De esposa a sumisa (parte 4)

Laura me cuenta sus cerderías al detalle.

Había pasado algún tiempo y todo quedó atrás. Bueno, todo no. Ya explicaré eso después. De momento, decir que Javier había sido enviado a la cárcel, junto con los principales cómplices, acusados de cargos. En el trabajo habían pagado a Laura una buena cantidad por lo sucedido, como disculpa en nombre de la empresa, y evidentemente lo había dejado. Ahora estábamos libres y considerando si irnos al extranjero, a otra ciudad del país o simplemente quedarnos donde estábamos. Por suerte, teníamos dinero y tiempo para pensarlo todo lo que quisiéramos.

En el ámbito personal vivíamos en paz y tranquilidad. Ahora teníamos una relación más abierta. Disfrutábamos del sexo mucho más. Lo vivido nos había unido como pareja, y había cambiado nuestra relación para bien. El único inconveniente eran los vídeos por internet, los cuales habían sido retirados en su mayoría a petición nuestra a los uploaders, pero todos sabemos que siempre queda algo en alguna parte. En algún rincón oscuro de la nube quedaría alguien haciéndose pajas, viendo como mi esposa se dejaba violar, y eso nos ponía... Laura y yo los guardamos todos, junto con todo el material audiovisual que pudimos recopilar. Tenemos un disco duro externo en el que almacenamos todo, para cuando nos apetece verlo.  Yo solía mirarlo a menudo, me ponía la polla como una piedra. Un buen día, me encontré con el dichoso vídeo que me mandó Javier desde su móvil en aquella ocasión, aquel que fue el detonante de todo.

Lo puse de nuevo, hasta llegar a la última parte, en la que mi mujer salía mirando a la cámara:

“No deberías poder entrar por las puertas, amorcito. Mientras estaba aquí, han entrado 3 tíos más y se la he chupado a todos a la vez. Disfruto chupándoles la polla a desconocidos, pero eso tú nunca lo sabrás jajajaja. De lo bien que se la chupo se van con las piernas temblando, y me quedo sin follar, pero me da igual porque me gusta más comer polla” … “Si me ibas a ver después, me tragaba el semen para que no descubrieras algún resto, y de tanto hacerlo me hice adicta, así que cada día se la chupo al menos a dos o tres. Incluso tus amigos me llaman porque saben lo buena que estoy, lo bien que la chupo y encima gratis. Incluso a veces les invito a tomar algo antes de chupársela. ¡Por eso ya no quieren quedar contigo, porque me prefieren a mí! Por cierto, no te respetan nada mi amor, no son tus amigos sino más bien unos animales jajajajaja. Hace un mes se la chupé a Miguel en nuestro sofá mientras tú te duchabas. Se corrió encima de tu IPad y me obligó a lamerlo. Es todo un pervertido. Y yo que tu no me subiría al coche sino quieres quedarte embarazado ajajajajaja”

Vale, me ponía cachondo. Y aún me dolía. Un poco. Pero siendo serios, desde entonces no había vuelto a hablar con ninguno de mis amigos ni me había parado a pensar en ellos. Había aparcado el tema. Por otra parte, era obvio que ella lo habría pensado alguna vez. En ese momento, Laura debió escuchar el video desde algún lugar de la casa, porque vino a la habitación donde estaba yo con el ordenador.

-Lo siento amor, aún me siento mal cada vez que escuchas eso- me dijo, abrazándome por detrás de la silla –te he dejado sin amigos-

Estaba claramente preocupada. No quería verla así. Yo cogí su mano, y la llevé a mi entrepierna para que viera que estaba como una moto, mientras le contaba lo que pasaba por mi cabeza:

-La verdad es que aún no pensado en qué hacer con ellos, pero no te sientas más culpable. El pasado, pasado está. Ya está perdonado. Además, reconozco que me pone cuando lo pienso. Muchos hombres sueñan con ver a su mujer en un gangbang o cosas similares. Yo he tenido la suerte de verlo en directo. Y así, de repente, quiero escuchar detalles sucios…-

Ella se puso enfrente de mí. Me dio un cariñoso beso mientras con las manos me bajaba la cremallera del pantalón. Se sentó en el suelo entre mis piernas y sacó tranquilamente mi pene, que ya estaba duro. Lo sujetó con una mano y levantó la mirada para seguir hablando:

-Cariño, la tienes como un canto… Sé muy bien lo que te gusta escuchar cómo me portaba como una verdadera puta mientras te hago una buena. Pero esta historia va a ser la mejor hasta la fecha…-

Empezó a jugar con mi polla mientras me hablaba.

