¿De Estudiante a Sumisa (9)
Con el conocimiento de la familia de Débora de la situación, avanza la degradación y perfeccionamiento de su condición de esclava
¿De Estudiante a Sumisa? (9)
Autor: Ricardo Erecto.
Capítulo 9. Continúa la Degradación de Débora
Ya enterada la familia de Débora de su nueva condición de esclava solo resta continuar con su degradación hasta convertirla en una esclava total, no solamente sin retorno sino cada vez más dependiente de su amo que buscará someterla totalmente.
Fue así que al día siguiente Mariano quiso tener una larga conversación con Débora.
-Ya que tu familia conoce tu condición debemos avanzar en tu entrenamiento como esclava.
-Sí profesor, eso es lo que más quiero. Ser la esclava casi perfecta.
-Para ello deberemos seguir algunos pasos que a continuación he de indicarte.
-Primero dejarás definitivamente tus estudios en la Universidad. Debes dedicar todo tu tiempo a conocer todos los secretos y obligaciones de las esclavas, incluyen las obligaciones de las putas.
-Segundo, te dedicarás no solamente a leer sino a estudiar en profundidad algunos libros que he comprado para ti. Creo que los títulos ya hablan por sí solos
*Obligaciones de una Esclava
*Cómo Someterse al Amo
*Sumisión, Degradación y Esclavitud.
*Complaciendo las Perversiones del Amo.
-Para comenzar, éstos son suficientes. Lo complementarás con lecturas de estos temas en Internet. También viendo videos relacionados con la esclavitud de mujeres, la degradación a que pueden ser sometidas, etc.
-Además quiero me recibas todos los días de una manera especial. Habrás visto que he estado trabajando esta mañana en el pasillo de entrada. Allí he fijado un par de esposas en la pared, a la altura aproximada de tu entrepierna, y una argolla con un cierre de resorte a la altura de tu cuello. He comprado este collar metálico revestido en Teflon que llevarás de manera permanente. Una vez cerrado para sacarlo hay que cortarlo con sierras especiales. Adicionalmente he comprado esta mordaza de goma que impide que emitas sonido alguno.
-El collar lo llevarás, como he dicho, de manera permanente. Unos minutos antes que yo regrese de mi trabajo, te colocarás la mordaza bien apretada de manera que no puedas hablar en absoluto. Luego fijarás tu collar a la pared y finalmente cerrarás las esposas sobre tus muñecas. De esa manera te estará vedado hablar y deberás permanecer de espalda a al pared sin posibilidades de abandonar el lugar hasta que yo te libere.
-También estarán colgados a tu derecha un látigo de cuero y una fusta. Si me apetece, podré castigarte allí mismo y no tendrás manera alguna de defenderte.
-Profesor, eso suena realmente excitante. Creo que me conduce irremediablemente a mi degradación y sumisión total.
-Efectivamente. Quiero hacer de ti una esclava de la cual me sienta orgulloso de haberte enseñado y entrenado como la esclava más sumisa. Pero allí no termina todo. Tendrás que llevar mi marca personal. Será a fuego en tu espalda sobre la escápula derecha, en el culo sobre el glúteo izquierdo y un tatuaje en el pubis, apenas arriba de la concha con el texto “Esclava Débora”
-¿Por qué sobre el pubis tatuaje y no marca a fuego?
-Es casi imposible aplicar un hierro candente en esa parte. Hay muy poco tejido y sería muy doloroso.
-Profesor, por lo doloroso usted no debe preocuparse. Usted sabe que puede hacer conmigo lo que quiera.
-Es cierto que puedo hacer contigo lo que quiera pero debo cuidar tu valor. No puedo arruinarte por un capricho. Las marcas a fuego irán en tu espalda y en el culo. Serán quemaduras profundas para que sean bien visibles
-¿Qué marcas me va a poner?
-Las marcas a fuego serán dos letras ML de Mariano Larreta
-Además de los castigos que has recibido hasta ahora por desobediencias, los días sábados por la tarde, voy a entrenarte para que soportes castigos más duros.
-Haré todo lo que me ordena, profesor. En todo caso será para mi mejor entrenamiento. ¿Me va a dejar de coger todos los días?
