De inocente a indecente (y 4)
Este es el final de mi historia.
N.A.: Esta historia es un producto de la imaginación del autor. Es una fantasía. Por lo tanto es completamente ficción. Nunca pasó. Eso no significa que apoye o condone los actos que aquí son descritos. El autor no quisiera que este tipo de situaciones ocurrieran en la vida real. SÓLO ES UNA HISTORIA, ¿VALE?
Agradecimientos: El Hechizado (Me alegra mucho que te haya gustado tanto el capítulo anterior, espero que disfrutes este :) ), cokcrin (yo tuve la misma sensación que tú en la parte anterior, sin embargo este capítulo contiene una escena que me gustó mucho y que creo recaptura la escencia el primer capítulo, espero que te guste), 3dimension (muchas gracias por siempre comentar, me parece muy valiosa tu opinión), Astarnet (también me quedé con ganas de detalles en el capítulo anterior, pero espero que esta parte compense esa sensación). Tambien agradezco a todos los que me mandaron correo electrónico. Un abrazo para todos.
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De inocente a indecente
Por Cutter09
Traducido por Nino Cloudz
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I have loved you for the last time… - Sufjan Stevens
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Viajamos de Francia a Nassau. Cuando llegamos a la isla, el yate del jefe estaba atracado en el puerto privado del hotel Atlantis, era tan grande que ocupaba tres lugares en la parte central.
-Han llegado con muy poco tiempo de sobra. Nuestros invitados comenzarán a llegar muy pronto,- dijo el jefe. Entonces le dio una indicación a Marc, quien sin perder el tiempo me llevó a una habitación dentro del yate, en donde me estaban esperando A., B. y C. para prepararme y vestirme. Fui desnudado, me bañaron, y cuando estuve limpio me vistieron con unas bragas pequeñitas, un sostén con un poco de relleno y un vestido que me llegaba hasta la mitad de los muslos. Como tenía un poco largo el cabello me lo peinaron en dos pequeñas coletas que me llegaban a los hombros y me rizaron las pestañas. Al final me colocaron un poco de brillo en los labios. Cuando terminaron y me vi en el espejo quedé sorprendido ante mi imagen. Lucía como una niña en lugar de un adolescente de t***e años.
Antes de salir al salón de fiestas del hotel las chicas me explicaron que el jefe había organizado una despedida de soltero para el hijo de uno de sus mejores clientes. Me explicaron también que, dentro de los planes establecidos, el futuro esposo le había jurado a su prometida que esa noche no iba a dormir con ninguna chica, así que él estaba fuera de los límites para ellas. Las chicas estaban ahí para entretener a los demás invitados. Y yo iba a estar ahí para entretener al invitado de honor.
Cuando entramos al salón de fiestas del hotel, el lugar estaba lleno de luces de colores, pero en silencio. Inmediatamente me dirigieron al bar y me sentaron en uno de los bancos altos. Cuando llegaron los doce invitados, varios meseros les llevaron tragos y botellas a la mesa principal y, cuando brindaron, la música comenzó a sonar. La fiesta se avivó rápidamente cuando las chicas empezaron a pavonearse y a coquetear entre los hombres. Muy pronto Anne comenzó a bailar encima de la mesa y a quitarse la ropa ante los gritos de aliento de las personas a su alrededor. Una vez que estuvo completamente desnuda tomó la mano de uno de los invitados y lo guio hasta una habitación privada. El mismo proceso fue repetido por Becky, y al final por Carol.
Yo trataba de divertirme y reír cuando todos los hacían, pero durante el transcurso de la noche noté que el novio me dedicaba miradas discretas. Cada vez que me encontraba con sus ojos casi podía escuchar su mente, la cual claramente se preguntaba: ¿Qué está haciendo esta niña entre las desnudistas? Y yo, sin saber qué hacer, le dedicaba una sonrisa tímida y apartaba la vista.
La primera ronda de invitados regresó de su sesión a solas con las chicas entre vítores y silbidos de los demás. Uno por uno, cada uno de los amigos del novio, fue seducido por una de las mujeres.
Una vez que todo el mundo estuvo servido, me levanté del banco del bar, alisando mi bonito vestido sobre mis muslos, y comencé a caminar hacia el invitado de honor. Cuando estuve frente a él, agarré su corbata y me agaché para darle un beso en los labios, asegurándome de levantar el culo para mostrarle a los demás lo que su amigo estaba a punto de comerse. A mi alrededor pude escuchar gritos y silbidos de emoción. Entonces lo tomé de la mano y lo guie hasta mi habitación, cerrando la puerta detrás de nosotros.
-Lo siento, uh… niña… yo no…- tartamudeó mientras le desabotonaba la camisa. Cuando terminé me paré sobre la punta de mis pies para darle un beso en la boca. Entonces separé nuestros labios y levanté mis manos para frotar su polla semi erecta a través de sus pantalones.
-Um… creo que debemos de parar, no deberíamos estar haciendo esto…- me dijo, mientras bajaba la cremallera de su pantalón y metía mi mano por la abertura. Entonces volví a apoyarme sobre la punta de mis pies para besarlo en los labios, mientras le acariciaba la verga dura, la cual estaba caliente y húmeda por preseminal en la punta.
Me separé de él, me quité el vestido, y me arrodillé frente a su cuerpo. Levanté las manos para desabrochar su cinturón y desabotonar el pantalón. Cuando hube terminado le bajé la ropa hasta las rodillas y liberé su enorme polla dura ante mis ojos. Era espectacular, con una asta larga y gruesa, y con un glande regordete que goteaba preseminal y que me rogaba por atención. Sin perder el tiempo resbalé mi lengua a través de la pequeña hendidura sobre la punta antes de engullir la cabeza.
-Oh, dioses…
Sin dejar escapar su polla de entre mis labios, estiré una de mis manos para sacar el lubricante de uno de los cajones del buró. Entonces me saqué la verga de la boca y comencé a untarla con pequeños movimientos circulares de mis dedos, disfrutando de las palpitaciones que provocaban mis caricias.
-No puedo follar contigo… le prometí a mi novia que yo no…
Entonces me puse de pie y le dije:
-No te preocupes, no romperás tu promesa.
Un segundo después me di media vuelta y comencé a quitarme el sostén. Y después, lentamente comencé a bajar mis bragas a través de mis piernas, agachándome frente a él para mostrarle mis nalgas.
-Oh, por dios, tu culito es maravilloso,- dijo con un gemido.
En ese momento me di la vuelta, y vi que sus ojos se dirigieron inmediatamente hacia mi verga, la cual apuntaba hacia arriba.
-¿Eres un chico?
-Sí. Esta noche no te acostarás con ninguna mujer, así no romperás tu promesa.
Entonces lo empujé hacia atrás, hasta acostarlo sobre la cama; me senté a horcajadas sobre su cintura y me agaché para besarlo. Muy pronto la punta de su verga se alineó con mi agujero, y poco a poco moví mi cadera hacia abajo para hundirla en mi interior.
-¿Todavía quieres que nos detengamos?- le pregunté, mientras enterraba su verga entre mis nalgas hasta llegar a la base.
-Oh, no, por favor sigue,- gimió y entonces me agarró de las mejillas para darme otro beso.
Una vez que se acostumbró a la calidez y estrechez de mi agujero me agarró de la cintura y comenzó a mover su cadera para penetrarme con estocadas profundas.
Comencé a masturbarme cuando sentí que su glande rozaba contra mi próstata con cada empujón. La habitación estaba llena del sonido de la música amortiguada y de nuestras respiraciones agitadas y gemidos de placer mientras follábamos.
Después de diez minutos de penetraciones descontrolas y profundas, me corrí encima de su pecho. Cuando sintió que mi semen le mojaba la piel abrió los ojos para mirar las palpitaciones de mi polla en mi mano.
-Eres un ángel,- me dijo, y entonces empujó mi cadera muy fuerte hacia abajo y me sostuvo ahí mientras su eyaculación me llenaba el interior. Cuando su verga dejó de correrse cayó colapsado sobre el colchón, y yo me quedé sentado encima de él, esperando a que su polla se reblandeciera hasta que salió de mi agujero.
-¿Te gustaría volver con tus amigos?- le pregunté.
-¿Tenemos que hacerlo?
