De la Lluvia y todo lo demás. 17.

— Pero creo que lo que más me molesta no es que se vaya, sino que estamos juntas y somos grandes, y estamos teniendo la misma relación o lo que sea, que hace casi diez años atrás.—

Me levante sin despertar a la fotógrafa que dormía abrazada a las frazadas del lado derecho de la cama, caminé directo al baño a ducharme. Faltaba poco menos de dos horas para irme, preparé su café y mi té con la cucharada de miel para mi garganta y mi celular sonó antes que pudiera ir a despertarla.

—Hola.— Dije y del otro lado se escuchaban autos andar.—

— Ale, hola.— Contestó la profesora.— ¿Qué haces después de las dieciocho? —

— ¿Tenes que ir al médico? —

— No, solo quería invitarte a tomar un café o té, como sea.—

— Trabajo hasta las quince, así que llego.— Contesté.—

— Bien. Nos vemos.— Fue lo último que dijo y terminó la llamada.—

Volví a guardar el teléfono dentro del bolsillo derecho del cardigan que descansaba sobre mi torso desabotonado y caminé una vez más a la habitación con las dos tazas con líquido caliente. Paloma estaba despierta, sentada en la cama, sosteniendo las frazadas sobre su pecho y al estirar sus manos para tomar la taza, la frazada cayó dejando su torso desnudo al descubierto. Sonreí y besé su frente antes sentarme a su lado.

— Buen día.— Dijo y guiñó su ojo.—

— Buen día.— Contesté y la miré tomar el primer trago de su café.— Hoy no vuelvo tan temprano. — Dije y tomé de mi té.— Voy al consultorio después a terapia y después a ver a Olivia.—

— Pero yo te llevo y te voy a buscar así no tomas más frío.— Acomodó por debajo de los brazos las frazadas.—

— Entonces levántate porque en una hora me voy.—

— Esta por llegar Pablo y vamos a estar con el tema de la exposición...— Dijo y me entregó la taza media vacía para poder levantarse.—

— ¿Te acordas donde queda el aeropuerto? — Pregunté mientras ella se ponía la remera.—

— Un poco. — Dijo y volvió a tomar café.— Me baño y me explicas.—

La vi caminar casi desnuda al baño y yo volví a la sala, revisé si mi bolso estaba listo, busqué los abrigos y lavé las tazas que habíamos ensuciado. Al volver de la cocina quedé de frente a la biblioteca, la miré intentando saber el motivo de la sonrisa de la profesora una vez más y otra vez más no supe descifrarlo, pero sonreí.

Una vez que la fotógrafa estuvo lista, aunque con el pelo húmedo, salimos en el auto. En el camino le expliqué cómo llegar al aeropuerto, pero después de haber explicado recordó que el auto tenía GPS. Me besó antes de que abriera la puerta del auto para bajar y otra vez antes que bajara. Entré y a los pocos segundos entró Luciana, me saludó y quiso hablarme, seguramente de Paloma, pero Alejandro golpeaba la puerta y la primera de las dos sesiones de la mañana comenzaba.

Apenas terminaba la segunda sesión ya debía estar yendo hacia el consultorio de Miriam. La sesión iba a ser menos de una hora porque tenía que volver a mi trabajo. Al llegar la psicóloga me esperaba fuera del cuarto, hablaba con su secretaria y me miraba sonriente.

— Hola. — Dije mientras me acercaba a ellas y sacaba la bufanda de mi cuello.—

— ¿Cómo estás? — Preguntó Miriam y la joven mujer a su lado sonrió.—

— ¿Entramos? — Pregunté y ella volvió a sonreír.—

— Una semana intensa ¿No? — Dijo mientras yo miraba la gran ventana y me sacaba el abrigo.—

— Muy.— Dije y me senté.—

— ¿Cómo te fue en el viaje? — La vi abrir la libreta y volver a mirarme.—

— Bien. Supongo.— Dije volví a pegar mi vista en la ventana.— Mamá te manda saludos. Ellos están bien, tan bien como se puede.— Sentí frío en las manos y las metí en los bolsillos de mi pantalón.— ¿Alguna vez te hablé, o Mamá te habló, de Paloma?

