¿De Estudiante a Sumisa? (12)
Se completa la sumisión de Débora
¿De Estudiante a Sumisa? (12)
Autor:Ricaro Erecto
Capítulo 12. La Sumisión Final de Débora
Esa noche Débora durmió abrazada a su tío. Tenía tanto la concha como el culo dolorido, pero estaba feliz. Sentía que cada día avanzaba un poco más en su sumisión y en su resistencia a los castigos y eso la satisfacía.
Llegó el jueves siguiente y puntualmente a las catorce, tío y sobrina se dirigieron a la sala de Degradación. Débora, desnuda como siempre, marchaba con paso firme. Debería pasar otra prueba de su resistencia a ser castigada. Mariano la acercó a una Cruz de San Andrés. En esta oportunidad la amarró de manera tal que la parte expuesta del cuerpo de la muchacha era la posterior. Sus tetas se aplastaban contra las maderas de la cruz.
Sus piernas separadas dejan ver los labios interiores de la concha, clara señal de la excitación que experimentaba. La ató muy fuertemente evitando cualquier movimiento.
-Voy a azotarte desde los hombros hasta la parte baja de los muslos. La sesión de hoy será solamente con látigo. Usaré uno nuevo que he conseguido cuya cola es muy similar a un cable eléctrico pero revestido en cuero. La parte interior, metálica, asegura un azote eficaz.
-Amo, ¿Cuánto azotes recibiré?
-No lo sé. Serán los necesarios para que tu piel quede cubierta de rayas. Como siempre puedes gritar todo lo que quieras que no me detendré hasta que haya cumplido con mi objetivo: Toda la parte trasera de tu cuerpo, cubierto de marcas de los azotes.
Efectivamente, el látigo elegido tenía una cola del material descripto, de un largo de unos ochenta centímetros, suficiente para cubrir ampliamente la espalda de Débora.
Los cuatro primeros azotes fueron dirigidos al culo. Las marcas, rojas y con un ligero relieve, aparecieron casi de inmediato. Débora soportó los azotes sin emitir sonido alguno. Y sus ojos no se nublaron por las lágrimas.
El quinto azote fue dirigido a la parte alta de los muslos, unos diez centímetros por debajo de los glúteos. Débora dejó escapara un apenas audible gemido. Los dos siguientes, impactaron muy cerca del anterior. El dolor era intenso y ahora sí las lágrimas corrían por sus mejillas. Mariano estaba extasiado observando el cuerpo de su sobrina que se iba marcando a medida que el látigo tocaba su piel mientras ella podía absorber el castigo sin quejarse. No había percibido las lágrimas de la joven.
Los siguientes azotes estarían dirigidos a la espalda. Serían aplicados con fuerza. A pesar que la espalda no es la parte más pulposa del cuerpo, quería que su sobrina sintiera el rigor del látigo, que marcara su piel y que no pudiera contener un gemido de dolor.
Así el primero de los azotes fue dirigido unos veinte centímetros por encima de la cintura. Esta vez Débora no pudo contener un grito de dolor mientras abundantes lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Los subsiguientes tres azotes fueron dirigidos un poco más arriba del primero. La sumisa lloraba y gemía de continuo mientras su cuerpo temblaba de dolor.
Sin prisa pero tampoco sin pausa, la cola del látigo, tan hábilmente manejado por Mariano, fue recorriendo las distintas partes de la parte trasera del cuerpo de su esclava. Ya cerca de los cien azotes, Débora no tenía fuerzas ni siquiera para gemir, mientras su cuerpo quedaba cubierto de marcas rojas y varios cordones.
-Soportaste muy bien el castigo. Te tomaré algunas fotos que luego subiré a Internet. Quiero compartir la vista de tu cuerpo castigado.
Débora no respondió. En su estado no comprendió completamente las palabras de su tío. Lo único que deseaba era no continuar siendo castigada.
Luego de tomarle más de una veintena de fotos, Mariano se retiró de la Sala, dejándola atada a la cruz de San Andrés. Bajó las fotos a su ordenador y las repasó una y otra vez. Se excitaba viendo a su sobrina indefensa y agotada luego del riguroso castigo que le había proporcionado. Luego de colocar las fotos en su blog, se dirigió nuevamente a la Sala con intenciones de descargar el semen en la vagina de Débora.