-Soy tuyo por el resto de la noche,- dije y me bajé de encima de su cuerpo. Fui al baño por una toalla y limpié su cuerpo, y luego el mío. Cuando terminé de secarme la corrida que escurría a través de mis muslos desde mi ano, vi que otra vez la tenía dura. Me arrodillé entre sus muslos y comencé a chupársela hasta que tuvo un orgasmo devastador que le hizo gemir en voz muy alta.
Cuando terminé de tragarme su semen lo miré a los ojos desde abajo.
Él simplemente me sonrió, y después se desnudó completamente, pateando sus pantalones y bóxers al suelo. Entonces me acostó de lado y posicionó su cuerpo desnudo detrás del mío, dando pequeños besos sobre mi cabello.
-Eres asombroso. ¿Qué posibilidades hay de que le des clases a mi futura esposa?
Solté una risita.
-Creo que no es una buena idea.
Nos quedamos acostados en esa posición por un rato, me tenía abrazado alrededor de la cintura y su respiración hacía cosquillas encima de mi nuca. Entonces comencé a frotar mi culo contra su pene. No me tomó mucho tiempo provocarle una nueva erección, la cual se sentía dura y palpitante en la abertura de mi trasero. Con una mano me separé una nalga, y su glande se introdujo en mi agujero, el cual ya estaba dilatado y lubricado por su semen. No pasó mucho tiempo antes de que me acostara boca arriba sobre la cama, separando mis piernas para ponerlas sobre sus hombros, antes de metérmela y empezar a follarme con estocadas duras y profundas. Su polla enorme me llevó al cielo. Cuando mi erección comenzó al palpitar entre mis dedos por mi segunda eyaculación, el hombre aumentó los movimientos adentro de mi ano, gimiendo muy alto mientras las paredes internas de mi cuerpo se apretaban imposiblemente alrededor de él.
Cuando recuperamos la respiración lentamente nos fuimos quedando dormidos. Poco tiempo después me dio un apretón en el hombro para despertarme, y me volvió a follar.
Por la mañana fui yo quien lo despertó con una mamada. Después de que se corriera dentro de mi boca, lo llevé al baño y tomamos una ducha juntos. Cuando estuvimos secos y vestidos, le tomé de la mano y salimos de la habitación privada.
Los demás invitados ya se habían ido a sus respectivas habitaciones en el hotel. Las únicas personas que quedaban en el salón de eventos eran el jefe y las chicas.
Antes de despedirse el prometido me dio un beso en los labios frente a todos.
-Te volveré a ver muy pronto,- me prometió.
*
Estábamos cenando en el comedor de la cubierta del yate. Llevábamos varias horas en altamar, habíamos desatracado del puerto justo después de salir del hotel. El jefe estaba muy contento.
-La despedida de soltero fue un completo éxito, chicas. Todos los invitados les dejaron un bono bastante bueno. Cincuenta mil dólares que serán repartidos de forma equitativa.
Las chicas sonrieron y comenzaron a chocar sus manos en el aire en señal de triunfo.
-Las felicito, chicas,- les dije con una sonrisa honesta.
-David, no te preocupes, a ti también te dejaron un regalo. Cien mil dólares. Además, el invitado de honor apartó dos citas contigo para los siguientes meses. Jean Claude te tiene reservado por cuatro días el mes que sigue, cuando estemos en Monte Carlo. Te ha invitado a la fiesta de cumpleaños de su hijo, es un chico de q****e años. Anne estuvo con él en su fiesta del año pasado. También me notificaron ayer que Jean Claude ha enviado a un mensajero con un regalo para ti. Nos está esperando en Miami, en donde tienes programadas dos citas. Ambas por pedido. Tengo que preguntarte algo. ¿Qué estás haciendo diferente? Es lo que les falta a mis chicas.
-No lo sé, jefe. Simplemente hago lo que creo que les gustaría hacer. Por ejemplo, con Jean Claude, es un hombre francés, les gusta creer que son los mejores amantes del mundo. Cuando estábamos follando le dije que me encantaba tenerlo adentro de mí, y que me fascinaba que me metiera su enorme polla. Ya sabe, ese tipo de cosas.
-¿Eso es todo? ¿Sólo les dices que te encanta?
-Pues, sí. Y después se los demuestro, cuando estoy disfrutando. No es mentira que me encanta su polla. Aunque, a decir verdad, a mí me fascinan todos los penes. Hasta ahora no he encontrado uno solo que no me guste.
-Ah… ok. Entonces tu secreto es… que te gusta.
-Sí, es lo mismo que me dijo Jean Claude. A veces las mujeres son difíciles de complacer. A mí de verdad me gusta el sexo, y me gusta demostrarlo. Por lo que he visto, existen chicas que ni siquiera muestran entusiasmo. Yo sí. Es como si no pudiera esperar a tener más y más y más.
-Muy bien… ya escucharon a David, chicas, tienen que actuar como si de verdad estuvieran disfrutando el sexo, si es que quieren recibir bonos tan buenos como los de él,- les ordenó el jefe.
-No, eso no fue lo que dije. De verdad deben de disfrutarlo, no simplemente fingir que lo hacen. A nadie le gusta estar con alguien que está fingiendo sentir placer. No existen palabras mágicas como ‘oh, sí, métemela toda papi’ mientras en su mente están pensando de qué color quieren pintar la cocina,- les expliqué.
-Odio cuando una mujer finge tener placer,- dijo el jefe con un asentimiento de cabeza.
-Bueno, creo que para los hombres es muy difícil fingir ese tipo de cosas. Mis gemidos son reales, mis erecciones son reales, el semen que eyaculo mientras me follan es real. Eso no lo puedes fingir. A los hombres les gusta que les hagan saber que son buenos en la cama. Creo que las mujeres son muy difíciles en ese aspecto. Yo no. Mientras más pollas para mí, mejor. Grandes, pequeñas, no me importa. Me gustan todas.
El jefe y las chicas me estaban mirando con curiosidad.
-¿Qué? No estoy mintiendo. Creo que soy una puta innata. Denme veinticinco centímetros por diez minutos y seré feliz. Denme diez centímetros por dos minutos, y seré igual de feliz.
*
Unos días después atracamos en Miami. Esa misma noche las chicas y el jefe se organizaron para salir de fiesta a uno de los clubes de la ciudad. Yo simplemente me sentí feliz con la oportunidad para descansar. Me la había pasado viajando o cogiendo por un poco más de una semana, y me sentía exhausto.
Cuando desperté ya era hora del desayuno. Cuando me senté en la mesa vi que las caras de los demás estaban ojerosas.
-David, tienes una cita a las seis de la tarde con Walker,- me indicó el jefe antes de engullir un Alka Seltzer.
Las chicas comenzaron a reírse y me dedicaron miradas burlonas. Me pregunté a qué se debía su reacción.
-No se rían, muchachas. Ustedes tres tienen una cita con los iraníes para esta noche.
-No, jefe, por favor. A esos tipos les apesta el aliento. Y nos tratan como mierda. Además, nunca nos dejan propina.
-Pues se aguantan, porque esos hombres gastan dinero como si fuera agua,- dijo el jefe con una risita.
*
Marc y yo llegamos al hotel donde tenía asignada mi cita a las seis en punto.
-Cuando termines te estaré esperando en la recepción,- me indicó.
-¿Me vas a esperar? ¿No me voy a quedar toda la noche?
-Lo dudo mucho. El jefe me dijo que es muy probable que no te tome mucho tiempo.
-Oh… ok, pero si no regreso contigo en una hora, mejor vuelve al yate y te veré mañana temprano, ¿te parece bien?
La suite del señor Walker se encontraba en el último piso del edificio. Cuando toqué la puerta de madera con mis nudillos fui recibido por un hombre corpulento que medía casi dos metros de alto. Era el humano más grande que hubiera visto en mi vida. Era tan musculoso que, si lo atropellaba un automóvil, probablemente el más dañado sería vehículo.
El hombre me hizo una seña para que entrara y me guio hasta la habitación principal.
-Muchas gracias, Remy. Puedes dejarnos a solas,- Walker le dijo al gigante.- Así que, tú eres el famoso David. Me han contado que eres el mejor.
-No sé si eso sea cierto, señor.
-Pues eso es lo que cuentan las malas lenguas. Después de todo, si ahora me voy a acostar con maricones, será mejor que lo haga con el mejor de todos. Así tendré un punto de comparación.
-¿Maricones?
