De ligue en una web de infieles III

Cómo conecte con una mujer especial un jueves y estuvimos tan a gusto el viernes - 3º Encuentro La Gallinita Ciega

Aquí vamos con la tercera parte, el último de nuestros encuentros, como comenté desde el primer relato, nuestra relación surgió con fecha de caducidad, aunque ella llevaba más tiempo en la web de contactos, no nos conectamos hasta que solo quedaban unas pocas semanas para su marcha.

El fin de semana previo a su viaje, nuevamente acordamos vernos un viernes, con el mismo marco previo, recogerla en su hotel en un punto céntrico de Madrid, devorarnos la boca nada más estar juntos en el coche, y salir en marcha a nuestro lugar de encuentro y mutua entrega.

El hecho es que subía la intensidad en cada nueva cita, para esta última noche de pasión, según salía de casa, pasé por mi armario pillando un par de corbatas delgadas, que se han puesto tan de moda en los últimos años, desplazando las gruesas corbatas italianas, para mi propósito de hoy, serían el complemento ideal a nuestros juegos.

Mismo hotel que la vez anterior, diferente suite, esta era igualmente espaciosa, aunque de un solo ambiente, una amplia cama entrando al lado derecho de la puerta, frente a la cuál había un par de sillones con una mesa en medio, no pedimos copas; sí, un par de vasos con hielo, no nos hacían falta bebidas, ella había traído una botella de Limoncello, que había comprado en Italia, esperaba llevarla a Perú para una ocasión especial… ocasión que llegó aquí mismo en Madrid.

Con la buena química que surgió entre nosotros, empezamos por besarnos, contarnos un poco el día, tomarse algunas selfies sabiendo que ya no tendríamos nuevas oportunidades, incluso pusimos un par de canciones de salsa, bailamos a gusto en el espacio de la habitación entre el servicio y la cama, bastante amplio, con agradable suelo de parquet, ideal para deslizar bailando, y sacar un par de buenas figuras y pasos en nuestra improvisada pista de baile.

Mujer apasionada y morbosa cuando se encuentra a gusto, puso música a todo volumen en su móvil, y empezó a bailar muy sensualmente para mí en el centro de la habitación, dueña de unas piernas que me cautivaron desde el primer momento, esta vez llevaba un vestido corto ideal para el verano, de lujo para exhibir desde sus muslos para abajo, se balanceaba con las manos partiendo de sus caderas, que subían luego por el contorno de su cuerpo, no tiene pechos grandes, son bonitos, pero su cadera, su culo y sus piernas tonificadas por efecto de los tacones, ya me deleitaba… me sentía como esos personajes oscuros y lascivos en algunas películas, sentado en el sillón con la copa en una mano, la chica bailando sensual frente a mí, solo me faltaba el puro en otra mano para ser un auténtico personaje vulgar… y así me comporté… cuando acabó la pieza, ella quiso recoger la bolsa que traía, con un sensual pijama como contenido, como la última vez, y dirigirse con ella al servicio para venir sensualmente vestida…

No la dejé, según pasaba con la bolsa frente a mí, me puse en pie, la sujeté por la cintura y la atraje hacía mí, comiendo su boca a besos, deslizando mis manos bajo su falda, susurrando en su oído: Quiero que te sientas hoy mujer y puta, que has despertado mi deseo más sexual y animal, que solo quiero entrar en tu cuerpo sin pedir permiso ni perdón… acto seguido le di la vuelta, dejándola de espaldas de mí, cara al sillón, levanté el vestido, baje su panty, con fuerza, casi con violencia, la sujeté de la nuca y empujé hasta dejarla a cuatro patas en el sillón con el culo en pompa y las piernas abiertas, entonces, como se lo había anunciado, baje mi pantalón y boxer con la misma urgencia, sin miramiento alguno, encaje mi polla en la entrada de su vagina, y empujé, penetré su humedad, me la follé allí sin más besos ni caricias, diría que la emputecí, que por un momento fue solo deseo animal, mi pelvis golpeaba con su culo, mi polla taladraba, su excitación acompañaba y sus gritos y gemidos llegaron enseguida: C…. llegó, llegó!!! me corro, no pares, follame, dame… que gemidos, y que forma de pedir ser empotrada, llegaban con cada nuevo empuje de mi pene… hasta que llego su orgasmo, fue evidente la crispación de su cuerpo, el