— Me suena ese nombre, pero por tú mamá. — Contestó.— ¿Me queres contar vos?—

— Paloma fue mi primer novia, o algo así.— Dije y sonreí.— Vivía a dos casas de mi casas cuando eramos chicas. — La miré y había vuelto a cerrar la libreta y me miró directo a los ojos.— Poco tiempo después de que pasara lo que paso con Verónica, ella se fue de viaje a México, dijo que eran vacaciones.—

— ¿Cómo es eso de que era tu novia o algo así? — Me miró dos segundos y volvió a mirar hacia la libreta.—

— Estábamos juntas, pero nunca nos propusimos estar en pareja. — Contesté.—

— ¿Una relación abierta? — Negué con la cabeza.—

— No sé si era una relación, solo estábamos.—

— ¿Qué edad tenías? — Preguntó.—

— Diecisiete, casi dieciocho. —

— Casi diez años atrás.— Agregó y solo asentí con la cabeza.—

—La cosa es que había vuelto a Capital, volvió a estar conmigo y volvió conmigo literalmente.— Saqué mis manos de los bolsillos y acomodé mi pelo.—

— Cuando decís que volvió a estar con vos, ¿Qué queres decir? — Preguntó y no hizo falta que contestara la pregunta.— Sexualmente, bien.— Se contestó—

— Haber vuelto a Capital no sé si fue buena idea. Sentí que volvía a la adolescencia, sentí que se repetían cosas o situaciones...— Dije. Miré una vez más por la ventana.—

— Pero está vez ella vino con vos, no parece que se repitiera esa parte.—

— Se vuelve a ir la próxima semana.— Mis manos salieron de mis bolsillos y me serví agua.— Se va por trabajo, pero se va y nada me asegura que va a volver en algunos días y no en otros casi diez años.—

—¿Ella te dijo que volvía?—

— Me dijo que si yo quería volvía, yo le dije que no quería que se fuera. — La mujer en el sillón de mi derecha volvió a abrir la libreta y escribió.— Pero creo que lo que más me molesta no es que se vaya, sino que estamos juntas y somos grandes, y estamos teniendo la misma relación o lo que sea, que hace casi diez años atrás.— Agregué y ella sonrió.—

— Ah, te molesta que se vaya sin pedirte que seas su novia.— Mi cabeza cayó hacia atrás, sobre el respaldo del sillón.—

— Olivia está embarazada.— Solté evitando darle la razón.—

— ¿Y qué pasa con eso? — Preguntó y me encogí de hombros.— ¿Sigue con los ataques? —

— Creo que no. — Contesté y volví a mirarla.— Cuando volví fui a verla, y después de contarme lo del embarazo y que no va muy bien, me dijo que le gustaba. Pero que le gustaba porque yo me preocupaba sin esperar nada de ella.—

— ¿Vos te preocupas por ella o proyectas? —

— Ya lo sé, ya sé que no estuve bien, pero tampoco puedo evitarlo.—

— No, no podes reaccionar así siempre que alguien tenga ataques, Alejandra. — Miré la hora en mi muñeca izquierda y faltaba poco más de veinte minutos para que llegara el próximo paciente a mi consultorio.— Tenes que poder evitarlo.— Agregó.— ¿Qué pasa con su embarazo? —

— No sé bien, solo me dijo que no iba muy bien por las complicaciones del embarazo anterior y supongo que los ataques tiene que ver con eso.— Ella asintió con la cabeza.— Puede volver a perder el bebé y, o puede, pasarle algo a ella también.—

—¿No tiene opciones? — Preguntó dejando la libreta sobre la mesa de en frente.—

— Sí, pero no las quiere.— Dije y me puse de pie.— Tengo un paciente en pocos minutos.— Agregué y ella se paro también.—

— No te preocupes demás... — Dijo mirándome.— Y en cuanto a Paloma, vos no dejes que pasen otros casi diez años, si no queres que pasen.—

Terminé el agua que quedaba en el vaso y volví a ponerme el abrigo, volví a enredarme la bufanda de la fotógrafa al rededor de mi cuello. La miré por última vez y luego dejé caer mi vista al suelo.

