De esposa ejemplar a perra sumisa (11)

El Sr.Davidson en persona retoma mi camino de doma y adiestramiento, pronto me convierte en lo que él quiere. Me pervertirá y dominará de formas que nunca me creí capaz.

Capítulo XI

Dicen que lo más difícil de cualquier empresa es dar el primer paso, y yo di muchos primeros pasos que me convirtieron en una perra insaciable. Poco a poco, paso a paso, fui transformada en una puta viciosa, sumisa y degenerada, capaz de gozar con las cosas más degradantes y dolorosas. Ya casi no quedaba nada de esa antigua ama de casa, madre amorosa y esposa fiel y castísima. De lo poco que conservaba, era gracias a mi marido y a mis hijos… pero hasta eso me sería quitado

Pasaron otras 2 semanas más, esta vez fue James Davidson en persona quien se encargó de mi doma y adiestramiento. A Marvin no lo volví a ver en ese tiempo, tampoco a Elisa, y no verla a ella si me dolía mucho. Pero creo que hasta la comprendía, así debía ser, esa erala vida de una esclava, la vida que yo misma había elegido. Ese fue tiempo más que suficiente para que el negro me pudiera pervertir aun más, a la fecha, me cuesta creer todas las cosas que hice bajo su mandato.

Mi vagina, ano y boca habían alojado a su poderoso pene, le pertenecían ya, no quedaba de mi ni un solo rincón virgen, todo se lo había dado a él, no había nada que le pudiera negar. Ese día fatal, el día que tanto temía, me hallaba cogiendo con él, exactamente 2 semanas después de la segunda "evaluación" y a 2 meses de la primera vez que me tomó. Respiraba muy acelerada, nos hallábamos sobre su lecho, en su penthouse, yo boca arriba frente a él, apoyada en mis codos en medio de sus piernas abiertas y con mis piernas sobre sus poderosos muslos, dándole la espalda. El negro me masturbaba enérgicamente mientras su descomunal maza se albergaba cálidamente dentro de mi ano distendido en un gran boquete. Sudábamos copiosamente, habíamos estado cogiendo ya por cerca de una hora y yo ya iba por mi tercer orgasmo.

¡¡¡OOHH!!! ¡¡¡OOHH!!! ¡¡¡OOHH!!!… ¡¡¡¡¡AAAAAAAAMMOOOOOOGGGGHHHH!!!!!

Acabé por tercera vez, del fondo de mi garganta salió un grito acompañado de un largo chorro de orina que él me provocó de tanto frotarme el clítoris y mi punto G al mismo tiempo. Esa era otra de las cosas que me había enseñado (o en lo que me había "amaestrado"), la eyaculación femenina, la aprendí con Elisa y la perfeccioné con él. La intensidad de mi orgasmo hizo que me derrumbara sobre su pecho al mismo tiempo que el Amo me llevaba sus manos a mi rostro en donde se las limpié con la lengua de mis propios fluidos.

Habíamos quedado muy de mañana aprovechando que mi esposo tuvo que hacer un turno de noche. Yo misma llegué a su penthouse y abrí la puerta con una llave que él me dio. Cuando mi amo llegó minutos más tarde, se dirigió resueltamente hacia la habitación y me halló desnuda completamente y con un collar de perro en el cuello, de cuero negro, la correa estaba enrollada en una de las patas del lecho. Así le gustaba a él encontrar a sus perras. Me encontró masturbándome (tal y como me lo ordenó) y con los dedos dentro de mi boca, saboreando mis propios jugos. Era increíble, pero ya hasta a eso me había enviciado ese hombre. Mis senos delicados se mecían suavemente al compás de mi respiración.

¡Pamela, qué visión tan sorprendente, nunca me dejará de dar sorpresas!

Pues aquí me tiene Amo, hágame lo que usted quiera… como siempre

Me tomé de las manos y me puso de pié, me contempló entera, erguida, era un espectáculo. Prendió el equipo de la habitación y comenzó a sonar

"La Gasolina" de Daddy Yankee, y yo, adivinando sus deseos, la empecé a bailar, contoneando cadenciosamente las caderas. Al él le encantaba mi cuerpo diminuto y moreno, con

mis pequeños senos bamboleándose al compás de la música y de mi propia respiración agitada. Mis pezones oscuros, erectos y puntiagudos parecían hipnotizarlo, abajo, mi vientre plano marcaba el camino en donde, otrora, se hallara una mata espesa de vellos que custodiaban la puerta al soberbio templo de mi cuerpo, pero que ahora estaba totalmente depilada, milagrosamente convencí a Fer que me depilé para él.