rictus

de su rostro, desfigurado por el placer de su corrida, sus puños que se abrían y cerraban queriendo atrapar el aire que corría tras el sillón, que gusto sentí al salir de su cuerpo, y verla caer desmadejada a quedar escasamente sentada en el mismo sillón en que la había follado como a perra en celo… Que rostro más delicioso pone cuando está así de satisfecha.

¿Se quedó a gusto? Sí. ¿Cedió en su empeño de vestir el provocador conjunto de lencería? No. Ya he comentado que es una mujer madura, sabe lo que quiere y como lo quiere. Se recompuso, recuperó el aliento, ella medio tumbada en el sillón, yo, con el pantalón en los tobillos, sin haberme corrido, igualmente libidinoso y excitado que ella.

Haciendo acopio de su voluntad, se levantó, recogió su panty del suelo, que dejó en la mesilla, mostrando ese punto de pulcritud que la acompaña siempre, tomó su bolsa con el conjunto y se dirigió al baño para vestir provocativa y sexy, como le gusta sentirse… antes de que se fuera, yo saqué, de la misma bolsa, las dos corbatas que había traído para nuestro encuentro, me miró curiosa, no dijo una palabra, caminó decidida hacía el baño.

A su vuelta, yo ya estaba completamente desnudo, con las corbatas a mano, ella venía sumamente sexy, lencería roja, sandalias de tacón, color blanco, esta vez se las dejo puestas.

Seductora se acercó a la cama, se inclinó para besarme, no hice nada para incorporarme o facilitar su aproximación, era mi juego esa noche, así que me iba a empeñarme en que se esforzará, que buscará a su hombre y se entregará a su placer.

Me tumbé sobre mis codos, ella quedó con una rodilla en la cama, sus brazos estirados a mis costados para sostenerse mientras comía mi boca, la otra pierna estirada sosteniendo su precario equilibrio, sus labios carnosos envolvían mi boca, mi lengua entraba brusca y traviesa en su boca, nuestra pasión de nuevo crecía.

Me incorporé suavemente, llevándola a quedar sentada a mi lado, momento en que me levanté, caminé hacía la mesilla y alcancé nuevamente nuestras copas de Limoncello, ella bebió como niña buena la suya, mientras ella disfrutaba la copa, yo me puse en movimiento, me levanté y recogí las dos corbatas, me senté a su lado, suave a la par que firme vendé sus ojos con la primera corbata, un anillo alrededor de su cabeza.

Me divertí haciendo que se pusiera en pie, llevándola alrededor de la cama, guiada por mi mano cual corderita tierna, por momentos la soltaba, para ver como sostenía su copa en una mano mientras extendía la otra buscando nuevamente mi guía: cariño, dónde estás, no me vayas a dejar tropezar… llegó a decirme.

Acercándome a ella le retiré la copa, la tumbe de lado a lado a los pies de la cama, estire sus manos hacia arriba de su cabeza, para atarla por las muñecas, así completaba su entrega y rendición, enceguecida e indefensa, para ser mi objeto de placer.

Completamente relajado y dueño de la situación, la hale por los antebrazos hasta dejar su cabeza en el borde mismo de la cama, allí empezaron mis juegos con mi polla pasando por su rostro, rozando sus labios, deslizando si dejar que me atrapará su boca hambrienta.

Me divertí follando su boca, acariciando sus pechos, mientras su lengua y su mandíbula cedían para recibir mi miembro, mis manos la recorrían entera, acariciaba su coñito, húmedo, caliente y excitado. Empujaba mi pene en su boca, y ella, que hace menos de dos semanas me decía que tenía reparos al sexo oral, ahora tragaba y disfrutaba la polla de su amante, sin protestas ni remilgos.

