De la timidez al atrevimiento hay un solo paso (2)

Su cabeza se perdió entre mis piernas, hasta que no vi su cara, solo sentí el rocé de su nariz contra mi sexo. Sus manos le ayudaron abrirme más para poder acomodarse...

-Hola Lili-

Por dios ser le veía muy bien con esos blue jeans, camiseta blanca y saco deportivo color camello. La vergüenza me embargo, agradecí la poca iluminación que ocultaba mi rubor. Sabía que en algún momento lo volvería a ver, el era profesor de esta universidad y por fuerza tendría que pasar por aquí, pero esperaba que no tan pronto. Lo sucedido en su departamento aun estaba fresco, y aun sentía retorcijones de arrepentimiento por haberme comportado como una golfa. El primer día que lo conocí y prácticamente habíamos tenido sexo.

-Hola-

Le dije tan bajito, que posiblemente no me escucho, trate de controlar los temblores de mi mano. Maldito candado

-Espera-

Me freno acercándose. Trague saliva con violencia. Se me había formado ese nudo en la garganta tan habitual en su presencia.

-Quería saber si podías darme los libros que te pedí-

-Ya eh cerrado-

La voz me salió ronca

-Lo sé, pero enserio los necesito-

Suspire y maldije mi poca tolerancia con las suplicas masculinas.

-Está bien-

La biblioteca estaba completamente a oscuras, pero yo la conocía como la palma de mi mano, así que no necesitaba luz para ubicarme. El se quedo de pie en la entrada mientras yo avanzaba hasta mi escritorio y prendía una lamparita. Una tenue luz amarilla ilumino escasamente el lugar. Ya tenía sus libros preparados, al día siguiente de lo ocurrido los busque y los deje perfectamente alineados en mi escritorio. Me agache en busca de una bolsa. Cuando me puse de pie el ya estaba frente a mí con esa sonrisa dulce y picara.

-Aquí tienes-

Metí a la volada los libros en la bolsa y se la entregué apagando la luz. Tuve que controlar el impulso de salir corriendo.

-No puedo ver nada-

Di un suspiro mas pareció un bufido. retrocedí los tres pasos que había dado.

-Agárrate de mi hombro y camina despacio-

Su fuerte mano me tomo por el hombro y empecé a caminar

-Siento haberte echo abrir todo otra vez-

-No hay problema-

Salimos de la biblioteca, y trate de sonreírle a manera de despedida, pero él no dio indicios de querer moverse, a veces podía ser tan irritante. No le preste atención y cerré todos los candados

-Que tengas buenas noches-

Me despedí con la cabeza gacha

-Espera-

Siempre que me decía “espera” el corazón me latía con fuerza, la palabra “espera” dicha de sus labios no significaban nada bueno para mí. No podría huir siempre de el así que no hay mejor momento como el ahora, lo enfrente mirándolo directo a los ojos.

-¿Hay algo más que necesites?-

Le dije seria y disimulando mis nervios

-En realidad si lo hay-

El avanzó un paso y yo retrocedí otro.

-Vamos Lili somos dos adultos hablemos-

-No hay nada que hablar Alexander, buenas noches-

-Si te tomas una copa conmigo te prometo nunca más molestarte-

Me quede en silencio sopesando la oferta. Si me tomaba esa copa nunca más me acosaría, eso era algo bueno, pero por otro lado una copa en su diccionario significaba más que eso, temblé al recordar como la otra noche una copa se habían convertido en tres y luego en caricias y luego…

-Una copa y nunca más me molestaras-

El pareció indeciso pero acepto

-ok-

Le dije y él me sonrió con picardía

-Pero la tomaremos en el bar de la universidad, si no, no hay trato-

Esto lo dije cruzando los brazos con fuerza sobre el pecho. Alexander se echo a reír como si le hubiera contado un buen chiste.

