De Gerardo a Clara

Un cambio en mi vida totalmente inesperado.

DE GERARDO A CLARA

Mi nombre es, o mejor dicho era Gerardo, aunque ahora sea Clara o Claridad para mi esposa, y "su selecto grupo de amistades". Era un hombre, de los de verdad, con una figura más bien esbelta y delgada, 1,75cm de estatura, pelo rubio ligeramente largo, pero nada destacable, hombros delgados, y muy poco velludo, pero un hombre a fin de cuentas y mientras lo fui, un mal marido.

Un mal marido por que de ser una pareja feliz, a la que no le faltaba nada, pasamos a una vida distante y alejada. Vivíamos como queríamos, al día y sin reparos, ya que mi padre era dueño de un par de hoteles en Madrid, además de algunas propiedades mas, debido a lo cual vivíamos con todos los lujos posibles. Además nuestra vida sexual era increíble, o al menos eso me parecía a mí al principio, ya que el escaso tamaño de mi pene (nunca he tenido la curiosidad de medirlo, pero debe ser de unos 12 o 13 cm en erección y una autentica "pena" cuando no lo está), y mi extraña obsesión por masturbarme visitando paginas porno en internet, poco a poco me fue alejando cada vez mas de mantener relaciones sexuales con mi esposa.

Una tarde, mientras visitaba paginas en internet (del genero mencionado), salto a mi monitor, un spam, en el cual había fotos, y videos de transexuales. Sin saber muy bien el motivo, pinche en el. Al principio recelaba de lo que estaba haciendo, un hombre como yo, viendo aquel tipo de pornografía, estaba fuera de lugar y de contexto, aquello no seguía ningún patrón lógico. Pero poco a poco note, que quería ver más, notaba como mi pulso se aceleraba, como mi pene se erguía debajo de mi pantalón, rebelándose contra mi conciencia, y mi condición de "hombre". Aquellos cuerpos femeninos, perfectos, con sus curvas pronunciadas y sinuosas de mujer, y con aquello que en teoría no debía de encajar, pero las hacia resultar tremendamente excitantes y atrayentes, un pene en la entrepierna. Sin pensármelo dos veces, hice aquello que tantas otras veces había hecho, conecte el bluetooth del PC al móvil, y pase a este las 4 o 5 fotografías de TX, que encontré más excitantes en aquella pagina, como tantas veces había hecho con otras fotografías que me resultaron atrayentes.

Un par de días después, mientras veía el Telediario por la noche en casa, mi mujer entro echa una furia en el salón, vi que llevaba algo en la mano, pero hasta que no estuvo a mi lado, y me lanzo el objeto en cuestión a la cabeza gritando como una posesa, no supe que era mi teléfono móvil.

  • Esto ha llegado demasiado lejos Gerardo, vale que te masturbes en al baño, viendo fotografías de mujeres desnudas, y a mí no me toques ni un pelo, pero lo que no esperaba, es que también te gustaran las pollas, y casualmente, todas más grande que la tuya-.

  • Esta bien - le dije yo, - Bien sabes que no me gustan los penes, pero aunque así fuese, ¿que piensas hacer al respecto?-.

Ella no contesto, se limito a salir corriendo, limpiándose las lagrimas de la cara, mientras yo volvía a sentarme para ver los resultados de la jornada de liga de esa semana.

Y así transcurrieron algunos días, sin mediar palabra entre los dos, un silencio solamente interrumpido, por sus conversaciones telefónicas, con dios sabe quién. Una mañana, justo cuando yo me acababa de levantar, escuche que ella volvía de la calle, baje a la planta baja, y al cruzarme con ella, vi que me sonreía, pero no era una sonrisa cualquiera, ni siquiera una sonrisa irónica, aquella sonrisa estaba cargada de sentimiento, y de culpa, justo en ese instante supe, que el momento de que se disculpara por hurgar en mis cosas personales, había llegado. Mientras exprimía unas naranjas para mi zumo matinal, ella se acerco a mí, y casi susurrándome al oído, me dijo.

  • Cariño, siento mucho lo del otro día, no debí haber hurgado en tus cosas personales, pero me siento celosa, de que tengas para esas simples fotografías, lo que nunca tienes para mí-.

