De folla-amiga a esposas y madre

De cómo la folla amiga de mi amigo se convierte en mi novia, esposa y madre sin que afecte a ninguno de los tres

Hacía varios años que conocía a Rosa, era la folla-amiga de Ignacio, mi mejor amigo. Su historia era curiosa, fueron pareja un par de años, cuando rompieron decidieron seguir siendo amigos pero con derecho a roce, su relación se convirtió en puro sexo, ambos reconocían que se sentían sexualmente enganchados, cuando uno de los dos quería revolcarse en la cama se llamaban sin más ataduras y sin importarles que uno (o los dos) tuviera alguna relación fija.

Todo empezó un sábado, llamé a Ignacio para poder cenar con él y tratar unos temas profesionales ya que trabajábamos en el mismo sector, solo tenía libre la hora de cenar ya que se había comprometido con su familia, me pareció perfecto pero a última hora me llamó diciendo que estaría Rosa ya que le había telefoneado por que “necesitaba un revolcón urgente”, no me importó que estuviera en la cena, tal como os he dicho hacía mucho que la conocía.

  • Espero que no dure mucho nuestra conversación, Rosa estará impaciente para follar.

Me dijo, quedamos en un restaurante, cuando llegué me encontré a Rosa esperando, estaba muy atractiva y se lo dije, se había vestido para follar, era consciente que sabía perfectamente su relación con Ignacio por lo que no hacía falta disimular y le dije:

  • Espero que podamos hablar durante la cena y os dejo que vayáis a lo vuestro.
  • Gracias, me dijo con una sonrisa pícara, ha sido una semana estresante y lo necesito.
  • Tenéis una relación curiosa, respondí.
  • Quizás, pero ambos estamos cómodos siendo folla-amigos y de momento no veo motivo para cambiarlo.

Continuamos hablando pero ya de temas menos personales esperando a Ignacio, su virtud nunca ha sido la puntualidad, cuando ya llevaba más de media hora de retraso me sonó el móvil, era él, me dijo que el tema familiar se había complicado mucho y tenía que anularnos la cena, a mi me dejaba colgado pero pude ver que Rosa se enfadó mucho, traté de calmarla y le dije:

  • Tenemos una reserva en un restaurante que es complicadísimo, ¿por qué no cenamos los dos?

Le pareció bien, dijimos al camarero que seríamos uno menos y nos llevó a la mesa, teníamos pocas cosas en común para hablar pero poco a poco los encontramos, la imagen de chica superficial que tenía de ella se desvaneció, resultaba ser una mujer profunda e inteligente, al acabar la cena le propuse ir a algún local a tomar algo y aceptó encantada pero antes quería pasar por su apartamento, cuando llegamos me pidió que subiera, me pareció de buena educación no dejarme en el coche, me dijo que me sirviera algo y se fue a la habitación, cuando regresó me encontró con un vaso de ginebra en la mano, pensaba que quería cambiarse paro llevaba el mismo vestido, supongo que notó mi extrañeza ya que riendo me dijo:

  • Me he puesto ropa interior….

Nos reímos, se sirvió una bebida y cuando acabamos nos fuimos, aquella velada fue muy divertida, la pasamos entre copas, bailando pero especialmente hablando, me gustaba discutir con ella ya que sus opiniones estaban siempre muy meditadas, pero también de temas más personales, me contó cosas de sus relaciones con los hombres, que hacía tres meses que había roto con su novio (por cierto que seguía follándose a Ignacio mientras duró la relación), por mi parte le conté lo de mi ex que me había dejado hacía poco, también me habló de la relación que mantenía con Ignacio.

Hacia las 4 decidimos dar por acabada la noche, la llevé a su apartamento y me fui a mi casa.

Unas semanas más tarde recibí una llamada de un número que no conocía, resultó ser Rosa, me invitó a ir a su casa para que viera unos documentos que habíamos estado hablando, me pareció buena idea, quedamos aquel mismo día a media tarde, llegué a pensar que quizás quería algo más que una simple charla por lo que me preparé ante una posible noche loca, lo cierto es que ella nunca me lo había insinuado pero los hombres somos optimistas en este tema.

Cuando llegué a su piso supe que no había acertado, me recibió con un chándal y la mesa llena de los papeles que quería enseñarme, si pretendía seducirme no lo parecía, nos pusimos a analizar todo aquello y sin darnos cuenta fue pasando el tiempo, hacia las 8 sonó su móvil, me dijo:

  • Es Ignacio

Descolgó el teléfono, la conversación fue algo parecido a:

  • Hola, ¿Cómo estás?
  • …..
  • Estoy con Juan mirando unos papeles, aquello que te hablé.
  • ….. ……
  • ¿Ahora?
  • ……
  • Sí, claro que me apetece, y mucho, (dijo con una sonrisita pícara) ¿pero qué pasa con Juan?
  • ……
  • Como quieras, te espero en 30 minutos.

Cuando colgó me dijo:

  • Va a venir Ignacio, no hace falta que te vayas, supongo que no et importará estar un rato mirando esto sin mí, como compensación te invito a cenar, pero no soy muy buena cocinera, dijo riendo.
  • No, claro, haz lo que tengas que hacer.
  • Te dejo todo esto, como si estuvieras en tu casa, en la nevera hay cervezas, me voy a duchar.

