De Gerardo a Clara (3)

Una experiencia gratificante.

DE GERARDO A CLARA (3)

Una experiencia gratificante.

A la mañana siguiente, me desperté, totalmente renovada, todo parecía ser de otro color en aquella habitación, todo era optimismo dentro de mi cabeza. María, que era la enfermera encargada de mi aseo matutino ese día, ya estaba en la habitación cuando yo desperté, y como cada día me esperaba con una frase amable, o una sonrisa que me llenase de ánimo. Me gustaba que fuese ella, y no ninguna otra enfermera, la que me ayudara en mis quehaceres, ya que me sentía mucho más cómoda en la intimidad con ella.

Unos pocos días despues, estaba terminando de bañarme, cuando me dijo sonriente,

  • Hoy tengo una sorpresa para ti.-

  • Si?, y que es?.-

  • Esta bien, voy a decírtelo, hoy ya no desayunaras sola, tienes permiso para hacerlo en el comedor con los demás pacientes-.

Al llegar al comedor, lo primero que hice fue tratar de localizar al chico sonriente, y en cuanto lo vi, y vi que había sitio a su lado, pedí a María que me acercase, al lugar donde se encontraba el.

-Buenos días.-

-Hola, buenas.-

-Que tal?.-

-Pues bien, medio dormida, con un poco de sueño aun, y tu, como estas?.-

-Yo? Totalmente despierto, y desde que te he visto entrar, alerta, llevo ya 3 tazas de café.-

-Alerta?.-

-Jajajajaja, si, es por si no te sentabas a mi lado, y me tenía que cambiar de sitio. Por cierto, te apetece un poco de café?.-

-Esto, no sé si puedo.-

-Y por qué no vas a poder?.-

-Pues no sé, nunca me dan café para desayunar.-

-Aps! Entonces quizás es que no puedas.-

  • Si, mejor sigo con la leche con azúcar.-

  • Y eso?. Porque solo leche con azúcar?.-

-No lo se, quizás para evitar que me ponga nerviosa.-

  • Jajajajaaj, no serás del pabellón de psiquiatría, no?.-

-No, no lo soy.-

-Me alegra oír eso. Por cierto, mi nombre es Eric.-

-Clara, yo soy Clara.- Y en cierto modo, me quede sorprendida con la facilidad que había usado mi nuevo nombre.

De allí nos fuimos juntos a la rehabilitación, después volvimos a comer juntos, y así todo el día. Su compañía me resultaba gratificante, era simpático, ocurrente, inteligente y guapo, tremenda e irresistiblemente guapo. Yo por mi parte, trataba de que nuestras conversaciones fuesen lo mas banales posibles, simples comentarios graciosos cargados de intención, y poco mas, no quería adentrarme en conversaciones acerca de nosotros, a fin de no tener que entrar en detalles sobre mi anterior vida, y sabia que si daba pie a que el lo hiciera, después tendría que ser yo la que se sincerase. Me encontraba cómoda así, y así quería seguir.

Los días posteriores se desarrollaron de igual modo, pasaba todo mi tiempo con el, todo el tiempo que nos dejaban pasar juntos, porque después de la rehabilitación, el volvía a su habitación y yo a la mía, ya que yo, no tenia permitido la visita de otros pacientes en mi habitación.

Un día, mientras desayunábamos, justo cuando yo aun mantenía una sonrisa, debido a un comentario gracioso que el acababa de hacer, el me miro seriamente, y me dijo.

-Clara, no sé si este será el momento más oportuno, pero tengo que decirte que me gustas, y mucho.-

-Esto, …gracias Eric, no, no me esperaba esto. Creo que tú también me gustas mucho a mí, pero…pero hay algo que deberías de saber, algo que nos afecta a los dos.-

-Crees? Eso es que no estás segura, no?.-

-Lo siento, pero es que últimamente no estoy segura de nada de lo que quiero, o lo que siento.-

-Está bien, de todos modos, cuéntame eso que dices que debería de saber, pero quiero que sepas que nada de lo que me puedas decir, me hará cambiar de opinión respecto a ti.-

-No… no creo que este sea el momento más adecuado, no me siento cómoda con tanta gente alrededor, no sé si después, podríamos…?.-

-Quieres mas intimidad? quieres que esta noche te visite en tu habitación, y lo hablamos?.-

-No me, me… está permitido tener visitas.- Le pude decir, casi sin ser capaz de gesticular las palabras necesarias.

