De esposa ejemplar a ramera empedernida (14)
Lucía se recupera poco a poco de la terrible experiencia con aquel negro, mientras se entretiene con una pintoresca pareja. Pero un oscuro nubarrón comienza a dibujarse a lo lejos.
De Esposa Ejemplar a Ramera Empedernida XIV
Un Nube Negra en el Horizonte
Pasé como una semana solamente yendo al club, pero sin atender ningún cliente, Felipe no quería forzar mi lastimado sexo. Yo se lo agradecía muchísimo, no saben cuánto. Durante todo ese tiempo las cosas iban normales en mi casa, vi a mi esposo una vez, apenas si medio platicamos de algo, éramos como 2 extraños, fue muy incómodo, la verdad. Y fue doloroso además, más que nunca estaba convencida que meterme en este mundo había suido un terrible error, que poco a poco me alejó y distanció del ser que más yo amaba en la vida.
Pero bueno, ya de nada me servía quejarme, lo mejor era hacer algo, pero ¿qué y cómo? En el fondo, por mucho que dijera lo contrario, se una ramera me gustaba y excitaba mucho, y temblaba ante la sola posibilidad de haberme hecho adicta a ello.
Por otro lado, en la casa las cosas no estaban del todo bien tampoco, era como si una nube oscura comenzara a pasearse sobre mi cabeza, burlándose, acechándome.
Don Norberto, ¿cómo está? le dije a mi suegro un día de mañana, antes de salir a mi "trabajo", el mismo día en que mi cuarentena terminaba.
Pues bien, allí, pasándola Lucía, puedo hacerte una pregunta.
Si, claro. me entró una sensación desagradable.
¿Sabés si le pasa algo a Carmela?
¿Cómo así?
Si, si le pasa algo, si tiene algún problema o algo
No la verdad no sé ¿por qué?
Es que ha estado rara, como si algo le preocupara, pero siempre me dice que no tiene nada bueno, tal vez sea cierto, uno ya achacoso ya no se da cuenta de lo que pasa, je, je, je don Norberto podía estar ya en la tercera edad, pero de achacoso no tenía nada si sabés algo, me avisas porfa
Por supuesto Norberto, en cuanto sepa algo le aviso
La verdad es que ella si estaba rara, como ausente e ida pero bueno, talvez no era nada en realidad. Pero a mi se me metió una espinita en el cerebro, pues regresaron a mi las imágenes de la terrible cogida que Orel y sus compañeros le habían dado. Afortunadamente solo estuvieron en el hotel 2 días y yo logré esconderme de todos ellos. Pero de todas maneras había algo allí. Carmela no parecía disfrutar del todo aquella cogida, y al final salió de allí, en brazos del negro y llorando a mares, ¿qué pasó?, ¿la lastimó u ocurrió algo peor?
Pero bueno, no tenía tiempo para detenerme a pensar en ello, así que salí camino a mi trabajo. allí me recibió el amable de Felipe, preguntándome que cómo seguía.
Pues bien, ya me siento mejor las pomadas ayudaron mucho, aunque mi anito todavía no está como para ponerlo a trabajar
Bueno, bueno, habrá que evitar el sexo anal pero qué bueno que ya estás mejor. Mirá, hoy reservó una pareja, quieren hacer su primer trío y me pareció que tu eras la mejor candidata, ¿qué decís?
Va, siempre y cuando no sean rudos.
No, se ven bastante tranquilos, de hecho, tímidos. Además, dentro del club nadie te hará daño.
Pues bien, me dirigí a la habitación que tenía asignada y me preparé. Me puse un atuendo elegante y sexy, sin llegar a ser escandaloso, si era una pareja primeriza, seguro que serían muy tímidos y no quería asustarlos pareciendo una grandísima puta muy distinto era el hecho que en verdad lo era. Y tuve razón, pues en cuanto aparecieron advertí que se trataba de una pareja conservadora que buscaba nuevas experiencias.
Ambos eran de muy buen ver, el apuesto y ella muy bonita, muy elegantes con ropa casual de marca. Me saludaron con mucha amabilidad, aunque algo chiviados. Felipe se despidió de ellos muy cordialmente, diciéndoles "los dejo en muy buenas manos". Los hice sentar en un sofá mientras yo estaba frente a ellos sobre la cama, comenzamos a conversar.
