De insatisfecha casada a emputecida infiel.
...Una puta. La mía. Me repetía mentalmente. Había querido jugar con Cristian y había perdido. Cristian había jugado conmigo, me había hecho desearle, me había hecho entregarme a él, me había hecho someterme a él y ahora, me había convertido en su puta. Me encantaba. Quería más.
Mi nombre es Susana, tengo 44 años y llevo felizmente casada 18 años. Lo de felizmente es un decir. Y no es que no sea feliz, la calidad de vida tanto mía como la de mi familia es, en estos tiempos de crisis, elevada. Por encima de la media. Mi marido tiene trabajo estable y gozamos de buena salud. De puertas para afuera parezco feliz y somos la familia ideal, pero interiormente, en el fondo de mi corazón, me siento incompleta.
Me siento incompleta porque veo mi vida pasar y siento que la estoy desaprovechando. Veo pasar los días y mi rutina consiste en despertar a mi marido a las 6.45 de la mañana, llevar a mi hija pequeña a la parada del bus para que vaya al colegio del que no regresa hasta las 3 de la tarde, volver a casa, preparar la comida, arreglar la casa y pasar horas muertas viendo Tele5 hasta que mi marido vuelve a comer al mediodía, ponerle la comida en el plato, despedirle y pasar la tarde con mi niña. Nuestra hija mayor va y viene sola así que no recae sobre mi ninguna preocupación más. Cuando mi marido vuelve a media tarde se tumba en el sofá porque viene cansado de trabajar y duerme hasta la hora de cenar, y tras cenar, me deja sola en la sala porque se va a dormir enseguida.
Si habéis leído atentamente habréis visto que el único tiempo que paso a solas con mi marido es para comer y para dormir. Y como gente lista que seguro que sois observareis que entre comer y dormir, hay poco tiempo para el sexo. Mi vida sexual hoy en día es casi nula. Hacerlo dos veces al mes me resulta escaso. Mi vida sexual nunca ha sido maravillosa, y no teníamos un amplio repertorio de posturas, de echo, nuestras relaciones eran bastante monótonas, pero me conformaba cuando lo hacíamos más a menudo. Ahora, tras 18 años de matrimonio, supongo que la pasión se ha acabado. O quizás mi marido se ha cansado de mí, al menos yo no me siento deseada por él.
Yo me miro al espejo y no me veo mal. Dios me ha dado unos grandes pechos y aunque con mi edad la gravedad comienza a hacer su efecto, creo que muchas niñatas veinteañeras matarían por tener mis pechos. Tengo un buen culo, o eso creo. Por la calle me lo miran. El no sentirme deseado por mi marido me ha hecho volverme más coqueta y presumida. Me gusta salir a la calle arreglada, me gusta ir femenina. Me pinto los labios de rojo, ropa ajustada, me pongo tacones y camino con orgullo de mi cuerpo. Me encanta sentir las miradas de los hombres sobre mí porque eso me hace sentirme deseada. Las mejores miradas son la de los chicos jóvenes. Son muy desvergonzados y te miran directamente al escote al hablar contigo. Sentir que alguien 24 años más joven que yo me mira con deseo… Lo reconozco, me excita.
Amo a mi marido, no creáis que no, pero necesito sentirme viva y el sexo me hace sentirlo. En una mis largas mañanas en casa me senté frente al ordenador y aunque yo le eche la culpa a la curiosidad cuando en realidad era necesidad, tecleé la palabra sexo . Acabé en un video en el que una pareja se lo montaba en el jardín de su casa. Y me moje, sí, me moje… y me masturbe. A mitad del video tuve que introducir la mano bajo mis bragas y aliviarme. Ese día me sentí extraña, masturbarme yo sola frente al ordenador me hacía sentirme sucia, pero al día siguiente volví a teclear la misma palabra en Google. ¿Por qué no? Me preguntaba. Y acabé añadiendo la masturbación mañanera dentro de mi rutina. Me sentía bien haciéndolo.
Amo a mi marido, a pesar de su extraño comportamiento. De un tiempo a esta parte se ha vuelto muy irascible con que toque su teléfono móvil. Me dice que tiene en él presupuestos y documentos de sus clientes y que no lo toque para que no pierda ninguno pero en ocasiones me cuesta creer esa excusa. Llega tarde a casa. No a horas alarmantes y entiendo que cuando empieza una obra es difícil calcular cuando la va a terminar pero rara vez llega antes de la hora prevista. Además trabaja de casa en casa por lo que no puedo ni hacerle una visita. Igual son paranoias mías pero su falta de deseo sexual me hace sospechar que lo colma fuera de casa. Aun así, me niego a creerlo.