Y se fue, estaba claro lo que venía a hacer Ignacio, pude verla pasar por el pasillo envuelta en una toalla y oír el agua de la ducha, dejó la puerta entreabierta para poder continuar hablando, cuando salió se vino hacia mí también cubierta por una toalla, no sabía que decirle, estaba algo nervioso por la situación pero ella supo cómo reaccionar, estuvimos unos minutos en los que le conté lo que había encontrado y se fue a cambiar, “no sea que me pille tan poco sexy”, me dijo, ante lo que le respondí: “tu siempre estas sexy, incluso con el chándal”, sonrió, me dio un beso en la mejilla diciéndome: “eres un sol”.

Verla andar con aquella toalla que tapaba a duras penas el culo y sabiendo que iba a vestirse para follar con Ignacio me excitó, sabía que no tenía nada que hacer, ni tan solo ya cabía un posible intento de seducción pero me daba igual, mi polla iba por libre.

Unos minutos más tarde regresó con un vestido claro con florecitas rojas estampadas de tiras, a diez leguas se notaba que no llevaba sujetador, la parte de la falda era bastante corta y amplia, y nos zapatos de tacón, al verla le lancé un silbido, se rió y dio una vuelta sobre sí misma para que la admirara, al hacerlo la falda quedó extendida mostró sus piernas, me dijo:

  • Espero que no te sientas violento, sé que es una situación extraña, te dejó plantado por que viene Ignacio y cuando acabemos nos pondremos a cenar, espero que te sientas cómodo.
  • No te preocupes, dije, estoy cómodo, Ignacio es mi mejor amigo y sabía la relación que teníais, simplemente estamos mirando estos papeles.

Eso le dije pero la realidad era muy distinta, tenía toda la razón en lo de extraña, como Ignacio se retrasaba continuamos mirando aquellos papeles, cuando se inclinaba para cogerlos su escote se abría y tuve varias vistas fugaces de sus tetas, incluso llegué a verle un pezón por unas milésimas de segundo, claro que no se si era realidad o pura imaginación.

Cuando llamaron al timbre fue el momento que me sentí más violento, al abrir Rosa saltó a sus brazos, se morreaban y cogían como si estuvieran en celo, Ignacio la cogía con fuerza, incluso le levantó el vestido y pude verle las bragas blancas que tapaban su culo, aquello era pasión desbordada, él se limitó a hacerme una señal con la mano al pasar por mi lado y se encerraron en la habitación, me costaba concentrarme sabiendo que estaban a pocos metros follando como locos, además, entre ruidos y gemidos era muy complicado, no sé qué tipo de relación tenían en la cama pero os puedo asegurar que si con la puerta cerrada oía aquello, dentro debía ser una auténtica batalla sexual.

Con la polla a punto de reventarme los pantalones intenté seguir mirando aquello pero no lo conseguí, solo escuchaba los gritos, gemidos y corridas constantes de Rosa, aquella chica era una máquina del sexo sin duda.

Al fin cesaron todos los ruidos, unos minutos más tarde veo pasar a Ignacio desnudo hacia la ducha, al salir regresó a la habitación y volvió a salir vestido, no me dijo mucha cosa, solo se despidió y se fue, Rosa seguía en la habitación, oí que me llamaba, no sabía si era el mejor momento ya que mi polla seguía dura dentro de los calzoncillos pero me fui hacia allí, he de volver a reconocer que tenía el deseo que me dijera “desnúdate y acaba lo que ha empezado tu amigo” pero nada de esto sucedió, la encontré tapada con la sábana, el cabello revuelto, la ropa estaba completamente deshecha y su vestido y las braguitas tiradas por el suelo, me preguntó:

  • ¿Estás bien?
  • Claro, respondió, ¿por qué no iba a estarlo?
  • Déjame unos minutos que me reponga y continuamos.
  • Ok, dije y volví a la sala.

Si oír aquello me había excitado verla así aun más pero poco podía hacer, un rato más tarde la vi pasar hacia la ducha de la que salió también envuelta en una toalla, viniendo hacia mí me dijo:

  • Me visto y te preparo la cena, ¿ok?
  • Ok, ponte guapa, le dije con una sonrisa
  • ¿No me habías dicho antes que siempre estoy sexy?, incluso con el chándal, respondió también con una sonrisa.
  • Ahora me has pillado.
  • Me voy a poner sexy para ti.

Se enceró en la habitación, esperaba que tardara poco pero no fue así, estuvo casi una hora encerrada pero cuando salió supe que había valido la pena, llevaba un vestido negro con un escote hasta casi el ombligo, era muy corto, se había recogido el pelo de manare que dejaba el cuello descubierto, un collar con una cadena fina con una piedra a juego con los pendientes que quedaba entre las tetas, todo esto complementado con unos zapatos de tacón altos que hacían que aquellas piernas pareciera que nunca se acababan, al darse la vuelta vi que dejaba desnuda toda la espalda y se marcaba perfectamente el tanga, estaba más que guapa, se lo dije y me respondió con una sonrisa.

¿Me estaba colgando de aquella chica o solo era la excitación por lo que había pasado?, la situación era complicada ya que era la folla-amiga de mi amigo y había vivido en directo como se la follaba, dejamos los papeles, ella cocinaba y yo preparé la mesa, sus virtudes de cocinera eran limitadas pero nos reímos mucho, antes de poner la cena en la mesa colocó dos velas y cerró la luz diciendo:

  • Así será más romántico.

