De enfermera a puta (3)

Sonia se enfrenta con su fiesta de iniciación

Le había costado mucho trabajo sublimar al olvido la última jornada y meterse en la piel de otra persona pero finalmente lo había conseguido. Hicieron en silencio todo el trayecto desde el aeropuerto hasta el club.

Llegaron a media tarde. Mariano la dejó en la gasolinera y se fue a atender “otros compromisos”. Quedó sola ante el peligro.

Cogió aire y se preparó para el momento mientras repasaba mentalmente la sucesión de acontecimientos que la habían arrastrado a ella, Sonia, una joven enfermera dominicana, a dejar su tierra en busca de un futuro incierto. Tenía miedo, mucho miedo, había oído muchas historias de otras chicas que dieron ese paso antes que ella. Pero no podía hacer otra cosa. Abrió la puerta y entró.

Tras acomodar los ojos a la semipenumbra reinante, supo que algo andaba mal. Esto no parecía un bar normal. Estaba lleno de chicas ligeras de ropa y todos los clientes eran hombres.

Era claramente un burdel aunque no se parecía a los que había en su tierra. Se le vino el alma a los pies. Esto no era para nada lo que le habían contado. Tampoco sabía a quien pedir una explicación.

Se acercó a una de las chicas y le preguntó con quien podía hablar ya que se suponía que la estaban esperando.

Era una chica de estatura media, con el pelo y las pestañas teñidos de rubio y bien dotada de pectorales. Llevaba puesto un conjunto dorado de sujetador y short. Se quedó mirando a Sonia de arriba abajo como con desconfianza y luego le habló con acento rumano:

  • Eres Sonia ¿verdad? – le dijo – Pasa al fondo al despacho y pregunta por Fernando, que es el que lleva los papeleos.

Llegó al “despacho” y llamó a la puerta. Le abrió un hombre de unos 40 años moreno, de complexión fuerte y barba de una semana.

  • Hola. Tu debes ser Sonia ¿no? El jefe me dijo que llegarías hoy.

  • Si señor. Acabo de aterrizar.

  • Pasa y siéntate. Déjame tu pasaporte y el contrato.

Ella se lo entregó recelosa. Sin su pasaporte en una tierra extraña, ya no era nadie, perdía todos sus derechos. Para su desazón vio como el hombre tras echarle un breve vistazo lo guardaba en un cajón sin la menor señal de intención de devolvérselo.

  • Bueno, bueno. Supongo que estarás cansada del viaje. Si quieres no hace falta que empieces hoy. Puedes aprovechar para familiarizarte con el sitio y ver lo que hacen tus compañeras y empezar mañana.

  • Perdón señor, pero mi contrato era de camarera. No entiendo nada.

El hombre la miró como si hubiera contado un chiste malo.

  • Mujer, creo que está bien claro ¿no? No se puede poner en un contrato que te vas a prostituír. En ese caso no te hubieran dejado pasar la frontera.

Este primer enfrentamiento con la realidad la hizo perder los nervios.

  • ¡ Oiga, pero yo no quiero prostituírme ! Eso no es lo que me dijeron – gritó histérica.

  • Anda, cálmate. Seamos razonables. Sabes que tienes una deuda que pagar y por eso el jefe te ha dado este trabajo. Además, no me digas que creías cándidamente que esto solo iba de servir copas. No me lo creo.

  • Y pienso pagar mis deudas pero el trabajo es de camarera. No puedo hacer lo que me pide, no soy capaz. Por favor.

Se dio cuenta de que se le estaban saliendo las lágrimas. Como Fernando había dicho, ella ya se olía lo que se le venía encima, ya lo sabía incluso antes de llegar, antes de subirse al avión, sería cinismo tratar de negarlo. Y Fernando lo sabía, la miraba impasible y la contestó tajante:

  • Vale, si es eso lo que quieres puedes trabajar solo de camarera. A lo mejor a los clientes les resultan raras tus negativas a sus requerimientos. Pero entonces dudo mucho que pases el periodo de prueba. Seguramente el jefe no te renovará el contrato ¿Sabes lo que eso significa?

No hacía falta que se lo explicaran, sin contrato y sin papeles se convertiría en inmigrante ilegal totalmente carente de derechos. Y además seguiría debiendo dinero a un mafioso lo cual no le tranquilizaba. Podría escapar de aquí pero ¿y su hermano? ¿Qué le harían?

