De Esposo a Perra
La necesidad tiene cara de perro, dicen. Y es así, por necesidad somos capaces de hacer cualquier cosa... cualquier cosa.
De Esposo a Perra
De pié frente a esa tumba, acompaño a mis hijo a llevarles flores a su difunto padre. Javier, su nombre, había muerto hacía ya algunos años, ya nuestros hijos eran mayores, nada que ver con lo niños que solían ser. Habían crecido ya, hice un excelente trabajo, sin ganas de presumir, pues tras su partida yo me hice cargo de todo.
¿Qué te parece viejo le dije, como esperando que la fría piedra me respondiera todo salió bien, o no?
La fría lápida parece no darse cuenta de mis palabras dichas al viento. Y mientras los veía colocar las flores en los floreros, no pude evitar sentir sentimientos encontrados. Por un lado, ese era el hombre que me hizo mujer, que me amó hasta su muerte, que me protegió y me mimó, que me dio una familia y me hizo tremendamente feliz. Por otro lado, era el mismo hombre que destruyó la familia que ya tenia antes, que me alejó de mis hijos, me le dio vuelta a mi vida y la transformó tanto que jamás la pude recuperar y sé que no podré jamás.
Si, el mismo que me hizo inmensamente feliz, continúa matándome poco a poco por los remordimientos. Especialmente por aquello hijos que dejé atrás y que solo me conocen por lo que soy ahora, solamente por eso. Y aunque adoro la familia que tengo ahora, un pasado como el que tuve no se olvida nunca.
Si, me imagino lo que piensan, "las mujeres no quieren nada". Que me fui con otro y dejé a mi familia y que ahora me quejo. Si ustedes supieran la verdad empezando por un pequeño detalle que será mejor que sepan desde ya: no soy mujer, en realidad nací como hombre y Enrique era mi nombre.
Si, así es, solía ser un hombre, esposo responsable y cariñoso y padre de familia amoroso. Mi vida era perfecta, pero el destino da vueltas y nosotros decidimos qué camino seguir. Y heme aquí, una hermosa transexual madura ya, con más camino recorrido que un ferrocarril y más experiencia de la que me gustaría y de la que puedo recordar.
¿Quieren saber cómo fue que empezó todo, de cómo fue que pasé de ser Enrique a Enriqueta, de Kike a Kika? ¿Quieren saber cómo fue que Javier me convirtió en mujer? Pues quédense y lo sabrán todo
En aquellos días era un hombre de campo, educado como ranchero, fuerte y trabajador. Mi padre me heredó en vida una finca de ganado no muy grande, pro que me daba más que suficiente para vivir. Tenía 24 años, casi 25, estaba casado desde los 22 con Laura, que tenía 21, teníamos ya un niño, Kikín.
Estábamos pasando por grandes problemas en ese años, el huracán Mitch acababa de pasar, devastándolo todo a su paso (incluida nuestra finca) y nuestro hijo había desarrollado una fuerte asma que necesitaba de costosos tratamientos. Y por si fuera poco, Laurita quedó esperando otra vez y con un embarazo riesgoso, por lo que tenía que tomar medicinas, cómo no, bastante caras. Pareciera que todo se vuelve caro cuanto más jodido está uno.
Aun sí, lográbamos mantener el optimismo y la frente alta, especialmente gracias al temple de mi esposa, una mujer amante y entregada a su familia con un optimismo a prueba de balas. Sin embargo, para salirnos de ese enorme problema, necesitábamos mucho más que una actitud positiva. Un día me hallaba caminando por mi devastada finca, cuando a lo lejos vi a alguien a caballo.
Buenas Kike, ¿cómo está? era Javier, que se acercaba a lomos de bestia.
Pues allí aguantando me pareció la pregunta más tonta de este planeta, y viniendo de él, que no me caía muy bien, peor todavía.
Pues sufre porque quiere.
¿Qué quiere decir con esto? Javier esbozó una sonrisa sarcástica.