— Mejórate y llámame para acordar horario.— Volvió hablar y besó mi mejilla derecha.— Hace lo que tengas que hacer.— Agregó antes que saliera del cuarto.—

Salí y evité seguir pensando, tomé un taxi y volví a mi consultorio. Dentro del consultorio ya estaba el paciente esperando y comenzaban las últimas tres horas de trabajo.

Las sesiones se acabaron y yo llamé a la fotógrafa, pero no contestó. Aún faltaba casi una hora para la hora acordada con Olivia, así que me caminé a la confitería de a unas cuadras del consultorio para tomar algo caliente. Tomé, pagué y esperé un taxi para llegar a la casa de la profesora.

Subí y se escuchaba música dentro, golpeé.

— Hola. — Dijo Lena al abrir la puerta. —

— ¿Olivia? — Pregunté y me hizo seña que entrara.— Hola.— Agregué y ella sonrió. Su mano derecha estaba apoyada sobre su abdomen. Sonreí.—

— ¿Cómo estás?— Preguntó antes de besar mi mejilla.—

— Intentando no perder la voz. — Contesté y caminamos a la cocina.— ¿Vos, cómo estás?—

— Bien, supongo. — Contestó y Lena apareció.—

— Me voy, Oli. — Dijo desde el marco de la puerta, le sonrió y se fue.

— Perdón. — Dijo la profesora avergonzada.—

— No te preocupes, no pasa nada.— Me saqué la bufanda y el abrigo.—

— ¿Té, verdad? — Preguntó y sentí con la cabeza.—

— ¿Puedo? — Pregunté acercando mi mano en su abdomen. Sonrió y yo apoyé mi mano.— Te vi con la mano así cuando entré y te queda bien. ¿Cuándo te sale la panza? —

— Supongo que en cualquier momento, nunca se sabe.— Contestó.—

Ella se giró para poder llenar las tazas con líquido caliente del garro de metal, y mi celular sonó. Lo busqué dentro del bolsillo de mi pantalón y vi el nombre de la fotógrafa en la pantalla.

— Hola.— Dije y del otro lado ella hablaba con alguien más.— Pipi...—

— Hola, perdón.— Dijo al escucharme.— ¿Dónde estás? —

— En casa de Olivia.— Contesté y no dijo más nada.— ¿Vos? —

— Estaba en la galería con Pablo y otros señores.— Alguien volvió a hablarle.— Tengo que cortar ¿Nos vemos más tarde en casas? —

— Claro...— Contesté.—

— Te extraño.— Susurró y la llamada terminó.—

Olivia estaba con las tazas de té en sus manos y me entregó una. Caminamos a la sala, hacía los sillones y ella no dejó de abrazar la taza caliente en ningún momento, dejé el abrigo y la bufanda sobre el respaldo del sillón y me senté a su lado izquierdo.

— ¿Cómo sentís que vas con el embarazo? — Pregunte antes de probar el té.—

— No lo sé...— Contestó y la miré.— En el embarazo anterior sentí que iba todo muy bien y termino mal, así que prefiero no pensar demasiado porque lo que piense me hace sentir de la misma manera.—

— Perdón, pero estás embarazada supongo que sentís demasiado y se podría decir que con todo derecho. — Dije y ella clavo la mirada en la nada.— Y que sientas que estas bien no debería hacerte mal.—

No contestó, clavo la mirada en la nada y suspiró. Mi mano izquierda descansó sobre su rodilla y ella volvió a sonreír durante todos esos pocos minutos en silencio.