En aquel momento pensé de nuevo que quizás haberme preparado para follar no fue una idea tan descabellada, la cena fue amena y divertida, nos lo pasábamos muy bien, de vez en cuando su mano se ponía encima de la mía e incluso algunas veces en mi muslo pero parecía más un gesto de amistad que otra cosa, yo no era tan atrevido, cuando acabamos le propuse salir, le dije riendo:

  • Quiero presumir de ti.
  • Vaya, cuando veas a alguien con el que quieras presumir te cogeré como si fuera tu novia, o ligue, o lo que quieras…., pero antes tendremos que pasar por tu casa y cambiarte ¿no crees?

Nos reímos, tenía razón, ella estaba impresionante y yo iba muy informal, se puso un abrigo y nos fuimos a mi apartamento, cuando entró se lo quedó mirando todo, no es por presumir pero era un piso precioso con una gran terraza desde la que se veía toda la ciudad, cuando se la enseñé me dijo:

  • Es un apartamento precioso, cuando llevas aquí a los ligues se les caerán las bragas.
  • No puedo quejarme, dije sonriendo.

Traje un par de cervezas y después de tomarlas me dijo:

  • Voy a ser tu estilista, ¿donde tienes la ropa?

La llevé a la habitación y abrí el armario, me dijo:

  • Mientras busco la ropa dúchate

Me fui a la ducha pensando en todo lo que había pasado aquella tarde, mi polla estaba a tope y sabía que no era la mejor manera de pasar la velada así que decidí hacerme una paja, estaba dándole cuando se abrió la puerta del baño, tenía la cortina pasada por lo que no pudo verme, me dijo:

  • Ya lo tengo, cuando salgas lo vemos
  • Muy bien, dije, y en aquel momento me corrí.

Salí envuelto en una toalla, Rosa estaba en la terraza, me acerqué a ella y cuando me vio con el torso desnudo me dijo:

  • Vaya, no estás nada mal, tienes buen tipo.

Nos fuimos a la habitación, me había escogido unos pantalones blancos y una camiseta negra.

  • No te he preparado calzoncillos porque no sé donde están
  • Aquí, le dije abriendo un cajón

Rebuscó entre slips y bóxers, al final escogió estos últimos, no sabía si esperar que se fuera o empezar a cambiarme pero decidí ponerme de espaldas y sacarme la toalla, inmediatamente silbó diciendo:

  • ¡Bonito culo!.
  • No tanto como el tuyo, dije
  • Si no lo has visto, ¿tú que sabes?, jajaja

Me acabé de vestir, ella seguía en la habitación mirándome, suerte que me había hecho una paja ya que si no me hubiese notado el empalme.

Salimos y de nuevo pasamos la velada entre baile, copas y charla muy interesante, muchos tíos nos miraban con cara de envidia y cuando se daba cuanta me agarraba por la cintura, hacia las 5 la llevé a su casa y nos despedimos con un beso en la mejilla.

Aquella noche pensé en ella, me estaba colgando como un adolescente y sabía que algo tenía que hacer así que por la mañana la llamé, me descolgó muy ilusionada, como si esperara que la llamara, le propuse devolverle la cena en mi casa y no tuve que espera mucho, en media hora llamaba a mi puerta, vestía bastante informal con tejanos y una blusa, en la mano llevaba una bolsa, me dijo riendo:

  • No sabía si la comida era de gala, he cogido ropa para cambiarme.
  • No lo era pero la voy a convertir en eso.
  • Me alegro, dijo, he tenido que remover todo el armario.

Aquella hora en la terraza daba el sol, salimos y tomamos una cerveza, después nos pusimos a preparar la comida y cuando ya estaba todo a punto me dijo:

  • He traído varios vestidos para esta comida de gala, tendrás que escoger.

En la habitación abrió la maleta y sacó todo lo que llevaba, tres vestidos bastante elegantes por cierto, también sacó dos conjuntos de tanga y sujetador y dos zapatos, me dijo:

  • Ahora te toca a ti ser mi estilista.

Estuve mirándolos y escogí uno rojo que me pareció muy bonito, además era el más escotado y corto, me dijo:

  • ¿Y de tanga cual me pongo?, sujetador con este vestido no creo que quede bien.

Uno era negro y el otro blanco, siempre me ha atraído la ropa interior negra así que lo cogí para dárselo, en realidad no era más que unas finas tiras que solo se ensanchaban por el pubis, me dijo:

  • Lárgate que me cambio.
  • No es justo, dije, ayer me cambié aquí mismo delante de ti.
  • Ya, dijo, pero yo no lo haré, jajaja, lárgate ya.

Tuve que irme y espera que saliera, había escogido bien ya que estaba muy guapa y se lo dije, era un vestido sin tiras que se acababa encima de las tetas, después se ajustaba al cuerpo para acabar abriéndose un poco a la altura del culo, nos sentamos en la mesa, durante la comida repitió el cogerme la mano o poner la suya sobre mi muslo, deseaba hacer lo mismo y en los postres me atreví temiendo que se sobresaltara ya que tocaba directamente la pierna pero no lo hizo, más bien me pareció que le gustaba, cuando fui a sacarla su mano se puso encima y me lo impidió.

Después de los cafés le dije:

  • ¿Quieres ver una película?
  • Claro, ¿cuales tienes?