Bueno, siempre he dicho que hay más de un camino para llegar al mismo punto y que el fin justifica los medios. inmediatamente pensé en lo peor, este hombre iba a ofrecerme un negocio turbio, seguro es narco, me dije.
Disculpe, pero no me interesan sus negocios
¡Pero no me malentienda, que todo lo que tengo me lo he ganado trabajando!
¿Entonces?
Bueno pues probablemente no se equivocó en que mis palabras llevaban una propuesta escondida. Una que no se pude decir abiertamente, frente a la gente.
Pues si debe mantenerse oculta tampoco me interesa. No me gustan las cosas que no son derechas ni cabales.
¿Y si le dijera que el mentado negocito le podría hacer ganas 25 cabezas de ganado joven, de primera, a modo de préstamo que me pagarán cuando lo deseen, sin documentos ni fiador? me quedé callado, eso podría sacarnos del agujero en el que estábamos metidos.
No quiero ni pensar en lo que tendría que dar a cambio.
Pues no será tan malo, yo solo busco lo mismo que buscan todos los hombres: emociones, satisfacciones, placeres sexo. sentí mi sangre hervir en ese momento.
¡A mi mujer la va a respetar, hijo de puta!
Como buen ranchero, no iba a dejar que ningún hijo de puta quisiera pasase de listo de esa forma, me le lancé con el puño al frente, dispuesto a romperme la cara con ese imbécil. Yo era bueno para pelear, pese a mi tamaño. Pero era vigoroso, buen deportista y ágil. Aun así no alcancé a pegarle ni un empujón, hábilmente Javier evadió mis ataques y los contraatacó, hallándome en el suelo sometido antes de poder darme cuenta.
Cuidado muchacho, nunca se meta a pelear si no sabe si pude ganar, que rifarse el físico por estar ofendido es de idiotas.
¡Váyase a la mierda, Laura jamás va a ser suya!
¿Y quién habló de Laura? me dijo con una sonrisa, aun con su rodilla sobre mi espalda y sujetándome un brazo sobre esta Yo estaba hablando de usted Kike, no me gustan las mujeres
Me soltó y se fue hacia su caballo, lo montó, y antes de irse aun me dijo: "píenselo, le conviene y le aseguro que lo va a disfrutar mucho ", luego desapareció por sus tierras, colindantes con las mías.
Regresé a mi casa pasmado, sorprendidísimo, sin saber qué decir ni qué pensar. Pero como mi comunicación con mi mujer era muy buena, le conté todo. Al principio ella creyó que el objeto de cambio sería ella, pero no. Se sorprendió tanto como yo al saber que el objetivo de los deseos de ese degenerado era yo.
¡Pues lo mandamos a la mierda, total, no necesitamos de el para salir adelante! lo malo es yo ya empezaba a dudar de eso.
Mientras tanto, no dejaba de pensar en la forma tan sencilla en que logró dominarme. Realmente yo no era ningún indefenso, como ya dije, era peleonero de hecho. Pero ese tipo me superó ampliamente. Y aunque sentía mucha vergüenza, sentía tan bien algo raro, era como si de pronto lo empezara a ver con otro ojos, como con admiración. Claro, no le quise poner más atención al asunto.
Al poco tiempo mis dudas se vieron convertidas en una realidad, Kikín recayó, el medicamento le dejó de hacer efecto y el doctor le recetó otro más caro. Nos vimos contra las cuerdas en ese momento, ya no nos quedaba más dinero, solo el absolutamente necesario y con ese no saldríamos adelante. Fue en una noche lluviosa, fría y triste que, mirándonos a los ojos, los 2 llorando, luego de que Kikín superara una corta crisis nocturna, nos dimos cuenta de que ya no había nada más qué hacer, estábamos perdidos y la única puerta que aun estaba abierta, era esa que no deseábamos abrir.