Esa era mi vida hasta que alguien saco la verdadera mujer que llevaba dentro y me hizo sentir viva otra vez. Ese alguien era Cristian, mi vecino de abajo, y no me avergüenza decirlo: Era 21 años menor que yo. Le conozco desde que era un bebe y le había visto crecer. Nuestra relación con su familia siempre había sido excelente y él siempre había sido “el niño Cristian”. Hasta que fue creciendo, marcho a estudiar fuera y lo perdí de vista.
Pasaron los años y volvió. Me lo encontré de vuelta en el portal, yo llegaba a casa y él venía de hacer las compras. Ya no era un niño, ya era todo un hombre. Cuando le saludé sentí que me recorrió mi cuerpo con la mirada. Me ofrecí a ayudarle con las bolsas e intercambiamos unas palabras. Acababa de volver a la ciudad y sin ningún ánimo de nada le ofrecí mi ayuda por si necesitaba algo.
Llegué a casa y caí en la cuenta de que al agacharme a por las bolsas le había ofrecido un primer plano del escotazo que llevaba ese día. No sé si se había dado cuenta y me había mirado, pero pensar que si me excitó. Alejé todos los pensamientos de mi cabeza, me puse el pijama y me centré en lo mío.
Poco después de comer sonó el timbre. Allí estaba Cristian. Según abrí la puerta sus ojos fueron a mi veraniego pijama. Me pidió aceite porque se le había olvidado comprar. Orgullosa de sus miradas fui a la cocina y le presté una botella que prometió subir a devolverme. Pensé que seguramente me había mirado el culo al girarme y nuevamente un intenso calor vino a mí. Si hubiera corrido a masturbarme en ese momento me hubiera relajado y no hubiera pasado nada más, pero no lo hice y aun excitada por sus miradas le volví a abrir la puerta cuando subió a devolverme la botella y dentro del juego interior que yo me traía, le pedí su número de teléfono bajo la excusa de si necesitaba algo.
Pensar que me miraba y se excitaba hacia que me excitara yo también. Retroalimentación. Durante ese día le mande un par de mensajes vacilones a los que rápidamente me contestó en el mismo tono. Me gustaba pensar que estaba pendiente de mí. Que alguien me hacía caso.
Me senté en el sofá al día siguiente con intención de cumplir mi rutina y darme auto placer para el cuerpo, y no sé si por la excitación del día anterior, si por las miradas de Cristian o porque, me acordé de él, saqué el móvil y le di los buenos días. Tenía una mano sobre mis braguitas cuando me contestó. Me confesó que se acababa de levantar y estaba a punto de desayunar, y que si me aburría, que bajaría a desayunar con él y hacerle compañía. La idea de bajar a su casa y pavonearme delante suyo observando sus miradas me alteró sobremanera. Bajé.
Mientras el tratando de ser buen anfitrión me preparaba el desayuno yo me sentaba y cruzaba las piernas de un lado al otro continuamente tratando de atraer sus miradas hacia mis piernas. Posaba una mano en el muslo y me frotaba inocentemente. Hablábamos y yo cruzaba los brazos realzando mis pechos. Él me devoraba con la mirada. Y a medida que aumentaba la intensidad de sus miradas sobre mí, yo me calentaba más y más hasta que llegue a mojarme.
Mire el reloj y fingiendo prisa me despedí de él y subí corriendo a mi casa. Me tumbé en el sofá abierta de piernas y metí mi mano bajo mi ropa interior. Estaba muy mojada y muy excitada. Me chupé los dedos y comencé a masturbarme.
Cuando acabé y se despejó mi mente, me enfadé conmigo misma. Una cosa es que me excitara que me miraran por la calle y otra bajar donde mi vecino a ponerle cachondo. Eso era ir demasiado lejos y me prometí no volver a hacerlo.
Al día siguiente le invité a subir a desayunar a mi casa. 24 horas duró mi promesa. Quería volver a excitarle y solo de pensarlo yo ya estaba caliente. Solo era un juego y no pasaría nada malo mientras no nos saldríamos de ese juego, cosa que yo no iba a permitir.
Aquel día fue como el anterior, yo me insinuaba paseándome por mi cocina y él me comía con la mirada mientras hablábamos de cualquier cosa. Cuando se fue me masturbe. Pero no pensando en lo deseada que era para él, sino en él en su casa desnudo masturbándose con la polla dura y grande hasta correrse encima. No me podía creer a donde estaba llegando mi mente.
Al día siguiente me tocó bajar a desayunar a su casa y aunque esa vez quiso controlarme y no provocarle, mis ojos comenzaron a escaparse hacia su paquete. Intentaba ver como la tenía a través de su pantalón de chándal que solía llevar en casa y nuevamente acabe mojada y masturbándome en mi casa.
Sentía que la situación se me escapaba de las manos pero el placer que sentía cuando me corría tras exhibirme ante él era incomparable.