Nos costó poco ponernos de acuerdo, teníamos gustos parecidos, puse el DVD y me senté en el sofá, se recostó a mi lado, primero su cabeza se puso en mi hombro mientras la agarraba por el cuello pero poco a poco se recostó sobre mis piernas, la verdad es que no estaba muy pendiente de la película, su vestido iba subiendo y ya tenía los muslos descubiertos sin que hiciera nada por impedirlo, cuando acabó serví bebidas y empezamos una charla muy íntima sin que cambiáramos de posición, me habló muy sinceramente de su relación con Ignacio, me reconoció que había afectado en sus otras relaciones que, por suerte, nunca la descubrieron, lo más fuerte que me dijo fue:

  • Sé que estoy enganchada a su polla, pero nunca nadie me ha hecho sentir lo que me hace sentir él, cuando acabamos mis piernas me tiemblan, es maravilloso pero es solo sexo, nada de sentimientos.
  • Ya, dije riendo para cortar un poco la tensión, por eso ayer tuviste que quedarte un rato en la cama.
  • Si, dijo, era incapaz de levantarme.

También me sinceré, le expliqué en que había fallado en mis relaciones y que, sin ser malo en la cama “jamás había dejado a una mujer temblando”, se rió del comentario y me dijo:

  • No te creo, seguro que eres bueno, además tienes buen tipo, que ayer te vi el culo, jajaja, y me dieron ganas de cogerlo, jajaja.
  • Ya lo recuerdo, y también que hoy no me has dejado ver el tuyo, jajaja
  • Espera, dijo

Y tal como estaba tendida sobre mis piernas se dio la vuelta quedando boca abajo, sus tetas quedaron sobre mis piernas y su culo cara al techo, me dijo:

  • Súbeme el vestido, te dejo que lo veas.

No sabía si lo decía en broma o en serio, al verme indeciso me dijo:

  • Hazlo ya, no pienso pasarme la noche así

Cogí la parte de debajo del vestido y lentamente lo fui subiendo, tenía un culo precioso, aparentemente firme, la tira del tanga era tan pequeña que casi ni se veía, me dijo:

  • Te gusta?
  • Es precioso.
  • Gracias.
  • También me dan ganas de cogerlo, jajaja

Se quedó callada unos segundos hasta que dijo:

  • Pues hazlo

Muy nervioso puse la mano encima de las nalgas y suavemente se lo acaricié, dijo “me gusta”, así que continué acariciándola, mi polla se puso dura al instante y notaba como se clavaba en sus tetas, seguro que se dio cuenta pero no dijo nada, solo estaba recostada con cara de placer mientras se lo acariciaba, nos pasamos bastante rato así hasta que veo que se mueve y se colocó otra vez cara arriba bajando el vestido y me dijo:

  • Me gusta mucho pero mejor será que lo dejemos.

Se acabó al noche y me fui a la cama con la polla dura que tuve que calmar. Al día siguiente estaba aburrido en casa cuando sonó el timbre, era ella, me alegré muchísimo, me dijo:

  • ¿tienes plan para esta noche?
  • No, respondí
  • ¿Por qué no salimos a cenar?
  • Buena idea, dije, espero que no llame Ignacio
  • Me da igual que llame, he quedado contigo y ni él va a cambiarlo.
  • Vaya, y te perderás lo de los temblores de piernas, jajaja
  • No te negaré que está muy bien estos “temblores” pero hoy prefiero estar contigo, además, nunca se sabe cómo puede acabar la noche, que tus caricias me dejaron muy tocada, jeje.

Fue uno de aquellos momento que no sabía cómo reaccionar, ¿debía abalanzarme sobre ella y llevarla a la cama?, lo cierto es que no lo hice, me pidió poderse duchar antes de salir y que escogiera su vestido mientras tanto, se fue a la ducha y yo separé un vestido blanco, no era tan escotado ni corto como el de la noche anterior pero me gustaba, además un juego de tanga y sujetador blanco ideal para el vestido.

Cuando salió de la ducha envuelta en la toalla vino a la terraza donde estaba yo, me fui a duchar, no sabía si calmarme con otra paja pero al final no lo hice, cuando salí me la encontré envuelta en la toalla removiendo el armario, ya me tenía preparada la ropa, nos quedamos de frente mirándonos, saltaban chispas de deseo, de repente puso los dedos en el nudo de la toalla y lo deshizo dejando que se cayera, la tenía completamente denuda delate, hice lo mismo, me miró como lo había hecho con ella y nos acercamos, nos fundimos en un abrazo e instantáneamente nuestras bocas se juntaron, las lenguas pugnaban por entrar en la boca de otro, nos tumbamos en la cama sin importarnos arrugar los vestidos y nos revolcamos, me separé para verle las tatas de cerca, mi mano se posó en una, eran firme y sus pezones estaban duros, no se quedó atrás, era una mujer activa, como me gustan, su mano me cogió la polla y la mía se dirigió a la entrepierna que estaba ya muy mojada, y todo mientras nos revoleteábamos en la cama. Su boca se dirigió a mi polla haciéndome una mamada de experta, me coloqué en posición 69, quería comerle el coño y le gustó ya que se corrió inmediatamente y varias veces seguidas.

Cuando me separó, quería ya otra cosa, me dijo:

  • ¿Tienes un condón?

Abrí el cajón y saqué uno, me lo puse mientras me miraba y me esperaba con las piernas abiertas, apunté la polla a aquel agujero que la esperaba, costó poco entrarla, ella me cogía con fuerza, la follada fue pasional, gozaba y gemía con mucha fuerza, hicimos varias posiciones, ella no paraba de correrse, comprimía fuerte la vagina y me hacía un masaje de placer que al final ocasionó que no pudiera más y descargué la leche en su coño.

