De la timidez al atrevimiento hay un solo paso (4)

Sin previo aviso la penetro hasta el fondo, sus gritos se unieron al unisonó, sus cuerpos se acoplaron al instante, sus caderas avanzaban y retrocedían con violencia, la estreches de Liliana lo envolvió succionando su dureza.

-¿Deseas algo de beber?-

Pregunto Liliana dirigiéndose a la hermosa mujer sentada en su envejecido sofá. La mujer asintió sonriendo cálidamente

-Un café estaría bien-

Liliana suspiro entrando a la cocina y cerrando la puerta, ¿Qué hacia la hermana de Alexander aquí? Hirvió el agua y sirvió en dos tasas el líquido caliente seguido por el negro café.

-Aquí tienes-

Le ofreció una de las tasas al regresar a la sala, la mujer sonrió de manera familiar, Alexander tenía la misma sonrisa.

-¿Estas sorprendida verdad?-

Pregunto Alexandra tomando un sorbo de café y poniendo la tasa en la pequeña mesa ratonera

-La verdad es que si, no quiero ser grosera pero ¿como conseguiste mi dirección?-

La mujer saboreo en silencio el café unos minutos meditando su respuesta

-Te seguí-

Dijo finalmente tan calmada como si fuera lo más normal. Liliana la miro sorprendida

-Tenia que hablar contigo, discúlpame-

-no te preocupes, ¿pero de qué quieres hablar conmigo?-

-No creo que Alexander te haya hablado de mí-

Su tono era amargo y lleno de tristeza

-La verdad es que no hablamos mucho-

Alexandra asintió y tomo otro sorbo de café

-Me alegro mucho ver a mi hermano, no lo veía desde hacía varios meses, pero ahora creo que esta mejor-

-¿Estaba mal?-

La preocupación de Liliana la hiso sentarse al borde del sillón

-En realidad no me corresponde a mí contarte sobre la vida de él, pero creo que es importante que lo sepas-

Liliana permaneció en silencio esperando que la mujer continuara y así lo hiso

-Hace exactamente dos años mi hermano entro en una profunda depresión, se encerró en sí mismo y no dejaba que nadie se acercará a el por ningún motivo, ni la familia ni los amigos…prefiero no entrar en detalles de esa época pero lo que si te digo es que hace muy poco salió de ese encierro auto impuesto y volvió a tener una vida o al menos intentarlo, y ahora que lo eh visto contigo creo que está mucho mejor, ya que ah permitido que alguien se le acerqué-

Liliana se quedo unos momentos en silencio dándole vueltas a la información

-¿Por qué entro en depresión?-

Pregunto luego de unos instantes con voz temblorosa, Alexandra se puso tensa pero luego de un largo suspiro la miro a los ojos

-Mi nombre completo es Alexandra Iveth, pero Alex desde hace dos años jamás me volvió a decir por mi primer nombre-

Liliana se sintió confundida sin saber a que iba aquella explicación pero continúo en silencio expectante.

-Alex tenía una esposa, su nombre era Alexandra-

Liliana abrió los ojos de par en par por lo que acaba de escuchar ¿una esposa?, jamás se lo hubiera imaginado, también le sorprendió la coincidencia de los nombres.

-se casaron muy jóvenes-continuo explicando- estaban locamente enamorados, ella era la mujer perfecta para él, graciosa, aventurera y amante de los libros…-Alexandra hiso una pausa aclarando su voz-pero todo cambio cuando ella quedo embarazada, todos estábamos muy felices, emocionados por la llegada de la criatura, hasta que ella lo perdió, sufrió un aborto natural, el médico dijo que no se debía a ningún descuido era simplemente que tenía el útero débil y que era muy probable que jamás pudiera tener hijos…esto la devasto y entro en una fuerte depresión de la que a pesar de los intentos de mi hermano jamás salió-

Una lagrima rodo por la mejilla de Alexandra, los recuerdos eran obviamente dolorosos

