De limpieza
Como acabamos limpiando algo más que el polvo...
DE LIMPIEZA
Hacía ya algún tiempo que me había fijado en la mujer que se encargaba de la limpieza de las oficinas en las que trabajo. Era mayor que yo, calculaba que sobre los 50, yo tengo 39, pero la verdad es que siempre va vestida muy actual y juvenil (cuando llega al trabajo, después se enfunda la ropa de faena).
Muchas tardes nos habíamos quedado un rato hablando, la gente se había marchado y aprovechábamos para hacer una pequeña pausa en nuestros respectivos trabajos y hablábamos de cualquier tema.
Ella vestía siempre el uniforme de trabajo de color azul, en época de frio pantalón largo y camisa de manga larga del mismo color, debajo de la blusa una camiseta no muy gruesa puesto que trabajábamos con calefacción.
En verano el uniforme cambiaba y era una bata también de color azul abrochada por delante hasta la rodilla. Esta época era la que más me gustaba ya que con el calor siempre llevaba algún que otro botón desabrochado dejando entrever algo de sus encantos, tenía unos buenos pechos y una piernas bastante macizas.
En una de aquellas tardes en las que me quedaba hasta más tarde, menos agobio de gente, decidí avanzar algo más en los temas de conversación, además ya cada día la veía con unos ojos lascivos y deseosos de llegar a algo más. Cuando la veía por los pasillos, intentaba pasar cerca de ella con la intención de tener algún roce y de poder asomarme a su escote y ver que se escondía debajo de aquella ropa.
Estaba en mi mesa sentado tomando tranquilamente un café absorto en mi mundo cuando de repente oí el sonido de la puerta de la oficina, me asomé y era Pepi.
Hola pepi, le dije. Hola Miguel, me contestó ella, todavía por aquí?
Le dije que como siempre, eran los momentos en los que más tranquilo estaba, sin el agobio del teléfono ni de la gente.
Ella dejó sus bártulos y se apoyó en mi mesa y empezamos a hablar como siempre, criticando a unos y a otros, contando algún que otro chisme, cuando de pronto le dije:
Pepi, cuántos años tienes? si no es indiscreción.
48, me contestó ella, porqué?
Siempre he tenido la curiosidad de saber tu edad, la verdad es que estas muy bien para esa edad que dices que tienes.
Ella se sonrojó un poco al escuchar aquellas palabras.
Gracias, siempre es bueno escuchar halagos, hacía tiempo que no me tiraban un piropo.
Pues es una lástima que a una mujer tan bella no le regalen los oidos más a menudo. Desde luego si por mi fuera...............
Ella se quedó un podo parada ante mi comentario, a lo que me dijo:
Si por ti fuera que??
Quieres saber a verdad? pues que no dejaría pasar un momento sin hacerte saber lo buena que estás y lo cachondo que me pones. Siempre con ese botón desabrochado queriendo dejar ver pero sin hacerlo, y con esa bata que deja ver al trasluz tu silueta.
Te fijas en mi escote?? pues si quieres ver algo más, sólo tienes que pedirlo.
Aquellas palabras si que no me las esperaba, era el cazador cazado. No sabía como tomarme aquello, pero solo había una forma de comprobarlo, así que poniéndome de cara hacia ella, le dije:
Desde luego que me gustaría ver más, quiero verlo todo, me muero de ganas de verlos y de acariciarlos con mis manos.
Se desabrochó muy dulcemente los botones de la bata y poco a poco se la fue quitando. Ante mi apareció el cuerpo de una diosa, era realmente increíble el cuerpazo que tenía para su edad. Se desabrochó el sujetador y me mostró sus pechos, grandes, como ya me os imaginaba, y muy bien puestos. Sólo me quedó exclamar:
La verdad es que son mucho más bonitos de los que me los imaginaba.
Sin mediar una palabra más, me levanté de la silla y me acerqué a ella, le puse mi mano en su cogote y la apreté hacia mi besándola de una forma dulce pero apasionada, nuestras lenguas se entrelazaban vigorosamente mostrando la humedad que había en nuestros cuerpos. Mientras seguíamos besándonos, mi mano acarició suavemente uno de sus pechos y con los dedos rodeaba sus pezones que imediatamente se pusieron erectos y duros. Ella me rodeaba con sus manos y empezó a desabrocharme la camisa.