Nos quedamos abrazados cariñosamente, había sido un polvo increíble pero además lleno de complicidad, no fue solo sexo. Estuvimos mucho rato besándonos y acariciándonos hasta que me dijo:

  • Vete a duchar que yo no puedo, me tiemblan las piernas.

Me reí, esperaba que fuera cierto, cuando salí completamente feliz la vi mirando al techo con una sonrisa de felicidad, trató de levantarse y al poner los pies en el suelo dijo:

  • Todavía no puedo.

Y tuvo que esperar varios minutos antes de ducharse.

Al salir nos volvimos a abrazar y besar, nos vestimos y salimos hacia un restaurante abrazados.

En la cena estuvimos explosivos y felices, al acabar la llevé a su casa, aparqué el coche y no queríamos separarnos, nos pasamos una hora besándonos.

Cuando llegué a casa estaba muy contento pero no sabía exactamente donde estábamos, se notaba que ambos nos atraíamos y nos lo pasábamos muy bien pero estaba Ignacio, ¿volveríamos a pasar una tarde como aquella?, ¿acabaríamos siendo pareja?, y si lo éramos, ¿Ignacio estaría allí en medio?

No tenía respuestas pero me lo había pasado muy bien, a la mañana siguiente cuando iba al trabajo recibí una llamada suya, me dio los buenos días y me dijo que se lo había pasado muy bien, cada noche nos llamábamos y teníamos largas charlas, algunas veces cargadas de pasión pero el miércoles me dijo de quedar el viernes ya que el jueves no podría llamarme, por mi mente pasó inmediatamente la cara de Ignacio pero no dije nada, sabía cómo averiguarlo.

El jueves llamé a mi amigo proponiéndole tomar una cerveza al salir del trabajo y me dijo que no podía, HABÍA QUEDADO CON ROSA!!!!!!!.

  • Claro, dije, entiendo que no hay color entre una cerveza y una follada.
  • Ni lo dudes, dijo riendo, además, me ha llamado esta mañana y estaba muy caliente, ya me entiendes.

Aquello me dejó totalmente abatido, pensé mucho en la situación pero poco podía hacer, al fin y al cabo entre nosotros no había nada más que un bonito fin de semana, lo que no era óbice para que me sintiera mal, he de reconocer que aquella noche no pude dormir, por la mañana recibí una llamada de Rosa, nada hacía pensar que la noche anterior se había follado a Ignacio, estaba súper cariñosa, intenté que no notara mi estado y quedamos por la noche.

Quería estar seguro de lo que había pasado, llamé a Ignacio que me dijo:

  • Tío, estaba más caliente que nunca, me la he tenido que follar toda la noche, la he pasado toda en su piso, llevo la misma ropa que ayer.

Me dejó tocado, a pesar de conocer la situación no me gustaba nada, no sabía cómo reaccionar así que cuando llamó al timbre y abrí me vio raro, me preguntó qué pasaba y decidí ser totalmente claro, le expliqué lo que sabía, que Ignacio había pasado aquella noche con ella, en el fondo era consciente que siempre podía decirme que entre nosotros no había nada formal y solo se trataba de un fin de semana pero no sucedió esto, me dijo:

  • Sabías la situación cuando empezamos a intimar, eras consciente que desde que conozco a Ignacio me he acostado con él incluso si tenía pareja, lo nuestro está iniciándose y me siento muy bien, creo que tiene futuro pero es un tema que debes contar con él, prefiero que lo sepas y no te engañes.

Realmente me estaba diciendo “y follaré con Ignacio cuando me dé la gana”, no estaba muy seguro de querer compartir mi novia y así se lo dije, su respuesta fue:

  • Una relación debe basarse en compartirlo todo pero no renunciar a lo que nos gusta, y a mí me gusta follar con Ignacio, me gustaría que siguiéramos, nos compenetramos como nunca lo había hecho con un hombre, me siento muy bien, cuando no estás te extraño, siempre pienso en ti, pero no podría aguantar un engaño, no quiero decirte que no me acostaré con él y hacerlo a escondidas, prefiero ser sincera y ahora si rompemos me hará menos daño que dentro de un tiempo cuando ya no pueda vivir sin ti, a pesar de que creo que este momento y ha llegado.

No podía pensar fríamente, e dijo:

  • Me voy, te dejo solo para que reflexiones, te estaré esperándote porque me gustas como nadie pero depende de ti.

Y se fue dejándome pensando, aquella noche tampoco dormí ante tal dilema, sabía que podía amarla como a ninguna mujer pero ella no estaba dispuesta a renunciar a Ignacio, por la mañana ni tan solo me duché, a media mañana recibí una llamada, era Ignacio que me preguntaba si seguía en pie la cerveza ya que “Rosa lo había dejado tirado, no lo entiendo, nunca me había dicho que no”, me dijo, seguro que ella estaba tan mal como yo así que decidí ponerme algo de ropa y me fui a su piso, cuando me abrió la noté completamente destrozada, se notaba que no había dormido y había llorado, nos abrazamos sin decirnos nada y así estuvimos un buen rato hasta que nos sentamos en el sofá y le dije:

  • Lo he pensado bien y estoy dispuesto a que continúes con lo de Ignacio pero con una sola condición, que no afecte a nuestra relación, no quiero dejarte un sábado para que te vayas con él y me quede colgado.

Me abrazó y nos besamos, unos minutos más tarde ya estábamos follando en la cama con incluso más pasión que el domingo.

