De esposa ejemplar a ramera empedernida (19 Final)
Lucía toca fondo, no parece posible que una mujer no pueda ser vejada de tal forma. Una vida destruída, cosas que jamás volverán a ser, y un leve destello de luz en la oscuridad, la saga llega a su fin.
De Esposa Ejemplar a Ramera Empedernida XIX
El Final
¡Perra, arriba! ¡Maldita sea, otra vez!
Me levanté como una autómata, aquel era el último día de mi "entrenamiento", después de eso, me habría convertido en una esclava sexual al servicio de Esteban.
Haré una recapitulación: el primer día de mi entrenamiento, Esteban me tomó como una animal, como si yo fuera una muñeca de trapo, me dio con furia como se le dio la gana y me humilló obligándome a masturbarme frente a el, creo que ya leyeron eso, si no, pueden regresar un capítulo para verlo. El segundo día me llevó con un amigo, que también me tomó como un animal y me enseñó reglas y poses de sumisa para agradar a mi amo.
El tercero y cuarto día fueron duros, tanto que tan solo diré algo corto de cada uno de ellos. En el tercero me puso a bailar frente a el, en presencia de otros 2 hombres, amigos suyos. Yo no era buena bailarina, de hecho, nunca tuve esa afición y aun ahora no es que sea mi pasión. Y si no acostumbraba bailar, mucho menos a desnudarme mientras lo hacía. Aun escuchó retumbar en mis oídos las risotadas de esos 3 enfermos mientras me movía como mejor podía, bastante torpemente por cierto. Me decían de todo, que era una puta, una caliente, una ramera, una perra.
Estaban, tu perra tiene un buen futuro, ya viéndola fríamente lo que le falta es algo de soltura para menearse, porque cuerpo tiene.
Si, yo también estoy de acuerdo agregó otro de los malvivientes amigos de mi amo ella tiene mucho potencial aunque a mi me parece un poco seca, deberías pensar en ponerle silicón en las tetas para que hagan juego con ese culo hermoso y rico que tiene. - ¡ ¿qué me pongan silicón?!, ¡¿acaso era yo una especie de animal?!
Se pusieron de pié una vez que estuve completamente denuda yo y bailaron junto conmigo, uno enfrente y el otro detrás, apretándome y restregándose sus paquetes contra mis partes, mientras Estebas seguía mirando desde su posición en el cómodo asiento. Los 2 asquerosos hombres me manoseaban y me metían sus manos por todos lados, me tenían por completo a su merced y no había nada que yo pudiera hacer para escapar.
Me tomaron entre los 2 juntos, me tiraron al sofá y me arrodillaron sobre el. Me obligaron a mamarles las vergas al mismo tiempo, para luego penetrarme alternadamente, mientras uno me destrozaba, el otro me cogía por la boca y viceversa. Y yo, perdida en los cálidos vapores de la lujuria, iba cooperando con ellos cada vez más activamente, aunque después eso me estuviera matando por la vergüenza.
Fue demasiado, fue una cogida demasiado fuerte, demasiado cruel, demasiado larga. Mientras uno se alcanzaba el orgasmo cogiéndome, yo le ponía dura le verga al otro con la boca, que rápidamente tomaba el lugar de su compañero adentro de mi sexo, y este acudía a mis labios para que lo volviera a poner duro. De esa forma, fue como si yo hubiese tenido sexo con 4 hombres, uno después del otro. Y cada orgasmo, ellos lo derramaban adentro de una copa. Y, al final, justo antes que uno de ellos se vaciara por segunda vez, alcancé mi orgasmo, que, como ya sabrán, fue violento y muy fuerte. Quedé inconsciente.
