¿De Estudiabte a Sumisa (11)
Comienza una nueva etapa en la vida de Débora. Más sumisión, más degradación, más humillación
¿De Estudiante a Sumisa?
Autor: Ricardo Erecto
Capítulo 11. La Nueva Situación de Débora
Al día siguiente Débora se levantó prestamente para ponerse a disposición de su tío. Presintió que se avecinaba un cambio y estaba ansiosa por conocerlo. Mariano le indicó que preparara el desayuno y que le permitía compartir su mesa. Rápidamente la esclava obedeció y en pocos minutos la mesa estaba servida.
Finalizado el desayuno, Mariano le indicó que se dirigieran a su estudio que debía conversar sobre la nueva etapa que se iniciaba.
-El entrenamiento de las esclavas nunca finaliza, sin embargo se cumplen distintas etapas. Tú has completado la primera etapa. Ofreces tu cuerpo sin reticencias, recibes castigos sumisamente y obedeces ciegamente. Por eso has completado la primera etapa. De ahora en más debes perfeccionar tu resistencia a los castigos. Deberás soportar aun los más duros sin oponerte y sin pedir clemencia. Recuerda que una buena esclava debe complacer a su amo o quién éste designe, con humildad, predisposición y sin ninguna restricción.
-A partir de ahora dormirás en mi cama, por supuesto desnuda y sin ataduras ni cadenas, siempre y cuando no debas ser castigada por algún motivo o por tu propio entrenamiento. En esos casos podrás estar encadenada, atada, amordazada, etc. en la misma habitación o alojarte en una celda o en la jaula que hemos comprado. La decisión será exclusivamente mía.
-En los días que duermas en mi cama, antes de levantarte deberás preguntarme si deseo algo, como una mamada o una cogida u otra cosa. Luego deberás preparar el desayuno y al finalizar limpiar todo. Mantendrás la casa siempre limpia y lavarás y plancharás mi ropa y prepararás las comidas con esmero y cuidado.
-A fin de mejorar tu entrenamiento como esclava, recibirás rigurosos castigos dos veces por semana, los martes y los viernes. He observado que necesitas más entrenamiento con los azotes, por lo que he comprado algunos látigos nuevos y unas disciplinas especiales para azotarte en la concha, lugar que aun te resistes a castigos severos.
-Independientemente de esos castigos regulares recibirás otros ante la menor falta de conducta o incumplimiento de tus deberes. Debes recordar en todo momento que eres mi esclava. Sin embargo por eso no dejo de ser tu tío y te permito que me llames por mi nombre o simplemente tío, pero ello no implica que seré ni paciente ni indulgente contigo. Eres mi esclava y te usaré como tal ya sea para tener sexo o para castigarte.
-Mantendrás, como hasta ahora, tu cuerpo extremadamente limpio y estarás siempre bien depilada. A fin de facilitar la sodomización, tendrás el ano lubricado con crema, para una penetración rápida y sin inconvenientes. Deberás hacer todos los días una hora de gimnasia fin de mantener tus carnes firmes, especialmente el culo y las piernas. En cuanto a la turgencia de tus tetas, deberás aplicarte tres veces por semana una crema especial para ese efecto. Quiero tener una esclava que siempre luzca apetecible y que sea la envidia de otros amos.
-Te anticipo también que a partir de ahora y cuando yo lo decida, deberás servir a otros hombres u otras mujeres a las cuales podré cederte. En ningún caso será por tiempos prolongados.
-Algo que deberás hacer a partir de ahora es beber mi orina. Quizás en las mañanas te lo solicite para evitar desplazarme hasta el baño. También deberás acostumbrarte a beber la orina de otras personas cuando yo te lo ordene, lo mismo que tragar el esperma de otros hombres y el flujo de mujeres, también cuando yo te lo indique.
-Debes recordar, y lo insisto, que a pesar de algunas prerrogativas que te concedo, no debes olvidar que eres mi esclava y mi puta y como tal debes obedecerme ciegamente, pensando que todo lo que te ordeno o hago sobre tu cuerpo es por tu bien y por tu perfeccionamiento.
-Iré tomándote algunas fotos que subirán a Internet, para que todos conozcan lo sumisa que es mi esclava. También contrataré a un camarógrafo profesional para que te filme cuando te estoy torturando, que también subiré a Internet. Les puedes dar el enlace a tus padres para que sigan tus progresos como esclava.
-Como aprobación de todo lo que te he dicho, me harás la mejor mamada y te tragarás todo el semen.
-Por supuesto tío, que me enorgullece que me consideres una buena esclava y que te preocupes de mejorar mi entrenamiento. Como hasta ahora estaré a tu disposición y haré mi mayor esfuerzo para resistir los castigos que consideres convenientes, por duros y crueles que ellos sean. Soy tu esclava, tu puta y no puedo menos que agradecerte todo lo que haces por mí.
