De fiesta con mi compañera de piso 2.

Marina comenzó a subir y bajar las caderas, a un ritmo lento pero erótico, que estaba llevando a mí amigo a la locura. Y yo no pude evitar unirme a ese placer.

Bajé del coche, abriendo una de las puertas traseras y encontrándome la imagen del culazo de Marina, en pompa mientras se la mamaba a mi amigo. Pablo soltó un gemido al tiempo que le daba un azote, lo que provocó que Marina levantara más el culo, dándome una visión aún más espectacular.

Desabroché lentamente mi bragueta, empezando a pajearme mientras veía como la boca de Marina subía y bajaba por la polla de mi amigo. Sus gemidos eran cada vez más audibles y el sonido de la saliva salpicando inundaba todo el coche.

-Así, métetela toda, putita.- dijo Pablo mientras enredaba una mano en el pelo de Marina, empujando su cabeza hacia abajo.- Chúpala toda...

Empezó a mover las caderas, marcando el ritmo de la mamada y supe que era el momento perfecto para entrar en acción. Marina gemía mientras una polla le entraba hasta la garganta, y me agaché quedando a la altura de su coñito.

Lo tenía perfectamente depilado, y ya empezaba a chorrear juguitos. Pasé la lengua por toda su rajita, provocando que se estremeciera de arriba a abajo. Repetí la acción un par de veces más, logrando que el coño de Marina quedara empapado con sus jugos y mi saliva. Me chupé un par de dedos antes de introducirlos lentamente, notando como se abría para dejarme paso. Marina no tardó mucho en estar bien dilatada, y adopté un ritmo frenético con mi mete-saca.

-¡Ahhhh, Alex, joder...!

-Qué pasó, muñeca, ¿te gusta?

Marina gimió como respuesta, y me lancé de nuevo a devorarle su coñito, chupando y lamiendo su clítoris mientras seguía penetrándola con mis dedos. Sus gemidos se elevaron de tono, y comenzó a tensarse, sacándose la polla de Pablo de la boca para disfrutar mejor.

-Ah, no, eso sí que no, guapa.- Pablo se estiró hacia mí, apartando mis manos del coño de Marina, interrumpiendo su inminente orgasmo. Se recolocó en el asiento, poniéndose de rodillas ante ella.- Todavía tenemos que follarte bien, ¿verdad?.

Sonreí como respuesta a mi amigo, y me coloqué de pie detrás de Marina, con la polla pegada a su empapada rajita. La coloqué a la entrada de su vagina, empezando a metérsela poco a poco, sintiendo como su humedad me envolvía.

-Si que estás mojada... ¿te pone esta situación?- se la metí de golpe, ganándome un suave grito de su parte. Le levanté la cabeza agarrándola del pelo.- Te he hecho una pregunta, Marina...

Volví a metérsela otra vez de golpe, ganándome otro grito antes de que me contestara.

-Sí... Me tienes muy cachonda...- movió las caderas en círculo, sorprendiéndome. Vaya si era puta.- Fóllame duro, Alex.

Embestí de nuevo, ganándome otro gemido de su parte, y empecé a bombear lentamente, pero con fuerza, clavándome del todo en su interior para después volver a salir casi al completo. Así una y otra vez, sintiendo como la humedad de Marina me envolvía, apretándome en su interior.

-Más rápido, Alex, por favor...

Sonreí, dispuesto a cumplir lo que me pedía, con una gran idea surgiendo de mi mente y es que, tenía claro, que iba a aprovechar esta follada al máximo.

-Aún no...

Le hice un gesto a mi amigo, y me bajé del coche, tirando de Marina conmigo. Saqué su vestido por la cabeza, dejándola completamente desnuda frente a mi, ya que aquella noche no se había puesto sujetador.

Marina entendió lo que pretendía, y se apoyó en la parte de arriba del coche, abriendo las piernas mientras Pablo se sentaba al borde del asiento. Empezó a bajar lentamente, metiéndose la polla de Pablo a medida que encontraba una posición cómoda para iniciar su movimiento. Comenzó a subir y bajar las caderas, a un ritmo lento pero erótico, que estaba llevando a mí amigo a la locura.

Pablo aprovechó la posición para lamer las tetas de Marina, totalmente expuestas ante su cara, y yo me agaché chupándome un par de dedos, empezando a rodear su ano lentamente. Pensaba dilatarla poco a poco, a ver si era capaz de tener dos pollas a la vez dentro de sí.

Marina gimió como respuesta, sacando más el culo hacia atrás y abriéndose las nalgas. Pablo la sujetó de las caderas, iniciando él el movimiento de mete-saca, lentamente para facilitarme el trabajo.

