De esposa a sumisa (parte 5)

Algunos regalos son mejores que otros.

Antes de nada, quiero pedir perdón por haber tardado tanto en continuar. Sin más, aquí el relato:

Tras horas delante del ordenador, ya tenía el regalo perfecto. Un lugar que cumplía todos los requisitos. Anoté el teléfono y salí a la calle para llamar a solas. El chico que me atendió al teléfono era bastante simpático, y le expliqué con detalles lo que quería. Tras volver a casa, solo faltaba esperar al momento adecuado para poder usar el móvil de mi esposa sin que ella lo supiera. Esperé a que se duchara, y entonces el reloj empezó a contar. Disponía de poco tiempo. Escribí un mensaje de whatsapp a todos los destinatarios de la famosa lista, los cuales descubrí que mi mujer mantenía como contactos… pero en fin, no hay que dar más importancia a esos pequeños detalles. Yo tengo en contactos a un par de enemigos, nunca se sabe. El mensaje decía así:

“Hola chicos, soy Laura. Mi marido saldrá de viaje la próxima semana y estaré solita en mi cumpleaños. Somos un matrimonio perfecto, y todo gracias a que me convencisteis para darle una oportunidad. Para colmo, mi marido está encantado con mis nuevas habilidades. Quiero agradecéroslo, así que os convoco a todos mañana a las 8 en la calle lucero, nº56. Sabréis encontrarme. No habléis ni os identifiquéis, todo debe ser anónimo. Os voy a dejar secos uno tras otro. Y NO RESPONDAIS A ESTE MENSAJE NI ME LLAMÉIS, voy a borrar las conversaciones y anularé todo si contactáis”

Acto seguido, borre las conversaciones.

Sin percances ni nada que mencionar, llegó el día siguiente. Me costó mucho no masturbarme ni follar como un mono, pensando en lo que se avecinaba. La convencí para que se subiera al coche con los ojos vendados, pues su regalo era una sorpresa y si lo quería debía confiar en mí. Atravesé la ciudad, y llegamos al local a las 7 y media. Sonreí al ver que el cartel de “actuación “especial” solo por hoy, entrada gratis” La hice esperar en el coche mientras hablaba con el dependiente y me dijo qué cabina era la nuestra. Todos los detalles estaban atados... El dependiente no diría quien estaba dentro. Era la única condición. Yo había pedido una sala privada con un gloryhole cerrado donde no se veía el interior. En la sala había un par de sofás y un mini bar con bebidas de todo tipo, además de algo de comer y una televisión con porno. Pegada a una pared, había una cabina donde ayudé a Laura a meterse.

En cuanto a limpieza, todo estaba cuidado y aparentemente desinfectado, incluso las paredes. El mobiliario consistía en una banqueta y una balda, como invitando a poner una cámara, cosa que hice. En las dos paredes que estaban más cerca, había un agujero, uno por pared, a la misma altura en ambas, de forma enfrentada. El espacio era suficiente para dos personas. Aún con la venda, le pedí que se arrodillara entre ambos agujeros, conmigo enfrente.

-¿Cuándo puedo quitarme la venda de los ojos? Aquí huele raro. ¿Dónde estamos?-

-Ya puedes, mi amor- y se la quité.

-Bienvenida a tu regalo amor- su cara denotaba absoluta sorpresa. Sus ojos se abrieron y en su cara se dibujó una sonrisa. Estaba estupefacta.

-Estoy seguro de que sabes lo que es un gloryhole. Aquí puedes tener pollas hasta hartarte-

Ella sonreía sorprendida. Se lanzó hacia mí, abrazándome cariñosa y fuertemente.

-¡Gracias mi amor, esto sí que es un regalo de cumpleaños!- y me dio un largo beso.

-Sólo hay una condición, que nadie sepa que estoy aquí. Y pase lo que pase, jamás digas mi nombre en ningún momento, no me vayas a llamar amor o algo parecido. Tampoco puedes identificar a nadie si le reconoces, cosa que con tu historial es posible. No preguntes, sólo hazme caso-

No podía arriesgarme a que ella hablara sorprendida, se pusieran a hablar, descubrieran que yo había planeado todo aquello y descubrirme, cosa que no deseaba, por motivos obvios. ¿Quién quiere quedar ante sus amigos cara a cara como un cornudo?