Entonces yo, viéndola a los ojos, nos conocíamos tan bien que tan solo necesitábamos de una mirada para conocer nuestros pensamientos, tomé el teléfono y marqué el número de Javier Alonzo. Ese fue el inicio de lo que cambiaría mi vida para siempre.
Fue un viernes en la tarde cuando llegamos a su casa, localizada en su hacienda, dejamos a Kikín con mis padres inventándonos una excusa tonta. Era una antigua construcción de adobe, aunque más de la mitad era ya de aladrillo por las múltiples restauraciones. Grande y muy amplia, Laura quedó maravillada de los jardines y árboles que custodiaban la entrada, Javier Alonzo era un hombre muy adinerado.
El cuerpo principal de la casa era ancho y alargado, en el se encontraba la entrada y la sala principal, así como un comedor muy elegante, junto al cual había un lujoso bar lleno de los licores más caros y exóticos. En una habitación anexa se encontraba la cocina.
El hombre nos recibió rebosante de amabilidad, con plática agradable e ingeniosa, culto y muy educado, como el buen anfitrión que en realidad era. Así nos fue quitando el nerviosismo de lo que iba a pasar, platicando alegremente mientras consumíamos la cena que el mismo preparó. Hacía bromas y reíamos como si tan solo fuera una visita amistosa y no lo que realmente era. Pero el mismo Javier se encargaría de ponernos los pies sobre la tierra de nuevo.
Bueno, bueno, ya está haciendo noche y aquí tenemos un trato que saldar. callamos todos Espero que no se hallan olvidado de su parte del trato.
Nosotros no, ojalá usted tampoco. repliqué yo, muy nervioso.
"Cuentas claras, amistades duraderas", yo jamás falto a mi palabra, serán 30 cabezas de ganado joven de primera, que podrán engordar y vender caro. La entrega se hará efectiva el día lunes al medio día y no tendrán que pagármelo sino hasta dentro de un año y medio, sin fiador ni garantías, tan solo su palabra. Como verán, no hay ni un alma, como ustedes lo pidieron, solo nosotros. Por su parte ustedes pasarán los próximos 2 días aquí, y no se irán hasta el domingo en la tarde
Si, si, si, ya sabemos todo eso, no tiene que recordárnoslo. dije avergonzado.
El trato incluía además que Javier y tendríamos sexo cada noche, con penetraciones anales y haciendo todo aquello que yo estuviera dispuesto a permitir. Laurita no tenía nada qué hacer allí, vino porque insistimos en que ella debía acompañarme o no habría trato. Pero no tenía permitido intervenir para nada y la intimidad con ella esposo me estaba vedada por completo.
Javier dio por terminada la cena y procedimos a levantarnos de la mesa. Él mismo me acompañó hasta la habitación en donde mi esposa dormiría. Me despedí de ella, viendo como mi Lalita (como siempre le dije de cariño) se tragaba las ganas de llorar, yo también. Sentía mucho miedo por ella además, ya andaba por el quinto mes de su embarazo, que como ya dije, era riesgoso. Y aunque las medicinas habían hecho un buen efecto, estaba lejos de encontrarse totalmente bien.
Luego, tomándome de la mano, me llevó hasta su cuarto de juegos, una acogedora habitación que contaba con un bar muy bien surtido, una mesa de billar y otra de póquer. Allí, sin decirme ni agua va, me ordenó que se la mamara.
¡De ninguna manera se la voy a chupar! ¡Nunca!
¿Entonces usted qué quiere hacer? me preguntó Javier sin perder la compostura O ¿qué creía que venía a hacer aquí?
¡No sé, no sé, pero no se la voy a mamar! ¡nunca! le respondí de nuevo.
Kike, el trato no era solo tener sexo, se trataba también de mi satisfacción. Si usted se va a comportar tan huraño y hostil conmigo no podré obtener ningún tipo de satisfacción sexual por lo que daré por cancelado todo esto.
¡Tengo 2 manos para trabajar Javier, puedo rifármela solo en el mundo sin su ayuda!