Bueno mi nombre Braulio y ella es mi esposa Alma
Mucho gusto me dijo ella algo sonrojada.
Bueno, mire esteeeemmmm
Verá, nosotros no tenemos experiencia en nada parecido a esto nunca dijo ella poniéndose más roja todavía y con una sonrisa socarrona así que pues
quieren probar conmigo por primera vez. les dije.
Exactamente me dijo.
Bueno, entonces, si les parece, nos podemos ir despacio, según ustedes decidan. Díganme, por una extraña razón me sentía como una profesional platicando con 2 clientes ¿tienen alguna fantasía o algo que quieran hacer primero?
Bueno no sabemos dijo Braulio creo que mi esposa tiene algo en mente.
Es que mire Alma comenzó a balbucear nerviosamente, estaba roja como un tomate a mi me gustaban un poco las mujeres así que pueeeessss
¿Quiere estar conmigo primero?
Si
Alma, mientras nos dirigíamos a la cama, me contaba (le hervía la boca, se notaba bastante nerviosa) que aquello lo había decidido durante una cena, en una reunión con sus amigos más íntimos. Ese día faltó una pareja, de la que solo llegó la esposa, quien, en medio de una profuso y doloroso llanto, anunció que su esposo la había abandonado, pues luego de 10 años de matrimonio, ya se habían cansado de sostener por la fuerza lo suyo.
A raíz de eso, Alma y Braulio cayeron en la cuenta que lo mismo les pasaba a ellos, que habían caído en una rutina dura y fría que nos los dejaba avanzar en su amor ni crecer como personas. Y, gracias a la confianza que se tienen, platicaron y se compartieron sus fantasías más escondidas, coincidiendo en lo del trío. Así, ellos esperaban recuperar la fantasía y la magia.
Para mi también era una novedad, ya había estado con mujeres antes, y en tríos de todo tipo, pero nunca con una pareja casada y estable, ellos bien podrían ser las personas más normales con quienes habré estado.
En el cuarto tenía una botella de champaña que Felipe llevó y brindamos con ella, "por un nuevo inicio en la pareja", dijeron. Luego, empezamos todo yo fui la primera en despojarse de la ropa, vestía un juego de lencería muy sensual, negra, debajo de una bata de seda celeste. Los dos se quedaron mirándome fijamente, estudiando mi cuerpo delgado y esbelto, apenas cubierto por esas prendas pequeñísimas. Ninguno atinaba a moverse o a hacer algo.
Alma comenzó a desvestirse, lenta, dubitativa al principio, pero conforme iba tomando más confianza terminó de hacerlo rápidamente. Dejó su ropa en una silla quedando cubierta apenas por sus interiores, de color violeta, que se ceñían a la perfección a su espectacular cuerpo de mujer, de senos grandes y redondos, caderas suaves y plenas, y una entrepierna con un monte de venus elevado. Era más alta que yo, casi me sacaba una cabeza.
Se acercó a mi y comenzó a pasar suavemente sus manos por mi rostro, mis hombros, mi cuello. Al llegar a mis senos se detuvo, me miró a los ojos esperando mi aprobación y me los acaricio de una forma que he descubierto, solo las mujeres saben, ningún hombre sabe tocar igual bueno muy pocos, mi cuñado por ejemplo, pero ahí me estoy saliendo totalmente del tema. Alma lo hacía suavemente, con lentitud, apenas rozaba mis pechos con las yemas de los dedos, pasándolos por todo lo largo del borde del brasier.
Ella me veía como una niña entusiasmada y nerviosa, como con temor a quebrarme. Senos y sus dedos se dirigieron a los pezones, que en un instante se irguieron llevados a su máxima expresión por experta caricia.