–No me importa, dime tu numero de habitación, y esta noche te hare una visita.-

-327.- Dije, casi sin pensarlo, y sin pararme a pensar lo que hacía.

Cuando llegue a mi habitación no tenía muy claro lo que podía ocurrir esa noche, pero por si acaso debía de estar preparada, asique sin dudarlo dos veces, en cuanto María entro en mi habitación no puede reprimirme y se lo pedí.

-María, necesito un favor.-

-Dime, Clara, cariño lo que sea.-

-Tu, tu… podrías, podrías conseguirme una maquinilla de afeitar, algo de espuma y unas tijeras? Porque es con eso con lo que os depilais las mujeres tambien, no?.-

  • Claro, con que si no?.-

-Vale, pues lo necesito, si tu pudieras?.-

-Podría, pero tendría que estar loca para hacerlo.-

  • Por favor María, lo necesito, necesito sentirme todo lo femenina que me sea posible, y con tanto pelo por todas partes, no hay forma.-

-Pero cielo, sabes que si te traigo esas cosas, me juego el puesto, yo si quieres, te lo puedo traer como un favor personal, pero tendré que estar delante durante todo el tiempo, mientras las estés usando.-

-Gracias, gracias y mil gracias María, eres un encanto.-

-Esta tarde regreso a las 21:00, y estaré toda la noche de guardia, por si despues necesitas algo.-

Toda la tarde la pase tremendamente ansiosa, pensando en las palabras exactas que utilizaría, para contarle a Eric, todo lo que él debía de saber acerca de mí. Él lo entendería, una persona inteligente y abierta como él, tenía que entenderlo, no podía ser de otro modo.

Pensando en ello, pase la mayor parte del tiempo, hasta que ya estando casi a oscura la habitación, alguien llamo a la puerta. Era María, y espero a tener mi permiso, para entrar en la habitación.

-Buenas tardes, Clara.-

  • Hola, María, traes, traes…eso ?.-

  • Si, por supuesto.- me contesto a la vez que me mostraba un pequeño neceser de baño que portaba en su mano izquierda.

-Está bien adelante, no tenemos demasiado tiempo, la cena la sirven a las nueve y media, y ya serán más de las nueve.-

-Solo son las ocho, he decidido venir un rato antes, para poder estar aquí mientras te ponemos guapa.- Hasta ese momento no me había percatado, pero justo entonces me di cuenta de que María llevaba puesto un pantalón de deporte cortito, una sudadera con capucha, y unas chanclas de playa, no la típica bata y zuecos de enfermera , con los siempre vestía.

-María, gracias, no sé qué decir.-

-Pues no digas nada, y manos a la obra.-

Entonces María se acerco a mí, me ayudo a sentarme en la silla, y me acerco al baño. Una vez allí, María se despojo de la sudadera que llevaba puesta, quedándose con una pequeña camiseta de tirantes ajustada. Vestida así, se veía que quizas a Maria le dobrase algun kilito, ya que su cuerp , era un sin fin de exuberantes curvas femeninas, sobre todo su pecho, era generoso, abundante, y de formas muy redondeadas, acorde con todo su cuerpo, no habia nada en el que desentonase. La situación era tremendamente excitante, tanto que note que bajo la bata, comenzaba a tener una erección. Tuve que esforzarme en pensar en otra cosa, y así desviar mi atención, para que cuando María me quitase la ropa, no se encontrase con semejante escena. Encendió el grifo del agua, y la dejo caer para que fuese alcanzando la temperatura adecuada, mientras cogió el neceser, y fue sacando una a una las cosas que había traído, colocándolas dentro de la ducha, en la pequeña palangana que había dentro.

-Bueno, está bien, el agua ya está en su punto.- Justo después ella se acerco a mí, y comenzó a desnudarme, mientras yo rezaba para mia adentros, por que la erección que ella había provocado en mi, ya fuese historia. Primero se situó detrás de mí, y fue desabrochando la parte trasera de la bata, después cuando hubo terminado, retiro la bata lentamente de mi cuerpo, dejándome totalmente desnuda. Un poco asustada, mire hacia la zona de mi pubis, esperando que no tener que pasar por una situación tan bochornosa como esa, y respire aliviada, al ver que todo estaba como yo había deseado.

