De INFIEL por obligación a serlo por placer.
No quería entrar en el juego de mi marido, porque no lo entendía ni lo comprendía, porque en cierta forma me asustaba, pero una vez abierta la puerta no sabia a donde nos llevaría a partir de ahora.
Después de todo lo sucedido en el relato anterior. No podía conciliar el sueño y mi marido todo lo opuesto, dormía a pierna suelta y no llegaba a roncar, pero casi. Al día siguiente no tenía que madrugar, pero sería un cortazo encontrarme a Javier después de lo sucedido. Me culpaba por ceder a las pretensiones de mi marido, pero a la vez me alegraba de lo que había ocurrido, más que por el sexo, que fue muy bueno, por sentirme otra vez deseada de esa manera.
Entre los pensamientos de culpa y los de disculpa me quede dormida ya entrada bien la madrugada. No se cuanto llegue a dormir, pero eran las 11 pasadas. Me levanté dubitativa y lo primero que hice fue darme una buena ducha para asearme bien de lo pasado en la noche. Otras veces saldría con el albornoz a desayunar, pero me dio corte por encontrarme a Javier, por eso me vestí completamente.
Luis que me había oído levantarme, me había preparado el café y las tostadas, estaba especialmente alegre. Estaba más amable que de costumbre y me mimaba, me preguntaba si había descansado bien y otras preguntas seguidas que no me daba tiempo a contestar.
Si preguntar por Javier, Luis me saco de la duda, se había ido temprano al gimnasio y esa noticia me relajo. Luego Javier se echó a reír y me dijo que parecía una monja, porque la blusa que me había puesto la llevaba abotonada hasta arriba, no enseñando mi generoso escote como solía hacer siempre.
Tenía razón, lo había hecho sin darme cuenta. Me desabroche un par de botones y ninguno más, ya parecería menos monja, pero tampoco estaría como otras veces.
Los sábados cerca de casa montan un mercadillo y Luis se ofreció a acompañarme, me sorprendió tanto como su propuesta con Javier, porque nunca me había acompañado y no por no insistirle en que lo hiciera otras veces. Fuimos juntos y que empalagoso estuvo todo el tiempo. Al llegar a casa en la cocina había una nota de Javier que decía que no comería allí y que vendría a la hora de cenar. Entendía al chaval, tenía que estar tan cortado como yo, al fin y al cabo, tenía 17 años.
No vino a cenar y regreso no estando nosotros en casa porque salimos. Cuando llegamos él estaba ya durmiendo. El domingo nos fuimos a por los niños y comimos fuera. Por la noche estábamos con nuestros hijos y ya apareció Javier con más tranquilidad, se pasó todo el tiempo jugando con mis hijos, le querían mucho.
Los días pasaban y no había momento en que no pensara en él, la tentación era máxima. Pero yo era fuerte. Luis se dio cuenta y por la noche en la cama, me encendía con comentarios más que subidos de tono, a tal extremo que me provocaban deseos de ir a su habitación. Lo peor era que él se ponía también cachondo y se venía rápido dejando a medias.
Una noche me levanté a por agua y cuando volvía a mi habitación, vi luz en la de Javier, estuve muy cerca de meterme en su habitación. Que poco me falto y más oyendo a Luis resoplar en la cama. Me metí en mi cama y sin hacer mucho ruido me masturbé, pero cuando tuve el orgasmo a costa de pensar en Javier, me supo a poco y mi marido me volvió a sorprender, que yo creía que dormía y me dijo, no seas tonta y ves a verle. Ni le conteste me puse de medio lado, dándole la espalda y me quede pensando.
A la hora del desayuno, como siempre mis hijos estaban en plan revoltosos, pero Javier conseguía tranquilizarlos y que desayunaran. Estaba con mi camisón que se trasparenta bastante, por eso llevaba una bata, que disimulaban las trasparencias. Ayudando a uno de mis hijos, estaba de pie agachada y me fije en Javier, que estaba mirando a mi escote, seguí como si no me hubiese dado cuenta.