Yo hice lo mismo, en la misma forma, solo que yo tenía mucha más superficie que tocar y acariciar. Pronto nos encontraron muy juntas, en un contacto tan íntimo que nuestros bustos casi quedaban pegados, recorriéndonos los cuerpos sin dejar un solo resquicio sin visitar. Y de repente, sin proponérnoslo, nuestros labios quedaron frente a frente, y nos terminamos fundiendo en un beso largo y profundo, tímido y muy suave al principio, pero luego fuerte y apasionado. Al separarnos vimos a Braulio, excitado, con los ojos bien abiertos y sin poder dar crédito a lo que veía.
Nos separamos un poco y comenzamos a desnudarnos, con una gran sensualidad dejé caer mi sostén y mi tanga al suelo, Alma hizo otro poco pero más torpemente, era comprensible, era la primera vez que se desnudaba frente a otra mujer.
Volvimos a pegarnos, nuestro senos se estrujaban, los míos, pequeñitos y perfectos, desparecían bajo los de ella, mucho más grandes y carnosos. Ella me tomó de la cabeza y me comenzó a besar con fuerza, sin poder parar, dejándose llevar por el deseo y el placer. Yo rodeé su cintura y le correspondí el beso, metiéndole la lengua hasta el fondo. Acaricié sus nalgas y las rocé con las uñas con suavidad.
Me separé un poco para poder tocarla nuevamente. Las 2 volvimos a pasar nuestras manos por la desnudez de la otra, por cada centímetro de nuestros cuerpos. Y cuando llegamos a nuestras respectivas entrepiernas, sometimos nuestros clítoris a una dulce tortura que casi nos lleva al paroxismo. Descubrí que nadie sabe como acariciar esa parte mejor que nosotras, las mismas mujeres.
No me di cuenta de cuando fue que terminamos en la cama, acostadas una sobre la otra (yo estaba abajo, besándonos, chiche contra chiche, frotándonos con movimientos ondulantes. Nos olvidamos de mundo ante tan poderosa calentura que nos había invadido, nos habíamos olvidado hasta de Braulio, que seguía paralizado viendo el fuego que su amada esposa y esa linda prostituta habían encendido.
Nuestros labios se separaron y comenzaron a recorrer nuestros cuerpos. Ella, como estaba encima, se aferró a mis senos mientras yo la acariciaba y jugaba con sus cabellos castaños. Vi como Braulio se iba despojando de su ropa, llegó ya desnudo y se puso detrás de su mujer, tocándole las nalgas, amasándolas.
Se colocó sobre el cuerpo de su mujer, en medio de sus piernas, que ya había bajado hasta la altura de mi sexo y empezaba a darle lamidas cortas y tímidas. El ingresó a su cuerpo sin problemas, pues la mujer ya estaba muy mojada. Y mientras la poseía, la tomaba del pelo zambulléndola más a fondo entre mi ardiente sexo, que palpitaba a cada nueva lamida.
Braulio agarró aviada y se cogió con fuerza a su esposa, que gemía y gemía con su lengua metida en medio de mis labios mayores, mientras torturaba dulcemente mi clítoris con los dientes y los labios, ¡qué sensación tan increíble! Cada embate de su miembro hundía un poco más la cara de su mujer adentro de mi, y en un momento dado, vi que la tenía sujetada de los brazos para tomar más fuerza, el tipo estaba como fuera de si, ella también.
Por primera vez llegué al orgasmo antes que mi amante. Y como normalmente me pasa, casi me desmayo. Aun oí a la señora gritar por acción de su propio clímax, al que su marido se unió poco después. Quedamos tirados sobre la cama, respirando hondo y muy relajados.
Claro que seguimos, a ellos les gustó tanto todo eso que hicimos que terminaron pagando bastante tiempo extra, pero valió la pena pero eso, se los cuento otro día, hasta la próxima.
La sesión de sexo caliente continuó, escuché a Braulio susurrarle cosas al oído a su esposa, y besarle el cuello y la espalda. Ella se volvió a calentar y se comenzó a frotar contra su cuerpo, que estaba detrás de ella. "Quiero estar en medio" musitó, y, pasando sobre el cuerpo de su esposa, se metió en medio de nosotras 2.