Usted si, pero ¿Laura?, ¿su bebé? Usted no me necesita para salir adelante, "USTED", pero dudo mucho que solo pueda sacar adelante a su familia. desgraciado, me había dado donde más me dolía, donde no tenía argumentos para defenderme Pero bueno, creo que hemos empezado con un mal pié. Ahora que ya pusimos en claro en qué condiciones estaremos trabajando, también le diré que no es mi estilo obligar, nunca consigo nada forzando a las personas, no me gusta. Así que lo tomaré con calma y disfrutaré del lento y excitante proceso de la conquista, usted ahora ni siquiera me quiere tocar, pero le aseguro que para el domingo en la tarde, usted se irá deseando tener mi paloma barrenándole las entrañas, eso es una promesa
No dijo nada más, inmediatamente se arrodilló en el suelo, viéndome con lujuria, con total seguridad en si mismo. Tomó la hebilla de mi cinturón y la abrió, en vano traté de detenerlo, el tipo era mucho más fuerte que yo, y nuevamente volví a sentir la misma sensación que me quedó luego de ser vencido por el, luego que me inmovilizara en el suelo. Un sensación de indefensión que jamás había sentido antes.
Terminó de abrir la hebilla y continuó con el pantalón, yo seguía tratando de forcejear, pero igual, en un dos por tres ya tenía mi pene metido entre sus labios. ¡Les juro que el estómago se me revolvió cuando sentí su lengua húmeda y caliente recorrer mi glande! Tan solo tomé un fuerte y profundo respiro y me dije que ya era inevitable, que para eso había venido, y lo dejé continuar, tratando de imaginar que en realidad era mi esposa la que se hallaba allí arrodillada.
Mi pene, que se hallaba dormido, cabía sin problema aluno dentro de la boca de se hombre. Sentía como jugaba con el con su lengua, como lo succionaba y lo restregaba por todo su paladar. Al mismo tiempo acariciaba mis piernas por todo lo largo, causándome escalofríos que yo me empeñaba en atribuir al asco que me daba, pero era en realidad placer. Despacio fue subiendo las manos por mi vientre, debajo de mi camisa, la que fue abriendo poco a poco. Pronto sentí sus dedos rozando mis pezones, apretándolos, estirándolos, y yo me empeñaba en dejar de sentir lo que sentía.
No podía ser, lo estaba gozando, mi pene ya estaba crecido, y ahora era recorrido por todo lo largo por la lengua y labios de Javier. No podía evitar sentir la aspereza de su barba y bigote, ni de estremecerme levemente cada vez. Ahora una de sus manos se encontraba en mis nalgas, amasándolas y metiendo uno de sus dedos entre ellas, pero sin llegar a tocar mi ano, no quería asustarme. La otra continuaba aferrada a mis pezones. Me empezaba a poner mal, agitado y estaba empezando a sudar además.
De repente sentí la otra mano en mi trasero también, ahora ya estaba jugando de lleno con el. La verdad siempre me han dicho que mis glúteos son mi mejor atractivo, según mi mujer son unas soberbias nalgas que parecían de mujer, redondas, grandes, duras y bien paradas. Sin embargo no solo poseo eso, pues en realidad resulto ser un hombre muy guapo. Soy de piel blanca y ojos azules, cabello castaño claro y con cara de niño, casi de niña por mis finos rasgos. Solía ser delgado y atlético, con los músculos bien marcados por el ejercicio y el trabajo en el campo. Mido 1.68 y tenía un pene de 16 cm (lo normal) con unos huevos bonitos y redonditos, y el ya mencionado trasero delicioso que tanto disfrutaba pellizcando Lalita. ¡Casi era más culón que ella, y miren que mi esposa es un culazo! Así es fácil adivinar por qué Javier estaba encaprichado conmigo.
