¿de fruta?...un buen plátano

A las jóvenes no les gusta mucho la fruta...yo creo tener la solución.

Son varias tardes las que al llegar a casa me encuentro en la entrada del edificio un grupito de chicos y chicas, charlando, retozando sobre las motos y algunos dándole al piquito. Su juventud me causa un poco de envidia, su aparente falta de preocupaciones y la tranquilidad con que parecen tomarse la vida, me hace pensar. Si yo estuviese en su lugar disfrutaría cada minuto de todo lo que la vida pone a su alcance.

Todas las chicas son muy lindas. Sin complejos muestran sus cuerpos lozanos y llenos de vida, tan orgullosas están de lo que la naturaleza les ha regalado, que los exhiben sin pudor lo que a un madurito como yo le resulta provocador.

Estas jovencitas no tienen ningún recato en enseñar sus vientres desnudos y las braguitas de colores chillones que sobresalen por encima de la cintura del pantalón, éste siempre ajustado marcando sus culos redonditos. Para ellas debe ser lo mas natural de mundo y no lo critico, pero a mí me altera, me saca de mis casillas, me hace salivar…supongo que de ahí viene la expresión de “viejo baboso”.

Sus vestimentas extravagantes y llamativas, siempre resultan muy sexy y dudo que yo pudiese estar cerca sin caer en la tentación de dejarla mano tonta buscando el contacto con sus cuerpos.

Ya en la entrada del edificio, me planto frente al ascensor esperando a que esté disponible. Mientras espero, allí se me unen dos chicas de las que os mencionado, a cuál más apetitosa…

—¿A que piso va Ud.? — dice la más rubita, de rasgos redondeados, labios carnosos pintados de rojo carmin y que tiene una cara de chupona que llama la atención.

— Al séptimo ­— le digo sin darme cuenta que mis ojos están dirigidos hacia sus tetas que parecen dos globos a punto de estallar.

— Nosotras al quinto…— dicen las dos entre risitas conscientes que están delante de un viejo verde.

Pulsamos los correspondientes botones, se cierra la puerta y el elevador inicia su recorrido.

—Ya estoy hasta el coño de Santi… siempre lo mismo… es un “cagao”. Si no busco yo algo nuevo, él se conforma con lo de siempre— le dice una a la otra.

—A mí me pasa lo mismo con Riky… se calienta muy rápido pero no me aguanta nada. Me tendría que buscar un buen semental que me dure más… casi nunca me puedo correr con él… me lo tengo que hacer yo sola— dice la otra.

Hablan entre ellas como si estuviesen solas y nos les importa una mierda que un señor mayor las oiga hablar de sus intimidades. ¡Qué desvenguenza!. No es que sea muy mayor, solo lo suficiente para triplicarles en edad y que ellas me vean como una especie de mueble viejo sin posibilidades de interactuar con ellas.

—Me han dicho que Susy se ha enrollado con un tío casado y que le va de maravilla— le dice la rubia pechugona a la morena con ojos de vampiresa y varios piercing en la cara y orejas.

—Quizás deberíamos probar… mas que nada por conocer cosas nuevas y ver si somos buenas en las que ya sabemos…jijiji—

Esto se pone un poco mejor, a lo mejor no les resulta tan extraño pensar que un hombre como yo, madurito y “experimentado”,  les pueda dar una buena tarde de sexo. Jejeje… yo me presentaría voluntario. Solo  pensarlo me hace dibujar una extraña sonrisa mientras las observo con disimulo.

Llegamos al quinto piso y salen del ascensor. Ambas se vuelven hacia mí…con una puesta en escena propia de dos pendones que les gusta jugar con su victima, dicen:

—Adiós guaaaaapo. Si algo quieres algún día … nos lo dices…jejeje queremos probar algo nuevo, aunque sea un poquito viejito... jejeje…nos podrías servir para pasar un rato divertido—

Esto consigue llenarme de turbación y mi polla da un respingo debajo del pantalón. ¡qué guarras! ¿por qué me tratan así? Yo las colmaría de atenciones, serian mis princesitas… y ellas…se rien de mi.

Al día siguiente se repite la escena.  Como ya vengo pensando en ello, me fijo en todas las chicas que encuentro a mi paso y concluyo que a todas les daría de buen grado un repaso a fondo. La que no tiene un culito estupendo, tiene unas tetillas muy lindas, o una cara de muñeca o una de golosa, todas tienen algo que me excita y me motiva (soy un viejo verde!)