Paralelamente a nuestros desayunos empezaron nuestras conversaciones nocturnas por Whatsapp. No estar cara a cara sino a través de una pantalla parecía sacar de nosotros mayor confianza para hablar de temas más subidos de tono. Así empezamos a hablar de nuestra vida sexual. Él me contaba que desde que lo había dejado con su novia andaba necesitado y salidillo así que no me sinceraba y le insinuaba que mi vida sexual tampoco era muy reconfortante. Estábamos de acuerdo en que era una pena estar tan necesitados.
Poco a poco empezó a contarme sus anécdotas sexuales. Me contaba aquella vez que una chica se la chupó en los baños de la universidad y conseguía excitarme. Me imaginaba a una chica anónima sentada en un váter comiéndosela y sin decirle nada me masturbaba mientras me escribía hasta que acababa imaginándome que era yo la que le bajaba la bragueta y se la comía en un baño cualquiera. Me contaba aquella vez en la que masturbó a su novia en la última fila de un cine y sentía envidia de esa chica a la que no conocía y deseaba haber sido yo a la que masturbaba con sus masculinos dedos.
Me dejaba llevar por la lujuria y le contaba cómo me gustaba hacerlo. Rápidamente me cortaba para decirme que se estaba poniendo cachondo y yo solo con imaginármelo con la polla dura me empapaba. Le animaba entre bromas a que hiciera lo que tuviera que hacer porque ansiaba saber si se estaba haciendo una paja y se corría o no, para masturbarme yo también.
Por las mañanas cuando nos veíamos tras esas conversaciones yo trababa de mantener la compostura como podía. Yo era la mujer casada y tenía que ser fiel pero no podía evitar no mirar su paquete y lamerme los labios. Sus miradas me excitaban más que nunca y solo deseaba que me agarrara la cabeza, se bajara los pantalones y me obligara a chupársela para luego tirarme encima de la mesa de la cocina y follarme violentamente. Yo no iba a dar el paso de ser infiel, no quería, por eso deseaba que fuera él el que me cogiese a la fuerza y me lo hiciese todo pero no entendía porque tardaba tanto en hacerlo. La tensión sexual entre los dos era evidente. ¿Acaso quería que fuera yo la que se lanzaba a él para mayor satisfacción suya?
Cuando me quedaba sola tras estar con él me bastaba acariciarme unos segundos para llegar al orgasmo. Necesitaba sentir su polla.
Y la sentí.
-Bah, es que ando despistado… Que llevo dos días sin aliviarme y me va a dar algo.- Me dijo una mañana en mi casa.
Estábamos teniendo un conversación normal, yo estaba de pies en la cocina preparando la comida y de paso dándole un plano perfecto de mi culo ya que en se encontraba sentado justo detrás mío.
-Jaja, anda… Que poco aguante.- Respondí.
-Poco aguante… Estoy que me subo por las paredes.-
“Yo también ” pensé.
- Pues si tanto lo necesitas… ¡háztela!- Le animé. Más no podía hacer. Mi coño se empezó a mojar. Estaba deseando que se la hiciese allí conmigo.
-Calla, que me caliento muy rápido y mira como me pongo.- Dijo. Gire el cuello y vi cómo se agarraba la polla por debajo del pantalón marcando casi una erección completa y mi coño empezó a agitarse como si fuera efervescente.
-¡Pues ya sabes dónde está el baño!- Dije tratando de hacerme la dura.
-Bah, pero paso de ir al baño.-
-No me voy a asustar por vértela ¿eh?- Es más, lo deseaba.
-Entonces perfecto.-
Oí algo que parecía su pantalón de chándal bajarse y de repente note que algo chocaba contra mi culo. Algo duro y puntiagudo. Noté sus suspiros en mi nuca.
-¿Y en qué piensas?- Pregunté.
-En ti. En hacerlo contigo. Este culo y este pijama me pone…- Respondió. No había deseado tanto que me lo hiciesen en la vida.
Lentamente estire mi brazo derecho hacia atrás hasta encontrar esa polla que amenazaba mi culo. Conseguí sujetarla con la mano. Su tacto era maravilloso. Estaba durísima. La recorrí con la mano y la primera vez me pareció no tener fin.
-Joder como estás.- Suspiré.
Sus brazos me rodearon y me agarraron ambos pechos. Mis pezones estaban duros como piedras.
-Estás muy buena Susana.- Me dijo al oído.
Comencé a masajear su polla de arriba abajo haciéndole una paja. Me giré y me puse frente a él sin dejar de menear mi mano.
-Joder como estás.- Repetí sin poder dejar de mirar su polla tiesa que me apuntaba directamente a los ojos.
Sus manos fueron a mi culo. Me agarró fuerte cada nalga y acercó mi cuerpo al suyo. Su polla pegaba contra mi vientre al menearla yo con la mano.