-¿Estás seguro de esto? Tras todo lo hablado, pensé que lo mantenías como una fantasía de cama-

-¡Pero si lo he organizado yo! ¿Para qué quedarnos en lo convencional, si esto te hace feliz? Así que ¡feliz cumpleaños! Y tranquila, pienso disfrutar tanto como tú-

-Lo dudo-

-Silencio ahora, que alguien entrará en breve, disfruta del banquete-

-Voy a ser obediente y me voy a comer todas las verduras, hoy toca nabos-

Pasaron los minutos en silencio, hasta que escuchamos la puerta de fuera abrirse. Quien fuera, cerró la puerta de la sala privada. Yo estaba nervioso y mi mujer trataba de distinguirle la cara a través del agujero. La aparté tapando sus ojos con mi mano. Se giró para decir algo y le hice un gesto de “nada de mirar”. Quería saber hasta qué punto les reconocería. ¿Sería por sus pollas, por alguna marca característica, por el semen…? ¿O no reconocería a nadie? ¿Qué diría? Todo aquello era para proteger mi identidad, estaba arriesgando mucho a ser descubierto y quedar aun peor a los ojos de esa gente. Pero me ponía saber lo que estaba a punto de pasar.

Me bajé el pantalón y ella empezó a jugar distraídamente con mi pene, mirando de reojo a los agujeros a cada instante. Laura sonreía sin parar, como una niña con un juguete nuevo. Su mano libre se introdujo por un agujero, buscando. Y encontró su presa, el brazo retrocedió y su mano apareció de nuevo, sujetando una polla semiflácida. Emocionada, soltó mi rabo y se dedicó por completo a nuestro amigo. El tubo de carne era bastante normalito, pero para ella era el mejor del mundo, porque ahora estaba en sus manos, en su boca.

Le hice señas para que mirase a la cámara. Quería un buen vídeo de lo que iba a pasar. ¿Sabíais que cuando a una mujer no le importa ser grabada, si está a gusto con el hombre en cuestión, sale en ella una versión más cerda de sí misma? Como si quisiera que la cámara grabase su mejor actuación. Bien. Pues mi esposa no es la excepción.

Lo sujetaba con una mano por un lado para pasar sus labios por el otro, ligeramente abiertos… Entonces fue a la cabeza, lamiendo suavemente con la punta de su lengua al tiempo que abría la boca, para introducirse el mástil dentro. Mientras el tronco desaparecía y volvía a salir de su cabeza, no apartaba la vista de mí. Así estuvo hasta que sacó un trozo de lengua, y colocando suavemente la polla en ella, le pajeaba sin prisas. Ver nuestro anillo de compromiso en su dedo, envolviendo la polla de un amigo mío me ponía bruto. Ella lo notó, y sin dejar de masturbarle, empezó a pasarse el pene por los labios, como si se los pintara, siguiendo por las mejillas, ojos, frente, mientras echaba hacía atrás la cabeza, extasiada. Se metió el pene en la boca de nuevo, succionando fuertemente al mismo tiempo que movía la cabeza atrás y adelante, haciendo la paja con la boca en lugar de la mano. Enseguida se echó hacia atrás, masturbando de nuevo y mirando el ojo de la serpiente. Rápidamente, volvió a introducírsela en la boca un segundo, pero algo la sorprendió, y al sacarla, un hilo de semen conectaba el rabo y su lengua. Sonrió de satisfacción al verlo e hizo un sello alrededor del capullo con sus labios, esta vez pajeando velozmente, mientras cerraba los ojos. El pene convulsionaba mientras escupía en su lengua todo el contenido. Por la cara que ponía parecía estar saboreando un dulce celestial. Ni una gota se salía de sus labios. Cuando tragó, empezó a succionar hasta que salieron las últimas gotas. Apuraba el orgasmo de su macho hasta el mismísimo final. Menuda zorrona complaciente que estaba hecha. Dejó de masturbar y utilizó su boca como funda para pollas, manteniéndola dentro, inmóvil, dejando que el machote se relajase hasta el punto de que se empezó a desinflar. Pasaron unos pocos minutos en esa posición tan… nueva para mi… y cuando salió de ella, el pene ya estaba algo flácido. Pero ahí no terminaba la cosa. Apuró el semen que estaba pegado, y cuando lo más gordo estaba quitado, procedió a lamer con la lengua los últimos restos. Lo soltó, y éste cayó por su propio peso, aún más flácido. Entonces, como si le hablase a un micrófono, dijo:

-Gracias por la corrida- mientras le daba un sonoro beso en el glande. Un puto beso en la polla. Los labios que yo besaba cada día. No podía estar más bruto, más duro y cachondo.