-La verdad es que hace algún tiempo que no te cuento cosas de estas mientras hacemos guarradas… Y bien, ¿hay algo concreto que quieras saber? Sólo has de preguntar, ya lo sabes-

Tragué saliva. Me armé de valor y me lancé.

-¿A cuáles de mis amigos te has follado?-

-A muy pocos-

-Cariño, no jodas, no me mientas a estas alturas por favor-

-No miento. Para que lo entiendas, debo explicarte antes algunas cosas-

-Y ¿cómo era? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Cómo empezó?-

-Aquel tiempo en que estábamos discutiendo permanentemente pasó factura. Ya no nos acostábamos casi nunca, y había mucho resentimiento acumulado. No quería que me tocaras, pero necesitaba desahogarme. Así empezó lo de Javi, como recordarás. Cuando después me chantajeó y me volví su putilla, empecé a tener sexo todos los días. Pero podía haberme resistido de alguna forma y pensar en algo. Sin embargo, me saciaban física y mentalmente. No podía resistirme. El día del chantaje, según me arrodillé rendida ante todos, ya era suya. En el mismo instante en que hinqué una rodilla supe que había nacido para eso. Para ser la puta sumisa de un hombre dominante. Y algo saltó dentro de mí. La puta sumisa que siempre estuvo en mi interior se liberó. Traté de resistirme a ese pensamiento, pero al final sucumbí. Y disfrutaba como una loca, orgasmo tras orgasmo, día tras día. Su lefa era como un líquido divino que premiaba mi buen comportamiento. Me gustaba que me tratara así. Era un cretino, pero no podía resistirme. Mis compañeros me trataban aún peor, me levantaban la falda y me follaban ahí mismo. Era la puta de la oficina... Algunos de ellos me trataban con dulzura, lo cual agradecía, pero no tardé en darme cuenta de que no lograban satisfacerme tanto como los que me poseían a la fuerza… Así que me ponía vestidos sexys para ponerles cachondos y les suplicaba que me follaran como a una sucia perra. Pero ninguno tenía la autoridad que infundía Javier, él tenía algo más… Me volví una adicta, algo parecido a una ninfómana. No podía parar. Me habían hecho correrme una y otra vez, me habían tratado como a una puta degenerada y así me sentía, me habían chantajeado y usado para su placer, mi vida ahora era sexo a todas horas… y me gustaba. Me sentía suya. De su propiedad. Ya no sólo de Javi, sino de todos. Habían llevado mi cuerpo al límite, y cada nuevo día me hacían descubrir que ese límite aún estaba lejos. Me hacían sentir más mujer que nunca. Estaba en una espiral en la que todo se veía desde otro ángulo, sólo quería disfrutar de más sexo, de más pollas-

Mi polla daba poderosos empujones, contenta de lo que estaba escuchando. Ella no paraba de relatarme, poniendo cara de golfa, mirándome desde ahí abajo, sonriente:

-Soy sumisa feliz ahora. Descubrí a manos de Javi que me gustaba ser tratada así, que esa era mi verdadera naturaleza, no sé decirte por qué. Y descubrí algo más, un detalle que te gusta mucho. Durante meses he esperado ansiosa a que mi negro taladrase el culo a diario, y nunca me ha decepcionado. Yo era suya, y de mis compañeros. Me follaban por todas partes, pero el culo era indispensable para mí. El sexo anal es lo más importante en la dominación, es el mayor símbolo de sumisión. Y por eso el sexo anal es casi tan importante como mantener complacido a mi macho. Es el momento en el que me siento más sumisa, con mi culo hacia arriba, una buena polla dura empujando hacia dentro de mi culo y un par de grandes y fuertes manos sujetando mis caderas. La sensación de la polla abriéndose paso por la fuerza en mi culo, empujando mi cadera hacia arriba, mi incapacidad, mi falta de voluntad para resistir la penetración y la fuerza bruta que aplican me hace sentir poseída, indefensa y de su propiedad. Tengo los orgasmos más salvajes cuando me follan por el culo de esa manera. Tú rara vez habías sido capaz de complacerme analmente, te preocupabas de no hacerme daño y eso mataba el momento, aunque ahora has aprendido… Pero ellos no preguntaron jamás desde el primer momento, hacían lo que querían. En fin, que era imprescindible que Javi y mis compañeros no me fallaran.

En el trabajo he visto de todo, y casi todos los tíos tenían un imparable deseo de encularme, siendo mi reacción darles la bienvenida con las piernas abiertas. Tú no me deseabas, y en cambio mi cuerpo despertaba en ellos un instinto animal y salvaje que me hacía sentir guapa, atractiva, deseada, muy mujer. En resumen, que era propiedad de Javi, y los brutales orgasmos que tenía a diario me dejaban exhausta, así que empecé a comer polla para satisfacer mis deseos de más sexo. Pasé de odiar el chupar una polla a disfrutar con el mero hecho de tocarlas. Es más, tengo que reconocer que echo de menos aquella espiral degenerada de pollas a diario.

Mi pene estaba acercándose al final. Las manos de Laura saben muy bien cómo manejar una polla con total maestría. Después de tantas, era normal, y la historia ayudaba…

-Ya sé lo cerda que eres, pero aún no me has dicho a cuales se la chupabas- insistí.

-A unos cuantos, amor, déjame continuar-

-O sea, a todos- dije yo, a punto de estallar.

-A casi todos- dijo avergonzada y sonrojada.

-¿Ninguno se negó?- añadí-

-Alguno, pero no por ti sino porque tenía pareja-

-¿Y se las chupaste más de una vez?-

-Sí-

-¿Cuántas? Joder, parece que tenga que sacarte la información con sacacorchos-

-Esto no es fácil para mí, cariño. Me siento muy mal al respecto. Por mucho que te ponga cachondo no podré reparar el daño que te hice. A ver, a unos pocos una sola vez, a otros bastantes. Depende de si la tenían grande, sabrosa, de si me gustaba su corrida… Pero los que cogían confianza rápido, quedaban conmigo sólo para eso. Al resto yo se lo proponía unas cuantas veces hasta que ellos solitos venían. Y siempre había algún tímido al que tenía que llamar yo-

-¿En serio? Pero qué comepollas estás hecha amor, eres aún más zorra de lo que creía… Pero me cuesta creer que sólo quisieras chupar, y seguro que cada tío al que se la comías te quería follar. ¿En serio no dejabas que te follasen fuera del trabajo? Comprenderás que no me lo crea, dado lo que me has contado- me gustaba nuestra nueva complicidad para hacer estas cosas con mi esposa.

-Claro que todos querían, pero yo ya estaba más que saciada en ese aspecto, y además era exclusivamente la puta de Javi y de mis compañeros, con el resto sólo había sexo oral, porque mi amo Javier sólo permitía eso fuera de la oficina, donde era libre, pero sólo podía dar sexo oral. Así volvía cachonda como una mona al día siguiente.

-¿Y ya que habías hecho tanto, dejabas que Javier te prohibiera echar un buen polvo?-

-Joder tío, deja de interrumpirme. Ahora te lo explico. El caso es que empecé a comer pollas fuera del trabajo. Lo necesitaba. Me gustaba más que a un niño un caramelo. Nunca me obligó nadie, era por puro placer. Y aunque estaba descontrolada Javi era mi amo y debía obedecerle. El deseo se fue apoderando de mí y ya no quería ni podía parar. En el trabajo era la puta de mis compañeros y fuera la comepollas oficial de nuestros amigos.