  • Sí, bueno quizás….- Le dije yo, dándome la vuelta, y separándome bruscamente de ella - …Quizás debiste haberlo pensado antes, de montar aquel circo, no te parece?, y mucho antes de haber insinuado que yo siento algún tipo de atracción por algún pene que no sea el mío -. Y dicho esto, me acerque al fregadero, a lavarme las manos, mientras escuchaba detrás de mí, como mi queridísima Lena, volvía a romper a llorar.

Ella permanecía inmóvil, llorando desconsoladamente, mientras yo me acercaba, y sin mediar palabra, cogí mi zumo recién exprimido, y me lo bebí de un solo trago.

  • Lo siento, pero es solo lo que te mereces -, fue lo último que la escuche decir, justo antes de perder el conocimiento.

Cuando recupere la consciencia, me sentía extraño, muy cansado, sin apenas fuerzas, para seguir respirando, estaba en un lugar que no recordaba, tumbado en una cama, era una estancia oscura, con grandes ventanas, ocultas tras las cortinas, mi cabeza estaba embotada, como sumido en un sueño. De repente me percate, de que había alguien junto a mí. Ese alguien se movió, y salió de la habitación, era una chica, y vestía totalmente de blanco.

– Abre muerto, y estaré en el cielo?-. Pero pronto encontré respuesta a mi pregunta. De nuevo alguien entro por la puerta, no podía ver con claridad quien, los parpados me pesaban demasiado, y veía tremendamente borroso, pero pude adivinar que entraron tres personas. Una parecía ser la chica de antes, pero ahora iba acompañada de otras dos personas. Un hombre de mediana edad, sin nada característico que desvelara quien podía ser, salvo unas gafas que llevaba puestas, y una bata blanca. La otra persona, era más refinada, vestía ropas de calle, y parecían ser muy elegantes. Al acercarse a mí, me miro y sonrió, y fue cuando la reconocí.

– Lena-. Pude decir en un susurro, - Que ha ocurrido?, donde estamos?-. Ella se acerco a mí, para decirme al oído

– Tranquilo cariño, todo a pasado-. Entonces, al acercarse fue cuando me di cuenta, estaba distinta, su pelo era mucho más largo, de lo que yo la recordaba, estaba poco más delgada, y en las comisuras de sus ojos, se notaba que el tiempo había pasado.

– Que ocurre Lena?, te noto muy cambiada, que ha ocurrido?-. Acerté a decirle con un hilo de voz.

– No te preocupes, todos cambiamos con el paso del tiempo, han pasado 17 meses, no desde la última vez que estuviste despierto, pero si desde la última vez que tuviste conciencia de ello, y en este tiempo, todos hemos cambiado, mira-. Dijo sosteniendo un largo mechón de pelo rubio, que afloraba desde mi frente.

– También tu pelo ha crecido mucho, pero en tu caso, no solo te ha crecido el pelo-, dijo desviando su mirada hacia mi pecho.

Haciendo acopio de fuerzas, conseguí levantar un poco la cabeza, para ver qué era lo ella estaba mirando, y mi corazón se detuvo unos instantes, al descubrir, que a la altura de mi pecho, habían "crecido" dos bultos del tamaño de una manzana.

– que es esto?, que me ha pasado?-, y al esforzarme por hablar más fuerte, para que se me pudiera oír, fue cuando me percate de ello. No era mi voz, la voz de Gerardo R. M., la que sonó, si no la voz asustadiza y quebrada de una niña asustada.

– Tranquilo cariño, aun no vas poder moverte en algún tiempo, pero es hora de que vayas asimilando tu nueva condición, aunque tranquilo, me he permitido el lujo de dejarte un "pequeño" recuerdo de tu anterior vida -, dijo a la vez q sentí, el roce de su mano en mi entrepierna.

Bueno, como no sé si os estará gustando, aburriendo, o simplemente pareciendo irrelevante, aquí concluyo mi relato. Espero vuestros comentarios, y vuestras opiniones al respecto, y si os gusta, estaré gustosa de continuar mi historia. Un beso para todos/as