Fernando le dejó unos instantes de reflexión y luego se dirigió al licorero. Volvió con dos vasos y una botella de licor con la que los rellenó.

  • Tomate un trago, creo que lo necesitas y te ayudará a pensarlo mejor.

Fernando levantó su vaso, brindó por una buena decisión y vació su vaso de un trago. Ella hizo lo mismo. El licor era fuerte, sintió un calor que le abrasaba la garganta. Al menos tuvo el efecto balsámico de tranquilizarla un poco.

  • Mira, no hace falta que contestes ahora. Mejor date una vuelta, mira lo que se cuece y luego hablamos ¿vale?

Vale. ¿Qué remedio? El hombre había dado por zanjada la conversación. Haciendo acopio de valor, salió del despacho y se dirigió a la barra acomodándose en un rincón, aunque lo que iba a ver se lo podía imaginar.

A tres metros a su izquierda, un cliente estaba tomando una cerveza. Pasó junto a el la chica rumana con la que había hablado antes. Llevaba una bandeja con una botella y varios vasos. El cliente la agarró por las caderas deteniendo su marcha y a punto estuvo de caérsele la bandeja al suelo. Dejó la bandeja sobre la barra y se sentó en las rodillas del tipo que comenzó a meterle mano mientras ella le rodeaba con los brazos. Le susurró algo y ella miró alrededor hasta que sus ojos tropezaron con los de Sonia. Disculpándose un momento con el hombre se acercó a ella y le entregó la bandeja.

  • Ocúpate de esto. Es para la mesa 4 – le dijo sin molestarse en añadir “por favor”. Al fin y al cabo se suponía que estaba trabajando de camarera. Acto seguido regresó con su cliente.

Sonia cogió la bandeja sin saber los números de las mesas pero había 4 vasos y se acercó a la única mesa en la que había 4 hombres esperando contra toda evidencia que solo quisieran beber.

  • Aquí tienen su pedido señores – dijo colocando los vasos en la mesa.

  • Nosotros no hemos pedido aún – le dijo uno de los hombres mirándole a las tetas – pero si quieres cuando te hayas desocupado pasa por aquí.

  • La mesa 4 es la de allí detrás de la columna – le susurró otra chica que pasaba por allí – Siempre ponemos un vaso de mas por si quieren que te quedes con ellos. Tu eres nueva en este negocio ¿no?

Le dio las gracias y fue a la mesa indicada en la que por supuesto había 3 hombres. Estaban acomodados en un sofá de sky y una puta estaba sentada entre dos de ellos que acababan de dejarle las tetas al aire y se disponían a manosearlas a duo.

  • Oye ¿y tu quien eres? – le dijo el tercero al verla llegar – Yo he llamado a T2, no a ti.

  • Bueno ¿Y que mas te da? – terció otro – Esta también tiene buenos melones. Aunque va muy tapada. ¿Qué te pasa chiquilla, es que tienes frío?

Los 3 se rieron estruendosamente de la ocurrencia mientras ella se sonrojaba. Les puso los vasos y la botella en la mesa con ánimo de desaparecer cuanto antes. Pero uno de los que se ocupaban de la otra chica, la agarró por un brazo acercándosela.

  • Espera. ¿A dónde vas con tanta prisa? Quédate un poco y tómate algo – le dijo mientras la sentaba en sus rodillas. Podía sentir su erección contra su culo, al tiempo que su nariz se inundaba con el olor a whisky de su aliento y el perfume barato de la otra puta. Se soltó como pudo y se puso de pie.

  • Perdonen pero tengo que irme. De verdad.

Escapó dejándoles con la boca abierta y se fue tras la barra para hacer cualquier otra cosa que pudiera hacer en solitario. Cogió un trapo y se puso a limpiar.

Mientras lo hacía podía ver la frenética actividad de todo el local. Las chicas iban y venían ofreciendo su compañía a todos los hombres que frecuentaban el lugar. De vez en cuando alguno desaparecía con una de ellas por las escaleras que subían al piso de arriba.

Al menos, no había ningún desocupado que quisiera solicitarla.

Un rato después se le acercó Fernando. Por la cara de mala leche que traía supo que no venía para nada bueno.

