De esposa ejemplar a ramera empedernida (10)

La vida de una sexo servidora es larga y dura, las amigas escasean... por ello, se debe hacer todo para conservarlas.

De Esposa Ejemplar a Ramera Empedernida X

Mi Amiga Angie

Mi vida seguía transcurriendo es esa terrible rutina: vendía mi cuerpo al cliente que estuviera dispuesto a pagar bien por el, el cual me tomaba y me hacía lo que se le daba la gana, para dejarme después tirada en donde fuera, molida y sucia, sintiéndome muy sucia. Seguía mintiéndole a mis suegros y a mi esposo, y cada día que pasaba yo caía un poco más bajo.

Cierto día estaba en la empresa aseándome en el baño luego de una revolcada más. Felipe estaba afuera, platicándome de un nuevo contrato.

No sé Felipe, no sé… eso de irme de viaje una semana entera no me gusta

Yo sé que le puede causar problemas Lucía, y por ello no espero que acepte. Pero piense que la paga será muy buena, mejor que de costumbre, y es con caballeros que ya conocemos bien en esta empresa. Y si se lo propuse a usted es porque es una de las mejores damas que tenemos en nuestro staff.

¿Puedo pensarlo unos días?

Si, claro, pero necesito su respuesta para pasado mañana pues el viaje será dentro de 3 semanas.

Bueno Felipe, le tendré la respuesta a tiempo.

Gracias Lucía, muchas gracias.

Felipe me agradaba mucho, la verdad, y si no fuera un pronexeta, sería el jefe perfecto: comprensivo, responsable, amable y muy respetuoso, una combinación difícil de hallar entre pronexetas, la verdad.

Ese día había poco movimiento, por lo que podía irme temprano. Además faltaba poco para el final de mi turno. Salí del baño y caminé hasta la salita privada, un lugar acomodado dentro de la habitación para que el personal de servicio (las putas) se pudieran relajar. Allí se hallaban algunas putas que ya conocía y con las que trabé amistad.

Hola Lucy, ¿cómo estás?

Bien Sophie, bien… ¿y vos?

Allí, pasándola también… ¿Ya de salida?

Si, ya, solo voy a hacer un poco de tiempo aquí antes de irme.

Dichosota, yo todavía tengo una cita.

¿Es conocido?

No, es un nuevo cliente… no me gusta atender a los nuevos, una nunca sabe a qué atenerse.

Cierto… ¿quién te va a acompañar?

Rogelio.

El es bueno, no te va a dejar.

Si, ese es mi consuelo. – Rogelio era uno de los guardaespaldas de la empresa, uno bastante confiable - ¿Ya viste a esa? – me dijo Sophie, indicándome a una desconocida sentada en una butaca, leyendo en silencio.

¿Quién es?

Es una de afuera, – así les decíamos a las que no trabajaban en la empresa – está aquí para un contrato. Dicen que una de esas "de lujo".

Mmmm… pues talvez porque es muy bonita.

Continué platicando un rato más con mi amiga antes que Rogelio llegara y le indicara que era la hora de irse. Me quedé sentada sola, viendo a mi alrededor. Volteé hacia todos lados, todas las demás parecían hablar de cosas íntimas por su tono y aspecto, así que decidí no meterme en esas pláticas e ir a conocer a la nueva. Me puse de pié y se senté sobre una mesita a su lado.

Hola, tu sos nueva por aquí, ¿verdad?

Pues si… me contrataron para un trabajo… me llamo Angie

Mucho gusto, yo soy Lucía

Esa mujer era muy agradable, inteligente y carismática, definitivamente tenía que ser una puta de lujo con esas características. En eso llegó Felipe, que al vernos juntas y platicando amenamente nos sonrió.

Lucía, ya conociste a Angie… ella es con quien irías si aceptás el contrato.

¿A ti te lo ofrecieron también? – me preguntó entusiasmada Angie – Me han hablado maravillas de ti. – me puse roja.

¡Y todo es cierto! – agregó Felipe.

Y si aceptaste, ¿verdad?

Pues… todavía no he dicho que si… – le dije.

¿Por qué no?

Es que una semana va a ser difícil para mi… ¿cómo lo voy a explicar en mi casa?

Ah, ya veo, llevás una doble vida y tenés que guardar las apariencias en tu casa.

Exactamente.

Yo le decía que podíamos buscar una buena coartada, – agregó Felipe – algo que fuera convincente para que pudiera salir sin problemas.

