De esposa ejemplar a ramera empedernida (05)
Luego de una desesperada visita a su esposo, nuestra protagonista se da cuenta que su Adonis, Spencer, no solo lo es de ella... también de sus suegros.
De Esposa Ejemplar a Ramera Empedernida V
Juego de Pareja
Bueno ya voy por la 5ta parte de mi historia. Para los que me han acompañado hasta ahora, les doy gracias. Los que apenas están llegando, también les doy las gracias, y les hago una cordial invitación a leer las 4 partes anteriores, para que comprendan lo que me está pasando.
Ustedes ya deben estar hartos de oír mis quejas. Me entrego a otro hombre, lo gozo como una perra en celo, y después siento unos remordimientos terribles y deseo que aquello nunca hubiese pasado. Pero ¿qué más puedo hacer? Compréndanme, yo solo era un ama de casa recatada y conservadora, era feliz con mi vida sencilla y sin complejidades, ¡obviamente iba a ser un tremendo trauma para mi pasar de ser eso a ser una ramera empedernida!
Pero aclaro sin ánimos de ser pesada ni abusiva, escribo esto no para conseguir empatía ni comprensión, sino como un intento de desahogarme, según mi hermana Laura me aconsejó. Ella es la Garganta de Cuero, la autora de todas esas historias calientes.
Pero bueno, regresemos a lo que nos interesa
Con el alma en la mano, pasé la noche en vela en mi habitación. ¿Qué me había pasado? Me entregué a Spencer otra vez, sin restricciones y como jamás lo había hecho ni con Arturo. Lo dejé hacer conmigo lo que se le dio la gana ¡hasta sexo anal, y yo despreciaba el sexo anal! Para mi, eso no era más que la degradación más grande del cuerpo de la mujer, algo propio de putas y rameras de callejuelas sucias.
Lo cierto es que lo había gozado. ¿Recuerdan que les dije que ese placer que experimenté me iba a torturar más que el dolor físico que me quedó en mi vagina y ano? Pues así fue, el haberme acostado con el no me mortificaba tanto como el haberlo gozado. Y los terribles dolores de mi ano y vagina (especialmente el ano) solo servían para recordármelos. ¿Cómo pude?
Desesperada, le dije a Carmela que me iba a ir a visitar a Arturo ese mismo día.
¡Pero las maletas de los nenes no están hechas todavía!
Es que quiero ir sola no he tenido tiempo de platicar y salir con el de de
¿De estar con el en la intimidad, sin prisas ni presiones? si, le mentí.
Bueno, creo que tiene razón, eso es algo indispensable para una vida de pareja feliz. ¿Ya le avisó que llega?
No, le quiero caer de sorpresa
¡Aaaaaahhhhhh!, esa sorpresa le va a caer rebien a mi hijito me lo saluda mucho, ¿si?
Vaya le dije y fui por mis cosas, apenas una maleta con lo indispensable.
Fui casi corriendo hacia la estación y agarré el primer bus que vi, eran como las 10 de la mañana. Arribé a la capital como a eso de las 2 de la tarde, iba hambrienta y cansada, pero me urgía llegar al que una vez fue mi feliz hogar. Tomé un taxi y llegué allí a los 15 minutos. Había un lujoso carro negro parqueado afuera, un Mercedes impresionante.
Busqué entre mi bolsa, ¡mierda!, no llevaba las llaves. Bueno, no me enojé, solo toqué el timbre esperando que Arturo estuviera en la casa. y así fue, pues mi amado esposo me salió a abrir, poniendo cara de idiota al ver que me le lanzaba a los brazos.
¡Mi amor!
¡Lucía!
¡Te extrañé un montón! le dije rompiendo en llanto, las Ovalle somos muy lloronas, ya lo saben.
¡Lucía, ¿qué estás haciendo aquí?! ¡¿Pasó algo en la casa?!
No, nada de hecho, había pasado demasiado era solo que te quería dar una sorpresa
Si si me la diste
Nos quedamos mirando con cara de tontos por un rato, hasta que se le ocurrió una brillante idea: "¿Querés pasar amor?".
Pasé adelante, por la sala, topándome con un caballero que, a juzgar por su elegancia, debía ser el dueño del impresionante carro de la entrada.
Eeeeemmmmm eteeeemmmmm Lucía, amor te presento a a al señor Bertrand Ochrier, mi jefe. me dijo Arturo nervioso.
Mucho gusto, Lucía de Martínez para servirle. le dije extendiéndole la mano al caballero.