Mi cuerpo era hermoso sin duda, chico pero fuerte y bien construido, con unas caderas no muy amplias pero compensadas por una cintura muy estrecha y por un magnífico par de nalgas, grandes, paraditas y duras. Y todo ese conjunto estaba rematado por un par de piernas largas y fuertes, esbeltas, preciosas.

Mi piel empezaba a brillar por el sudor que la cubría, ya no soportaba más, me pervirtió tan bien que ya no podía estar frente a él mucho tiempo sin que una calentura enfermiza se apoderaba de mi inmediatamente y me llevara a hacerle algo. Me arrodillé dócilmente con las manos tomadas en mi espalda esperando su autorización, quería tener su pene entre mi cálida y húmeda boquita, estaba nerviosa, hasta parecía primeriza. Él se desabrochó el cinturón y el cierre del pantalón, bajándoselo de un fuerte jalón, se quedó solo en calzoncillos. No tardé en meter la mano para comprobar el estado de su aparato, sentí un escalofrió cuando rocé su glande con los dedos. Fuera de mi le bajé la última prenda, dejando frente a mi su ciclópeo pene parado, el cuál tomé por la base y lo empecé a pajear.

Amo… Amo… soy suya Amo… le pertenezco… – susurraba en voz baja.

Me lo metí a la boca, principié chupándole el glande como un bombón, para encajármelo poco a poco hasta el fondo de la garganta en donde lo dejaba por un momento. Se la mamaba como una poseída, trataba de metérmela hasta los huevos con succiones descontroladas, profundas, fortísimas, tenía los ojos en blanco como en un profundo trance. Él no quiso una felación larga, no demoró mucho su primer orgasmo y acabó muy rápido. Sujetándome de la cabeza con fuerza me ensartó su enrojecido y palpitante mástil hasta el cogote y se vació iracundamente.

¡¡¡¡AAAAGGGHHHHHHH!!!! – bramó como un toro embravecido mientras yo apenas lograba hacer ruidos guturales de ahogo, pero igual no traté de separarme.

No paré y seguí chupándosela, con su semen derramándose por las comisuras de mi labios y bañando el cuello y pechos. Conseguí, en menos de 5 minutos, ponerlo duro de nuevo. Casi por la fuerza me separó y me tiró boca arriba sobre la cama, me abrió de piernas y se quedó un momento contemplando mi vulva inundada, pelona y brillante, enrojecida e hinchada. Mansamente lo dejé restregarme la verga de arriba abajo sobre mi sexo hasta que me la metió de golpe. Por supuesto que grité, y fuerte, una verga como esa no pasa sin darse a notar.

Inició como un salvaje, dándome por todos lados en donde se me podía dar y yo feliz le pedía más como una perra desesperada y necesitada. Lo rodeaba con las piernas, empujándolo contra mi cuerpo para que me clavara con más fuerza y violencia. La visión de mis chiches meciéndose de un lugar a otro como 2 flanes lo excitaba más todavía y lo incitaba a penetrarme con más potencia cada vez, quería ver a su hembra cubierta en sudor, ver como sus embates estremecían todas mis carnes, oírme suplicar por piedad al mismo tiempo que le pedía más.

Y así continuamos hasta que me colocó en 4 sobre la cama y me volvió a coger. Así llegamos al momento en que, tras mis 2 primeros orgasmos, rodamos y quedé arriba de él, aprovechando para clavármela por el culo. Chillé y me retorcí de placer y de dolor. Luego me cambio de pose sin sacármela, me dio la vuelta y me dejó mirándolo de frente, me apoyó en la cama sobre mis codos, en medio de sus piernas, y subió las mías sobre sus muslos, me comenzó a dar duro, ya deseaba acabar y yo sentía que mi tercer clímax estaba cerca, gimiendo fuerte mientras gruesos goterones de sudor resbalaban por mi frente. Paraba a ratos para levantarme con todo y caderas, sacarme la paloma y ver mi hoyo abierto y dilatado laxamente. Sufría de incontinencia tras cada sesión con él, sencillamente cuando te dejan el culo como un tubo de PVC, no podés retener nada adentro.

