De esposa ejemplar a puta de lujo (15)

En esta ocasión Mario decide poner varios piercing a Sonia y además le hace otro tatuaje, pero ahora sobre su trasero, para que así su cuerpo de más morbo a los hombres.

A las 12 de la mañana siguiente me levanté, Mario ya no estaba, me dejó una nota donde me decía que se iba a pasar el fin de semana con una enfermera, que me cuidara para poder volverme a usar cuanto antes.

Cuando me miré desnuda en el espejo, estaba hecha una pena y con miedo de que me pudieran quedar marcas de los correazos. La cara a pesar de los golpes, no tenía señales sólo inflamada en un carrillo, aunque me dolía horrores el labio inferior por dentro.

Mario volvió el domingo por la noche y me dio otra pomada para las marcas, dijo que con eso en una semana se me quitarían.

Mientras nos acostábamos me comentó que al día siguiente me llevaría a hacerme otro tatuaje y a ponerme un piercing en la lengua, que le daba morbo que se la mamara teniendo eso en la boca.

A mi Mario cada vez me daba más miedo, controlaba ya mi vida totalmente, y aunque era generoso por el dinero que me daba, sabía que no le podía decir que no a nada, y que si lo hacía siempre lo resolvería poniéndome la mano encima.

Empecé a consumir cocaína todos los días, era lo único que me proporcionaba el valor suficiente para aguantar los caprichos de Mario. Al estar colocada era capaz de hacer las barbaridades que me pedía sin tener la lucidez mental necesaria para pararme a pensar lo que me pedía que hiciese.

Al día siguiente fuimos a ponerme el piercing y el tatuaje. Le llevé a donde me pusieron el piercing del ombligo y el corazón tatuado sobre el sexo, y Mario fue el que les dijo lo que quería que me hicieran, sin importarle mi opinión para nada.

Primero me obligaron a sacar la lengua, la echaron un spray anestésico y me hicieron el agujero con un aguja, a pesar de la anestesia, vi las estrellas y sangré bastante. Con el agujero ya hecho me metieron como un tornillo que por el extremo superior de la lengua tenía forma de bola, y que por la parte inferior permitía el cierre con una especie de rosca.

Me lo cerró con una llave, y le dijo a Mario que era un piercing que se podría quitar si algún día quería pero que tendría que ir allí porque sólo ellos podrían quitármelo.

El piercing era de oro, le costó un dineral, y la verdad que resultaba muy sensual, que se viera la bola dorada en mi lengua mientras hablaba, por lo que me imaginé que al mamar una polla tendría que ser el delirio para el tío de turno.

Después de desnudarme me tumbaron en una camilla para hacerme el tatuaje. Al ver las marcas de los correazos en mi cuerpo, debieron pensar que Mario me maltrataba, y a mí me dio mucho morbo que pensaran que mi hombre me pegaba. Entonces Mario le dijo que justo sobre mi trasero me tatuaran una rosa igual que la de una conocida marca de bourbon. La hicieron bastante grande, del tamaño de mi puño y con un rabito verde que se metía entre el canal formado por mis glúteos.

Era una forma de llamar la atención sobre mi culo para todo aquel que me viera el tatuaje ya que acababa en el canal de mi trasero.

Como casi siempre me hacía ir con la tripa al aire, llamaría la atención por delante con el piercing y el tatuaje del corazón, y por detrás con el de la rosa, que por cierto era una obra de arte.

Cuando terminó, el chico le dijo que me podía poner otro piercing en el clítoris que era la moda y que muchas chicas se los ponían.

Era lo que faltaba que al cabrón de Mario le dieran ideas, total que le dijo que sí, que le daba morbo tenerme también con el clítoris anillado.

El chico empezó su trabajo repitiendo lo que hizo en la lengua pero en el clítoris, abrí todo lo que pude las piernas y me hizo un agujero con una aguja y me metió un anillo de oro que eligió Mario, y que por su diseño ya no podría quitarme a no ser que se utilizara una cizalla. Sentí bastante dolor y, por que no decirlo, cuando me puso el piercing, placer, menudas manos tenía el chico.

Al finalizar le dijo a Mario que no podríamos hacer el amor durante una semana, hasta que bajara la inflamación, y que si me tiraba de la anilla una vez ya cicatrizada la herida, me proporcionaría un placer indescriptible. Terminó diciéndome que la señora nunca habrá sentido nada más maravilloso.

Luego el chico le comentó a Mario que a la señora ya sólo le quedan por adornar los pezones, pero Mario le contestó que ponerme dos anillos quedaría vulgar y que a él le gustaba que se me marcaran los pezones en la ropa no los aros.

Entonces el chico nos contó que podría ponerme un aguja en cada pezón que tenían en los lados unas bolas metálicas muy discretas, que los pezones siempre los tendría excitados y duros, lo que haría que se marcaran más en la ropa, no quedando vulgar, y que sólo se notarían cuando me vieran desnuda. Además si queríamos había una modalidad de quita y pon al tener las bolas insertadas a rosca en la aguja, con lo que al desenroscar una bola de cualquier extremo se podía sacar la aguja sin problemas.