Jugué con un dedo en el interior de culo de Marina, comenzando a meter un segundo. La sujeté del pelo cuando se le escapó un gemido, acercándome a su oído con mis dos dedos bien enterrados en su interior.

-¿Te gusta esto, eh Marinita?

-Mmmm sí, Alex... Sí...

-¿Quieres más?- pregunté tanteando con un tercer dedo. Ella se inclinó para delante todo lo que mi agarre le permitía, y eso me bastó como respuesta.

Escupí en su ya dilatado agujerito, metiendo mi tercer dedo, masturbándola a la vez que Pablo aumentaba las embestidas en su coñito. Marina ya no pudo contenerse más y empezó a gemir descaradamente, incorporándose al movimiento.

-Vaya si eres puta, nena... Vamos a ver qué tal te manejas con dos pollas dentro.

Escupí de nuevo en su agujerito, frotando la cabeza de mi polla alrededor antes de empezar a presionar. Pronto empezó a dilatarse y mi longitud empezó a entrar poco a poco en su interior. Pablo había parado de follarla, dándome tiempo a colocarme, pero todavía seguía bien clavado en su coño.

Marina gimió cuando la mitad de mi polla ya estaba dentro, y me moví lentamente, sacándola para volver a entrar un par de veces, hasta conseguir meterla completa.

-Ah... Joder, chicos...- se le escapó por lo bajo al sentirse tan llena.

Fue en ese momento, en el que comenzó a moverse lentamente, con las dos pollas clavadas dentro de ella.

-Así, muñeca. Mira como te follan dos pollones a la vez...

-Mmm... Alex, fóllame, por favor...

-¿Duro?- pregunté dando una embestida a la vez que ella.

-¡Ah! ¡Joder, sí!

Sonreí dando una nueva embestida, notando como Pablo comenzaba a moverse de nuevo. Me apoyé en la parte superior del coche, dándoles más hueco para moverse en el interior Solo había hecho un par de tríos, pero ninguno tan espectacular como el que nos estaba dando Marina.

El ritmo de las embestidas era cada vez más frenético, y yo estaba volviéndome loco. Ver mi polla entrar y salir del culazo en pompa de Marina, con sus gemidos sonando de fondo era una imagen que no olvidaría jamás. Me clavé en ella hasta el fondo, notando como temblaba y apretaba mi polla en su interior palpitante. Joder... Me iba a ser muy difícil aguantar mucho más.

Marina comenzó a temblar, y Pablo y yo aumentamos aún más nuestro ritmo, escuchando sus gemidos por todo lo alto, viéndola moverse a la vez que nuestras pollas se clavaban en su interior.

-¡Joder, sí! ¡Ah! ¡Ah... Que rico! ¡Sí...!

Las piernas de Marina dejaron de temblar lentamente, al tiempo que ella se relajaba sobre nosotros y frenábamos un poco nuestro ritmo, dejándola reponerse. Su interior todavía seguía dando ligeras contracciones sobre nuestros miembros, con los últimos pulsos del orgasmo que acababa de tener.

Salí de su interior, tirando de sus caderas fuera del coche, gesto que mi amigo entendió perfectamente, ya era hora  de que nosotros también nos corriéramos.

Dirigí una de sus pequeñas manos a mi polla, al tiempo que Pablo se colocaba a mi lado.

-Agáchate, muñeca.

Marina sonrió entendiendo lo que quería y se acuclilló delante nuestro, sujetando una polla con cada mano. Comenzó a pajearnos rápidamente, poniendo nuestras pollas al límite. Dirigí su cabeza a mi miembro, metiéndole parte de mi polla en su boquita abierta, mientras ella seguía pajeando a Pablo.

Nos faltaba poco para corrernos, y Marina lo sabía, así que chupó con más ganas las dos pollas, cambiando de una a otra sin parar. Pablo gimió, apartando la boca de Marina de su miembro, al tiempo que apuntaba hacia sus tetas y chorros de su leche empezaban a salir.

Ver esa imagen me puso tanto, que tiré del pelo de Marina hasta meterle mi polla en su boca, follándosela frenético, sintiendo como mi corrida venía.

-Oh, sí... Trágala toda, muñeca...

Marina emitió un gemido ahogado, pero no me aparté de su boca, corriéndome en su garganta. Di unas últimas embestidas con la cadera, sintiendo su nariz chocar contra mi vientre y cómo mi leche se deslizaba por su garganta. Salí lentamente de ella, soltándola y ayudándola a incorporarse mientras se lamía los labios.

Le había encantado que fuera tan rudo con ella, y sabía que a la noche aún le quedaba tiempo para terminar.

A lo mejor una ducha en el piso no era una mala opción.