  • Para un momento – le dijo con dureza – Si sigues así creo que no vas a durar mucho aquí.

  • ¿Qué es lo que he hecho mal? – preguntó retóricamente aunque ya lo suponía.

  • Los clientes de la mesa 4 se han quejado de lo mal que les has tratado. Dicen que has sido grosera con ellos y no les has atendido debidamente.

  • Pero es que ellos querían algo mas – protestó sin mucho convencimiento.

  • Eso son excusas. Si no sabes estar a la altura es mejor que busques otro trabajo.

  • Lo siento – dijo ella bajando la voz – intentaré hacerlo mejor.

Fernando le habló con mas calma.

  • Mira, lo primero vete a disculparte con ellos. No queremos perder parroquianos. Y luego pásate por el despacho. Creo que ya es hora de poner las cosas claras.

Se fue por donde había llegado. Ella dejó el trapo, tragó saliva y regresó a la mesa 4. Lo de “poner las cosas claras” como había dicho Fernando la hizo comprender que ya no había tiempo para adaptarse a nada, la realidad se imponía a trompicones sin dejarle tiempo para pensar siquiera.

En la mesa 4 encontró una nueva situación. Dos de los hombres y la chica de antes habían desaparecido y el tercero estaba completamente borracho y revolcándose en su sofá con otra. Carraspeó para llamar su atención.

  • Perdón señor. ¿Podría atenderme un momento?

El otro separó un poco a la chica y se quedó mirándola con expresión ausente sin decir nada.

  • He venido a pedirle disculpas. Antes no me he comportado con educación – le costaba decirlo y además el hombre ni le ponía atención, de hecho había vuelto a meter la cara entre las tetas de su compañera.

  • Quiero que sepa que no se volverá a repetir. Discúlpeme, es que estaba nerviosa.

  • Vale, te acepto las disculpas – dijo con desgana y con la voz pastosa - Y ahora ¿podrías irte un poquitín a tomar por culo y dejarme que siga con lo mío?

  • Si señor, perdone – dijo ella dando la vuelta y regresando a la barra.

Se puso a recoger un poco antes de ir al despacho. En esto se le acercó una chica y le tendió un teléfono.

  • Es el jefe. Quiere hablar contigo – le entregó el teléfono y desapareció.

  • Hola Papito.

  • Hola T3 – dijo obligándole momentáneamente a dejar de hacer teatro y regresar a su verdadera identidad – Solo te llamo para decirte que no es necesario que pases por esto si no quieres. Esos salidos no se van a morir de calentura aunque se queden sin su fiesta. Tu decides, de verdad.

Era fácil suponer que esta llamada solo trataba de probar su fidelidad. Sin embargo se equivocaba. Esa fidelidad estaba fuera de toda duda para Papito. Su ofrecimiento era sincero. Pero ella ya había tomado una decisión. Le respondió con claridad dándole su aceptación como si fuera un contrato verbal.

  • Gracias Papito, pero voy a hacerlo. Por ti haría cualquier cosa, ya te lo dije. Lo que quieras.

  • Estaba seguro. Eres la mejor. Un beso preciosa. Y cuando esto acabe puedes coger un par de días libres para recuperarte. Quiero que sepas que te agradezco tus esfuerzos.

Se despidió de él, dejó el teléfono en la barra y se fue al despacho.

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Entró esperando encontrar a Fernando pero no estaba solo.

  • Pasa Sonia – le dijo este – Te presento a algunos de mis compañeros, que ahora también serán los tuyos. Este es Nicolás, también conocido como el “chispas”. Es el que se ocupa del mantenimiento. Luces, música y cosas así.

El recién nombrado, un tipo enclenque y de baja estatura, saludó con desgana mientras Fernando le presentaba al siguiente.

  • Este es Iván, es ucraniano y se ocupa de la seguridad.

El tal Iván medía 1,90, tenía la cabeza pelada y era como un armario. Llevaba ropa ajustada que resaltaba su musculatura preparada para repartir ostias en caso de necesidad.

  • Y el otro es Pedro, que no se muy bien de que se ocupa. No creo que lo sepa ni él mismo.

  • De todo un poco – dijo Pedro riéndose – Tendría unos 45 años, gafas, barba y no destacaba por nada mas.

