De la Lluvia y todo lo demás. 15.
Me cae bien Vicky. Dijo y sonrió.
Me sacó de la cama con la excusa de que estaba listo el desayuno y no quería desayunar sola. Me sentía cansada y con dolor en la garganta, pero de todos modos me levanté. Caminamos a la sala y me encontré con el desayuno en suelo, las cortinas sin abrir y su disco de Queen sonando.
—Hace frío en la cocina.— Dijo y sonrió. Asentí con la cabeza.—
—¿Me traerías una manta de la cama, por favor? — Dije con molestia en la garganta.—
— ¿Te sentís mal? — Preguntó y se puso de pie.—
—Me duele un poco la garganta, nada más.— Contesté y ella se fue.—
Volvió y paso la manta por mis hombros, besó mi cabeza y se sentó frente a mi. El líquido de las tazas y las tostadas sobre el plato fueron desapareciendo de a poco, mientras ella cantaba y yo reía.
Terminamos y ella ordenó y limpió mientras yo me duchaba, pero terminó antes que yo y la escuché entrar al baño.
— ¿Por qué tardas tanto? — Preguntó y abrió la cortina.—
— ¿Qué queres, Pipi?— Dije volviendo a cerrar la cortina.—
— Quiero que te apures, Enana.—
Vi otra vez la cortina correrse y a la fotógrafa desnuda entrar dentro de la bañera, me corrió de abajo de la cucha y cerró los ojos al sentir el agua caliente caer por su cuerpo. Me quedé estática mirándola, hasta que estiró su brazo y me acercó a ella y el agua comenzó a caer sobre mi cuerpo también. Sentí su mano bajar por mi espalda y quedarse en mi cola, mi mano subió a su rostro para correr su pelo hacía atrás, su boca se pegó a mi cuello y mis ojos se cerraron.
— No, no, nos podemos caer. — Dije y ella se despegó.—
— No estás bien. — Contestó.— ¿Llenamos la bañera? — Preguntó y asentí con la cabeza.—
La fotógrafa flexionó sus rodillas y quedó de frente a mi sexo, buscando y luego colocando el tapón en la bañera. Sonreí nerviosa sin mirarla, sintiendo por segundos su mirada en mi rostro, hasta que por fin, se volvió a poner de pie.
— ¿Terminaste? — Preguntó y negué con la cabeza.— No importa, seguís después.—
Cerró las canillas del agua y salió de la bañera agarrando mi mano para que saliera con ella, buscó la toalla colgada al lado de la puerta e intento secarme y secarse. Volvió a agarrar mi mano y me llevó hasta la pieza.
— Vos no estas bien.— Dije antes que me besara.—
Siguió besándome, acariciando mi espalda desnuda y haciendo que su respiración aumentara, mis manos se detuvieron en su cintura para empujarla sobre la cama. Sonrió al caer y yo me acomodé a su lado, mientras mi mano acariciaba parte de su pierna y su torso entero. Apreté su pecho derecho y ella cerró los ojos, dejando una de sus manos en mi cintura y apretándola cuando lo necesitaba. Busque su boca con la mía, pasé una de mis piernas hacía su otro costado y me senté sobre su pelvis. Sin dejar de besarla y sin despegar totalmente mi cuerpo del suyo, mi mano acarició su torso, su pecho, sus pechos y su vientre. Su mano izquierda buscó y tomó mi mano que estaba aún en su vientre y la llevó a su sexo, y al sentir el contacto su boca se abrió aún con la mía sobre la de ella, llenándola de la mayor cantidad de aire posible. Soltó mi mano y apretó mi espalda, su pelvis se movía debajo de mi y su pierna derecha, que estaba entré las mías, rozaba mi sexo. Sus manos bajaron a mi cola e hizo aumentar los roces en cada sexo. Sentí su humedad y su calor en mi mano hasta que movió su cuerpo y me hizo caer a su lado. Me besó una vez más mientras su mano subía desde mi cintura a mi pecho y acto seguido, bajó su boca a mi cuello, subió una vez más a mi oído y volvió a bajar al centro de mi cuerpo.
Su boca, toda su boca, besó mi mojado sexo, sus manos se quedaron en en comienzo de mis piernas ejerciendo presión hacia ella. Sentí la textura de su lengua y apreté sus manos que apretaban mi piernas dobladas y los movimientos que ella hacía hace algunos segundos, los hacia yo ahora. En un momento abrí los ojos y ella me miraba desde allí abajo e intente no volver a cerrarlos, hasta que una de sus manos se despego de mi mano y mi pierna para acariciar el mismo lugar que acariciaba su lengua. Mis ojos volvieron a cerrarse con más fuerza al sentirla dentro y mi espalda se despego de las mojadas sábanas. Los movimientos tanto de ella como los míos fueron aumentando y mis músculos contrayéndose. Mi respiración dejó de ser inhalar y exhalar, para estancarse en la parte de exhalar aunque mi boca estaba totalmente abierta. Mis manos se soltaron de todo a lo que estaban aferradas, ella volvió a subir a con mi sabor en su boca sin salir de mi. Mis manos acariciaron su rostro y se quedaron todo sosteniendo su pelo mojado todo el tiempo que me llevó volver a respirar.
