De esposa ejemplar a perra sumisa (04)

Marvin me cita para mi primer seción de doma y adiestramiento, que en realidad no es más que una salvaje cogida que ese desgraciado me pega. Aunque, al final, lo gocé como una perdida.

Capítulo IV

Pame… Pamela… amor… ¿qué… qué te hicieron mi vida? – yo solo negué con la cabeza sin poder articular palabra, Fernando insistió.

Nada… no me hizo nada más

Pero… ¿entonces?

Me paseó por la ciudad… me… me dijo un montón de cosas

¿Qué cosas?

Que… que me convertiría en una perra viciosa y adicta a él… – entonces rompí en un llanto incontrolable, lleno de dolor y de vergüenza.

¡Nunca debimos hacer esto, jamás debimos entregarnos a ese degenerado de mierda!

No, era inevitable, – le respondí casi sin voz, él se sorprendió – solo así podíamos salvar a Fernandito… si tengo que degradarme hasta los extremos por él, lo haré con gusto… – mi esposo vio en mis ojos, bañados en llanto, una firme resolución, y los suyos vi duda y confusión, Fernando hubiese querido decirme algo, pero no habían palabras; yo seguí – Fer, quiero pedirte algo… 2 cosas… – le dije.

¿Cuáles amor, lo que querrás?

Recordá que siempre, no importa lo que pase, te amaré como una loca

Yo también mi vida… te amaré hasta después de muerto… ¿y la otra cosa? – cerré los ojos e hizo una pausa para tomar fuerzas y poder continuar.

Fernando, por favor… nunca me vayás a preguntar sobre las cosas que me haga el negro… sean lo que sean, no quiero que lo sepás

¡¿Cómo?, pero me lo tenés que contar, para eso soy tu esposo! ¡"En las buenas y en las malas", ¿todavía te acordás de eso?!

¡No tenés que ser hiriente! – le dije llorando, pero debía comprenderlo, tampoco era fácil para él – No se me ha olvidado, pero no es tan fácil… no tenés idea de la vergüenza que siento ahora.

Es que necesito saberlo amor… – me dijo más calmado.

¡¿Y para qué, qué va a cambiar?! ¡Eso no hará las cosas más fáciles ni las arreglará!

¡Pero yo lo necesito saber!

¡Y yo necesito que no lo sepás! ¡No quiero que lo sepás, no soportaría la vergüenza!

¿Fue acaso algo tan sucio y asqueroso?

Dejarme tocar y poseer por un desgraciado que no es mi esposo es suficientemente sucio y asqueroso para mi… – me dio la vuelta y salí envuelta en llanto, pero haciéndome la enojada para que no siguiera.

Trató de detenerme pero no lo dejé, me metí al baño dejándolo sentado en la cama, confuso y furioso, creo que lo dejé peor de cómo lo encontré. Sabía que no lo convencerían mis razones, que a él lo mataba más la duda que la verdad, pero era necesario e inevitable que se sintiera así ahora. Por mi parte me metí bajo la ducha y abrí el grifo, dejé que el agua fría recorriera mi cuerpo lavándome de la podredumbre que ese hombre me dejó encima. Además, el ruido de la regadera amortiguaba mis incontrolables sollozos, esa noche le había dicho la mentira más grande de mi vida al hombre que más he amado y que no he podido, ni podré, olvidar… me quería morir.

No le dije ni siquiera a qué hora había vuelto, nada, sencillamente al día siguiente hicimos como si nada hubiese pasado, aunque con una frialdad entre los 2 que jamás había existido, se me hacía insoportable. Era domingo y nos quedamos en la casa junto a nuestros hijos, al día siguiente él salió de nuevo salí a buscar trabajo, ahora se sentía más presionado. Yo me quedé en la casa, tratando de que los quehaceres me sacaran de la realidad, una realidad dura de la que quería salir huyendo… pero Davidson no me dejaría.

¿Aló? – dije, contestando el teléfono.

Buenos días señora, le habla Marvin Batres… – me dijo y me estremecí.

-… – me quedé sin habla por un minuto.

Buenos días… ¿está allí Pamela?

Si… bueno… buenos días… – le respondí.

Espero que haya dormido bien para esta mañana

¿Cómo dice?

Que espero que haya dormido bien… pasaré por usted en 30 minutos

¿Qué, cómo dice?

