De la webcam a la casa de Jan (parte 2)

Jan me invita a su casa y la cosa termina de manera brutal

“Oye, si te apetece tomamos una cerveza cerca de mi casa y nos conocemos mejor.”

Esa idea me gustó más, y acepté. Volvía a estar empalmado.

Al día siguiente estuve hablando con Jan para quedar. A las 19h en el barrio de Gracia. Me mando la ubicación de un bar que quedaba a 3 minutos de su casa. Puse rumbo a ese lugar con algo de emoción, supongo por ser la primera vez que quedaba con un tío que había conocido por webcam. Llegué a la zona y me encontré a Jan en la terraza del bar. La verdad es que el sitio era muy tranquilo, una plaza donde había 4 gatos paseando y una terracita muy tranquila. Se puso de pie para saludarme y me quedé embobado. Por supuesto, en directo era muchísimo más guapo de lo que yo había podido ver por la webcam. Era más alto que yo, debería medir 1’80m. Tenía los hombros anchos, la cara un poco redondita, con una barba bien recortada de color castaño, ojos marrones y esa sonrisa que me dejaba con cara de gilipollas. La verdad es que yo estaba flotando en ese momento, porqué Jan cumplía todo lo que me gustaba en un tío. ¡Y lo tenía delante!

Nos sentamos y pedimos dos medianas. Estuvimos hablando de la vida. Él había estudiado periodismo, algo muy parecido a lo que estaba haciendo yo, y trabajaba para una agencia de comunicación. Hablamos de política, terreno en el que también coincidimos, y luego llegó el tema estrella: la edad. Me preguntó cuantos años tenía, supongo que no se acordaba que ya le había dicho que tenía 20. Se le cambió un poco el gesto y le pregunté si todo iba bien:

“Si, si, ningún problema. Lo que pasa es que me parece un poco raro estar con alguien que tiene 6 años menos que yo”

“No te preocupes, a mi me va la gente más mayor. Es lo mejor porque me puedes enseñar muuuchas cosas” – y le guiñé el ojo.

En ese momento Jan se mordió el labio y me rozó con la pierna por debajo de la mesa. Me dijo:

“Pues, sabes, yo vivo cerca de aquí, y había pensado…”

“Vamos!” – le corté.

Entró dentro del bar y dejó unas monedas sobre la barra. Nos fuimos para su casa a paso ligero y llegamos enseguida. Y a continuación la escena fue un poco de película:

Cerró la puerta y me cogió de la mano. Me tiró en el sofá y se lanzó sobre mi. Me comenzó a comer la boca como nunca lo habían hecho, moviendo su lengua por todas partes. Yo estaba super cachondo, porque lo de Jan y yo iba más allá de la atracción física: había mucha conexión mental. Nos miramos a los ojos y volvimos a besarnos a lo bestia. Le tiré de su camiseta para arriba para poder tocar ese pecho, que me encantaba. Yo estaba que me moría. Le dije que fuéramos a la cama, y me levantó del sofá de un tirón y me llevó para su cuarto.

Me quitó la camiseta, me bajó los pantalones y vio que ya estaba con la polla durísima. La cogió con su mano y, mirándome a los ojos, me dijo: uffffff madre mía Alex! Me empujó sobre la cama, bajó mis boxers, y se metió toda mi verga en la boca de un solo trago. Creí ver las estrellas, pero estaba tan cachondo que me tuve que esforzar por no correrme en ese momento. Luego le cogí por las cervicales y le follé la boca, hasta que volví a sentir que me corría. Ahí paré y tomé las riendas del polvazo que estábamos echando.

Me levanté y le quité los pantalones y los calzoncillos de un tirón. Ese pollón que había visto el día antes estaba apuntando al techo y pidiendo una boquita. Me puse de rodillas y comencé a mamar bien duro, para que Jan lo sitiera bien. Si de por si ya era guapo, su cara de placer era aun mejor. Le comí los huevos, pasando mi lengua por todo su escroto. Lo tumbé en la cama boca abajo y llevé mi lengua de su capullo hasta su ano. Se lo comí bien comido. Jan gemía como una perra, estaba extasiado. De golpe me giró y me puso a mi contra el colchón. Me comió el culo de manera brutal, se tumbó encima de mí y me dijo al oído:

“Quiero darte placer, quiero meterla”

“Ya estás tardando, cabrón” – le dije

Cogió un condón y se lo puso en ese pollón. Le dije que se sentara en la cama, que quería estar encima para verlo. Su cara fue un poema, y me senté encima suyo. Poco a poco ese rabo fue abriéndose paso por mi culo, sintiéndolo muy dentro mío. Jan ponía cara de placer extremo y yo, cuando la tuve toda dentro, pensé que me iba a estallar el rabo. Cabalgué un rato encima de su rabo, mientras él lo gozaba. Después, Jan me cogió, me levantó de la cama y me puso contra la pared de su cuarto. Sus músculos estaban en tensión para aguantarme, y su polla entraba y salía por mi ojete con total facilidad. Yo estaba loco de placer, y su cara expresaba lo mismo. Le dije al oído:

“Quiero tu leche”

Jan me tiró de nuevo en la cama y se sacó el condón. Cogió su rabo y el mío y los pajeó ambos a la vez. Mi primer chorro de leche le calentó tanto que acto seguido se corrió encima de mi él también. Nos fundimos en otro beso y acabamos los dos extasiados en la cama.

Me ofreció su ducha y acepté. Nos metimos los dos juntos, mientras nos comíamos la boca. Al salir me dijo:

“oye, que he pensado que ya que mañana es sábado, pues que si te apetece te quedes a cenar y a dormir, que tenemos toda la noche por delante”

Le miré con cara de travieso y le señalé mi rabo: volía a estar empalmado. Jan me miró y me dijo:

“madre mía Álex, como se notan los 20 años! Eso es un si?

“tu que crees?” – le dije, mordiéndome el labio inferior.

FIN.