De Fulana a Zorra

No es lo mismo pensar que hacer ....

Para cuando Juan  llegó estaba imparable, me habia probado los tres vestidos, me habia probado varias tangas, varios zapatos. Y me habia tocado varias veces, no pòdia quitar esa imagen de mi cabeza, y además sabía que mi marido algo planeaba. No sabía si era como lo del masaje pero si podia notar que era una encerrona. No me había dicho donde era la cena o con quien, le ponia demasiado misterio, quizas por eso yo me imaginaba cosas.

Para cuando subimos al coche mi sensualidad estaba a flor de piel y habría accedido a cualquier cosa, aunque una es muy digna.

  • Mara estas muy puta, me dijo sellando mis labios con un beso.

La verdad no tenía ni idea donde estábamos, era como un casa grande sacada de otra época, paramos delante de ella y un chico vino abrirme la puerta y ayudarme a salir, el sitio era espectacular.

Mire a mi marido, que me devolvió una sonrisa cómplice y canalla, le mire como dándole las gracias.

Delante nuestra habia un escalinata preciosa, nos detuvimos antes de iniciar la subida,

  • Mara, zorra mia hoy seras mi perra, me dijo mientras me impulso a subir las escaleras y  su mano se colo debajo de mi vestido, tocandome a su antojo.

la verdad me podria haber follado alli mismo, sobre esas escaleras y haber llamado al botones, esta a su merced. Entre el dependiente, la semana de sexo intenso, mis masturbaciones, en lugar de saciarme me hacia desear más y más.

  • Mara preparada, me pregunto
  • Si ninguna duda, le dije.

Al abrirse la puerta no podia dar credito, yo pienso que estaba preparada para todo, menos para esto.

Entramos en un hall enorme lleno de mujeres semi desnudas y hombres que las rondaban, yo nunca habia estado en una casa de putas pero esto era una, sin lugar a dudas.

Le clavé los ojos con un cierto recelo, que quería de mí, me pregunte. Yo agarre el brazo de mi esposo intentando mantener la calma mientras avanzabamos por la sala.

  • Putita mia que te apetece beber? Me dijo con descaro.
  • Lo que quiera mi señor.
  • Así me gusta, una putita educada, me dijo dándome un cachete en la nalga.

Estaba desconcertada, muy desconcertada, que prentendia, follarse a una fulana delante mia, hacerme follar con otro por dinero. No podía pensar estaba demasiado nerviosa.

Mientras nos ponían las copas sus manos se entretenían en mi culo sin miramientos, podía notar como los que estuvieran detrás disfrutaban de mis encantos.

No entendía nada, mi nerviosismo me traicionaba tanto que mis pezones estaban endureciendo. Necesitaba que me pusieran la copa, fuese lo que fuese.

Le di un trago y sin esperar más.

  • Que hago aquí, casi suplique, que quieres de mi.

Sin dejar de meterme mano me susurro al oído, lo que esperaba de mi esa noche, no omitió detalle. Quería que fuera su puta, literalmente, pero con una condición. Según me lo contaba mi sexo respondía a sus estímulos sin dudarlo, mientras su índice se clavaba en mí sin ningún disimulo en esa sala llena de gente, me decía que tenía que seducir a tres hombres y llevarlos a la sala que había reservado.

Mi corazón estaba a mil, definitivamente me convertía en su puta. Saco su dedo de mi y me lo dio a limpiar con los labios, yo estaba chupando mis propios jugos delante de la gente, más pensaba en la situación peor me ponia.

Mi marido me dio un cachete y se despidió.

  • Recuerda putita mía, tienes que traer tres.

Miraba como se alejaba hacia la sala en cuestión, como abrió la puerta y me miró antes de desaparecer dentro de ella. Estaba hecha un flan, medio desnuda, cachonda y temblorosa. Le di un trago a la copa, trague aire y me arme de valor.

Paso a paso mi cuerpo se tensaba, y mi andar era más felino, mis ojos vieron un grupo de tres hombres y allí con paso firme me dirigí.

  • Buenas noches caballeros. Me estaba deshaciendo por dentro con solo pronunciar esas palabras.

No habia contestado que ya sus manos me rodeaban las caderas, y como si nos conocieramos de toda la vida me tuteaban y manoseaban.