Cuando acabamos le dije:

  • ¿Sabes que no soy el único que tienes destrozado hoy?
  • ¿Hablas de Ignacio?, me ha llamado pero no estaba de humor.
  • Sí, eso me ha dicho y ha sido lo que me ha convencido y me he dado cuenta que te importo mucho.
  • Claro que me importas, tonto, más que nada en el mundo, me dijo abrazándome.

Me duché, necesitaba afeitarme y cambiarme pero no tenía nada, Rosa me dijo que tendremos que preparar una bolsita para cada uno, unas braguitas para ella en mi casa y unos calzoncillos y una maquinilla de afeitar para mí en su casa, me gustó aquello y le dije:

  • ¿Qué te parece si salimos por la noche?, creo que los dos necesitamos descansar.
  • Perfecto, dijo, me estiraré en el sofá, comeré un bocata y descansaré.
  • Bueno, si quieres puedes calmar a Ignacio, le dije riendo.
  • Buena idea, espero que cuando vengas a recogerme ya no me tiemblen las piernas, jejeje, espera.

Y cogió el móvil para llamarlo, después de decirle que había dormido más y por eso le había respondido así le dijo:

  • No te retrases, me muero de ganas de comerte la polla y follarte.

Al colgar me dijo:

  • Hemos quedado a las 6, me dará tiempo de reponerme y ducharme antes de las 9.

Curiosamente no sentía ningún tipo de celos, es más, me sentía contento de que mi ya novia disfrutara aquella tarde, lo cierto es que cuando fueron las 6 no pude dejar de pensar en lo que pasaba en la habitación de mi novia y por más que intentaba sacármelo de la cabeza no podía, cuando llegué a su piso nada hacía pensar que un rato antes había follado en aquella cama, la cena se convirtió en todo el fin de semana, no volví a casa hasta el lunes después de trabajar, por la semana nos llamábamos mañana y noche, excepto el miércoles en que quedó con Ignacio, el plan era que no lo hiciera pero hacia las 11 me llamó, me dijo que estaba en la ducha y no quería acostarse sin darme las buenas noches, también me dijo que se quedaría a dormir, me sentí en cierto modo que era el amante.

Faltaba comunicarle la situación a Ignacio, el viernes cuando nos vimos dijimos que sería lo mejor así que le llamé para tomar una cerveza, al verme entrar con Rosa se extrañó mucho pero le contamos todo lo que había pasado y que nada debía cambiar a partir de ahora.

El tiempo fue pasando y todo funcionaba muy bien, cada día estábamos mas enamorados, nuestro sexo era explosivo, los encuentros con Ignacio no afectaban nuestra relación ya que se lo montaban en horas en que ya no nos veíamos, incluso llegué a pensar que si no fuera por qué ya lo sabía, Rosa podría tenerlo como amante sin que me enterara.

A los dos meses dejamos aparcado el condón, me confesó que en su vida solo lo había hecho sin con Ignacio y ahora con migo, pero debíamos dar un paso más, vivir juntos, no era fácil, estaba Ignacio por en medio y si bien ella podía aprovechar entre semana, las tardes de los sábados o cualquier momento que no estuviéramos juntos, al convivir eso tendría que ser distinto, lo hablamos, la única posibilidad era que le dejara algunos horas libres en que pudiera hacer lo que quisiera a pesar de vivir juntos, le ofrecí preparar una habitación “para que pudiera sentirse libre en este aspecto”, a ella le preocupaba que pasaría si “sentía ganas de Ignacio” o “el le llamaba” y yo estaba allí, o “me dejaba para irse con él”, solo podía decirle que si queríamos vivir juntos debía aceptarlo, sabía que podría sentirme mal en aquellos momentos pero era una condición insalvable que asumí desde el primer momento.

Un fin de semana hicimos el traslado de todas las cosas con la ayuda de los amigos entre los que estaba Ignacio, él sabía perfectamente que los otros amigos no sabían la situación especial así que se comportó como uno más, cuando acabamos se fueron yendo pero quería hacerle un regalo especial por la ayuda así que procuré que fuera el último y cuando solo estábamos los tres dije:

  • ¿No pensáis estrenar la habitación?

Solo el primer día que nos empezamos a relacionar los había visto con que pasión se cogían, cuando dije esto inmediatamente Rosa agarró a Ignacio, estaba claro que ella deseaba aquello con pasión, entre morreos y sobeos se fueron a la cama, verlos de aquella manera no me provocaba celos, más bien excitación pensando en cómo disfrutaba mi novia, los gemidos se oían por todo el piso, estaba claro que el escenario no les intimidaba ni el saber que estaba allí, cuando Ignacio salió de la habitación y se fue entré, estaba desnuda completamente mirando al techo con una sonrisa de oreja a oreja, miré entre las piernas, había leche de Ignacio que salía de la vagina y también en los pelos del pubis, me miró y me sonrió.

Pensé que lo mejor era dejarla descansar pero me dijo que me tendiera a su lado, me desnudé, pudo ver mi polla erecta, a los pocos minutos me dice:

  • Fóllame, quiero dormir con la leche de los dos hombres que más me satisfacen en la cama dentro

Sin pensármelo ni importarme que el coño estuviera rebosando de leche de otro hombre me puse encima, ella casi no podía moverse pero la situación era tan morbosa que no me costó nada correrme, nos quedamos abrazados toda la noche, ella dormía completamente feliz.