Es un placer. me respondió con acento francés, muy amablemente Entonces, es usted la mujer de quien Arturo no para nunca de hablar. volteé a ver a mi esposo con ternura, el se puso rojo y no dijo nada.
El señor Ochrier era una persona muy educada y de modales refinados, con una conversación fluida y muy interesante. Estuve platicando con el de varias cosas antes de que se pusiera de pié y anunciara que se retiraba.
Señora mía, fue un placer conocerla. Arturo, espero verlo en mi oficina el lunes a primera hora, tenemos cosas muy importantes que discutir
No, no, hablen aquí, yo me voy a la cocina y los dejo solos no quiero importunarlos.
¡No! no, no es necesario amor el trabajo se queda en la oficina, ¿verdad?
Bueno, estoy seguro que ustedes tiene cosas mucho más importantes que platicar, así que el no quiere seguir importunando soy yo, con su permiso y que pasen un feliz fin de semana. salió por la puerta y se fue.
Arturo se sentó en un sillón, aliviado, yo me sentó en sus piernas remolona y le empecé a acariciar la barba.
Parece que vine en un mal momento
No, al contrario
Pero los interrumpí ¿era una reunión de trabajo?
Si, pero no importa, igual lo discutiremos el lunes pero la próxima vez que vengás, avisame
Pero yo te quería dar una sorpresa
Si pero me preocupa que algo malo tu hubiese podido pasar. Además, por mi trabajo no siempre estoy en la casa. el me había dicho que trabajaba para la industria azucarera y que a veces debía salir de viaje.
Vaya te prometo que te aviso.
Arreglate, vamos a salir
¿A dónde?
A un sitio que acabo de conocer
Me bañé a la velocidad de la luz y me arreglé lo más bonita que pude. Me llevó a la Antigua, a un restaurante pequeñito pero divino, comí un pastel delicioso de chocolate y tomé vino, fue una cita soñada. Después salimos a caminar por las calles empedradas de esa bella ciudad, hasta que nos agarró la noche. Regresamos a la casa como a eso de las 11.
Hicimos el amor, me quería entregar a el como lo había hecho con Spencer, pero la vergüenza no me dejó. Además, Arturo jamás iba a tratar de hacerme ni la mitad de lo que ese muchacho me hizo. Aun así, fue una noche para recordar.
Desperté en sus brazos, siendo besada por el, y volvimos a hacer el amor, en un mañanero que nos calló como agua a una planta medio seca. Salimos de nuevo y regresamos hasta la noche, después del día más lindo y romántico que recuerdo. Volvimos a hacer el amor y quedamos dormidos en la cama, desnudos, uno junto al otro.
Amor, te pusiste más cuadrado, ¿verdad?
Bueno si, me metí a un gimnasio.
¿Y eso?
Tu sabés que por mi trabajo tengo que recorrer distancias largas a veces. Pues, por eso me metí.
Pero igual tu ya tenías una condición muy buena.
Si, pero nunca está de más mejorar. me quedé despierta un rato aun, viendo esos peludos pectorales que ahora se erguían orgullosos, grandes, duros. Su vientre modelaba un six pack perfecto, mi esposo estaba para comérselo entero.
Al día siguiente Arturo se levantó temprano, se puso traje y corbata para salir a su trabajo. Yo me levanté con el, le hice el desayuno como siempre hacía. Me senté a su lado, yo sabía que ese día debía volver a Cobán, pero no quería, ya no quería regresar.
Amor
¿Si?
Te extraño
Yo también
Quiero regresar
Vas a regresar, ya falta poco.
Ahora
Lucía, amor, ahora no se puede.
¡Si se pude bebé! Basta con que me regrese con los nenes.
¿Y el colegio?
Se meten en alguno de aquí.
¿A casi medio año? No, no Lucía, sería mucho problema.
Pero quiero estar contigo, ya casi no nos vemos.
Yo sé amor, yo sé pero a menos que halle otro trabajo, igual nos vamos a tener que ver poco, tengo que salir de viaje a cada rato, tu lo sabés.
Tenía razón, aunque en el fondo eso no me importaba, lo que yo quería era regresar, huir de Cobán. Pero tampoco le insistí más, no acostumbraba hacer eso, es que era una esposa sumisa. Pero debo aclarar que, a pesar de eso, Arturo siempre pedía mi opinión para todas las cosas que el hacía, siempre.