Mientras desayunaban me fui a vestir y en la ducha me noté excitada, por esa forma de desearme Javier, es que tenía una mirada que lo expresaba todo. El día me lo ocupe convulsivamente, estuve con mis amigas más tiempo que de costumbre, el gimnasio igual y los ejercicios más duros, tratando de cansarme tanto que no me diera tiempo a pensar. Mi situación estaba entre el “masoquismo” o la “tortura” y tenía ponerme en mi sitio y decirle a Luis que eso así no podía ser, que teníamos que recuperar nuestra vida de siempre.
Una vez en mi casa y después de recoger a mis hijos del cole, me cambié y me vestí de manera habitual y con falda por encima de la rodilla, que eso provocaba los “instintos” de Luis y esa noche me tenía que desahogar. Casualmente aparecieron los dos a la vez, Luis llegaba del trabajo y Javier del gimnasio, al entrar iban hablando de futbol. Me saludaron los dos y Javier se fue a duchar y Luis a cambiarse a la habitación.
-Este chico tiene que irse, arréglalo como sea y es mi última palabra y que sea ¡YA!
-No seas así de tajante, por lo menos dale un par de semanas para que busque otro lugar, yo se lo diré que seguro que lo entenderá. ¿Vale?
-Vale, pero dos semanas y no hay prorrogas. Y esta noche “cumples” ves tomándote lo que quieras.
-Lo hare, pero tu ayuda también.
-¿En qué?
-Pues quítate el sujetador que sabes que eso me pone a cien.
-No, eso no. Que sabes que se me marcan muchos los pezones y lo único que le faltaba al muchacho.
-Exiges mucho pero no colaboras.
Me fui enfadada a la cocina a terminar de preparar la cena de los niños que cenaban los primeros. Al momento estaban los dos hablando en el cuarto de estar de futbol nuevamente y yo con los niños en la mesa camilla haciendo que cenaran. Luis pasaba de mi completamente, pero Javier miraba de reojo, lo que pasa que poco podía ver cuando estaba agachada, porque no había ningún botón indiscreto de mi blusa abierto.
Una vez que termine de darles de cenar. Le dije a mi marido que recogiera lo de los niños y fuera preparando la mesa mientras los acostaba. Una vez que los acosté quise darle gusto a mi marido y también para que no tuviera excusas esa noche. Me quite el sujetador y deje que se me viera el escote, todo a su gusto. Me miré al espejo y estuve a punto de volver a ponérmelo, es que se me trasparentaba bastante, pero por fortuna los pezones estaban “tranquilos”
Ya estaban sentados esperando y llegue con la bandeja de comida, mi marido cambio de cara, de la de funeral que tenía a la de crápula. Por la mala costumbre de mi marido, la televisión siempre estaba encendida sobre todo para ver las noticias. La mesa era pequeña y redonda, como suelen ser las mesas camillas, por lo que, para no tapar la visión de la televisión, teníamos que estar más juntos.
Si por si eso no fuera poco, Javier estaba sentado al lado de donde se abotonaba la blusa, por lo que su visión era mejor para él. Aunque realmente no se veía nada, más bien se insinuaba. Las noticias estos días abrían con el mismo asunto político, que lo teníamos hasta en la sopa. Luis opinaba, hablaba, sentenciaba y no paraba. Por lo que sabía a Javier le pasaba como a mí, que pasaba de política. Luis nos preguntaba, se contestaba y nos comentaba.
Se me quitaba hasta el hambre, que pesadez y en eso que noto la pierna de Javier que se “choca” con la mía, instintivamente aparto la mía. Podía ser accidental, pero al rato vuelve a pasar y así varias veces, en una de esas empujo con fuerza a su pierna, en indicación de que se esté quieto. Porque además me estaba poniendo muy excitada.
Entre en la conversación de Luis para que se diera cuenta y así se cortara Javier, pero él iba a su bola, solo sabía decir lo que el haría. Javier ahora se lanzó más y empezó a tocarme mi pierna. Quise quitarle la mano, pero el pasaba de mí, seguía a lo suyo y ascendiendo. Me quise resistir hasta que llego a mi chocho y su cara se puso tirante y cuando logro apartar mis bragas y tocármelo, se dio cuenta de cómo estaba y entonces me echo una mirada de triunfo. Dos de sus dedos entraron con mucha facilidad, el estar tan mojada se lo facilito y a mí, los pezones se me pusieron como punteros.