Así iniciamos una nueva etapa que para muchos resultar curiosa, recuerdo perfectamente el primer jueves, cuando llegué Rosa ya estaba en casa preparando la cena, llevaba una camiseta mía y nada más, me dio un beso y me dijo:

  • Necesito hacerlo con Ignacio.
  • Llámalo, le dije sin darle importancia

Cogió el teléfono, un cuarto de hora tardó en venir, abrí la puerta, le dije que Rosa estaba en la cocina, entró como una flecha, lo seguí y cuando llegué se estaban morreando y ella le decía:

  • Te he llamados porqué necesito tu polla urgentemente.

La cogía por debajo la camiseta dejándola medio cuerpo desnuda, sus manos recorrieron las tetas y casi a rastras se fueron en la habitación, a continuación gemidos y gritos era lo único que podía oírse, mientras me dediqué a acabar la cena esperando que acabaran, casi una hora después los vi pasar desnudos riendo por el pasillo hacia la ducha, los continuaba oyendo reírse, fue la primera vez que viví en directo como follaban desde que salíamos juntos, es muy distinto saber que tu novia está con otro que oírlo pero no me disgustó en absoluto.

Ignacio se vistió, se despidieron en la puerta, Rosa iba completamente desnuda mientras se morreaban, al cerrar la puerta me dio un beso diciéndome:

  • Creo que lo nuestro pude funcionar, eres un sol.

Y cenamos como si nada hubiese pasado pero al acostarnos no quiso follar, “compréndelo, hoy ya estoy satisfecha”, me dijo.

Los días continuaron pasando y todo marchaba perfectamente, un día a media tarde me llamó Rosa y me dijo:

  • Esta noche no vendré a dormir, me quedaré con Ignacio.
  • ¿Necesitas ropa para mañana?, le pregunté con toda normalidad.
  • No, tengo un par de braguitas en su casa, no te preocupes.

Y claro, dormí solo aquella noche, se me hizo un poco extraño pero no me importaba, es más, a medida que aquello sucedía me excitaba más la situación, tanto que al irme a la cama y sabiendo lo que pasaba me hice una paja, justo antes de dormirme me llamó, quería darme las buenas noches y decirme lo mucho que me quería.

Unos días más tarde cuando llegué a casa oí los gritos y gemidos, estaban en su habitación follando, esperé pacientemente a que acabaran, cuando se fue me dijo que le había llamado ella ya que lo necesitaba, cenamos como si todo fuera lo más normal del mundo.

Al final todo se había convertido en algo normal, si llagaba a casa y no estaba sabía que regresaría después de follarse a Ignacio, esto si no me llamaba y me decía que se quedaba a dormir con él, cuando menos me lo esperaba lo llamaba y se iban a la habitación, o era él quien llamaba y se iba a su piso o venía, me había acostumbrado a pasar veladas esperándola que llegara feliz después de un magnífico polvo, se veían (y follaban) por lo menos una vez a la semana.

Realmente follando con Ignacio solo la había visto una vez, un día que me presenté en casa antes de lo previsto, le había dicho que llegaría después de cenar pero el plan cambió y cuando abrí la puerta me la encontré desnuda de cuatro patas sobre el sofá mientras Ignacio la follaba con pasión desde atrás, no hicieron ni caso que me los quedara mirando.

Pero tanto tiempo haciendo esto se han dado situaciones curiosas unas y embarazosas otras, recuerdo en especial una de estas últimas, era un sábado, estábamos sentados en el sofá cuando ella me dice que quiere llamar a Ignacio, al poco ya estaban en la habitación follando y llamaron al timbre, eran mis padres!!!!!, los gemidos y gritos eran imposibles de esconder así que opté por actuar con toda naturalidad, les dije que Rosa estaba en la habitación, mis padres no entendían nada, sus caras eran un poema oyendo los inconfundibles gemidos de mi novia, cuando acabaron y vieron salir a Ignacio de la habitación y posteriormente ella desnuda miraban con unos ojos abiertos como platos, Rosa, al verlos regresó a la habitación corriendo y se vistió, Ignacio se fue sin decir nada y Rosa se comportó como si aquello no hubiese pasado, mis padres no decían nada pero tampoco entendían nada.

Un día se me ocurrió proponerle a Rosa una locura, un trió, no penséis que fue fácil, pero al final la convencí con la condición de que el otro no fuera Ignacio.

No me costó encontrar un voluntario, cuando se lo dije a Rosa le pareció un candidato perfecto, Pedro era un antiguo compañero de escuela que vivía fuera, manteníamos una buena relación a distancia y sabía que en aquel momento no tenía novia, aprovecharíamos una de las visitas que haría a sus padres, para ir calentando el ambiente, unas semanas antes nos veíamos por la cam los tres, Rosa se mostró muy participativa, y todo parecía ir bien, aquel día estaba muy nerviosa, como si eso de acostarse con otro fuera algo nuevo, se pasó todo el día preparándose, fue a la peluquería, se depiló, estuvo rato probándose vestidos…., cuando llegó costó romper la tensión, todos sabíamos lo que iba a pasar pero nadie se atrevía a hacer nada, durante la cena ella se colocó en medio y en los postres puse la mano en el muslo, Pedro me imitó, al fin habíamos roto el hielo, poco a poco las manso fueron subiendo, ella también puso las suyas en los muslos, cuando estábamos a punto de llegar al coño y ella sobre los paquetes me levanté para preparar los cafés pensando que solos serían capaces de avanzar más tranquilamente y no me equivoqué, cuando regresé estaban besándose, la mano de Pedro se movía bajo la falda y ella le había abierto los pantalones y tenía la polla en la mano, aquellos cafés no los tomamos, nos fuimos a la cama donde ambos descubrimos nuevos horizontes, me confesó que se lo había pasado muy bien.