¡Bueno, ¿es usted sorda o solo se está haciendo la estúpida?! ¿Escuchó lo que le acabo de decir mujer?

¡Pero… ¿qué tiene que estar pasando por mi usted?! ¡Mi trato es con el Sr. Davidson!

Si cree que soy tan estúpido de contactarla a espaldas de mi jefe, está muy equivocada, no me conoce ni lo conoce a él.

Entonces… ¿el Sr. Davidson está al tanto de esto?

¡Claro que si, ¿no se lo estoy diciendo?!

Pero… pensé que

¿qué solo con él lo tendría que hacer? Mire señora, me esté colmando la paciencia, de verdad, no me entra en la cabeza que usted pueda ser tan imbécil. Usted es propiedad del señor James Davidson, ¡que se le meta en la cabeza de una vez! Él puede dársela a quien se le de la puta gana, incluyéndome a mi. – tragué saliva, tenía ganas de llorar – El día de hoy va a comenzar su doma y adiestramiento

¿Doma y adiestramiento, como si fuera un animal?

Señora Lozano… US-TED-ES-UN-A-NI-MAL, dejó de ser persona desde el momento en que aceptó el trato de mi patrón. Pero no sé porqué pierdo saliva con usted, en 30 minutos pasó por usted y más le vale estar lista, porque de esta sesión voy a levantar un reporte que el Sr. Davidson leerá muy detenidamente. Debe estar vestida con la ropa más provocativa que tenga, no importa si raya en lo vulgar. Y recuerde que el destino de su hijo y de su marido está en sus manos… – clanc, me colgó.

¡Qué hombre tan imbécil y qué mala suerte la mía! Me quedé paralizada por unos 5 minutos, no atinaba a hacer algo, hasta que en mi mente retumbaron sus palabras, "…recuerde que el destino de su hijo y de su marido está en sus manos…". No había nada más qué pensar, corría al baño y me duche a mil por hora, luego me puse lo primero que encontré, justo en ese momento tocaron el timbre.

Bajé rápidamente y me encontré con Marvin de pié en la entrada, me saludo cortésmente y me indicó que subiéramos a su vehículo. No me dijo nada en todo el camino, yo tampoco me atreví a romper el silencio, iba casi temblando y muy asustada, no sabía lo que ese tipo iba a hacerme con eso de mi "doma y adiestramiento". Llegamos a un motel y entramos al cuarto, el portón eléctrico se cerró detrás de nosotros.

Entremos a la habitación… allí podremos hablar… – así lo hicimos, inmediatamente me comenzó a hablar – Bueno Pamela, debo decir que me siento defraudado de este primer encuentro, usted no hizo lo que le pedí.

Pero

¡Sin peros, acostúmbrese a hablar solo cuando se le indique! Le pedí que se vistiera con la ropa más provocativa que tuviera, sin importar que rayara en lo vulgar, ¿qué pasó?

No tengo ropa provocativa, – eso era cierto, siempre fui recatada y en vestir – pero no me puse brasier… – dije para defenderme.

Eso es irrelevante si viene como una monja… – no iba como una monja, pero distaba mucho de verme provocativa, tenía una blusa de tirantes verde y una falda a medio muslo anaranjada, aparte no me dio tiempo de maquillarme – tendrá que conseguir ropa digna de la perra viciosa y sucia que es usted.

No tenemos dinero para comprar nada

No importa, tiene suerte que el Sr. Davidson cuide bien de sus animales… ahora bien, espero que no le tenga que explicar que el proceso de doma y adiestramiento también conlleva castigos cuando usted incurra en alguna falta

En ese instante, la cara de Marvin Batres cambió, de la parquedad y gris formalidad del principio, a un gesto raro, famélico para decirlo en una sola palabra, en que me veía de pies a cabeza con los ojos muy abiertos y casi comiéndome viva. Se me acercó y no se fue con delicadezas, empezó a manosearme, agarrándome los senos y las nalgas. Yo entré en una especie de estado de shock, no atinaba a hacer nada. El tipo me despojó de la ropa que dejó tirada en el suelo, por segunda vez en mi vida iba a ser poseída por un hombre que no era mi marido. Me jaló y se sentó en la orilla de la cama, me obligó a sentarme en sus piernas.