Sonará raro, pero disfruto enormemente sólo de trabajarme una buena polla hasta que se vacía en mí...  Se había convertido en mi fetiche. Encontré mi gusto por el esperma gracias a los compañeros de oficina que tan gentilmente me usaban una y otra vez y luego me tiraban como a una colilla, me hicieron comer tanta polla que al final se me quitó el asco que tenía de chuparlas y tragarme el semen. A veces literalmente mi merienda consistía en unas cuantas corridas de macho, y cuando llevaba varias me iba calentando más y más, así que luego volvía a trabajar con unas ganas locas de que me follaran. A día de hoy, eso no ha cambiado. Cada polla es especial, tiene un sabor y olor único, una textura y forma diferente, una corrida única… Me pone, me gusta tener una polla entre mis manos. Me gusta sentir sus palpitaciones en el tronco, su tacto y dureza… Y me gusta que exploten y me rieguen con esa mirada de superioridad mientras me dan de beber. Es un sabor que me encanta. Así que me comportaba como la puta que todo hombre quiere, para que se calentaran más y se corrieran más.  Adoraba la sensación de tener una polla para mí, algo tan poderoso y la vez tan delicado, saber que estoy a cargo de su placer, que si quisiera podría hacerle mucho daño y que en vez de eso elijo someterme… ver sus caras de gusto como consecuencia de mis acciones… es una sensación de poder y sumisión a la vez. Disfruto trabajándome pollas, así sacio mis necesidades, y no me importaba no poder follármelas fuera de la oficina porque para eso ya estaban mis compañeros.

-Me cuesta mucho creer esa conversión en puta degenerada y desesperada por el semen en tan sólo unos meses-

-Pues he de reconocer que con Javi desde la primera vez me tragué voluntariamente sus ríos de lefa, no opuse resistencia ni siquiera al principio. Y me gustó. Él me hacía sentir algo especial. Anulaba mi voluntad. Su polla era inmensa y deliciosa, su esperma rico y abundante… Al final no podía parar de buscar más, mi mente sólo pensaba en chupar una buena polla a cada momento, deseando encontrar más como la de Javi. Se volvió una adicción en toda su extensión. Hubo muchos días en los que al final ya que me dabas igual, siendo sincera. Cuando me aburría en casa, cuando discutíamos o cuando no me hacías caso, simplemente bajaba y se la chupaba al primero que pasara. Ahora que sabes todo esto, comprenderás porque un día noté el paquete de Miguel marcarse a través de su pantalón en nuestro sofá, y al ver lo inmensa que era no pude evitar chupársela ahí mismo. Sin decir una palabra me arrodillé ante él, se la saqué y me la metí en la boca. De hecho no le sorprendió que lo hiciera contigo a metros de distancia en la ducha, sino que me llamó comepollas desesperada y un montón de cosas más, fue muy caliente. Yo quería saborear su polla y su semen, y se la comía con desesperación.