-¿Qué es tan gracioso?-

Le pregunte ofuscada

-Nada, no te enojes por favor-

Empecé a caminar rumbo al bar. el me seguía aun riendo


El bar universitario era cómodo y amplio, las mesas al igual que las sillas eran de madera oscura. Elegí un de las mesas mas iluminada y con más gente alrededor, no quería que se pasara de listo otra vez. El me siguió zigzagueando en medio del gentío. Algunos alumnos (sobre todo mujeres), lo saludaban al pasar, el solo movía la cabeza con amabilidad aunque a mi parecer lo hacía más por compromiso que por otra cosa.

Una muchacha vestida con el uniforme de camarera se nos acercó, y como pasa con el sexo femenino, no paso por alto a mi acompañante, le echo una buena mirada antes de entregarnos los menús

-Hola-

Saludo la chiquilla. Bueno el saludo más fue para Alexander porque a mí ni me miro.

-Una cerveza-

Pidió el sin ver el menú. En todo momento sus ojos estaban fijos en mí.

-Un café-

Le dije, pero ella no me prestó atención, continuaba mirando a Alex

-¿No desea nada más el señor?-

Porque mejor no se echaba en la mesa y se ofrecía directamente. Eso habría sido más sutil

-Solo la cerveza y el café-

Le respondió sin quitarme un ojo de encima. Había que reconocer que a pesar de que él no le había dado ni una ojeada ella no perdió la sonrisa.

-Ahora le traigo su pedido, mi nombre es Teresa, si desea cualquier otra cosa hágamelo saber-

El “cualquier otra cosa”, tuvo un doble sentido que hasta yo lo capte enseguida.

-¿Te molesta mi compañía?-

Lo mire aturdida. Su rostro trataba de aparentar tristeza, aunque en sus ojos podía ver la diversión que le causaba ponerme entre la espada y la pared con sus preguntas directas.

-Me molesta ser acosada-

Me queje sin mirarlo. En ese momento llego la sonriente mesera con la cerveza y el café. Al ver que no obtendría ni las gracias de Alexander se marcho malhumorada

-Discúlpame si te hago sentir acosada pero me pareces fascinante-

¿Fascinante yo?, Este hombre estaba más loco que una cabra

-Alexander no se qué pretendes con todo esto-

Tome la taza y la gire entre mis manos observando como el negro líquido formaba pequeñas ondas en la superficie

-¿Siempre analizas todo?-

No entendí bien su pregunta pero aun así le respondí

-Si te refieres a que pienso las cosas antes de actuar por impulso como un animal en celo si-

-Auch, eso dolió-

Dijo Irónico y sonriendo de oreja a oreja. yo podría decirle de todo y el jamás se enojaría, su ego era demasiado grande.

-Lili que puede tener de malo que dos adultos quieran estar juntos-

-No soy una golfa-

-Eso no fue lo que te pregunte-

Suspire y tome un sorbo de mi café poniéndole cierto suspenso a la cosa

-No tiene nada de malo siempre y cuando las dos partes estén de acuerdo-

-¿No te atraigo?-

Por poco y me atraganto con el café, me limpie la boca con una servilleta y tosí un poco tomando aire

-¿Qué clase de pregunta es esa?-

Mi paciencia se estaba agotando. Aquel hombre tenía un ego enorme

-Si me dices que no te atraigo nunca más te molestare-

-Pensé que si venia y me tomaba una copa contigo jamás me volverías a molestar-

El sonrió divertido y a pesar que no lo dijo adivine en sus ojos la frase “¿te la creíste?”

-Alexander se que deben haber muchas mujeres dispuestas a querer pasar tiempo contigo, no sé por qué insistes con una que no-

El reflexiono unos minutos. Sus dedos jugaban con la chapa de la botella haciéndola girar una y otra vez, si le hubiera conocido habría apostado que estaba nervioso

-Desde que te vi me pareciste interesante, y me gustaría poder conocerte…lamento mucho haberme dejado llevar por mis impulsos la otra noche, pero como te dije eres muy atractiva-

Estaba pasmada, jamás nadie había usado las palabras interesante y atractiva para referirse a mí. Trague con dificultad el café. Lo mire directo a los ojos buscando la mentira, pero solo vi picardía en sus ojos color chocolate mas no mentira, pero que podía saber yo de las intensiones de los hombres.

