De fea administrativa a fogosa heredera.

En una noche loca me follé a una insipida y mala folladora compañera de trabajo. La chica que ejercia de administrativa en mi empresa, no valía nada y además follaba fatal, poco a poco las cosas fueron cambiando

Me tire por primera vez a Rita meses después de finalizar una larga relación, de esas que juras que iba a pasar mucho tiempo antes de volver a tener novia.

Llevaba un tiempo follándome a todo lo que se me ponía a tiro, y en aquella fiesta de la empresa la que se me puso a tiro fue Rita.

Rita era una compañera de trabajo poco agraciada, casi sin pecho, delgadita y sin curvas.  La típica tía a la que nunca le prestarías atención sino fuese por que trabajaba contigo y te la cruzabas todos los días, lo cual daba pie a conocerla un poco.

Por cosas de la vida, acabe hablando con ella esa noche. Se notaba un huevo que la tía no tenía mucha vida social.  Era de Palencia y la única razón por la que vivía en Madrid era por el curro, no tenía muchos amigos y tampoco intentaba tenerlos pues viajaba a Palencia todos los fines de semana.

Como digo, me pase toda la noche hablando con ella, bebiendo y poco a poco nos fuimos quedando solos.  En mi empresa la gente no destaca por ser muy animada y en estos eventos a pesar de la pulserita que da derecho a barra libre, en cuanto el jefe se retira, ellos salen detrás.

A la quinta copa se me pasó por la cabeza calzarmela, y a la sexta lo decidí.

Estábamos solos en la discoteca sin nadie a la vista cuando le planteé ir a mi casa a tomar la última.  Rita se quedó callada mirándome y después de 30 segundo de silencio me dijo que adelante.

La historia en casa fue corta, ni me molesté en poner las copas.  Simplemente la cogí por detrás y después de besarle el cuello y apoyándola contra la pared de cara a la misma, con una mano empecé a tocar sus minúsculos pechos y con la otra levanté su falda hasta llegar a sus bragas.

No sé lo que pensaría, pero no habían pasado ni 60 segundos desde que cruzamos el umbral de la puerta cuando mi mano se deslizaba entre una generosa mata de pelo y su seco coño.

Ni el alcohol ni la hora me invitaba a mucho romanticismo.  Le froté el coño un rato y mientras ella daba pequeños gemidos y la humedad de su entrepierna empezaba a cobrar vida, con la mano que tenía libre le fui quitando la ropa y desperdigándola por el salón.

Con Rita ya desnuda, la conduje hasta mi cuarto, la tumbé en la cama y mientras ella me esperaba con las piernas entreabiertas yo me quité la sudada camisa, abrí mi bragueta y saqué mi polla.  Rita me miraba como entre avergonzada y curiosa.  Desde luego no era virgen, pero era obvio que nunca se la habían follado en plan a aquí te pillo, aquí te mato, al menos no en demasiadas ocasiones.

Me desnudé por completo y abrí sus piernas.  Era evidente que a ese coño le había falta un buen repaso con unas tijeras.  Me tumbé, aparte los pelos que cubrían toda su raja y empecé a chupar aquello.  Rita estaba tensa, intentaba cerrar las piernas fruto del nerviosismo y no fue hasta que dio un largo suspiro que no se relajó facilitando mi trabajo.

Grito de dolor cuando la penetré, no es que yo tenga un aparato impresionante, pero según luego me confeso, llevaba más de dos años sin practicar sexo.

El polvo fue un desastre, aguanté como un jabato y ante su negativa de hacer posturitas, simplemente me la follé hasta que me corrí sobre su barriga y microtetas.

Hubiese pagado por que se hubiese ido a su casa, pero entre el pedo, el cansancio y los cariños que Rita me hacia en mi pelo me quedé dormido como un niño.

Me desperté y la vi.  Era obvió que ella se hacía la dormida y seguramente en esos momentos de moría de vergüenza.  Aplique mi técnica infalible de romper el hielo con chicas que se quedan a dormir después de un polvo furtivo y que por la mañana tienen remordimientos.  Me la volví a follar.

