De la obsesión de los hombres por las posaderas.

Que obsesión nos persigue a ciertos hombres ese lugar, ese túnel sin salida, ese que si te dejan sumergirte en él, te lleva directo hacia el cielo. Desde luego, yo sí tenía ofuscación con un ojete en concreto.

De la obsesión de los hombres por las posaderas.

Y con posaderas no me refiero a las hermosas señoritas que trabajaban atendiendo a viajeros desprovistos de cobijo y comida a cambio de dinero, sino de ese lugar en concreto que se sitúa entre los muslos y la terminación de la espalda. Es decir, el ano.

Que obsesión nos persigue a ciertos hombres ese lugar, ese túnel sin salida, ese que si te dejan sumergirte en él, te lleva directo hacia el cielo. Desde luego, yo sí tenía ofuscación con un ojete en concreto.

La verdad es que nunca me había parado a pensar porque nos resulta tan atractiva esa zona en particular, sí que era conocedor de que siempre habían existido preferencias. “No a mí me gustan unas tetas grandes” “¡Bah! Teta que la mano no cubre no es teta sino ubre” “¡Que dices! ¿Has visto mi mano? Unos prefieren unos senos descomunales y otros preferimos unos culos respingones y prietos que hagan que los huevos nos retumben a meterla. Yo tenía clara mi preferencia por los ojetes, pero nunca había llegado a estos extremos. Hacia un repaso general: ojos, boca, tetas y después, me daba la vuelta y me regodeaba en la vista posterior, había veces que lo posterior dejaba bastante que desear, pero la delantera, (y con eso no me refiero a las tetas) era muy interesante, y con eso me bastaba. Pero lo que iba padeciendo a lo largo de los meses, día tras día, mañana tras mañana, era insoportable.

Desde hacia varias semanas, seguía la misma rutina. Me levantaba, me tomaba mi café, me vestía, salia de casa y rogaba al cielo, o a lo que fuera que existiera, un ente superior, que por favor, no sucumbiera en publico a acariciarme mirándola. Si, mi agonía llegaba a esos extremos. Seria ese pervertido que siempre hay en el trasporte, que se toca a la vista de todos y sobre todos de todas.

Esa era la razón principal de mi angustia, también empezaba a notar lesiones físicas. ¿Cuales? Principalmente estaba desarrollando un bulto en mi mano derecha de aspecto bastante grotesco, por no hablar de que la polla, que estaba adquiriendo una tonalidad rojiza tirando a morada, nada saludable. Hostia, cada vez que salia de bus me iba, pitando, como si tuviera un cohete en el culo, a los servicios a machacármela de lo cachondisimo que me ponía. Estaba empezando a preocuparme. Y mis compañeros del trabajo empezaban a sospechar, (no se si acertadamente) creo que pensaban que tenia un problema digestivo o algo así.

Después de la gayola mañanera en el servicio de curro, conseguía aguantar hasta llegar a mi casa, donde ya mi mente se reía de mi. Sucumbía a 2 pajas antes de poder caer rendido, exhausto y así terminaban mis días, sin hacer nada, solo pensar en ella y nada mas. Había perdido, kilos, sueño, amigos... Y mucho semen. No podía seguir así, tenia que hacer algo. Me plantee mis opciones.

¿Qué sabia de ella? Uf que tenia el culo mas precioso que había visto en mi vida. Joder concéntrate tío. Creo que trabajaba, no la veía tan joven como para estar estudiando. Aparentaría entre unos veinticinco o treinta años. Una chica sencilla y algo macarra, esa chaqueta de cuero, marcaba cierto talante rebelde, si y también marcaba un culo... No sabia mucho mas.

Físicamente, aparte de lo obvio, era una chica mona, con ojos bonitos, ligeramente rasgados y un marrón rojizo, una boca bastante perfilada de labios ligeramente abundantes y por ultimo unos pechos normales, no destacaban mucho. Los llevaba enfundados, por norma general, en unos jerséis amplios que caían graciosamente, justo antes de la chaqueta de cuero.

Si , a lo largo de la semanas había sido capaz de apartar la vista, por unos instantes, para observar el resto. Y había quedado encantado. No existía ningún problema con lo demás. Había veces que una mujer, podía tener unas nalgas deliciosas, para lamer y morder, incluso para enterrar la cara en ellas y empezar a chupar todo el ojete, en círculos, pero todo lo demás... uhm, complicado. Igual que existían, tíos de cuerpos perfectos, con caras que eran infumables. No, el conjunto es importante.