El sujeto no se retiraba. Laura entendió que aún podía aguantar más placer. Y sin duda es lo que ella deseaba. Así que sin usar las manos, se lo volvió a meter en la boca.

Por fuera yo podía ver como hacía círculos con la lengua alrededor del cipote mientras lo tenía dentro. El tipo se pegaba a la pared, del placer. Su respiración era pesada, y con razón. Estaba recibiendo mucha estimulación tras haberse corrido, la cual disfrutaba con profundos gemidos. Al final, tras un rato de estimulación tras haberse corrido, el rabo desapareció por el agujero, con su dueño feliz y relajado.

Enseguida se puso en el centro de nuevo, con ambas manos extendidas, una para cada agujero, como haciendo una cruz. Yo estaba frente a ella, con la polla inhiesta. Lamía mi nabo de forma distraída, pues su atención estaba en el tacto de sus manos, haciendo gestos con los dedos para que alguien se animase. Al no notar ninguna polla en sus manos me miraba con ojos de decepción, negando con la cabeza, sin dejar de chuparme el miembro, cada vez más triste. Pero giró la cabeza hacia su mano izquierda al notar un tubo de carne rozando su mano. Enseguida se olvidó de mí, y centro toda su atención en su lado izquierdo. Su expresión cambió instantáneamente, sonriendo cariñosa y esperanzada al agujero. Sin sacar la mano del otro agujero, movía su dedo índice, haciendo el gesto de “ven” al inquilino de su izquierda. Enseguida colocó la palma de su mano preparada para sujetar el rabo según entrase, como quien atrapa una serpiente que sale de un agujero. Pero quien quiera que fuese, se puso a masturbarse frenéticamente para endurecer su miembro un poco.

-¡Eh, capullo! Ese es mi trabajo. Te la puedo poner como una piedra en segundos, tranquilo- le dijo con el tono de una niña inocente enfadada.

Y metió la mano para agarrarla y tirar de ella hacia dentro. Apareció una culebra medio erecta, que ella enseguida comenzó a masturbar, olvidándose del otro agujero.

-Me gusta sentirlo crecer y endurecerse, no me quites ese placer…-

En cuanto lo tocó, el miembro se puso a crecer y estirarse rápidamente, apuntando hacia arriba hasta alcanzar todo su esplendor. Había leído que hay dos tipos de penes, los grandes en estado flácido, pero que luego no crecen mucho en la erección, y los que no eran tan grandes pero que luego crecen una barbaridad cuando se excitan. Este era de los segundos. Mi mujer abría los ojos y se removía sorprendida. Disfrutaba sonriente de cada empujón hacia arriba, de cada nueva palpitación. Verlo cómo se hacía más gordo, más largo, y más duro la halagaba.

Laura lo apretaba ligeramente, midiendo su dureza. Donde sus dedos hacían presión, el tronco se hundía ligeramente...

-¡A las mujeres nos gusta ver como nuestros pequeños se hacen mayores, qué halagada y orgullosa me siento… es dura, esponjosa, suave y firme… me gusta tu polla, es como la de un amigo mío!- me dijo mientras lo acariciaba con sus pómulos.

Cuando estuvo duro, repitió la escena del primero. Puso su boca en un lado del miembro, y sujetándolo por el otro movía la cabeza mientras recorría su longitud con los labios. Por lo visto esa técnica le gustaba, pero nunca la había usado conmigo. Se podía ver el rabo brillar ligeramente debido a la saliva de mi esposa.

Yo no me lo podía creer, aun siendo el artífice de ello.