Y para ser sincero, Javier tampoco estaba tan mal, pues era un hombre maduro de ojos color miel, piel curtida por el sol, elegantes canas distribuídas por sus cabello, sonrisa amable y fácil, es bastante guapo la verdad. Y por supuesto, era enorme, corpulento y muy fuerte.
Pues bien, Javier seguía amasándome las nalgas sin que yo metiera ya las manos para nada. El hombre ya las escurría sin recato entre esas 2 carnosidades grandes mías, tocándome el ano. Yo ya estaba muy agitado, respirando con rapidez y profundidad, comenzando a mojar mi cuerpo de sudor, sumamente confundido, ya que lejos de molestarme, esas caricias en el culo me estaban excitando más. Ya n lo podía seguir negando, con mucho dolor y vergüenza tuve que reconocer que me hallaba excitado.
Desde arriba veía los ojos color miel de ese tipo, mirándome satisfecho, consciente que me tenía en la palma de su mano, entregado, y sabiendo que podría hacer conmigo lo que se le diera la gana más tarde. Y yo, totalmente fuera de mi, empecé a sentir un intenso placer proveniente de mi vientre que me hizo arquearme y echar la cabeza hacia atrás gesticulando de placer. En ese momento me mordí los labios para no gemir, pero no logré contener un pujido sordo en el momento en que alcancé el clímax, que derramé por completo dentro de la boca de ese hombre, que no dejó de mamar ni por un segundo, tragándose todo mi semen.
Luego se quedó chupándome la paloma por un rato más, mientras lo veía entre maravillado y sorprendido, confundidísimo. Él me sonreía, con esa sonrisa hechizante suya, mirándome a los ojos, seguro de su victoria. Un minuto después se puso de pié y terminó de tragarse el semen, yo no entendía cómo pudo.
¿Le gustó Kike?
- no atinaba a decir nada, y una profunda vergüenza se comenzó a apoderar de mi.
A mi me parece que si y mucho, sus cachetes rosados me lo dicen, así como los estremecimientos de su cuerpo cuando estaba echándome encima toda su semilla.
¿No le dio asco? atiné a preguntar.
¡Ay Kike, je, je, je, je, je! cuando acabe con usted, se va a hacer adicto al semen de un macho, como un drogo a la coca. No podrá entender como pudo vivir tanto tiempo sin él su voz, grave y varonil, retumbaba en mi mente como un comando supremo, no podía ni responderle.
¿Qué me pasaba?, me sentía pequeño e insignificante a su lado, vulnerable, en sus manos. Supe entonces que después de esa noche nada volvería a ser igual. Salimos del cuarto de juegos apagando las luces detrás, caminamos por un lago pasillo, pasando frente a la puerta de la habitación de Lalita. Sentí unas tremendas ganas de llorar, sabía que ella debía estar allí dentro destruida, destrozada. Me consolaba diciéndome que todo esto era por ella y por mis hijos, que era necesario y que no había de otra. Aunque en el fondo me sentía horriblemente culpable por haber gozado con la felación de Javier.
Llegamos hasta la puerta que pensé sería de la habitación de mi anfitrión, pero no era así, la puerta daba hacia unas escaleras en forma de caracol que llevaban hasta la recámara, en el segundo nivel. Tuve que reconocer que el tipo tenía buen gusto en esas cosas.
Haré una pausa en este momento, y les voy a describir a groso modo como era esa casa, la casa en la que aun sigo viviendo. Como les dije, era una viejo caserón de adobe, pero con muchas extensiones y renovaciones hechas de ladrillo y cemento. Era grande y amplia, rodeada de árboles y vegetación y un hermoso jardín en la entrada. En el interior, al final del cuerpo principal, una diminuta salita dividía la casa en 2 alas. A la izquierda un largo pasillo daba a una habitación cerrada, el ya conocido cuarto de juegos, a la derecha un corto corredor daba entrada a las habitaciones, 5 en total, siendo la del fondo la principal, en donde dormía él (y en la que pasaría las noches mas intensas de mi vida). Laura dormía en una que se hallaba al principio, separada de la principal por otra vacía.