Una vez que los 2 alcanzaron 2 veces el clímax cada uno, le llegó el turno a Esteban, que me poseyó como ya se imaginarán, como un animal, duro y salvaje, rebajándome a la condición de cosa. Lo sentí entrar en mi aun entre sueños, y me desperté en cuanto me comenzó a barrenar con su pene duro y obeso. El dolor fue muy intenso al principio, pero pronto se transformó en placer, placer de ser tratada como un objeto. Me puso en 4 y e cogió con mucha fuerza, mientras sus 2 amigos estaban asentados en un sofá, con las vergas ya paradas y masturbándose.
Mi amo paró de cogerme, me colocó con el culo en pompa y me metió varios dedos hasta que me dilató el culo lo suficiente. Me penetró de un solo golpe, causándome un dolor horrible y una enfermiza excitación. Me levantó en el aire, agarrándome por debajo de las rodillas. Así, me sentó encima de las vergas de sus amigas, una a una, y me obligó a montarlos. Ese fue el primer sanguche de mi vida, el placer de ese momento perverso y degradante fue tan intenso que me volví a desmayar. Desperté sobre el suelo, sudada, con esos 3 desgraciados brindando y mirándome con lascivia, desnudos, aun excitados. Yo estaba adolorida, sentía mi ano muy dilatado y me ardía horrores, igual con mi vagina.
Esos infelices me habían seguido cogiendo aun estando yo inconsciente, me pusieron sobre la mesa del comedor y cada uno de ellos me echo por lo menos 2 chimadas, lo que ya sumaban 10 solo para mi. Y al final, y como coronación de mi lento, pero constante y muy efectivo, proceso de emputecimiento, me bautizaron con las 3 copas que reunieron de semen, derramando 2 sobre mi cabeza y la otra obligándome a beberla.
De verdad, no creo que una mujer pudiera ser humillada de peor manera que esa
El siguiente día se repitió la tónica, después de los saludos de sumisión correspondiente, empezaron cogerme como bestias, pero con una diferencia significativa, pasé amarrada todo ese día, y no me permitieron alcanzar el orgasmo hasta que a ellos se les dio la gana. Y otra cosa, ese día estaba un negro alto y muy robusto ¡Orel! Esteban lo había contratado para emputecer un poco a doña Carmela entes de secuestrarla, para que volviera a ser como era antes, y fue el quien le contó que yo me dedicaba a la prostitución. Aquel día, el se encargó de despedazarme poco a poco.
Si la verga de Esteban me parecía muy gruesa, la de ese negro lo era tanto o más, y muy larga. El tipo me montó sin descanso, me dio y me dio en lo que parecía una cogida eterna, teniendo cuidado de parar y salirse de mi interior cuando me veía a punto de reventar, seguramente lo habían puesto al tanto de aquello. Entonces, no solo me cogieron por todos lados, amarrada y en las poses más incómodas, duras o vergonzosas, sino que terminaron de completar mi humillación y vejación negándome toda posibilidad de placer. Y por mucho que me de pena y dolor, debo confesar que, a pesar de la carencia de orgasmos, gocé como una gran perra.
Se volvió a repetir la tónica, ellos siempre eyaculaban dentro de una copa, ese día llenaron 4. Y como en el día anterior, derramaron 2 sobre mi cabeza, dejándome hecha un charco de semen, y me dieron a beber las otras 2, Esteban estaba empeñado en que le tomara gusto al esperma lamentablemente a mi ya me gustaba. El negro, después de cogerme furiosamente por última vez, terminó disparando su leche contra mi cara, que quedó totalmente cubierta. Luego hicieron que me masturbara en la mesa frente a ellos hasta reventar en un orgasmo que me hizo ver estrellas, y me despidieron hasta el otro día, no sin que antes, Esteban me diera la noticia que más yo temía:
Bueno perrita, ya veo que aprendés rápido. Tengo algo que decirte, algo que sé, no te va a gustar, pero yo te quiero ver llorando, te quiero ver rendida y a mis pies como a la otra perra, tu suegra. Estoy a punto de terminar todos los negocios que tengo en el país, y por eso ya no tengo nada más que hacer aquí. Pero no te creás que te voy a dejar libre, no perrita, no, tu y tu hermoso culo me pertenecen ya para siempre tu y tu suegra se van a ir conmigo
¡¡¡NOOOOOO!!!
