

  • Increible. Inolvidable.

  • No puedo Izan. No puedo.

  • Puedes. Por mi y por él, y, gitana, sobretodo por tí.

Veo a Eliam levantándose. Mirarme, recorrerme lentamente. Su polla se alza desafiante contra la gravedad, desnuda. Me doy cuenta de que están como putas regaderas. No puedo dejar que me toque, no puedo dejar que me ponga las manos encima de nuevo. Antes de que me de cuenta está sobre mi. Sus manos tomando mi cara, mis mejillas, girándola hacia él, ladeándola. Me obliga a mirarle a los ojos y algo me late fuerte en el pecho. Roza su polla contra mi vientre desnudo y algo palpita fuerte en el medio de mis piernas. Soy también una enferma.

  • Lo siento.

Asalta sin miramientos mi boca. Roza su lengua contra la parte interna de mi labio superior, con delicadeza. No puedo evitar disfrutarlo. No puedo evitar inclinar mis caderas cuando una de sus manos baja hasta mi entrepierna. Soy una puta, pero me toca y me hace sentirme viva. Me hace sentirme bien. Rozo mi lengua con la suya y saboreamos nuestros sabores. Quiero alejarme y hundirme en él, y mientras me debato el tiempo pasa.

Es Eliam quién finalmente se separa.

  • No vuelvas a decirlo.- comenta sobre mis labios hundiendo un dedo en mí.

Gimo.

  • ¿Qué?- pregunto aturdida.

  • Que no vuelva a tocarte, a hablarte o a mirarte ¿Quieres que esté ciego y sordo por el resto de mi vida?

  • Te lo mereces. -gruño

Dos dedos comienzan a bailar abajo, entrando y saliendo.

  • Lo se pequeña, lo se. Pero, estás muy mojada. Te encanta. Te encanta esto.- gimo porque mientras lo dice ahumenta el ritmo de sus dedos en mí.- Tendrás una recompensa por el daño: te dejaré que me castigues, vengarte y te enseñaré a volver loco a Izan, aún más.

  • Te estoy escuchando hermano.

  • Lo sé.

El sonido de su palma chocando entre mis piernas inunda la habitación. Y mis fluidos. Grito de la presión, del gran orgasmo que está a punto de explotar en mí, pero Eliam se separa sin aviso. Lo siento más que verlo porque mis ojos estaban fuertemente cerrados y solo el movimiento del aire que produce un cuerpo al moverse me puso sobre aviso de la situación. Otra persona ocupa su lugar. No me he recuperado. Estoy sudando, apoyada contra la pared. No me he corrido.

La mano que toma mi cuello con fuerza es conocida. También la sonrisa. Sus ojos están fijos en mis labios así que me inclino lo que me permite para dárselos, famélicos por más atención. Estoy drogada, estoy excitada. No soy yo. Expulsa su aliento sobre mis labios pero no llega a tocarlos, me da la vuelta, colocándome contra la pared mientras toma mis manos a la espalda y las esposa.

Su mano palmea una de mis nalgas, estrujando luego sus dedos contra ella.

  • Izan...- suspiro

  • Shh gitana, no te hemos dado permiso para hablar. Creo que hoy practicaremos los gemidos y los gritos. - dice roncamente.

Enrreda sus mano en mi pelo, guiándome hacia la cama. Veo a Eliam de pie, cerca, observando.

  • ¿Qué te parece Eliam?

Eliam gruñe un si animal.

  • Veo que tu tampoco estás muy elocuente- Toma un pezón entre sus dedos, apretando- ¿Quieres que la gitana te monte como una amazona?

Otro gruñido, pero esta vez de ambos. Mio y suyo.

Veo a Eliam tumbarse de nuevo y de un movimiento rápido ponerse un condón. No se de donde a salido y para ser sincera soy una inconsciente, porque ni me acordaba de ese importante detalle. Mi objetivo ahora es otro, ponerme encima de él y no dudo en hacerlo. Necesito su ayuda para que se clave en mí ya que no tengo movilidad en las manos. Eliam toma mis caderas y se hunde lentamente mientras cierro los ojos, que se pierden en la negrura de la parte interna de mis párpados, y disfruto del momento.

Se siente profundo y grande.

