De entrevistada a amante (2)

El día después de la entrevista volvieron a hacerse realidad más fantasias e increibles situaciones morbosas.

Al día siguiente de la entrevista, y de poder realizar mi fantasía de ser infiel a mi novia y sodomizar a una empleada, me levanté para irme a trabajar con un terrible dolor de cabeza de la tremenda resaca que tenía.

A pesar del mal cuerpo que tenía, estaba animado pues tenía que venir ella a llevarme los papeles para empezar a trabajar. Yo la verdad que también estaba un poco asustadillo, de que cuando se la pasara su pedo se pudiera enfadar conmigo.

Estuve todo el día sin salir de mi despacho, con la cabeza puesta en la noche anterior, y esperando a que ella apareciera.

Hasta última hora de la tarde no apareció con los papeles. Ese día venía más guapa y sexy que el día antes. No venía vestida para entregar unos papeles, venía para seguir lo de la noche anterior.

Traía un precioso vestido gris perla muy escotado, y que la llegaba casi a las rodillas. Su amplio escote dejaba ver sus enormes pechos y en algún movimiento le pude ver el comienzo del sujetador. Lo poco que la vi el sujetador y sus tirantes dejaba intuir que traía un conjunto muy sexy. Era negro y se veía una bonita blonda en la parte superior.

Después de dejar la documentación a mi secretaria, salimos a la tienda y la empecé a comentar la organización de esta.

Ella me dijo que ya habría tiempo para el trabajo y que porque no salíamos a tomar algo.

Volvimos a la bodega y pude ver como todos los viejos que allí había la comían con los ojos.

Después de beber bastantes cervezas, llamé a mi novia con excusas de que no podría quedar con ella pues tenía cena de trabajo y demás historias.

Cogimos mi moto y toda la gente se quedo boquiabierta cuando ella se montó .Seguro que les ofreció una buena vista .Nos fuimos hasta mi casa. Si el día anterior me frotó con sus tetas toda mi espalda con todo el descaro, en ese momento casi me corro del manoseo que sufrió mi polla. Todo el camino estuvo tocándome y frotándome mi espalda con sus tetas.

Cuando llegamos a mi casa yo estaba con una tremenda erección, y ella nada mas entrar me comenzó a besar muy sensualmente, dándome largos besos muy húmedos.

Subió una pierna quedando doblada esta y muy estirada la otra, buscando la postura en la que acomodar sus labios vaginales sobre mi bulto. Yo con una mano la aguantaba la pierna doblada que tenía en alto y con la otra la bajaba los tirantes del vestido.

Liberé sus pechos sacándoselos por encima del sujetador y mi mano bajo hacia su trasero. En ese momento note como debajo de las suaves medias negras llevaba una tanguita.

Seguí recorriendo con mis dedos sus nalgas y ella en la misma difícil postura se movía ligeramente dándome suaves roces sobre mi paquete.

Empecé a comerla las tetas con ansia, dándola mordisquitos a sus pezones y largos lametazos. Sus manos fueron hacia mi cinturón abriéndomelo rápidamente y de un tirón me abrió el pantalón.

Ella bajo su pierna y se puso de cuclillas frente a mi, viendo en esta postura como se trasparentaba ligeramente su tanga. Bajo mi pantalón hasta los tobillos y mordisqueo mi polla por encima de mis boxer. Con los dientes, tiraba hacia debajo de la goma, intentando liberar mi polla.

Mientras seguía el mordisqueo apretaba mis nalgas fuertemente, como si estuviera evitando que me escapara.

Al fin saco mi polla y lamió a conciencia mis testículos. Bajo mi boxer hasta la altura de las rodillas, y metió mi polla hasta el fondo de su boca.

Comenzó a succionar con sus labios fuertemente mi pene, acabando al llegar al capullo con un leve roce de sus dientes que me daba un ligero dolor.

Después de un ratito, se levantó cogiéndome la mano y llevándome hasta la habitación.

Me dio un pequeño empujón que fue suficiente para hacerme caer, pues en este momento aún estaba con el pantalón en los tobillos.

Ella metió las manos bajo su vestido y sensualmente se quitó las medias.

Apartó los tirantes del vestido de sus hombros y suavemente le dejó caer al suelo. Quedó delante de mí en ropa interior. Llevaba un bonito conjunto de tanga y sujetador negro. Pasó las manos a su espalda desabrochándose el sujetador y dejándome libres sus grandes pechos.

Me acabó de quitarme la ropa y volvió a lamer mi polla. Esta vez me daba lengüetazos en mi capullo y hacia especial empeño en mi meato.

Se puso de rodillas encima de mi cara, quedando su coñito junto a mi cara. La aparté la tanga y comencé a comerla el coño con deseo.

En este momento la dije que siempre había tenido la fantasía de ver masturbarse a una chica sin intervenir yo. Es decir, que quería hacer de voayer.

Ella se sentó sobre mi pecho sin darla más explicaciones, y me dijo que ella me haría lo que yo quisiera si seguía con ella.

Me dijo que no la tocara, y que estirara mis brazos sobre la cama. Ella abrió las piernas completamente, viendo su coño en primer plano. Estaba mojada, y al sentirse mirada se excito aún más.

Llevó un dedo sensualmente hasta su boca, y lo lamió. Lo saco y lo llevó muy despacio hasta su coñito.

Con dos dedos empezó a frotar suavemente su clítoris. Tenía la espalda muy estirada, ligeramente curvada, haciendo que sus pechos se levantaran ligeramente. Estaba realmente bella. Era hermoso ver ese vientre plano, completamente estirado, acabando en esos pechos.

