De la Fantasia a la realidad
Lo que se puede lograr de un sueño erótico compartido con tu pareja.
Una mañana desperté completamente excitada y húmeda puesto que me había soñado teniendo sexo con una mujer que había conocido, según mi sueño, en el supermercado. Fue tanta mi excitación que sin dudarlo en cuanto sentí el brazo de mi esposo rodear mi cadera, inmediatamente me giré y comencé a sobar su miembro que poco a poco despertaba al estímulo.
Sin esperar a que mi esposo despertara por completo, baje su calzoncillo y acaricié sus huevos y su palo ya listo para servirme, por lo que me deslicé hasta quedar mi cara a la altura de su miembro y comencé a lamerlo, sobarlo, masturbarlo, chuparlo, en fin, todo lo que en el momento deseé fue lo que hice hasta que logré una abundante eyaculación que no tragué por que no soporto la consistencia del semen, pero una vez vaciado, si dedique varios minutos a limpiarlo a chupetones hasta que lo dejé otra vez firme y duro para la siguiente parte.
No supe en que momento despertó mi esposo pero era tal su satisfacción y su calentura que a pesar de la hora y de ser día laboral, se dejó montar por mi y por cerca de 20 minutos estuve ensartada en él, disfrutando de su erección en mí y al ritmo que yo deseaba, de adelante hacia atrás, de arriba abajo, girando a la derecha y a la izquierda, hasta que fui yo quien explotó en un orgasmo largo que sentí hasta la cabeza.
Días después le comenté a mi esposo sobre el sueño que había originado esa sesión de sexo tan sabrosa y le pregunté si le gustaría verme con otra mujer, que no sabía por que lo había soñado, pero que llevaba esos días pensando en ello y en probar tener sexo con una mujer, pero que no quisiera estar sola, por lo que le ofrecí buscar a alguien para hacer un trío, a lo que de inmediato dijo que si y ni tardo ni perezoso, buscó en internet y encontró varias chicas disponibles y quiso que las contactáramos, pero ante su prisa, debo aceptarlo, me puse celosa de imaginarlo cogiendo con otra mujer y verlo en ello, por lo que le dije que esperáramos que no estaba convencida.
El aceptó, pero ahora era él quien no dejó la idea en el olvido y seguido me preguntaba por nuestro "proyecto" al punto de confesarme que el preferiría que el trío lo hiciéramos con otro hombre, y no porque quisiera probar ser bi, sino porque él si deseaba verme siendo cogida por otro hombre y el al mismo tiempo, o en su defecto intentar un intercambio con otra pareja, ya que el pensaba que lo del intercambio sería mas sencillo para mi, puesto que si decidía que no, cada quien cogería con su pareja y solo nos veríamos unos a otros y aun así todos quedaríamos satisfechos, le prometí pensarlo, aunque la idea me excitó muchísimo no quise verme tan puta, aunque lo soy. Sin embrago, me dio miedo y varias semanas después le dije que no, que olvidáramos todos y que solo quedara en fantasía. De mala gana y muy decepcionado, aceptó.
Bueno, eso había yo creído.
Dos meses después, al regresar el de un viaje, ya que es agente de ventas, me trajo de regalo un consolador y de inmediato lo incluimos en la cogida de bienvenida que siempre le doy. Y mientras nos dábamos un 69 estando el sobre mí y yo totalmente embebida en su miembro y sus huevos aprovechó para estrenar el consolador introduciéndolo de un solo movimiento, ya que me encontraba escurriendo en jugos vaginales por el gran trabajo que hacía chupando, lamiendo y mordisqueando mi clítoris, mis labios y todo el contorno vaginal. No dejó de hacer una cosa por otra con lo que me tenía en el punto máximo de excitación que no pude mas y alcancé un orgasmo larguísimo que me hizo pedirle que ahora fuera él quien me penetrara como mas me gusta, el de pie junto a la cama con mi culo al filo de la cama, de manera que sus embestidas son rápidas, fuertes y muy profundas (debo decir, que sin ser un estrella porno, mi marido se carga 17 cms exquisitos) aunado a que por momentos intercala alguna nalgada con estimulación a mi clítoris que me provocan orgasmos mas fuertes, hasta que me hizo alcanzar un segundo orgasmo con el que apreté su cabeza con mis piernas que se encontraban en sus hombros, como el no había terminado, con otra nalgada me hizo ponerme de pie, me giró y me puso con las manos en el espejo que tenemos en la puerta de la habitación, me agachó y me penetró nuevamente desde atrás, con una mano magullando mis senos y con la otra abrazándome de la cadera dándome fuertes embestidas que junto a mi imagen en el espejo con mi rostro colorado, mi teta libre bamboleando, la cara de él de desesperación por hacerme gritar de placer, logró que obtuviera el tercer orgasmo que terminó por doblarme las piernas mientras sentía como era llenada y sobreabundada por su leche escurriendo de mi rajita por mi pierna.
Yo estaba exhausta, sin fuerzas, extasiada, feliz y curiosamente aun caliente, pero mi cuerpo ya no respondía, en ese momento de reposo mi marido aprovecho para preguntarme si había disfrutado mi nuevo juguete, a lo que tuve que responder que definitivamente si y que había sido fantástico tenerlo en mi boca y sentirme penetrada al mismo tiempo, momento en el cual él retomó la palabra para decirme: "ajá, eso es lo que quería que descubrieras. Imagínate cuanto puedes disfrutar si en vez del consolador, invitamos a otra persona a que me ayude a hacerte gozar. Imagina, cuatro manos recorriendo tu cuerpo, dos bocas besando tus pechos, lamiendo tu sexo, no dejar de gozar ya que mientras un de los dos te penetra el otro de lame y al revés, sin que se detenga tu goce"
No pude decir que no, tuve que aceptar que el imaginármelo había sido fantástico, y que deseaba hacerlo realidad, en verdad quería sentir dos vergas en mí, no pude negarme, mi putería no pudo negarse. Y fue que el fin de semana siguiente apareció Marco
Solo que ese encuentro merece un relato aparte.