Le enseñó unas fotos a Mario de alguna chica a la que se lo había hecho, y dijo que si, que me lo hiciera. Me puso otra vez spray anestésico en los pezones, los pellizco bien y me metió una aguja en cada uno, roscando luego las bolas de los lados, yo vi las estrellas. Nos dijo que no me los quitara en un mes para que los agujeros no se cerraran, eran también de oro, haciendo juego con los que ya tenía.

Cuando terminamos, yo me fui a casa y Mario a la consulta, no podía ir al club con esas señales, además estaba muy dolorida de tanto agujero y en zonas tan sensibles.

Cuando llegué a casa Tai ya había llegado. Me puse un tanga de un bikini y me tumbé a tomar el sol en la piscina. Se me quedó mirando las señales del trasero y la espalda pero sólo me dijo que le gustaba la rosa que me habían tatuado y los piercing que me había puesto.

Después me duché, y miré mi cuerpo detalladamente delante del espejo. Me di cuenta que había adelgazado bastante en este mes desde que Mario me puso a dieta me pesé y ya había perdido 3 kilos de los 6 que quería que bajara.

Mantenía las curvas en pecho y cadera, pero los brazos y piernas estaban mas estilizados, y se marcaban más las costillas en el abdomen y las espalda. Además la cara parecía también mas estilizada.

Los tatuajes y los piercing me daban un aspecto más sensual y morboso. Además me di cuenta que al abrir la boca para hablar siempre se me veía el piercing de la lengua. Todo ello me hacía parecer mas joven todavía de lo que era. La verdad es que al final me alegré de habérmelos puesto, incrementaban aun más mi pinta de golfa.

Mario llegó por la noche. Me saludó me vio la boca, tenía la lengua muy inflamada, y el clítoris y los pezones muy doloridos, así que como no podía mamársela ni follar con él, me dejó en la cama y se bajó a la habitación de Tai, para hacérselo con ella.

La verdad es que aunque en alguna ocasión había obligado a Tai a lamerme el sexo, quería verla hacerlo con un hombre, así que me puse a mirar desde el tragaluz que daba a su habitación. Tenía una buena panorámica porque la cama quedaba justo debajo.

Cuando Mario entró en la habitación, ella estaba durmiendo. Llevaba un camisón blanco transparente y braguitas blancas a juego. Por su juventud, a penas 19 años, y por tener todo el cuerpo depilado, incluido el sexo parecía una niña.

Como ya he comentado en otra ocasión la tal Tai tenía un buen cuerpo. No era muy alta mediría 1:65, pero se veía que Mario ya la había modelado con hormonas y cirugía, porque tendría unas medidas de 88-55-90, y de cara era bastante guapa.

También tenía piercing en los mismos sitios que yo, sólo que a ella además le habían puesto 2 en cada uno de los labios vaginales mayores, y en los pezones si tenía aros, no lo que me pusieron a mi. Además tenía un tatuaje encima de la vagina que representaba todo el sistema reproductor femenino, es decir, los ovarios, las trompas, el útero, etc., era como un dibujo de lo que había debajo de la superficie de su vientre.

Mario la despertó suavemente, besándola en los labios, la verdad es que me sorprendió tanta delicadeza. Ella le dijo que se alegraba mucho de que hubiera ido a verla, y empezó a meterle mano al paquete por encima del pantalón. Mientras tanto el, le quitó el camisón y empezó a besarla y chuparla las tetas. Mientras la corría la tira del tanga y empezaba a meterle los dedos en el sexo.

Sus tetas no eran tan grandes como las mías pero eran preciosas, con los pezones muy oscuros y atravesados por unos aros dorados.

Entre tanto ella no perdía el tiempo y ya le había bajado el pantalón, y empezó a masturbarle lentamente. Poco a poco se fueron girando y se pusieron haciendo un 69. Me sorprendió la lentitud y la tranquilidad con que lo hacían, debía ser por porque los orientales lo hacen todo con calma.

Mientras a ella ya se la veía abundante flujo en el sexo, Mario estaba todo empalmado, así que se la puso encima de él, y la dijo que empezara a follarse, pero despacio como ella sabía hacerlo.

Pude comprobar que Tai a pesar de su juventud era una consumada folladora, parecía que estaba bailando una danza oriental sobre la polla de Mario. De vez en cuando doblaba la espalda, para besar a Mario en la boca y apoyarle las tetas en su torso. Tenía la vagina y el ano, muy dilatados, se veía que en el burdel donde Mario la encontró en Tailandia, la explotaron a tope.

Después se cambió de postura y aunque seguía encima de Mario, ahora se puso dándole la espalda para que el pudiera ver su trasero. Mario aprovechó esta postura para meterla los dedos en el culo. Al oírla gemir, parecía una niña, la verdad es que daba un morbo impresionante, ver a aquel tío de cuarenta y tantos años follarse a esa niña.

Finalmente Mario se corrió dentro de su sexo, Tai siguió moviéndose cada vez más lento, hasta que se la sacó y empezó a mamársela como si estuviera adorando a un Dios.