Mi mente no salía de su divagación. Aquello me ponía excesivamente cachondo. Mi cuerpo se llenaba de tensión y calor, mi polla saltaba en mi entrepierna, dura como una piedra al ver aquello. Allí estaba el amor de mi vida, mi esposa, mi amor, mi niña, arrodillada y totalmente embelesada con una polla en la boca. Una polla que probablemente era de un amigo mío. Mi mujer estaba totalmente embelesada comiéndole la polla a un desconocido, desde su punto de vista. Parecía no importarle lo necesitado que estaba su marido de esas mismas artes. Se había olvidado de mí, y sólo se esforzaba en su gran amigo. Nunca mejor dicho. Pero no me importaba puesto que era su momento, no el mío. Aunque disfrutaba mucho con el espectáculo de mi actriz porno personal… No aguanté más y empecé a pajearme. Me detuvo, y como si me hubiera leído el pensamiento, cogió el móvil, y utilizando sólo su boca para trabajarse aquel monstruo, empezó a escribir. Me lo entregó y lo leí.

“No me he olvidado de ti, disfruta del espectáculo pero no saques aun la leche del tetra-brik, porque cuando acabe contigo te van a temblar tanto las piernas que no podrás estar de pie”

Laura estuvo un rato entregada dándole placer, haciéndole cosas que ni siquiera me habría imaginado antes. Cuando él no aguantó más, se corrió. No dejaba que una gota saliera de su boca. Me hubiese gustado verla llena de semen, pero ya llegaría el momento, con toda seguridad. Se amorró como un borracho a una botella de ron y no vi nada, pero los espasmos de la polla lo dejaban claro. Mi esposa recibía el semen, acariciando con los labios la fuente del líquido, para estimular aún más la cantidad y beber del manjar delicioso, apreciando su textura, olor, sabor y temperatura. Sus movimientos y gemidos mientras los lecharazos se estrellaban contra su paladar y su lengua resultaban similares a cuando alguien traga ansiosamente alguna comida deliciosa tras pasar un día entero sin comer. Era excitante verla así, tan sumisa, tan entregada a su vicio. Realmente disfrutaba. Y cuando finalmente terminó, sin dejar de pajear el rabo y de exprimir hasta la última gota, cerró los ojos y se puso a saborear lo que tenía en la boca. Con la lengua lo repartía por todos los rincones, apreciando cada matiz de su sabor, para después enjuagarse como si fuera un elixir bucal. Finalmente, tragó y metiéndose el capullo en la boca pasó a limpiarlo, dejándolo reluciente, usando su lengua y labios para eliminar cualquier rastro de semen.

Se acercó a mí con la boca llena de hilillos de semen pegados por dentro, para susurrarme.

-Gracias por esto- dijo señalando la polla en su mano -y por traer a nuestros amigos-

-¿Desde cuándo lo sabes?-

-Desde el primero-

Le dediqué una sonrisa pícara.

-Lo dejaste muy claro, se merecen un buen agradecimiento por juntarnos de nuevo, ¿no? asegúrate de que lo tienen, pero no lo hagas por mí, sino por ti y por ellos. Yo me lo paso bien mirando-

-aunque hay mucha gente, incluso algunos que no reconozco-

Le conté lo del cartel.

-así que mi regalo es ser un regalo, y hacer de servicio público… en tal caso, no “disfrutes” demasiado que luego te toca a ti-

-Y allí siguió, polla tras polla. A la mayoría les dejaba correrse en su boca, o en su garganta. Pero sabía que yo disfrutaba de verles maquillarla.

-vamos, córrete por toda mi cara don polla gorda- dijo de repente.

¿Quieres leche putita?-

-por favor, no me hagas esperar más... te lo suplico, riégame... por favor... por favor... por favor... por favor... por favor... necesito tu crema... ¿vas a correrte para mí?- dice mientras se la recorre con los labios y se la pajea velozmente.

-Déjame saborearla, sentir su calor en mi cara- y le da un lametazo.

-Venga, dispara ya no me hagas esperar más…-

-Ahí va, disfruta de la ducha-

-Dámela toda mi amor, no puedo aguantar más sin ella, descarga tu leche en mi cara para ponerme guapa-

Ella se la chupaba con avidez para provocar una corrida lo más grande posible, clavando su vista en mí.

