De Esposo a Perra (04: Primer Aventura en Pareja)

Ese caliente encuentro llegó al final, Omar y Baldo hicieron comigo lo que se les dio la gana y yo feliz y entregado, totalmente sumiso a los deseos de esos 2 machos calientes (Intercambio bisexual).

De Esposo a Perra 04

La Primer Aventura en Pareja

Omar y Baldomero se pusieron de pié y se fueron hacia el bar de la sala, desnudos, sudorosos, caminaban con tal desparpajo que no pude sino imaginarme que aquella escena era ya cotidiana entre ellos. Por mi parte, me quedé un momento al lado de Laurita, que permanecía sobre la cama de costado en posición fetal.

¿Cómo te sentís amor? – le pregunté, ella solo me sonrió y se encogió de hombros – Si no querés seguir, no vamos… no te procupés por nada. – le dije.

Pero ella no me dijo nada, solo se me quedó mirando a los ojos, su mirada le brillaba de lujuria, estaba infinitamente caliente aun. No me percaté en ese momento de la verdad de las cosas, ella ya no tenía control sobre la situación, solamente se estaba dejando llevar sin medir las consecuencias o los alcances de sus actos… como yo.

Pero la diferencia es que yo aun estaba en mis cabales, aun podía pensar con claridad. Ella no, para ella solo existían en esos momentos todas las sensaciones placenteras que aquella tremenda cogida le estaban dando, nada más. ¡Qué mierda que no me di cuenta de aquello en ese momento, cuántas cosas no habríamos podido evitar! Pero supongo que no fue mi culpa, ni siquiera ella sabía lo que estaba pasando.

Mejor sigo, no me quiero adelantar a los acontecimientos

Le dije que saliéramos, viendo que no me decía nada de querer parar. Me llevé una sorpresa cuando la vi de pié junto a la puerta, desnuda, esperándome. Pensé que querría cubrirse con algo, pero no fue así, solo salió detrás de mi. Se veía muy bien, increíble, con su cuerpo moreno desnudo y sudoroso, le daba un aspecto de gran sensualidad y eroticismo.

Sus grandes senos lactantes (nuestra segunda bebé apenas tenía meses de nacida) se mecían de un lugar a otro, con sus aureolas inflamadas y sus pezones erectos. Veía embelesado las largas venas violáceas que recorrían esas mamas que tanto adoraba. Más abajo, un abdomen plano, con un hermoso ombligo, y más abajo, unas caderas anchas, de mujer paridora, debajo de una cintura tan estrecha como las de una avispa. Sus glúteos eran grandes, redondos, firmes, duros, la parte de su cuerpo que más me gustaba. Y por el frente, un sexo velludo, pero bien cuidado, con unos labios mayores enrojecidos y hinchados, dejando la vulva bien abierta y aun mojada, por las 2 enormes vergas que había tenido que alojar.

Caminamos tomados de la mano hasta donde estaban ellos, tomándose una cerveza cada uno. A mi me dieron un poco de ron y a ella lo mismo, nos pusimos a platicar como si no estuviéramos desnudos, hablando de temas diversos e intrascendentes. Lentamente se nos fueron acercando, según su vigor sexual regresaba a ellos.

Omar se vino conmigo, mientras Baldomero conversaba con ella. El primero era un tipo tosco y algo patán, ya lo conocen, no tenía delicadeza ni tacto, siempre iba al grano. "¿Otro palito Kike?", me preguntó con una sonrisa, la verdad yo esperaba un poco más de conversación previa. Por otro lado, Baldo hacía reír a mi mujer, cuyas carcajadas se escuchaban en todo el salón. Debo admitir que me sentí celoso, más que verla coger con el, me daba la impresión que a el le gustaban las mujeres también.

Algo molesto me fui a sentar al sofá, Omar lo hizo a mi lado. Ya tenía su verga cabezona dura y parada, lista para entrar nuevamente en combate. De lejos veía como le acariciaba los costados a mi señora, pasándole las manos desde el inicio de sus nalgas, hasta el inicio de sus hermosos senos. Mientras tanto, ella se reía y lo veía con coquetería.