Pues bien, tomé mis cosas y Arturo me fue a dejar a la terminal de buses, en donde tomé uno hacia Cobán. Iba tristona, pero feliz a la vez, estaba muy satisfecha de mi visita, me sentía como renovada. Lástima que eso no me duraría mucho
En el camino, quedamos trabados por una manifestación campesina. Eran un grupo de personas que se decían pobres, que manifestaban exigiéndole al gobierno que les diera tierras. La verdad no soy mala ni desconsiderada, pero no estabas en ese momento para comulgar con las peticiones de esas personas. Incluso dudaba que fueran en verdad pobres, no sería la primera vez que se metieran en manifestaciones así personas sin mayores necesidades económicos, solo por el afán de sacar algo. Me enojé mucho.
El bus se retrasó mucho y no parecía que la cosa mejorase rápidamente. Llamé por celular para avisar que no había manera de que la cosa caminara y que seguramente me retrasaría bastante, así que decidí salir. Justo en ese momento, pasó un pick up lleno de gente, que lo fletaron, me ofrecieron llevarme al pueblo más cercano y yo acepté.
En el poblado, tomé un nuevo bus que me dejó cerca de Cobán, a donde llegué en otro más. La cosa es que me hice apenas una hora más de camino y en la casa ya no me esperaban temprano.
Entré, le pregunté a Pamela, una muchacha que trabajaba en la posada, por todos.
Pues sus niños están en la casa de la vecina jugando, los señores no sé
¿Salieron?
Pues no los vi salir, pero ya no los encontré, así que tal vez. y añadió La última vez que los vi estaban abriendo la puerta de la bodega del fondo.
¡La bodega! ¡Así que estaban haciendo sus jueguitos nuevamente! Una extraña sensación me invadió en el estómago, me entraron unas ganas grandes de ver qué hacían, la curiosidad me carcomía por saber qué nueva depravación estarían haciendo esta vez.
Me fui directamente hasta ese lugar, pero estaba cerrado con llave. Pegué la oreja a la puerta, pero apenas podía oír algo, tuve que resignarme a volver sobre mis pasos. Pero solo por ese día, yo tenía que conocer más acerca de mis suegros.
Para tal propósito diseñé un plan. Vi que entre el llavero de don Norberto había una llave de la misma marca del candado que custodiaba la entrada a esa área de la casa. en un descuido de su parte, tomé el llavero y marqué un pedazo frío de plasticina con la silueta de dicha llave, si tenía suficiente habilidad, podría fabricar una nueva, y si tenía suerte, esa sería la llave.
Tomando una pequeña cierra comencé a tallar las muescas copiadas en una llave limpia, lo hice despacio, esforzándome lo más que podía. Al final no estaba segura que el producto de mi industriosidad fuera a dar resultado o no, pero nada perdía con intentarlo. Y cuando el candado cedió mansamente a mi llave, canté victoria.
Ahora quisiera hacer una pausa para anotar algo que me parece importante. Luego de los acontecimiento sexuales de mi vida, algo en mi estaba cambiando. Yo nunca hubiera tratado de abrir esa bodega si sabía lo que pasaba allí dentro, pero, como dije, estaba cambiando, ya no era la misma. Sentía una gran necesidad de ver lo que hacían mis suegros, por morbo o por lo que sea. Igualmente me mantenía lo más alejada que podía de Spencer, pues sabía bien que no podría oponerme a un nuevo avance de su parte.
Pues bien, el sábado siguiente surgió mi oportunidad, vi como Carmela desaparecía dentro de la bodega con toda la discreción que le era posible. Yo me apresuré a entrar y a esconderme detrás de unas cajas. En realidad no sabía lo que iba a hacer, también era posible que tan solo fuera ella a sacar algo de allí. Por fortuna para mi (¿?) no eran esas sus intenciones.
Escuché más pasos, voces de ella y de Nor, y luego que cerraban la puerta. Esperé aun un momento, seguía oyendo susurros y cuchicheos. Me animé a salir de mi escondite, y avancé hasta la misma cortina de la vez anterior. Me asomé y me cagué en el pantalón, Spencer estaba allí.
Muchacho, te hago un reto le dijo Norberto.
¿Cual?
Queremos que hagás todo lo que te digamos hoy
Mmmmm me gustan mucho esos juego. Acepto tu condición únicamente si mañana tú y tu mujer aceptan el mismo trato
Mmmmm no estoy seguro de poder mañana ¿otro día está bien?
Si, si, claro
Entonces tenemos un trato
¡No lo podía creer, eso era más de lo que mi mente podía asimilar! Sentía una mezcla de celos y enojo al ver como Spencer también tenía relaciones con mis suegros, pensé que solo lo hacía conmigo, que ingenua fui.