¿Dijiste en tu casa que trabajás de algo Lucía? – me preguntó Angie, poniendo a funcionar su gras astucia.

De secretaria

¡Ya está! Ningún jefe es nada sin su secretaria, inventá un viaje de negocios en donde es indispensable tu presencia.

No se… ¿y si no me creen?

No te preocupés, de eso me encargo yo… podemos arreglar tu estancia en un hotel ejecutivo y justificar con documentos todo el tiempo que estés allí, de eso no hay problemas, todo corre por mi cuenta

Bueno, después de eso me costó decirles que no. Además, la paga iba a ser muy buena, y al paso que iba podría regresar al final de ese año a vivir con mi esposo y con bastantes ahorros, lo cual era un poderoso aliciente para mi, para poder seguir adelante soportando.

Terminamos de hablar acerca del trabajo, seríamos nosotras como las principales responsables de la entretención y el placer de un grupo de 5 o 7 caballeros extranjeros, visitantes por negocios. De ellos dependía lo que nosotras tendríamos que hacer, lo cual podría incluir todo tipo de juegos sexuales, desde nuestro sometimiento, hasta el suyo, llegando incluso al sado en ambas direcciones. Sin embrago, nosotras decidiríamos hacerlo o no, por lo que no estábamos desamparadas ni a su total merced, ese era el convenio.

Me pareció bien, y a Angie también, por lo que decidimos firmar allí mismo el contrato. Luego de eso, mi nueva amiga me invitó a ir por un trago. Le dije que no acostumbraba tomar, a pesar de mi condición de puta, no lo hacía. Era un viejo truco de la profesión, verán, el negocio principal de todo bar es el alcohol, por lo que necesitan vender tanto como puedan. En un prostíbulo, es la segunda fuente de ingresos (después de sus putas) y un gancho muy efectivo. Los hombres llegan allí ofreciéndole tragos a las muchachas, en parte como una galantería para impresionarla, en parte para emborracharlas y conseguir descuento en el servicio. Por su parte, nosotras las sexo servidoras, tratamos de marear a los hombres por 3 razones primordiales: un borracho es fácil de convencer para gastar, es fácil de manipular en la cama (la mayoría) y pierden su resistencia sexual.

Por otro lado, a ningún prostíbulo, especialmente aquellos que son de lujo, les conviene tener mujeres en estado de ebriedad, pues estas son fáciles de manipular y le dan mala imagen al local. Así que, a nosotras, nos dan tragos con muy poco alcohol, sin que los clientes se enteren. Por eso mismo yo no había desarrollado resistencia para el licor.

De todas maneras acepté a salir con ella, pero solo por un "café"

Llegamos hasta un elegante y discreto café, ocupamos una mesa y pedimos, la tarde se nos fue de las manos como agua, ella era una mujer muy interesante e inteligente. Reíamos y bromeábamos como viejas amigas, contándonos anécdotas graciosas, Angie me inspiró una profunda confianza desde el principio.

Lucía, venite a mi habitación de hotel, te voy a enseñar unas fotos que tengo desde hace años.

Vaya… solo dejame llamar a mi casa para decir algo.

Bueno

Hice la llamada y me inventé algo sobre salir a tomar café con unas amigas del trabajo. mis suegros no pusieron reparos pues yo nunca salía. Luego salí con ella hacia su hotel, no estaba muy lejos, poseía un jardín muy bonito.

Subimos a su cuarto, en donde ella me dijo que me pusiera cómoda, que ella se iba a quitar su "uniforme de trabajo" por algo más livianito y cómodo. Salió de allí con un oberol azul de lona y un top

Antes de seguir, quiero aclarar algo, hasta hacía unos 6 o 7 meses yo era una mujer por completo normal, nunca había visto a otra mujer con algún tipo de interés romántico… de hecho, ¡nunca había visto a ningún hombre aparte de mi esposo Arturo! Pero ese día, Angie me pareció preciosa. Medía 1.70, era de cabello rojizo liso, hasta la barbilla, ojos miel y cara de muñeca, con rasgos preciosos. Piel blanca y rosada, cubierta de unas pecas preciosas, también era dueña de un cuerpazo: senos grandes, duros y frontales, cintura bien marcada y caderas anchas con unas nalgas muy bien hechas. Piernas largas y esbeltas, toda una diosa. Poco después me enteraría que sus medidas eran 91, 60, 90.

