De esposa ejemplar a puta de lujo (09)
Se produce el divorcio de Sonia, por lo que pierde ya por completo a su familia. Además Mario cumple el capricho de que Sonia se trajine a su cuñado el día de su boda.
En las semanas siguientes, seguí haciendo el amor con distintas mujeres, algunas prostitutas, amigas de Ana, y con la propia Ana, que depuró mi técnica para comportarme como una auténtica lesbiana, haciéndome una experta en el arte de dar placer a las mujeres.
Me enseñó a utilizar consoladores de correas, follando con ellos a las mujeres por boca, coño y culo, utilizándolos como si tuviera una polla de verdad. Y también me enseñó a moverme cuando me follaran a mi con ellos, para conseguir más placer.
Entre unas cosas y otras nos metimos en el mes de mayo, mi marido Carlos había acelerado los trámites para el divorcio, y me convocaron para un careo con el juez, y así determinar como quedarían las cosas tras el mismo.
Ana me dijo que no me podía permitir que me dieran la custodia del niño, así que tenía que dar mala imagen al juez que además era mujer para que no se pusiera de mi parte.
Como ya estábamos en mayo y el tiempo era bueno, fui vestida con una minifalda negra de cuero por los muslos, unas sandalias con 10 cm de tacón, con los dedos de los pies pintados de rojo, un polo rojo sin mangas, muy ajustado que me marcaba todas las tetas y el sujetador, y por supuesto muy maquillada.
Entré en la sala donde me habían citado, fumándome un cigarro. Allí estaban Carlos, mi madre, su abogado y la juez que era una mujer de unos 50 años con pinta conservadora, que me dijo que me sentara y que apagara el cigarro que la molestaba.
Me senté cruzando las piernas. Ni Carlos ni mi madre me saludaron. Su abogado dijo que querían la custodia del niño, y que además se negaban a pasarme una pensión. Como mucho por bienes gananciales me darían 10 millones por la venta del piso que todavía no habíamos terminado de pagar, pero que Carlos ya había vendido, porque dijo que no podía seguir viviendo allí, porque le traía malos recuerdos.
De una carpeta, sacó fotos mías y un informe de una agencia de detectives, que me habían seguido desde que me fui de casa en febrero.
Salían fotos mías con mujeres diversas y con Ana en discotecas a altas horas de la madrugada e incluso entre semana, dándome el lote con ellas, metiéndonos mano, besándonos, y bebiendo copas, etc. También fotos entrando y saliendo con esas mujeres del apartamento que compartía con Ana.
Llegaron a hacerme fotos de la noche que estuve bailando delante de Marta y Mario, en una discoteca, la noche que Mario la folló por primera vez. Yo salía con la mini muy subida, y en una foto a través de los panties, se veía que no llevaba bragas. Además salía perfectamente la blusa de gasa transparente y las copas del sostén en fosforito por la luz ultravioleta.
Mi madre no paraba de llorar. Luego aportaron un dossier de Ana. Con fotos y pruebas, la presentaron ante la juez como mi amante, desde hacía meses, mostrando además su actividad en un burdel de lujo y en hoteles con hombres y mujeres que la contrataban como prostituta.
Yo la verdad no me esperaba este seguimiento por parte de Carlos, se veía que quería deshacerse de mi lo antes posible. Aportaron fotos de cómo era antes y como era ahora para que la juez viera mis cambios tanto físicos como en mi forma de vestir.
Luego la juez me sometió a un interrogatorio.
Me preguntó si era bebedora, si me iban bien las cosas en el trabajo. Que cual era mi relación con Ana y con las mujeres en general, si era homosexual, etc. Yo mentí a todas las preguntas, pero mi imagen era tan pésima que evidentemente nadie me creyó.
Finalmente la juez dijo que era un caso muy claro y falló en todo a favor de Carlos. Me quedé sin pensión, sin mi hijo al que no podría volver a ver ni hacercarme a una distancia inferior a 100 m mientras fuera menor de edad, ya que podría ser una mala influencia para él, y sólo me concedió los 10 millones por la venta del piso, que me pagarían esa misma semana si no apelaba. La verdad es que aunque apelara con esas pruebas no tenía nada que hacer así que opté por aceptar, y el dinero me venía bien para sanear mi maltrecha economía.
Cuando terminamos Carlos se marchó con el abogado sin mirarme, y mi madre llorando me dijo que nunca se hubiera imaginado que fuera lesbiana, y que no quería volver a verme a no ser que me comprometiera a cambiar y a someterme a un tratamiento psiquiátrico. Ella no podía entender mi bisexualidad ni la nueva vida que había elegido.
Me contó que mi padre estaba mal del corazón desde que empezó todo y que era mejor que no me viera y que no supiera toda la verdad.
Cuando se fue me quedé allí sola llorando, fui consciente probablemente por primera vez de la realidad, al ver todas aquellas fotos, comprendí en lo que me había convertido, y el que no pudiera volver a ver a mi hijo, me partió el alma.
Aquello si cabe me descentró todavía mas, me entregué a todas las perversiones que se le ocurrían a Mario, y desde entonces ya me ha dado igual todo porque había perdido lo que más quería.
Esa semana, se casaba mi cuñado Luis, y Mario ya enterado de los términos de mi divorcio, me obligó a que me lo follara el día de su boda, según él para despedirme por todo lo alto de mi familia. Aquello sería como la confirmación para Luis de que era una zorra, no me gustó lo que me pedían que hiciera, pero le contesté que me lo follaría.
Como evidentemente no me invitaron a la boda, le llamé para decirle que quería verle el sábado por la mañana en mi apartamento (se casaba por la tarde), que tenía un regalo de bodas para él. Me contestó que no lo veía claro, que sabía que su hermano me había puesto detectives y que si nos veían lo pasaría mal.