Sin avisar, un enorme chorro le golpeó el paladar, sacándosela de inmediato.

-¡joder sí, te quiero!- al tiempo que espesos chorros de semen volaban hacia su pelo, mejillas, nariz… Aquel hombre imaginaría que le hablaban a él, pero no sabía que mi esposa me estaba mirando, lanzándome besos y acariciándome la mano. El momento fue muy romántico. Sin dejar de masturbarle, ni de mirarme, puso su glande en sus labios para poder besárselo mientras se corría. Estuvo unos largos segundos escupiendo una buena cantidad hasta que por fin paró.

En la misma posición, puso su lengua en la base del falo y lo recorrió hasta la punta, a la que besó sonoramente.

-gracias campeón, por muchas cosas-

El pene flácido desapareció por el agujero.

-¿Te parezco guapa ahora que uno de tus amigos me ha maquillado?-susurró mirándome con ojitos…

-Deberías estar así más a menudo, estás preciosa-

Y sugerentemente, respondió:

-Pues eso tiene arreglo, tienes una brocha con la que puedes pintar cuadros todos los días…-

Otro rabo apareció, y volvió a lo suyo. De vez en cuando se lo echaba en la cara y me lanzaba un beso. Cuando el pene ya no escupía, lo mantenía en erección sin apenas esfuerzo sólo para poder satisfacer sus más bajos deseos, como usar el capullo para recoger todo el semen que tenía en la cara y llevárselo a la boca. Pero me volvía loco que pasara el tiempo sin apartar sus ojos de los míos.

Era tremendo verla recibir todas esas corridas retorciéndose de gusto, pero era aún mejor verla llevándoselas a la boca. Al final perdí la cuenta de las corridas que pasaron por su boca. Laura apestaba a semen. Se la había chupado a todos, sin excepción y muchos repitieron, eso seguro…

Ella se quedó embobada, mientras todos iban saliendo, y cuando volvió se volvió hacia mí:

-No te has follado a ninguno, no entiendo por qué, se notaba que lo estabas deseando-

-Tengo una espesa capa de semen que cubre toda mi garganta, y los labios que te besan a diario han besado una cantidad ingente de pollas, han recibido tantas corridas que he perdido la cuenta… Y esos mismos labios tienen ahora partículas de todas esas pollas. Y sé muy bien que todo eso hace que estás deseando follarme como a la puta que soy. Este es mi agradecimiento por ser tan bueno conmigo. Ya he satisfecho mi necesidad de comer polla con creces, ahora quiero que me revientes a pollazos. Fóllame con el estómago lleno de las corridas de tus amigos-

-Aquí no, vamos a casa porque te va a oír media manzana…-

Sacó unos pañuelos de su bolso.

-Por favor, no te limpies, quiero que salgas así-

-¡pero me va a ver mucha gente!-

-traeré el coche a la puerta y te llamo, no te preocupes-

Salí y la dejé en la habitación, esperando.

El coche estaba a sólo una calle, así que no tardé casi nada en volver. Aparqué en segunda fila y la llamé. Tardó un par de toques en cogerlo.

-Cariño, pasa un momento por favor- y colgó sin más.

Volví a la habitación. El dueño estaba dentro con mi esposa, ambos hablando de pie. Laura aún tenía las corridas en su cara y pelo mientras hablaba con él, resbalando ya a la altura del cuello… se me puso dura al instante.

-¿Os lo habéis pasado bien? ¿Estaba todo a vuestro gusto?-

-Absolutamente todo- dijo ella, pasándose la lengua por los labios.

-Sí, doy fe de que nos lo hemos pasado bien- añadí.

Uno se esperaría a un gordo, calvo y pervertido, pero nada más lejos. El sujeto era bastante normal y parecía muy profesional. Debía serlo dada la naturaleza de su negocio.

-He escuchado a los que iban saliendo, y todos decían maravillas de ti- le dijo a Laura.

Y mirándome, prosiguió:

–Tantas, que he pensado en haceros una oferta, si os parece bien-

-¿qué opinas tú?-le pregunte a mi alma gemela.

-Escuchemos- dijo ella sin pensar.