-Todo mi cuerpo está a tu disposición las 24 horas los 7 días de la semana para que lo uses de la manera que te plazca, ya sea cogiéndome, castigándome o humillándome, sintiéndome orgullosa de ser tu esclava y que puedas exhibirme como un trofeo. Ahora te haré la mejor mamada que soy capaz como me has pedido para aceptar, incondicionalmente, todo lo que me has dicho.
Abrió la bragueta del pantalón y la pija de Mariano se perdió en la boca de Débora. Pasaba la lengua por el glande y sus labios apretaban el tronco de la pija mientras sus manos acariciaban sin cesar las bolas de su tío. Era una de las mejores mamadas que le había hecho. Así continuó hasta que un chorro de semen llenó su boca.
-Tío, ¿me permites hacerme una paja? Estoy muy caliente con todo lo que me has dicho y ahora chupándote la pija y tragándome la leche.
-Si me la vuelves a poner dura con la boca, te clavo la concha hasta el fondo para que te corras sin necesidad de pajas.
Poco después, nuevamente la polla de Mariano estaba dentro de la boca de Débora, que, gracias a sus habilidades, se tornó nuevamente en condiciones de penetrar la concha de la muchacha. Se inclinó hacia delante, separándose los labios vaginales para facilitar la penetración. Mariano hacía los movimientos lentamente, para prolongar el tiempo de la cogida. Finalmente sintió las contracciones de la vagina de su sobrina y a continuación él descargó el semen.
Finalmente llegó el martes, el día asignado para los castigos programados. Débora estaba entre excitada y temerosa. Presintió que los castigos a los que sería sometida serían crueles y que su tío estaba dispuesto a llevarlos a cabo sin importar sus ruegos. La hora del comienzo había sido fijada a las 16:00 horas, momento en que fue conducida a la sala de Degradación.
Allí le indicó que se recostara en la camilla ginecológica. Le ató con correas brazos y piernas y una adicional en la cintura completaba su inmovilización. Mariano movió las distintas partes del aparato para dejar tanto la vulva como el ano perfectamente expuestos y sin posibilidad de moverse.
Mariano observó la entrada de la vagina y el clítoris como si fuera la primera vez. Introdujo el dedo índice primero en el conducto vaginal, notando que estaba algo húmedo. Luego lo introdujo profundamente en el recto, observando la reacción de la muchacha que primero contrajo el ano para luego relajarlo. Sacó el dedo e introdujo un cilindro metálico, aditamento de la picana eléctrica.
Otro cilindro metálico se lo introdujo, muy profundamente, en la concha y dos pinzas le apretaban los pezones. Todo estaba conectado al aparato que enviaría las descargas.
Débora estaba tensa. Si bien no era la primera vez que debía soportar las descargas eléctricas en sus partes sensibles, probablemente fueran más intensas que en ocasiones anteriores y así fue efectivamente.
Cuando Mariano apretó el temido botón rojo del aparato, todo el cuerpo de la muchacha se estremeció y comenzó a temblar. Sentía la quemazón tanto en la concha como en el culo y las tetas. Su respiración era agitada y apenas podía gemir. Sin duda era una de las veces que más sufría las descargas, que duraron exactamente diez segundos, diez segundos verdaderamente interminables para Débora.
El descanso fue breve, solamente lo necesario para que la respiración se normalizara y nuevamente Mariano apretó el botón y se repetía esa terrible sensación. En esta oportunidad la descarga fue por más tiempo y Débora no pudo controlarse y un pequeño chorro de orina se escapó de su uretra. A la tortura que estaba sufriendo se sumaba la humillación de mearse delante de su tío.
El procedimiento se repitió media docena de veces. Al finalizar la muchacha estaba exhausta y le era imposible controlar su cuerpo que continuaba temblando.
-Tendrás que acostumbrarte a resistir más las descargas. La corriente que te he hecho circular ha sido pequeña aunque mayor que otras veces.
-Profesor, ha sido un duro castigo. La concha me quemaba, parecía que tenía una brasa metida allí adentro. Es difícil de soportar y como si eso fuera poco no me pude contener y he mojado la camilla.
-Que hayas mojado la camilla me habilita para mearte en la boca y que tragues mi orina. Una esclava entrenada lo hace sin dificultad.
-Nunca he bebido meadas.
-Pues ahora lo harás. Abre la boca e irás tragando mi orina mientras llega a tu garganta. No quiero que se derrame nada.
Débora no daba crédito a sus oídos. Soportar castigos diversos, azotes, ataduras, suspensiones, e incluso picana eléctrica le calentaba y era lo que había elegido, pero tener que beber orina ya sobrepasaba lo que había imaginado, pero no tenía alternativa. Si bien se lo había anticipado, no creyó totalmente que se concretaría. Estaba completamente amarrada y la orden era bien clara. Debía hacerlo, no tenía alternativa. Abrió su boca y aguardó recibir el líquido caliente para tragarlo lo más rápidamente posible.