Se siente bien.

  • Dios mío- susurro

Un golpe seco sobre el culo y es Eliam. Le miro.

  • Ya lo has oído,- gazna- nada de hablar.

Pronto tomo el ritmo que sus manos me imponen. El placer se concentra en mi cuerpo. Me sacude, me divide, me rompe. Busco a Izan porque le necesito. Le veo al lado, perdido en nosotros.

Eliam abandona mi cintura para agarrarse a mis pechos.

  • Vamos pequeña, más rápido.- lo jadea.

Escucho sus órdenes y fuerzo a mis músculos a ir más rápido, a ir más fuerte. Observo su cara concentrada, la tirantez de sus músculos. Desvío la mirada a Izan, tomando toda su atención. Veo su cuerpo impasible, su rostro y busco cualquier signo de debilidad en su expresión. Amplio el escudrimiento al resto del cuerpo al no ver nada, pero me encuentro con el bulto en sus calzoncillos. Quiero que se los quite, quiero tocarlo. Quiero...

  • ¿Quieres chuparle la polla a Izan?

La pregunta viene de Eliam directa, como si fuera capaz de leerme la mente. Espero ver alguna reacción por parte de Izan, algún movimiento a favor, incluso un asentimiento de cabeza, pero sigue impasible.

Como siempre, soy yo la que cedo.

  • Si

  • ¿Pues a qué esperas para pedirle permiso?

Fulmino a Eliam, pero ambos sabemos como se juega a este juego.

  • Señor- el juego que le gusta a Izan.- ¿puedo chuparte la polla?

Y no me ando con reparos.

  • ¿Por qué?

Porque se me hace la boca agua, porque quiero que participes en esto. Porque necesito que estés aquí.

  • Se que te gusta

  • ¿Y no crees que si quisiese ya lo estarías haciendo?- pregunta burlón. Pienso en una respuesta mientras él deja pasar el tiempo. Finalmente decide añadir algo- Está bien, puedes darle una probada.

Mierda de orgullo que tiene, disfruta humillándome.

Se quita los calzoncillos de un movimiento y se acerca, tomando mi cabeza con sus manos, reduciendo el vaiven con la ayuda de Eliam.

La toma de la mano y la guía. Abro la boca observándola, pero en el último momento en vez de metérmela me golpea con ella, dos golpes suaves sobre un lado de mi rostro.

  • Abre la boca bien- lo hago- y la lengua, te olvidas de la lengua ¿donde la quería la última vez?

La saco, recordando.

  • Bien gitana. Los ojos en los míos, ¿entiendes?- asiento.- y la lengua siempre fuera.

La guía de nuevo a mi boca y la roza contra mi lengua, activando mis papilas gustativas.

  • Eso es

Aprueba un gemido que no he notado ni que he hecho.

No muestra ninguna duda cuando la hunde de un movimiento brusco casi en su totalidad. Las arcadas me sacuden y pienso que es Izan, siempre me la juega. Aún así le miro desafiante desde abajo, imaginando como se siente, sabiendo que así lo disfruta más. Se aleja y la saliva comienza a arremolinarse en mi boca, voy a tragar pero oigo un reproche. Si trago introduzco la lengua, disgustándole, disgustándome, así que dejo que empiece a escurrirse por los bordes de mi boca.

  • Buena chica.

Se vuelve a hundir de nuevo y separarse con suavidad. Durante un segundo se separa y me escupe. Si, dentro. Se me revuelven las tripas pero no me alejo, no cedo. Eliam comiena a calcar un lugar sensible con su polla y me retuerzo. Izan la apoya y deja que la saboree al compás del sexo con Eliam. Vibro a su alrededor, casi en un ronroneo que lo hace tomar mi cabeza y sujetarla para hundirla de forma seguida tres veces. Una lágrima se escapa de la esquina de mi ojo derecho.

  • Suficiente. - se lo dice más a él mismo que a mi mientras se separa- Traga.

Lo hago con esfuerzo, pero lo hago. Satisfecho desaparece de mi campo de visión, yendo a mi espalda.

Eliam ahumenta más el ritmo e izan me obliga a inclinar mi cuerpo casi totalmente sobre el del vikingo.

  • Vamos a probar otra cosa- y sus dedos rozan la entrada de mi culo.