-Ah, que aún no lo sabes, pues tú dirás-

-Antes de nada, espero no ofenderos. Si no os parece bien, olvidad que lo he dicho. ¿Cómo sois de liberales? ¿Estarías dispuesta a ganar 300 euros en una hora?- hizo una breve pausa y siguió al ver que nosotros no hacíamos gestos de desagrado.

-Tenemos unas salas donde la chica se pone en medio. Los chicos se van metiendo con ella, uno a uno, y los demás esperan con la polla en un agujero, todas a la vista de ella. Ningún chico ve a los demás, solo a la chica cuando esté con ella. Eso sí, sólo puede entrar dentro ella y el chico que se la folle en ese momento. Cualquiera puede participar, no se hacen distinciones, pero si lo hace cobrando no puede parar hasta que el tiempo se agote.

Si tú no quieres participar –me dijo a mí- podrías ver y oír a través de la cámara de seguridad, no está permitido, pero lo haré como una excepción porque es vuestra primera vez para que estéis tranquilos. Las grabaciones se destruyen al día siguiente, por la ley de protección de datos. Son 300 euros limpios que ganáis por una hora, y hay libre una sala ahora mismo. ¿Os interesa?-

Nos miramos. Yo estaba deseando montarla salvajemente. Me debía un buen polvo. Pero era una buena oportunidad.

-¿Podemos hablar en privado?-me dijo.

-Os dejo solos- y salió de la habitación.

-No estoy segura, quería estar contigo- me dijo.

Le dije al encargado que pasara, que queríamos tener unas palabras con él.

-Ayúdame a ponerla en situación, vamos a convencerla-

Cerró la puerta se metió la mano en los pantalones, sacando una serpiente que ya apuntaba hacia Laura.

Ella se relamía mirando aquello.

-Quiero que el primero en follarme seas tú-

De pie como estaba, se agacho para meterse el rabo del tipo de la boca, y con el culo en poma, me guiñó un ojo, invitándome a entrar.

Con su pene dentro de la boca, trató de hablar lo más legiblemente posible

-¿Bo&mo te l$lama%s?-

-Dani, encantado de… de conoceros-

Le agarro del culo y empujó hacia dentro, metiéndose el rabo más y más en la garganta, hasta que lo tuvo dentro en su totalidad. Entonces se la sacó, tomo aire y volvió a metérsela, subiendo y bajando por el tronco, haciéndolo desaparecer una y otra vez. Él puso su mano en la cabeza de mi esposa e imprimió más la velocidad, cada vez más fuerte y más deprisa, mientras ella engullía al compás de los empujones.

Me quedé mirando, embobado. Era imposible que fuera agradable, pero sus ruidos y su cara denotaban que disfrutaba. Ella era ahora así, un putón sumiso que disfrutaba cuando se era un poco bestia con ella. Eso la ponía tremendamente húmeda. Y yo no paraba de dar las gracias por ello.

Paró un instante.

-¿Estás esperando a que le salga pelo a las ranas o algo?- me instó.

-Tú que crees- y le di un azote -estoy esperando a que me lo pidas correctamente- respondí.

-Reviéntame el culo mientras este cabrón me folla la boca-

-No, así no-

-Por favor…-

-Eso está mejor-

Con las dos manos le abrí bien el culo y empujé el capullo dentro. Entonces, sujetándola de los brazos, la enterré su culo de una estocada. La atraía a la vez que yo empujaba, viendo como su otro le follaba sin piedad la boca, siendo nada más que un agujero que otro usaba para correrse. Ella disfrutaba y se dejaba hacer.

Empecé a dar con suavidad, y poco a poco cada vez más fuerte, sacándola toda y volviéndola a meter de un empujón. Se oía continuamente el PLOP en cada salida, y el choque de mis huevos en cada entrada. El encargado la metía y sacaba de su garganta sin resistencia alguna, sujetándola del pelo.

-¡Eso es, fóllame mi amor!-

Sus gemidos se hacían cada vez más fuertes.