— Te pedí que vinieras porque quería pedirte perdón por lo que te dije el otro día...— Apoyó la taza sobre la pequeña mesa y jugó con sus manos sobre sus piernas. Corrí mi mano.— Lena me dijo que estás saliendo con alguien.—

— ¿Por qué me pedís perdón? — Pregunté y al igual que ella, dejé mi taza sobre la mesa.— No tenes porqué pedirme perdón.—

— No fue el mejor momento para decírtelo... No sabía que estabas con alguien.— Contestó y me miró.—

— Entonces no tenes motivos para pedirme perdón.— Volví a agarrar la taza.—

— Me da el doble de vergüenza ahora.— Sonrió y volvió a bajar la mirada.—

— No deberías. Es lo que te pasa, son sentimientos y nadie puede controlar esas cosas.— Contesté y volví a tomar té.—

— ¿Por eso Lena no te habla? — Me encogí de hombros.—

— Fue a casa el otro día a buscar unas cosas y obviamente vio a Paloma. — Volví a tomar té.— Me reprochó porque estaba con alguien y se fue enojada, y yo me quede enojada.—

— No está bien.— Dijo y sonreí.— El jueves a las veinte tengo que ir al médico...—

— ¿Tan tarde? — Pregunté y dejé la taza vacía sobre la mesa.—

— Sí, porque mi médico ese día trabaja en otro consultorio y para mi comodidad, viene hasta el hospital para verme.— Contestó. Tomó el último sorbo de té y dejó la taza sobre la pequeña mesa también.— Si el horario es un problema, no te preocupes...—

— No.— Interrumpí.— Puedo ir, pero después me vas a tenes que acompañar a otro lado.—

— Bueno.—

Me puse de pie y le pedí permiso para pasar al baño. Al volver noté flores sobre la mesa, las mismas flores que tenía cuando recién se mudó. Las miré y la miré a ella.

— Que bueno que hayan vuelto las flores.— Dije y ella se puso de pie.—

— Que bueno que te gusten. — Contestó y llevó las tazas a la cocina.— No me dijiste a donde tengo que acompañarte después del médico.—

— A una exposición de fotografías — Dije y la bufanda volvió a mi cuello.—

— No sabía que te gustaba la fotografía.—

— Es la exposición de Paloma...— Me puse el abrigo y me acerqué a la profesora.— Gracias por el té.—

Ella volvió a sonreír y la abracé. Cargó su cabeza sobre mi hombro algunos segundos, y antes de separarnos suspiró y susurró un gracias.

Salí del departamento y tomé un taxi para volver a casa. Llegué y Paloma aún no llegaba, así que aproveché para recostarme y leer las libretas de mis pacientes. La fotógrafa volvió a llamarme para saber si estaba en casa y llego con las mejillas y la nariz roja, y sonrió apenas abrí la puerta. Me besó la frente y yo busqué su mano helada para llevarla cerca de la falsa chimenea, y mientras yo guardaba lo que leía ella calentó sus manos y se deshizo de el exceso de ropa.

— ¿Cómo te fue en la galería? — Pregunté.— ¿Queres algo caliente para tomar?—

— Bien. Es solo jueves y viernes la muestra porque van cambiando de tipos de artes durante toda una semana.— Contestó.— Y no quiero nada para tomar, o bueno, vino y algo para comer.— Agregó y la miré.—

Estiró los brazos para hacerme saber que quería que me acercara y lo hice. Deje el maletín sobre el sillón y caminé hasta ella que ya no tenía el cuerpo frío, que no tenía demasiado abrigo, pero sí la misma sonrisa con la que había entrado. Sentí sus brazos rodear mi cuello y su respiración chocar con mi molesto y despeinado pelo.

— ¿Te dije que te extraño? — Dijo y sonreí aunque ella no podía verme.—

Mis brazos la abrazaron por su marcada cintura. La abracé hasta que el calor que salía desde ahí detrás quemara mis manos.