Ella se sentó en la silla frente a Fernando mientras los otros 3 se pusieron de pie a su alrededor. No se necesitaba mucha imaginación para adivinar sus intenciones, su deseo era tan evidente como los bultos que empezaban a cobrar forma en sus pantalones.

  • Bueno, pues les estaba explicando a estos amigos que tienes problemas para acoplarte a este trabajo. Y como son hombres de bien, están dispuestos a echarte una mano.

  • Y las dos si hace falta – terminó Pedro sin dejar de reírse.

  • ¿De verdad? – preguntó intrigada.

  • De verdad de la buena  - continuó Fernando -  Pero vamos a pasar al “salón de visitas”. Allí podremos hablar mas cómodamente. ¿Quieres otra copa antes?

¡ Otra copa ! De pronto se dio cuenta de algo en lo que no había reparado. Llevaba más de 24 horas sin dormir, desde mucho antes de coger el avión. Pero estaba completamente despejada y llena de energía. Pensó, mejor dicho, supo que le habían echado algo en la bebida. Pero Fernando también había tomado un trago. Quizá por eso tenía los ojos tan abiertos como ella.

Rechazó la copa. N-o quería nada que la mantuviera tan activa. A una señal de Fernando, todos salieron al pasillo. Sonia iba tras ellos. Fernando abrió una puerta y entraron. El último en pasar fue Iván que cerró la puerta tras el.

En cuanto estuvo dentro supo que le habían tendido una emboscada. Estaban en una habitación con una cama redonda en el centro. En la misma, no había sábanas, solo un protector aterciopelado de color rojo intenso que se ajustaba al colchón. Las paredes estaban acolchadas también de rojo. A un lado había una cómoda sobre la cual podía ver varios juguetes sexuales, como consoladores, esposas, bolas chinas, etc. Y junto a el, un mini-bar.

La luz era tenue y había hilo musical con el volumen bajo.

Estaba claro lo que pretendían. Rápidamente fue a la puerta pero como suponía estaba cerrada con llave. La recorrió un escalofrío de terror.

  • ¿Qué es esto? – preguntó – Por favor, ábranme la puerta.

  • No te preocupes – dijo Fernando – abriremos en cuanto te hayamos explicado tus condiciones laborales y hagamos el contrato firme. Toma, échale un vistazo.

Le entregó un papel y al verlo se dio cuenta de que estaba en blanco.

  • ¿Qué significa esto? – preguntó.

  • Esto, es tu contrato – respondió Fernando – En el he detallado todos tus derechos. Leelo detenidamente y firma abajo.

  • ¡ No voy a firmar un papel en blanco ! – gritó.

  • Bueno, como quieras. Entonces tendremos que hacerlo de otra manera.

Apenas lo había dicho, Iván la agarró ambos brazos y pasándoselos detrás de la espalda apretó hasta que le pareció que si seguía se los partiría. Entonces Fernando le dio una patada en los tobillos haciéndola caer. Se golpeó las rodillas contra el suelo y quedó arrodillada con Iván sujetándole los brazos por detrás y los otros 3 hombres rodeándola.

Fernando se acercó a ella y se sacó la polla poniéndosela delante de la cara.

  • Si no tienes boli para firmar, te presto el mío – dijo señalándose el cipote -  ¿Qué dices? ¿Lo vamos a hacer por las buenas o te gustan los retos difíciles?

  • Nunca – respondió ella con un hilo de voz. El miedo no la dejaba gritar.

Apenas lo dijo sintió un fuerte bofetón que no supo quien se lo había dado. Antes de reponerse, una lluvia de manos le cayeron encima arrancándole la ropa a pedazos hasta dejarla completamente desnuda salvo las medias que por algún motivo le dejaron. De pronto Iván le soltó los brazos.

  • Levántate – le dijo Pedro que se había situado ante ella.

Lo hizo lentamente pero mientras se levantaba, Pedro le lanzó un fuerte puñetazo al estómago que la obligó a doblarse sobre si misma aullando de dolor. El le agarró por el pelo y le levantó la cara dándole otra bofetada  que la tiró al suelo dejándola tendida.