Así caí en la cuenta de nuestros amigos también eran hombres, y si ayudaba a tantos hombres a desahogarse nuestros amigos tenían aún más derecho a ello. A esas alturas ya daba igual 8 que 80. Así que empecé a llamarles, al principio a unos pocos, al final a todos. No me andaba por las ramas, simplemente les decía abiertamente que me apetecía comerles la polla. Así de simple. Te sorprenderías al ver sus caras. Les decía que a cambio de prestarme sus pollas, si querían una buena mamada sólo tenían que avisarme, en cualquier momento que quisieran repetir, fuera cuando fuese, todas las veces que quisieran siempre que me dejaran tragarme sus deliciosas corridas. Les daba tanto morbo que se corrían enseguida, pero cuando se iban acostumbrando a mis mamadas iban aguantando más. Era su depósito de esperma bajo demanda: mamada como, cuando y donde quisieran, todas las veces que desearan, con el único límite de la penetración. Si supieras la de corridas que me he tragado… si eres lo que comes yo soy un mar de semen, especialmente de tus amigos, a quienes les he chupado el rabo cientos de veces a lo largo de los meses. Joder, he hecho más mamadas el último año que en toda mi vida. Pero entregarme como depósito de esperma sólo lo hacía con ellos, con gente de confianza, no a desconocidos a los que simplemente les preguntaba abiertamente si querían una buena mamada gratis. Y como estoy buena, muchos aceptaban. Vaya país de pervertidos… Como anécdota, así hice algunos amigos nuevos. Pero volviendo al tema, algunos me hacían ir a sus casas, a otros les daba morbo que se la chupara en el baño de algún local tomando una cerveza contigo, o subían a casa si tú no estabas o estabas ocupado… hubo de todo. Al poco tiempo cada día tenía a muchos esperando, así que empecé a quedar con varios a la vez, normalmente en algún bar muy concurrido, algún pub… Hacían cola, iba al baño con uno o dos, se corrían y venían los siguientes. Incluso alguna vez que se nos olvidaba cerrar con pestillo la puerta del lavabo se colaba algún otro cliente, y con tal de que se callara le ofrecía unirse al momento. Debo ser muy sexy con una polla delante porque en esa situación nunca me rechazó nadie… A veces cuando yo salía después de terminar con todos, los muy capullos se habían ido sin pagar y yo tenía que abonar las cervezas que se habían tomado, y si no me llegaba el dinero se la tenía que chupar al dueño, e imagínate la mamada tan espectacular que debía hacer para pagar tanto. Pero tenía su parte buena, y acabé haciendo un pacto con uno de los dueños. Por cada 5 euros de consumición les haría una mamada cuando quisieran. Eran dos chicos muy simpáticos. Así empecé a frecuentar ese bar, y si iba con amigos las mamadas a deber se acumulaban cosa mala. Que por cierto les debo aún algo de dinero.

La verdad, no pretendo culpar a Javier de esto en concreto… Pero bueno, ahora ya sabes cómo y porqué empecé con tus amigos… Parece que te está gustando, porque la tienes tan dura que noto tu pulso a través de las venas de tu rabo-

-¡Si que te gusta chupar polla, como para dejarte sola por ahí! Parece que realmente echas de menos todo aquello-

-Te mentiría si te dijera que no, amor. Echo de menos comerme unas cuantas pollas a diario. Echo de menos que me posean, utilicen. Echo de menos que me enculen salvajemente entre varios, una y otra vez. Echo de menos los ríos de semen, los múltiples orgasmos a diario. Creo que siempre echaré de menos la forma en la que todos esos machos me usaban como a una esclava sexual, salvaje y brutalmente a cualquier hora que desearan. Echo de menos la sensación de sumisión ante tantos machos dominantes y descontrolados. Echo de menos cuando todas esas pollas explotaban en mí sin preguntar, como si yo fuera un bote donde correrse. Echo de menos el sabor permanente a semen en mi boca. Pero sobre todo echo de menos esa sensación de sumisión cuando lo hacían. Y a Javi. Mi cuerpo siempre recordará a Javi. Su tremenda polla, su fuerte personalidad anulando mi razón, su particularmente bestial manera de follarme, la forma en que me hacía sentir, sumisa, suya, una perra sucia. Aún me masturbo pensando en todo aquello. Pero sobre todo pensando en él, en su polla, por eso sigo llamando al consolador “Javi”, cosa que no me has preguntado así que supongo que ya lo sabías-

-Eres toda una perra, cómo me pones mi amor. Cuántos hombres desean secretamente ver a sus esposas convertidas en un putón verbenero… Tengo mucha suerte-