-No, te usaré sexualmente a diario, en cualquiera de los tres agujeros o en los tres. Además deberás acostumbrarte a beber orina. Primero será la tuya propia, luego la mía y más tarde la de cualquier ser humano.
-Por lo que me dice profesor, me esperan días con muchas sorpresas y novedades. Creo que no beberé orina ni mía, ni suya, ni de otros.
-No te preocupes, ya me pedirás beber orina. Cuando las torturas aprietan, la torturada acepta todo.
-¿Me va a torturar para hacerme beber orina?
-Haré lo necesario para que me obedezcas y si es necesario someterte a tormentos, no dudaré en hacerlo.
En ese momento Débora tuvo miedo. Se había sometido a su tío en la esperanza que no llegaría a límites insoportables, pero ahora estaba tomando nota que esto no era un juego y que su tío llevaría adelante lo que se proponía. El miedo le hizo sentir un ligero cosquilleo en el ano.
-Hoy, y para festejar que tus padres han aceptado tu condición de esclava, voy a atarte de los tobillos y suspenderte cabeza para abajo, con las piernas separadas para tener acceso a la concha que castigaré sin piedad
Comenzó a atarle los tobillos a una barra deparadora. La húmeda concha de Débora, tan conocida por su tío quedaba expuesta. Tomó la cadena pendiente del techo y la unió a la parte central de la barra. Comenzó a enrollar la cadena y comenzó a ascender el cuerpo. Una vez suspendida y que sus manos no tocaban el suelo, le colocó unas esposas unidas a un pesado trozo de hierro. Su cuerpo estaba expuesto, los labios vaginales separados y a pesar de la posición que estaba, el flujo vaginal impregnaba la concha. No podía evitar la calentura que le provocaba la situación a pesar de estar dominada por el miedo.
Mariano tomó una fusta cuya terminación era una banda de cuero de cuatro centímetros de ancho por quince centímetros de largo. Los labios vaginales estaban separados dejando ver la entrada de la vagina y el clítoris, algo prominente. Hacia allí dirigió el primer azote. Débora contuvo el gemido por el dolor pero algunas lágrimas mojaros sus ojos. Los azotes en tan delicada parte se sucedieron y ya la muchacha no podía ocultar el dolor que se traducía en algunos gemidos espasmódicos. Los labios externos estaban rojos e hinchados, comenzando a ocultar la entrada a la vagina. En total fueron quince las veces que la banda de cuero hizo impacto en la concha.
Con la misma fusta ahora el objetivo era el culo. Allí con fuerza descargó diez azotes, quedando otras tantas marcas rojo cereza. Ahora las lágrimas corrían por las mejillas sin cesar. Mariano consideró que era el momento de bajarla de esa posición y proceder a penetrarla. La hinchazón de la vulva haría más dificultosa la entrada pero al mismo tiempo la sentiría más apretada. La condujo hasta una colchoneta y luego de acostarla de espaldas, le separó las piernas y el glande comenzó a forzar la entrada en tan estrecha puerta.
Como era de imaginar fue un polvo bastante doloroso para Débora y fue la primera vez que no logró correrse. Quizás fue en ese momento que se convenció que tomó conciencia que no le esperaban días fáciles. Era una esclava a merced de su amo, que mostraba no tener piedad con ella.
Fue al día siguiente que Mariano la condujo al lugar en el cual se llevaría a cabo la depilación definitiva. Ésta constaba de luz pulsada más electrólisis capilar. El proceso duró algo más de tres horas pero al finalizar la piel de la concha y alrededores estaba completamente libre de restos pilosos.
Tres días más tarde la condujo a otro lugar en el cual tatuaron Esclava Débora y marcaron a fuego ML. En esta última operación, los gritos de la muchacha cuando el hierro candente se apoyó en el culo y en la espalda se dejaron oír por varios minutos. Nunca su imaginó que sería tan cruento la marcada a fuego en su cuerpo. Le colocaron un apósito en las partes quemadas para evitar infecciones.
En el camino de regreso, Débora no encontraba posición cómoda. La quemadura del culo y de la espalda solo le permitía apoyarse en el asiento de determinada manera.
-Ya está casi completo tu atuendo de esclava. Solamente faltas unas anillas en los pezones y en los labios vaginales.
