¿De Estudiante a Sumisa? (3)
Débora insiste en esclavizarse y quiere que su tío sea el Amo
¿De Estudiante a Sumisa?
Autor: Ricardo Erecto
Capítulo3 Débora Insiste en Esclavizarse
La mañana siguiente se despertaron casi juntos. Tomaron una ducha y se dispusieron a desayunar. Débora permaneció con el pijama y sin otra prenda debajo, aunque la molestia de los azotes había disminuido. Era domingo y no tenían apuro de finalizar la matutina comida. Fue Mariano el que sacó la conversación respecto del día anterior.
-Quiero que regresemos al estado anterior a esta idea de tu esclavitud.
-No es tan sencillo tío. Quiero meditar un poco al respecto y necesito tomar más información de Internet.
-¿Insistes en convertirte en esclava? ¿No te ha dolido el castigo que recibiste ayer?
- Sí me dolió y mucho, pero ya pasó. Creo que debo buscar la manera de lograr convertirme en una esclava. Aun no lo sé.
Mariano siguió con la lectura de su libro y Débora se sentó frente a la computadora y comenzó a buscar información. Se volvieron a reunir para el almuerzo y hablaron de diversas cosas excepto de la esclavización de la muchacha.
Fue ya al anochecer que Débora se acercó a su tío con intenciones de comentar sus ideas.
-He visto algunas cosas que me parecieron muy razonables. No todas las mujeres tenemos la misma resistencia inicial a los castigos y allí es dónde reside la diferencia. Lo que se recomienda en esos casos es comenzar de a poco e ir incrementando la dureza de los castigos y humillaciones con el tiempo.
-¿Qué me estás queriendo decir?
-Que debemos comenzar más despacio, por ejemplo tenerme atada o encadenada, usarme de diferentes maneras y aplicarme algunos azotes pero no muy intensos.
-¿Insistes en que te convierta en esclava?
-Insisto en que me conviertas en TU ESCLAVA. En la semana compraré algunas cuerdas, cadenas, candados y grilletes para que comiences el sábado próximo. Por supuesto también me usarás sexualmente.
-Es curiosa tu propuesta, ya que ni siquiera esperas mi aprobación. Es casi como una orden.
-Más que una orden es un ruego. Te pido que me entrenes para ser tu esclava, que sea capaz de soportar las humillaciones y castigos que quieras, que sea la sumisa que uses sexualmente, que me la metas por la boca, la concha o el culo cuándo y dónde quieras. Te lo pido por favor, lo necesito.
-Creí que luego de la manera en que quedó tu cuerpo no insistirías. Más aun, todavía no puedes vestirte normalmente y debes andar casi desnuda.
-Si me permites estaré desnuda completamente para que uses la parte de mi cuerpo que te apetezca.
-¿Te estás ofreciendo como una puta?
-Como una esclava que es más que una puta. ¡Quiero pertenecerte, someterme a todo lo que quieras hacer conmigo! ¡Que me uses como puta si así lo decides!
-Tú has venido a esta ciudad a estudiar Derecho, no Sumisión, Esclavitud y Prostitución y justamente perder tus derechos.
-Puedo seguir estudiando y cuando regreso a casa de la Universidad y los fines de semana puedo ser tu esclava.
Mientras Débora se declaraba esclava de Mariano, comenzó a quitarse el pijama para quedar desnuda. Todavía se notaban las marcas que el cinturón había dejado sobre su piel.
-Ésta es la señal más clara que te pertenezco. Me has azotado y has usado mi cuerpo y me siento feliz. Encadéname o cógeme, estoy a tu disposición pero no me azotes. Necesito entrenamiento y que lo hagas de a poco.
-Ver tu hermoso cuerpo desnudo que se me ofrece, hace olvidarme que eres mi sobrina y me tiento a usarlo.
-Quizás allí radique la cuestión. Ya no soy tu sobrina, soy tu esclava que se pone a tu servicio.
-Si lo pienso así, entonces quiero cogerte, usar esa conchita tan apretada que tienes.