¡Ah, perra maldita! ¡Vas a aprender a contestar las mierdas que te preguntan rápido y sin vacilar! ¡Y también a cumplir con tus órdenes siempre! – ¡zap, zap!, me dio 2 fuertes nalgadas – ¡¿Entendiste perra?! – asentí con miedo.

Ese topo inmundo me dio otros 2 fuertes azotes en el culo y yo estaba casi temblando, ¿qué hice, con quién me metí? Luego me jaló del pelo con una mano y me estampó el beso más sucio que he probado, ni siquiera se lavó los dientes el infeliz. "Sos una ramera", me decía a cada rato, metiéndome la mano entre las piernas y empezando a restregarme el sexo, metiéndome los dedos sin ninguna delicadeza, como si estuviera hecho de hule. Luego se los llevaba a la boca y los saboreaba. "Sabés a hembra caliente, perra, a hembra en celo" decía. Súbitamente se levantó y me tiró al piso, se bajó el pantalón y el bóxer dejando a la vista una densa mata de pelos negros y desordenados, en medio de los cuales, había una verga ya en pié de guerra, larga, gorda y dura, estaba bien dotado el hijo de puta.

Ramera, chupámela… – me ordenó y volvió a sentarse.

No iba a darle más razones para pegarme, así que arrodillada me acerqué y me metí su verga en la boca para chupársela como si fuera un caramelo, succionando al mismo tiempo que le pasaba la lengua sobre el glande, me imaginé que así podría gustarle.

¡Perra de mierda, qué rico, se ve que te encanta, hija de puta… amante de las vergas!

Su glande era grueso y ancho como un hongo, me concentré en él, lo lamía como un helado, chupándolo despacio y con fuerza. Simultáneamente otra cosa pasaba, la humedad de mi vagina aumentaba lentamente, como si me estuviese calentando. Pero eso no podía ser, lo justifiqué diciendo que era una reacción natural de mi cuerpo ante la inminente cogida.

Me saqué el miembro de la boca, lo vi impresionada, era largo y grueso, duro y venoso. Pero él, impacientándose, me agarró del pelo y me hizo a volver a la faena, esta vez me dirigía la cabeza, haciendo que bajara y subiera por su fierro al rojo vivo. Me cogía literalmente por la boca, casi me lo lograba meter hasta la garganta provocándome arcadas. Luego lo sacó y lo restregó por toda mi cara, sorprendiéndome yo sola al ir instintivamente tras el. Volvió a dármelo y lo chupé y lamí como a un helado, siempre teniéndome asida del pelo. Trataba de hacerlo lo mejor que podía para que no me lastimara y para terminar rápido. Estaba muy asustada, pero extrañamente excitada, mi cuerpo me traicionaba y no me imaginaba porqué.

Lo escuchaba gemir, cada vez lo hacía más y más fuerte, hasta que eyaculó raudales de semen en mi boca, manteniéndomela abierta por la fuerza. Me la rebalsó hasta que gruesas gotas caían por mi cuello. Además, sus potentes lechazos me cubrieron la cara por completo.

¡¡¡¡AAAARRRRGGGHHH!!!! ¡¡¡¡PERRAAAAGGGHHH!!!! – gritaba, enloquecido de placer, luego se derrumbó en la cama, jadeante, sudoroso, mirándome y sin soltarme la cara, no permitió que escupiera ni una gota, sus ojos brillaban con furia, con calor y excitación enfermizos – Señora – dijo, recuperando su tono formal – quiero verla tragárselo todo, no vaya a dejar ni una sola gota sin tragar. Pero antes quiero que lo saboree

Mansamente hice lo que me ordenó, para entonces sentía mi vagina palpitando, pidiéndome a gritos un buen trozo de carne caliente. Como dije, mi cuerpo me traicionaba y ya no podía dar marcha atrás, no entendía porqué, pues ese tipo de verdad me daba asco. Y él se dio cuenta cuando estiró su mano y la metió bajo mis piernas, acariciándome la vulva sin que yo no opusiera la menor resistencia a esas caricias intrusas. La halló caliente y mojada.

¡Je, je, je, je! Usted es

de ese tipo de perras que les gusta que las traten mal, que les den duro, je, je, je… Póngase en cuatro patas perra… – no lo podía creer, ya tenía la verga parada de nuevo, ¿cómo era eso posible?