En ese momento salió mi suegra completamente desnuda. Su denso matorral negro lucía libre frente a los ojos ávidos de ese muchacho, sus senos gigantes se mecían al compás de sus movimientos, sensuales, provocativos. Nor solo veía sentado en un banco.
¿Te gusto?
Me encanta señora, tiene unas tetas y unas nalgas soberbias.
Gracias tu también estás buenísimo
Bueno, bueno, empiecen ya. protestó el viejo.
Bueno amor Spencer, modelame, quiero verte como me enseñás tu musculatura.
Carmela se sentó en la cama y se puso a acariciarse el sexo, disponiéndose a hacer de espectadora. El comenzó a moverse en círculos, meneando la cintura y desnudándose poco a poco. Se quitó el suéter rojo que traía, no había nada debajo, solo su espléndido físico. Luego dejó caer su pantalón y luego su bóxer, hasta quedar en traje de adán, tan bello como era.
Carmela, tenías razón, este muchacho está demasiado bueno ñ - ¡¿acaso a don Norberto le gustaban los hombres?!
Ya desnudo, Spencer seguía modelando. Se ponía de perfil, contraía los bíceps, los abdominales, los trapecios y (no podían faltar) sus glúteos... ¡que glúteos!
¡Ese muchacho está para comércelo Carmela!
Spencer, vení aquí y chupame la pusa. - ¡¿chupame la qué?! Jamás había oído a mi suegra usar un lenguaje tan soez, nunca, a ella jamás se le salía una mala palabra.
El llegó en medio de las piernas de mi suegra, las separó un poco más y con gran suavidad y ternura se puso a besarle los muslos y la ingle, antes de llegar a su vulva peluda, a la que acarició con los labios. Aquella hábil lengua iba y venia, toda la intimidad de la señora era visitada y acariciada por ella. Y cuando la metía entre sus labios vaginales, la señora empezó a subir al cielo.
"¡Chupame el clítoris!, ¡chupamelo!" empezó a gritar la señora, enloqueciendo poco a poco de placer. Pude ver claramente cuando Spencer abrió la vulva de la mujer, y como animal empezó a chupárselo, capturando ese delicado botoncito con los labios y dientes. Alternaba también lametazos y besos fuertes con hondas metidas de lengua dentro de la vagina, que ya se veía más que caliente. Con sus manos amasaba las nalgas de la señora, que le acariciaba su rubio cabello, y de vez en cuando ponía un dedo haciéndole presión en el culo. Y yo estaba como loca frotándome los pechos y la vulva, me relamía los labios, la cabeza me daba vueltas.
¡¡¡Sí, seguí!!!, ¡¡¡seguí!!! ¡¡¡chupa!!!, ¡¡¡chupa!!! ¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!!!
La señora rompió en su primer orgasmo de la noche, que la hizo revolverse como una loca hasta casi caerse de la silla.
Gracias amor eso eso eso fue delicioso ahora mi esposo quiere ver que tenés para ofrecer.
Andá cosita rica, añadió mi suegro, que ya tenía la verga bien parada y entre sus manos ponte a cuatro patas y da vueltas a la habitación como un perrito.
Spencer comenzó a avanzar a gatas como un perro, moviendo las caderas para mostrar su culito perfecto y dejar a la vista la manera tan sensual y erótica con que su largo e impresionante verga se meneaba, que ya estaba recta y dura. No sé que me excitaba más, si el espectáculo de el, ver a mis suegros desnudos y masturbándose, o el hecho de que era mi amante con mis suegros talvez todo.
Me volvía loca cuando lograba ver como, debajo de sus tersos glúteos, los voluminosos huevos colgaban y se bamboleaban al lado de su enhiesta y amenazante paloma, era tan larga que le tocaba más allá del ombligo, no lo había notado.
Carmela, fuera de si, se bajó de la cama y se montó encima del muchacho, que le hizo de caballito, aceptando mansamente como ella le daba azotes en las nalgas.
¡Bueno, suficiente! dijo Norberto ¡Ahora vamos a tener acción!
Carmela entendió y se tendió en el suelo boca arriba, abriéndole impudorosamente las piernas al jovencito semental, que la penetró sin dudarlo ni un instante. Se nota cuando una mujer posee una extensa experiencia manejando objetos "pesados" en su interior. La larga y caliente barra de Spencer se coló como cuchillo en mantequilla, por la caliente abertura de la veterana señora, que la supo recibir duro y fuerte desde el principio.