Llego al ascensor y antes de que se termine de cerrar la puerta se cuela una chica que reconozco como una de las de ayer. Sin otro preámbulo que una sonrisa forzada me aborda diciendo:

—Mis amigas me dicen  que follar con un hombre mayor como tu... es super—

—Dicen que las cosas son mejores, que os gusta mucho  dar gusto a las chicas para sentiros más machos… mejores amantes... y que todavía estáis en forma ¿Es verdad eso? —

—Además, dicen que hacéis que dure mucho… al menos una hora…y yo quiero eso para mi…que me hagas cosas ricas…y que sobre todo…dure mucho…quiero saber que es correrse varias veces seguidas—

—Creo que tus amigas tienen razón… yo no tengo experiencia con nenas como tu pero me gustaría probar…te trataría como una reina— le lanzo la sugerencia a ver qué pasa.

—Pues probemos… por mi encantada… ¿vamos a tu casa? — me dice sin inmutarse, como si fuera lo mas normal del mundo lo que causa mi asombro.

—Jejeje… yo estoy casado… y ¿si nos pilla mi mujer? — le digo a modo de excusa pues me ha entrado un poco de canguelis al tener al alcance la mano estar con un bomboncito semejante.

—A mi no me va a pasar nada, no me corto ni un pelo…soy mayor de edad y hago lo que me da la gana…eso te preocupa a ti. Si quieres follar lo dices y vamos ahora mismo. Me estoy poniendo caliente nada más pensar en ello—.

—Pues mírame a mí, ésta ya se ha puesto contenta— le digo mostrándole el bulto que ya se ve en el pantalón.

—La verdad es que me pone mucho hacerlo con un yorgurtcito como tu—

Minutos más tarde ya estamos en el salón mi casa.

—¿Cómo quieres que lo hagamos? ¿De pie? ¿por detrás? ¿o a caballito? — pregunta mientras se quizás la camiseta y el sujetador sin darme un respiro.

—¿Por qué tienes tantas prisas?… mi mujer no vendrá hasta dentro de dos horas por lo menos—

—No tengo prisa… es que pienso que porque vamos a perder tiempo con tonterías— dice bajándose el pantalón y las diminutas braguitas enseñándome su cuerpo juvenil tremendamente apetitoso.

Acto seguido, me ayuda a desnudarme y antes de que me dé cuenta ya me está haciendo una mamada de campeonato como si le fuese la vida en ello. No es la primera que se come una buena verga y seguro que la mía no será la última.

A esta velocidad no voy a poder cumplir sus expectativas de un polvo largo e intenso.  Lo peor de todo es que mi capacidad de recuperación no es la de un chaval de dieciocho, así que temo que la aventura termine mal. Si me corro prematuramente y luego no puedo volver a remontar sería un auténtico fracaso , no podría soportar la vergüenza de pasar cada día al volver a casa por en medio del grupo de sus amistades.

Hago que se separe y deje de chupármela, le hago ver que ya ha conseguido poner la verga a tono, y ahora me corresponde a mi continuar.

La llevo hasta el sofá y hago que se siente. Se echa hacia atrás y pone las piernas al aire abiertas en cruz con lo que me ofrece la visión de su rajita y el culo. Se sujeta las piernas poniendo las manos por detrás de las rodillas y hace movimientos casi gimnásticos para demostrarme su flexibilidad y su total disposición para recibir en su coño toda mi polla.

—¿a qué te gusta mi pochita?...es muy sensible y yo la cuido mucho— me dice mientras se la toca con mucho cariño y desparpajo.

Tiene un coño con carnosos labios. Lo adorna con un cuadrito de pelo parecido a un bigotillo. El resto está totalmente peladito, para adornarlo mejor, tiene un tattoo a un lado. No cabe duda de que se cuida mucho de su chochito, que lo mima, que lo tiene preparado para enseñarlo, y para seducir a quien lo mire.

Apoyando el talón en el apoyabrazos, la otra pierna estirada hacia arriba la sujeta por la corva con una mano. Queda totalmente despatarrada, con su chochito bien dispuesto para que se la clave hasta el fondo.Empiezo a tocarle las nalgas, el interior de los muslos… y ella se pone la mano sobre el coño para mostrarme como al separar los labios aparece una pepitilla muy juguetona.

Vaya chocho tiene la cría…nunca la habría imaginado tan hermoso y abultado. No el el sexo de bamby, es el coño de una yegua rompedora.

