De Esposo a Perra (06: Los Cambios de Laura)

La segunda vez que entregué a mi esposa a otra persona, pero esta vez sería una hermosa e imponente mujer, una auténtica diosa vikinga (Intercambio bisexual lésbico).

De Esposo a Perra 06

Los Cambios de Laura

Después de esa primera vez en que mi esposa cogía, ella sola, con otro hombre, las cosas cambiaron, los acontecimientos se precipitaron uno detrás del otro y nosotros solo pensábamos que éramos afortunados de tener tantos amigos con quienes coger. Ella continuó viendo a Ángel, que se creía que ella me estaba engañando. Pero entonces, tiempo después de esa visita al puerto, mi esposa recibió una llamada.

Mi amor, ¿te acordás de Bianca? – me preguntó mientras veía la Tv.

¿Bianca?… ¿Quién? – mentira, si la recordaba.

Aquella argentina que conocí en el bar, el día que conocimos a Baldo y a Omar, ¿no te acordás? Yo estaba bailando con ella… hasta me besó, je, je, je

¡Te besó!, esa no me la sabía

¡Mentiroso!, yo te conté… – me dijo jugando al ver que me hacía el celoso.

Si, si, me acuerdo

Acabo de encontrar la tarjeta que me dio… – una "mala", pero excitante idea vino a mi mente.

¡¿Y la vas a llamar?! – se me quedó mirando sorprendida, ella aun no me había insinuado nada y yo ya estaba teniendo ideas.

¿Vos querés que la llame? – me preguntó.

¿Yo?… no, nada que ver… pero si tú querés podemos discutirlo… o sea… pueden ser amigas.

"…pueden ser amigas…", ¡buena excusa la mía! Acepto que me entusiasmo la idea de verla coger con ella, pero por alguna extraña razón no lo quería admitir y prefería que ella llevara la iniciativa y lo propusiera. Pero ella tampoco iba a hacer eso, y se pasó el resto del día coqueándome hasta que en la noche tuve que rendirme.

¡Vaya, está bien, lo admito!… quisiera verte haciéndolo con Bianca, ¿feliz?

¿Y por qué me querés ver haciendo cositas con ella?

¿Por qué te gusta verme a mi mientras cojo con Baldo u Omar?

Porque me gusta

Bueno, a mi también… creo yo

Se rió mucho de mi pues me ganó… aunque luego me "consoló" haciéndome el amor como una loca toda la noche. Al día siguiente me volvió a preguntar si de verdad quería que lo hiciera.

Mirá amor, no te lo voy a negar, me llama mucho la atención, – le dije – pero es cosa tuya, no te puedo detener si algún día te decidís a hacerlo. Solo te pido que me lo contés.

Nunca haría algo así si vos no estás de acuerdo amor, ese fue el trato. Además, yo no sé si todavía querrá algo conmigo. Y aunque lo quisiera, no sé si yo la aceptaría… tendría que… que

casaquearte un poquito… – le dijo burlón.

¡No! Tendría que convencerme con su personalidad y dulzura… además, nunca he estado con una mujer y no sé si me gustaría… además, la idea no me apetece del todo, la verdad. – sabía que mentía, así era ella, su educación muy conservadora siempre aparecía aunque tuviera una vida tan liberal.

Al final decidió llamarla y, según me contó, Bianca pareció muy emocionada. Platicaron de un montón de cosas, Lalita quedó impresionada con ella pues resultó ser una conversadora excelente, muy entretenida e interesante pues además era muy culta. Y por su forma de pensar y de ver la vida hizo que a mi mujer terminara por gustarle mucho, aunque aun no sabía si también la atraía físicamente.

Finalmente quedaron en verse, más o menos como 3 semanas después de la llamada, aprovechando una visita que haríamos a la ciudad a mis suegros… algo que a ninguno de los 2 nos entusiasmaba mucho, pues la suya no era una familia unida, a pesar que Laura era quien se llevaba mejor con todos. No los voy a aburrir con los pormenores de la visita y pasaré a lo que interesa: citamos a Bianca al mismo bar en donde Laura la conoció, encontramos allí también a Baldo y a Omar, que, como siempre, andaban emparrandados.

Como lo supondrán yo me fui fue con ellos y no tardé ni un segundo dejarme besar y manosear, así de puta era. Mientras, mi esposa se dirigió a la mesa de Bianca a la que saludó efusivamente. Se sentó con ella y le aceptó un trago, entablando una animada plática como si fuesen viejas amigas. La argentina no perdió el tiempo e inició el proceso de seducción con mucha fineza y clase, como me contó Lalita. Y mi mujer se dio cuenta rápido que si quería compartir la intimidad con ella, la excitaba, pero también se sentía temerosa e insegura, algo normal creo yo.