-Alexander regreso un día del trabajo-los ojos de Alexandra se concentraron en punto lejano recordando el pasado- la llamo desde la puerta como todos los días pero al no escuchar respuesta temió lo peor, corrió hasta la habitación, y la encontró muerta sobre la cama con las muñecas cortadas, se había suicidado-

Liliana emitió un gemido que fue ahogado al instante por una de su manos, Alexandra se seco las lágrimas elegantemente con la punta de los dedos

-Después de eso todo fue cuesta abajo para mi hermano, por dos años todos pensamos que jamás se recuperaría, culpo a todo el mundo por lo sucedido aunque en realidad el supiera que nadie tenía la culpa-

Alexandra suspiro como tratando de recomponerse

-¿Puedo usar tu baño?-

Pidió poniéndose de pie

Liliana que aun permanecía atontada le indico con un dedo la dirección del baño. Luego de unos segundos Alexandra retorno con el maquillaje intacto

-No sé qué tipo de relación puedas tener con mi hermano, solo deseo que le ayudes, sé que es mucho pedir, pero si puede salir de donde estaba te pido que le ayudes-

Alexandra se movió hasta quedar muy cerca de Liliana y le puso una mano sobre las de ella

-Ayúdalo por favor-

Dijo en tono suplicante

-Hemos peleado hoy-

-¿Por mi?-

-Entre otras cosas-

Alexandra retrocedió y cerró los ojos

-Puedes decirme que pasó-

En realidad no podía, no sabía cómo explicarle aquella mujer, que él jamás la había penetrado, que él se rehusaba a sentir placer, y que ella había perdido la paciencia por esto.

-Cosas personales-

Dijo finalmente Liliana ruborizándose

-¿estás enamorada de el?-

La pregunta le cayó como un baldazo de agua fría, lo conocía desde hacía muy poco y con sinceridad no sabía lo que sentía

-Yo no lo sé, es muy prematuro, recién le conozco-

Alexandra pareció frustrada pero se relajo tomando otro trago de café que para estas alturas ya debía estar frio

-Discúlpame por todo esto, y créeme que si no lo hubiera juzgado importante no te hubiera importunado-

Liliana observo aquellos ojos del mismo color que los de Alexander, la misma calidez, la única diferencia era aquella Picardía propia de él, quiso jurarle a la mujer que lo ayudaría, que haría todo lo que estuviera en sus manos por salvarlo, pero era una gran mentira, ahora ella estaba asustada, y solo quería regresar a su vida calmada y sin sobresaltos, era una cobarde, claro que sí, pero de esa manera era como había sobrevivido todo este tiempo en un mundo lleno de maldad.

-No quiero quitarte más tiempo-

La preciosa mujer se puso de pie con ese porte de súper modelo y se acomodo la larga cabellera

-Te deseo mucha suerte en todo Liliana-

Dijo a manera de despedida tendiéndole la mano, con un apretón salió del departamento dejando a una confundida Liliana.


Eran las ocho de la mañana y Liliana estaba como siempre en su puesto tras su escritorio en la enorme biblioteca de la universidad. Su apariencia volvía a ser la de siempre, el mismo moño ajustado, las gafas para leer, ni una pisca de maquillaje y la misma timidez, la gente que llegaba se veía sorprendida aunque nadie dijo nada.

Había sido una estupidez por parte de ella pensar que su mundo podía cambiar para bien cuando en realidad todo podía cambiar para mal, la intervención de la hermana de Alexander no habia podido darse en mejor momento, sacándola de sus fantasías estúpidas y devolviéndola a la cruda realidad, el era un hombre con problemas y ella no quería tener que ver nada en ese embrollo, y gracias al cielo habían peleado, el ya no haría ningún intento por acercarse y era mejor así, mucho mejor.

El día transcurrió con extrema lentitud, cada vez que una imagen de Alex venia a su mente ella la espantaba con las palabras de Alexandra, “casado, depresivo”, con eso bastaba para alejar aquellas escenas tórridas de el dándole placer, explorándola con las manos, la lengua…

-VASTA-

La biblioteca entera volteo ante el arranque de Liliana, ella solo se oculto en su escritorio sin mirar a nadie.