Las caderas del tipo se movían frenéticamente, golpeando con fuerza la ingle femenina abierta a mas no poder. Norberto, por su parte, se puso de pié, con su gruesa verga horadada por ese piercing. Se arrodilló frente a su señora, quien no dudó un instante en capturarla con los labios, mamándolo mientras era perforada con violencia. Entonces, mi joven amante hizo algo que no me esperaba, le empezó a dar lengüetazos al pene del viejo. Eso aumentó mi calor y mi lujuria.
¡Yo sabía que este semental no era más que una perra! ¡Chupámela puto!
Spencer se unió a la chupada junto a la señora, y entre los 2 se pusieron a lamer el grueso glande del veterano, ella por debajo, el por arriba. Norberto se acercó más colocándose justo sobre la cara de su señora, que empezó a lamer con frenesí sus testículos y ano, dejando al rubio muchacho el honor de trabajar su falo. En cierto momento, Nor agarró a Spencer del pelo y lo comenzó a mover para que lo chupara más rico.
Yo ya no podía con mi excitación, tenía mi mano entre mi sexo, restregándolo con fuerza, masturbándome por primera vez en mi vida.
Norberto se levantó y le quitó el pene de los labios al jovencito. Se puso detrás de el, levanto las piernas de su esposa y colocó su pene en posición.
Carmela, ¿cómo está tu conejito para una doble?
¡Vos solo cojeme amor, dale duro y con violencia!
Dicho y hecho, Norberto penetró a su mujer con fuerza, ¡metiéndole la verga entre la vagina al mismo tiempo que Spencer! No podía entender como ella l soportó, eran 2 penes muy grandes, soberbios, demasiado gruesas como para que una mujer los pudiera alojar juntos en alguna de sus cavidades. Pero Carmela pudo, apretó los dientes y se dejó hacer, para luego empezar a gritar como un animal torturado mientras era, literalmente, partida por la mitad.
¡¡¡¡AAAAHHHH!!!! ¡¡¡¡OOOOUUUUGGGGGHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAGGGGHHHH!!!! ¡¡¡¡ME MATAN!!!! ¡¡¡¡ME MATAN!!!! ¡¡¡¡ME ESTAAAAAN PARTIENDOOOOO EN DOOOOOOSSSS!!!!
¡¡¡ASÍ ES COMO TE GUSTA, PERRA!!!
No me entraba en la cabeza que una mujer pudiera llegar al orgasmo, como ella lo acababa de hacer, siendo torturada tan salvajemente bueno, yo tuvo uno siendo violada
Norberto se salió del interior adolorido de su mujer, que se quedó con las piernas abiertas a sus costados, acabada, como una muñeca de trapo. Le susurró algo al oído a Spencer, que rió con picardía deteniendo sus embates en el sexo de la señora. Yo estaba lejos de imaginar lo que venía a continuación.
Don Norberto se sobó un poco su poderosa verga, la colocó sobre el ano de Spencer, y empujó. No podía creerlo cuando vi el largo mástil de viejo deslizándose dentro del ano del joven, que solo gemía y resoplaba como un toro. Quedó empalado por completo, los 2 inmóviles por un momento. Carmela, dándose cuenta de ello, empezó a besar y a acariciar al joven.
Lo que pasó allí, ya ustedes se lo imaginan, Norberto se cogió como un loco a Spencer. Lo tomó de las caderas y se le dejó ir con todo, según el muchacho le pedía, y cada vez le pedía más duro y fuerte. Y la cosa llegó a tal grado que el rubio ya ni tenía que mover las caderas para penetrar a Carmela, la fuerza de los golpes de Norberto eran más que suficientes.
Cogieron por más de 30 minutos, y al final, Spencer se había puesto de pié, cargando a doña Carmela de las nalgas, penetrándola con furia. Por atrás, Nor le seguía dando a el, sosteniendo las piernas de su esposo sobre sus hombros. Aquello era una orquesta de gemidos y gritos, aullidos y gruñidos.
Terminaron eyaculando dentro de la boca abierta de la señora, que, arrodillada en medio de ambos, tragaba las gran vaciada que se pegaron. Su boca quedó rebalsada, repleta de semen, que se le salía y le escurría por las mejillas y barbilla, quedando prácticamente bañada.
Aproveché ese momento para escabullirme de ese sitio, logré salir sin ser vista y me fui directo a mi habitación. Ya no aguantaba más, me encerré y me comencé a masturbar como loca, necesitaba mucho de ese orgasmo, ya no aguantaba más, ya no
Continuará
Garganta de Cuero
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