-¿También me van a perforar las tetas y los labios de la concha?
-Sí. Esas anillas son muy prácticas al momento de conducirte de un lado para otro, especialmente si te resistes. Creo que tirando de esas anillas te someterás más fácilmente.
El resto de la semana no recibió castigo alguno. Ya bastante dolorosas eran ambas quemaduras, lo que no impidió poder satisfacer las necesidades de Mariano, que usó alternativamente sus agujeros.
Una semana más tarde Mariano llamó al Dr. Rivera.
-Dr., sería un placer que una de estas noches viniera a casa a cenar. Débora estará complacida de servir la mesa y luego mostrarle sus progresos en sumisión.
-Por mi parte será un placer contemplar a Débora. Ahora que no viene más a la Universidad, verdaderamente extraño ese cuerpito que conocí desnudo gracias a su bondad, Mariano.
-Creo que es hora que además de contemplar el cuerpo de Débora, pueda usar por lo menos alguno de sus agujeros. Cada día está más sumisa y más puta.
-Será un verdadero placer cogerme a Débora.
-Lo esperamos entonces.
Mariano le comentó la novedad de Débora. –Deberás ofrecer tu cuerpo como si me lo ofrecieras a mí. Debes ser complaciente con él.- Remató.
Llegó el día que esperaban al Dr. Rivera. Débora preparó la comida, tendió la mesa con la vajilla de las grandes ocasiones y cuando estuvo todo listo tomó un baño con sales y perfumó su cuerpo. Lo único que tenía puesto era el calzado. Las marcas a fuego habían cicatrizado. Sí podía observarse las marcas de los azotes recibidos el día anterior. Rayas moradas que atravesaban su espalda, su vientre y sus tetas. El culo era la parte que se había salvado del castigo.
A las ocho de la noche sonó el timbre. Débora, desnuda como estaba, se dirigió a la puerta y abrió. Rivera portaba una caja que gentilmente ofreció a la muchacha.
-Es un modelo de látigo que tu amo podrá usar contigo. Según me he informado, provoca un intenso dolor sin lastimar la piel.
-Muchas gracias, doctor. Espero que mi profesor lo use pronto. Pase usted.
-Veo que tienes dos marcas de fuego, en el culo y en la espalda.
-Sí, ha sido deseo de mi profesor marcarme a fuego allí y me han tatuado en pubis con la leyenda Esclava Débora. En unos días me podrán anillos en los pezones y en los labios de la concha.
-Sin duda vas a quedar más hermosa aun. ¿Te calientas con facilidad?
-Ohh, sí. Tóqueme la concha y verá lo mojada que está. Estoy deseosa de tener su pija clavada profundamente.
-Yo también quiero cogerte, pero primero saludemos al dueño de casa que tan gentilmente me ha invitado.
Luego del saludo y que Débora trajera dos copas con jerez, fue Rivera el primero en hablar de la muchacha.
-Veo que además de esclavizarla la ha convertido en una verdadera puta. Me dijo que estaba deseosa que la clavara profundamente.
-Yo le había insistido que debía tratarlo con la mayor gentileza. Creo que le debemos muchos favores
-El favor está pagado sabiendo que Débora ha sido esclavizada por usted. Veo que es un amo duro.
-Recién hemos comenzado con castigos fuertes. Tengo pensados algunos que realmente hoy no podría resistir, pero dentro de un tiempo ofrecerá gustosa su cuerpo para ser torturada.
-¿Me permite darle algunos azotes en el culo?
-Doctor, no solamente algunos azotes en el culo. Le propongo que vayamos a la Sala de degradación. Allí podrá castigarla con comodidad. ¡Vamos!
-Débora encabezó la pequeña comitiva. Iba delante, con los brazos cruzados en la espalda y la cabeza gacha. Por el tono de voz de su tío, estaba segura que alentaría a Rivera para que la azotara sin piedad.
Una vez en la sala, le ataron las muñecas con una cuerda y la engancharon a una cadena pendiente del techo. Débora estaba completamente indefensa. Su cuerpo se mostraba en todo su esplendor. Pareciera que los castigos a que era sometida, realzaban aun más su figura.