Continuamos con la plática amena y divertida, pero poco a poco fuimos abordando detalles más íntimos de nuestras vidas.

Yo me metí en esto por necesidad. – me dijo – Soy costarricense, de una familia media, trabajadora. Verás, una de joven hace muchas tonterías. Jamás nos imaginamos que algo malo nos pudiera pasar y al final nos vemos envueltos en situaciones que jamás nos pasaron por la mente. Mis padres murieron en un accidente, así que me tuve que meter de puta para mandarle dinero a mis hermanitos. Ellos no saben lo que hago, y jamás dejaré que lo sepan. ¿Tu, por qué te metiste en esto?

Por lo mismo… mi marido se quedó sin trabajo hace un año, y por no poder seguir costeándonos la vida en la capital tuve que venirme aquí con mis niños, a vivir con mis suegros. Trabajo como puta para ayudar en algo a mi esposo, el cree que soy la secretaria del gerente de una empresa… ignora de dónde sale el dinero en verdad. A veces no sé cómo puedo seguir soportando a todos esos imbéciles… ¡nos tratan como basura!

Si, si… yo sé… pero… ya me acostumbré… de hecho, hasta he aprendido a disfrutarlo a veces.

Una inmensamente mirada de compasión salieron de los bellos ojos de mi amiga, si, ya la consideraba mi amiga. Vio en mi un profundo dolor, y adivinó de inmediato que yo había sido hecha para vivir una vida por completo diferente a la que tenía.

Me tomó de las manos, me vio a los ojos y me dijo:

Lucy, vas a ver que todo va a mejorar, cuando termine todo esto podrás volver a tu vida de antes

No sé… no sé… a veces pienso que no importa que regrese con mi esposo a mi casa, siento que ya nada va a ser igual

Y no lo será… pero solo te queda luchar para que lo sea. Tengo un amigo muy bueno, también es puto como yo y está en tu misma situación, y también cree que ya nada será como antes, pero igual tiene que seguir luchando, de lo contrario todo se le acabaría

Por primera vez en mucho tiempo sentí algo de consuelo, esa mujer me inspiraba tal confianza que me era imposible no creer en sus palabras, me convenció que todo esto terminaría y que yo podría, entonces, volver a pegar lo pedazos de mi vida rota.

Ella se dio cuenta que estaba a punto de llorar, que ya no aguantaba más. Acercó su hermoso rostro sin dejar de mirarme con esas 2 perlas que llevaba a modo de ojos, me rodeó con sus brazos y me besó, yo no sé por qué, pero le correspondí. En aquel momento me sentí confusa, sin saber qué hacer. Nunca me había fijado en una mujer, como ya dije, todas mis experiencias habían sido solo con hombres, nunca acepté estar con una mujer. Pero con Angie era distinto, ese beso me llegó hasta el alma.

¿Estás asustada? – me preguntó al ver mi temblor.

No… no te preocupés

Volvió a besarme y sin darme cuenta, nos pusimos de pié y dimos media vuelta, ella me empujó suavemente hasta hacerme caer sobre el sofá, en donde ella estaba sentada y que era mucho más amplio que mi asiento. Nuestros labios se unieron nuevamente, mirándonos a los ojos y acariciándonos como verdaderas amantes.

Angie me bajó los tirantes del vestido y luego la parte superior del mismo, dejando al descubierto mis senos, con los pezones ya erectos y listos para la batalla.

Relajate niña, solo dejate llevar. – me dijo.

Parecía increíble que esa muchacha de no más de 23 años me estuviera diciendo eso a mi. Pero bueno, tenía mucha más experiencia que yo.

Me volvió a besar, lentamente bajó su cabeza y me fue besando el cuello hasta llegar a mi pecho, en donde besó mis senos con mucha delicadeza. Siguiendo sus consejos me recosté sobre el respaldo entregándome por completo. Ella subió de nuevo y seguimos besándonos como dos amantes por un rato, solo acariciándonos, hasta que Angie decidió ir por mis senos otra vez. Los chupó y mamó, lamiendo la punta de mis pezones y mordiéndolos suavemente, ¡qué deliciosa sensación!

Entretanto ya me había desabrochado por completo el vestido y yo aproveché para desabrocharle el overol que traía puesto, dejándolo caer hasta el inicio de una linda tanga celeste y dejando a la vista su pequeño top blanco. Volvimos a besarnos, terminé de bajarle esa prenda hasta los muslos y ella mi vestido, acerqué mi boca a sus senos y los chupé. Terminé de desnudarle la parte superior de su hermosos cuerpo al quitarle el top y el resto de la ropa. Ella hizo otro poco conmigo y me sacó el vestido, quedándonos ambas solo en tangas.