Bueno, regresemos, ahora si, al relato. Javier prendió las luces del cuarto, en el centro había una cama king, muy grande y amplia, a mi izquierda y amplio closet y a mi derecha un balcón. De pronto me sentí atrapado por detrás, Javier me había rodeado con sus poderosos brazos y comenzó a besarme y lamerme el cuello. Inmediatamente traté de separarme, pero sus brazos inmovilizaron los míos con su gran fuerza.
Me sentía como una doncella a punto de ser violada por un enrome ogro sediento de sexo. Y esa sensación de indefensión y vulnerabilidad se hizo mayor, sinceramente me sentía en sus manos y eso me daba una cosa que no alcanzaba a explicar en esos momentos.
Poco a poco, sin darme cuenta, sus caricias fueron haciendo mella en mi, me fueron desarmando. Mi resistencia se hacía cada vez más débil, estaba como entregándomele por voluntad propia, aunque lo que intentaba conscientemente era quitármelo de encima.
Javier me dio la vuelta y empezó a besar y lamerme el cuello. Su barba y bigote me raspaban, me hacían sentir todavía más subyugado a el. Pronto mi camisa cayó al suelo así como mi pantalón, quedándome únicamente en calzoncillos mientras el no paraba de lamerme y chuparme los pezones. Trataba de concentrarme en la imagen de Laura, pero no lo conseguía. Terminé reconociendo, otra vez, que me había excitado, lo cual me hacía sentir aun peor.
Javier se separó de mi y retrocedió, dejándome sentado en la cama frente a el. Despacio, como un stripper, comenzó a quitarse la ropa. Yo me obligué a bajar la mirada para no verlo, no le iba a dar el gusto de calentarme también mirando su cuerpo desnudo. Y así me mantuve por unos momentos, hasta que, rendido por la curiosidad y el deseo (aunque seguía negando este último) levanté la cabeza de nuevo. Allí estaba él, completamente desnudo, me quedé boquiabierto y sin poder decir palabra alguna.
¿Le gusta lo que ve Kike? no les respondí, pro mi vista fija en el hablaba más que mil palabras.
El hombre se regodeó a mis costillas, empezó a modelarme, dando vueltas para dejarme ver cuanto yo quisiera. Por el frente pude ver un pecho peludo, con pectorales anchos y grandes y un six pack perfectamente formado. Al darse la vuelta vi que tenía un espalda ancha y fuerte, y un trasero redondo y duro, aunque no tanto como el mío. Piernas anchas y fuertes, brazos como robles, el tipo era un espectáculo a la vista, un auténtico titán. Daba miedo, la verdad, pero especialmente por el enorme pene que le colgaba entre las piernas por delante de un par de huevos peludos, enormes también. Pensé que esa impresionante verga debía ser muy grande y gruesa parada, no me imaginaba que pudiera meterla en algún sitio mucho menos entre mi culo.
Nuevamente e arrodilló y engulló mi pene. Esta vez no dije ni pío y simplemente cerré los ojos abandonándome al placer y me dejé caer en la cama, resignándome a ser su perra por esa noche, sin importar el miedo que esa verga me pudiera dar. Javier levantaba mi paloma y la lamía por todo lo largo, pasando la lengua desde mis testículos, luego se metía la cabeza. De repente hizo algo que me dio mucho asco, pero un increíble placer también. Me tomó de los tobillos, los elevó y separó, y se puso a lamerme el ano.
¡Mierda, pese al asco lo comencé a disfrutar desde la primera lamida, casi me volvía loco del placer! Me puse a pegar de manotazos sobre el colchón de la cama, tal y como hago cuando Lalita me enloquecía de gozo en la intimidad. Al mismo tiempo, el viejo taimado me hacía una deliciosa paja, no tardando mucho yo para acabar con fuerza y a gritos.