Me fascina ir dominando de menos a más, conocer los límites y preparar a mi amante, paso a paso, para ir subiendo el listón, para ir superando sus tabús e incertidumbres, con firmeza, siempre sin violencia o imposición bruta, otros dominantes lo hacen, yo tengo poco placer en provocar dolor gratuito o innecesario.

Guardo buenas fotos de ese momento, ella, tumbada, abierta de piernas, atada de manos y enceguecida, mientras me sostenía con mi mano izquierda sobre la cama, mi polla entraba en su boca y mi mano derecha la masturbaba, por momentos me incorporaba para tomar alguna nueva imagen, enseguida dejaba de nuevo el móvil en la cama, para volver a concentrarme en jugar con mi polla en su boca, sacarla, deslizarla por su rostro, azotar suavemente sus labios con mi grueso miembro… delicioso.

No se trataba solo de mí, así que cambié la acción, ahora me dirigí al otro extremo de la cama, para arrodillarme frente a ella, ahora me detuve a comerle el coño, sus muslos firmemente sujetos en mis manos, mi boca hambrienta de su sexo, su cuerpo que se retorcía, su boca que gemía, su abdomen que se contraía al intentar ella doblarse hacía mí, difícil movimiento al tener sus manos atadas… empezó a suplicar: C… te quiero dentro, por favor, entra, quiero tu miembro…

Mi excitación estaba a punto, me acomodé sobre ella, acomodé mi miembro en la entrada de su vagina húmeda y abierta, hundí la polla sin esfuerzo, pero sin vacilación, ella gimió, resoplo, saltó como un resorte hacía atrás mientras exclamaba: C… despacio, por favor, C… tu polla está muy gruesa, despacio, despacio…

Tiene razón, tengo un pene mediano, que con la excitación se pone algo más grueso… pero hoy era mi muñeca, mi placer, mi sumisa, así que mantuve el ritmo de mi penetración, ella suplicaba, más quedamente, no le impuse un ritmo brutal o frenético, marque mi ritmo, busqué mi placer, cuidando su cuerpo… aún no era suficiente, quería darle más sentido a su dominación, así que me levanté, la giré y ahora la puse boca abajo en la cama, piernas abiertas en V, que morbo su buen culo y su sexo expuesto para mi uso y disfrute; de nuevo me acomodé sobre ella, de nuevo dirigí mi pene a su humeda vagina, de nuevo empuje con firmeza, decidido, poderoso.

Su cuerpo reaccionó intentando huir nuevamente: C… por favor, tienes el pene muy grueso… ¿Quieres que pare? - Pregunté …. No, no pares, dame, dame… pero por momentos me duele…

Entonces sujeté su cabeza contra la cama, penetré profundamente y aguanté la posición, ella respiraba agitada, adaptándose a mi pene… paciente esperé hasta que su cuerpo se relajó, entonces retomé el impulso, adelante, atrás, casi me erguí sujetándola contra la cama por los hombros, impulsandome a toda máquina para penetrarla, para dominarla, como llegaba mi clímax, como exploto mi miembro llenando su  cuerpo con mi tibia leche!!!

Dios, que placer sentí al terminar, cayendo contra su espalda para besar tiernamente su rostro y su cuello mientras cedía la adrenalina de nuestro mutuo orgasmo....

Era nuestra última noche, ella quisó quedarse en el hotel, yo debía marchar, tiernamente solté sus improvisadas ataduras, liberé sus ojos, vi en ellos gratitud y satisfacción, mientras permanecimos un momento abrazados con mimos dulces. Ahora si se quitó los tacones y se relajo para dormir profundamente en la cama que vio su sumisión y nuestra última noche en Madrid.

Su nick en la página de contactos es el de un astro del cielo, ahora, consolado en mi recuerdo, solo puedo confiar en que nuevamente brille ese astro para mí, en el cielo de Madrid.