Bianca la casó a bailar, sorprendiéndose de verme sentado en las piernas de Omar besándolo apasionadamente. Y mientras los seguía besando, las vi bailar salsa, un ritmo en el que las 2 eran muy buenas. Me di cuenta que ya la tenía caliente y casi entregada, más aun cuando la comenzó a besar despacio y de forma romántica.

Tengo que reconocer que Bianca era un monumento de mujer. Rubia y alta (casi el 1.90), de ojos azules y rasgos bellísimos, parecía como esculpida en mármol. Su cuello descansaba sobre un torso fuerte y firme, coronado por 2 chiches muy grandes y duras. Cintura fuerte y firme, no muy estrecha, caderas anchas y culo parado y respingón, sobre unas piernas larguísimas y musculosas, como podía adivinar bajo la tela de su pantalón. Y su acento argentino, mezclado con una voz suave y profunda, terminaban de hacerla irresistible, una auténtica diosa a la que mi esposa no podría resistirse.

De repente se me acercó Laura, sobresaltándome pues me encontraba muy concentrado en los dedos de Omar en mi culo. Nos bastó con solo vernos a los ojos para enterarme de todo. Me costó un poco deshacerme de Omar, terco como una mula, pero al ratito ya estábamos camino a la residencia de Bianca, Laura con ella en su carro y yo siguiéndolas detrás. Ya me sentía caliente, muchas imágenes pasaban por mi mente, no podía dejar de pensar en lo que esa mujerona le haría a mi diminuta esposa.

Llegamos, su casa era elegante, con un enorme jardín y decorada con un gusto exquisito, sobria pero muy femenina. Ella 2 entraron juntas antes que yo, y en cuanto la tuvo en la sala saltó encima de mi amada, besándola con pasión mientras le amasaba las chiches. Ese día Laura vestía un pantalón de lona azul de cintura baja que se ceñía perfectamente a sus curvilíneas caderas; arriba, una blusa blanca casi transparente con un top debajo. Luego cabello suelto y muy bien maquillada, iba muy linda ese día.

Por su parte, esa valkiria (el apodo que Laura le daría después) llevaba un traje sastre azul, con falda hasta las rodillas y chaqueta cerrada, no muy sexy, la verdad, pero si elegante. Yo iba casual, con pantalón caqui, camisa blanca y zapatos cafés de gamuza.

Cuando entré, la mujer ya tenía a mi esposa sobre el sillón, besándola y tocándola por todo el cuerpo. Cando me vio se separó de mi y puso las cartas sobre la mesa.

Bueno Kike, supongo que Laurita ya le habrá advertido que esto es solo entre ella y yo y que usted no podrá participar. – en efecto me lo comentó – Espero que lo entienda y que me disculpe pero por lo general no tengo público… y los hombres definitivamente no me van.

Si, si, lo comprendo perfectamente.

Excelente. – me dijo al mismo tiempo que sacaba unas cuerdas blancas de una gaveta – Es solo para hacérselo más interesante. – me dijo otra vez.

Con Lala nos vimos las caras incrédulos y dudando… pero éramos muy débiles en cuanto al sexo y aceptamos que me amarrara a una silla aunque no conocíamos realmente a esa mujer. La dejé atar mis muñecas a los brazos de una silla y luego mis tobillos a las patas, dejándome completamente inmovilizado. Y aun así tenía una gran erección bajo el pantalón, aun sabiendo que esa gigantesca mujer podía hacer con nosotros lo que quisiera, porque conmigo atado, Lalita no podría hacer nada (ella nunca se ha caracterizado por ser ruda, de hecho es miedosa).

Te quiero ver desnuda mi niña. – le dijo dulcemente a mi esposa mientras la besaba.

Esta se dejó quitar la blusa y el pantalón, quedándose en tanga y top. Luego la argentina se abrió la chaqueta y la dejó caer, mostrando que no llevaba nada debajo. ¡Dios mío, qué cuerpo!, era una auténtica valkiria vikinga con una musculatura de físico culturista. Brazos fuertes y nervudos con tríceps y bíceps muy desarrollados por el ejercicio; abdomen plano y con el six pack marcadísimo, pectorales fuertes, con un enorme par de tetas coronadas por 2 pezones pequeñitos y bien parados. Luego dejó caer la falda, mostrando unas piernas que parecían 2 columnas dignas de un hermoso templo griego, largas, lampiñas, fuertes y con músculos como de futbolista. Se dio la vuelta y nos modeló su trasero, grande y duro, bien parado, con una diminuta tanguita blanca metiéndosele en lo más profundo de sus glúteos. Pero debo hacer hincapié en que, pese toda esa musculatura, no era menos femenina. La feminidad, como muchos sabrán, poco tiene que ver con el cuerpo y las formas, y más con la actitud, y ella era sencillamente divina.