¡¡¡¡SIIIIIIII, MAAAAAASSSS!!!! ¡¡¡¡AAAAAAGGGGGHHHHHH!!!! más tarde, cuando recuperé la conciencia, no pude dejar de avergonzarme terriblemente al caer en la cuenta de lo que había dicho a gritos.
Quedé tendido sobre la cama, respirando aceleradamente y con los ojos cerrados, estaba agotadísimo y en un profundo estado de sopor provocado por ese intenso orgasmo, no dormido, sino como en trance. Siempre me pasaba lo mismo, siempre, y cuando ocurría, mi amante, cualquiera que fuera, bien se podía levantar de la cama, hacer cualquier otra cosa y luego regresar, que ni me enteraría.
Javier se dio cuenta para mi desgracia y decidió atacar. Se colocó encima de mi y empezó a besarme, primero el pecho, pasando sobre mis súper sensibles tetillas y subiendo hasta su cuello. Yo continuaba con los ojos cerrados dejándome hacer, ni siquiera reaccioné cuando ese hombre comenzaba a meterme los dedos entre el culo, untados con una sustancia lubricante. Primero solo uno, luego otro, hasta que consiguió colocar 3 en mi interior. Y yo, sin poder controlar ya las reacciones de mi cuerpo, la verga se me había parado nuevamente, respiraba muy agitadamente y estaba gimiendo fuerte.
Por unos breves segundos deje de sentir a Javier sobre mi, pero de inmediato volví a sentir que levantaba y separaba de nuevo mis piernas, sosteniéndolas de los tobillos y colocándolas, supongo, sobre sus hombros al mismo tiempo que ponía de nuevo su dedo sobre mi ano. Volvió a metérmelo, junto con 2 más, pero esta vez hizo fuerzas contra el esfínter, abriéndomelo y causándome ciertas molestias. Entonces caí en la cuenta de lo que estaba haciendo, sobre todo cuando sentí que poyaba otra cosa dura y gruesa en mi entrada trasera y comenzaba a hacer presión. Entonces, un largo y ronco gemido salió con fuerza de mi garganta al sentirme atravesado por un terrible monstruo de carne.
¡¡¡¡¡AAAAAAAOOOOOOUUUUGGGGGHHHHHHH!!!!!
El dolor fue tremendo, horrible, pero no pude liberarme, pues Javier, para evitarlo, se echó por completo sobre mi y me sujetó de las muñecas. Yo me revolvía enloquecido debajo de él, pero nada, pesaba mucho y era muy fuerte para mi. Por fortuna no hizo nada más, solo se quedó inmóvil por unos momentos, seguramente para permitirle a mi pobre culito acostumbrarse a tamaña invasión. Pero en cuanto el considero que el dolor había disminuido, se comenzó a mover en un suave mete y saca.
Javier Alonzo era un hombre muy experimentado, era obvio que no era la primera vez que desvirgaba a otro hombre, sabía exactamente qué hacer y cuando para no lastimar a su pareja y prodigarle el más intenso placer. Y conmigo lo consiguió, minutos después el dolor desaparecía poco a poco y era sustituido por un gozo que iba creciendo a la misma velocidad. Y yo, fuera de mi mismo, me encontré gimiendo cada vez más fuerte, disfrutando como una perra degenerada de aquella verga incrustada en el fondo de mi culo.
¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!!
¿Te gusta Kikín? ¿Te gusta?
¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡SI!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡SI ES LO MÁXIMO!!! ¡lo máximo!, yo mismo me desconocía, ¡me estaba gustando, mierda!
¿La querés más duro?
¡¡¡COMO VOS QUERRÁS!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!!
¡Te voy a partir entonces!