Sencillamente metí mis manos entre sus piernas, le froté un poco el coño y cuando empezó a hacer que se despertaba la monté a lo misionero y le bombeé el coño hasta correrme de nuevo.

Los polvos mañaneros con las nuevas amantes hacen milagros.

Nos duchamos por turnos y yo salí hacía la oficina minutos después de que ella saliese hacia su casa para cambiarse de ropa.

Los siguientes días fueron un poco cortantes para ella.  Había dejado de ser la típica que se paraba a hablar conmigo y simplemente me decía un hola cuando nos cruzábamos.

El viernes me quedé sin plan, y el sábado viendo que la cosa iba por el mismo derrotero, le mandé un sms invitándola a cenar.   Tardó en contestar, pero finalmente lo hizo.

Cenamos en un tailandés regando el reencuentro con vino y unos chupitos de un asquerosos licor del país. Después de cenar fuimos a un bar de copas y tal y como era mi idea, la llevé a casa  donde me la volví a follar de nuevo sin mucha colaboración de ella pero en esta ocasión si realizando posturas.

Aunque no hubo polvo matutino Rita se quedó en casa a comer y a ver una película.  Ya en la cena me confesó que se había quedado en Madrid y no había ido a Palencia, por si la llamaba. Me contó que nunca había tenido novio, que había perdido su virginidad con un amigo de su primo ya a los 28 años en una boda y que en realidad solo se había acostado con cuatro tíos, incluyéndome a mi, y que solo con uno llegó a follar más de cinco veces.  Jamás se había masturbado, jamás había tenido una polla en la boca, jamás había hecho por supuesto un trio, jamás había tenido un orgasmo y nunca le habían metido algo por el coño que no fuese una polla de verdad.  Me hizo mucha gracia las respuestas que me iba dando a mis preguntas y como entre digna e inocente me iba dando datos de su persona.

La llevé a la habitación donde después de despojarla de los calzoncillos y camiseta que había cogidos prestados de mi armario, la penetré sin mucho preámbulo.  Se notaba que tenía cero experiencia, que por alguna razón se encontraba a años luz de correrse, pero a pesar de todo y por alguna razón le estaba gustando ser follada por un compañero de trabajo.

No le hice mucho caso durante las siguientes semanas hasta que tres fines de semana después recibí un sms  en el que me invitaba a cenar.  Sinceramente, como no tenia nada más que hacer, acepté.

Me sorprendió que me llevase a Ten con Ten, no solo por que hubiese conseguido mesa, sino por que su sueldo de casi administrativa no daba para ello.

Cenamos estupendamente, bebimos aun mejor, y cuando me esperaba un sablazo a compartir, ella sacó su visa oro y pago la cena.  Hoy dan visas oro a cualquiera – pensé.

Me la volví a follar en mi casa aquella noche, me apetecía metérsela en la boca, cerdo que es uno, y ella quería sentirse cubierta por un hombre.

Le estaba comiendo el conejo cuando me di la vuelta y tumbándome sobre su cuerpo cogí mi rabo y se lo puse delante de su boca.  Al principio no decía ni hacía nada, pero en un suspiro propiciado por mis lamidas, de un golpe le metí la polla en la boca.

Al principio la rechazó, pero poco a poco fue pasando de los besos en mi glande a introducirse el capullo y de ahí a pasar sus labios por toda la extensión de mi tallo.  La tía era un puto desastre.  No tenía ni idea de esconder los dientes por lo que me estuvo martirizando toda la mamada, no tenía ni idea de usar la lengua en mi capullo, o apretar con los labios, ni siquiera de acompañar con su mano su chupada.  Después de más de media hora de yo  comer y ella hacer lo que podía y viendo que no íbamos a ningún sitio, y que era más el morbo de saberse el primero en meter ahí su rabo que el placer recibido, dejé lo que hacía, saque mi polla de sus fauces y poniéndola a cuatro patas la penetré desde atrás.