—Ahí en el bolsillo del pantalón hay varios condones, ponte uno y metemela ya—

—estoy muy caliente, estoy deseando sentir como palpita tu nabo dentro de mí— dice sin cortarse nada.

Acerco la mano y le meto levemente el dedo. Este entra muy suave entre sus carnes jugosas.

—Uhmmm si…si… tócamelo…. Me gusta que juegues con él—

Sin dudarlo un instante añado un segundo dedo con idéntico resultado: se hunden en su coño sacando una buena cantidad de jugos. Hago un mete y saca durante unos instantes y la tía empieza a gemir como una perra en celo.

—meteme el tarugo… necesito sentirlo dentro para correrme… venga, venga lo necesito… — me dice impaciente…

—follame… y follame fuerte… muy fuerte, no como los niñatos… clávamela hasta el ombligo!!! —

Me siento desbordado por su desparpajo y falta de pudor. No quiero caer en su juego y terminar rápidamente derretido entre sus piernas. Necesito un respiro, improvisar algo, buscar una defensa… me separo de ella y encuentro refugio en la cocina. Miro a un lado y otro buscando una idea, un algo que la pueda distraer un poco…

En el frutero hay un racimo de plátanos, algo verdes… todavía duros. Tomo uno de ellos, le calzo el condón y le echo un generoso chorro de aceite para untarlo. Armado con el plátano vuelvo al salón, no se lo enseño…

—Ponte en cuatro…  apoya las rodillas en el asiento y pon las manos aquí…te voy a dar fuerte y no quiero que te caigas—

—Si…si….así bien fuerte…eso es lo que más deseo— me pongo detrás y restriego la punta de mi polla con su conchita ardiente.

—Venga follame ya… que lo estoy deseando— dice la chica para terminar de incitarme.

Sin que ella se dé cuenta le acerco le plátano y le meto la punta.

—eso es… metemela toda…todaaa… toda—

—Que buena polla tienes …y que dura la tienes—

Pongo mi cadera apoyada sobre un cachete del culo para que sienta el contacto de mi cuerpo y los empujones que le voy a dar. Con la mano manejo el pedazo de plátano que me he agenciado introduciéndolo una y otra vez con toda la puteria que soy capaz de imaginar. Yo me reservo para más tarde.

Cojo el plátano por el extremo y empiezo a bombear fuerte y duro, igual que si manejase una zambomba. Ella no deja de gemir y de elogiar mi buen hacer.

Con la mano libre me entretengo en acariciarle el clítoris y juguetear con los labios que suben y bajan acompañando en su movimiento al plátano juguetón. Empieza a destilar jugos como una loca, se moja las ingles y el culo. Yo se lo restriego todo para que este bien lubricado. Llevo parte hasta su ano y empiezo a jugar con él.

Mientras sigo con el mete y saca con una mano, con los dedos de la otra voy haciendo que su culito se dilate para recibir mi visita más tarde. Le meto un dedo y noto como a través del intestino puedo sentir el movimiento del plátano al entrar y salir.

En medio de esta locura ella se corre y empieza a tener unas convulsiones que casi asustan. Saco el plátano y se lo enseño todo el lleno de su propia lechecita. En principio se extraña un poco, pero enseguida que comprende mi artimaña, sonríe complacida y muy satisfecha.

Se lo doy a lamer y a ella le encanta sentir el sabor de su propio coño. Cuando ya lo ha dejado bien limpio lo vuelvo a poner entre sus piernas y ella se acomoda para poder recibirlo de nuevo. Primero lentamente, pero después cada vez más rápido y más intenso, bombeo de nuevo hasta conseguir que su respiración se vuelva a poner a cien y mis dedos abran nuevamente su culito.

—¡Uy, como me gusta el plátano!... sigue, sigue…¡Qué gustoooo! —

—Me voy a correr otra vez….otra vez…y todavía no has empezado—

—Eres un demonio…¡me encanta!

Juego con el plátano inclinándolo, dando golpecitos repentinos, haciendo vibrar en su interior, haciendo múltiples variaciones del mete y saca. Todo ello sin desgastarme lo más mínimo, estoy empalmado como un burro pero mi aparato lo tengo totalmente resguardado esperando el toque de gracia que vendrá más tarde.

A juzgar por el chorro de jugos que le corren patas abajo a mi joven pareja la fruta le encanta… o al menos el plátano.

Deverano.