Sería bueno tomar esas vacaciones que había aplazado tanto pensó, ya tenía trabajando aquí tres años y nunca había tomado vacaciones, se las debían, y era una buena manera de  escapar de todo lo que estaba ocurriendo.

Con ese pensamiento se sintió mas aliviada, lo primero que haría al cerrar el día de hoy sería ir donde el decano y pedir vacaciones, se iría por un mes si es que era posible y todo quedaría a tras como un recuerdo loco.

Ya eran casi las ocho de la noche, los últimos rezagados salieron por la puerta cargando libros y celebrando el fin de semana que se venía.

Poniendo orden es su escritorio se apresuro por terminar, el sonido de la puerta principal la hiso temblar de pies a cabeza, no podía ser el, por favor que no sea él, despacio giro sobre sí misma con el corazón en la boca, La figura de un hombre se aproximo hasta el escritorio, pero no era Alex, era Mika, Lili soltó el aire que había estado aguantando sin darse cuenta.

-Señorita Grier-

Aquellos ojos celestes cristalinos la observaron felices

-Hola Mika, en que te puedo ayudar-

-Solo necesito esto-

El muchacho le tendió un pequeño papel con el nombre de unos libros, Liliana estudio unos segundos la escritura y dejo el papel sobre el escritorio

-¿Los necesitas pará ahora?-

-Si no es mucha molestia-

-No, espérame que ahora te los traigo-

Liliana fue hasta la parte más alejada de la biblioteca, eran unos libros poco comunes de derecho, de autores muy antiguos. No demoro en ubicarlos y ayudada por su escalerilla subió hasta el estante más alto.

Cargada con tres libros bajo con cuidado, solo faltaba un escalón cuando resbalo, los libros salieron volando y ella trato de aferrarse a cualquier cosa pero no lo consiguió, cayó pesadamente contra el piso alfombrado.

Trato de incorporarse pero el dolor en el tobillo la hiso desistir.

Justo en ese momento llego Mika corriendo sin aliento

-¿Está bien señorita?-

El muchacho se arrodillo a su lado y la observo detenidamente en busca de alguna herida

-Solo es mi tobillo-

Dijo ella apretándose el tobillo izquierdo

-Déjeme-

Mika le tomo el pie y con delicadeza lo apretó ligeramente, luego lo estiro en busca de fractura

-Solo parece que se lo ah torcido, ¿se puede parar?-

Ayudada por el muchacho se puso de pie despacio, intento pararse firme pero el dolor la hiso doblarse, Mika la sostuvo por la cintura.

Liliana levanto la cabeza y vio que tenía el rostro de él a solo centímetros del suyo, sus cuerpos muy juntos se tocaban.

Los ojos de Mika emitían un fulgor extraño, su mirada vago por sus facciones hasta centrarse en sus labios, podía sentir aquella mirada abrazadora sobre ellos, Mika se humedeció la boca pasándose la lengua con lentitud.

Liliana trago saliva incomoda, deseosa por apartarse de el

-Creo que puedo sola-

Intento zafarse pero él no la soltó ni la dejo de observar

-Puedes soltarme-

Dijo Liliana con firmeza, Pero no la soltó, al contario la atrajo más a su cuerpo haciéndola chocar contra su pecho, podía oler el perfume caro del muchacho.

-Mika…

Protesto alarmada por las intenciones del muchacho

-Es muy bonita-

Las palabras salieron como un suave arrullo

-Esto no está bien-

Se quejo poniendo ambas manos en el pecho del muchacho para alejarlo un poco, pero era inútil, su rostro se acercaba peligrosamente al de ella.

Liliana tomo aire sin saber cómo evitar lo inevitable.