Vamos a atravesar por Belice hasta Quintana Roo, donde tengo mi finca allí vas a ser mis animales, ¡mis bestias de sexo!
¡¡¡NOOOOOO!!! ¡¡¡MALDITOOOOOO!!!
¡Voy a gozar como un loco con ustedes 2, ja, ja, ja, ja, ja!
Bueno mis amigos, comprenderán que esa noche apenas dormí, más bien lloré, lloré mucho, sentía que ya todo estaba perdido y que no importaba nada más, nada que hiciera podría cambiarlo, nada. Pero a manera de despedida del país, Esteban organizó un espectáculo, solo con personas de su círculo (o sea de su calaña), en donde la estrella iba a ser yo el espectáculo más enfermo que yo pueda recordar
Todo comenzó en su finca, una noche, luego supe que era viernes. Con música rock, Esteban apareció en el escenario, jalando a mi suegra de la correa, que lo seguía en 4 patas como una autentica perra. Anunció a todos los presentes que ese sería un espectáculo único, como jamás habían visto, y que lo disfrutaran.
Entonces yo aparecí desnuda, tan solo con una botas altas negras, de esas que llegan hasta medio muslo, con tacones puntiagudos altos. Llegué atada a un potro de madera, con rueditas, fuertemente sujetada con cadenas y tiras de cuero. Me empujaban tres hombres de color, entre los que se hallaba Orel. Los 3 sacudían látigos con los que comenzaron a azotarme ante la mirada incrédula de todos los presentes.
¡¡¡¡AAAYYY!!!! ¡¡¡¡AAAYYY!!!! ¡¡¡¡AAAYYY!!!! ¡¡¡¡AAAYYY!!!!
Tápenle la boca a esta estúpida. ordenó Orel, pero no fue una mordaza lo que me pusieron, si no una especie de bozal de alambre, cuyos extremos colocados en ambas mandíbulas, me mantenían la boca abierta.
Luego de un buen rato de estarme azotando la espalda y nalgas, y de yo berrear desesperadamente por el dolor, comenzaron a cogerme también. Orel, quien llevaba la voz cantante, me tomó de la cintura y me penetró por la vagina, dando fuertes estacadas. Los otros 2 me metían sus vergas en la boca.
Y yo, por extraño y enfermo que parezca, estaba calentísima, a pesar del terrible dolor que los azotes me causaban.
Al rato de estarme cogiendo duro, Orel me sacó la verga y derramó una buena cantidad de semen sobre mi culo y espalda. Segundos después otro negro acabó toda su ración dentro de mi boca, obligándome a tragarla todas. El tercero fue rápidamente a mi culo, penetrándome por el ano. Me daba un par de estacadas y luego cambiaba a mi vagina, repitiendo el proceso, así hasta desahogar sus huevos sobre mi adolorida y enrojecida grupa.
Los presentes estaban aullando como bestias enloquecidas por el espectáculo, mientras yo seguía atada al potro. Orel invitó a subir a varios de los malvivientes espectadores y les dio látigos, estos infelices se pusieron a pegarme en el culo, divirtiéndose a medida que mis gritos aumentaban. Me golpearon hasta que ya no aguantaron la excitación, entonces uno de ellos se bajo los pantalones y me penetró por el ano, en medio de mi culo enrojecido por los latigazos. Ese hijo de puta acabó entre mis intestinos luego de poco tiempo.