-Sí, como tú. En mi vida he compartido la cama con tres esposas, e incontables putas. Ninguna de ellas valía un maldito centavo. Quiero decir, ¿qué tan difícil puede ser mujer? Su única obligación es abrir las piernas. Ven aquí, y enséñame lo que puedes hacer,- me ordenó y entonces se quitó la bata que tenía puesta y la dejó caer en el suelo.
Walker era un hombre de cuarenta y cinco años, delgado y con mirada severa. Cuando quedó desnudo su verga estaba dura. Le medía unos doce centímetros, pero era bastante gruesa.
-A los mariquitas les encanta mamarla, ¿no?
-¿Mariquitas?
-Sí, a los homosexuales. Les fascina meterse pollas entre los labios. Ninguna de mis esposas hizo eso por mí.
-¿Y usted alguna vez trató de comerles el coño?- le repliqué. Estaba comenzando a ponerme furioso.
-¿Pero qué dices? ¡Claro que no! Mi padre jamás le hizo tal cosa a mi madre. Estuvieron casados por cuarenta años, y cada sábado por la noche, como un reloj, ella abría las piernas para él y terminaban con el asunto.
-Su madre fue una santa, y su padre un imbécil,- le dije, y me di la vuelta para salir de ahí.
-Ven aquí, pequeño hijo de perra. Mi padre fue…- dijo Walker con tono severo, dando unos pasos hacia mí.
En ese momento me di la vuelta y le grité:
-¡Un idiota! ¿Él fue su guía en el mundo del sexo?
El hombre se detuvo de repente frente a mí.
-Pues… claro que sí.
-¿Cuál fue la razón de los divorcios con sus esposas? Quiero decir, lo que motivó que dejaran su patético trasero.
Walker se quedó sorprendido. Estoy seguro de que no estaba acostumbrado a que nadie le hablara en ese tono. Su boca estaba abierta de par en par, y vi que su verga comenzaba a reblandecerse.
Entonces cambié mi expresión a una más empática y di unos pasos hasta estar frente a él. Levanté una mano para tomar la suya.
-Estamos solos. ¿Por qué lo dejaron?- le pregunté, mostrándole preocupación genuina.
-Ellas… uh… me dijeron que yo… la tengo demasiado pequeña… y que soy inútil en la cama,- dijo finalmente y agachó la cabeza.
-¿Y qué hay de las prostitutas? ¿Ellas decían lo mismo?- le pregunté, levantando la cara para mirarlo a los ojos.
-Nunca me dicen nada, en realidad. Pero es su trabajo, les pago más que bien por unos cuantos minutos de su tiempo. ¿Qué podrían reclamarme?
-¿Unos cuantos minutos de su tiempo?
Estaba comenzando a comprender por qué las chicas se habían reído cuando el jefe anunció mi cita con él. Por su pequeña polla, que se corría rápido.
-¿Esta mañana, cuando me citaste, esperabas que simplemente entrara por la puerta, me pusiera de rodillas y te la chupara? ¿Para después irme como hacen todas las demás?
-Sí, eso supongo. ¿Acaso no es eso lo que hacen los mariquitas como tú?- me contestó.
-Ok. Para empezar, debo decirte que no me gusta que me llames mariquita. De hecho, creo que sería una buena idea que borraras esa palabra de tu vocabulario. Ahora, lo que quiero saber es: ¿por qué pediste una cita conmigo?
-Ya te lo dije, los rumores cuentan que eres el mejor.
-¿En dónde escuchaste eso?
-En nuestro círculo, los últimos días has sido el tema más popular. Aunque primero llamé a Jean Claude para confirmar si lo que todos decían era verdad.
-¿Acaso Jean Claude te dijo que me arrodille frente a él y después de que se corriera en mi boca me fui?
-No, él me dijo que… bueno, que has sido el mejor polvo de su vida.
No pude evitar sonreír. Entonces recobré la compostura.
-Ok, creo que es hora de que tú y yo tomemos un baño juntos,- le sugerí.
-Antes de que llegaras tomé una ducha.
-A veces, un baño es más que sólo eso.
Le guiñé un ojo.
La bañera que estaba en el centro del cuarto no era tan grande como la de Bruno, pero era del tamaño adecuado. Antes de quitarme la ropa abrí las llaves de agua y ajusté la temperatura para que estuviera cálida. Entonces esparcí el jabón para hacer burbujas y sales perfumadas a través de la superficie.
Comencé a desnudarme poco a poco.
-Quítate la ropa y sumérgete en el agua. Esta noche quiero que pretendas que soy una chica,- le instruí.
Walker hizo lo que le ordené. Cuando estuvo en la bañera se sentó con la espalda apoyada en la porcelana.
-Fingir que eres una chica va a ser muy difícil. Tienes una polla colgando entre las piernas.
Una vez que estuvo acomodado le seguí los pasos y me senté entre sus muslos, con mi espalda apoyada en su pecho.
-Pon tus brazos alrededor de mí. Eso es, ahora acaricia mis pezones con la yema de tus dedos. Mmm. Sí, eso me gusta. Trata de pellizcarlos ligeramente. Oh… sí, perfecto.
Volteé mi cabeza sobre mi hombro y le hice una seña para que me besara la oreja.
-Lo estás haciendo muy bien, ahora comienza a frotar mi polla, e imagina que es un coño. Sé que es demasiado grande para ser uno, pero trata de imaginarlo.
Con mucha cautela Walker deslizó su mano de mi pezón derecho, a través de mi abdomen, y al final hasta mi erección. Comenzó a masturbarme con pequeños frotamientos de sus dedos.
-Eso es, se siente muy rico. Ahora méteme uno de tus dedos.
Lentamente sus dedos se resbalaron a través de mi perineo y yo abrí los muslos para darle un mejor acceso, hasta que su dedo medio se encontró con mi agujero y me penetró con él.
Se quedó muy quieto después de que mi esfínter se apretó alrededor de su dedo, así que empujé mi trasero contra su mano para indicarle que podía moverse e ir más profundo. Un momento después comprendió mi mensaje y comenzó a follarme por un par de minutos.
-Creo que estoy listo para que me metas un segundo dedo.
Walker volvió a obedecer mi indicación.
Después de un par de minutos le dije que se detuviera. Entonces me di la vuelta y lo encaré. Envolví mis piernas alrededor de sus caderas y me senté sobre él, con mi agujero posicionado por encima de la punta de su polla dura.
Comencé a besarlo apasionadamente al mismo tiempo que me empujaba lentamente hacia abajo, tratando de que me penetrara con su polla. Y entonces le pregunté:
-¿Cuál es tu cosa menos favorita en el mundo?
Me miró de forma interrogadora, pero después me contestó:
-El golf. Es aburrido y eterno.
-Es horrible. Quiero que imagines que estás viendo un torneo en la televisión. Imagina a esos comentaristas que susurran cada movimiento porque no quieren interrumpir a los jugadores, incluso aunque se encuentran a kilómetros de distancia de ellos.
Entonces, con un empujón rápido de mis caderas, me penetré a mí mismo.
-Oh… mierda, estás muy apretado,- dijo con un gemido.
-Walker, no quiero que pienses en lo que estás sintiendo, trata de concentrarte en lo que estás imaginando.
El hombre cerró sus ojos y se concentró. Cuando estuve seguro de que no iba a correrse, comencé a moverme sobre su cuerpo, follándome con su polla debajo del agua.
-Si crees que estás a punto de correrte, quiero que me lo digas.
-Estoy a punto de correrme,- me dijo de forma instantánea.
Dejé de moverme.
-Concéntrate, Walker, creo en ti.
-Vale, vale.
Después de un rato volví a mover mis caderas. No pasó más de un minuto antes de que me avisara que estaba a punto de correrse.
Repetimos el mismo proceso en varias ocasiones hasta que ya no pudo contenerse y me llenó con su semen.
Cuando terminó de eyacular y recuperó su respiración me dijo:
-La tengo demasiado pequeña, ¿verdad?
-Para serte honesto he visto pollas más grandes, pero también más pequeñas.
Lo que no le dije fue que las pollas más pequeñas pertenecían a niños que ni siquiera habían alcanzado la pubertad.
-Por eso es necesario que aprendas sobre sexo. Tengo la impresión de que tu padre pensaba que follar se trataba del placer del hombre, y nada más. Pero eso es equivocado, se trata de dos personas disfrutando de sus cuerpos. Si solamente lo goza uno, es como si simplemente te masturbaras. Las mujeres de hoy, exigen que sus parejas les cumplan en la cama. Cualquier otra cosa no debe existir.