-Estoy deseando follarte.- Dijo.
Era lo último que necesitaba oír para lanzarme a esa polla. No iba a dejar pasar un segundo más sin follármela. Lo agarré de la camiseta y lo empujé hacia una silla hasta sentarlo en ella. Levanté una pata de mi pantalón mostrándole mis bragas. Con un dedo agarré de ellas y las aparté. Me abrí de pierna ante él, agarré su polla y la dirigí hacia mi coño. Me dejé caer. Me la metí por completo. Al fin sentía esa polla dura en mi interior y la sensación era única.
Un gemido involuntario se escapó de mí y sin dudarlo comencé a cabalgar mi ansiada polla. Cristian subió mi camiseta y se lanzó a comerme las tetas. Me mordía y lamia los pezones mientras yo sujetaba su cabeza contra ellos y botaba lo más rápido que podía.
No estuve muchos minutos así cuando un orgasmo sacudió mi cuerpo entero, me corrí montada en Cristian al mismo tiempo que él se corría y derramaba todo su esperma en mi interior. No había sentido tanto placer en mi vida. Descanse sobre él sin levantarme hasta que fui recobrando el sentido y empecé a ser consciente de lo que acababa de hacer.
-Es mejor que te vayas que está a punto de venir mi marido.- Dije levantándome sacando su polla de mi interior. Un chorretón de semen salió de mi coño cayendo por mis piernas y sobre su pantalón.
Lo conduje hacia la puerta de mi casa.
-Ha sido increíble.- Me dio un pico y salió de casa.
Me sentía sucia. En el fondo lo que había pasado yo lo había estado provocando pero el juego se me había ido de las manos. Deseaba lo que acababa de pasar, me había encantado y me negaba a aceptarlo pero podía volver a pasar y me volvería a gustar y eso era lo que me hacía sentir sucia. Me quede apoyada en la puerta de casa tratando de dejar mi mente en blanco. Tras unos minutos abrí la puerta y baje a casa de Cristian dispuesta a dejar claras las cosas.
-Tenemos que hablar.-Abrió la puerta y directamente entré en su casa–A ver, esto que ha pasado…es como… no se explicarlo, pero no está bien ¿sabes? No debería haber pasado.-
-¿Por?- Me contesto sin pestañear.
-¿Como que por? ¡Porque yo estoy casada y tú eres mi vecino!-
-¿Y?-
-¡Y además podría ser tu madre!- Su tranquilidad me ponía nerviosa.
-Pero no lo eres. Venga, que ha sido la ostia y los dos lo estábamos deseando.-
-No… tú me has liado.- Me defendí.
-No, te has corrido como una loca como yo. Tenías tantas ganas como yo. No me puedes negar que no ha sido la ostia…- Se acercó colocándose a 10 centímetros de mí.
-Que no, a ver, que te estas confundiendo…- Mi corazón comenzaba a bombear aceleradamente. Mi espalda chocó contra la puerta de su casa, me tenía arrinconada y por mi mente comenzaron a pasar imágenes de su polla dura y de esa fantasía en la que me cogía con fuerza y me follaba violentamente contra mi voluntad.
-¿A qué has bajado? ¿A qué te vuelva a follar?- Escuchar eso me calentó aún mas.- Si vienes con los mismo pantalón a calentarme.- Agarró la goma del pantalón y tiró hacia a fuera.- No te has cambiado ni de bragas.- Metió la mano debajo de ellas hasta llevar sus dedos a mi coño que empezaba a humedecerse.- Igual todavía llevas mi corrida dentro.-
-Para por favor…- Dije metiéndome en el papel de digna.
-Tú necesitas que te follen bien y yo puedo hacértelo.- Su dedo entraba y salía de mi.- Tú te mereces que te follen bien.
-Estate quiero por favor….- Rogué casi gimiendo.
-¿Porque quieres que este quieto si te estas mojando? ¿No te gusta lo que te hago? Te estas mojando porque sabes que lo que dije es cierto.-
-Joder….- Tenía toda la razón, estaba cachonda pérdida.
-Yo te puedo follar bien, te puedo dar polla todos los días… ¿quieres? ¿Quieres que te eche un polvo de verdad?- Sus dedos me follaban a gran velocidad.
-Escucha… ahhh…escúchame.-
-Dime.-
-Necesito que me folles bien joder….joder necesito follar bien, si, estoy desesperada por un buen polvazo….ahhhhh jod- Lo admití, no aguantaba más, necesitaba su polla dentro de mi otra vez.
Junto repentinamente sus labios a los míos y metió su lengua en mi boca entrelazándose con la mía. Me corrí. Estaba tan cachonda que me corrí en su mano mientras me besaba.
-¿A qué hora se va tu marido?- Preguntó separándose de mi aun recreándose con su mano en mi coño.
