De Esposo a Perra (05: Los Cambios de Laura)

Nuestra dinámica de pareja había cambiado luego de incluir los intercambios bisexuales en nuestra ella. Pero la que más cambios sufriría sería mi esposa, Laurita (Intrcambios, infidelidad solapada y voyerismo.).

De Esposo a Perra 05

Los Cambios de Laura

(Para poder comprender mejor este relato, les recomiendo leer los 4 anteriores, titulados de igual forma que este…).

No me gusta venir a esta casa, me duele mucho, me hace daño… pero igual continúo viniendo y sé que jamás dejaré de hacerlo. Sentada junto a la ventana en mi habitación, veo afuera a mis hijos haciendo las cosas propias de su edad, mientras espero con ansias la llamada de mi hijo, de mi Kikín. Laura me contó que estarían por el pueblo un rato antes de regresar a la capital con su marido, y me muero de ganas por verlo… aunque el tan solo crea que soy una tía.

Esas visitas al cementerio me ponen mal, tristona, melancólica. Comienzo a añorar los días de antaño al lado de ella y de mis hijos. Pero ya nada es igual, nada pude ser como antes.

Podría irlos a ver al pueblo, lo he hecho antes, pero rápidamente deshecho esa idea, ella viene con él, no quiero llegar a importunarlos, seguramente se la están pasando muy bien. Me cuesta creer todavía que ella sea la Laura con la que me casé, no es que sea mala, pero es que es tan distinta.

Recuerdo en estos momentos como fue que ella comenzó a cambiar, hasta ahora ya saben más o menos como fue que lo hice yo. Pues bien, los cambios en ella fueron tan dramáticos como los míos. Lamentablemente no los pudimos ver antes, pues fueron estos los que, a fin de cuentas, terminaron por cambiarnos.

En mis últimas narraciones le conté de cómo fue que nos convertimos en una pareja liberal y abierta a los intercambios bisexuales. También sabrán que las cosas no se quedaron allí, seguimos adelante pensando que podríamos controlar aquella situación y no que ella terminaría controlándonos a nosotros. Hasta ese momento, el objeto de los intercambios era yo, mientras que ella era una acompañante y a veces tan solo una espectadora, pero durante un viaje a la playa las cosas cambiaron.

Nos quedamos en la casa de la playa de un viejo amigo mío, Ángel. Lalita se quedó fría cuando comprobó que él estaba detrás de mis huesos. Dejó patentes sus oscuras y libidinosas intenciones desde el principio cuando la recibió con un gran abrazo que le encajó su abultada entrepierna en medio de las suyas.

Ángel siempre le anduvo coqueteando mientras era mi novia, el es un mujeriego, caliente, simpático, no demasiado guapo pero si muy atractivo, pocas se le resistían, entre las cuales estaba mi esposa. Se tuvo que conformar con miradas indiscretas e insinuaciones poco directas que no le traían nada a cambio, pero en el puerto, andaba más agresivo que antes… bastante más agresivo.

Después de ese fuerte abrazo fue todo atenciones con ella, tratando siempre de tocarla como pudiera. Laura optó por quedarse siempre con los niños y mantenerse cerca de mi, pues al menor descuido aparecía él con cualquier excusa, tratando de sacarle plática. Lamentablemente el atuendo de mi amada esposa no ayudaba, pues llevaba un bikini negro pequeño y ajustado, que apretaba mis senos y los levantaban, y la parte de abajo casi le dejaban ver la cola con toda claridad. Y el otro que traía no era adecuado tampoco, pues era de una sola pieza, amarillo, que la hacía ver de cintura más estrecha y el escote en U apenas lograba cubrir sus grandes senos lactantes.

La tarde de ese primer día cayó y nos retiramos a la casa, y nuevamente Ángel se fue a la carga. Me di cuenta que durante la cena le insistía en que fueran a caminar por la playa, que la luna estaba hermosa y todo eso. Obvio, solo el y ella, yo no estaba invitado. Laura no le hizo caso así que nos fuimos a la cama temprano.

Quiero regresarme a la casa Kike. – me dijo molesta.

Es por Ángel, ¿verdad?… ¡cerote!

¡Ya no lo soporto, no me deja en paz ni un momento! ¡Y vos! ¡Estás viendo que ese hijo de puta anda acosando a tu mujer y no hacés nada para defenderla! – Lalita estaba de verdad molesta e indignada.

Perdón Laura, perdoname… pero… es que… – nuestros ojos se unieron en una mirada cómplice que lo decía todo.