El muy cerdo sabia como ponerme, mi contención cedía muy rápidamente y si seguía así, se me quitaría mi “formalidad” y pasaría a mi estado de “todo me da igual” y había que evitarlo que estaban mis hijos en casa. El pensar en mis hijos provoco que me levantara a llevarme los platos a la cocina, pidiéndole ayuda a mi marido, pero Javier se ofreció muy amablemente a hacerlo. En la cocina proteste y me corto besándome y prácticamente me derretí con esa lengua dentro de mi boca e imaginándola en otro lugar.
-Javier te lo pido de por favor, esto no está bien ni es normal. Tú tienes que buscarte una chica de tu edad y además a Luis no le haría mucha gracia.
-Que tonterías que dices, quien mejor que tú, ninguna chica joven te puede igualar y tu marido quiere ser un cornudo, le gusta le pone cachondo, lo sabemos los tres.
-Da igual lo que él quiera, alguien tiene que poner sentido común y hay que pensar primero en los niños.
-Estas cachonda yo estoy cachondo. Tu marido esta noche te dejara a medias, te tendrás que hacer una paja en el mejor de los casos tu sola y a mí me pasara lo mismo, me hare la paja yo solo, no ves que es un desperdicio. Si fueras inteligente, te irías a quitar las bragas y le daríamos un show a tu marido, haciéndole oficialmente cornudo consentido.
-Estáis los dos locos y que sepas que en una semana te tienes que ir de aquí, ese es el tiempo que tienes.
No quise seguir oyéndole porque al final me convencería, que estaba muy “débil” para resistirme más. Regrese con mi marido y parecía que me había meado, mis bragas estaban igual que si lo hubiese hecho. Es como si no nos hubiésemos ido, Luis seguía con sus diatribas. Como no había tenido bastante cambio de canal a otro que seguía con un programa del mismo estilo.
Javier se sentó poco después y se puso a darle “cuerda” a mi marido, le seguía en sus “quejas” por lo que veía y le daba la razón, lo que hacia que se enrabietase más y mientras volvió a meterme mano y esta vez me “rendí” le dejaría que me pusiese al máximo y luego mi marido se encargaría de rematar la faena.
Pero poco a poco mi debilidad llego al máximo y aunque a sus dedos le faltaban algo de pericia en esa posición, se me escapo un gemido profundo y fue cuando mi marido paro de decir tonterías y nos miro y luego miro hacia abajo, viendo la mano del muchacho entre mis piernas. Me levante avergonzada y me fui, no se porque, pero me dio mucho apuro que Luis me viera de esa manera.
Llegue a mi habitación totalmente turbada, con calores por mi cara y el resto de mi cuerpo. Mi chocho esta ardiendo, necesitaba una verga dentro de mí, como una necesidad imperiosa. Ese muchacho me había sacado de mis casillas, esperaba que Luis viniese pronto porque si no, al final me tendría que masturbar yo sola. El imbécil no venía, me desnude y me deje caer en la cama, me estaba tocando, mis dedos se empapaban, no recordaba haber estado así nunca.
Se abrió la puerta y entro Luis, le dije que se dejara de tonterías y que se desnudara, fue cuando me di cuenta de que Javier estaba en la misma puerta y me había visto. Mi marido me miraba con cara de salido y mi cabeza no se lo podía creer, solo se me ocurrió decirle, ¿es eso lo que quieres? y el me dijo si con su cabeza.
No era necesario que me dijera nada mas y menos con la calentura que tenia y como vi a Javier parado le mire y le dije, no esperes más, desnúdate y dame tu verga, que se joda este cornudo, no esperes mas y ven conmigo y tu cornudo, vigila no vaya a ser que se levante alguno de los niños.
Increíblemente mi marido se fue hacia la puerta y se puso a controlar el pasillo y cuando Javier se quedo desnudo, cuando se acercó a mí, me senté en el costado de la cama y le giré para que se quedara de perfil, para que Luis viera lo que tenia en mi mano, su cara fue de embobamiento, no se creía lo que veía y mas con mi mano que no la abarcaba bien.
Javier poco a poco se fue soltando y le ocurrió como a mí, que la presencia de Luis nos daba igual y nos ponía mas cachondos verle mirar. Me lleve su verga a mi boca y lo hacia para que Luis me viera, lo miraba de reojo y me ponía más cachonda, verle ahí pasmado mientras su dulce esposa se comía ese vergón negro.