Besé por última vez su boca y volví a abrir los ojos, mis manos bajaron por su espalda haciendo que su pelo cayera sobre mi cara. La abracé para poder girar y quedar está vez yo sobre su cuerpo, mi pierna apretó su sexo totalmente mojado y volvió a cerrar los ojos. Bajé directamente allí, y mis manos quedaron en sus pechos. Sus manos sostenían mi molesto pelo aún mojado también para que mi boca y su sexo tuvieran contacto directo, y la besé, besé el largo y el ancho de de su sexo. Una de sus manos soltó parte de mi pelo para aferrarse a las sábanas y mi mano derecha acarició su sexo antes de entrar en ella. Su respiración aumentó y desde cualquier parte del cuerpo se se podía sentir el rápido latido de su corazón. Su mano, la que apretaba la sábana, volvió a mi cabeza haciendo presión su espalda se elevó y sus músculos se endurecieron. Su respiración se convirtió en sonidos que acompañaba mis movimientos en ella, hasta que no soportó más. Sentí como dejo caer su cuerpo por la falta de fuerza y como su sabor llenaba mi cavidad bucal. Con sus manos aún en los costados de mi cabeza me hizo saber que subiera, su cuerpo caliente se abrazó al mío. Nos quedamos tiradas sobre la cama mojada, ella sobre mi, yo debajo de ella y de a poco el frío comenzó a sentirse en la habitación. Sentí su mano acariciar el largo de mi brazo y luego volvió a abrazarme.
—Tengo que terminar de bañarme, Pipi.— Dije, pero no me moví.—
— Bueno... — Susurró ella y tampoco movió su cuerpo.—
— Dale, tengo frío.— Volví a hablar y ella enredó sus piernas con las mías.— ¡Pipi, tengo frío! —
Su boca se pegó a mi hombro e intentó agarrar la punta de la manta para taparnos, pero apenas alcanzó para taparme a mi. Me giré para quedar de frente a ella.
—Está todo mojado.— Dije y ella rió.— Hablo de la cama. — Ella guiñó su ojo izquierdo y no dejó de sonreír.— A la noche vamos a tener que dormir en el sillón.—
— A mi no me molesta.— Habló por fin.—
Su mano acarició mi mejilla derecha y bajó por mi brazo, las mías estaban estancadas en sus costados. Dejó libre mis piernas y el abrazo terminó. Besó mi cabeza y luego mi boca por última vez antes que me fuera de la habitación.
Salí envuelta en una toalla blanca y ella estaba cocinando en remera y nada más que en remera. Busqué uno de los dos últimos libros que había comprado y le hice compañía desde una de las sillas sin mirarla y sin hablar. Se acercó con una copa de vino en cada mano, me besó y me entregó una.
— ¿Qué estás haciendo? — Pregunté y bebí el primer trago de vino.—
— Lo único que aprendí de vos. Crepes. — Contestó y sonrió. Yo reí.—
— No, no hablo de la comida.— Ella tomó de su copa.—
— No sé de qué me hablas. —
Su celular sonó en la sala y ella se alejó sin dejar que le explicara mi pregunta. Saludó con un "Hola Pablo" y yo volví a pegarme al libro. Antes de volver a la cocina, volvió a poner música, hizo sonar un disco y volvió a mi lado en busca de su copa de vino. Corrió mi brazo y se sentó en mis piernas.
— ¿Qué es lo que estoy haciendo? — Preguntó mientras miraba el libro.—
— Nada. — Contesté.— Si viene alguien a casa y vos estas así... —
— No haces entrar a nadie si yo estoy así. — Dijo y volvió a tomar de su copa.—
La miré volver al lado de cocina y sirvió la comida mientras yo marcaba la página del libro y lo volvía a dejar en la biblioteca. Comimos sin hablar, con la música tapando el silencio.
— ¿Limpias así me voy a bañar? — Preguntó luego de terminar el liquido rojo de su copa. Asentí con la cabeza.—
Ella se fue y yo teminé mi copa de vino. Ordené y me senté en el sillón con el libro y la manta tapando mis piernas, ella apareció con el pelo seco y revuelto y se sentó a mi lado. Se escuchó la lluvia chocar en el techo y ella se levantó y miró por la ventana un largo rato. Volvió para besarme y acostarse en el sillón, yo me dejé el libro sobre la mesa de café y me acosté con ella.