¡Estás caliente!… ¡Te calentaste de ver como me acosaba!

Si… perdón

Kike, ¿te das cuenta que Ángel es tu amigo? – preguntó ella, sin poder creer lo que acababa de escuchar.

No veo como un verdadero amigo puede estar acosando como loco a mi esposa sin importarle que yo esté presente… además, nosotros ya habíamos hablado de esto, quedamos que seríamos una pareja liberal, ¡hasta hemos tenido aventuras, muy buenas!

¡Pero tuyas con otros hombres, no conmigo y otros hombres!

¿Y cuál es la diferencia? Igual me calenté cuando te cogieron Baldo y Omar. Yo creo que si vamos a ser una pareja liberal, todo se tiene que ir en ambas vías.

¡Pero Kike, ¿me estás pidiendo que me acueste con Ángel?! ¿Te gustaría eso?

No, no, por supuesto que no. Lo que quise fue explicarte por qué no me escandalizó lo que ese idiota quiere hacer. Ninguno de los 2 se va a acostar con alguien que no desee. Además, el se suponía que era mi amigo y que nunca me haría esto, por lo que ahora he perdido la fe en el y ya no me agrada. No me gustaría verte en sus brazos amor. Si fuera un verdadero amigo, te compartiría con el con lo ojos cerrados, je, je, je

¡Ah, me compartirías!… ¡Seré tu cosa!… – y nos pusimos a luchar riéndonos como 2 niños.

Quedamos en que no nos íbamos a regresar a la casa todavía, habíamos ido allí a pasárnosla bien y lo íbamos a lograr. Además, en esas épocas las playas estaban colmadas con turistas muy hermosos con los que quería coger y ella me quería ver. Y Ángel ya no nos preocupaba mucho

Se repitió la tónica del día anterior, Ángel respirando sobre la espalda de mi esposa y ella quitándoselo de encima. Pero ya no lo hacía fastidiada, yo, que la conocía muy bien, sabía que lo hacía para desesperarlo, alimentando su ego de hembra hermosa. Pasó con el bikini puesto todo el día, pero enseñar cuerpo no era su único plan, también lo era comer pan frente a los pobres, se me arrimaba cada vez que teníamos oportunidad y dejaba que yo la amontonara a cada rato, Ángel tenía que estar celoso y verde de la envidia.

Por mi parte conseguí hacer contacto con unos turistas alemanes, con quienes me puso a jugar pases con una bola de fútbol americano, al lado de Ángel al que jalé para que dejara en paz a mi esposa unos momentos. En base a insinuaciones, gran habilidad y mucha discreción, logré acercarme a un alemán rubio, alto, peludo y musculoso que me encantaba. Logré averiguar que a él tampoco le era indiferente y que estaba en la mejor disposición para un buen encuentro conmigo.

Y mi calentura y emoción crecieron cuando el tipo me invitó a una fiesta en su hotel, de paso dándome el número de su habitación. Obviamente yo estaba loco por ir, y mi Lalita por verme en acción. Pero había un problema, ¿qué haríamos con Kikín y con Estelita? ¡Eso era mala suerte, qué mierda!

Laurita, si tu no querés no voy y lo dejamos para otro día… – le dije.

No porque tu querés… podés ir Kike, no importa, de verdad.

Pero a mi me gusta que tu me estés mirando

Y a mi me gusta verte, pero si no se puede, pues ni modo. – me dijo triste y decepcionada.

Al final de cuentas decidí ir, pero me aseguré que Ángel viniera conmigo. La fiesta estaba buenísima, mi alemán se veía ansioso de llevarme a su habitación y yo por subir con él. Pero en cierto momento noté que mi "amigo" Ángel ya no estaba, pensé que se había ido con alguna de las hermosas mujeres que se encontraban allí, pero comencé a sentir un feo presentimiento.

Tuve que dejar a mi amigo alemán y me fui de regreso a la casa, al llegar allí ocurrió justo lo que me temía, desde una ventana pude verlo tratando de propasarse con mi esposa, la que lo empujaba con fuerza tratando de quitárselo de encima mientras el la tenía fuertemente sujeta de la cintura y la trataba de besar.

La sangre comenzó a hervirme, sentí unos fuertes deseos de lanzarme encima de ese imbécil y molerlo a golpes, pues muy amante de las vergas podía ser, pero siempre fui rudo. Y a punto estaba de correr a la casa cuando algo me detuvo, los hermosos ojos cafés de mi amada Laura se toparon con los míos y todo cambió. Nosotros éramos capaces de hablar tan solo mirándonos a los ojos, y en ese momento los suyo me hablaron de un enorme deseo… y los míos de morbo por ver qué pasaba. ¡Hasta dónde habíamos llegado ya! Mi esposa estaba a punto de ser violada y ella lo deseaba excitada y yo ardía por verlo todo.