-¿Que instrumento prefiere usar? ¿Quiere estrenar el que trajo?
-No sería propio que yo lo estrenara. Prefiero castigarla con una fusta.
-Aquí tiene una. Siéntase libre de azotarla.
Rivera era la primera vez que se encontraba en una situación semejante. Si bien había contribuido a la esclavización de varias de sus alumnas, nunca había tenido oportunidad de azotarlas. Ahora estaba frente a un hermoso y joven cuerpo, incapaz de defenderse de sus castigos y eso comenzó a calentarlo.
Levantó la fusta y con fuerza la dirigió a la parte media del culo. Débora contuvo el gemido. Se sentía rara siendo azotada por el profesor de Derechos Individuales. Un segundo fustazo también en el culo la sacó de sus reflexiones. Le siguieron tres más en al culo pero luego Rivera se ubicó frente a ella. Cerró los ojos. Estaba segura que las destinatarias de los siguientes azotes, serían sus tetas. No se equivocó. La fusta dio de lleno en los pezones. No pudo contener el gemido. Había sido un azote realmente doloroso. El siguiente, también en las tetas golpeó en los globos. Le dolió pero fue soportable. Le sucedieron tres azotes más dirigidos ahora entre las tetas y el pubis.
-No puedo más de la calentura. Si me permite Mariano, quiero cogerla de inmediato.
-Por supuesto está a su disposición.
La desataros y acostaron sobre la colchoneta existente en la Sala. Débora no solo no se resistió sino que separó las piernas mostrando su concha húmeda. Rivera que bajó los pantalones y se ubicó sobre ella y de un golpe la mandó hasta el fondo. Acostumbrada a esas arremetidas, Débora lo único que hizo fue acomodarse para que penetrara hasta el fondo. Rivera comenzó el movimiento de mete y saca. Poco después se corría en su vagina.
-Espero que lo haya satisfecho como esperaba.
-¡Ohh, si! Ha sido un place azotar ese culito y gozar de esa preciosa conchita.
-Bien, vamos a cenar y luego puede disfrutar otra vez de la muchacha.
Se dirigieron al comedor. Débora fue al baño a higienizarse. Le corría semen por sus piernas. Luego fue a la cocina y sirvió la mesa
-Rivera, ¿quiere que Débora coma en el suelo o lo haga con nosotros en la mesa?
-Es un placer tenerla desnuda en la mesa y poder disfrutar de esas turgentes tetas. ¿Qué te haces para que estén duras y paradas?
-Nada en especial Doctor, quizás sean los azotes o las estimulaciones de la picana lo que las mantiene así, pero no hago nada especial.
-Mariano, no cansaré de decirle que usted es un hombre afortunado. Haber esclavizado y emputecido a su sobrina es para que lo festeje.
-Realmente estoy muy contento con esta situación. Débora es una esclava que cada día se somete más, es más obediente y puedo gozar de ella a gusto. En ese sentido sí, soy un hombre afortunado.
-No deje de llamarme si un día decide venderla. Son un comprador.
-Muy lejos estoy de pensar en venderla. No hay dinero que compense disponer de ella como lo puedo hacer.
Así transcurrió la cena Al finalizar Mariano le ofreció a su invitado si quería cogerse nuevamente a su esclava.
-Me gustaría probar su culito. Supongo que podrá gozarse tanto como su conchita.
-No se arrepentirá. Penetrar ese cerrado agujerito es algo sublime.- y dirigiéndose a Débora.- Ponte en posición con el culo en pompa para penetrarte.
De inmediato Débora se arrodilló, apoyó su cabeza en el piso y tomándose los glúteos con las manos, los separó ofreciendo el ano para ser penetrado. Rivera, luego de mojar con aceite (usado durante la cena) el ano, apuntó su polla al agujero. Luego de empujar con fuerza, la calzó completamente adentro. Rivera no demoró en descargar el esperma en culo de la muchacha.
-Una una delicia coger a esta puta. Ese culo tan apretado que tiene me ha hecho gozar. No soy aficionado a la sodomización, pero Débora merece una consideración especial.
-Me alegro doctor que haga gozado a mi esclava.
Así finalizaba la visita del doctor Rivera a la casa de Mariano Larreta.