De la gloria al abismo II

Ya soy un cornudo, y cada vez mis cuernos son más grandes.

DE LA GLORIA AL ABISMO II

Pasaron los días y mi relación con Sofía no solo no se vio resentida por su infidelidad, sino que incluso avivó un poco la llama, al menos en la cama.

No voy a negar que en algún momento me jodía que se hubiera tirado a Javier, ya que siempre que habíamos hablado un poco en serio de estos temas, habíamos pensado en hacerlo poco a poco, primero un trío con una chica, después un trío con un chico, algún intercambio, después ya hacer cosas más atrevidas… pero bueno, lo hecho, hecho estaba, y al fin y al cabo me lo había contado todo, y ambos lo habíamos disfrutado, y sobre todo, lo que más me ilusionaba era que ahora la puerta estaba abierta a nuevas experiencias, por ejemplo cumplir la fantasía más recurrente en todos los hombres, y como no, también en mí, hacer un trío con otra mujer.

Sofía nunca había estado con otra mujer, pero siempre había tenido curiosidad por probar, lo único que nos había frenado hasta el momento era la duda de cómo afectaría meter una tercera persona en nuestra relación, una cosa es fantasear y otra la realidad. Pero ahora ya no había nada que nos frenase, y se abrían ante nosotros infinidad de posibilidades.

No somos de esas parejas que de normal echan un polvo todos los días, pero al menos dos o tres veces por semana solía caer alguno. Sin embargo después de la aventura de Sofía con Javier, estuvimos follando todos los días como conejos, repasando cada momento de la infidelidad de Sofía durante nuestros polvos.

-¿Te gustó que me follase Javier? - Preguntaba Sofía, siempre mirándome a los ojos y con esa cara de vicio, con una sonrisa en los labios que tanto me excita.

-Si.- Contestaba yo con la voz entrecortada de la excitación.

-Si ¿qué?, dilo cornudito, quiero oírtelo decir.

-Si, me gustó que te follase Javier.

-Dilo más alto, quiero que lo grites, que te escuchen los vecinos.- En realidad tal y como está ubicado nuestro cuarto es poco probable que nadie me escuchase gritar, y mucho menos lo que decía, pero la situación en sí me ponía a mil.

-¡Si, me gusta que te folle Javier! ¡Me gusta que seas su zorraaa!!!.- Gritaba yo mientras me corría.

-¿Ya está? ¿Eso es todo?.- Me preguntaba con cierto aire de indignación, sin dejar de moverse encima de mí. – ¿Ves? Por eso me gusta más como me folla Javier, por eso me lo voy a volver a tirar.- Aunque ya había llegado, era escuchar esas palabras y volverme a excitar, era mejor que tomarme una viagra.

-Si, fóllatelo otra vez, por favor. – Suplicaba yo.

-Claro que me lo voy a volver a tirar, pero esta vez voy a pasar la noche entera con él, voy a dejarle que me folle todas las veces que quiera como él quiera.- Me decía mirándome fijamente a los ojos y con semblante serio.

-La próxima vez se la voy a chupar bien, la última vez me quedé con las ganas de saborear su polla, una polla de verdad, no como la tuya.- No había pasado ni un minuto desde que me había corrido, pero ya estaba otra vez totalmente excitado. -¿Quieres que le llame ahora cornudito?. – Me preguntaba a la vez que alargaba su mano hacia la mesilla, donde tenía el móvil.

-Si, por favor, llámale y fóllatelo. – La situación era cada vez más morbosa, ella cogía el móvil y le mandaba algún whatsapp, no le decía gran cosa, simplemente le saludaba o le preguntaba por algo intranscendental. Él, Javier, ni si quiera leía los mensajes ni los contestaba hasta un buen rato después de que Sofía y yo hubiéramos terminado nuestra sesión de sexo, pero la situación en sí era tan real, que era tremendamente morbosa.

-Ya está, - decía Sofía - ya he quedado con él para que venga luego a follarme y dejarme satisfecha cornudito.

-Ojala fuese de verdad. –Le suplicaba yo.

-Ya verás dentro de un rato cuando llamen a la puerta lo real que va a ser cornudito.- Me decía mientras se reía.

Seguíamos así un buen rato hasta que me volvía a correr, o hasta que ella se cansaba de cabalgarme. Después, si aún me quedaban fuerzas, me la follaba hasta que terminábamos reventados los dos.

Así transcurrió más o menos una semana y media más, hasta que la menstruación de Sofía cortó nuestra buena racha de polvos. Durante todo ese tiempo, hablábamos en numerosas ocasiones de las múltiples posibilidades que se habían abierto ahora en nuestras vidas, ya éramos oficialmente una pareja liberada. Hablábamos y bromeábamos sobre donde conocer a una chica, cuando podríamos acercarnos a algún club liberal, algún otro chico al que Sofía siempre había querido tirarse, y cosas del estilo. También hablábamos de los contras, o peligros que tenían esas nuevas situaciones. Cierto que ambos habíamos disfrutado con la experiencia, pero ninguno queríamos que Javier volviese a hacerse ilusiones de volver con Sofía, ni queríamos que por despecho terminase aireando a los cuatro vientos que yo era un cornudo.