-¿QUE SUCEDE AQUI?-

Una voz enfurecida retumbo por todo el lugar, era Alexander, sus puños cerrados con fuerza a cada lado de su cuerpo, la mandíbula apretada, y los labios en una fina línea.

Con pisadas fuertes se acercó hasta ellos

-¿Qué sucede?-

Esta vez hablo con fría calma aunque aun se podía percibir la ira en su tono.

-La señorita Grier se cayó-

Mika permanecía apacible sosteniéndola de la cintura

-¿Dónde te duele?-

Demando Alexander sin prestarle atención al mocoso, al no recibir una respuesta inmediata se arrodillo ante ella

-El tobillo-

Con dedos de seda le toco la pierna enviándole descargas eléctricas.

Alexander se puso de pie y le lanzo una mirada asesina a Mika

-Yo me encargo-

Dijo el tomando a Liliana sin esperar que Mika la soltara

-Tengo que cerrar-

La voz de Liliana era un quejido de dolor

-Lo hare yo-

Dijo él entre dientes llevándola despacio hasta la silla del escritorio. Mika llego tras ellos cargando sus libros

-Espero que se ponga bien señorita Grier-

-Se pondrá bien, ahora vete-

-Alexander-

Liliana lo reprendió por su grosería

-No se preocupes señorita Grier-

Mika curvo sus labios en una sonrisa de autosuficiencia que colmo los nervios de Alexander

Luego de que el muchachito salió de la biblioteca Alexander se dedico a guardar cosas y apagar luces, todo en el más completo de los silencios.

Liliana lo veía caminar de un lado para el otro como un huracán destructivo, aun no entendía por qué estaba tan molesto, y sobre todo no sabía que hacia ahí

-Listo-

Alexander se acercó y la tomo con un brazo por la cintura y con la otra mano el bolso de ella.

-Gracias-

Afuera la sentó en la banca donde ella siempre almorzaba y cerró la biblioteca con todos los candados de rigor.

-Vamos a tu casa-

-No hace falta que me lleves-

-Como pretendes llegar hasta ahí ¿arrastrándote?-

Liliana inhalo profundamente llenando sus pulmones del gélido aire nocturno y decidió que lo mejor era no discutir con él, no en el estado de ánimo que se encontraba


Escalón tras escalón y con toda la paciencia del mundo la hiso subir por las escaleras hasta su departamento, sin pedir permiso saco las llaves del bolso y abrió la puerta.

La llevo hasta el sofá y la deposito con cuidado

-Gracias-

Dijo ella casi sin voz pero él no respondió solo se alejo y cerró la puerta principal que había quedado abierta, luego se encamino a la cocina donde Liliana lo escucho llenar la tetera de agua.

Tras unos segundos el regreso a la sala para ir al cuarto de baño, retorno con toallas y un pequeño cuenco, dejo las cosas en la mesita ratonera sin dedicarle ni una mirada y fue a la cocina.

Liliana en todo momento permaneció en silencio sin saber que hacer o decir ante aquel hombre que hacia lo que se le venía en gana y que estaba de un humor de perros

Alexander regreso a la sala trayendo la tetera con agua hirviendo, la vertió en el cuenco hasta la mitad y regreso a la cocina, ahora traía mas agua pero fría, la mezclo con la caliente probando con la mano hasta que estuvo tibia, remojo una de las toallas y la exprimió para quitar el exceso de agua

-Recuéstate-

Le ordeno. Con manos hábiles le puso compresas de agua en el tobillo

-Alexander…

Por primera vez después de mucho rato la miro a los ojos, la furia ya casi se había desvanecido para darle paso a la tristeza

-Con esto se desinflamara-

El se sentó a los pies de ella y puso la cara entre las manos, la posición de un hombre torturado por sus demonios internos

-Tu hermana vino a verme-

No había razón para ocultárselo. Alexander se tenso.