Le respondí que ya me los había quitado, porque había ganado el juicio del divorcio, y que podría entrar por el ascensor que subía del garaje. Se lo pensó, pero como seguro que me deseaba, accedió.
Yo la verdad tenía muchas ganas de joder con un hombre, el único hombre que había catado en tres meses era precisamente Luis, y ya estaba un poco harta de comer tanto coño.
El sábado a las 12, llamó a la puerta, Ana estaba en la otra habitación para no perderse nada y estaba grabando todo para que luego lo viera Mario.
Ana me obligó a recibirle vestida sólo con un camisón negro transparente que me llegaba justo a una cuarta por debajo del sexo y que dejaba ver todo mi cuerpo, tetas, culo y coño.
Además me maquilló como si fuera una muñeca de estas de nuestras abuelas, con colorete rojo en los carrillos, la cara espolvoreada de blanco y con pestañas postizas negras. Mis gruesos labios de rojo y el pelo recogido en dos coletas. Me dijo que quería darme un aspecto de muñequita, que eso le gustaba a muchos hombres, aspecto que se acentuaba con mi coño todo depilado.
Al abrir la puerta me tiré a mi cuñado, y le di un beso metiéndole la lengua hasta la garganta, tocándole con una mano la polla, que ya estaba empalmada, le dije que el regalo de bodas era yo, que era su muñequita.
Me dio un empujón y me dijo que su hermano estaba destrozado que le había contado todo y que le había enseñado el reportaje de los detectives. Me preguntó que si era verdad que era lesbiana, y le respondí que era bisexual y que me gustaban tanto hombres como mujeres, aunque era algo más hetero que gay.
Me propinó una hostia, y me dijo que mas que una muñequita lo que era es una auténtica zorra, y que me iba a follar como a tal.
Me dijo que empezara a desnudarle y que se la chupara. Le quité la ropa y empecé a mamársela como una auténtica muerta de hambre y lo mejor que podía teniendo en cuenta que me follaba la boca como si fuera un coño y me daban arcadas. Estábamos delante de un espejo, y me obligó a masturbarme mientras tanto me decía que me mirara al espejo y que comprobara lo sucia que era.
La verdad es que tenía razón, la imagen que me devolvía el espejo era la de una auténtica puta de lo peor.
Cuando iba a correrse ya que estaba echando preseminal, se salió de la boca me puso a 4 patas de cara al espejo y me obligó a encenderme un cigarro, quería que fumara mientras me daba por detrás.
Se puso un condón, porque no quería contagiarle nada a su futura mujer, y me la metió por el culo hasta el fondo. El tío me dijo que empezara a tocarme el coño con fuerza y que no parara de fumar mientras tanto, que eso le ponía cachondo. Desde luego Luis tenía que ser uno de esos hombres fetichistas del tabaco, que le gusta ver a las mujeres echar humo mientras las follan.
Mientras me masturbaba y fumaba, él me daba por el culo, con gran violencia y me estaba haciendo daño, aunque se contrarrestaba con el placer que me daba yo al masturbarme.
Cuando se me acabó el cigarro, me dio la vuelta y me la metió por delante en el coño, y me obligó a fumarme otro cigarro. La verdad es que aquello también me daba morbo, nunca había fumado mientras me follaban, y estaba encadenando un orgasmo detrás de otro, además el morbo se incrementaba por el hecho de estar viéndome todo el rato por el espejo.
Cuando se corrió yo me estaba acabando el segundo cigarro, se salió, se quitó el condón y si dejar que me levantara, me obligó a que me bebiera todo su contenido, cosa que hice como una gatita golosa, relamiéndome cuando terminé.
Después me llevo al baño, me obligó a orinar con las piernas bien abiertas, ya que decía que nunca había visto a una mujer hacerlo, y cuando acabé me metió en la bañera, me hizo abrir la boca y se puso a mearme dentro y a decirme que tragara. Aquello me daba asco y me negué, pero me dio otra hostia y la abrí.
Al abrir la boca empezó a mear dentro, el pis sabía como amargo (era la primera vez que me hacían una lluvia dorada), y estaba caliente. Como vio que no podía tragarme todo, acabó la meada regando todo mi cuerpo, incluido el pelo, cosa que me hizo sentir profundamente humillada.
Después de eso se la sacudió y me obligó a limpiarle la polla.
Cuando terminé de limpiarle, me dijo que no me quería volver a ver. Que lo que había hecho conmigo esa mañana, ya lo había hecho antes con putas y que era como ellas, y que lo mejor que le podía haber pasado a su hermano era deshacerse de mí.
Me dejó en la bañera empapada por el pis llorando. Yo estaba muy sensible con el tema de mi familia al ser la ruptura muy reciente y porque era muy duro que todos en mi familia pensaran que era una puta y además homosexual.
Mientras se vestía yo le miraba y el se reía al verme llorar, diciendo que tenía lo que me merecía.
Me di cuenta que hasta ahora en estos meses me había acostado con hombres y mujeres, comportándome como una auténtica puta en la cama, pero que aquella había sido la primera vez en que además de comportarme como una puta, me habían tratado como a tal y que encima había sido un familiar. La verdad es que ni Mario me había tratado con aquel desprecio.
Cuando se fue, salió Ana de la habitación diciendo que vaya con mi cuñadito, que menudo guarro había resultado ser, que estaba perdida de meados. Yo mientras tanto seguía llorando y Ana me consoló, diciéndome que aquel había sido el último contacto con mi familia, y que a partir de ahora todo iría mejor.
Continuará.
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Autor: Corsarionegro
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