La primera patada le llegó a la barriga. Ni siquiera supo quien se la había dado. Se hizo un ovillo mientras le caía una sucesión de puntapiés. Ella se encogió al máximo para salvar la cara y el estómago. Cuando pararon pensó que había pasado la tormenta pero pronto la desengañaron. Iván la cogió los brazos y la puso sobre el suelo boca arriba. Fernando y Nicolás la cogieron de los tobillos y la alzaron en volandas.  La obligaron a abrir las piernas mientras Pedro se le ponía delante y cogía impulso. Le lanzó una patada al coño que la hizo ver las estrellas. A continuación la soltaron dejándola caer de golpe al suelo. Se quedó tendida, dolorida y temblando de pánico mientras se llevaba la mano a su maltrecha entrepierna.

Los golpes habían cesado pero no se atrevía a levantar la vista. Temblaba de miedo. Deseaba desvanecerse, evadirse de la realidad que le rodeaba. Pero ni siquiera un desmayo acudía en su ayuda. Lo que le habían echado en la copa tenía el trágico efecto de que ese desmayo no llegaría hasta que llevara horas de frenética actividad. Temió que la iban a tener follando sin descanso durante horas, tal vez días.

Fernando la agarró por el pelo obligándola a levantarse y tirando de ella hacia la cama.

  • Bueno, ya está bien de “precalentamiento” por el momento. Ahora vamos a  conocernos mas profundamente.

Mientras era arrastrada pudo ver como los 4 hombres se habían sacado las pollas. La de Fernando ya la conocía; Pedro y Nicolás la tenían bastante normalita. Pero lo que la aterrorizó de verdad fue cuando se vio cara a cara con la tranca de Iván. Era monstruosa, descomunal, nunca antes había visto otra de semejante tamaño. Apuntaba hacia ella, recia, desafiante. No, no podía ser, “eso” la destrozaría las entrañas.

  • ¿Qué pasa? – le dijo Fernando divertido al ver su miedo a ser reventada - ¿Te asusta lo que ves? Pues espera a que esté empalmado del todo. Le llaman “el ariete de Kiev”.

La tiró encima de la cama. Ella trató de buscar por donde escapar pero estaba rodeada por los cuatro costados. A cualquier parte que dirigiera la mirada solo veía miradas despiadadas y pollas recias dispuestas a cobrarse lo suyo. Intentó negociar una salida.

  • Por favor, no me hagáis mas daño. Firmaré ese papel. Trabajaré de puta. Pero por favor, eso no, no podré resistirlo.

  • Verás – continuó Fernando – hay un momento para cada cosa y el momento de firmar por las buenas ya se ha pasado. Puedes ver esa tranca como una amenaza cierta que antes o después te va a joder. Pero aún hay tiempo para eso. No tenemos ninguna prisa. Antes tenemos otros planes. De momento nos vas a comer la polla.

Por supuesto, eso es lo que iba a hacer. Era mas que una orden, era una afirmación absolutamente segura. No podía evitarlo de ningún modo y el dolor de los recientes golpes le recordaba lo que era, lo que se esperaba de ella y las consecuencias de negarse. Solo existía una respuesta posible.

  • Si – dijo intentando llevar el asunto por otros derroteros – lo que queráis. Estoy dispuesta. ¿Quieres que empiece por la tuya?

  • De acuerdo zorra, pero antes tenemos que suavizarte un poco las encías. Por favor Nico, acércame el “suavizante”.

Nicolás le pasó unas tenazas y una inyección. Ella lo miró temblando.

  • ¿Qué es eso? ¿Qué vas a hacerme?

  • Bueno, sucede que las primerizas tenéis la mala costumbre de cerrar la boca antes de tiempo, así que voy a sacarte algunos dientes. No te preocupes, solo serán los incisivos y antes te pondré esta anestesia. Luego te los reemplazaremos con otros de goma muy chulos y nada cortantes.

Estaba a punto de perder los nervios. Se incorporó rápidamente quedando sobre la cama en posición de cuatro patas y con Fernando frente a ella. Trató de suplicarle mientras por detrás Iván empezaba a sobarle el culo y por ambos lados los otros dos empezaron a meterle mano en las tetas pellizcándole con fuerza en los pezones. Le hacían daño y a la vez la excitaban como se notó rápidamente por la dureza que adquirieron sus tetas. Aunque estaba rodeada de estímulos, trató de concentrar su atención en la amenaza de las tenazas.

  • ¡ Nooooo ! ¡ Eso no es necesario ! Se comer una polla con suavidad, os lo juro, no teneis nada que temer. Os la voy a chupar a todos, todo lo que querais, pero por favor, no me hagais eso – dijo llorando.