Así que me quedé afuera, agazapado frente a la ventana para no ser visto pero mirándolo todo atentamente. Ella, por muy caliente que estuviera, no le iba a hacer las cosas fáciles a ese tipo, así que continuó oponiéndose, pero cada vez con mayor debilidad y volteándome a ver siempre que tenía oportunidad.

¡Laura! ¡Laura!… ¡No sabés cuánto he deseado este momento! – oí decir a ese desgraciado amigo mío.

¡Sos una mierda Ángel!, – le respondió ella – así que más te vale gozar de esta que será la única vez… ¡servite hijo de puta!

Mi amigo, tan seguro que iba, tan macho que se miraba, pero se quedó con la boca abierta y con cara de idiota después de oír lo que mi esposa, jamás pensó escuchar eso de ella, mucho menos ver como se sacaba ella misma la camiseta que llevaba. Como estaba sola en la casa y estábamos en el puerto, tan solo tenía puestas unas breves y delicadas braguitas blancas cubiertas por una pantalonetita pequeñita y una camiseta amplia, sin mangas y con un escote más o menos pronunciado. Y como no llevaba brasier abajo, sus morenos senos se traslucían por la blanca tela.

Lalita se quedó enseñándole sus grandes chiches de lactante desnudas, parada frente a él, con los pezones paraditos y calientes como ella. Ángel la veía de pies a cabeza, casi babeándose. Ella se sentó, cruzó las piernas y los brazos al frente, se volteó un poco y le dijo algo que no alcancé a escuchar, me imaginé que lo estaba retando. E inmediatamente él se abalanzó sobre ella, tomándola por la cintura y plantándole un fuerte beso que ella correspondió, sin muchas ganas pero le correspondió.

Yo sentía una mezcla extraña de sensaciones, por un lado estaba muy caliente, ardiendo mientras la veía entregarse a otro hombre que no era yo. Por el otro, no sé, era como si una profunda tristeza se anidara en mi alma, pero sin hacer ruido, sin hacerse sentir, pero yo sabía que allí estaba. Fue como si algo se rompiera esa noche, o mejor dicho, como si hubiésemos entrado por una nueva puerta que nos llevaría a un mundo totalmente nuevo… pero sin opción a regresar al que conocíamos y amábamos.

Ángel la tiró sobre el sillón y se le fue encima, comenzó a besarle y chuparle las tetas, chupándole los pezones y mordiéndoselos suavemente. Le metió una mano entre las piernas y le comenzó a restregar el sexo por encima de las braguitas, que a esas alturas me imaginé que ya estaban mojadas. Por el rostro de mi esposa adiviné que el tipo sabía muy bien lo que hacía. Pero de repente lo detuvo y lo empujó.

Se puso de pié y se fui a la habitación en donde Kikín y Estelita dormían, lo detuvo todo para cerciorarse que nuestros niños aun estaban durmiendo. Se tomó su tiempo antes de regresar, por un momento pensé que se echaría para atrás pero no, volvió a salir, Ángel ya la estaba esperando en calzoncillos, un bikini azul que apenas podía ocultar su paquete ya hinchado y que dibujaba un tremendo plátano que hasta a mi se me antojó. Lalita puse la tele, para disimular sus gemidos me imaginé, y se le entregó finalmente. Ángel, famélico, se puso de pié y se quitó el bikini, el hijo de puta poseía una verga como de 17 o 18 cm, medianamente gruesa, durísima y mirando hacia el techo.

Te voy a hacer berrear, perra… – lo oí decirle claramente.

A ver… – le respondió mi esposa muy retadora.

Bajó despacio, meneando las caderas para que su pene se contoneara frente a mi esposa, que ahora lo miraba como una loba hambrienta, yo también, ese tipo era, definitivamente, un seductor con muchísima experiencia. Le quitó las bragas a mi mujer y separó con cuidado sus piernas, introdujo la boca entre ellas mirándome fijamente e inició a lamerme el sexo como todo un maestro. Veía como su larga lengua se estaba literalmente cogiendo a mi esposa, abriéndose paso entre sus empapados labios vaginales, lamiendo despacio y con fuerza. En el mohín de ella pude ver mucho gozo, delectación extrema, me di cuenta que ya estaba gimiendo, aunque muy quedo y no podía escuchar nada. Pero mi excitación aumentó aun más cuando creí identificar pequeñas gotitas de sus jugos resbalando por sus muslos. No pudo soportarlo mucho, tuve un orgasmo tan fuerte que la hizo caer al suelo.