Durante el transcurso de la noche volvimos a follar tres veces. Cada una de ellas era mejor que la anterior. Incluso me había provocado un orgasmo mientras lo montaba. Se sintió muy orgulloso de ello cuando vio las gotas perladas de mi corrida brillando a través de su pecho.
Cuando el reloj marcó las seis de la mañana comencé a vestirme. Walker salió de la habitación para darle instrucciones a Remy, ordenándole que me llevara al yate del jefe sano y salvo.
Antes de salir por las puertas de la suite, me di la vuelta para darle un beso de los labios, y le dije que sería una buena idea masturbarse una o dos veces al día.
Que no precipitara sus orgasmos, y que cada vez que sintiera que estaba a punto de correrse se detuviera.
-Gracias, David. De verdad eres el mejor.
-¿El mejor maricón?
-No conozco esa palabra,- me dijo sonriendo.
*
Marc estaba esperando por mí en la recepción del hotel. Se mostró sorprendido cuando Remy se ofreció a acompañarnos de vuelta al yate del jefe. Una vez que llegamos al puerto, Remy nos siguió dentro de la nave. El jefe puso una cara asustada cuando vio que Remy llegó con nosotros. Se puso de pie cuando se percató que el gigante se acercaba a él.
Entonces Remy se metió una mano en la solapa del traje, sacó algo y se lo entregó al jefe. Después se agachó un poco para susurrar algo en su oído. El jefe agitó su cabeza en un gesto de incredulidad. Antes de irse, Remy me dedicó una sonrisa y me guiñó un ojo. Cuando levanté la vista pude ver que el jefe se colapsaba sobre su asiento.
-¿Se encuentra bien?- le pregunté.
-¿Qué demonios le hiciste a Walker?
-Nada, señor. Se lo juro. ¿Qué fue lo que le dijo Remy?
-Quiero que sepas que Walker no es la clase de hombre con el que quieras tener problemas. Los líderes de naciones pequeñas han desaparecido cuando no quisieron cooperar con él. Me mandó decir que debo cuidar muy bien de ti, o si no Remy se hará cargo de mí.
En ese momento el jefe abrió el sobre de papel que Remy le había entregado.
-Maldita sea. Marc, deposita este cheque en la cuenta personal de David,- ordenó, entregándole el papel a mi escolta.- ¿Quieres contarme lo que sucedió anoche? ¿Por qué te quedaste con él tanto tiempo? Generalmente las chicas no pasan más de media hora en su habitación.
-Pues, casi escapo de ahí en menos de un minuto,- le repliqué.
Las chicas asintieron con la cabeza e hicieron sonidos de comprensión.
-Antes de irme le dije que su padre fue un imbécil y que…
-¡¿Hiciste qué?! Dime por favor que estás mintiendo. ¿Tienes idea de quién es ese hombre? ¿De quién fue su padre? Jesucristo. ¿Y luego qué pasó?
-Después tomamos un baño…
-¿Tomaste un baño con Walker?- soltó una risita un poco histérica.
-Y después pasamos la noche juntos. Hasta la hora del desayuno, que fue cuando Marc pasó a recogerme.
-¿Y dormiste toda la noche en su cama? ¿Y cuántas veces lo… hicieron?
-Cinco o seis, la verdad es que no estaba contando. Incluso hizo que me corriera una vez.
Las tres chicas me miraron con incredulidad y dijeron al unísono:
-¡Mentiras!
-Es imposible que Walker te haya provocado un orgasmo. No dura ni treinta segundos en la cama, sin mencionar que no le interesa el placer de su pareja. Simplemente nos ordena que abramos las piernas y ya,- agregó Anne.
-Bueno, pues así fue. Y a mí me gustó también.
-David, tienes que ser más cuidadoso. Algunas de las personas con las que hago negocios son muy peligrosas.
-No lo sabía, jefe. Quizás la próxima vez que decida mandarme a la casa de algún psicópata podría darme una advertencia. O quizás está tratando de matarme.
-Lo siento mucho. Admito que cuando te mandé con Bruno la primera vez no esperaba que regresaras en una sola pieza. Pero con Walker no tuve opción. Pidió una cita contigo, y nadie le dice que no a ese hombre. Por lo general pide a mis chicas y es fácil, porque no les toma más que unos minutos. Aunque, si piensas que es buena idea llamar idiota a su padre sin ninguna consecuencia, eso es tu culpa.
En ese momento nos interrumpió uno de los mayordomos y le entregó un teléfono. El jefe se mostró molesto por haber sido interrumpido, y contestó con dureza.
-¿Hola?... Oh, Walker, justo estábamos hablando de ti… Sí, recibí tu mensaje… ¿Qué se te ofrecía?... Sí, están disponibles… Jesús, cuando dices Estados Unidos, ¿te refieres a la Casa Blanca?... Vale, comprendo que esto debe ser información confidencial… ¿De cuánto dinero estamos hablando?... ¡Mierda! ¿Y cuánto dinero me toca a mí?... Me parece perfecto, cuenta con ello, ¿estás seguro de que no necesitas nada más?... Vale… Sí, David está aquí conmigo, me estaba contando que la pasó fenomenal contigo… No lo sé, su agenda está bastante ocupada. Dentro de dos semanas iremos a Monte Carlo, lo han invitado a la fiesta del hijo de Jean Claude y pasará varios días con ellos… En cuanto se encuentre disponible te lo haré saber. Serás el primero en mi lista de espera… Ok, trato hecho. Estaremos en contacto. Adiós.
-¿Está todo bien, jefe?
-Sí, no te preocupes.
*
Parecía que todos los adolescentes millonarios de Francia habían asistido a la fiesta. El hijo de Jean Claude, Étienne, era un chico muy atractivo. Había heredado los mejores genes de ambos de sus padres.
Ya había visto a su madre desde la distancia, y era una mujer hermosa.
Llegué temprano al evento, pero cuando empezó a llegar la multitud, me fundí entre ellos. Jean Claude me había ordenado que tenía que reunirme con su hijo después de que todos los invitados se hubieran ido, incluida su madre.
Después de ver por primera vez a Étienne, me sentía un poco ansioso por conocerlo. Era un chico precioso.
Estaba esperando en la habitación que me había asignado Jean Claude, cuando la puerta se abrió lentamente y por la abertura se asomó Étienne. Cuando su mirada se encontró con la mía, se quedó quieto por un momento, pero después entró y cerró la puerta detrás de él.
-Oh… yo… lo siento, creo que me he equivocado de habitación.
-No, estás en la habitación correcta.
-No esperaba que fueras un… quiero decir… ¿mi padre te envió aquí?
-Sí.
-Pero eres un chico. Pensé que enviaría a una mujer. El año pasado así fue… espera un momento, ¿acaso mi papá piensa que soy…?
-¿Te gustaría que me vaya? Puedo enviar a alguien más, si quieres.
-¡No!- me respondió bastante rápido.- ¿Pero por qué te envió a ti? Viniste a… no sé cómo decirlo…
-¿Por qué mejor no vienes aquí y te sientas a mi lado?- le sugerí y di unos golpecitos sobre el colchón con mi mano.
Étienne me obedeció y cuando estuvo sentado volteó a mirarme.
-Dime exactamente para qué viniste.
-Para hacer lo que tú quieras. Podemos quedarnos aquí y platicar, o jugar videojuegos, o salir a dar un paseo en el jardín. Lo que tú me ordenes, lo haré.
-Ya veo. Lo que pasa es que el año pasado mi papá contrató a una chica para que tuviera sexo conmigo,- me explicó.
-¿Entonces viniste con la esperanza de meterle la polla a alguien?- le pregunté.
-Sí, eso supongo.
-Está bien, entonces eso es lo que haremos,- le dije y comencé a desabotonar su camisa.
-¡Espera! No puedo tener relaciones sexuales contigo. ¿Qué va a pensar mi padre?
-Si tú no le dices nada, yo tampoco. Él fue el que me envió aquí para hacer lo que tú quisieras. Si quieres tener sexo, estoy dispuesto a hacerlo. Aunque, si cambias de opinión, creo que jugar videojuegos es menos divertido que chupártela…
-¿Lo dices en serio? ¿Estarías dispuesto a chupármela?
-Sí, ¿alguna vez te lo han hecho?- le pregunté, comenzando a desabrochar su cinturón.