Así, ella se detuvo, quedándoseme viendo, reparó en mi ombligo. "Una argolla allí se vería preciosa" me dijo. Me abrí de piernas y ella me quitó la tanga negra. Y viéndome con ojos llenos de lujuria, terminó de separarme las piernas y encajó su sexo sobre el mío, restregándolo mientras me acariciaba entera.

Jamás había hecho eso, era totalmente nuevo para mi y me encantó, esa sensación de tener esa húmeda y caliente parte de su cuerpo pegada a la mía me volvía loca. Y así, rápidamente estuvimos muy mojadas.

Vení aquí… – me dijo arrastrándome y tumbándome en el suelo, en donde me abrí de piernas y ella empezó a lamerme, desde los muslos hasta llegar, despacio, a mi sexo, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera.

¡Ooooooh, Angie! ¡Si, así! – gemía loca de deseo, sintiendo como mis jugos me inundaban toda mientras ella los lamía con maestría. – ¡Oh, oh, oh!

Le susurraba que me encantaba que era lo máximo, que era una experta, estaba extasiada, el placer se extendía desde mi sexo hasta amenazar con envolverme toda, mientras mi candente amiga introducía su lengua en mi agujero y chupeteaba mi clítoris. Era mejor que cualquier hombre, jamás había sentido algo así.

¡¡AH!!, ¡¡AH!!, ¡¡¡SEGUÍ ASÍIIII!!!, ¡¡¡SIIIII, SEGUÍ! – la animaba sabiendo que mi orgasmo estaba cercano. - ¡¡¡¡AAAAAGGGGGHHHHH!!!! – estallé al fin.

Mi compañera siguió chupando hasta que mi cuerpo dejó de convulsionar y yo casi pierdo el sentido. Se quedó mirándome un rato antes de seguir, acariciándome y besándome, esperando a que me recuperara.

¡Qué orgasmo tan duro! – me dijo.

Siempre los tengo así. – le respondí – Muchas veces me dejan desmayada.

Angie se incorporó, tomó asiento sobre un sillón muy en la orilla, sosteniéndose de los brazos, con las piernas abiertas y la vulva al rojo vivo. Yo me coloqué entre ellas, pegando mi boca a sus sexo y empezando a lamerlo lo mejor que podía. Primero fueron lamidas largas e intensas, lentas, hasta que, poco a poco, se fueron convirtiendo en chupadas y succiones fuertes y rápidas.

¡Oh, sí, chupa! – me animaba – ¡¡¡OH!!!, ¡¡¡OH!!!, ¡¡¡AH!!!, ¡¡¡AH!!!, ¡¡¡AH!!! – empezó a gemir cada vez más fuerte, señal inequívoca de un inminente orgasmo.

Angie se deslizó por el asiento, quedando con las caderas colgando, sostenida solo por su espalda, sus manos y mis hombros, sobre los que estaban sus piernas. Así, mi cara quedaba casi metida por completo entre sus jugosos labios mayores, que chorreaban y chorreaban néctar de mujer. Yo seguía acariciando todo su sexo con la lengua, deteniéndome solo ante su pequeño botón, dándole pequeños golpecitos de lengua.

¡¡¡¡OOOOOOHHHHHHH LUCIAAAAAAAAAAA!!!! ¡¡¡¡AAAAAHHHHHHGGGGG!!!! – mi amigo reventó su orgasmo entre mis labios, y yo me lo bebí por completo.

Me detuve, nos vimos, se levantó y nos volvimos a besar.

Esa noche fue de amar y amar sin descanso. Nos lamimos mutuamente hasta enloquecernos, luego terminamos con el mismo movimiento de pinzas que utilizamos al principio, vulva con vulva, aparentemente a ella le encantó el roce que mi piercing hacía sobre su clítoris.

Luego nos dormimos abrazadas como 2 amantes, nos despertamos unas horas más tarde y nos pusimos a platicar como grandes amigas

Ojalá esa felicidad me hubiera durado más tiempo, pero ser feliz no parecía ser mi destino. Más adelante les continuaré contando más. Mientras tanto, pueden enviarme sus comentarios a garganta_de_cuero@latinmail.com . Gracias y besos.

Continuará

Garganta de Cuero.