Ahora bien, ¿Que debía hacer? No podía presentarme así como así, seria demasiado invasivo, ni mencionar mi pantalón, que eso, si que era invasivo. Tampoco podía seguir con esta obsesión, estaba realmente asustado. Podía intentar hacer yoga o algo, o podía dejar el trabajo, suicidarme tal vez, intentar conocerla, era la mayor locura de todas, incluso me parecía mas fácil suicidarme o dejar el trabajo. Cambiar el el bus por el metro... Lo había sopesado detenidamente, pero había llegado a la conclusión de que mi mente me traicionaría, seguro que volvía a ir en bus. Lo mio era una obsesión pura y dura, mas bien muy muy dura. Tenia que decidirme, a lo mejor, no era tan malo intentar conocerla, a lo mejor, si intentaba tener cierto contacto, podría olvidar esta quemazón en la entrepierna. Dejar que mi curiosidad enfermiza, fuera aplacada, con información de otro estilo, desviar la atención.¡Algo! Decidido, al día siguiente intentaría prestar mas atención a otras cosas, cosas que me ayuden a saber de ella.

El día siguiente comenzó y yo me sentía extrañamente optimista. Seguí esos hábitos que había ido adquiriendo a lo largo de lo que estaba empezado a llamar mi celibatosemenal, porque tanta paja había provocado en mi cuerpo tal estrago, que me autodictamine, no seguir o en serio, me consumiría. Respire, abundantemente, antes de salir de casa, plante mis pies al suelo de cemento y comencé a andar con destino a mi parada de bus.

Cuando el autobús se detuvo ante la cola de pasajeros dispuestos a entrar, yo hiperventilaba. Entre, y me acerque a unos centímetros de donde ella se colocaba al entrar al vehículo e intente no pensar. Me fije en el paisaje, en el resto de pasajeros, en el conductor... Este, siendo extrañamente generoso, compartía con todos los demás habitantes del espacio, una musica horrible, me concentre en eso. En odiar profundamente esa musica y destripar con saña, la radio del autobusero. Pero ella, ya estaba allí. Me concentre tanto destripando la radio del conductor que, no había sido consciente de que ella ya estaba casi situada en su sitio habitual de cada mañana, oh mierda estaba jodido.

Estaba a su espalda, con todos mis sentidos llenos de... podría decir de ella pero no era verdad. Tenia los sentidos embotados de su culo, las manos me cosquilleaban, de las ganas que tenia de acariciarlo, la boca me salivaba, de las ganas de lamerlo, la nariz me picaba, de las ansias de olerlo, los ojos se me salían de las orbitas, de mirarlo tan detenidamente, y mi cuerpo débil de tanta enfermedad, respondió solo. Estaba duro como una piedra y mi cuerpo se movió solo. Me adelanté un paso y mi erección aplastada por el bóxer empezó a palpitar, mi miembro estaba rozándola discretamente, y yo estaba simplemente en el cielo. Rebozaba mi polla sinuosamente contra su culo y lo mejor, es que ella no se daba cuenta. Con la multitud que había en el autobús, ese contacto resultaba inocente, casi inexistente y yo no iba a desaprovecharlo. Me seguí rozando fervientemente.

Ella parecía ajena al contacto. La gente había desaparecido y yo me deshacía de la ropa que existía entre medias de mi polla y su culo, me desabrochaba los pantalones, y me bajaba los calzoncillos para descubrir, en este momento, mi monumental erección, a la vez que amarraba mi mano en su cintura, desde atrás y le bajaba los pantalones sin miramientos, dejando al alcance de mi verga, su coño peludo y mojado. Mi mano recorría la base de su espalda adentrándome en la raja de sus nalgas y colocando justo ahí todo mi miembro. Soltaba mis manos clavadas en su carne tierna y mi polla quedaba apresada entre esos montes redondeados, duros, perfectos. Y la instaba a moverse. La inclinaba hacia delante y frotaba... Frotaba con fuerza, resistiendo el impulso de follármela, que al final no controlaba, cogía mi miembro lo llevaba hacia su entrada y agrandando su coño con mi polla, la penetraba fuerte, hundiéndola con todas mis ganas y mi frustración acumulada de estos días, salvaje, gritando obscenidades y relatando que cosas sucias le haría. Llamándola de todo y ella gimiendo, y gimiendo que quería todo eso y mucho mas.

Oh si me la estaba follando, y era sucio. Me movía a tal velocidad y con tanta fuerza ,que estaba a punto de correrme, y quería llenarla de toda mi lefa, de toda mi leche caliente, que le resbalara por su cara, por su boca, mientras ella toda sucia, se relamía; por sus tetas, que el liquido blanquecino se quedara pegado a sus pezones y ella con sus dedos se lo extendiera, por todas partes.

De repente el conductor clavo el bus y desperté en la realidad. Mi destino, debía bajarme. Corriendo, me colé entre las personas, intentando llegar a la puerta de salida y justo antes de bajar, volví la cabeza hacia mi fantasía personal y esta... Me guiño un ojo.