Todo mi cuerpo se estremecía ante cada nuevo embate, mis tetitas se sacudían con violencia, mi rostro se veía tenso, pero feliz y caliente; mi larga cabellera caía sobre mi cara, empapada en sudor; mis ojos muy abiertos estaban perdidos en la nada, en otro mundo, un mundo de placer. Y así, tras otra media hora de un inmisericorde, pero placentero, mete y saca, anuncié mi orgasmo con un fuerte rugido que salió de lo más profundo de mi ser.

¡¡¡¡PAMELA, PAMELA, PUTA!!!!… ¡¡¡¡PUUUUTTTTAAAAAHHH!!!! – me gritaba enloquecido.

¡¡¡¡¡MI AMO, MI AMO!!!!! ¡¡¡¡¡SOY SUYA AMOOOOO!!!!!… ¡¡¡¡¡SOY TODA SUYAAAAAAAAA!!!!!

¡¡¡OOOJJJJJ!!! ¡¡¡OOOJJJJJ!!! ¡¡¡OOOJJJJJ!!! ¡¡¡¡¡OOOOOUUUUUUURRRRRRGGGHHHHH!!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAGGGGGGHHHHHMMMMMFFFFFFF!!!!! – regó con fuerza las entrañas de su puta que pegó un fuerte suspiro y un potente alarido de placer al sentir sus clientes jugos inundarla – ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAARRRRRRRRGGGGGGGHHHHHHHH!!!!!!

Su semen se escurría de mi vagina y caía entre sus piernas, yendo a dar su vientre, nuestras pieles mojadas se pegaban una a la otra como calcomanías. Tan solo me quedé encima de él, sintiendo su cuerpo bajo el mío, fuerte y duro, su respiración agitada y profunda era como un cálido masaje. Toda la habitación olía a mujer embramada, a sexo. Nos quedamos así hasta que, tras 15 minutos, él se puso de pié y salió del cuarto, poco después salí a ver si necesitaba algo (a mi por ejemplo), se hallaba sentado en la sala con su enorme péndulo de carne colgando entre sus piernas.

Bueno Pamela, quiero decirle que estoy muy orgulloso de usted, es una de las mejores putas que he tenido, sencillamente una de las mejores. Estas 2 semanas me ha demostrado lo buena perra que puede llegar a ser

más bien de lo perra y sucia que me puede llegar a convertir. – le dije interrumpiéndolo.

Es lo mismo, ¿no?

¡Claro que no! – estuve a punto de estallar en llanto, pero aun logré contenerme – ¡Usted me ha convertido en algo que no era! ¡No sé cómo lo ha hecho! – le dije, esos estallidos de dolor ya no eran muy comunes en mi, pero el Amo no intentaba reprimirlo, es más, parecía gozar cada vez que me veía así.

¿De verdad quiere que pare? Su vulva mojada me decía otra cosa hace unos momentos… y ahora también me está diciendo algo muy diferente

Cállese… – le dije casi en un susurro.

¿Y su ano Pamela, cómo está su ano? Está lleno de mi leche, ¿no? ¿O ya se le está saliendo? ¿La siente resbalando despacio por entre sus muslos? – maldito, era cierto, su semen se me estaba saliendo del culo en lentas líneas – ¿No lo siente abierto?, dígame Pamela, ¿siente que le dejé el culo abierto? – asentí en silencio – Pero quiero que me lo diga perra

Si Amo, me lo dejó muy abierto

¿Cómo un boquete? Vamos, llévese una mano al culo y respóndame… ¿parece un boquete? – increíblemente lo hice, llevé una mano hacia mi adolorido ano.

Si… está abierto

¿Cómo un boquete? – asentí con la cabeza – ¿Y te caben los dedos adentro?

Si señor

¿Cuántos te caben?

3… no, perdón… 4 dedos

¿Y le cuesta metértelos?