-Creo que no hace falta preguntarte de que hablaron-

Los segundos de silencio bien hubieran podido ser horas por la incomodidad de la situación

-¿Por qué fuiste a la biblioteca?-

Pregunto ella desviando la atención mientras se acomodaba en el sillón. Alexander se quedo en silencio hasta que por fin hablo

-Quería pedirte disculpas por lo de ayer-

-No hace falta que te disculpes yo entiendo-

-Iveth no debió meterse-

Su tono era nuevamente rabioso

-Alexandra solo quería ayudar-

Ante la mención del nombre Alex se puso pálido y las manos le temblaron

-sabes…siempre nos causaba mucha gracia esa coincidencia, los tres con el mismo nombre-

Alexander sonrió con amargura

-No te voy a pedir que me cuentes nada, solo quiero que sepas que te comprendo y que fue un placer conocerte-

Con rapidez giro la cabeza para mirarla a los ojos

-¿Estas rompiendo conmigo?-

Le pareció gracioso que el considerara que tenían una relación, pero se guardo su comentario

-Es lo mejor no crees-

El no supo que decir, solo se quedo callado sumido en sus pensamientos.

-Me iré a vestir-

Anuncio Liliana poniéndose de pie, ya no quería darle más vueltas a la asunto, el vivía su vida como quería y lo mismo ella

-No sientes nada por mi verdad-

La manera como lo dijo desarmo el corazón de Liliana, había tanto dolor en aquella voz

-¿Por qué me preguntas eso?-

Alexander no respondió

-¿Por qué me preguntas eso?-

Repitió ella perdiendo la paciencia

-Por la manera como terminas con todo sin decir nada… ¿es que acaso solo fue sexo para ti?-

Las palabras le cayeron como latigazos en el alma, es que acaso estaba escuchando bien, el había sido el que iniciara todo, el había insistido en continuar esta especia de juego, era él, el que no se permitía abrirse ante nadie

-¿Lo dices en serio?-

Liliana jamás perdía el control, jamás se molestaba, pero esto era el colmo.

Alexander se quedo una vez más callado

-ESTAS HABLANDO ENSERIO-

Dijo ella casi gritando. Alexander la miro consternado

-Estoy hablando muy enserio…eres una pequeña cobarde, es más fácil vivir escondiéndote entre libros que vivir la verdadera vida-

Liliana abrió la boca conmocionada, el se atrevía a decirle cobarde, el, que había permanecido dos años como un muerto en vida

-COMO TE ATREVES A DECIRME COBARDE CUANDO TU ERES EL QUE NO ESTA DISPUESTO SI QUIERA A FOLLAR A UNA MUJER COMO ES DEBIDO POR HONRAR LA MEMORIA DE UNA MUJER QUE ESTA MUERTA-

Ohhhh, siii, apenas habían dejado las palabras sus labios ya se estaba arrepintiendo de haberlas dicho, pero no se iba echar para atrás.

Alexander era un volcán listo para hacer erupción, las venas de su cuello se le marcaron y el pecho se expandió.

-Yo la amaba-

Dijo el tan tenso que su cuerpo vibraba

-Pero ya está muerta y no importa cuánto luto hagas nada la traerá de vuelta-

Alexander acorto el espacio que los separaba con dos pasos hasta chocar su enorme pecho contra el de ella, Liliana no se amilano por primera vez en toda su vida ante aquella figura varonil y enfurecida que la retaba con los ojos y el cuerpo, estaba harta de ser cobarde.

-Claro, es mejor vivir como tu…un ratón de biblioteca que prefiere la tranquilidad a salir al mundo y explorarlo, ¿o acaso estudiaste literatura para ser una simple bibliotecaria?-

-Me gusta lo que hago-

Respondió sin apartar la mirada pero sin estar muy convencida de lo que decía

-Mientes-

-Tú no me conoces-

Le espeto ella con los ojos llenos de lágrimas

-Ni tú a mí-

-LARGATE-

Liliana retrocedió un paso pero no porque se sintiera intimidada, solo quería darle espacio para que se fuera.