-No, el año pasado solamente follé con la chica una vez.
-¿Sólo una vez? ¿Por qué?- le pregunté para mantenerlo distraído mientras desabotonaba su pantalón y le bajaba la cremallera. Levantó sus caderas distraídamente cuando fue el turno de quitarle los pantalones.
-No lo sé, me sentía muy nervioso, y me tomó mucho tiempo tener una… erección. Fue algo muy frustrante para los dos, así que cuando me corrí se vistió inmediatamente y se fue. Me sentí muy feliz cuando vi que cerró la puerta detrás de ella,- explicó Étienne.
Pude ver que el contorno de su polla dura se marcaba a través de la tela de los calzoncillos.
-Parece ser que hoy no estás teniendo ese problema,- le dije, y di un pequeño apretón a su pene por encima de la ropa.
-Mmm, no, hoy no me ha costado trabajo.
-Creo que eres un chico muy guapo, Étienne,- le dije, y entonces le quité los calzoncillos, deslizándolos a través de sus muslos. Su polla se quedó atrapada por un momento en el elástico, pero después rebotó contra su abdomen cuando fue liberada. La tenía un poco más grande que su padre.- También creo que tienes una polla hermosa,- le dije honestamente.
-¿De verdad piensas eso?
-Te lo juro. ¿Puedo tocarla?
Asintió con la cabeza ligeramente.
Con mi mano empujé su pecho para indicarle que se acostara, después separé sus rodillas para tener espacio y me arrodillé entre ellas sobre el suelo, y luego, sin perder más tiempo, envolví mi boca alrededor del glande.
-¡Oh, dios!
Cuando sus rodillas dejaron de temblar, comencé a mover mi cabeza de arriba abajo, masturbando su verga con mis labios, y dando pequeñas pausas sobre la punta para lamerla y revolotear mi lengua alrededor de ella. Los ojos de Étienne estaban cerrados fuertemente, y sus labios estaban separados, dejando escapar ligeros gemidos.
Después de un rato, Étienne recorrió su cuerpo por encima de la cama para estar acostado más cómodamente. Sin dejar escapar su erección de mi boca, también me subí en la cama y me arrodillé entre sus muslos.
Me separé de su entrepierna por un momento para admirar su cuerpo. Él era el primer chico con el que me acostaba desde que había dejado el orfanato. Me sentía tan afortunado de tenerlo desnudo frente a mí.
Un momento después me agaché para engullir su verga, introduciéndola hasta mi garganta. No podía esperar más para probar su semen.
-Espera un momento,- me ordenó Étienne y detuve mis movimientos.- ¿Puedo verte desnudo también?
Felizmente me puse de pie por encima de él y comencé a quitarme la ropa. Sus ojos observaron cada movimiento que hice. Primero mi corbata, después los botones de mi camisa, luego mi cinturón y el pantalón; cuando llegué a los calzoncillos le guiñé un ojo y me di media vuelta, para después bajarlos a través de mis piernas, agachándome para darle un espectáculo con mi trasero. Entonces me di la vuelta, le mostré mi erección, y me dejé caer de rodillas sobre el colchón.
Comencé a gatear sobre la cama, hasta que mi culo estuvo cerca de su cara y su verga estuvo debajo de mis labios. Étienne comprendió mi indirecta, así que me separó las nalgas con las palmas de sus manos y comenzó a darme pequeños besos en el agujero.
Dejé que echara a volar su imaginación por un rato, antes de decirle.
-Mi trasero es tuyo, si es lo que deseas.
-¿Qué?- me contestó, separando su boca de mi ano.
-¿Te gustaría follarme?
-Dioses, sí, por favor,- contestó Étienne con un jadeo.
Metí mi mano debajo de una de las almohadas y saqué la botella de lubricante. Entonces comencé a esparcirlo por toda la longitud de su erección, mientras el chico revoloteaba su lengua sobre mi agujero ansioso y dilatado.
Cuando terminé de lubricarlo, separé mi trasero de su cara, y me acomodé para sentarme a horcajadas sobre él, deslizando la abertura de mis nalgas sobre su polla dura.
-¿Estás seguro de que quieres hacerlo? No quisiera lastimarte.
-No me importa si duele. Deseo tenerte adentro de mí,- le dije con un susurro y me agaché para besarlo en los labios.
Con mis dedos agarré la asta de su verga y acomodé su glande hasta que estuvo por debajo de mi entrada, y entonces comencé a sentarme y a empujar mi ano contra él. Mi esfínter cedió ante la presión de buena gana, y con una sola estocada de sus caderas me penetró hasta la base.
-Oh, dioses. Estás tan caliente y apretado.
-Joder, Étienne, tu polla se siente asombrosa,- dije, separando un poco mis nalgas con mis manos para que pudiera ir más profundo.
Mientras mi trasero tomaba una y otra vez cada centímetro de su verga, Étienne comenzó a gemir de placer. Sabía que esta era la segunda experiencia sexual en su vida, así que lo monté lentamente para evitar que se corriera pronto. Con cada penetración que me hacía, yo apretaba los músculos de mi esfínter, tratando sentir la extensa longitud de su polla dentro de mi cuerpo.
Después de unos minutos, Étienne, entre jadeos, me dijo:
-¡Detente! ¡Detente! Estoy a punto de correrme.
Detuve mis movimientos, pero después de un minuto de espera, el chico me agarró de la cintura y dimos una vuelta sobre la cama, posicionándome debajo de él. Sin mayor espera envolví mis manos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su cintura, mientras me metía su polla entre las nalgas, tan rápido que pude sentir a sus testículos chocando contra mi piel.
Étienne miró hacia abajo, al lugar donde nuestros cuerpos se unían.
-Dioses, eres un niño maravilloso.
Entonces comenzó a sacarme la polla poco a poco, hasta que solo tuve su glande atravesando mi ano, y luego, sin mayor preámbulo, me la metió en un solo movimiento, una y otra vez. Sus manos se envolvieron en mis hombros cuando empezó a moverse aún más rápido.
-Por dios, Étienne, te sientes tan bien adentro de mí,- le susurré por encima de su oreja.
Él simplemente me miró a los ojos.
-¿Lo dices en serio? Quiero decir, ¿es verdad que lo estás disfrutando?
-Sí, me fascina, quiero que te corras adentro de mí.
En ese momento me cubrió los labios con los suyos, y aceleró el ritmo de sus penetraciones. En mi interior podía sentir cómo su polla expandía y se abría paso en la calidez de mi recto, rozando mi próstata en cada movimiento hasta que ya no pude aguantar y tuve un orgasmo.
Cuando las paredes internas y mi esfínter se apretaron alrededor de su verga, Étienne rompió nuestro beso y dejó escapar un gemido muy alto cuando él también comenzó a venirse. Una vez que su polla dejó de palpitar abrió los ojos para mirarme con una sonrisa.
-Esta es la cosa más increíble que haya hecho en mi vida.
-Yo también,- le contesté honestamente.
El aire frío comenzó a enfriar mi semen, el cual mojaba mi abdomen y el de Étienne. Cuando sentimos un escalofrío miramos la humedad entre nosotros y no pude evitar sonreír.
-¿Hice que te corrieras?
-Al parecer. Y eso que ni siquiera me estaba masturbando.
Una expresión de orgullo se expandió por toda su cara. Su polla no se había reblandecido, seguía erecta y adentro de mis nalgas. Entonces, sentí que sus caderas volvían a moverse para volver a penetrarme.
-¿Estás listo para nuestra segunda vez?- pregunté.
-¿Quieres descansar?
-Para nada, no quiero que me la saques nunca,- le contesté, abriendo más mis muslos para acunar sus caderas.
En esa ocasión duramos más tiempo cogiendo, incluso su polla me provocó dos orgasmos. Étienne se mostraba fascinado cada vez que sentía que mi verga palpitaba entre nuestros cuerpos y aún más cuando veía los girones de esperma saliendo de la hendidura de la punta.
Cuando terminamos de follar, se quitó de encima de mi cuerpo y nos metimos debajo de las sábanas.
-Estoy sorprendido de lo bien que hablas inglés,- le dije con tono de admiración.
-Pasé dos años de intercambio en un internado de Connecticut. También hablo alemán e italiano.
-Es impresionante,- contesté.
-En realidad, no. Gran parte de la población europea habla varios idiomas. ¿Sabes cómo le llamamos a alguien que sólo habla un idioma?
-¿Unilingüe?- pregunté.