Los jadeos de Eliam se mezclan con los míos reduciendo la intensidad. Tomándome de nuevo por las caderas me atrae más contra él y rueda sus manos hasta que toman cada nalga, separándolas, dejándole vía abierta a Izan.

No duda un momento en escupir y junto eso arrastra nuestra humedad, donde la polla de Eliam está totalmente hundida sobre mí, hasta mi agujero trasero. Aparta mis manos hacia un lado.

  • ¿Así?- pregunta roncamente Eliam

  • Le gusta lo duro, pensé que ya lo sabías

  • Como si a ti no- le susurra.

Toma las esposas con una mano, colocándome como quiere y con la otra coge su polla para guiarla a mi entrada. Me va a dar un paro cardiaco solo de pensarlo. No entra.

  • No- jadeo- no...

  • Calla gitana, ya lo hemos hablado.

Sello mis labios y noto un pringue en mi entrada trasera, un lubricante. Me los muerdo mientras siento la punta de su dedo más deslizante haciendo presión. Aprieto los míos, contraigo los músculos.

  • Relájate.-murmura Eliam acariciándome el clítoris y hundiendo su boca en la mía.

La nalga que pierde la separación es pronto tomada por una de las manos morenas de Izan, quedando separadas una por cada hombre. Mientras Eliam me besa, Izan traspasa el anillo de músculos con un dedo. Luego con dos. Incluso solo así noto una gran presión de la polla y los dedos cojuntamente. Gimo en la boca del vikingo angustiada por la situación, caliente, sudada. De pronto sus dedos me dejan y comiena el calvario. Intento alejarme pero Izan clava sus dientes en mi cuello advirtiendo y presiona con insistencia la punta sobre el agujero. No se ha puesto el condón pero se la ha lubricado permiento que entre lentamente pero sin pausa.

Se hunde totalmente.

  • Joder- Eliam ladra la palabra de nuevo.

  • Me vas a quemar gitana, ¿cómo se siente?

  • Dios

Eliam repite movimiento contra mi clítoris con la yema de los dedos y comienza a mecerme de nuevo, solo que ahora hacia delante me clavo en él y hacia atrás la polla de Izan se hunde completamente.

  • Demasiado- lo gimo, porque ahora mismo yo no soy yo. No se quien soy. Solo respiro y siento.

Ellos no paran, solo me ignoran y ahumentan si cabe a una velocidad que delata experiencia. Las manos de Eliam se encuentran con mi pecho y mis pezones, y la boca de Izan recorre con la lengua, dientes y labios la piel de mi espalda mientras sus manos toman mi culo, lo estruja, lo palmea.

No puedo aguantar. Nadie podría.

  • Eliam, abofetéala.

-¿Qué? No- solo es un susurro interrumpido.

No hay niguna duda en su gesto, lo hace al segundo y la mejilla derecha me arde porque no ha sido suave. Le miro confusa mientras el calor se extiende hasta mi pecho. Eliam me sonríe con soltura, entendiendo perfectamente mi confución pero estando más al día de lo que pasa en mi cuerpo que yo misma. Sin contemplaciones toma mi cara con sus dedos presionando mis mejillas y se zambulle a mis labios hinchados, rozándo nuestras lenguas. Me siento tocada por todos lados a la vez, sumergida en un mundo de sensaciones. Noto la piel de sus manos ásperas, conociendo lo que hacen. Izan se clava en mi con tanta fuerza que gimo en la boca de Eliam cada vez que se hunde por completo.

Les queda poco, nos queda poco. Mis uñas dañan la piel de la palma de mis manos, formando dos puños. Intento soltarme pero Izan toma con mas fijeza la pequeña cadena de las esposa y fuerza más mi postura.

  • ¿Qué es eso del beso?

  • ¿Qué?

Tiene que estar de broma.

  • Contesta o no te correrás.

No puedo pensar ahora. La deliciosa polla de Eliam ahumenta el ritmo y se porque, se va a correr. Ni siquiera nos está viendo, tiene los ojos fuertemente cerrados.

Oigo a Izan hablarme de nuevo al oído, pero no es el momento. No es el momento.