Me levantó violentamente del pelo y me tiró en la cama, dándome la vuelta con brusquedad. Separó mis piernas y me pegó una tremenda nalgada, recordándome su orden anterior. Lo obedecí sumisamente, me coloqué en 4 con mi precioso culito al aire. El asqueroso me metió un par de dedos entre la vagina, los sacó y se los llevó a la boca, los chupó con deleite, "me encanta tu sabor" me dijo.

Colocó la cabeza de su larga paloma justo sobre mis labios menores, me sujetó del pelo y empujó mi cintura hacia abajo para dejarme con el culo en pompa. Empujó entonces con ímpetu y me penetró hasta el fondo, provocándome un agudo y largo grito. Me dolió mucho, el hijo de puta no paró, me llenó por completo, mucho más de lo que marido hacía. Entonces, me agarró como piñata, no esperó ni medio minuto para comenzar a darme como un animal. Gritaba y le pedía compasión, pero lo que recibí fue más brutalidad pues eso lo enardecía más. Ese gordo sucio me cogía como si tuviera algún tipo de motor, metiéndomela hasta el fondo con furor y a un ritmo infernal. Y yo, para no llamar la atención, intenté acallar mis gritos, pero me fue imposible, sentir lo violentos corrientazos que el mete y saca de ese aparato dentro de mi vagina me provocaban casi me obligaba a pegar de alaridos.

Sin embargo el dolor inicial pronto se convirtió en placer, no lo entendía ni me di cuenta de cuando, pero de repente me vi tensada en medio de un poderoso espasmo de placer que me recorría completa. Estaba teniendo un orgasmo en las manos de ese animal salvaje que me dio duro por más de 15 minutos, tuve otro orgasmo que me dejó casi desmayada. Lo siguiente ya no lo recuerdo bien, pues estaba en una condición como de trance, eso si, loca de la calentura y del placer. Recuerdo que me cambió varias veces de posición, moviéndome y manejándome como una muñequita de plástico. Y al final, ese infeliz, me tiró al suelo y, de pié, eyaculó con fuerza sobre mi cara en medio de gritos y alaridos, esparciéndome después el semen sobre toda mi faz con su misma verga… jamás me sentí tan sucia y humillada.

Cuando volví en mi, aun estaba tirada en el suelo, cubierta de una asquerosa mezcla de esperma y sudor. Mi cuerpo estaba marcado con moretones, producto de pellizcos, mordidas y golpes. Me sentía adolorida y magullada… pero extraña y enfermizamente bien, con una horrenda sensación de confort. Me puse de pié temblando, confundida, sin poder entender lo que había pasado realmente. Busqué mi ropa y me la puse, cuando ya estaba vestida me di cuenta que Marvin fumaba sobre una silla y leía una revista.

El día de mañana nos veremos de nuevo señora, – me dijo sin despegar los ojos de la revista – ¿le parece bien si acordamos que nuestras reuniones se lleven a cabo a una hora específica?

Si… si… es lo mejor

Muy bien, entonces a las 9 de la mañana todos los días, serán sesiones de una hora. – no dije nada, solo bajé la cabeza – Y espero que de ahora en adelante no se repitan más sus desobediencias y faltas de atención, ¿está claro?

Si señor

Yo mismo la proveeré de ropa adecuada a su nuevo estatus de perra

No dije nada, tan solo lo dejé que me tomara del brazo y me sacara de la habitación, 15 minutos después me estaba dejando en la puerta de mi casa. Y a medida que entraba y avanzaba adentro de ella, el llanto se iba apoderando de mi. ¡Otra vez, Dios mío, otra vez! ¿Qué había hecho, qué habría pensado mi marido de mi?

CONTINUARÁ

NOTA: A veces una imagen vale más que mil palabras, algunas personas dicen que me parezco a cierta modelo colombiana que destacó en las páginas de Play Boy, llamada Maria Checa, especialmente en cuando al cuerpo y un poco al rostro. Bueno, les mando una foto que bajé de red de esta modelo. Aclaro, no me estoy apropiando de nada ni apoyándome en imágenes, es solo para pues solo para que se hagan una idea de cómo me vería en persona.

Garganta de Cuero.

Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, con gusto los leeré y contestaré.