-No, estadounidense,- dijo con una risita.
-Oh, pero que gracioso. Voy a hacer que te arrepientas de decir eso,- lo amenacé y agarré su polla.- La próxima vez que quieras meterme esto, puede que te diga que no.- Me miró como un perrito herido.- Aunque pensándolo bien, te perdono, con esa carita jamás podría negarte nada.
Entonces Étienne se inclinó hacia adelante y me dio un beso antes de apagar la luz e irnos a dormir.
*
La mansión de Jean Claude se encontraba en una hermosa campiña francesa. Los terrenos y los jardines estaban bien cuidados. Étienne y yo tomamos largas caminatas por los terrenos durante mi estancia. En una de esas ocasiones nos detuvimos debajo de un árbol e hicimos el amor bajo su sombra, al lado de un pequeño riachuelo.
Por las tardes me enseñó a montar a caballo, y cuando me sentí seguro de hacerlo por mí mismo, me retó a una carrera. Cuando estuvimos a solas y en medio de un claro del bosque, Étienne me ayudó a bajar del mío, me desnudó y me besó por todo el cuerpo, hasta provocarme un orgasmo cuando envolvió su boca en mi polla.
Me sentía enamorado de él. Y creo que Étienne también pensaba lo mismo. Todo el tiempo que estuve ahí, nos la pasamos juntos. La mayoría de las veces no hacíamos más que hablar y follar. En la cama era un gran amante, y pronto me sentí adicto a su cuerpo y a su polla, incluso más que con Carlos.
Aunque sabía perfectamente que no podíamos estar juntos. Y él también. Así que disfrutamos al máximo el tiempo que compartimos durante esos días.
*
Marc se reunió conmigo en el aeropuerto de Paris. Teníamos vuelos reservados para regresar a Miami y reunirnos con el jefe. Cuando llegamos al yate, Remy, el hombre gigante y escolta de Walker, nos estaba esperando en el muelle. Nos custodió hasta que abordamos y entramos a la sala principal. Una vez adentro estrechó la mano del jefe, quien se sentía confundido por la presencia del guardaespaldas. Sin embargo, su visita fue breve, porque simplemente le dijo algo al oído, y cuando iba de camino hacia la salida, el gigante me entregó un sobre de papel, me sonrió y me dijo adiós.
Abrí el sobre con dedos temblorosos. Adentro había una nota:
David,
Quiero mostrarte lo agradecido que estoy por todo lo que hiciste por mí. Te cuento que hay una mujer maravillosa en mi vida, la conozco desde hace mucho tiempo, y ahora, gracias a ti, por fin tuve las agallas para invitarla a salir y me siento enamorado. Le pedí que se casara conmigo.
También, gracias a ti, creo que por fin tendré un matrimonio duradero porque he adquirido habilidades que ni siquiera conocía.
Siempre estaré en deuda contigo. Si algún día puedo hacer algo por ti, no dudes en llamarme.
Walker.
Dentro del sobre también había un cheque, estaba a mi nombre por una cantidad de cinco millones de dólares. Me quedé sin aire por un instante, le entregué el sobre al jefe, quien leyó la nota y después miró el cheque.
-Mierda,- dijo y lo pasó para que las chicas también pudieran verlo. Cada una de ellas tuvo la misma respuesta que él.
Unas semanas después recibí la invitación a su boda. Fue organizada por el jefe en una de las mansiones de Walker en Hawái. Cuando me presentó ante su nueva esposa, Walker le dijo que era su ahijado. Abracé a ambos para felicitarlos.
*
Un día Bruno, el primer hombre con el que había tenido sexo trabajando, me llamó. Acepté su invitación y le pedí al jefe que arreglara una cita con él. Me asignaron un helicóptero para llegar a su barco. Cuando llegué, el mayordomo me guio hasta su habitación. Bruno se mostró muy feliz de verme de nuevo y le hice saber que el sentimiento era mutuo.
Llevaba puesta una bata, la tenía abierta por la parte frontal, dejando ver que estaba desnudo debajo de ella. Una erección se asomaba entre las cortinas de la ropa. Una vez que terminamos de saludarnos presionó un botón en el escritorio principal. Un minuto después la puerta de la habitación se abrió y a través de ella entró un chico pequeño.
Era un niño muy lindo. Tenía el cabello rubio, ojos azules, y se veía de unos dz u oe años.
-¿De qué se trata esto?-le pregunté a Bruno.
-La primera vez que viniste conmigo, me sentí sorprendido por mi respuesta hacia ti. Jamás había tenido una experiencia gay, ni siquiera me había fijado en otros hombres antes. Aun así, me la pusiste dura como nunca en mi vida, e hiciste que me corriera. Por primera vez en años. Después de mucho analizarlo me di cuenta de cuál era la razón. Fue tu belleza y tu juventud. Empecé a fijarme en chicos de tu edad, y comenzó a gustarme, porque me recordaban a ti. Pero algo me faltaba, no estaba satisfecho. Quería algo para mí, de carne y hueso. Este chico fue rescatado de un orfanato europeo. Quiero que te lo folles y le enseñes cómo disfrutar.
-Pero Bruno, a mí me gusta que me follen, no al revés.
-Bueno, pues es hora de que aprendas cómo hacerlo, quiero que sea un niño tan bueno como tú.
-Ok, ¿me puedes dejar a solas con él por unos minutos? No puedo follar bajo presión.
-Claro, no hay problema.
Bruno salió de la habitación y me di la vuelta para mirar al otro chico.
-¿Hablas inglés?
Agitó su cabeza en señal negativa.
Tenía que pensar rápido.
Tomé una revista que estaba descansando sobre la superficie del escritorio y hojeé a través de sus páginas hasta que encontré algo que me pudiera servir. Encontré el anuncio de una familia en Disneylandia. En la imagen había dos niños con sus padres, pasándola increíble en sus vacaciones.
Apunté con mi dedo a uno de los niños y dije ‘niño’ y lo señalé a él. Después moví mi dedo hacia la mujer y dije ‘mamá’. Y al final hacia el hombre, ‘papi’.
Vi que el chico estaba confundido, así que apunté a la puerta por la que Bruno había salido, y volví a señalar al hombre de la foto y repetí: ‘papi’.
El chico soltó una risita.
Entonces me llevé la palma de mi mano hacia mi boca, y después la alejé lentamente de mis labios.
-Di,- hice una pausa,- papi.
De forma tímida respondió:
-Papi.
Asentí con la cabeza con alivio. Estábamos progresando. ¿Cómo le explicaba el resto?
Volví a señalar la puerta y dije ‘papi’. El niño asintió, indicando que me comprendía. Entonces deslicé mi dedo a través de mi garganta, como si la estuviera cortando, y después apunté con mi dedo hacia él.
Sus ojos se abrieron de par en par por el miedo. Había comprendido el mensaje.
Me llevé la mano derecha hacia mi corazón, y la izquierda la puse sobre el suyo, para indicarle que quería ayudarlo. El chico volvió a asentir con la cabeza, pero me miró de forma interrogadora.
Para hacerle saber lo que estaba a punto de pasar, señalé con mi dedo entre nosotros dos de un lado a otro, luego hice un aro con mi pulgar e índice de mi mano izquierda, y empujé mi dedo medio de la mano derecha a través del aro, una y otra vez.
El chico comprendió lo que teníamos que hacer. Sus ojos se volvieron a abrir mucho y negó lentamente con la cabeza.
Volví a apuntar hacia la puerta, después señalé entre nosotros, y después a través de mi garganta.
El chico puso cara seria, pero asintió con la cabeza.
Más progreso. Y ahora, para el espectáculo.
-Di… sí,- le instruí.
-Sí,- repitió.
-Di… sí, papi.
-Sí, papi.
-Di… oh, dios.
-Oh, dios.
Chico listo. Quizás podríamos salir vivos de esa.
Entonces me acerqué a él y le quité la playera que llevaba puesta, después le desabroché los pantalones y los dejé caer al suelo sobre sus pies descalzos. Cuando volteé a mirarlo pude ver que tenía una expresión de miedo, pero también veía valentía en sus ojos. No se resistió cuando metí mis pulgares en el elástico de sus calzoncillos, pero cuando iba a quitárselos me agarró de las muñecas para detenerme. Me miró a los ojos y me enterró un dedo en el pecho como diciendo: tu turno.