Mariano puso la pija muy cerca de la boca de su sobrina y con cuidado comenzó a orinar. Ella sin hesitar tragaba el líquido aunque su rostro reflejaba el asco que le producía semejante cosa. La meada fue muy corta, pero lo suficiente para un pequeño trago y humillar aun más a Débora.
-Has bebido con cuidado y eso merece un pequeño premio. Estaba dispuesto a darte veinte azotes con la vara en cada teta. Te daré solamente diez y serán sobre los pezones. Te va a doler pero quiero que me agradezcas cada uno que recibas. Dirás “Gracias por educarme” ¿Entendido?
-Sí tío. Comienza cuando quieras.
Mariano levantó la vara. Débora, anticipándose a lo que sobrevendría, apretó los dientes y cerró los ojos. El primer impacto fue sobre el pezón derecho, justo en la parte más prominente. La muchacha debió hacer un esfuerzo para controlarse. Dolía mucho pero no dejó de decir “Gracias por educarme”
El segundo azote fue dirigido al pezón izquierdo. Un nuevo esfuerzo para no gritar de dolor, siempre repitiendo la consabida frase. Los azotes se alternaban entre cada uno de los pezones. Al llegar al número seis en el derecho, no pudo resistir más y entre lágrimas emitió un lastimero quejido, pero no pidió que cesara el castigo. Así llegaron los diez en cada teta. Débora lloraba sin consuelo. No podía calmarse el dolor con sus manos, que permanecían atadas.
Mariano, luego de unos minutos, fue en busca de una crema hidratante y comenzó a pasarla por las tetas. Esto calmó el dolor de la sensible zona. Luego los dedos, portando más crema, se dirigieron a la concha y también comenzó a masajearla, introduciendo los dedos en la vagina. Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Débora.
-Gracias Amo por educarme y ahora calmarme el dolor. Esos masajes en los pezones me hacen muy bien. ¡Gracias!
-Débora, nunca pensé que llegaríamos a este punto, de castigarte de esa manera para convertirte en mi esclava sumisa. Recuerdo cuando me negué a azotarte con el cinturón en el culo.
-Yo tampoco pensé que llegaríamos a este punto. Cada día me siento más tu esclava, más dependiente de ti, más necesitada de tus caricias, tus polvos y… ¡y tus castigos!
-Yo también disfruto castigándote humillándote y cogiéndote. Siendo tan sumisa que aceptas todo con buen humor. Tengo ganas de clavarte en eso concha, pero la veo muy irritada por las descargas eléctricas, lo mismo que el ano. ¡Está rojo! Y no es de vergüenza.
-Sí es de vergüenza por no poder ser usado. Supongo que cualquier penetración me va a doler, pero si quieres, hazlo. Para eso soy tu esclava, que debe velar por el placer del amo y no de su propio placer.
-No soy tan cruel. Quiero cogerte pero que tú también te corras.
-Puedo mamártela mientras tú me masturbas, que sabes hacerlo muy bien.
Mariano procedió a desatarla de la camilla ginecológica. Una vez libre de las ligaduras Débora abrazó a Mariano y sus labios se posaron en la boca de su amo. Luego se arrodilló para mamársela.
-Si permaneces así agachada, no puedo hacerte la paja. Mejor un 69 y así podrás correrte tú también.
-¿Me vas a chupar la concha? Nunca lo hiciste. Si prefieres puedes acabar en mi boca y luego me pajeas. No corresponde a un amo meter sus labios o lengua en la concha de una esclava.
-Eres una esclava especial. Es cierto que nunca te he chupado la concha, pero quiero hacerlo, te lo mereces.
Tomaron posición y mientras Débora succionaba el pene de Mariano, éste pasaba su lengua por la concha y mordisqueaba el clítoris. No tardaron ambos en correrse.
-Gracias tío por esa chupadita de concha. Me ha gustado muchísimo. ¿No quieres metérmela por la concha? Me va a doler pero te mereces todo.
-No Débora. Te he castigado muy duro con electricidad y tienes la concha maltrecha. Me has satisfecho con tu boca. Tomemos un baño juntos. El agua fresca te hará bien
-¿Sabes tío? Debo reconocer que tienes una mano especial para castigarme. Llegas al límite, cuando creo que ya no resisto más, entonces allí paras. Me llevas todas las veces hasta el límite, pero nunca lo pasas. Además veo que cada día avanzas un poco más y yo resisto un poco más. Espero pronto ser una esclava que puedas castigar en público y que todos te admiren cómo me tienes dominada.
-¿Te gusta ser dominada en público? ¿Se exhibida como una sumisa incondicional?
-Absolutamente. Creo que esto no lo cambiaría por nada.