Allí tuvo dos pares de manos para acariciarlo, Alma a su izquierda y yo a su derecha, lo besábamos y lamíamos, al mismo tiempo que acariciábamos cada rincón de cu cuerpo. ¡El sueño de todo hombre, estar en medio de 2 bellas mujeres como nosotras! A veces las 2 nos encontrábamos con nuestras bocas tratando de besar la del hombre, y terminamos ensartados en besos triples varias veces.
Braulio era un tipo guapo, bien hecho, por su físico, nervudo y fuerte, se notaba que practicaba ejercicios regularmente. Además, tenía unos ojos azules y una sonrisa de niño que, sumado a su personalidad atrayente y forma de ser agradable, lo convertían en un papasote.
Bajé mi mano y, suave y alternadamente, acaricié sus testículos y su pene, mientras la lengua de su esposa recorría su vientre y su pecho. Pronto ocupó su miembro, protestando por el sabor que tenía.
¡Guaj!, te sabe a semen
¿No te gusta el sabor?
No claro que no
A mi me encanta. le dije.
Bajé hasta estar frente a su miembro y me lo metí a la boca, lo tenía medio dormido, pero pronto volvió a la vida, me encanta sentir un pene crecer entre mi boca. Sabía a semen, un sabor que hallé delicioso. De reojo pude ver como Alma me veía sorprendida, se notaba que ella nunca había hecho aquello. Para ese momento yo ya había perdido todo resto de vergüenza, así que, ávida de más semen, me pasé a en medio de las piernas de la señora y me puse a chupar, a succionar. Me tragué todo el semen que su marido le había dejado tenía entre su sexo y me lo tragué.
Aquello fue suficiente para ponerlos a los 2 como hornos, Braulio me jaló de los hombros y me puso boca arriba, ubicándose sobre mi. Yo, hábilmente llevé su miembro petulante hasta mi vagina preparada y lista, mientras su esposa me daba sus tetas en la boca.
Braulio me cabalgó fuerte y largo. El no era como muchos hombres que solo llegaban a meterla y a coger a la puta como rayos, como si me fuera a ir si no acaban rápido. No, el se tomó su tiempo y me cogió como debe ser, haciéndome sentir cada metida, no por lo fuerte que lo hacía, sino porque el convertía cada penetración en algo completamente distinto a la anterior, la verdad no sé como podían tener ellos problemas de cama, el era un amante excelente y estaba buenísimo, ella estaba bien rica y era muy buena amante también.
Llegó a su segundo clímax adentro del cuerpo de su puta, o sea yo, al mismo tiempo que besaba a Alma, que se estaba masturbando sin el menor recato frente a nosotros. Cayeron los 2 agotados, con el calor del momento hasta condón se me olvidó usar.
Se quedaron junto a mi por unos momentos antes que Braulio se levantara y mirara su reloj. "Ya es tarde" le susurró a su mujer, y ambos se pusieron de pié. Me besaron con suavidad, me dejaron el importe de mis servicio, más una suculenta propina, y salieron. ¡Qué rico había sido, la verdad! Felipe entró poco después, luego de despedir a la pareja.
¿Cómo estás Lucy, qué tal te fue?
¡Ay Felipe, ojalá todos fueran así! gracias por mandarme con esas personas.
Te lo merecías después de lo que tuviste que pasar niña
¡Hola! dijo Angie entrando desde atrás, le sonreí aun desnuda.
¡Angie, ¿cuándo veniste a Cobán?! ella andaba en la capital.
Hace un rato.
Te trae una propuesta Lucy
Fijate que me salió un trabajo en la capital, será una despedida de soltero y quieren 2 señoritas no te preocupés, los conozco a todos y son personas buenas, no como el negro que te cogió en Petén. ¿te apuntás?
Pero es que en la capital vive mi marido
El no se va a meter al bar de sexo en el que vamos a estar, ¿o si?
Bueno, Angie tenía razón, Arturo nunca se iría a meter a los sitios que ella y yo frecuentábamos. Pero lo que yo no sabía, es que ese día, sería el principio del fin. Allí ocurrió algo que casi precipita mi ruina, pero que también me salvó la vida. pero eso se los cuento más adelante, mientras tanto, quiero que me sigan mandando sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico: garganta_de_cuero@latinmail.com . Gracias y besos.
Continuará
Garganta de Cuero