Una vez más desperté por el sonido de mi celular. Miré a Paloma que aún dormía con sus manos entre sus piernas por el frío, y salí del sillón en busca del aparato.
— Hola. — Dije y la Doctora Martínez habló.—
— Hola ¿Cómo estas? — Dijo y se escuchaban otras voces detrás.—
— ¿Está trabajando Doctora?— Pregunté mientras caminaba a la cocina.—
— Sí, pero en un rato salgo.— Contestó.— ¿Nos vemos en el bar? —
— Sí, pero no voy sola.—
— ¿Olivia? — Preguntó y rió.—
— Basta con Olivia.— Dije.— No es Olivia.—
— Bueno ¿A las once? — Preguntó.—
— Me parece bien. — Contesté.— Deja de llamarme cuando estás trabajando.—
— Estoy todo el día acá, Psicóloga.— Contestó. — Nos vemos a la noche.—
Fue lo último que dijo antes de cortar la llamada y yo de terminar de preparar té. Apareció la fotógrafa abrazándome por atrás y besó mi cuello, y con ella pegada detrás le preparé café.
— Más tarde vamos a salir.— Dije y me giré.—
— ¿No importa si yo quiero o no? — Preguntó y la besé.—
— No, no importa.— Contesté.—
Le entregué la taza de café lista y probé mi té mientras ella se sentaba sobre la mesada. Probó su café luego de bostezar.
— ¿A dónde vamos? — Preguntó.—
— Vamos a tomar algo con una... ¿Amiga? — Me encogí de hombros y ella sonrió.—
— ¿Ya vas a empezar a presentarme tus amigas? — Dijo y guiñó su ojo izquierdo. Estiró su mano para que me acercara.—
— ¿Tenes un tic en el ojo? — Pregunté y reí.—
— Sí, y en otro lado también.— Contestó y me abrazó.—
— Te comportabas mejor hace diez años atrás.— Dije y ella besó mi cabeza.—
Terminamos cada una su taza de líquido caliente y ella volvió a bajar, buscó dentro de la heladera algo que comer y yo busqué las tostadas, y esa fue la cena.
Diez cuarenta y ocho llegó el taxi a la puerta de casa, la fotógrafa y yo tuvimos que correr los pocos metros hasta él para no mojarnos. Llegamos al bar cinco minutos antes de la hora y la Doctora Martínez ya estaba dentro con un vaso de whisky entre las manos, me miró y luego miro a la mujer que venía detrás de mi.
—Hola. — Dije luego de besar su mejilla derecha.— Ella no dejaba de mirar a la fotógrafa.— Ella es Paloma.— Agregué y la Doctora sonrió.—
— Hola.— Dijo y besó la mejilla de Paloma.—
— ¿Cerveza? — Preguntó la fotógrafa y asentí con la cabeza.—
— ¿Y Olivia?— Insistió Victoria, Vicky. La miré seria.— Digo si hablaste con ella...—
— Sí, está embarazada y cosas complicadas.— Contesté y Paloma se sentó a mi lado izquierdo quedando yo en el medio.—
— Tu amiga... — Dijo.— ¿Vino de Capital? —
— Un poco y otro poco de Veracruz.— Contestó mi "amiga" en cuestión, mientras yo tomaba el primer trago de cerveza.—
— Pasaste del calor de la playa al frío constante. — Dijo la Doctora jugando con su vaso y la mujer de mi izquierda sonrió.— ¿Por qué el cambio brusco? —
— Por trabajo.— Dijo y yo la miré. Tomó cerveza.—
— ¿A qué te dedicas? —
— Fotógrafa. — Contestó y yo volví a tomar cerveza.—
Siguieron hablando con una música vieja de fondo, hasta que en un momento sentí la mano de la mujer de mi izquierda en mi rodilla y la miré, y luego miré a Victoria, Vicky, que estaba pidiendo otro vaso de whisky. La mano siguió sobre mi rodilla un largo rato como la charla de ellas dos.
—Ahora vuelvo.— Dije y salí del medio. —
Sentí la mirada de la fotógrafa en la espalda mientras escuchaba lo que la Doctora Martínez le decía. Caminé al baño aunque no tenía ganas de ir, entré, me lavé las manos y volví a salir. Seguían hablando, pero está vez, la Doctora estaba sentada en mi lugar y me tuve que sentar en el lugar de la derecha. Pedí un Gin Tonic y la fotógrafa se levanto y se paro detrás de mi.