Di un paso hacia atrás y comencé a desvestirme, quedando solamente en ropa interior. Entonces el chico movió sus manos y enganchó sus pulgares a través del elástico de sus calzoncillos, después hizo una pausa para que yo hiciera lo mismo. Le seguí los pasos, y nos bajamos los calzoncillos a través de las piernas al mismo tiempo.
Con la ropa interior descansando alrededor de nuestros tobillos nos quedamos de pie uno frente al otro, admirando nuestros cuerpos desnudos. Era la primera vez que veía desnudo a un chico tan hermoso y tan menor como él de manera sexual. Sospeché que para él también era la primera vez haciendo eso, pero no estaba seguro de ello.
Cuando bajé la mirada hacia su entrepierna pude ver que tenía una erección, la cual le medía unos doce centímetros, y apuntaba hacia su ombligo lampiño. Mi verga respondió ante la vista y se puso dura de forma inmediata y comenzó al palpitar contra mi pubis. Me sentía muy nervioso. Ya sabía que iba a tener problemas para comunicarme con él, pero no sabía cómo respondería mi cuerpo cuando llegara la hora de penetrarlo.
Lo tomé de los hombros y lo empujé ligeramente hacia atrás para indicarle que se subiera a la cama. Cuando comprendió mi orden se dio media vuelta, trepó por el borde y gateó hasta quedar de rodillas en el centro del colchón. Le volví a hacer otra señal para que se acostara boca arriba. Me obedeció y extendió su cuerpo desnudo sobre las sábanas, con los brazos muy quietos a cada uno de sus lados. La situación no iba a ser fácil para ninguno de los dos.
Traté de recordar todas las cosas que había aprendido desde mi primera vez con Gray. En ese entonces jamás me habría imaginado que le podría dar un uso a esa información. Después de un minuto de reflexiones me trepé a cama y me arrodillé a un lado del chico, entonces me agaché lentamente y lo besé en la boca. Sus labios estaban cerrados apretadamente, de esa forma en que hacen los niños que se niegan a tomar su medicina. Me separé un poco, y le dediqué una sonrisa para que se relajara, con mi boca hice una seña para que aflojara los labios y me permitiera darle un mejor beso.
El chico comprendió el mensaje, dejó de apretar la boca y me sonrió de vuelta. Entonces lo volví a besar y lentamente levanté una mano para acariciar uno de sus pezones; después separé nuestros labios y fui dando pequeños besos a través de su cuello y su pecho, hasta llegar al pezón que le estaba acariciando. Reaccionó como si estuviera sintiendo cosquillas, así que volví a levantarme para dedicarle una mirada de reproche, hasta que volvió a relajarse y dejó de reírse.
Regresé a su pezón, mojando con mi lengua su piel rosada, y, cuando lo noté completamente relajado, llevé una de mis manos hasta su erección. Se sobresaltó un poco cuando envolví mis dedos alrededor de la asta, pero no me alejó. Yo sabía que tenía que tenerlo derretido bajo mi cuerpo para que la impresión de lo que haríamos fuera menor, así que volví a mover mi boca, esa vez a través de su abdomen hasta que su glande se encontró con mis labios, lo cuales se envolvieron alrededor de la punta y comenzaron a retraer el prepucio para descubrir la hendidura y el frenillo del pene. Di unos cuantos lengüetazos cuando sentí que su glande quedó completamente descubierto, haciéndole sentir placer con la calidez de mi boca.
Después de un rato, volví a levantarme y comencé a besarlo más apasionadamente. Una de las manos del chico se envolvió alrededor de mi erección, la cual se encontraba empapada con preseminal.
Una vez que me sentí listo para llevar las cosas al siguiente nivel me acomodé para acostarme encima de él, indicándole que abriera los muslos para alinear nuestros cuerpos y para posicionar mi verga dura por encima de su pequeña entrada. Antes de continuar lo miré a los ojos y traté de transmitirle a través de mis pupilas que todo iba a estar bien, antes de lubricar mi polla con una generosa cantidad de lubricante. El chico me miró con un poco de temor, pero después asintió con la cabeza y apretó los ojos. Comencé a empujar mi cadera contra su cuerpo. El niño soltó un pequeño gemido de dolor, así que me detuve en lo que su ano se acostumbraba a la invasión, una vez que sentí que su esfínter se relajó alrededor de mí, volví a empujarme dentro de él con una estocada firme y profunda.
Cuando iba por la mitad comenzó a gemir muy alto, con los ojos muy apretados y jadeos pesados. Me sentí un poco mal por él, así que comencé a sacársela, pero entonces escuché que la puerta de la habitación se abría detrás de mí. Supe que Bruno había regresado, seguramente se había sentido atraído por los sonidos que estábamos haciendo.
Con Bruno dentro de la habitación no podía detenerme, así que volví a penetrar al chico con empujones poco profundos de mis caderas, provocando más gemidos, lo cuales invadían la atmosfera. Muy pronto estuve dentro de su cuerpo hasta la base de mi pene, con mis testículos rebotando contra sus nalguitas. Metí y saqué mi erección unas cuantas veces cuando sentí que su esfínter se había relajado por completo.
Por el rabillo del ojo pude notar que Bruno se había quitado su bata y que estaba parado a un lado de la cama, con su erección en una mano. Era hora de poner en práctica lo que habíamos ensayado.
Me agaché sobre el chico y le susurré en un oído.
-Di… sí, papi.
-Sí, papi,- gimió.
-¿Te gusta como te están cogiendo, nene?- le preguntó Bruno.
Volví a agacharme para indicarle lo que tenía que decir:
-Di… oh, sí, papi,- instruí.
-Oh, sí, papi,- repitió él.
Le eché un vistazo a Bruno, y vi que ahora se encontraba arrodillado a un lado de nuestros cuerpos y que tenía su mano izquierda entrelazada con una de las manos del chico, mientras con la derecha se masturbaba rápidamente.
Entonces, sentí que las piernas del niño se envolvían alrededor de mi cintura y que sus brazos se enroscaban alrededor de mi cuello, antes de levantar su cara y comenzar a besarme. Yo le devolví el beso, mezclando nuestras salivas y nuestras lenguas con movimientos suaves y húmedos. Después de un minuto separamos nuestras caras y lo miré a los ojos, le estaban brillando. Había comenzado a disfrutarlo. Podía sentir que sus caderas se levantaban del colchón para encontrarse con las mías, para ir más profundo dentro de su cuerpo.
Volví a susurrarle al oído:
-Di… oh, dios.
-Oh, dios,- gimió.
Bruno se estaba masturbando y gemía ante la vista de lo que estaba presenciando. El chico debajo de mi cuerpo se estaba retorciendo de placer, y yo disfrutaba de la calidez de su ano alrededor de mi polla, la cual estaba a punto de correrse.
Comencé a acelerar el paso, sumergiéndome dentro del recto con estocadas duras.
-Oh, dios… oh, dios… oh, dios…- repetía el chico cada vez que mis testículos chocaban contra sus nalgas.
Estaba aprendiendo muy bien, pensé.
Entonces gritó:
-¡OH, DIOS!
Su culito se apretó intensamente alrededor de mi verga cuando se corrió, tanto que ya no pude aguantar mi orgasmo y eyaculé un par de empujones después. Cuando sentí que girones de esperma se iban a estrellar a mi mejilla levanté la cabeza para observar la polla de Bruno, la cual estaba palpitando y derramando semen por la hendidura de la punta y a través de sus dedos, lo cuales estaban envueltos alrededor de la asta gruesa.
Cuando todos recuperamos la respiración, me quedé acostado encima del chico, el cual seguía con las piernas envueltas alrededor de mi cintura, impidiendo que le sacara mi erección. Unos momentos después, Bruno se levantó de la cama, se puso la bata y salió de la habitación. Entonces volteé a mirar al niño, quien ya tenía los ojos abiertos y me miraba con una sonrisa. Levantó su cara para darme un beso breve. No supe si fue de gratitud o de alivio. De cualquier manera, se sentía sincero y lindo.
Cuando disminuyó la presión de sus piernas alrededor de mi cuerpo aparté mis caderas para retirar mi polla de su agujero, inmediatamente pude escuchar el sonido húmedo de semen escurriendo a través de su ano.
Fui al baño y tomé una toallita húmeda. Regresé a la cama y comencé a limpiar su culito recién follado. El chico me dedicó otra sonrisa mientras movía la toalla a través de su entrada para limpiar los restos de mi semen.