Todo se puso mejor cuando Javier nos hablaba a los dos, Luis que puta que es tu mujer, como se come mi rabo, es un portento y tu Ana que suerte tienes de tener un cornudo así, que te deja que te folle y le gusta ver a su esposa echa una enorme puta, sois la hostia, que morbazo me dais. El oír todas esas cosas me hacia sentirme una autentica puta cachonda.
Paramos lo que estábamos haciendo y nos tumbamos en la cama y nos pusimos a hacer un 69, conteníamos nuestros gemidos y otros “ruidos” pero iban subiendo de intensidad. Lo cual no me hacia sentir cómoda, porque no nos oyeran los niños. Tuve que parar y le dije a mi marido que cerrara la puerta, no fuera a ser que me oyeran y dudo entre salirse o quedarse y le dije que se quedara, pero pegado a la puerta por si se oía algún ruido.
Me puse ya mas tranquila y no tarde nada en tener mi primer gran orgasmo, que al tener el vergón del chaval en mi boca, contuvo mis gemidos. Durante todo el 69 Javier no paro de meterme un dedo en el culo, sabia lo que quería, lo que todos quieren, que a mis amigas les pasa igual. Aunque solo una reconoce que lo haya hecho por detrás.
Javier me hizo colocarme a cuatro patas, mi postura favorita y mirando hacia mi marido. Al principio me dio nuevamente un poco de corte, así que deje que mi melena cállese por delante de mi cabeza y así evitar que me viese la cara. Notaba como se colocaba detrás y como su verga estaba en la entrada de mi chocho, metió la puntita y sin mas metió el resto de un empellón. Di un grito de placer y levanté la cabeza de gusto, mi marido me miraba y ya me daba igual.
Ver la cara de Luis aluciando porque estaba viendo como un mocoso de 17 años, me follaba de esa manera, me azotaba el culo y me estiraba del pelo, mientras me follaba de una manera irracional, como irracional eran mis gritos de placer y consentimiento.
Como le animaba a seguir haciéndolo, como le pedía más y más duro. Me corría una y otra vez, los orgasmos iban y venían sin cesar. Me sentía “sucia” por hacerlo delante de mi marido, pero era una suciedad muy agradable. Javier ahora le pidió a mi marido lubricante para follarme el culo, yo iba a protestar y decir que no y se me adelanto Luis. De eso nada, su culo es virgen y si alguien lo tiene que desvirgar seré yo, mientras nada.
No se si le hubiera dejado sinceramente, si no fuese tan grande su verga, estoy convencida de que le hubiese dejado, quisiera o no mi marido y con lo cachonda que estaba más, pero en ese momento no estaba preparada mentalmente. Aunque fue una contrariedad para Javier, se rehízo pronto y siguio follándome hasta que nos corrimos los dos y vaya manera tan fuerte tenia de correrse, era como si se le saliese la vida gritando, que cachonda me ponía que se vaciase así en todos los sentidos.
Muy astutamente y susurrando le dije a Javier, anda ve al baño y aséate, el obedeció y se fue al baño. Nos quedamos solos y Luis me miraba con deseo, con mas deseo que nunca, abrí mis piernas y le dije, anda ven y comete el chocho de tu puta que esta muy jugoso y calentito, no se decidía, pero se le veían las ganas, su mirada se le escapaba a la puerta del baño y entendí lo que le sucedía, no seas tonto, que no pasa nada porque te vea, si ya sabe lo cornudo que eres, como lo se yo, venga cornudo ven aquí y comételo.
No tuve que decirle nada mas vino y se puso a comerlo, notaba su lengua dentro de mi chocho, buscando y relamiendo y ahí fui consciente de que mi mundo se había dado la vuelta. Ya creía que nada me sorprendería, porque ya había visto todo lo que se podía ver, pero todavía me quedaba.