— ¿Todo bien? — Preguntó y yo solo asentí con la cabeza.—
— Me invitó a la exposición en el festival de arte de la próxima semana. — Dijo la Victoria, Vicky con una sonrisa pintada.—
— Qué bien. — Dije y la fotógrafa rió.—
Volvió a sentarse en el lado izquierdo y pidió una cerveza. Hablamos de mis días en Capital y ella recordó su vida allí, la fotógrafa comentó haber tenido compañeros de escuela del mismo barrio y otra vez la charla fue solo de ellas dos.
Una cerveza, un whisky y Gin Tonic más y salimos del bar. El frío se había duplicado afuera, el cielo era totalmente negro y la Doctora se ofreció a llevarnos a casa.
— ¿Estás bien? — Preguntó una vez dentro de casa, mientras yo me sacaba el abrigo.—
— Sí, estoy bien.— Dije y ella se paró dándole la espalda a la falsa chimenea. —
— Veni. ¿No tenes frío? — La miré y me acerqué. Negué con la cabeza.— Me cae bien Vicky. — Dijo y sonrió.—
— Ya me di cuenta.— Contesté y ella me abrazó. La escuché reír.— Y vos a ella mucho más.—
— Es la primera vez que me celas así.. — Dijo y me despegué de ella.—
Busqué el libro y caminé a la habitación, la fotógrafa se quedó sacándose el abrigo y ordeando el mío que había quedado sobre el sillón. Recordé haber visto las sábanas colgadas fuera del baño, y que quizás, si daba vuelta el colchón podríamos dormir en la cama. Volví a armar con sábanas nuevas y las frazadas que tenía y que estuvieran secas.
Paloma apareció comiendo una manzana y se quedó mirándome como terminaba de ordenar la cama, desde el marco de la puerta.
— ¿Queres? —Preguntó y yo negué con la cabeza.— ¿No me vas a hablar más? —
— No quiero manzana, gracias.— Dije y la vi sonreír.—
Terminé con la cama y me senté sobre el borde izquierdo para sacarme los zapatos, ella se arrodilló detrás de mi, sobre la cama y corrió mi pelo, y beso mi cuello.
— ¿Tenes sueño? — Preguntó aún atrás mío.—
— Fiaca, más que sueño. — contesté y su boca volvió a pegarse a mi cuello.— Voy a leer hasta que me de sueño.—
— ¿Vas a leer? —
— Sí. — Contesté.— ¿Me pasas el libro que dejé sobre la mesita de ese lado?—
Ella se corrió de atrás y yo por fin, pude recostarme sobre la cama, ahora seca. La fotógrafa me entregó en libro y se sentó sobre mis caderas sonriendo de lado. Abrí el libro donde estaba marcado y sentí sus manos frías tocando la piel de mi vientre dentro de mi ropa, pero continúe con mi vista y mi atención en el libro.
—¿Vas a leer?— Preguntó en el mismo momento que una de sis manos apretaba uno de mis pechos.—
— Sí, quiero leer.— Contesté sin mirarla.—
Sus manos subían y bajaban por mi torso, ejerciendo cierta presión como si estuviera masajeandome. Yo seguí con mi vista y atención en las oraciones del libro.
Luego de algunos minutos se recostó a mi lado y pegó su vista al libro, pero sin sacar sus manos de adentro de mi ropa. Sacó una de mis manos de uno de los lados del libro, para que lo pasara por debajo de su cuello, corrió mi pelo mientras mi mano derecha acariciaba el suyo. La mano menos hábil de ella bajó a la parte siguiente de mi cuerpo, llegando casi al centro de mi cuerpo, y mi respiración comenzó a apurar su curso. Comencé a leer en voz alta, sintiendo sus caricias en mi sexo sin importar que estuviera vestida. Sus manos se desocuparon para poner mi cuerpo de lado, levantar mi remera y deshacerse de mi corpiño. Seguí leyendo con mis dos manos, otra vez, sosteniendo el libro, con las suyas jugando con mi sexo. Sentí sus labios y su lengua en mi cuello, sin escuchar ni una palabra de lo que decía el libro y algún que otro gemido. Su cabeza bajó a mi pecho derecho sin correr la mano dentro de mi pantalón. Seguí leyendo. Su lengua jugaba con mi pezón erecto un poco por el frío, otro poco por el efecto de sus caricias y otro "Ah" salió de mi garganta, pero seguí leyendo. Sentí como mis músculos aflojaron mi cuerpo y como de a poco sus movimientos fueron calmándose y volví a leer con normalidad después que subiera a interrumpirme con un beso. Acomodó su cabeza detrás de mi y cuando me giré para verla estaba dormida, recién entonces solté el libro y la abracé para dormirme también.