Me desataron, me cambiaron de posición, fui atada de los brazos con unas cadenas que colgaban de las vigas del techo y me abrieron las piernas para atármelas a unos grilletes en el piso. Quedé frente al público, que estaban eufóricos como energúmenos. Otros 3 hijos de puta subieron al escenario y comenzaron a pegarme, esta vez con largas reglas de madera rústica (ni siquiera bien lijada) que me dejaban largas líneas rojas y astillas enterradas entre la piel. Y ya no solamente me golpeaban el culo y la espalda, sino también la vulva y el busto. Yo respondía a cada latigazo con un fuerte grito de dolor, y balbuceos casi inhumanos que pedían piedad aun así mi vagina estaba chorreando flujos de excitación.
Luego de un rato de incesante aporreo decidieron violarme de 2 en 2, uno por el sexo y el otro por el culo. Me daban fuertes acometidas por lo excitados que estaban, afortunadamente así no duraron demasiado y terminaron a borbotones dentro de mi. Yo estaba molida, me dolía todo, pero especialmente el alma y mi suegra permanecía en silencio con la mirada clavada en el suelo, ida, como en trance, me dio una tristeza inmensa verla así.
Esteban se me acercó al oído, y me dijo:
Perra, el show comenzó a las 9 pero va a terminar hasta las 6 de la mañana, cuando ya todos hayan tenido su oportunidad contigo, je, je, je, je no pude hacer nada más que llorar y temblar, ¡maldito hijo de puta!
Pero entonces pasó algo que cambiaría mi suerte, la policía llegó
El pánico cundió entre todos los presentes, nadie quería ser capturado en un espectáculo tan sucio y denigrante, muchos de los presentes eran personas respetadas de la comunidad. Esteban empezó a rugir, gritaba que nunca le quitarían lo que le pertenecía, que todos se fueran al infierno, que el se saldría con la suya.
Sacó entonces una pistola, yo empecé a gritar, pero el bozal no me dejaba pronunciar una sola palabra coherente. Y a apuntándole a doña Carmela estaba, cuando se escuchó un disparo, seco, contundente. Todo el salón se puso en silencio, mientras una pesada figura caía al suelo desde el escenario, era Esteban, un balazo le había atravesado el pecho.
Volteé entonces hacia el frente, allí estaba parado Arturo, viéndome con ojos tristes. Angie estaba parada a su lado, y Felipe y otros hombres. Sentía una gran emoción, un alivio profundo, una gran alegría. Y aunque estaba conciente que quizá mi matrimonio llegaría a su fin, decidí no pensar en eso en ese momento, no valía la pena ya igual siempre seguiría siendo una ramera empedernida.
En el hospital, le confesé a mi esposo todo lo que había hecho y lo que me había pasado. Arturo, por su parte, me confesó que el también se había tenido que dedicar a la prostitución gay, y que, al igual que yo, se dedica a eso. Me quedé fría, idiota.
Mi esposo y yo luchamos mucho para salvar lo nuestro, y luego de muchas peleas y lágrimas, llegamos a la conclusión de que ya nunca íbamos a poder regresar a lo de antes, a ser normales, yo necesitaba que me trataran como a la peor de las putas, y el que le partieran el culo con furia.
Y así somos ahora. Hoy, que veo los años pasados, me doy cuenta de lo mucho que hemos cambiado, ahora somos un matrimonio muy abierto y anuente a todo tipo de experiencias, que, ojalá, más adelante les podré contar. tratamos de mantenerlos lo más secreto que podemos, mis suegros son cómplices de todo eso.
Bueno mis amigos, les agradezco a todos los que me acompañaron desde el principio, desde el primer capítulo. También a todos aquellos que me escribieron. Quiero agradecer también a mi hermana Laura por dejarme su espacio en este portal. Y ahora que ya saben como fue que me convertí en lo que soy ahora, una ramera empedernida, no me queda más que decirle adiós y gracias. Y, como siempre, pueden enviarme sus comentarios y sugerencias al correo electrónico de mi hermana: garganta_de_cuero@latinmail.com . Gracias y besos
Fin.
Garganta de Cuero