-Las putas cobran amor mío, yo lo hacía gratis. Y te gustará saber que una de las cosas que he aprendido es a adivinar el tamaño de cada tío a través de la ropa. Y no puedo evitarlo, voy mirándole el paquete a muchos. Aún tengo dificultades para controlar esa parte de mí, a pesar del tiempo que ha pasado. No pensaba concretamente en hacerte daño. Así fui abriendo nuevas puertas hasta que, al final, no me importaban las consecuencias, sólo quería más pollas y para ello hacía lo que fuera, incluso organizar u ofrecerme para blowbangs en internet. Cogía taxis y me bajaba enseguida sólo para ofrecerles el pago con una mamada. Ofrecía sexo oral gratis en cualquier parte… Pero me estoy alargando. Créeme cuando te digo que hay veces que hago verdaderos esfuerzos por no arrodillarme ante algún extraño y pedirle que me deje comerle la polla, incluso aunque estés delante. De hecho, si no le conozco me pone aún más. Pero es como fumar, te da el mono y tienes que aguantarlo. Sé que es presuntuoso, pero los extraños rara vez se negaban, estoy buenísima a fin de cuentas. Como añadido, al tener un buen cuerpo, todos los días me miran muchos chicos desnudándome con la mirada… me cuesta horrores controlarme. Y como se la he chupado a tantos hombres, algunos me ven por la calle y vienen a ver si cae la breva otra vez. A todos les rechazo. Ahora soy tuya. Soy un putón degenerado, pero TU putón degenerado. Pero debes saberlo porque pasará muchas veces que un extraño se acercará a saludar sin motivo aparente, y ahora conocerás la razón. Incluso a día de hoy me llaman tus amigos y los míos frecuentemente, pero siempre les digo que no, que ahora estoy dedicada por completo a ti, por y para siempre. Sólo lo haría si tú me lo pidieras. Eso sí, en cuanto cuelgo voy derecha a chupártela para calmar mi calentón. Y para qué mentir, lo hago pensando en la polla de quien me ha llamado. Por cierto la tienes a punto de estallar, yo seré un putón pero tú eres todo un pervertido…

-Me pone imaginarte acudiendo sumisamente a las llamadas de mis amigos para vaciarles las pelotas y tragarte sus corridas-

-Pero al final me sorprendí desobedeciendo a Javi. Los fines de semana necesitaba una buena verga entre mis piernas y ahí fue cuando seleccioné a los más dotados. Íbamos a un motel y me poseían como quisieran. Trataban de ser respetuosos contigo, pero a mí me trataban como a la puta más sucia que haya existido. Luego me rodeaban y desde el centro yo les suplicaba que me regaran con sus pollas. Visto desde fuera parecía que me violaban brutalmente. Sin embargo, tú has aprendido a satisfacerme, lo que me hace inmensamente feliz. Ya no te preocupas por no hacerme daño. No preguntas. Me posees. Me follas y me usas como quieres. Haces lo que quieres conmigo. Me haces sentir tuya, deseada, mujer. Cada centímetro de mi cuerpo es tuyo. Y eres un cerdete mi amor, hacía mucho que no la tenías así de dura… ¡sabía que contarte todo esto te iba a gustar!-

Noté ese cosquilleo que viene justo antes de correrse en mi polla, cada vez más fuerte.  Ella lo notó, y sacó la artillería pesada:

-Te voy a contar un secretito. Al principio tragaba esperma felizmente, pero en cuanto nuestros amigos descubrían que me gustaba ser usada para el disfrute del macho, ser forzada sin preguntar… me hacían hacer de todo para dejarme tragármelo. Si les apetecía correrse en mi cara, en mis tetas o en cualquier otra parte, tenía que ganarme el derecho a tragar. Algunos simplemente se corrían donde les apetecía, lo cual evidentemente me ponía mucho más. Me habían calado. No era por el semen, era la polla en sí. Quien tiene la polla, tiene el poder. Respecto a eso, es curioso, pero todos tus amigos tenían una particular obsesión con mis tetas. Algunos sólo querían cubanas, dicen que mis gigantescas tetas son maravillosas para eso. Todos las sobaban y estrujaban con fuerza, me tocaban como desearan, me daban palmadas en el culo como a una puta incluso en público, aunque con confianza, ya sabes, al fin y al cabo era su amiga pero les ponía aquello. Y por supuesto se las follaban cuando les apetecía, lo cual era bastante a menudo. Mi favorito era cuando me metían en un baño público, se corrían en mi canalillo y me obligaban a irme sin limpiarme, para que todo el que se fijara un poco en mí, me viera con las tetas chorreando semen. Y tú preguntabas sólo para vérmelas y yo nunca te dejaba… A veces me hacían bajar en plena noche al portal para una mamada o una buena cubana a las tantas de la madrugada, especialmente las noches que se iban de fiesta y volvían con una borrachera tremenda. Eso le daba un regustillo raro al esperma, curiosamente. Sin embargo, lo mejor era cuando salíamos juntos. Si tú venías, nos íbamos a la zona vip donde no podías entrar y allí me daban de cenar. Si no estabas, me llevaban con ellos y sus propios amigos como último recurso. De esa manera, si no conseguían ligar, siempre podían contar con mi boca o mis tetas para relajarse. Pero a mí no me engañaban, ni siquiera se esforzaban en ligar. Sólo me querían a mí, yo era parte de la diversión. Era su puta, y me gustaba. En los sitios oscuros le sacaba la polla a alguno y le hacía una paja mientras todos charlábamos. Y cuando iban borrachos, eran cada vez más salvajes. Una vez casi me hacen sangrar por el culo en una discoteca oscura, de esas en que las parejas se lían por las esquinas. Por supuesto, no me quejaba… Así puede que te cruces con personas que me hayan visto mientras me estrujaban las tetas, me morreaban, o estando yo arrodillada chupándole la polla a alguien que no eres tú-

-O sea, que mientras yo tenía que preguntar sólo para que me hicieras una paja o, con suerte, me la chuparas de mala gana o incluso simplemente para verte esas preciosas y grandes tetas, ¿ellos se las follaban cuando querían, y sólo tenían que sacarse la polla para que se la chuparas? Eso duele, perra. Y me pone…- ella bajó la mirada.

-Pero hay más… eso fue antes de aquella fantasía de la secretaria, cuando apenas te la chupaba. Aquel día, cuando finalmente dejé que te corrieras en mi boca, ya habían pasado por mi garganta incontables lefazos, me había tragado una y otra vez el semen de decenas de desconocidos, de mis compañeros, y de tus amigos desde hacía tiempo. Pasó algún tiempo, así que probablemente sean cientos de corridas. Es un milagro que no tenga ninguna venérea. Aunque debes saber algo, fueron tus amigos quienes me ablandaron. Les dije que a ti no te dejaba correrte en mi boca, que ya no quería que me tocaras, y que casi nunca te la había chupado, porque ni siquiera ahora que disfrutaba con ellos tenía ganas de mamártela… y les diste pena. Me convencieron para que te diera una oportunidad y que fuera una buena esposa dejando que mi maridito se corriera donde quisiera. Y total una polla más daba igual aunque ya no te necesitara para el sexo, así que lo hice. Al principio fue por pena, y entonces algo apareció en mi interior a lo que no hice caso en un principio. Día tras día, no paraba de sentirme cada vez más culpable, y tenía más ganas de estar contigo y de sentirte dentro de mí. Seguía follando y chupando a diario, pero mi remordimiento ya no me dejaba disfrutar en paz. Teníamos de nuevo complicidad, nos queríamos y el sexo mejoró muchísimo. Luego me sorprendiste con lo de aquel domingo en que Javi me poseyó en nuestra cama. No me lo esperaba, y dejando a un lado quién era él, me hizo muy feliz que pensaras así en mí, en mi placer. Me sentí una perra, una esclava sucia, las mismas sensaciones que tenía fuera de casa, pero contigo. Me quisiste dar una buena sesión de sexo, y así fue. Reconozco que me puso como una moto que fuera precisamente él. Me sentía culpable, sucia, confusa, pero corriéndome una y otra vez se me pasó enseguida. Sin embargo, tuvo que mandarte el vídeo. Quiso hacerte daño y darte el remate final para que fuera suya. Ahí fue cuando reencontré mi amor y mi pasión por ti. Si debía elegir, te elegía a ti. No pude hacerte una cosa así. Reaccioné, y quise enfrentarme a ello. Pero no supe cómo y me derrumbé. El resto ya lo recordarás… En resumen, ha resultado que la esposa sumisa que hoy tienes es gracias a Javi, pero aún más importante es que nuestro reencuentro como pareja, la llama que volvió a unirnos y solucionó nuestros problemas sexuales, comenzó gracias a tus amigos. Deberías agradecérselo, ca-ri-ñi-to…- dijo chistosa, besándome la punta del pene y sonriendo pícaramente.