Un pinchazo fuerte en mi pezón derecho me saca algo de la ensoñación. Izan, con una mano, me lo había pellizcado con fuerza.

  • Separasla tú.

Ni siquiera había notado que me había soltado las muñecas pero no dudo en llevarla a mi culo, tomándo las nalgas y ofrecérselo. Entonces siento su mano enredarse en mi pelo y sus dedos envolverse alrededor de mi cuello. Instintivamente llevo las mías hacia allí y sus dedos se clavan en la delicada piel.

  • No no, chica mala. Llevalas a su posición.

No ejerce una presión insoportable pero es a tener en cuenta. Hago lo que me ordena y noto a Eliam corriéndose debajo de mí. Separo mis nalgas de nuevo e Izan ejerce menos presión.

  • Te gusta, ¿eh?- le gruño- claro que sí. Ahora contéstame - un tirón de pelo me deja clara la situación.

No puedo correrme cuando el dolor se excede de un cierto nivel e Izan lo sabe. Lo conoce.

Abro los ojos que había tenido cerrados e Eliam me mira desde abajo con la sonrisa más completa que he visto en mi vida y con su polla aún dentro de mí, ya menos pulsante.

  • Contesta- de nuevo otro tirón de pelo y una embestida tan fuerte que me clava sobre Eliam.

  • Solo una vez, Izan, solo una vez.

  • ¿Si? ¿Solo una vez gitana?- su mano deja mi cuello, permitiéndome respirar con mayor comodidad y se estrella con fuerza sobre mi culo, alejando de nuevo al orgasmo.

De pronto su polla sale de mí y por unos segundos no sucede nada. Oigo el ruido de un papel desgarrándose y sin aviso me da la vuelta arrastrándome hacia un lado, quedando de cara, con nuestros cuerpos junto al de Eliam.

Me envuelve con sus brazos.

  • Ofréceteme

Miro hacia abajo, a su polla envuelta en el condón, roja. Totalmente encendida.

Claro que no dudo. Elevo mis piernas, separo mis labios con los dedos y se lo pido.

  • Por favor, Señor, fóllame. Haz que me corra, por favor.

Si su intención era resistirse no va a poder. Lo veo por como se le nubla la mirada y como toma su polla para guiarla dentro de mí. Se introduce fuerte. Me embiste mientras un grito ahogado retumba en su pecho y yo gimo al compás.

Su boca muerde la mía y encierro mis manos en su pelo, atrayéndolo más hacia mí. Es mío. Por este momento es mío y yo soy suya, sin nada más.

  • Córrete.

Su orden me recorre como un relampago expandiendose por mi cuerpo y golpeando mis zonas erógenas. Ambos nos corremos, juntos. Grito, mucho, fuerte. Grito con pasión, por el placer, por la rabia. Grito soltando mis miedo y mis lágrimas. Grito hasta que ya no me queda nada dentro. Y entonces todo queda en calma y el pecho me deja de doler. Abro los ojos de nuevo y ambos están tumbados, uno a cada lado de mí, relajados. Izan mira al techo de la habitación e Eliam, echado boca abajo y apoyado en su brazo me mira a mí. Áun sigue entrando algo de claridad por su lado, aclarando su rubio cabello. Mientras Izan está en la sombra más completa. El día y la noche físicamente. Pero por dentro los dos son iguales. Los tres.

Los hijos de monstruos solo pueden ser pequeños monstruos.

Pero estoy bien.

Les miro de nuevo.

Estamos bien.

  • Os quiero.

Eso hace que la mirada de Eliam se ablande y produce un giro rápido sorprendido de la cabeza de Izan hacia mí. El vikingo se inclina sin miramientos y me besa, feliz, suave, como mostrándome lo sencillo que puede ser un sentimiento que se arremolina en mi pecho profudamente. Cuando acaba miro de reojo a Izan que me observa.

  • Siempre lo he hecho.

Y sus palabras me envuelven todavía más en un manto de calor y bienestar. Uno una de mis manos en la mano de Izan e imitido el gesto con la otra con Eliam. Pienso que, no se lo que nos deparará el futuro, pero toca vivir esto. El ahora.

Es Izan quien interrumpe mis pensamientos:

  • Yo fui quien se lo dije a mi padre. Eso nos deja en paz, ¿no?