Una vez que terminé de limpiarlo, también lo hice con mi verga semi erecta. El chico se dio cuenta, y dijo algo en un idioma desconocido, antes de quitarme la toallita de la mano para terminar de limpiarme. Cuando terminó, observó mi polla como si la estuviera examinando, como si se preguntara si le había cabido completa dentro de su cuerpo, y por qué le había causado placer.
Me di unos golpecitos en el pecho con mi mano y dije:
-David.
Él puso su mano en su propio pecho y contestó:
-Sven
En ese momento Bruno regresó a la habitación con una botella de agua en la mano.
-Es hora de rehidratarse. David, eres increíble. Creo que este chico va a aprender muy bien de ti.
-Sven hizo mucho del trabajo.
-¿Sven? ¿Así se llama? Sólo llevo un par de días con él y en realidad no hemos hablado nada. Bueno, Sven, eres un niño muy lindo.
-No saber hablar inglés,- le señalé.
-Oh, ya veo. Espera un momento, ¿cómo es que sabes su…? No importa. Nunca dejas de sorprenderme, David.
-¿Cuánto dinero pagaste por él?- pregunté.
-En Europa los niños te salen muy baratos. Pero encontrar a un niño virgen de su edad sale caro. Me costó cincuenta mil dólares. Quería a un chico virgen para ti. Estoy seguro que no tienes contacto con muchos así en tu… línea de trabajo.
-No, ¿puedo preguntarte qué tienes planeado hacer con él?
-Ahora que le has quitado la virginidad, y que sabe que le gusta el sexo, tengo a varios chicos en lista de espera para que se lo follen. Y luego, bueno, la verdad es que no tengo planeado qué haré con él una vez que me aburra.
-Te lo compro. Te daré cien mil dólares.
No quería que Bruno lo arrojara al océano una vez que hubiera terminado con él.
-David, mi querido niño. No tienes idea de lo difícil que fue conseguirlo. Aprecio tu oferta, pero tengo planes para él,- dijo Bruno.
-Entonces te ofrezco ciento cincuenta mil dólares,- contrarresté.
-No se trata del dinero, mi querido niño. Tengo planes. Pero te prometo que cuando termine con él, te lo haré saber y será tuyo. Incluso a su precio original. ¿Qué te parece?
-¿Me lo prometes? Júrame que no lo vas a lastimar mientras esté contigo.
-Te lo prometo. Aunque puede que cuando termine con él su trasero no estará tan apretado como ahora. Ahora descansen, quiero verlos nuevamente después de darme un baño.
Cuando Bruno se fue le expliqué a Sven que a partir de ese momento nadie podía hacerle daño, pero que tendría que repetir lo que hicimos un montón de veces.
Él simplemente me sonrió, y apuntó su dedo entre nosotros una y otra vez.
Negué con mi cabeza para indicarle que muchas de esas ocasiones no serían conmigo, sino que lo haría con un montón de chicos diferentes. Le instruí que llamara ‘papi’ a Bruno cada vez que se la estuvieran metiendo, pero que lo llamara por su verdadero nombre el resto del tiempo.
También traté de explicarle lo mejor que pude que Bruno confiaba en mí, y que yo le había pedido que jamás lo lastimara. Que no podría evitar que nadie lo follara, pero que nunca le harían daño.
Sven pareció comprender todo lo que le dije, pero de todas formas se veía asustado. Nos metimos debajo de las sábanas, y me acosté con la espalda apoyada sobre la almohada y Sven acostado sobre mi pecho. Nos quedamos dormidos.
Cuando Bruno nos despertó me ordenó que volviéramos a follar. En esa ocasión Sven pareció disfrutar desde el principio. Yo sabía que no estaba fingiendo, porque cada vez que lo penetraba, su erección palpitaba.
*
Pasaron seis meses cuando recibí la llamada de Bruno.
El jefe estaba de pie a un lado de mí, ese día estábamos mirando el mar desde el centro de control de su yate. Cuando el mayordomo me entregó el teléfono a mí directamente, pude notar en su expresión que se preguntaba por qué Bruno me había llamado a mí, y no a él.
Cuando escuché la noticia de que Sven ya podía ser comprado, me volteé hacia el jefe y le pregunté:
-¿Cuánto dinero tengo disponible?
El jefe me miró de forma extraña antes de contestarme.
-¿En tus cuentas o en efectivo?
-En efectivo, ahora mismo. ¿Cuánto?
-Cerca de un millón de dólares, los cuales no han sido depositados en tu cuenta. ¿Por qué?
-Necesito cincuenta mil en este momento,- le contesté.
Le dije a Bruno que tenía el dinero, así que hice los arreglos para reunirnos y hacer el trato dos días después.
Cuando Sven me vio, gritó mi nombre y corrió hasta mí para abrazarme. Unos días después me enteré que Bruno no le había dicho que era yo quien lo había comprado.
Cuando regresamos al yate del jefe, éste se mostró muy emocionado al ver a Sven, supongo que ante el prospecto de tener a un segundo chico trabajando para él.
-Lo siento, jefe. Yo lo compré. Es mío. Y está fuera de tu negocio.
-¿Qué tienes planeado hacer con un niño de o**e años?
-No lo sé, pero puede dormir en mi habitación conmigo, y no, no lo quiero para follar. Si quieres que pague por todos sus gastos, lo haré.
*
Tiempo después, Sven aprendió un poco de inglés, y fuimos capaces de comunicarnos mejor. Cuando las otras chicas descubrieron la razón de por qué lo había comprado, sintieron un nuevo respeto por mí y cada una de ellas me dio un beso en la mejilla. Amaron a Sven inmediatamente y le dieron clases de inglés y diferentes temas.
La primera noche en mi habitación, Sven se mostró ansioso por tener sexo conmigo.
Creo que se sintió un poco decepcionado cuando lo rechacé. Creyó que no lo quería porque ya había dormido con un montón de chicos, pero le expliqué que habría deseado ser yo quien hubiera dormido con todos ellos. Al final comprendió que cuando habíamos follado, lo había hecho para salvar nuestras vidas.
De todas maneras, Sven había tenido un montón de aventuras en los últimos meses, y había adquirido un gusto por el sexo. Fingí no darme cuenta que de vez en cuando se escapaba a la habitación de Marc y a la de uno de los mayordomos.
Sin embargo, la mejor parte era que Sven se convirtió en mi mejor amigo, mi confidente, mi compañero de habitación.
Dejando de lado la situación bizarra en la que nos encontrábamos, éramos como dos mejores amigos cualquiera. Reíamos, jugábamos y corríamos por todas partes, volviendo locos a los adultos a nuestro alrededor. Daba la casualidad que por las noches yo salía en citas con hombres poderoso y ricos, y que me pagaban mucho dinero por follar con ellos.
*
Unos meses después el jefe nos llevó de vacaciones a Hawái por unos días. Durante mi estancia en ese lugar pensé en Walker y en su propuesta. Decidí llamarlo solamente para ver cómo le estaba yendo. Cuando escuchó mi voz se sintió sorprendido, pero encantado, por saber de mí. Le pregunté cómo iban las cosas con su matrimonio, y me dijo que iban fenomenal gracias a mí. Le conté que me encontraba en Hawái, y que me recordaba a él y a su hermosa boda. Que esperaba que ojalá nos pudiéramos ver pronto para ir a almorzar o algo por el estilo.
Me contó que ahora se encontraba viviendo en Chicago, para estar cerca de la familia de su esposa, y que estaba vendiendo su casa de Hawái. Le dije que me parecía una lástima porque era una casa encantadora. Me pidió que le hiciera una oferta por ella. Le ofrecí la mitad de lo que valía, y sin pensarlo la aceptó.
En el transcurso del siguiente mes, vendí unas cuantas de mis joyas y regalos para pagar por la casa, me hice cargo de las citas que ya tenía programadas y dejé de vivir en el yate del jefe.
Me quedé a trabajar para él por cinco años más.
Durante mi tiempo con el jefe vi cómo cada una de las chicas eran reemplazadas por nuevas Annes, Beckys y Carols. Gané millones de dólares, pero más importante, hice amigos poderosos. Vivía como un rey, y viajé por la mayor parte del mundo.
Sven se convirtió en mi hermano menor.
Ahora vivimos juntos en una hermosa casa en Hawái.
Considerándolo todo, no había sido una mala vida para un niño huérfano.
-FIN-