-¿Podemos ser amigos?-

Me regalo su sonrisa más inocente y dulce, temí que fuera un treta suya.

-Amigos-

Le dije tendiéndole la mano a través de la mesa como para cerrar el trato

-Preferiría que fuera con un abrazo-

Bromeo guiñando un ojo y sin darme la mano

-No presiones Alexander-

Ya estaba por retirarla cuando él me dio un apretón firme de manos

-Trato echo-

Terminamos las bebidas, y luego de que pagara la cuenta y la muchachita casi se derrumbara a llorar en sus brazos por la falta de atención salimos.

-Gracias por el café-

Juguetee con mi bolso mirando la hebilla plateada entre mis dedos. No sabía cómo despedirme, se suponía que éramos amigos, pero prefería mantener mi distancia, así que opte por un apretón de manos. Le ofrecí la mía y el estaba a punto de estrechármela cuando se miro las manos y se percato de algo.

-Espérame un momento me eh olvidado de algo-

Entro en el local casi corriendo. Atraves de la ventana lo observe que iba a recoger un libro. Lo había dejado en una de las sillas, lo tomo y camino con el bajo el brazo, me sonreía alegre a través de la multitud sin darse cuenta de la mesera que iba con una bandeja llena de tragos. Trate de prevenirlo pero ya era demasiado tarde. La colisión fue ruidosa, la mitad de los vasos cayeron al suelo y la otra encima de las ropas de Alexander. Me reí con ganas al ver que no era tan perfecto como parecía, había algo de torpeza en el. Y por tonto que pudiera parecer me sentí aliviada. El se miro de pies a cabeza y la mesera colorada le pedía disculpas. El negó con un gesto de cabeza despreocupado y salió del bar. Yo aun me reía tapándome la boca para no ofenderlo

-Está bien puedes reírte de mí -

Dijo al llegar a mi lado. Estaba empapado de licor, el saco y la camiseta mojados por completo, solo el pantalón se había salvado

-Lo siento-

Me disculpe. No podía parar de reír al verlo así

-¿Vives por acá cerca verdad?-

Me pregunto riendo y exprimiéndose la camiseta. Yo asentí con la cabeza

-Podrías prestarme una toalla y una secadora de pelo-

-Claro-


Aun me reía cuando llegamos a mi departamento. Entre de prisa y encendí algunas luces para que él se pudiera orientar

-Ahora vuelvo-

Fui a mi dormitorio y saque una toalla limpia y la secadora de cabello. Cuando regrese a la sala el observaba uno de mis libros

-Descubrí a ese autor recientemente aunque por lo que averigüé ya tiene algo de tiempo escribiendo-

Le dije señalando el libro que tenía en las manos

-¿Has leído todos sus libros?-

Me pregunto con demasiada seriedad, por la forma como miraba la caratula parecía que el libro era su enemigo o lo había ofendido, quizás no le gustaba el autor.

-Si, se ah convertido en uno de mis favoritos-

Me encogí de hombros y le alcance la toalla y la secadora

-El baño es por allá-

Le indique señalando la puerta de la izquierda. El tomo lo que le ofrecía y se encerró en el baño. Puse a hervir agua para preparar  te, la noche había enfriado repentinamente, y esas ropas mojadas le debían haber congelado. Saque dos tasas y las coloque en la pequeña mesa de la cocina, rebusque en los cajones las bolsitas de te filtrante.

-Espero no te moleste que espere un poco a que se seque mi ropa-

  • no hay problema-

Por fin había encontrado el té, di media vuelta sonriente, cuando lo vi de pie, sin camiseta, solo vestido con sus jeans que se le ceñía a las piernas y caían hasta sus caderas. El pecho era lampiño fuerte, ligeramente bronceado, los músculos se marcaban en los hombros y brazos, el abdomen plano y definido, el hueso de las caderas marcaba una perfecta V hacia abajo. Trague aire como si no llegara lo suficiente a mis pulmones. No podía dejar se admirar su parcial desnudes. Su cabello revuelto por habérselo secado me pareció adorable.