-COBARDE-

Grito el tan fuerte que medio edificio debía haberle escuchado

-¡VETE!-

Ella igualo la potencia de su grito. Alexander avanzó hasta ella y la tomo con rudeza por la nuca atrayéndola a sus labios besándola con rudeza, su lengua se abrió camino entre sus labios invadiendo la cavidad.

Liliana lo empujo golpeándole el pecho y moviendo la cabeza

-SUELTAME-

Le ordeno tratando de huir pero los poderos brazos del hombre la atraparon como una jaula. El beso se hiso más feroz e intenso, al punto que ambos jadeaban de deseo, la tomo por las nalgas y la cargo llevándola hasta la habitación, la dejo en la cama y se abalanzó sobre ella dispuesto a tomar todo, a consumirla con su fuego.

Liliana gimió sorprendida, pero no quería parar, se quito la chompa gruesa con rapidez y luego la falda, Alexander se deshizo de sus ropas con la misma velocidad, volvió a cernirse sobre ella, lamiendo sus labios, mordisqueándolos.

Ella abrió las piernas todo lo que pudo para que él se acomodara, la longitud de su erección se poso sobre su centro sin penetrarla.

-Hazlo-

Le dijo con seducción

-Entra en mí-

Lo apremio levantando las caderas contra las de él, sus bragas estaban completamente empapadas, podía sentir el líquido escurriéndose de su interior por los muslos, se derretía como fuego liquido y lo único que quería era sentirlo dentro, moverse con él, gritar con él. La vergüenza se había esfumado y en su lugar solo estaba el deseo y lujuria de ser poseída por el

Alexander le arranco el brasearé lastimándola, pero eso era lo de menos, esto era lo que ambos necesitaban, nada de delicadezas, solo puro y lujurioso sexo. Bajo por sus senos, los junto con ambas manos y se dio un festín con los pezones, se prendió de uno de ellos y succiono con fuerza, Liliana se arqueo aferrándose a su cabeza para que no parase.

Continúo bajando delineando con la lengua el abdomen que se contraía por el contacto dejado un rastro húmedo. Cuando al fin llego a las bragas empapadas, las tomo con ambas manos y las desgarro, se afirmo a su caderas sosteniéndolas con fuerza y enterró la cara en la trémula carne, Liliana grito su nombre apretando las sabanas, lamio como un poseso saboreando toda la miel de ella, deleitándose de ese sabor que lo enloquecía.

-Tómame-

Dijo ella casi suplicando con voz melosa, el pareció dudar unos segundos, pero ella no lo iba a permitir, se levanto con rapidez de la cama y se arrodillo frente a el

-No pienses solo déjate llevar-

Liliana estaba usando las mismas palabras que él usaba con ella para calmarla, el asintió y la beso empujándola con su cuerpo de nuevo a la cama, sus manos iban desasiéndose de los calzoncillos, su miembro salto fuera listo, rígido y glorioso.

Alexander se tomo unos segundos para observarla, sus pulgares le acariciaban las mejillas, había algo en su mirada que Liliana no pudo descifrar, ¿pena?

Sin previo aviso la penetro hasta el fondo, sus gritos se unieron al unisonó, sus cuerpos se acoplaron al instante, sus caderas avanzaban y retrocedían con violencia, la estreches de Liliana lo envolvió succionando su dureza.

Como si no pesara nada la tomo por la cintura y la puso de costado con una pierna alzada, la apoyo en su hombro y con una mano oriento su falo a la entrada, despacio se lo introdujo hasta la base, Liliana emitió un quejido adolorida

-¿Estás bien?-

Pregunto el avanzando y retrocediendo, deslizándose con suavidad dentro de esa húmeda y caliente cavidad

-Ujummm…

Fue todo lo que ella pudo responder puesto que tenía los labios apretados por el increíble placer y dolor que sentía.

Dios aquella posición la hacía sentir una mezcla de dolor y placer que jamás había sentido. Bajo la mirada y pudo ver como se conectaban ambos, el pene de él entraba despacio como si le costara ingresar, las venas del miembro marcadas por la humedad de su vagina, sus senos brincaban con cada embiste que el daba, cada vez mas fuerte acentuando la sensación de dolor y placentero delirio.