-Por supuesto que es tuya, para penetrarla cuando quieras. Lo único que te pido es que por esta vez me dejes llegar a correrme, por lo menos gozar del polvo, aunque sé que una esclava no tiene derecho a gozar si su amo no quiere.
-Verás que te correrás con un orgasmo que te hará temblar. Vamos al dormitorio.
Se acostaron y Mariano comenzó a acariciar primero las tetas y los pezones, luego el culo y la parte interna de los muslos y finalmente el clítoris. Débora se excitó y su vagina se llenó de flujo. Estaba deseando ser penetrada.
Mariano continuó acariciando las partes erógenas de la muchacha cuya excitación aumentaba aun más. Llegó el momento de penetrarla. Se ubicó sobre ella y lentamente su pija se fue adentrando en la vagina, que estaba muy lubricada. Entró hasta el fondo sin dificultad.
Mariano comenzó el lento movimiento mientras besaba y su lengua incursionaba en el interior de la boca de Débora. Por su parte la muchacha movía su cuerpo y apretaba la espalda de Mariano contra sus tetas, queriendo alcanzar el orgasmo, cosa que no demoró más que algunos pocos minutos, mientras sentía el esperma de su tío llenándole la vagina.
-Gracias tío por la corrida. Fue un hermoso polvo. ¿Me la vas a meter también por el culo?
-Es una buena idea. Me la puedes mamar para que quede en forma y luego te hago el culo.
-¿No crees que deberías atarme o esposarme antes de sodomizarme? Tu esclava debe estar indefensa para que puedas usarla sin restricciones.
-¿Insistes en ser mi esclava?
-Ya te lo he dicho. No es que quiero ser tu esclava, soy tu esclava y debes llevarme al estado de sumisión total.
-Por ahora chúpala hasta que esté bien dura y te hago el culito. Luego veremos.
Débora de inmediato se puso la pija en la boca, pasando la lengua por el glande y succionando hasta que la tuvo bien dura. Entonces se puso en cuatro ofreciendo el ano para ser penetrado.
Mariano apoyó la pija y lentamente la fue metiendo en un agujero relajado que no ofrecía resistencia a ser penetrado. Cuando la tuvo toda adentro, tomó con sus manos las caderas de Débora imprimiéndole un movimiento cadencioso que excitaba a ambos.
Mariano no quería que su sobrina se corriera. Quería que llegara a un alto grado de excitación pero nada más, motivo por el cual no le acariciaba las tetas o el clítoris. Tampoco le permitiría que luego se masturbase. Finalmente se corrió el recto, llenándolo de semen.
-No me he podido correr, ¿me dejas hacerme una pajita?
-No, deberás quedarte caliente. NO quiero que te corras y deberás obedecerme.
-En ese caso me tendrás que atar las manos
Rápidamente Mariano tomó las esposas que cerró sobre las muñecas de su sobrina, quedando con las manos por detrás de los barrotes de la cama.
-¿Me vas a dejar así, sin siquiera ir al baño?
-Las esclavas no reclaman. Aceptan lo que desea su amo.
-¿Aceptas que soy tu esclava y tú eres mi amo?
-Estoy pensando que sí. Aunque no lo creas me está gustando coger contigo y tenerte esposada y a mi servicio.
-No sabes lo contenta que estoy yo. No me importa que me dejes esposada a la cama, sabiendo que me estás entrenando como tu esclava. ¿Vas a hacerme algo más?
-Solamente atarte los tobillos y las rodillas bien juntos y apretados para que no puedas separarlos.
Mariano tomó unas medias de Débora y las arrolló y anudó alrededor de los tobillos y rodillas.
-Así estás mejor. Hoy tú no cenarás y permanecerá así hasta después que yo haya comido. Luego te desataré y podrás prepararte ir mañana a la Universidad.
Débora calló, pero una sonrisa se dibujó en sus labios. Finalmente su tío había aceptado esclavizarla. Su concha latía de la calentura que tenía, pero no podía hacer nada para calmarse. Comprendió que eso era parte de su entrenamiento.