-Eh preparado te-

Le dije mirado a la pared, buscando una mancha inexistente

-Gracias-

Se acercó a la mesa y se sentó. Con toda la naturalidad del mundo tomo la tetera y sirvió ambas tasas.

-No piensas ponerte algo encima-

Intente que mi voz no delatara mi incomodidad. Tome un secador de la cocina y lo tendí alisándolo una y otra ves

-Mi ropa esta mojada-

Su voz era pura inocencia. Pero tenía razón, ¿Qué se podía poner? Entonces recordé que aun guardaba una camisa de Gustavo (mi ex)

  • Tengo algo que te puede servir-

Salí de la cocina, mejor dicho hui de la cocina y fui a mi habitación, relaje los músculos, y obligue a mi cerebro funcionar con normalidad. Rebusque en el closet hasta que la halle, Gustavo no tenía ni por asomo el físico de Alex pero le serviría. Cerré la puerta del closet y ahí estaba el parado a centímetros de mí.

-Dios, Me has asustado-

Me agarre la garganta y me cogí del closet para no caer por la impresión.

-Lo siento-

Su voz era profunda, gutural, como un ronroneo.

-Sera mejor que te pongas esto, no queremos que te resfríes-

Le di la camisa sonriendo y retrocedí un paso despacio, no quería que pensara que me estaba corriendo, lo rodee dispuesta a dejarlo vestirse pero me detuvo jalándome por la cintura. Intente soltarme pero termine enredándome con los pies y cayendo en la cama, mi cuerpo lo jalo y termino encima de mí. Su pecho desnudo se apretó contra el mío. Nos quedamos en esa posición unos segundos hasta que trate de empujarlo, pero él no se movió.

-No puedo respirar-

El pareció no escucharme, porque su cuerpo no se movió ni un milímetro.

-Alexander por favor…

Odie la forma en que mi voz se quebraba, quería que sonara firme, decidida, pero solo era un murmullo suplicante. Una de sus manos acaricio mi rostro con suavidad, me recorrió el puente de la nariz hasta mis labios, su dedo recorrió las líneas del labio superior como dibujándolo.

-Por que están difícil para ti comprender lo bella que eres-

Susurro él mientras su otra mano me tomaba por la cintura. Ya estaba hasta las narices de que me repitiera aquella mentira a cada rato

-Alexander, no soy tonta, no hace falta que trates de seducirme diciéndome que soy bella, así solo conseguirás nada-

Mi cólera me ayudo a enfrentarlo a pesar de tenerlo encima de mí y a escasos milímetros de mis labios.

-Creo que te hacen faltas lentes por qué no puedes ver bien las cosas-

Sonrió y sentí en mi cuerpo todas las vibraciones del suyo al reírse.

-Al que le faltan lentes es  a ti-

Puse ambas manos contra su pecho para alejarlo, pero él era fuerte, posiblemente pesaba el doble que yo.

-Alexander, puedes soltarme-

El no respondió, solo hundió su cabeza a un lado de mi cuello y aspiro hasta que los pulmones se le llenaron. La mano que me tenia de la cintura se tenso apretando mi costado

-Te deseo-

Murmuro ladeando el rostro y rozando mi mejilla con sus labios. La piel se me erizo y un temblor leve recorrió mi cuerpo.

-Alexander no por favor, somos amigos-

El emitió un profundo suspiro seguido por una sonrisa

-Es verdad lo siento-

Se levanto con facilidad y me dio la mano para ayudarme a ponerme de pie.

-Te espero en la cocina-

Salí de la habitación agitada y ruborizada, me peine el lio que se me había echo en el cabello con manos torpes y tembleques. El agua se había enfriado y en realidad ya no tenía ganas de tomar té. Mire la pequeña cocina, como buscando una salida de mi propia mente, no era estúpida, Alexander era hermoso, delicioso, lujuria pura, yo era una tonta por no dejarme llevar al paraíso entre sus brazos, pero mi crianza y mis años de mojigatería me lo impedían, maldije por lo bajo, sintiéndome frustrada conmigo misma, queriendo ser alguien distinto, poder disfrutar de la vida.