-¿Alguna vez has visto una tía que tragara rabo con tantísima facilidad? Ni siquiera yo dejo de sorprenderme…-

-Tienes una esposa que es un tesoro, amigo-

-Lo sé, la quiero más que a nada. Y no te cortes, dale fuerte-

Ella hacía toda clase de ruidos ininteligibles que aumentaban según pasaba el tiempo. Los empujones de uno hacían que el cuerpo de Laura se apretase contra el otro rabo. Estaba cerca de correrse cuando paré de golpe. Me eché hacia atrás, dejando sólo mi capullo dentro de su culo.

-¡¡¡¿Por qué paras?!!!-

-Dime si aceptas el trato de Dani-

-¡Lo que quieras, lo haré incluso gratis, pero no pares!-

Empecé a moverme otra vez, despacio. Se aferró a las piernas de Dani, cerrando los ojos, disfrutando cada centímetro.

-¿Seguro? ¿Dejarás que todo el que quiera te folle sin cobrar ni un céntimo? Eres todo un putón-

Aún aferrada y a ciegas, respondió:

-¡Sí, lo soy, castígame por ser tan mala mi amor, reviéntame, y Dani, vamos a formalizar el contrato, firma mi cara mientras mi marido me folla por favor!-

Y con fuerzas renovadas, empujé todo lo rápido y fuerte que pude.

-¡¡Oh joder, gracias, rómpeme el culo, soy tu puta, soy una mala mujer, castígame!!, fóllaMMMmMPHH…-

Dani le metió el rabo dentro de la boca, obligándola a chupar y callar.

Le hice un gesto a nuestro amigo para que viniera detrás.

-Ponte debajo, que vamos a darla los dos por el culo-

Rápidamente nos acoplamos, y empezó a hacer presión para entrar al agujero que ya estaba lleno.

Laura hizo una mueca de estar muriendo, y al mismo tiempo de placer.

Enseguida estábamos los dos en su culo, y nos sincronizamos para empujar a la vez.

Ella chillaba descontroladamente…

-me vais a partir en dooosssss jodeeeer no paréeeeeiiis, mis chicos, mis hombres, folladme joder, SIIIIII!-

Le puse la mano en la boca para que se callara, y me la quitó.

Me corro, quiero que me follen todos, quiero follarme a toda la puta ciudad joder, que me derritan el cerebro a orgasmos pero no paréeeeis-

-Si sigues hablando así me voy a correr-

-¡¡Mójale el culo a tu puta!!-

-Yo también estoy a punto, ¿dónde lo quieres perra?-

-Échamela por toda la cara, maquíllame y déjame guapa para mi novio-

Dani volvió a ponerse de pie. Ella trataba de masturbarle pero era incapaz de controlarse así que él empezó a pajearse apuntando a su cara. La tenía bien sujeta por los brazos así que sólo pudo sacar la lengua y esperar.

Metí dos dedos en su culo, para suplir el rabo que faltaba, tirando para abrirlo más. Y no pude contenerme. Al tiempo que empecé a llenar su culo de semen, Dani se descargó en su cara. Y un desgarrador grito salió de los pulmones de mi esposa, su cuerpo se tensó, sus piernas temblaron y si no la hubiera tenido bien agarrada se hubiera derrumbado, mientras un orgasmo la recorría de punta a punta.

  • Pues ya tienes tu respuesta, Dani. En unos minutos salimos-

-Antes debería darse una ducha, cuando esté lista avisadme- y se marchó.

-Te quiero...- me dijo sonriendo, aun tumbada con el culo abierto y semen resbalando hacia el suelo desde su cara.

-Y yo a ti… ¿seguro que quieres? Tienes que ducharte antes-

-Ya me conoces cariño, no creo que nunca deje de ser así, necesito polla, soy una ninfómana sin remedio, pero hoy quería algo especial para ti…-

-ya tendremos ocasión de hablar después, tú disfruta que yo estoy servido-

-¡Pero no quiero hacerlo sola!-

-Me pone ver como haces un servicio público dejando que todos te follen, y no quiero que se corten por mi presencia, lo veré por la cámara con Dani. Vamos, tienes que ducharte. Te besaría, pero paso…-

Con una carcajada, se levantó y avisé a Dani. Llévala a la ducha por favor, que voy a por un café.

Y salí del local, dejando a mi mujer recién follada, cubierta de semen y rellena de él, preparándose para que unos tíos, que podían ser 2 o 200, se la follaran como quisieran.