¡¡¡HACEME PEDAZOS!!! le dije, sin ser conciente de lo que decía, y Javier aceleró tremendamente sus embates haciéndome berrear como un desesperado, pero no hacía nada para quitármelo de encima ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AH!!! ¡¡¡AAAAGGGGHHHH!!!, ¡¡¡ASÍ!!! ¡¡¡ASÍ!!! ¡¡¡ASÍIIIIIII SIIIIIIIII!!! ¡¡¡AAAAGGGGHHHH!!!
¡¡Sentilo perro!!
¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡ME ESTÁS PARTIENDO EN DOOOOOOOOSSS!!!!
Javier estrellaba sus caderas contra mi humanidad con una tremenda fuerza bruta, torturándome con su poderosa talega, pero extasiándome al mismo tiempo. Yo seguía gimiendo y gritando, pidiéndole más, estremeciéndome de un placer enfermo que me transformaba poco a poco.
Después de varios minutos de ser cogido de esta manera, Javier comenzó a balbucear, a decir palabras incomprensibles, estiró todo el tórax, soltó mis piernas, que cayeron abiertas a los lados y, agarrándose las manos en alto como si estuviera rezando, comenzó a gritar como un toro, había alcanzado el clímax.
Se derrumbó a continuación sobre mi cuerpo inmóvil, abrí los ojos y me topé con los suyos, esos ojos almendrados que no parecían ser de un macho salvaje como ese. Y el también quedó embelesado con los míos, 2 luceros celestes que brillaban vivamente cuando me encontraba excitado. Nos besamos apasionadamente entonces, sentí por vez primera la áspera lengua de otro hombre jugando con la mía y hurgando entre mi boca. No me importaba nada más, no Laura, ni mi hijo, ni el otro que venía en camino, nada, solo el placer que ese hombre me prodigaba. O más bien, el placer que yo le podía dar, por primera vez me sentí una cosa.
Todavía me parece mentira la tremenda cogida que me metió, ¿cómo no me desgarró algo? Bueno, mi ano poseía una elasticidad natural más allá de los cánones normales, esa es la explicación. Pero eso también indica algo, siempre estuve predispuesta a ser cogida de esa forma, digamos que lo puta ya lo traía adentro.
Y luego, lo que me hizo durante casi toda la noche, a cualquier otro le hubiese destrozado las entrañas, pero a mi no, apenas si me causo una fuerte irritación que no evitó que le siguiera dando el culo todo el fin de semana. Si, definitivamente era una perra nata, una puta de vocación.
Me cogió como un animal casi toda la noche, apenas me dejó descansar. Y yo, todas las veces, me le entregaba como una mansa esclava sexual, a pesar que el trato era solo hacerlo una vez en las noches, no más. Todo lo que el sacó de mi después, se lo entregué yo misma.
Por la mañana amanecí empalada en el, boca abajo, con el arriba, rebotando violentamente sobre mis nalgas adoloridas, ensartándome con rabia su gran garrote hinchado. Tardó como media hora en cogerme en esa pose, luego me dejó durmiendo y no sentí hasta casi las 11 de la mañana.
En la casa, en su cama, en los corrales, dentro del carro, me usó a su antojo en donde se le dio la gana, tenía un vigor increíble para tener 47 años. Y yo me comporté como su puta sumisa todo el tiempo, aun frente a mi mujer, ya no me importaba que Lalita me viera reducido y humillado. Todo se había vuelto satisfacerlo, y nada más.
Claro, casi pierdo mi matrimonio, si no fuera porque ella es una santa todo había acabado ni bien salimos de la haciendo. Entonces, ¿qué fue lo que me llevó a separarme de ella y dejar atrás toda mi vida? Bueno, los 2 cambiamos, ya nada pudo volver a ser lo mismo. Ella cambió también, en cuando a la forma en que vivía su sexualidad, sencillamente dejamos que las cosas pasaran.
Algún día les contaré toda mi historia, por ahora los dejo y les doy las gracias por su atención, gracias de verdad.
Kika
(Garganta de Cuero)
Me gustaría leer los comentarios que tengan sobre esta historia a mi correo electrónico. Gracias, besos y abrazos.