Preferí no seguir viendo, total, ya era muy tarde para protagonizar una escena de celos (además que se vería totalmente ridícula) y le hice casos a los requerimientos de Omar. Me incliné sobre el y engullí la redonda y gruesa cabeza de su verga. Empecé a jugar con ella con mi lengua, acariciándola y succionándola, rozando su frenillo con fuerza y sacándole fuertes gemidos de placer. También aprovechaba para lamerle los huevos peludos, jugar un poco con ellos, tratar de metérmelos dentro de la boca enteros.

Entonces sentí unos labios calientes caer sobre mi propia verga, era mi esposa que se hallaba sentada a mi lado y se había puesto a chupármela. Lala era toda una maestra en esas cosas, se la tragaba casi completa para luego sacársela toda despacio y en medio de una fuerte succión. Al mismo tiempo me acariciaba los huevos y rozaba mi ano, aun abierto. Logró meterme sin problemas un dedo, al que luego siguió un segundo.

Detrás de ella, Baldo no perdía el tiempo y la manoseaba completa, pasaba sus grandes manos por cada recoveco del cuerpo desnudo de mi esposa, metía sus dedos en medio de su vulva, palpando toda su feminidad. Tomaba sus grandes senos y les pellizcaba y restregaba los pezones, luego los exprimía para ver como salían volando los chorritos de leche por el aire. La podía escuchar gemir suavemente cuando el tipo lograba alcanzar las partes más sensibles de sus entrañas.

Sentí que Baldomero le susurraba algo al oído, y esta se separó de mi pene. Pensé que sería el quien tomaría su lugar, pero no, nuevamente fue ella, pero ahora estaba en 4 patas en el suelo y de frente a mi. Comprendí entonces lo que Baldo pretendía, se la quería coger mientras ella me la mamaba a mi. Se puso de rodillas detrás de ella, acariciándole la grupa mientras ella casi se tragaba por completo mi verga, Lala es una experta en las mamadas profundas.

Poco a poco, por el afán de desesperarla (creo yo) a sabiendas de la gran excitación que tenía, la fue penetrando poco a poco. Primero le metió la punta de su pete, la cual restregó por encima de su mojado sexo. Despacio iba avanzando a través de las delicadas carnes de mi esposa, la que gemía y resoplaba.

Omar, por su parte, se percató de lo que hacía su amigo y empezó a observar atentamente. Aquello era algo que lo tenía que estar calentando mucho, la verdad, ver a una pareja casada, en donde el marido le mama la verga a el mientras su esposa se la chupa a este, cuando ella está siendo cogida por un cuarto individuo desde atrás. ¡El argumento de cualquier película porno!

Con la mirada (y la cabeza) llena de lujuria, Omar separó su pene de mis labios y se puso de pie, dirigiéndose al lado de su amigo que comenzaba a acelerar sus empellones contra la humanidad de mi mujercita. Desde donde estaba podía ver sus grandes tetas estremecerse debajo de su cuerpo moreno y sudoroso, cada vez que Baldomero la ensartaba. El tipo se la sacaba casi completa despacio, para luego dejársela ir con todo, haciendo el proceso cada vez más rápido.

Por mi parte yo le ofrecía no solo mi hombría a Lala, sino también mi culo y huevos, que ella saboreaba con fruición. Podía sentir su ávida y hábil lengua hurgar dentro de mi ano, causándome escalofríos de placer, luego acariciar mis testículos para luego meterse de nuevo mi verga entre la boca. Aunque la verdad cada ve se le hacía más difícil el sexo oral a mi mujer, pues los golpes de caderas de Baldo se hacían más fuertes paulatinamente.

De repente la sentí gemir y levanté la vista, su jinete se hizo a un lado para permitirle al otro penetrarla y cogérsela también. ¡Se la estaban intercambiando, rolando… o como le quieran decir! Mi esposa se sobresaltó cuando el grueso glande de la verga de Omar la estaba penetrando. Me parece que aquello la calentó más todavía, la hicieron sentir una cosa que se podían pasar el uno al otro y eso le dio un morbo tremendo. Poco a poco ella se iba revelando como una perra todavía más sumisa y fetichista que yo.

¡La voy a partir por la mitaaaaadddd! – gruñó Omar, dejándole ir un fuerte empellón que hasta a mi me dolió, pues hizo que ella pegara un frentazo sobre mis testículos.

La agarró con fuerza del pelo, empujándola hacia abajo y obligándola a tragarse por completo mi pene parado. Por su lado, Baldomero se dedicaba a manosearla, pasaba sus manos sobre sus senos, que rebotaban de un lado a otro de forma descontrolada, a tocarle el clítoris mientras el enorme garrote del otro entraba y salía violentamente de allí adentro.