-Siete y media.- Respondí. ¿No me pensaba follar ya?
-Pues mañana a las ocho me tienes arriba para darte lo que necesitas.-
Agarré su cabeza y le besé en un intento desesperado de hacerle ver que quería que me lo hiciese ya, pero el muy cabrón quería hacerme esperar para que se lo pidiera con mas ganas. Directamente me abrió la puerta, salí y me la cerró en los morros. No quería pensar que estaría pasando por la cabeza de un niñato veinteañero cuando una mujer como yo se ofrecía de esa manera a ser follada, seguramente pensaría que era una puta, pero no me importaba, solo me importaba sentirle nuevamente penetrándome.
Pasé toda la tarde pensando en cómo me iba a follar al día siguiente. Cerraba los ojos y veía el momento de esa mañana en el que le agarraba la polla por primera vez y la notada dura y erguida. Veía el momento en el que la miraba por primera vez y sentía unas tremendas ganas de comérmela y saborearla lentamente y hasta dejarla bien exprimida. Huelga decir que estuve toda la tarde nerviosa a la par que caliente. Hacía años que no quedaba con un chico con la certeza de que iba a echar un buen polvo.
Como todas las noches me quede sola en la sala cuando mi marido se fue a dormir y como todas las noches mi whatsapp sonó.
-Ya sabes lo que toca mañana no?
Solo leerlo y pensar lo que tocaba mañana me calentaba.
-Siii
-A las 8
-Siii, mañana toca a las 8 por fin un buen polvazo
-Jeje eso es
-Cumplirás no? Jeje
-Te voy a dejar reventada¡¡
-A ver si es verdad jeje si me follas, me follas bien ehhh
-Por supuesto
-Asi que nada de pajas ahora eh, te quiero bien cargado
-Toda la leche para mi ajaj
-jeje, pues no me calientes¡¡
-Yoooo? Jaja
-Ufff que me caliento yo jaja Solo pensar….
-Mañana a las 8, mañana a las 8, me pongo…jeje
-ajajja
-Yo también te voy a follar bien eh no pienses que solo tú a mi
-Vas a ver lo que es una hembra de verdad¡¡¡
-uyyy que miedo, no lo he visto ya?
-No has visto nada pequeñin, esas niñatas de tu edad no saben follar jaja
-Joder, sabes como la tengo ahora?
-Ya me la imagino bufff que ganas de saborearla, no te toques¡¡¡¡
Me mojaba los dedos y me acariciaba el clítoris mientras escribía. Si horas antes no me importaba lo que pensaría de mí siempre y cuando lo tuviera entre mis piernas, ahora si me importaba. Pensar que estaría tumbado en su cama diciéndose a sí mismo “que puta es mi vecina” me excitaba más aún y tratando de aparentar ser lo más puta posible le escribía. De repente me llego una imagen. Era su polla. Grande, enorme, empalmada. Era para mí.
- Mira lo que tendrás mañana
-Joder joder joder tengo que ir al baño¡¡¡
-A que? Jeje
-A correrme tio buff que ganas de follarte ahora mismo
Salí disparada al baño donde me volví a correr. Llevaba años sin correrme tantas veces en un solo día y había olvidado de lo placentero que era.
-Que agustito diossssss
Ya más relajada tras el nuevo orgasmo baje el tono de la conversación pues no quería que él se corriera también. Quería sus huevos bien llenos y su semen en todo mi cuerpo.
-Hasta mañana a las 8, me voy a dormir pensando en la que se avecina
-No te doy un beso, eso te lo doy mañana… en algún sitio
Dormí como un bebe. Me levanté más ilusionada que nunca a hacerle el desayuno a mi marido y decirle adiós antes de irse a su trabajo. A las 8 en punto estaba Cristian en la puerta de mi casa tocándome el timbre. Solo el sonido del timbre me alteró. Allí estaba él con su camiseta de manga corta y su pantalón de chándal apretadito. Demasiada ropa para lo que yo le necesitaba.
Le hice entrar y le invité a ir a la cocina. Me agarró de la cintura y me siguió por casa. El contacto de su cuerpo con el mío aunque fuera a través del pijama ya me excitaba.
-Una cosa te anticipo, a modo de norma… ¡en mi casa con tanta ropa no puedes estar! Cuando vengas, si es que te dejo, más ligerito jaja- Le dije entrando a la cocina.
-Pues quítamela tú. Que así se cómo tengo que venir.- Me contestó con un tono chulesco.
Me encaré a él mirándole a los ojos.