Y en ese momento, exploté violentamente y sin previo aviso, con unos potentes chorros que se estamparon en su nariz, entrando por los orificios, rebotando en su cara, cayendo contra su pelo, el suelo y la mesa. Ella había empezado a masturbarse con los dedos.

-Lo siento amor, no me di cuenta de que estabas a punto. Estaba pensando en todas aquellas vergas y se me ha ido el santo al cielo- se quedó quieta de golpe, asustada por lo que había dicho. Las palabras se habían escapado de su boca, esperaba no haberse pasado. A fin de cuentas, era un tema delicado.

-Cariño, no te preocupes. Quedamos en que no nos ocultaríamos nada, fuera lo que fuera. De hecho te estoy imaginando siendo violada salvajemente por ellos… luego en el centro de un corro, suplicando que te bañen de lefa…- al oírme volvió a meterse un dedo, mientras comenzaba a limpiar los restos de semen de mi polla, y luego de la mesa, a lengüetazos. Ahora era mi turno de ayudarla. Saqué a “Javi” y me encargué de que se corriera bien a gusto.

A las pocas horas, cuando procesé todo aquello, quería saber a quienes podía mirar aun a la cara, así que pedí a Laura que me pasara una lista con los nombres de los cabrones afortun… de los que ya no eran mis amigos.

-¿Para qué quieres eso?-

-Para saber a los que no hablaré más- respondí.

Bajó de nuevo la mirada, totalmente avergonzada.

-Lo siento…-

-Deja de pedir perdón cojones. Ya pasó, amor- la respondí.

Al día siguiente, me la dio. En la primera parte decía a quienes se había follado y en la segunda a quienes se la había chupado solamente. Me quedé estupefacto:

-Coño, esto sí que no me lo esperaba. Seguro que todos estos nombres te traen recuerdos ¿eh? Apuesto a que te has mojado recordando... Gracias por el esfuerzo cariño- dije dándole un vistazo.

-Sí, me he puesto cachonda. ¿Me follas?- y echamos uno rapidito.

Ahora sabía que necesitaba amigos nuevos.

Los días siguientes, me obsesioné con mi mujer succionando las pollas de los que eran mis amigos. No paraba de pensar en ello, y mi mujer tampoco. Nos proporcionaba unos polvos exageradamente salvajes. Me describía sus pollas, sus corridas, sus gestos… Desde luego, yo estaba totalmente enamorado de ella, y ella de mí, habíamos superado las estúpidas barreras que toda relación tiene, y ahora disfrutábamos libremente del sexo y de la confianza de poder decirnos cualquier cosa sin miedo. Incluso me reconoció que le gustaría volver a chupársela, en algún momento tórrido. Para mi debería ser humillante, pero en vez de eso me ponía como una moto.

Pasaron las semanas, y enseguida llegó su cumpleaños. Y justo al mes siguiente, era nuestro aniversario de casados. Ambas fechas están muy juntas y tras pensar mucho en qué regalarle, tenía algo muy bueno. Pero era lo mismo de siempre, nada especial. Cuando estaba desayunando, decidí buscar otro regalo mejor que añadir. Y se me encendió la bombilla. ¿Y si…?, dijo me mente. NI SE TE OCURRA, dijo mi razón. HAZLO, LO ESTÁS DESEANDO, dijo mi polla. Y le hice caso a ella.