-Esclava, quiero vaciar mis huevos en tu concha. Voy a desatarte.
-Sí Amo, como disponga.
Mariano la desató de la cruz de San Andrés
-Amo, ¿quiere cogerme aquí en la sala o en otro lado?
-Vamos al dormitorio. Allí estaremos más cómodos.
Débora estaba angustiada. Tener que acostarse de espaldas para que Mariano la penetrara, en el estado en que estaba la parte de atrás de su cuerpo, le presagiaba un dolor difícil de soportar, pero ella era su esclava y debía obedecer todos sus pedidos. Llegaron al dormitorio y la sumisa se disponía a acostarse de espaldas para ofrecer su sexo.
-Tienes la espalda y el culo maltrecho y si te acuestas de espaldas va a ser muy doloroso para ti. Yo me pondré abajo y tú podrás cabalgarme hasta que descargue mis huevos.
Esto alivió a Débora. En esa posición le sería más llevadero el polvo, en el cual pensaba que no podría correrse. Todo su cuerpo estaba dolorido. Se ubicó sobre Mariano y lentamente fue bajando su cuerpo hasta ensartarse la pija completamente adentro. Sintió la penetración como pocas veces lo había hecho. Comenzó a moverse y, para su sorpresa, notó que le bajaba flujo vaginal, claro indicio de su propia excitación. Muy poco después sintió el líquido caliente que llenaba su vagina, mientras ella quedaba a las puertas del orgasmo sin lograrlo. Así permanecieron algunos minutos.
-Ve al baño a lavarte y sacarte el esperma y regresa a la cama que te pasaré una crema calmante por toda la parte azotada. Si quieres también puedo hacerte una pajita para calmar tu calentura.
-Ya regreso.
Débora se lavó cuidadosamente para sacarse los restos de esperma y de su propio flujo. Regresó a la cama y se tendió boca abajo.
-¿Quieres que primero te pase crema?
-Sí, por favor. Tengo toda la espalda y el culo casi en llamas. Ha sido un castigo duro. Amo, ¿cómo me he comportado? ¿No se ha enojado conmigo porque me he quejado del dolor?
-Esclava, te has comportado muy bien. Te he azotado sin piedad con un instrumento cruel y si bien gas gemido y llorado, no se podía esperar menos. Te comportas cada vez más como una esclava sumisa y soportas los castigos y las humillaciones con estoicismo.
-Gracias tío. Temía no haber cubierto tus expectativas y que no fuera una esclava digna de ti.
-Puedes estar tranquila. Te sometes como una esclava.
Cuando ya finalizaba la aplicación de la crema para calmar el ardor de la piel, Débora se quedó dormida. Al notarlo, Mariano comenzó a explorar su ano, introduciendo un dedo en el mismo. Dado que la muchacha permanecía dormida, decidió introducirle un consolador por el estrecho agujero para dilatarlo parcialmente. Cuando despertara la sodomizaría, manipulando el clítoris para que se corriera.
Regresó una hora más tarde y Débora permanecía dormida. La despertó, indicándole que tenía un consolador en culo y que quería sodomizarla. Ella se bajó de la cama y tomando con sus manos el respaldo de una silla se inclinó hacia delante dejando el culo a disposición de su tío, que retiró el consolador y apoyó el glande contra el ano. Debido a la dilatación se introdujo sin dificultad.
Una de sus manos se acercó a la concha para comenzar a masajear el clítoris mientras que con la otra la tomó de la cintura para marcar el ritmo de mete y saca. Débora, ya más calmada por efecto de la crema hidratante, comenzó a gozar de la manipulación del su clítoris. Su calentura aumentó rápidamente y poco después se estremecía por el orgasmo que alcanzaba.
Mariano continuó con el movimiento y la manipulación, pero ahora introduciendo dos dedos directamente en la vagina. No mucho después su tío se corría en el culo y ella alcanzaba un nuevo orgasmo apenas unos segundos más tarde.