Alexander entro a la cocina vistiendo su ropa

-¿Ya se han secado?-

Le pregunte dándole la espalda y cerrando los ojos

-Si…será mejor que me valla-

Escuche sus pisadas dejar la cocina y salir a la sala, siguieron hasta la puerta de la calle, la puerta se abrió y un golpe me indico que se había ido. Tome aire y apreté el paño con el que secaba los platos, lo hice una pelota y la estrelle contra la refrigeradora. Resignada por mi estupidez, deje la cocina. Estaba cruzando la sala cuando una sombra en el umbral de la puerta principal llamo mi atención, voltee asustada y casi sin respiración. Mirándome con ojos atentos estaba Alexander, expectante.

Lo espere de pie por qué sabia que vendría a mí, no sentía miedo, solo quería que se apresurara y me tomara, como leyendo mí mente cruzo el espacio que nos separaba en un par de zancadas y me tomo por las nalgas levantándome en el aire. Me abracé a él con manos y piernas. Nos besamos con desesperación, su lengua penetrando mi boca, poseyéndome, dándome una probada de lo que me esperaba. Me llevo al dormitorio y me deposito con suavidad en la cama, yo retrocedí hasta ponerme al centro y lo observe mientras se quitaba el saco, luego la camiseta, tanteo el pantalón pero se lo pensó mejor y se los dejo puestos. Se acercó a mí con cuidado, sin hacer movimientos bruscos. Lo recibí deseosa entre mis brazos, nos besamos mas despacio, explorando nuestras bocas, deleitándonos con el beso, haciendo que el placer durara todo lo posible. Sus manos me jalaron por la cintura hasta su cuerpo, se acomodo encima apoyando su peso sobre los codos que descansaban a cada lado de mi cabeza.

-Quiero que te relajes-

Me pidió besándome las mejillas, el mentón, la frente. Yo asentí nerviosa.

Sus labios recorrieron mi mandíbula hasta llegar a mi cuello, lo rozo despacio y luego bajo acariciando mi piel con la punta de su lengua. Sus manos acariciaban mis flancos, subiendo, bajando, apretando. Quise desvestirme, jalonee la camisa subiéndola por mi pecho, pero él me detuvo agarrándome por las muñecas

-Despacio, no hay prisa-

Susurro contra mis labios.

-Relájate y déjame a mí hacer todo-

Estuve de acuerdo, no se me daba muy bien eso de seducir. Y ahora pensando en retrospectiva no sabía como había podido perder mi virginidad con Gustavo, solo recordaba que el sexo era plano y sin mucho chiste, por eso jamás le preste mucha atención y después de cinco años el termino aburriéndose de mi aunque el motivo de la ruptura fue por decisión mutua, aunque en el fondo sabia que el se había aburrido por  mi falta de interés en el sexo. Pero aquí estaba yo descubriendo sensaciones nuevas, que Gustavo jamás me había echo sentir.

Alex subió un poco mi camisa y beso mi abdomen, me retorcí por las cosquillas que me producía su aliento en la piel. Sus manos subieron por mi torso hasta el sujetador deslizándolo hacia arriba. Los pezones rígidos por el súbito golpe del aire y la excitación. Acaricio mis senos en círculos largos y pronunciados, amasando, apretando. Las olas de placer se concentraban en mi pecho pero se extendían a todo mi cuerpo haciéndome temblar. Subió sobre mi arrastrando la lengua hasta llegar a los pezones, paso primero la punta de la lengua probando, saboreando, luego toda,  dando lametones que se convirtieron en succiones cortas y después en ligeros mordiscos. Sus dientes hacían estragos no solo en las pequeñas puntas que mordían si no en todo mi ser, la columna se me doblada por el intenso placer. Jadié en busca de aire pero él me tranquilizó con un suave shhhh. En la oscuridad pude distinguir como se lamia el dedo índice y el pulgar, estos fueron a dar a mi otro pezón, lo aprisiono entre ellos y apretó ligeramente, moviéndolos. Inhale largamente y exhale con un resuello.