¡¡¡AAAANGGEEEEEEELLLLLLL!!!… ¡¡¡AAAAGGGGHHHH!!!!… – gritó el amor de mi vida – ¡Por la gran diabla Ángel!… ¡qué!… ¡qué rico!

Te dije que te iba a hacer berrear como una perra… – le respondió este, ufano e impresiona de lo fácil que la elevó al clímax.

Permítanme detenerme un momento para describirles a mi Lalita: es una morena de 1.62, con labios carnosos y ojos grandes y redondos, oscuros, nariz chata y carita hermosa de rasgos finos que la hacían ver como una muñeca. Su cabello era negro y ondulado, que llevaba hasta media espalda. Sus pechos eran grandes y redondos, coronados con un pezón oscuro y puntiagudo. Su cintura era muy estrecha y su culito redondo y bien paradito, sus piernas fuertes y torneadas. Y dado que era muy delgada, sus proporciones se hacían ver aun más generosas.

Ángel le comenzó a tocar las tetas y a pellizcarle los pezones, la tomó de la mano y la puso de pié, agarrándola de las nalgas la levantó del suelo y la clavó de un golpe seco. Me imaginé que su verga debió llegar hasta el fondo de su vagina por el hondo gemido ahogado que le arrebató. Y mi amada, que ya no podía seguir siendo arisca con él a esas alturas (el hijo de puta ya la tenía doblegada y podría hacer con ella lo que se le diera la gana) rodeó sus caderas con sus piernas y se aferró de sus hombros. La vi relajada, dejó caer todo mi peso sobre la su virilidad del hombre quien, lentamente, se la empezó a coger.

Ya todo estaba hecho, si se pudo detener, ya no era tiempo, mi esposa estaba cogiendo con otro hombre y yo mirándola, caliente y excitado. Se dejaba subir y bajar, enterrándose esa paloma hasta las entrañas. Poco a poco Ángel fue aumentando la velocidad y fuerza de las acometidas hasta tenerla literalmente rebotando sobre su palo. Lalita gemía, no muy recio para no despertar a nuestros nenes, pero si lo suficiente para que yo la pudiera oír.

La puso sobre el sillón, le abrió las piernas y se la metió fuerte de nuevo. Sus senos rebotaban de un lugar a otro, todo el cuerpo de mi esposa se estremecía y su respiración acelerada inflaba y desinflaba su pecho, hasta que terminó en un nuevo orgasmo que la hizo mugir como una vaca. Mi amigo también terminaba en medio de un largo y fuerte gruñido, derramando su semen sobre su vientre.

¡¡¡¡AAARRGGGRRRRRRRRRRRRMMMMMMMMJJJJJJJMMMMPPPPPFFFF!!!!

Él quedó tendido encima de ella, los 2 cubiertos de sudor. Vi que se incorporó un poco y se quedó mirándola a los ojos, besándola posteriormente con suavidad, susurrándome al oído algo que no podía escuchar y que me mataba de celos. Y para torturarme más ella sonrió y también le susurró algo con una ternura y dulzura que solo usaba conmigo.

Me retiré de donde estaba viendo, tenía la verga hinchadísima y en la mano, me bastaron un par de sacudidas para acabar a chorros sobre el suelo. Luego me alejé un poco, mi mente estaba hecha un revoltijo de pensamientos y sensaciones. Me sentía mal, triste, como traicionado y lleno de celos, pero también caliente, excitado, con un morbo tan grande como nunca había sentido.

Ángel todavía tardó como 15 minutos en salirse, cuando lo vi esperé como 3 minutos antes de entrar yo. En cuanto lo hice mi esposa se lanzó a mis brazos, se sentía mal y sucia… pero muy satisfecha. No le reclamé nada, no tenía derecho. Lo hablamos y quedamos en que estaba bien, que era una experiencia más y que había sido más que satisfactoria.

Pero en el silencio que nos invadió cuando íbamos de regreso a nuestra casa al día siguiente quedó patente que algo había pasado. En verdad la pasamos bien, fue una aventura como ninguna, pero algo había cambiado y no sabíamos qué.

Continuará

Kika

(Garganta de Cuero).

Me gustaría leer los comentarios que tengan sobre esta historia a mi correo electrónico. Gracias, besos y abrazos.