-Tío, ha sido un lindo regalo luego de los azotes. Ya me siento mucho mejor. ¿Tienes pensado hacerme algo más en el día de hoy?
-No, creo que es suficiente. Quiero que veas las fotos que he subido a mi blog. Te ves hermosa con tantas marcas de látigo.
Luego de ver las fotos subidas y mirar otras páginas que mostraban esclavas que estaban siendo torturadas, Débora preparó la cena. Fue justamente durante la misma que Mariano comentó:
-Has bebido mi orina días pasados. Fue solamente un pequeño chorrito. Quiero que te acostumbres a hacerlo de manera regular. Todas las noches durante una semana, mearás en un posillo grande de café y beberás tu propia orina. Algunos días deberás beber mi orina. La semana próxima mearás en una taza de tamaño de té. Debes estar preparada para la meada de algún invitado.
-No me ha resultado nada fácil cuando measte en mi boca, pero si consideras que debo hacerlo, no dudaré. ¿Podré enjuagarme la boca luego de beber?
-Esta semana sí. A partir de la próxima semana, será lo último que haces antes de dormirte. Deberás acostumbrarte también a esa degradación.
-Por supuesto haré todo lo que tú quieras. Comenzaré hoy mismo.
Este era un escalón más en la degradación de Débora. Mariano todavía tenía otras humillaciones para con su sobrina.
Efectivamente a la noche, antes de acostarse, la esclava depositó parte de la meada en una taza, que llevó a su boca y bebió el contenido. Luego se enjuagó la boca.
-Mi señor, ¿va a cogerme esta noche?
-Como todas las noches. Comenzaré por la vagina.
Débora se recostó separando sus piernas dejando la concha ligeramente abierta para recibir la pija de su amo. Con solo pensarlo, ya su concha se humedecía.
Luego que Mariano vació los huevos dentro de su sobrina, ambos se levantaron para higienizarse. Mientras lo hacían Mariano comentó:
-Tengo varias cosas pensadas para degradarte y someterte aun más.
-Creo que tener que beber mi propia orina y la de otros es bastante degradante. ¿Me vas a filmar cuando deba hacerlo?
-Todo a su tiempo. Claro que será interesante poner en conocimiento que aquellos que siguen mi blog, ver como la puta esclava de mi sobrina se bebe sus propios meos. Tus ex compañeras de la Universidad, gozarán viéndote cuando lo haces.
-¿Cómo sabes que mi compañeras miran tu blog?
-Encontré entre tus cosas la dirección de correo electrónico de casi todas ellas. Hace algo más de un mes las invité a que siguieran tu degradación por Internet. La gran mayoría lo está haciendo y me han agradecido que les mostrara fotos tuyas cuando eres castigada. Incluso tres de ellas me han sugerido algunos castigos, muy crueles por cierto, para que los use contigo.
-No suponía que les pudiese interesarles.
-A mí no me sorprende ahora y te diré más. Creo que les excita ver cómo eres torturada, por eso las sugerencias de nuevos castigos.
-¿Piensas esclavizar a alguna de ellas?
-No por el momento, pero una posibilidad es esclavizarlas para luego venderlas. Habrás visto que se obtenía buen dinero en la subasta a la cual asistimos. Todo depende si tienen buenos cuerpos para sacar buenos precios. Es el único interés que tengo en esclavizarlas, hacer dinero.
-Es una buena idea. Quizás el Dr. Rivera pueda ayudarte en el propósito. ¿Puedes decirme quiénes son?
-No, ese no es asunto de tu incumbencia. Solamente debes saber que algunas de ellas sugirieron algunos castigos que son verdaderos tormentos para usar en tu cuerpo.
-¿Las traerías aquí para esclavizarlas?
-Aun no tengo decidido si las secuestraré o no. Debo ser muy cuidadoso cuando les propongo un acercamiento. Si me decido, deberé trabajar sobre ellas aquí. No tengo otro lugar en el cual someterlas.
-Si decides esclavizarlas, por supuesto puedes contar conmigo para atraerlas. Como nos conocemos, es posible que confíen en lo que yo pueda decirles y así engañarlas más fácilmente.
-Es una posibilidad, pero antes debo subir más fotos tuyas e incluso algún video.