Es injusto que yo tenga tan poca ropa y tu estés completamente vestido.
Me quitó la camisa y empezó a bajarme los pantalones, calzoncillos incluidos, para entonces yo ya la tenía dura como una piedra y saltó hacia ella como un resorte.
Esto es una buena verga y no lo que gasta mi marido. Agachada la cogió entre sus manos y suavemente empezó un movimiento de sube y baja que me gustaba mucho. Pero yo no quería que fuese ella quien tomara la iniciativa, así que para evitar que nos pudiera ver alguien desde fuera, la llevé al despacho de mi jefe, que estaba con las cortinas cerradas y una vez dentro cerré la puerta. Le bajé las bragas y apareció un coñito totalmente rasurado a excepción de una línea muy fina. La senté en una de las sillas y abriéndole las piernas, empecé a acariciar con mis dedos su coño húmedo, tenía el clítoris totalmente excitado, primero fue un dedo, luego dos y luego tres, los que le introduje en su vagina caliente, mientras con el pulgar me aplicaba en frotar su clítoris, ella gemía de placer y por los estremecimientos, noté que ya había tenido un orgasmo.
Con la otra mano acariciaba sus tetas pellizcando sus pezones, lo cual le gustaba bastante. Saqué mis dedos y entonces metí mi cabeza entre sus piernas y con la lengua empecé a lamerle los labios externos y los internos, chupando y mordiendo su clítoris, ella seguía gimiendo de placer y estremeciéndose mientras tenía otro orgasmo y esta vez todos sus líquidos fueron a aparar a mi boca.
Se levantó de la silla y entonces cambiamos las posiciones, fui yo quien me senté en la silla, y ella de rodillas ante mi, se metió mi pene en su boca, primero poco a poco para después metérselo todo directamente. Iba pasando su lengua por todo mi pene y también chupándome los huevos. Me estaba poniendo a cien, era una de las mejores mamadas que me habían hecho nunca. Cuando ya estaba casi a punto de explotar, le dije que parara, me levanté de la silla y apoyándola sobre la mesa le dije:
Ahora es el momento de que entre en tu húmeda cueva.
Fóllame, soy toda tuya, métemela ahora y no pares.
Abriendo sus piernas, le acerqué la punta de mi pene y de una embestida se la introduje toda de golpe, ella soltó unos grititos que se iban transformando en gemidos, los cuales a medida que iba acelerando mis embestidas iban aumentando su intensidad. Tuvo varios orgasmos mientras yo estaba dentro. Entonces se la saqué y me tumbé en el suelo diciéndole que se sentara encima mío. Se sentó de golpe, entrando totalmente dentro de ella, subía y bajaba de una forma loca, estaba descontrolada, sus pechos subían y bajaban con la misma intensidad y rapidez de lo que lo hacía ella. A mi me quedaba muy poquito para irme, pero intenté aguantar todo lo posible para poder disfrutar de aquella visión. Tuvo tres ó cuatro orgasmos más durante la cabalgada, yo ya no podía aguantar más y así se lo dije:
Estoy a punto de irme, ya no aguanto más...Entonces se levantó y me hizo levantarme a mi también, se arrodilló ante mi y se la metió en su boca de nuevo y la empezó a chupar con rapidez acompañándola con la mano. Sin poder aguantar más, me corrí en su boca y arrojé toda la leche que tenía dentro, fue una corrida bastante larga, ella no dejó caer ni una gota al suelo, se lo tragó todo, me la siguió chupando asegurándose de beberse hasta la última gota, y cuando acabó me dijo:
Es que si no lo ago así después no hay quién quite las manchas de la moqueta......................
Ni que decir tiene que después de aquella vez, hubo muchas otras veces que me ayudó a limpiar el "polvo"...............
Si les gustan mis relatos, espero sus comentarios por e-mail, así me animo más a escribir......
Pelón.