¡¡¡¡DIOS MÍO, NOOOOOOOGGGHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAUUUUGGGHHHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAGGGGGGGHHH!!!! – mi esposa reventó en un violentísimo orgasmo que casi provoca que se cayera al suelo.

Omar le siguió dando duro, rápido, sin piedad, a ella la noté como ida, como lívida, débil, parecía casi una muñeca de trapo, así de aguada estaba. Traté de verla a la cara, ahí dejé de preocuparme, tenía una mueca de placer tan grande que casi me da risa. Pero además de esa mueca, parecía a punto de desmayarse. Supuse que ese orgasmo la había dejado sin fuerzas, así que decidí que lo mejor era cambiar un poco.

Ya está bueno de cogerse a mi mujer… yo también quiero

Y sin perder tiempo, Omar le sacó la verga de la pusa y yo la jalé sentándola en el sofá con las piernas abiertas y yo tomando su lugar en 4 en el suelo. Zambullí mi rostro dentro del mar de fluidos que era su sexo y comencé a chupar ávidamente, mientras sentía que el tipo me metía los dedos entre el ano para abrirme. Baldo, a mi lado, me agarraba los huevos y la verga.

¡Ahí te va todo perra de mierda! – "¡perra de mierda!", me excitó tanto que me dijera eso, que no lo podía creer.

Sentí la gruesa cabeza de su pene comenzaba a abrirse paso a través de mis entrañas. ¡Qué rico, ahhh! Terminó de entrarme e inició a cogerme con fuerza, rebotando violentamente contra mis nalgas mientras yo seguía con la cara clavada dentro de la vulva de mi esposa, que me había tomado del cabello y me restregaba su sexo con movimientos pélvicos circulares. Baldomero se hallaba entado en un sillón haciéndose la paja lentamente, esperando su turno.

La habitación olía a sexo… no, ¡apestaba a sexo! Esos 2 hombres que acabábamos de conocer eran unos auténticos garañones, con una energía inagotable. Omar me dio duro como por 15 minutos antes de cederle su puesto a Baldo, no llegó a acabar. Baldomero hizo lo mismo, me dio con tal fuerza que me costaba mucho mantener los labios mayores y el clítoris de mi mujer dentro de la boca. Y ella, se revolcó sobre el sofá como una lombriz en tierra en 2 ocasiones, nunca la había visto acabar con tanta violencia. Quedó rendida, molida, dormida (¿o inconsciente?) sobre el asiento, mientras los otros 2 daban buena cuenta de mi.

Tan solo a base de verga me hicieron acabar como 2 veces más, después de eso ya no era más que una muñeca de trapo para que esos 2 me hicieran lo que se les diera la gana… y lo hicieron. Me cogieron como quisieron, me pusieron en todas las poses que se les dio la gana y en todos los rincones de su casa. Cuando Lala abrió los ojos me tenían sentado en el sofá, con las piernas abiertas mientras yo le hacía una felación a Omar. Para cerrar con broche de oro, me arrodillaron en medio del salón y se pajearon en mi cara, llenándomela de una abundante cantidad de semen que tragué y lamí, saboreándolo con deleite.

Salimos de esa casa como hasta las 3:30 de la mañana, llegamos con mi cuñada más o menos a las 4. Estábamos hechos unas desgracias, yo apenas podía caminar (me lastimaron un poco el culo) y ella se sentía permanentemente abierta, además también estaba un poco lastimada.

Después de esa ocasión, abrimos las puertas a un nuevo mundo de sexo que no conocíamos. Pero debíamos ser muy discretos y andar siempre con cuidado, por nuestro bien, el de nuestro matrimonio y el de nuestros hijos. Quedamos que lo volveríamos a repetir, pero que seria solamente muy de vez en cuando.

La verdad es que desde allí la cosa comenzó a funcionar mal. Ese "de vez en cuando" en realidad se convirtió en un "a cada rato". Lentamente las cosas se nos empezaron a salir de las manos, pero por desgracia ninguno de los 2 se dio cuenta a tiempo, y cuando lo hicimos, ya era tarde, no había vuelta atrás.

Continuará

Kika

(Garganta de Cuero).

Me gustaría leer los comentarios que tengan sobre esta historia a mi correo electrónico. Gracias, besos y abrazos.