-Vamos a empezar por la camiseta fuera.- Rocé mis pechos contra los suyos y baje las manos deslizándome por sus abdominales.- Mucho mejor. Y el pantalón… creo que también sobra así que fuera.-
Me puse de rodillas y tire de los pantalones hacia abajo hasta dejárselos en por los tobillos. Al levantar la mirada me encontré ante mí unos calzoncillos con un tremendo bulto debajo. Inclinada hacia un lado esa polla estaba a punto de reventar el calzoncillo y mi vida. Pase mi mano por encima de la tela y mi boca se hizo agua.
-¿Y con esto que hacemos?- Pregunté sin quitar ojo de su paquete.
-Igual es mejor quitarlo también, ¿no crees?- Contestó.
Pegué mi cara a su cuerpo, abrí la boca y agarré la goma del calzoncillo con los dientes. Tire hacia afuera y su polla salió disparada contra mi cara pegándome en la frente y quedando sobre ella. Ver cómo era capaz de ponerle me hacía sentir más viva que nunca. Solté el calzoncillo por debajo de sus huevos y agarre esa preciosa polla por la base. Me ponía a mil su grosor, su hinchado capullo rosado, su longitud, varios centímetros más larga que la de mi marido. Depilada totalmente sin un solo pelo la hacía parecer preciosa.
-No te lo había dicho, pero tienes una buena polla.- Dije relamiéndome los labios.
-Te gusta ¿eh?- Contestó con el aire de superioridad que tiene un hombre cuando tiene a una putita arrodillada a punto de comerle la polla. Eso me ponía y mucho.
-Me gusta, me gusta.-
Estaba dispuesta a darle la mejor mamada de su vida. Saqué la lengua y con la punta recorri su polla empezando desde abajo hasta llegar a su capullo. Abrí la boca y lo chupe. Saboreé el capullo y lamí cada centímetro de él con la lengua y lo expulsé de mi boca succionando toda la saliva que había dejado en él.
-Y encima esta rica uhmmmm- Estaba deliciosa.
Tapé mis dientes con los labios y la mordí lateralmente. Recorrí así toda su polla de arriba a abajo mientras con le pajeaba con la mano. Bajé aún más la cabeza hasta sus enormes huevos repletos de leche y depilados por completo. Nunca me había comido los peludos huevos de mi marido pero tocar esos tan grandes y suaves me dieron unas tremendas ganas de probarlos así que abrí mi boca al máximo y los introduje dentro. Los chupé todo lo que pude mientras su polla reposaba dura sobre mi cara. No puedo describir la sensación de placer que sentía.
Volví a su polla y subí besándola hasta su capullo. Escupí en él y esparcí la saliva con la lengua. Quería sentir mi boca llena de su polla así que por primera vez abrí la boca y me la metí lo más dentro que pude. Note sus manos agarrarme suavemente la cabeza. La saque succionando todo lo que pude.
-Me encanta tu polla.-
Y volví a tragármela hasta la garganta. Despacio. Disfrutando su maravillosa polla con los ojos cerrados. Sacándole todo su sabor. Comencé mi mejor mamada acompañándola de una paja con la mano. Hubiera estado chupando esa polla todo el día. Abrí los ojos y le miré. Disfrutaba tanto o más que yo. Torcí mi cabeza y le dejé ver el bulto que formaba su polla contra mi papo dentro de mi boca. Suspiró y sus manos que sujetaban mi cabeza se agarraron fuertemente a mi pelo. Creo que estaba a punto de correrse.
-Joder, vamos a tu cama, te quiero comer el coño ya…- Dijo con voz entrecortada.
Le termine de quitar los calzoncillos y los dejé encima de la mesa. Me levanté sin soltarle la polla y le di mi mano para conducirlo a mi habitación. Nada más entrar se abalanzó sobre mí levantándome la camiseta y devorándome las ambas tetas. Me empujó y caí de espaldas a la cama. Su mirada estaba perdida. Estaba fuera de sí. Agarro mis pantalones y tiró de ellos con violencia, haciendo temblar mis piernas y meneándome como si fuera una muñeca. Me los sacó a la fuerza y directamente hundió su cara en mi sexo. Su lengua entro en contacto con mi coño y abrazó mi clítoris con la boca. Me deshice. Chorreaba como un manantial. Le agarré de la cabeza tratando de hundirle más aun en mi entrepierna mientras mis caderas se meneaban solas levantándose tratando de buscar, más aun, su lengua.
Cada segundo que pasaba me devoraba con más ansia el coño y su lengua boxeaba con mi clítoris. Mis gemidos aumentaban y pensaba estar a punto de volverme loca.
-¡¡¡NECESITO TU POLLA, FOLLAME YA, FOLLAME YA!!!-
Se levantó y como una bestia me agarró de las piernas y me arrastro por la cama hasta dejar mi culo en el borde, levantó mis piernas dejándome los tobillos sobre sus hombros y de un solo golpe me la clavo entera. Grité de dolor y de placer al mismo tiempo, y sin tiempo que perder comenzó a follarme en esa postura ferozmente.