Él le bajo la pierna y la acomodo nuevamente de frente sentándose en la cama

-Ven-

Dijo Alexander tomándola de los brazos y atrayéndola a él, Liliana obedeció y se dejo guiar hasta su cuerpo, se acomodo de tal manera que su sexo permaneció suspendido sobre el miembro de el, lo rodeo por la cintura con la piernas y se dejo caer, se abrazo a su nuca moviendo las caderas, restregando su mojado sexo, la tomo por las nalgas para ayudarla con el movimiento, de pronto el cuerpo de ella saltaba una y otra vez ensartándose en la endurecida longitud, saboreando cada embate que la destrozaba placenteramente.

Liliana gemía apretada contra aquel enorme cuerpo, Alex apretó los ojos y apuro las embestidas, sus piernas temblaron y se apretaron con fuerza contra él, el orgasmo la sacudió como un terremoto escala 10, todo su cuerpo convulsiono por las oleadas de placer que recorrían su ser, Alexander le apretó las nalgas y rugió corriéndose en su interior, derramándose por completo.

Poco a poco se dejaron caer sobre la cama uno al lado del otro, respirando con dificultad, extasiados.

Alexander la rodeo con los brazos y ella se acurruco contra su poderoso cuerpo

Un futuro con infinitas posibilidades se le presento a Liliana ante sus ojos


Liliana rodo en la cama buscando el cuerpo de Alexander, pero no lo encontró, se incorporo y miro por la habitación, las ropas de él ya no estaban en el suelo

-Alexander-

Llamo poniéndose de pie y colocándose la bata. Fue hasta el baño pero tampoco estaba ahí, salió a la sala y luego a la cocina pero ni rastro del hombre.

Qué extraño, pensó de pie en medio de la sala.

Ya casi eran las cuatro de la tarde y aun no tenía noticias de él, le molestaba que la hubiera dejado sola sin siquiera una nota, pero quizás había tenido algo urgente por hacer, tomo el móvil y lo llamo, pero nada, de frente al buzón de voz.

Liliana tuvo una extraña sensación, se vistió y salió rumbo al departamento de Alexander.

Al llegar a la entrada del lujoso edifico le llamo la tención ver un camión de mudanza. Al observar con mayor atención la sorpresa la hiso palidecer, eran los muebles de Alexander.

Se bajo deprisa del taxi sin saber exactamente cuánto le estaba pagando por la carrera, el corazón le latía con dolorosa fuerza contra el pecho.

Se quedo mirando como subían las cosas al camión, hasta que escucho una voz familiar

-Liliana-

Era Alexandra, se acercó a ella con una clara confusión en el rostro

-¿Dónde está Alexander?-

La mujer se mordió el labio inferior que le tembló ligeramente

-Se ha marchado-

El tiempo se ralentizo, todo lo veía como en cámara lenta, los trabajadores cargando el camión, peatones pasando frente a ella, Alexandra acercándose mas con terror en los ojos

-¿Estás bien?-

La realidad volvió con su enorme peso, la horrible realidad

-¿Por qué?-

Las palabras le salieron ahogadas y quebradizas

-No lo sé, solo me dejo un mensaje diciendo que sacara todas sus cosas del departamento y que lo vendiera, nada más-

Un gemido de dolor se formo en su pecho amenazando con hacerla romper en llanto, pero no lo haría en público, no aquí.

-¿Paso algo Liliana?, algo que le hubiera hecho tomar esta decisión-

Liliana sabía lo que había pasado, el estaba huyendo, lo había sentido anoche, en esos momentos de duda en el

-No lo sé-

Mintió alejándose de aquella escena

-Liliana espera-

Podía escuchar su nombre, podía escuchar que Alexandra la llamaba, pero su cuerpo y su mente no querían responder, solo deseaban salir de ahí

Continuara…