Esperaba algo de resistencia, pero no, Rita simplemente se dejo hacer y no pareció importarle que agarrado a sus caderas le diese caña y me corriese en su espalda.

Aquel domingo le enseñé a chupar una polla y logré que lo hiciese meritoriamente bien.  Tuvimos un pequeño drama cuando me corrí en su boca, pero lo que empezó con un pequeño enfado por su parte acabó siendo una costumbre en nuestros encuentros sexuales siguientes.

Rita y yo seguimos follando durante meses.  A veces era yo quien la llamaba, a veces ella quien me invitaba a cenar y después a montarla.

Rita había avanzado horrores en ese tiempo.  Le había regalado por su cumpleaños un vibrador y le hice estrenarlo para mi, cada día le gusta más el sexo y probar cosas nuevas y cada día yo me sentía más satisfecho del diamante en bruto que estaba tallando.

Por supuesto yo me seguía follando a mis amiguitas, incluso a mi ex.  Rita tenía claro que éramos follaamigos, aunque intentaba contentarme en todo lo que le pedía, incluso a veces en más.

Después de seis meses de follar me invito a cenar pero en vez de ir a joder a mi casa me llevó por proximidad a la suya.  No tenía ni idea que viviese en Serrano, y menos en aquel pisazo con piano de cola y todo.  Como se puede uno imaginar, no perdí la oportunidad de montarla sobre la maquina negra, muy incomodo por cierto, pero muy muy morboso.  ¿Quién no ha querido follarse  a una tía en un piano?, pues yo al menos tenía esa perversión hoy ya cumplida.

Aquella noche Rita me planteó que quería más.  Le gustaba mucho estar conmigo y no quería compartirme.  Quería oficializar aquello.  Busqué miles de excusas, le explique que me jodería tener una novia con solo 4 amantes a sus espaldas, que éramos de mundos distintos, yo un ye ye y ella una pija de serrano, le expliqué que no me veía con novia, le expliqué de todo y lo único que logré fue tiempo para pensarlo.

Por supuesto ese fin de semana me la follé en todas las posturas y maneras.  Rita estaba encantada de ser follada con un dedo metido en el culo y yo me veía rompiéndole en “bull” en poco tiempo.  Había logrado atar a la cama a la chica, le había hecho fotos atrevidas, la obligaba a ir sin ropa interior.  Aquello era un pedir y ella dar.

Volví a casa preguntándome como le iba  decir a Rita que no.  Aquella noche me costó dormir e hice algo que nunca había hecho, busque sobre ella en google.

Nunca había tenido ni curiosidad ni ganas ni necesidad pero después de ver semejante “chozo” y el nivel de los sitios que me llevaba necesitaba saber quien era de verdad.

La búsqueda fue relativamente sencilla, viendo que por Rita Márquez Ovillos no venia nada pero por Margarita Márquez Ovillos si, pues por esas palabras busqué.

Rita aparecía como consejera de un par de empresas y todas domiciliadas en Palencia y solo una que me sonase. Rimbo Supermarkets Spain, busqué sobre ella y me quedé a cuadros cuando vi que Rumbo Supermarkets era una cadena de más de 6500 supermercados en USA.  Busqué un poco más y leí un articulo de hacía dos años en el País que se titulaba “Venancio Marques el empresario que dirige la sexta mayor cadena de alimentación de Estados Unidos desde sus oficinas en Palencia”.  La historia era realmente interesante y hablaba del dueño de una cadena de 6 supermecados en Castilla León, había abierto un super en Florida en los años 70 y con mucho trabajo y un poco de suerte llevaba 30 años abriendo supermercados en el país de las oportunidades.  Lo que había sido un proyecto a la aventura, había pasado a ser una empresa cotizada en la bolsa de Nueva York y con un equipo directivo creado a base de fichajes millonarios de personal venido de las mejores cadenas yankees.