Siguió con sus caricias en el clítoris mientras la otra mano se la llevó a un pecho. Acariciaba su pecho suavemente, y le daba ligeros pellizcos. Poco a poco subió la frecuencia y la intensidad de gemidos, comenzando incluso a contornearse.

Dejó su clítoris para introducir dos dedos en su vagina, que entraban y salían con rapidez, mientras su cuerpo acompañaba rítmicamente el mismo movimiento.

Se incorporó ligeramente, acercando su coño a mi cara, y aumentando sus gemidos.

Estalló en un tremendo orgasmo mojándome mi cara. Abrí mi boca para coger la mayor cantidad de fluidos posibles. Tenían un sabor delicioso, saladito, y diferente a todo. Lamí bien toda su zona vaginal dejándosela bien limpia de su jugo.

Ella me beso cariñosamente en los labios, y me dijo que ahora yo la tendría que hacer lo mismo, que ella también sentía morbo de verme solo pajearme.

Después del espectáculo que tuve, estaba excitadísimo, y estaba deseando correrme.

Me puse de rodillas en la cama y ella observaba con deleite. Empecé un sube baja lento, que no tardó en acelerarse por mi necesidad de eyacular.

En poco tiempo empecé a gemir y a tensar todos mis músculos. Estaba a punto.

Acercó su cara a mi polla, y en ese momento empecé a soltar una gran cantidad de semen que la llenó completamente la cara. Abrió la boca buscando mi semen, cayéndola parte dentro. Tenía su cara llena y en su boca también tenía, incluso se la caía algo entre la comisura de los labios.

Sus pechos fueron manchándose de semen que la caía desde su cara. Se tumbó en la cama y comenzó a acariciarse, extendiéndose todo el semen por su cuerpo.

Quedamos un rato tumbados, y al cabo de un rato, a ella se la secaron los restos de semen sobre su cuerpo.

Propuse ducharnos juntos. Fuimos hasta el baño y pusimos el tapón de la bañera, echando mucho jabón y sales que hicieron una gran espuma. Estuvimos un buen rato disfrutando del baño, pero ella en un momento comenzó a juguetear con su pie.

Me empezó a masajear mi polla con su pie y esto produjo una erección inmediata en mí. Me dijo que quería que la follara, que aun no había sentido mi polla en su coño.

La confesé que tendría que salir a mear, pues así no conseguiría correrme. Al parecer las cervezas hicieron su efecto.

De nuevo volvió a sorprenderme. Me dijo que la gustaría verme mear.

-Pues mírame desde la bañera-la contesté yo.

-¿Y por qué no meas aquí y así te veo más cerca?

-¿eh?

-que te digo que mees en la bañera.

Me quedé de piedra y no conseguía quitarme el empalme con lo que estaba oyendo.

-¿Meas o qué? ¡Quiero follar ya!

Me puse de pie dentro de la bañera, y después de un gran esfuerzo, logré empezar a mear. Sentí incluso dolor al estar todavía bastante empalmado.

En el momento que empezó a salir la orina yo intenté que no la diera a ella, pues pensé que la gustaría verme, pero dudaba que a semejante pija la gustara que me meara sobre ella. Gran error.

Se puso de rodillas y se agarró las tetas llevándolas hacía los entrecortados chorros de orina. En cuanto se sintió bien mojada de orina acercó su cara a mi polla, meándola toda la cara. Abrió ligeramente su boca dejando que la entrara parte de la orina en ella.

Yo ya perdí el miedo y levanté mi polla para darla con el chorro en el pelo, ojos, y repasar todo su cuerpo de nuevo con mi lluvia dorada.

Antes de acabar metió mi polla en su boca acabando de evacuar mis últimos chorritos dentro de ella.

Sin sacársela, comenzó a chuparmela a gran velocidad, con un sube y baja constante que me la puso como una barra de hierro.

Se levantó, me dio la espalda, y apoyando sus manos en el borde de la bañera me pidió que la follara.

Veía la entrada de su vagina bajo su culo en pompa. Acerque mi polla y de un golpe la introduje sin dificultad. La saque completamente, y de nuevo, con un solo golpe la metí hasta los cojones intentando producirla dolor. Hice esta operación varias veces llevandola a una gran excitación, pero dejandola a medias. La quería hacer sufrir. La jodía mucho que no quedara la polla dentro y siguiera con una follada continua.

Se comenzó a frotar el clítoris mientras se contorneaba suavemente.

Yo tenía mas ganas que ella de correrme, así que comencé un fuerte mete saca constante, mientras la ponía rojas sus nalgas de los fuertes azotes que la daba. La iba el rollo de los azotes y la sumisión de que la mearan. Tenía para mí, la chica que todo hombre desea.

Tanto la gustó, que entre los azotes, la follada y sus caricias en el clítoris, no tardó en tener un escandaloso orgasmo.

En cuanto la vi correrse, eyaculé dentro de ella. Ella seguía acariciándose y yo golpeándola fuertemente llegando a varios orgasmos seguidos.

Saqué mi polla, escurriéndola toda clase de flujos por sus piernas.

De repente ella se puso con las piernas ligeramente dobladas, aún de espaldas a mí y comenzó a mearse. Yo toque su orina con las manos y la extendí por su cuerpo.

Cuando acabó de mear, se dio la vuelta y con esa sonrisa picarona irresistible, y me dijo que ella también se meaba y no aguantaba más.

Nos dimos un beso apasionado, nos dimos una larga ducha y la llevé a casa.