Conseguir que me hicieran caso no fue difícil, otra cosa sería convencerles para que se vinieran conmigo los tres a la sala. Estaba dispuesta a todo para conseguirlo, sus manos me decían que si, sus pollas me decían que si, sus ojos me decían que si, pero no conseguía arrancarles un si. Dos de ellos estaban casi convencidos pero uno de ellos era más reticente.

  • Como sabemos que vas en serio, me dijo. No quiero irme contigo y que luego solo nos calientes.

Le mire a los ojos y sin dejar de hacerlo meti mi mano en su pantalón, entendió que no era broma, que quería hacer un striptease para ellos.

No habia sido tan fácil como pensaba pero ya tenía a mis tres machos viniendo conmigo a la sala, un extraño orgullo me llenaba y tres manos me violaban de camino.

Al abrirse la sala, mi corazón me dio otro vuelco, no sólo estaba la barra para bailar y mi marido, tal y como yo me esperaba, además había un sin fin de cosas y artilugios, era un verdadero templo del sexo.

Mis nuevos amigos se sorprendieron tanto a más que yo, por el cuarto y por el hombre.

  • Pasad sin miedo, dijo mi marido, no temáis es la puta de mi esposa que la encanta ser tan puta.

Los tres se miraron y ante las palabras de mi esposo, si hubieran tenido alguna duda, estas se disiparon.

  • Que os a prometido la zorra esta, insistió. Desnudarse verdad, preguntó retóricamente. Pues a qué esperas.

Todo mi cuerpo temblaba, me queria morir, una cosa es fantasear desnudarse delante de unos hombres y tu marido, y otra cosa es hacerlo.

Camine hacia la barra, luciendo mi vestido y mi cuerpo, intentando respirar con más tranquilidad.

Menos mal que empezó a sonar la música, eso me dio fuerza, mis caderas poco a poco se dejaban llevar. Mi cuerpo era temblor puro, pero paso a paso recuperaba mi seguridad y mi ritmo. Treinta compases más tarde me solte, mi cuerpo dejo de temblar o por lo menos temblaba al ritmo de la música. Mis manos subian mi vestido para regalar vistas de mis intimidades, mi cuerpo se contoneaba con la barra como la perra en celo que era.

Aunque aun no me habia quitado nada podia ver como las pollas lucian erectas bajo esos pantalones. La puta que llevaba dentro estaba saliendo a marchas forzadas, apoyada en la barra con el culo en pompa le pedia a uno de los machos de bajarme el tanga.

Mi sexo esta humedo y caliente, expuesto y listo para ser tomado al asalto, sabía que si no hubiera estado mi esposo estos tres salvajes me habían penetrado sin piedad, dandome por todos los orificios sin descanso, hasta hacerme perder la conciencia. Pero al estar el me respetaban y tan solo me ayudaban con la poca ropa que me quedaba, y tomada en volandas por los tres me quitaban tanga, sujetador y vestido.  Desnuda tan solo tapada por mis tacones segui bailando mientras ellos se quitaban la ropa, los cuatro, mi marido no habia dicho nada de eso, me habia mentido. El me dijo que solo bailaría, nada más, pero para cuando quise reaccionar ya era tarde.

Con tanto artilugio en la sala y yo tan indefensa no les fue complicado. Me colgaron de un columpio, de pies y manos en el que quedaba a merced de todos ellos.

  • Mara, putita mia, tu no querias solo desnudarte para ellos verdad, me dijo mi esposo en un tono severo.

Mientras los demás ponían sus pollas en mis manos y se tocaban mirandome.

  • Por favor, que quieres ahora, le suplicaba.
  • Zorra que eres una zorra, me decía mientras uno de ellos había tomado al asalto mi sexo, masturbandome sin piedad.

Mi cuerpo, mi mente, yo entera estaba asustada y excitada a la vez, no podía ceder, no era esa puta, pero queria serlo. Me resistía, luchaba contra mi misma, mientras mi sexo decia lo contrario.

  • Sabéis lo que le gusta de verdad a esta zorrita. les preguntaba a sus nuevos amigos.  Ver como los hombres se ponen al verla desnuda, sentir sus pollas duras. Vamos zorra pajea les.

Mi marido habia decidido entregarme a estos hombres, sus pollas se masturbaban en mis manos y contra mi cuerpo, mientras mi esposo abría mi sexo y mi ano de para en par para el o para ellos.