Javier apareció sigilosamente y me enchufo su verga en mi boca, que con un par de lengüetazos revivió de manera sobrehumana, que dureza, es que parecía que me quería desencajar la mandíbula. Sin esperármelo y por sorpresa Javier le dedicaba a mi marido unas palabras, eso es cornudo, comételo todo, que se ve que te gusta su corrida y la mía, sigue así, que vas a ser un cornudo excelente y pronto, muy pronto, le prepararas el culo a esta puta y me ayudaras a que sea yo quien se lo desvirgue. Oír todo esto y a mi marido notarlo como se “aceleraba” mientras le oía me desencajaba del placer que me llegaba.
Me quito la verga de mi boca, me beso y me decía en el oído, ahora voy hacer que me coma el, el rabo, veremos como lo hace. Con cierta indignación le dije que era una cochinada, que no me gustaba eso y el paso de lo que le decía, se coloco en otra posición, junto a mí.
Luis mira que regalo tengo para ti, deja a tu mujer y pruébalo. Javier debía estar desvariando, como podía ser que un chaval, fuera así de “pervertido” que ahí estaba el agarrando bien su verga y ofreciéndosela a mi marido, que, seguro que se mosqueaba y montaba la gran bronca, pero en parte se lo merecía por provocar todo esto.
Luis con los ojos encendidos miro la verga, me miro luego a mí, me repugnaba esa situación, pero cuando Javier insistió y se movió un poco hacia él, me dejo petrificada ver como mi marido, ese hombre siempre tan duro, tan enérgico y tan macho, como él decía en contra de los homosexuales, se acercaba y se engullía esa verga, hasta llegar a atragantarse, le faltaba experiencia.
Pase de la repugnancia a la mayor de las excitaciones, me acerque y me bese con Javier, que me besaba apasionadamente y mientras mi marido estaba “ocupado” Javier me decía, desde hoy serás mi mujer y te follare cuando quiera y el cornudo no dirá nada, ahora ponte encima de mi boca que quiero comerme tu coño. No dije nada a lo que él había dicho y me puse encima de su cara.
Era increíble lo cachonda que me ponía ver a mi marido en esa situación, veía como lo hacía torpemente y como Javier se quejaba algunas veces. Me incline y le ayude, lamiendo yo un poco también, porque había vergón de sobra para los dos y le indicaba como hacerlo mejor. Tuve dos orgasmos mas y el tercero y ultimo me vino, cuando Javier se corrió en la boca de Luis, el ver a mi marido de esa manera me hizo terminar de manera gloriosa.
El muy cerdo se lo trago todo y no compartió nada, se lo reproche y nos reímos los tres. Una vez acabado todo le indicamos a Javier que se tenia que ir a su habitación para que nuestros hijos no vieran nada raro al levantarse y quise dejarles a los dos claro una cosa. Escucharme bien, muy bien los dos, desde ahora quien dirá cuando se hace algo, seré yo, ninguno mandara sobre mi y tu (señalando a mi marido) has abierto una puerta y desde ahora haré lo que quiera, con quien me dé la gana y cuando me apetezca.
Mi marido cuando estábamos solos y notándosele mucho, trataba de decir o preguntar algo, pero no sabia como hacerlo, hasta que salí del baño, que fue el tiempo que le hizo falta para decidirse.
-No te he querido llevar la contraria delante de Javier, ¿pero que has querido decir con lo último que has dicho?
-Luis, algunas veces pareces “limite” he querido decir lo que he dicho. Que lo mismo me harto de follar todos los días por ahí, que lo mismo no. Pero que sepas que como me apetezca alguno. Así lo hare.
-Tampoco es que ahora vayas de puta por ahí, que te recuerdo que tienes una familia.
-Lo que te he dicho, eres limite. No voy a ir con un letrero de LIBRE, como los taxis, tratare de ser discreta, aunque no respondo por los “bocazas” y ya me entiendes.
-Trata de que no sean conocidos, si puede ser.
-Ahora no me puedo comprometer a nada, porque lo mismo pasa que, que no pasa. Lo importante en esto, es si quieres saber si me acuesto con alguien o si quieres verlo. En eso si me puedo comprometer.
-Seguramente si lo querré, pero ya lo iremos viendo.
Todo lo que le dije, no lo pensaba, era para dejar claro mi autoridad, pero me daría mucho corte irme con cualquiera y como tenia ese semental en casa no creía que tuviera que buscar nada por ahí, que ya me dejarían bien satisfecha.