-Así te gusta eh pedazo de puta.-
-Diosss si…fóllame…ahhhh…que bien me follas….joder no pares.- Estaba en el cielo.
-Esto necesitabas zorra, una buena polla.-
-Dame fuerte, fóllame sin parar.-
Tumbada tenía encima de mí a una bestia 20 años menor con una polla tremenda follándome sin parar y recordándome lo puta que era. Mi única salida era correrme como una perra. Me agarré a donde pude y disfruté de uno de los mayores y más deseados orgasmos de mi vida, sino el que más. Cristian bajó el ritmo de sus penetraciones y me miraba orgulloso disfrutando de cómo había conseguido enloquecerme
-Déjame que te folle.- Dije.- Túmbate.-
Se tumbó boca arriba y su polla seguía tiesa como al comienzo. Yo no pensaba parar hasta haberla dejado seca por completo. Me subí encima con una pierna a cada lado, agarré su polla y me la metí en mis entrañas. Me apoye sobre sus pectorales y cómo la mañana anterior comencé a cabalgarle con toda la pasión que podía, tratando de hacer aquel polvo imborrable en nuestras memorias. Cristian se agarró a mi culo y disfrutó de mi cabalgada hasta que de repente mi soltó un azote en el culo que no hizo otra cosa sino aumentar mi ritmo. Volvió a azotarme y mi cuerpo involuntariamente subía y bajaba más rápido de su polla. Me azotó un par de veces más cuando de pronto me agarró y me lanzó por los aires.
-Ponte a cuatro patas.- Me ordenó con voz firme.
Jamás hubiera osado desobedecerle. Me coloqué a cuatro patas ofreciéndole mi culo en pompa. Me agarró del pelo y me tiro de él hacia atrás levantando mi cabeza mientras me la metía y me la dejaba dentro.
-¡¡¡Abre los ojos!!! ¡¡Mira quién es el que te folla!!-
Abrí los ojos y me vi de frente en el espejo del tocador. A cuatro patas encima de mi cama de matrimonio, despeinada, sudada, jadeando, con la boca abierta y mis tetas botando. Detrás mío Cristian, sudando, tirándome del pelo con una mano y azotándome el culo con la otra, clavándome su polla hasta el fondo, follándome como una perra.
-Que bien me follas…ahhh…como lo necesitaba…no pares…- Dije entre gemidos y jadeos.
-Mírame mientras te follo a cuatro patas, mírame…eres una puta.-
Como una puta me sentía. Bueno, mejor dicho, su puta. Y me encantaba. Yo su puta y él mi semental.
-Mírame a los ojos mientras me corro dentro tuyo.-
Y simplemente no aguanté más y un nuevo orgasmo azotó mi todo mi cuerpo al tiempo que notaba su semen inundar mi interior. Nuestras corridas se unieron en una sola. Nuestras miradas nunca se separaron a través del espejo.
Agotada caí sobre la cama. Cristian se dejó caer encima de mí. Aun notaba su polla semierecta aplastada contra mi culo.
-Bueno, ¿que tal? ¿Me das el aprobado?- Me preguntó mientras comenzaba a besarme por el hombro.
-Te lo doy, te lo doy.
-Entonces para repetir ¿no?
-Uffff todos los días jeje…De verdad, necesitaba un polvo así, hacía que no follaba así…¡¡años!!-Yo simplemente era feliz.
-Joder, ¡¡si lo llego a saber antes!! ¡¡Con la de pajas que me he hecho contigo!!-
-Ah sí, ¿eh?-.
-Hombre, ¡¡con este culazo que tienes!!- Me agarró el culo con fuerza.- Desde los 13 años, imagínate todas las que han caído.-
Me alegró y sorprendió en saber que llevaba años masturbándose conmigo.
-Pues mira ahora, ¡¡además de puta te pongo la cama!!- Dije sin pensar y echamos a reír.
Cristian me besó y yo cerré los ojos. Me relajé y disfruté. Perdí la noción del tiempo durante un rato en el que nos estuvimos besando acarameladamente mientras Cristian recorría mi cuerpo con sus manos. Después del intenso polvo ese cabrón sabía sacar mi lado tierno con mimos y abrazos que hacía mucho que no recibía.
-Tendremos que ducharnos ¿no? Que huele aquí a sexo que apesta…- Dije al cabo de un rato.
Me levanté y abrí la ventana para ventilar la habitación. Fui al baño y Cristian me siguió. Saque un par de toallas y le esperé a que se metiera en la ducha conmigo, una ducha la cual es bastante moderna, con suelo antideslizante y mando para regular la temperatura del agua. Lo puse a 38 grados y abrí el agua.