Una vez estuve desnuda, me ayudo a sentarme en el asiento del interior de la ducha, ella se quito las chanclas, y entro a la ducha conmigo, lleno la palangana con agua caliente, y con las tijeras en una mano, y la espuma en la otra, me dijo esbozando una sonrisa,

-Está bien cariño, por donde quieres que empecemos?.- La idea me pareció tremendamente excitante, pero me encontraba totalmente desnuda, y lo último que hubiese querido, habría sido tener otra erección, pero esta vez totalmente desnuda, justo delante de María, y encima mientras ella rasuraba, distintas partes de mi cuerpo.

-Empezamos?, esto, yo pensaba hacerlo sola, no quiero que también tengas que ocuparte de mí, estando en tu tiempo libre, bastante has echo ya, con venir antes de tiempo.-

-No pasa nada, somos amigas, no?.-

-Claro, pero prefiero hacerlo yo sola, si no te importa.-

-Está bien, como quieras, si me necesitas estaré fuera.-

Y dicho esto, salió del baño, dejándome sola, como yo le había pedido. Y menos mal que lo hizo, por que cuando empecé a rasurarme las piernas, a mi mente volvió, la idea de que fuese María la que lo hiciese, y de nuevo me pareció de lo más excitante, pero en esta ocasión al encontrarme en una situación un poco mas intima, me deje llevar por mis instintos. La erección fue instantánea. Entonces, al ver mi polla erecta, entre una pequeña y selvatica maleza capilar, se me vino a la cabeza la idea de rasurarme el pene y toda la zona pubica, y ni corta ni perezosa, me puse manos a la obra. Primero recorte todo lo que pude el pelo con las tijeras, dejándolo lo más corto posible para despues usar la maquinilla. Me embadurne bien de espuma, y comencé a afeitar lenta y cuidadosamente la zona pubica, para despues continuar con mi pene. Cada pasada que daba me excitaba aun mas, me agradaba la apariencia que estaba adquiriendo, toda depilada, y cuanto más pensaba en ello, mas excitada estaba. Cuando termine, mi pene estaba durísimo, y la idea de que María, estaba justo en la habitación de al lado, y pudiera entrar en cualquier momento, me parecía tremendamente morbosa y excitante, asique casi sin pensarlo, comencé a acariciar mi nueva y depilada polla. Estaba excitadísima, la suavidad con la que mi mano, masajeaba mi polla depilada, me excitaba muchisimo, asique comencé a acariciar uno de mis pechos, mas concretamente un pezon, al tiempo que la otra mano, dejo de acariciar mi polla, para dirigirse hacia mi ano. Comencé a acariciármelo, primero suavemente, y después presionado con más fuerza, con cada pasada. Como mi mano estaba resbaladiza por la espuma, mi dedo anular, se introdujo casi involuntariamente dentro del, provocando un pequeño quejido de placer, el cual trate de ahogar, para no llamar la atención. Como las penetraciones de aquel dedo, habían dilatado mi esfínter, procedí a introducir un segundo dedo, mientras con la otra mano, pasaba de acariciarme el pecho, a bajar nuevamente hasta mi polla. La sensación de masturbarme torpemente con la mano izquierda, la cual no tenia acostumbrada a dicha labor, me gusto, y mientras con la otra, seguía dándome placer por detrás.

-Clara, cielo, estas bien? Necesitas ayuda?.-

-No, gracias estoy bien, ya casi termino.- Pude decir, reteniendo la respiración, para que no se notara en exceso mi respiración entrecortada. Y ciertamente no tarde demasiado en terminar. Un gran chorro de semen, salió de mi polla, seguido de uno o dos más, mientras mis dos dedos, de la otra mano, notaban como mi esfínter se contraía, con cada eyaculación de mi polla. Me quede allí, sentada, tremendamente relajada y satisfecha. Aquella experiencia anal, me había parecido de lo más instructiva, además de placentera. Ya solo me faltaba, que María me ayudase a vestirme, y a prepararme para mi cita.