Empezó por lamer con sumo cuidado el ano de Mario, para ir subiendo a los testículos y al prepucio, deteniéndose ahí un rato, subiendo y bajando. Mientras tanto me di cuenta que le metía algunos dedos en el culo. Yo nunca se lo había hecho, y nunca hubiera pensado que eso a Mario le gustara, pero la verdad es que se empalmó de nuevo.

Tai llevaba a la misma velocidad la mamada de la polla que el mete y saca de sus dedos en el culo de Mario, y a él la polla le iba a estallar de nuevo. Me imagino que esta debía ser una técnica Tailandesa que emplearía Tai en el burdel donde trabajó porque desde luego Mario estaba en éxtasis.

Cuando Mario notó que iba a correrse, la dijo que parara, la dio la vuelta poniéndola a 4 patas, y la penetró por el culo, también muy lentamente como si fuera un enamorado, como si no quisiera hacerla daño.

Me sorprendía mucho ese comportamiento en Mario, porque la trataba con tanta delicadeza, y a mi en cambio me obligó a que la tratara mal. Además a mi siempre me trataba con bastante o mucha violencia según el día.

Poco a poco fue acelerando el ritmo, hasta que le dijo a Tai que lo marcara ella que estaba cansado. Entonces el dejo de empujar, y ella a base de golpe de riñones era la que metía y sacaba su culo, deslizándolo por la polla de Mario.

Desde luego conocía todas las técnicas como una auténtica profesional a pesar de su apariencia de niña inocente.

Al cabo de un rato, Mario se volvió a correr, pero inundándola esta vez sus intestinos, se quedó quieta un rato y se volvió a salir limpiándole la polla con delectación.

Mientras Mario se reponía en la cama ella se estuvo masturbando un rato delante de Mario, gimiendo escandalosamente. Después de correrse preparó un jacuzzi, se metieron juntos y empezaron a besarse, mientras Mario la decía cosas bonitas, como mi niña, sabes que sólo te quiero a ti, y cosas así.

A mi me entraron celos, y esa noche Mario además durmió con ella, ya que después del jacuzzi ella le secó con una toalla y se durmieron en la cama abrazados.

A la mañana siguiente yo me pasé el día en la piscina tomando el sol y cuando Mario vino ese día bastante temprano por cierto, se dio un baño conmigo y me preguntó qué qué tal estaba Marta.

Aquella pregunta me sorprendió bastante, porque después de dejarla preñada, pensé que no querría volver a saber nada de ella.

La contesté que la propia Marta hacía unos 3 meses me preguntó por él, y que me dijo que le contara que no le guardaba rencor que la culpa también había sido de ella y que le gustaría volver a verle.

También le conté que ya estaba casi de 7 meses y que su marido se había tragado que el hijo era de él, y que no tenía de que preocuparse.

Entonces Mario me soltó que tenía ganas de tirarse a una mujer preñada, que no lo había hecho desde que lo hizo cuando su mujer estaba embarazada hacía mas de 10 años, y que le gustaría volver a repetirlo con Marta.

Yo me quedé helada porque eso implicaba que quería volver a jugar de nuevo con ella, y ya había sufrido mucho la otra vez.

Luego me preguntó que si era niño o niña lo que esperaba, y le respondí que una niña, y que estaba muy contenta porque ya tenía dos niños. Me respondió que mejor, que así si se la follaba preñada la niña cuando naciera ya sabría lo que es follar.

Hay que reconocer que Mario era capaz de decir auténticas aberraciones, aunque se tratara de su hija.

Mario me dijo que como ya llegaban las vacaciones suyas había pensado que nos fuéramos a Palma de Mallorca una semana los tres juntos, que nos iba a dejar los coños secos a las dos.

Que además tenía ganas de exhibirnos, a mí porque ya había llegado al punto máximo de belleza en cuanto perdiera algún kilo mas y a ella porque estaba preñada.

Me preguntó que cuantos kilos me faltaban por adelgazar con respecto a lo que me marcó. Le contesté que 3, entonces me dijo que antes de irnos a Palma dentro de 15 días tendría que haberlos perdido, para que en la playa ya todo el mundo pudiera verme con el cuerpo que el quería.

Le respondí que en el último mes con su régimen había pasado mucha hambre y que sólo había perdido 3 Kg., y que en sólo 15 días no podría perder otros 3.

Entonces me recetó diuréticos y laxantes para perder líquidos (me avisó que estaría todo el día orinando y con diarreas) y me dijo que tomara una sauna todos los días en el club después de la sesión de aeróbic para eliminar también líquidos por la piel.

Por último me avisó que si no pesaba en 15 días los 56 Kg. que me dijo o menos, que no iría con ellos a Palma, así que por la cuenta que me traía que hiciera un último esfuerzo.

En definitiva, me iba a tocar convencer a Marta para que se viniera con nosotros a Palma y ponerla en manos de nuevo del degenerado de Mario, y en esos 15 días tendría que seguir viviendo como una anoréxica si quería acompañarles.

Lo que estaba claro es que si conseguía acompañarles, las vacaciones no iban a ser nada aburridas.

Continuará.

Se agradecen comentarios.

Autor: Corsarionegro

Correo: corsarionegroesp@yahoo.es