La mano que tenia libre me subió del todo la camisa, le ayude alzando los brazos hasta que me vi despojada de la prenda, me alce sobre la cama y él se enderezo para ayudarme con el sujetador. Intente desabrocharlo yo pero mis temblores hacían la labor casi imposible, pero el llego al rescate y lo desabrocho, dejándome parcialmente desnuda. Quise cubrirme por instinto pero me detuvo tomándome de las manos, se llevo una de ellas a sus labios y beso cada punta de cada dedo.

-No tengo preservativos-

Temí malograr el momento con aquella observación pero la seguridad estaba primero.

-No te preocupes lo tengo cubierto-

Me empujo nuevamente a la cama. Sus dedos se deslizaron por la cinturilla de la falda y la bajo llevándose con ella las bragas. Completamente desnuda ante el me sentí indefensa y pequeña. Pero el soluciono el problema cubriéndome con su cuerpo. El aun permanecía con los jeans, intente llegar hasta ellos y desabrochar el botón, estaba lista para él. El retrocedió bajando sin hacer caso a mi intento por desnudarlo.

Temblé al ver que su cabeza se dirigía al sur, muy al sur, cerré las piernas juntando rodilla con rodilla, pero con suavidad deslizo una mano entre ellas y las abrió mientras besaba el interior de las mismas. Bajo por las pantorrillas besándolas, hasta que llego al tobillo, un suave masaje en el pie y se metió un dedo a los labios succionándolo. Me retorcí aferrándome al edredón, el ronroneo por mi respuesta y alzó el otro pie para hacerle lo mismo. Mi cabeza giraba sin control, y el aire se me escapaba del pecho en pequeños gemidos.

Sus manos subieron por el interior de mis piernas hasta los muslos. Suspire y me prepare pues me imaginaba lo que venía. Su cabeza se perdió entre mis piernas, hasta que no vi su cara, solo sentí el rocé de su nariz contra mi sexo. Sus manos le ayudaron abrirme más para poder acomodarse. La suave y húmeda lengua se arrastro de abajo hacia arriba abriendo mis labios, humedad contra humedad, lamio bebiendo de mi, una y otra vez. Cada vez presionaba mas la dulce lengua contra mi centro, atacándolo con suaves embestidas, penetrándolo. La vista se me empezó a nublar y los sonidos cesaron, los músculos tan tensionados que temblaban sin control por el tremendo placer. Me sujeto por las caderas y enterró mas su lengua en mi. Mi manos se cerraron con fuerza buscando un apoyo ante aquella vorágine a al que me veía atraída. El calor se concentro abajo hasta que la explosión me hiso levantar la espalda de la cama y gemir fuerte. Me quede laxa contra la cama, respirando con fuerza, recuperándome del orgasmo bestial que me había dado

-¿Estas bien?-

Me pregunto subiendo hasta quedar echado a mi lado. Yo no tenía fuerzas para responder pero las comisuras de mis labios subieron ligeramente.

-Eso es un si-

-Si-

Susurre tomando aire. El se acercó y me beso la frente antes de levantarse de la cama. Recogió la camiseta y se la puso luego el saco.

-Espera, ¿Qué haces?-

-Es hora de irme-

-Pero…pero-

Eso no podía ser todo, solo había tenido placer yo no era justo.

-No te preocupes, solo quiero ir despacio, no hay apuro-

Con un movimiento de la mano se despidió desde el umbral de la puerta, la luz de la cocina lo ilumino rebelando sus facciones. Estaba sonriente y feliz, relajado, como si el orgasmo hubiera sido suyo.

-Descansa-

Se despidió.


Un cambio notorio se había alzado en mí, yo casi no lo notaba pero Gustavo con el que me reuní al día siguiente para nuestro acostumbrado café si lo percibió

-Estas distinta-

Había dicho el mirándome con los ojos en forma de rendijas

-¿Enserio?, yo me siento igual-

-No, hay algo distinto, tienes un brillo en la mirada-pausa-estas distinta-

No pudo explicarme bien que según él era diferente, pero en lo profundo de mi ser sabia que ese cambio solo tenía un nombre, Alexander o Alex para los amigos.

Continuara…