Pasó una semana más, y una noche de viernes, mientras veía la televisión y esperaba a que Sofía llegase del trabajo para cenar y ver una película juntos, me envió un whatsapp que decía “Esta noche llego tarde…” y un emoticono con un par de cuernos.

Debo reconocer que se me aceleró el corazón y que mi polla comenzó a crecer dentro de mis calzoncillos. Me puse nervioso, y sin saber todavía si era broma, le contesté “ok cariño, pásalo bien”.

De golpe se me habían quitado las ganas de cenar, cada vez estaba más nervioso y excitado pensando en que es lo que habría detrás de ese mensaje de Sofía. Pensé en llamarla, pensé en pedirla que volviera a casa, en cancelarlo todo… pero también pensé, - la suerte está echada, ¿no era esto lo que querías?. - Mi cabeza daba vueltas con un millar de ideas y sentimientos contrapuestos. No soy una persona que beba con frecuencia alcohol, por lo que opté por tomarme una cerveza para templar los nervios. La medicina surtió efecto y en seguida me relajé, y en mi cabeza solo quedó la excitación de imaginarme a Sofía con Javier… o con otro cualquiera. No sabía ni con quien estaba, durante los últimos días habíamos fantaseado tanto, con tantas posibilidades, Javier, algún otro amigo de Sofía, algún desconocido… esa incertidumbre me excitaba más si cabe.

Pasaron lentamente las horas, pensé en masturbarme pero decidí no hacerlo por miedo al sentimiento de culpa que vendría después de la eyaculación. A media noche, decidí escribir a Sofía; “¿a qué hora volverás?...

No respondió el mensaje, ni si quiera se pusieron azules los ticks del whatsapp, lo que indicaba que no había leído el mensaje. La situación me excitó aún más, ¿Qué podía estar haciendo Sofía? ¿Estaba de verdad follándose a otro?, ¿era real la situación?. Pasaron un par de horas más, y cuando pensaba darme por vencido, masturbarme y meterme a la cama, sonó la cerradura de la entrada.

Mi corazón se aceleró y me puse en pié esperando a que entrase Sofía. Mi excitación creció aún más, si eso era posible, al verla. Venía vestida con un vestido con corte veraniego, azul con florecillas estampadas, que dejaba al aire sus piernas hasta justo por encima de las rodillas. Arriba vestía una pequeña chaquetita blanca de punto cubriéndola los hombros. Más que su vestuario me llamó la atención su estado, tenía el aspecto de estar totalmente demacrada, como si se hubiera pasado una semana entera de fiesta. Tenía ojeras, el pelo ligeramente revuelto y la cara con el maquillaje corrido.

-¿Qué tal?.  – Pregunté sin saber bien que decir.

-Bien. – Contestó secamente ella.

-Pero… ¿has follado?.- insistí cada vez más ansioso mientras ella caminaba torpemente, pero sin detenerse hacia el dormitorio.

-Si.

-¿Está todo bien Sofía?, cuéntame, ¿Qué te pasa?. – Ciertamente el tono de voz de Sofía dejaba entrever que estaba borracha.

-Si, pero ahora estoy cansada y me quiero ir a la cama.

-¿A la cama?, no vamos a follar.- Ni el tono de desilusión en mi voz hizo detenerse a Sofía.

-No de verdad, ahora estoy muy cansada, mañana te cuento todo.

La seguí hasta el dormitorio con aire de incredulidad, pero aún excitado.

-¿Sofía?.- Supliqué una vez más. Sin inmutarse ella se desnudó con intención de ponerse el pijama. Pude observar entonces los chupetones que tenían sus tetas. Aún no sabía ni quien se la había follado, pero estaba claro que se lo había pasado muy bien con las tetas de mi mujer.

-Por favor Sofía, estoy totalmente excitado, no me dejes así.

-Que no Sergio, estoy muy cansada.- Replicaba ella, con aire de empezarse a enfadar.

-¿Echamos uno rapidito?.- Supliqué una vez más, siendo cada vez más consciente de que esa noche no iba a mojar.

Sofía continuó poniéndose el pijama sin hacer el más mínimo gesto de pararse a considerar mis peticiones.

-¿Me dejas por lo menos que te coma el coño?. – En esos momentos ya estaba totalmente desesperado, quizá si le comía el coño conseguía calentarla, y luego ya cedía y follábamos un rato.

-Haz lo que quieras, yo me voy a dormir. – Bueno, por lo menos eso no había sido un no. Me metí debajo de las sábanas y le bajé el pantalón del pijama. La única palabra que me viene a la mente para describir el coñito de Sofía en esos momentos, es jugoso. Aún sin saber ni con quien había follado, seguía estando húmeda. La situación me volvió a excitar, chupando esa rajita, pensando que la polla de otro hombre había estado bombeándola menos de una hora antes.

Estuve así un buen rato, esperando que Sofía se calentase, pero finalmente vi que no solo no se calentaba, la muy zorra se había quedado dormida mientras le comía el coño. Decidí rendirme. Tocaba una noche larga, no pensaba masturbarme, quería reservarme para Sofía, así que así terminó esa noche, la más excitante de mi vida hasta ese momento, en la que ni si quiera me hice una miserable paja.

CONTINUARÁ