Investigue un poco sobre la familia de Rita y pude enterarme que era hija única, que no trabajaba (como era obvio) en los negocios familiares, pero había prometido incorporarse al cumplir los 40, quedaban menos de 12 meses, y que evidentemente estaban podridos de dinero.

No pude dormir en toda la noche, no sabía que decirle.

El lunes en la oficina la cosa fue bastante normal, alguna miradita, algún roce, algún sms, pero poca cosa.  Rita no insistía por lo que yo no decía ni mu.

El viernes antes de salir de la oficina recibí un sms.

“Te dejó las llaves de casa debajo del felpudo, el portero sabe que vienes.  A las 21, se puntual” – la tía ni me daba canchilla a decir si o no, simplemente me ordenaba ir a su casa.

Llegue como un clavo, saludé al portero, subí en el ascensor, retiré el felpudo, cogí la llave, abrí la puerta y me encontré un nota.

“te esperó en el piano”

Traspasé la puerta del hall y me quedé de piedra al ver a Rita desnuda, de rodillas sobre el teclado del piano y apoyada sobre el cuerpo cerrado del mismo, esposada con las manos a la espalda, un antifaz puesto y metiéndose un sacando un consolador rojo que nunca había visto en mi vida pero que por su longitud y flexibilidad le permitían metérselo y sacárselo a su gusto.

Me quedé visionando la escena, en mi vida había visto a Rita tan excitada, gemía y se acercaba al orgasmo sin llegar a él.  La cadena de las esposas sonaban cuando con sus manos metía y sacaba la polla de goma de su ser.

Dejé que jugase un poco más y me acerqué.  Apartando sus manos del consolador fui yo el que empecé a moverlo frenéticamente en su coño.  Rita gritaba de gusto y aguantó así durante muchos minutos.

-       Follame por diós Miguel, follame de una puta vez – grito, ella que nunca levantaba la voz y que era tan comedida en su vocabulario..

Saque mi polla y de una estocada cambie la polla roja por mi nabo enhiesto.  Metí mis manos entré el piano y su cuerpo y me hice con sus tetas.  Como a ella le gustaba le agarré los dos pezones con mis dedos y los apreté.  Le bombeaba el coño con ganas y ella respondía resoplando.

Llevábamos más de un cuarto de hora entre gemidos, notas del piano sueltas y suspiros cuando Rita habló.

-       Miguel dimelo, dime que prefieres follarme a mi y no a esas zorras con las que te ves – me quedé sorprendido pero solo podía responder afirmativamente.

-       Si, Rita, si, tu me llenas.

-       Y ¿a que no soy una más de tus zorras y me vas a tener en exclusiva? -  Rita había pasado de ser una mojigata a una cerda sexual, había pasado de no arreglarse a dejarse una pasta en ropa y peluquería, de ser una cría mayor a una mujer interesante, de ser una administrativa a ser una rica heredera.

-       Si, Rita, si.  Te voy a tener solo para mi.

-       Eso ya lo tienes cabrón, lo que yo quiero es tenerte a ti solo para mi – grito entre gemidos.

-       Eso también Rita, eso también – y Rita estalló en su primer orgasmo, jamás había tenido uno y ese el era el primero de todos.

La bajé del piano y sobre una alfombra persa de pelo largo, algo carísimo me enteré luego.  Allí le hice que me la comiese y finalmente le rompí el culo por primera vez en su vida.

-       Me vas a reventar Miguel, me vas a reventar y eso creo que me va a encantar – me dijo mientras tocaba mi polla aún sucia recién salida de su culo – me encanta el sexo y me encanta el sexo contigo, tu me sacas lo más salvaje que hay en mi y voy a disfrutar cada día y cada centímetro de tu piel.

No paramos de follar de viernes a domingo.  Cada polvo algo más salvaje.  Rita contestaba cada envite mío con un “probemos” y un tremendo orgasmo al finalizar.  A lo mejor la idea de salir con Rita no era tan mala al fin de cuentas…

CONTINUARA…