Tres años más tarde en los que la vida no podía irnos mejor decidí dar un paso más, reservé mesa en uno de los mejores restaurantes y allí en medio de todos me arrodillé y le pedí que se casara conmigo, entre lloros de emoción me dio el sí.

Los preparativos para la boda fueron estresantes, nuestras familias eran muy numerosas, mi amigo y amante de mi novia sería el padrino, los amigos de cada uno nos prepararon sendas despedidas de soltero, la mía con una chica que nos hizo striptease y la suya parecida con un chico pero Ignacio quiso prepararle una despedida íntima e invitó a Rosa a pasar un fin de semana “loco” con él, a mi no me hizo mucha ilusión pero al verla tan ilusionada no quise amargarle la fiesta, estaba muy contenta, la respuesta al decírselo Ignacio no tiene desperdicio

  • Me encanta, será como aquellos fines de semana cuando estábamos juntos, sexo y más sexo, ya empiezo emocionarme.
  • ¿A emocionarte solo?, le pregunté de manera burlona.
  • Bueno, a mojárseme las bragas, ¿os gusta más esta respuesta?,
  • Por lo menos es sincera, dije.

Preparó la escapada con esmero, se compró ropa nueva, algunas braguitas y también un camisón transparente, me lo enseñaba muy ilusionada, fríamente era muy curioso, mi novia preparaba el fin de semana con su amante y yo le ayudaba.

La recogió el viernes por la tarde, como despedida aquel mediodía follamos pero la noté que pensaba más en lo que pasarían aquellos dos días que en mí, no se lo reproché, se puso una blusa y una falda “por el camino querrá meterme mano”, me dijo “con la falda le será más fácil”, vi desde el balcón como subían al coche y se iban.

Durante el fin de semana me llamó cada día, no me daba detalles, solo lo hizo cuando llegaron que me dijo:

  • Tengo que dejarte, Ignacio ya está tocándome y no podré aguantar una conversación con sus dedos en el coño.

Cuando llegaron el domingo decidí prepararles una cena, se lo habían pasado bien, iban contándome anécdotas, así me enteré que follaron tres o cuatro veces al día, que el camisón acabó roto a pedazos y que incluso follaron en el balcón del hotel.

Por suerte aquella noche Ignacio no se quedó y pudimos follar, Rosa estaba tan caliente que no le importó tener su quinta follada del día.

Pocos días antes de la boda estaba tomando una cerveza con Ignacio y me hizo una petición especial, quería follarse a Rosa durante la boda, lejos de oponerme lo que hice fue preparar un plan, cómo nos quedábamos a dormir en el mismo hotel que la celebrábamos le daría una llave de la habitación y me encargaría de que ella subiera, el resto era cosa suya.

La noche anterior a la boda la pasaríamos separados, cosas de la tradición, sospechaba que querría estar con Ignacio pero me llamó hacia las 9 desde casa de sus padres por lo que supuse que no lo había hecho.

La boda fue precisa, todo salía a la perfección, Ignacio hizo de padrino, el padre de Rosa la trajo al altar, se la notaba radiante y feliz, a continuación las felicitaciones típicas, fotos, etc., justo antes del banquete le dije:

  • En la habitación te espera una sorpresa.
  • ¿Ahora?, preguntó extrañada pero ilusionada con lo que ya suponía podía ser.
  • Si, le dije.

Se fue corriendo, tenía prisa por ser follada, la vi entrar en el ascensor, les dije a todos que iba a arreglarse, incluso tuve que frenar a su madre y la mía que quería ayudarle, ¿podéis imaginaros la cara que hubiese puesto si entra a la habitación y encuentran a su hija – nuera follando con el padrino?.

Cuando acabaron Ignacio vino primero, se acercó para darme las gracias y de pasó enseñarme algo que llevaba en la mano, las braguitas blancas de boda de Rosa, poco después vino mi ya mujer, se la notaba acalorada pero feliz, me dijo al oído:

  • Esta noche no tendrás que quitarme las bragas.
  • Lo sé, dije, Ignacio me las ha enseñado.

El viaje de bodas fue muy romántico, por primera vez tenía a Rosa tres semanas para mí solo, en ningún momento noté que necesitara su amante, pero cuando entramos a casa de regreso después de dejar las maletas me dijo:

  • Supongo que querrás descansar esta tarde.

La conocía lo suficiente para saber lo que quería, le dije:

  • Claro, llama a Ignacio.

Este vino a casa y se encerraron recuperando las dos semanas sin follar, y digo recuperando porque llegó a las 6 de la tarde, en la misma puerta se arrancaron la ropa, medio desnudos se fueron a la habitación y se marchó al día siguiente a las 10 de la mañana, y os aseguro que la noche fue movida, casi no pude dormir de sus gritos.

La vida de casados no era distinta a la de antes, pero las cosas cambiaron cuando decidimos tener un hijo, bueno, en principio solo cambiaron para Ignacio que tuvo que usar condón casi cuatro meses hasta que Rosa se quedó embarazada.

Ya hace diez años que estamos casados, tenemos dos hijos, una niña y un niño pero nada más ha cambiado…. Y somos muy felices.