¡Laura y yo estábamos alucinando, jamás habíamos visto a una mujer así! Bianca se sentó en un sofá con las piernas recogidas contra su pecho y mirándola con una mezcla de picardía y timidez. Laura se le acercó instintivamente y se sentó a su lado, la otra inmediatamente alcanzó su cabeza y la acercó a su boca, fundiéndose las 2 beldades en un beso largo y apasionado. La argentina liberó sus chiches morenas y se puso a devorarlas ávidamente, con su lengua jugando en sus pezones, enloqueciendo a mi esposa con cada lamida y chupada. Laura le devolvió el favor aferrándose a los suyos, dejándose guiar por la titánida, que si bien era grande y dura, la llevaba con toda delicadeza tomándola de la cara y conduciéndola al seno que ella quería que le chupara.

La puso de pié y le bajó la tanguita dejándola completamente desnuda, se sentó en la orilla del sofá, la agarró de las nalgas jalándola hacia si y metió su rostro entre el sexo mojado de Lalita. Bianca comenzó a chuparla con furia y fuerza, con succiones fuertes y sostenidas que estaban arrastrando a mi esposa al orgasmo. Ella disfrutaba como una loca que le atrapara el clítoris con los dientes y lo mordisqueara suavemente.

¡¡¡AAAAHHHHH, AAAAAAGGGHHHH!!! ¡¡¡¡AAAAAAAAOOOOOOOGGGGHHHHH!!!! – gritó Lala al llegar a su primer orgasmo que Bianca se bebió por completo.

Cuando los estertores del clímax pasaron, Laurita se dejó caer suavemente entre sus brazos, que la aguantaban como si fuera de papel. Bianca la posó suavemente en el suelo y se puso de pié sobre su cabeza, con su depilada y enrojecida vulva suplicando algo de atención. Despacio, bajó hasta arrodillarse sobre el rostro de mi amada esposa.

¡Tenés un arete en el clítoris! ¡Kike, Bianca tiene un arete en el clítoris! – tan de cerca pudo ver perfectamente que su valkiria tenía un pequeño aro de oro atravesando su sensibilísimo órgano.

¡Quiero veeeeeer! – gimoteé como un niño.

¡No!… eso es solo para Laurita. – me contestó Bianca, roja como un tomate.

Terminó de posar su suave y delicioso sexo caliente sobre la lengua de mi esposa que ya lo esperaba. Era la primera vez que mi Lalita le haría sexo oral a alguien de su mismo sexo y por lo visto no la quería decepcionar. Empezó a lamerle la vulva, despacio, usando toda su lengua, metiéndole la punta en medio de sus labios y sorbiendo sus néctares que salían a borbotones. Bianca se meneaba sobre su cara, moviendo sus caderas en círculos, rozando sus genitales con la nariz de su amante. Estaba disfrutando, sus gemidos y leves quejidos no dejaban lugar a las dudas.

Entonces pasó algo que en principio no entendí desde mi lugar en la silla, atado de pies y de manos. Lalita me lo explicaría luego, pero parecía que Bianca le estaba chupando la cara a mi esposa con su sexo. ¿Han oído la expresión "ella tiene perros"? Es una patanada que significa que Bianca poseía unos poderosos músculos vaginales que, al ser contraídos, causaban un fuerte efecto de succión, tanto que parecía que su sexo había logrado pegarse a la cara de mi mujer como una ventosa hasta el extremo de levantarla unos centímetros del suelo.

Laura sentía literalmente que se la quería tragar por la vagina, el poder de succión de esa mujer era increíble y aumentó cuando llegó al orgasmo, en uno de los más fuertes que he visto en una mujer.

¡¡OOHHH!! ¡¡¡¡OOOOOUUUUAAAAAAAGGGHHHHH!!!! – Bianca berreó y gritó, para luego derrumbarse sobre su espalda.

Laura se quedó también tirada, como inconsciente, pero en cuanto reaccionó recostó su cabeza sobre las chichotas de su amante, en donde ambas se quedaron dormidas por unos minutos que se me hicieron eternos. Bianca despertó a mi mujer con caricias, le sonreía feliz y satisfecha, luego se besaron. Fui testigo de una escena de romanticismo en que ambas se susurraban palabras dulces mientras se mimaban y se besaban con ternura. Y yo sudaba a mares amarrado a la silla, con una erección de caballo y desesperado por un buena paja… o buena verga metida entre el culo.

Claro que se lo reclamé en el camino, pero no pude enojarme pues me compensó con una rica mamada que duró todo el camino hasta la casa de mi cuñada. Y luego, cuando regresamos a nuestro hogar, me violó como una salvaje con mi consolador favorito hasta dejarme seco y medio muerto. Después de eso fue solo cuestión de tiempo para que perdiéramos el control de nuestro vehículo y cayéramos en una montaña rusa de sexo y lujuria.

Continuará

Kika

(Garganta de Cuero).

Me gustaría leer los comentarios que tengan sobre esta historia a mi correo electrónico. Gracias, besos y abrazos.