De fiesta con mi compañera de piso

Colé una mano por debajo del vestido de Marina cuando sentí a Pablo sobándole las tetas, y como ella empezaba a tocar nuestros paquetes. Aparté su tanga, encontrándome su coño perfectamente depilado y... Muy húmedo. -Estás bien mojada, eh... ¿Te pone cachonda esta situación? -Muchísimo...

Me levanté de la cama, yendo hacia la cocina a desayunar. Mi entrada en el nuevo piso no había podido ser mejor y, después del polvo de anoche no podía dejar de pensar en follarme de nuevo a Marina.

Fue como si la hubiera invocado, porque entró en la cocina, vestida sólo con un tanga y una camiseta que no llegaba a taparle del todo su bonito culo. La recorrí con la mirada, sintiendo como empezaba a ponerme duro dentro de mi pantalón de deporte.

La imaginé de nuevo abierta de piernas en mi cama, con su coño empapado esperando a que le enterrara bien duro mi polla. Joder... Se me estaba yendo de las manos.

-Hola, compañero.- saludó guiñándome un ojo y mirando mi bulto. Mi erección era ya más que notable.- ¿Dormiste bien?

-Más que bien.

Me acerqué a ella por detrás cuando abrió uno de los armarios altos de la cocina, presionando mi bulto contra su culo respingón. ¿Por qué no jugar por la mañana? Se mordió los labios, echando una mano atrás hacia mi paquete.

-Veo que te has despertado contento.- murmuró comenzando a pajearme por fuera del pantalón. Embestí suavemente contra ella, llevando las manos a sus pechos.

-Y con ganas de jugar también...

Ella soltó una risita, girándose hacia mí. Se agachó mordiéndose los labios, quedando a la altura de mi paquete, que no tardó en descubrir. Mi polla salió disparada en cuanto bajó los pantalones de deporte, semierecta apuntando a su cara.

Me la agarró suavemente, comenzando a pajearme mientras me miraba viciosa.

-Vamos, métela...- pedí con voz ronca. Quería que me la chupara con urgencia.

Sonrió antes de sacar la lengua, chupándome desde la base hasta la punta de mi polla como si fuera un polo. Repitió la acción un par de veces antes de ponerse a jugar con mi punta mientras me pajeaba de nuevo con la mano.

-Joder, nena...- suspiré dejando escapar un leve gemido cuando se la metió de golpe en la boca.

Comenzó a chuparla de arriba a abajo, haciendo sus movimientos cada vez más rítmicos y profundos, acompañándose siempre de su mano.

Cada vez se metía mi polla más profundo y empecé a notar como me tensaba momentos antes de correrme. Presioné su cabeza contra mi, mientras chorros de mi leche salían disparados a su garganta, evitando que se separara antes de que terminara.

-Ah, sí...- gemí soltándola lentamente. Sacó mi polla lentamente de su boca, todavía goteando leche y saliva.

Se la metió un par de veces más, chupando las últimas gotas para dejarla bien limpia antes de incorporarse.

-Me encanta como lo haces.- murmuré apretándole el culo, comenzando a apartar su tanga mientras lo masajeaba.

Tenía ganas de más.

Marina me apartó de un manotazo, separándose y saliendo de la cocina con su café.

-Tengo que estudiar, guapetón.

-¿En serio?

No podía ser real. Mi polla estaba medio empalmada de nuevo, pero me subí los pantalones. Ya se las haría pagar por esto.

Un par de horas después, Marina apareció de nuevo por el salón, ahora totalmente cambiada y maquillada. Me contó que esa misma noche había fiesta en uno de los clubs de la ciudad y que ella iba a ir con sus amigas. Y claro, en cuanto se fue de casa, yo no tardé en llamar a mi mejor amigo Pablo.

Marina de fiesta tenía que ser todo un espectáculo que yo no me pensaba perder.

Y así fue, era ya bien entrada la noche cuando me acerqué a ella y a sus amigas, con mi mejor amigo caminando a mí lado.

Marina vino muy contenta a saludarme, plantándome un beso muy cerca de la boca.

-¡Alex! ¡Qué bueno verte por aquí!

Enredé las manos en su cintura, apretándola contra mí. Su sonrisa era más amplia de lo normal, y sus palabras salían a tropezones.

-¿Vas borracha, encanto?