Cristian se pegó a mí y bajo el chorro de agua comenzó a besarme. Como en las películas románticas. Empapados cogí el bote de jabón y me eché en las manos. Me las froté y comencé a esparcírselo por el cuerpo. Por el pecho y por los brazos hasta ir bajando y llegar a su polla. Cristian me imitó y comenzó a esparcirme jabón con sus manos por mi cuerpo entreteniéndose en mis pechos los cuales parecían obnubilarle. Su polla se puso dura en mis manos. Otra vez dura y lista para mí, no quería enjabonarle más partes del cuerpo, con su polla me bastaba y con ella me entretenía haciéndole disimuladamente una buena paja. Su masaje en mis pechos y su dureza en mis manos tras haber echado un gran polvo me hicieron excitarme rápidamente y las ganas de sentirle en mi interior volvieron a mí.
-Esta polla todavía quiere más eh chico…-Dije por cara de pícara.
Me di la vuelta e incliné mi cuerpo dejando mis piernas tensan y mi culo ligeramente en pompa. Me agarré con una mano al tubo por el que sube el agua hacia el plato de la ducha y apoyé la otra en la mampara de cristal. El agua caía sobre la parte baja de mi espalda y salía rebotada al resto de mi cuerpo. Las gotas de agua resbalaban por mi culo y mis piernas.
-¿A que estas esperando?- Pregunté.
Sus manos me agarraron fuerte por la cadera y sentí de nuevo su polla entrar en mi guarida. Me golpeó con un pie en los tobillos haciendo que separara las piernas hasta tener cada pie en los bordes de la ducha y empujó mi espalda con una mano inclinando mi cuerpo un poco más dejando mi culo más en pompa. Relajé mi cuello, apoyé mi frente en la pared de la ducha y disfruté de sus embestidas desde atrás.
El agua y jabón resbalaba y caía por nuestros cuerpos, nuestros gemidos se ahogaban con el sonido del agua cayendo en la ducha, mis tobillos comenzaban a temblar, mi cabeza rebotaba contra la pared ligeramente y otro orgasmo venia hacia mí.
-Me quiero correr en tu cara.- Escuche decir.
-En….ahhhhh……mi…..bo….ahhh…caaaaahhhhh- En ese instante volví a correrme por tercera vez en la mañana. Su semen en mi boca… Lo ansiaba.
-Joder, ¡¡ponte de rodillas y cómemela!!- Me gritó.
Ni siquiera tuve que parar a pensármelo, me arrodille y comencé a tragarme su polla lo más rápido que podía deseosa de sacar su leche y saborearla con mi lengua. Con una mano le agarraba la base de la polla y con otra me acariciaba mi vagina que comenzaba a estar irritada de tanto mete-saca. Cristian se apoyó en la pared y acompaño mi movimiento de la cabeza con una mano en mi nuca.
Absorta en comerle la polla hasta sacarle la última gota de semen y aun sin darme cuenta de cómo lo hizo, sacó mi anillo de casada de mi dedo y se lo quedó.
-Que anillo tan bonito.-
-¿Que vas a hacer?- Reaccioné por primera vez.
Colocó el anillo sobre su capullo a modo de corona. Me agarró del pelo y me ordenó tajantemente “ chupa ”. Excitada, humillada y emputecida pero aun ansiosa de semen saqué la lengua y Cristian meneó mi cabeza propiciando un lametón mío desde sus huevos hasta la punta del capullo donde se situaba mi anillo.
-¿Qué pensaría tu marido si te ve así?-
-Que… soy… ¿una puta?- La situación me había superado hace mucho.
-Una puta. La mía.- Lo era.
Guio mi cabeza e hizo que le diera un par de lametones más. Era incapaz de controlar mi propia mano que seguía acariciándome el clítoris. Humillada y excitada ante esa erecta polla con el símbolo de mi matrimonio. Un chorretón de semen salió disparado de ella directo a mi lengua. Seguido un segundo chorretón. Le siguieron un par más con menos cantidad. Todos a mi boca. Al fin tenía lo que quería y podía saborearlo. Recuperé mi anillo manchado de semen el cual sin pensar limpie con la lengua. Tragué toda su corrida mientras Cristian me introducía su capullo en la boca otra vez para no malgastar ni una gota de leche. Yo, mentalmente paralizada, limpié de rodillas aquella polla hasta que no quedo nada.
“Una puta. La mía.” Me repetía mentalmente. Había querido jugar con Cristian y había perdido. Cristian había jugado conmigo, me había hecho desearle, me había hecho entregarme a él, me había hecho someterme a él y ahora, me había convertido en su puta. Me encantaba. Quería más.
Publicado como relato independiente, es la parte II de la serie " Quiero que seas mi puta durante un día " pero narrada desde el punto de vista de Susana.
Relato publicado originalmente en todorelatos.com, si lo piensas copiar respeta su autoria y enlaza a esta web. Gracias ;)
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