No Amo… me entran muy fácil

Si los dedos le quedaron llenos de semen, límpieselos con la boca perra… – lo hice, me llevé los dedos impregnados de su simiente a la boca y los chupé con delectación, no lo podía creer, casi sin esfuerzo alguno me tenía dominada nuevamente – ¿Ya ve perra? Yo lo único que hice fue mostrarle tal y como es, como la perra sucia, viciosa e insaciable que siempre fue. Sé que ahora quisiera que se la volviera a meter, que la volviera a coger como el animal que es, como la noble bestia ávida de carne que siempre fue. – les juro que, ante mi horror y asombro, de mi boca cayó sin poderlo evitar, una larga liga de babas que fue a dar sobre mis ingentes pechos, a la vez que de mi inflamadísimo sexo caían largas líneas de fluidos, ¡de solo oírlo me estaba derritiendo! – Respóndame Pamela, ¿quiere que la vuelva a coger? – asentí con la cabeza – Pídamelo entonces, quiero escucharla rogándome.

Amo… ¡quiero que me vuelva a coger otra vez, que me haga su objeto de deseo y de placer, QUE ME ROMPA EN MIL PEDAZOS!

Si, lo sabía… pero no hoy, por hoy hemos terminado. – se me hizo un nudo en el estómago, estaba tan caliente – Pamela, como le decía hace unos momentos antes que me interrumpiera con sus inútiles gimoteos, estoy muy impresionado y orgulloso de lo puta que es, y creo que ha llegado la hora

¿La hora de qué?

De convertirla en mi perra sumisa y mi esclava sexual para siempre… – me estremecí, no pude decir nada, pero mi cara de horror habló por mi.

A partir de este momento pasará a ser mi esclava de tiempo completo… recuerde el acuerdo que teníamos, a cambio de su vida le pagaba el tratamiento completo a su hijo y me abstenía de tocar a su marido… y lo he cumplido al pié de la letra, ¿no es así? – para mi desgracia era cierto, Fernandito ya casi estaba curado y a Fernando le estaba yendo mejor con su nuevo trabajo e ignoraba todo lo que tuve que hacer con ese hombre.

¡Dios mío! – exclamé y me derrumbé en el suelo, comenzando a llorar.

Tranquilícese señora que tiene muchas que hacer aun… esta noche iré por usted a su casa.

¡A mi casa, no allí no, mi marido va a estar esta noche, no puede ser en mi casa!

¡Allí será perra! – me dijo levantándome la voz, me sentía tan apabullada que bajé la mirada – Es más Pamela, quiero que su esposo se entere de nuestro trato y que vea cómo me la llevo.

¡No, no por favor, eso no… lo que sea menos eso!

Pues esa es mi voluntad… su marido tiene que verlo. Pero no creo que es solo un capricho mío sin justificación alguna, al contrario, es así como debe ser. Su usted simplemente desaparece, él la buscará hasta por debajo de las piedras y eso no me conviene, como comprenderá, me muevo entre las sombras, la discreción es indispensable en mi mundo. Por ello el lo tiene que saber, tiene que estar al tanto que su mujer fue convertida en una perra sucia y viciosa por un macho de verdad y todo por él, para salvarlo del mismo destino. Y, sobre todo, debe saber que su amada mujer ya no le pertenece más, que ahora tiene otro dueño que puede hacer con su vida lo que se le de la gana. Él debe entender que lo mejor es que la deje ir y se olvide de ella para siempre, de lo contrario algo muy malo le puede pasar

¡¿Cómo dice?!

Lo que escuchó Pamela… pongamos las cosas en claro, usted me pertenece, pagué por su vida y pagué caro. Es una inversión que no pienso perder por un marido celoso, así que él tiene que entender, de lo contrario YO lo haré entender a como de lugar… esto es lo que hará, le dirá que esta noche estoy invitado a cenar a su casa, le daremos una potente droga en la bebida y usted le escribirá una carta en donde le explicará todo y que la debe dejar ir, de lo contrario ya sabe lo que le pasará. Luego usted se irá conmigo para siempre… y él, al despertar, ya no la encontrará más.

Se puso de pié y entró a su habitación, me dejé de rodillas en el suelo, temblando. Salió vestido y con un gesto muy serio, me vio fijamente y me repitió con una frialdad que me heló la sangre:

Esta noche Pamela, esta noche… recuérdelo bien, esta noche… – y se retiró, dejándome sola.

¡Dios mío, entré en una terrible desesperación, sabía que ese día llegaría pero no estaba preparada ni remotamente!

CONTINUARÁ

Garganta de Cuero.

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