Ella asintió a mí pregunta, poniéndose de puntillas para hablarme al oído.

-Y... Estoy muy cachonda...

Reí ante su tono, notando como comenzaba a excitarme. La chica estaba jodidamente espectacular en un vestido ceñido negro y que me dijera que tenía ganas de follar no ayudaba en la situación.

Comenzó a bailarme suavemente, al ritmo de una conocida canción de reggaetón. Pasé las manos por su abdomen, bajando lentamente por sus caderas mientras ella movía el culo contra mí. Se había girado, de tal manera que su espalda y su culo bajaban y subían por todo mi tronco. Yo sabía que Marina iba a bailar bien, pero no me había imaginado que tanto.

Bajé mi boca a su oreja, dejando que mi aliento recorriera todo su cuello.

-No sabes cómo me estás poniendo...

Ella rió suavemente, deslizando una mano por detrás de su culo a mi pantalón.

-Creo que sí lo sé...

Esta vez el que reí fui yo, girándola bruscamente entre mis brazos. Cogí su nuca con una mano, acercándome peligrosamente a su boca.

-Te follaría aquí mismo, pero no es un buen lugar.

-Y yo te dejaría hacérmelo. Pero hoy quiero jugar más...

-¿A qué te refieres?- pregunté descolocado.

Marina miró a mi mejor amigo, y entonces lo entendí. La muy perra quería montarse un trío.

Le hice un gesto a Pablo con la cabeza, y él se colocó detrás de Marina, comenzando a bailarle suavemente, embistiendo con sus caderas en su tremendo culazo.

Seguimos bailando más tiempo, yéndonos a una parte más oscura de la discoteca, donde pudiéramos magrearnos con descaro.

Colé una mano por debajo del vestido de Marina cuando sentí a Pablo sobándole las tetas, y como ella empezaba a tocar nuestros paquetes.

Aparté su tanga, encontrándome su coño perfectamente depilado y... Muy húmedo.

-Estás bien mojada, eh... ¿Te pone cachonda esta situación?

-Muchísimo...

Marina gimió cuando me lancé a comerle la boca, al tiempo que acariciaba lentamente su clítoris, calentándola cada vez más. Pablo no paraba de tocar sus tetas, dando pequeñas embestidas contra sus nalgas al bailar.

Mi polla cada vez estaba más dura, rogando salir de mis vaqueros, situación que empeoró cuando Marina metió una mano dentro de ellos, empezando a pajearme descaradamente. La agarré del cuello acercándola a mí boca, hundiendo el pulgar entre sus labios.

-Estás jugando con fuego, guapa...

-Me encanta quemarme.- respondió chupándome con sensualidad el dedo.

Marina gimió levemente cuando toqué su clítoris de nuevo, y por lo dura que estaba mi polla y lo acelerado de nuestras respiraciones supe que era momento de irse.

Cogí su mano y me dirigí a la salida, sabiendo que Pablo nos seguía de cerca. Una vez subidos los tres en el coche, Marina y Pablo en la parte trasera y yo de conductor, arranqué hacia las afueras de la ciudad, a un mirador algo alejado al que apenas iba nadie y en el que podríamos follar sin problemas.

Apenas llevaba medio minuto conduciendo, cuando el sonido de la saliva se comenzó a escuchar por medio coche y esque Marina le había abierto la bragueta a mi mejor amigo, y tenía la mitad de la polla de Pablo en su boca. Los miré de reojo por el espejo retrovisor, sintiendo como me apretaban los pantalones. Me estaba poniendo excesivamente cachondo esa escena, y me lo puso aún más cuando Pablo levantó el vestido de la chica, dejando a la vista su tremendo culazo. Mi amigo echó la cabeza hacia atrás, enredando una mano en el pelo de Marina mientras ella se metía su polla más y más profundo en la boca.

-Joder, guapa, como sigas así me voy a correr...

-¿Te gusta esto?- preguntó ella sacándose la polla, pasándole lentamente su lengua.- Estás tan duro... Solo puedo pensar en que me folles.

-No tendrás que esperar mucho.- respondí por mi amigo mientras aparcaba el coche.

En medio del espectáculo, habíamos llegado al mirador, y aparqué lo más lejos que pude, en una parte prácticamente a oscuras. Íbamos a necesitar mucha intimidad para lo que íbamos a hacer.