Antes de que acabara de decirlo tenía delante de la cara dos pollas, la de Pedro y la de Nicolás. Sin detenerse ni siquiera a secarse las lágrimas, cogió la de Pedro con la mano y se la metió en la boca empezando a chupar con la mayor suavidad posible, pasando la lengua alrededor del capullo. Pero Pedro no se lo iba a poner fácil. Guiñando un ojo a su compañero, la agarró por la nuca y empujó metiendole la polla hasta la garganta.

Por el repentino impulso cerró un poco la boca sintiendo con pavor como sus dientes rozaban la polla.

Sin atreverse a abrir los ojos oyó las palabras de desaprobación de Pedro.

  • Pase por esta vez pero espero que no se repita. Además estás muy lenta. Así no vamos a acabar nunca. ¡Chupa con mas ganas puta!

Aceleró tratando de mantener la boca lo bastante abierta para que no tuvieran que volver a recriminarle nada pero lo bastante cerrada para mantener el contacto de sus labios cerrándose sobre la polla que se metía y sacaba acompasadamente. Sentía la punta golpeando contra su campanilla, le producía arcadas y casi no le dejaba respirar.

  • ¿Y yo qué? – le preguntó Nicolás sonriente al crearle una nueva preocupación – Estoy esperando. Dime si te falta mucho.

Quería decirle que no se impacientara, que enseguida se ponía con él. Pero era inútil. Tenía la boca llena de polla y además tenía que evitar los movimientos bruscos así que no podía ni articular un gruñido. Por si fuera poco, Pedro parecía querer metérsela hasta el estómago, empujaba sin tregua y ya le tenía los cojones embutidos contra la cara. Este constante empujar le deformaba el rostro apretándole los cachetes contra los ojos sin dejarle apenas mas que una rendija por la que no podía ver mas que el paquete de Pedro que iba y venía.

Como pudo, cogió la polla de Nicolás con su mano libre y empezó a masajearla tratando de entretener su espera. Esto la obligó a mantener el equilibrio al no tener manos con que apoyarse, ya que estaba de rodillas con la cabeza inclinada hasta la altura de la polla de Pedro que sujetaba con la otra mano, y la espalda arqueada en un esfuerzo demoledor.

Parecía que Pedro no fuera a correrse nunca. La cogió la cabeza con ambas manos y empezó a follarse su boca con movimientos cada vez mas rápidos. Al menos eso le dejó una mano libre para apoyarse de nuevo. Y entonces lo sintió. Volvió a sentir ese hormigueo que la invadía siempre que en realidad o en sueños veía su voluntad forzada.

No podía creerlo. Estaba siendo literalmente violada por esos hombres, temblaba de miedo por lo que aún la esperaba. Y sin embargo su entrepierna se estaba humedeciendo, sentía las diminutas gotitas de sus jugos abrirse camino y deslizarse por sus muslos mostrando claramente su calentura a estos cuatro espectadores. Esto iba a ser aún mas humillante, hacían con ella lo que querían y aunque ella negara su placer su coño la delataría, sin demora se darían cuenta, olerían su excitación igual que ya habían olido su miedo. Si, esto iba a suceder de forma implacable.

Deseaba abandonarse, sumergirse en una orgía y dejar que le hicieran lo que quisieran, disfrutarlo plenamente, pero en primer lugar, eso desluciría la fiesta, les quitaría a los chicos el placer de doblegar su voluntad y obligarla a arrastrarse por el fango. Y eso es exactamente lo que iba a hacer, se lo debía a Papito.

Y en segundo lugar su propio cuerpo le reclamaba mantener esa resistencia. Ser sometida le proporcionaría un placer extremo, que hasta ahora solo había atisbado con la imaginación en sus masturbaciones. Pero esta vez era real y no quería perderse nada. Resistiría hasta donde pudiera, les obligaría a ser muy duros con ella y se regodearía en su propia caída.

  • Me estoy cansando ya de tanto meneo. Quiero que me la chupes – La voz de Nicolás venía como de muy lejos y la trajo de nuevo a la realidad. Y de momento no veía solución. ¿Qué iba a hacer? No le cabrían dos pollas en la boca y además para hacer eso tendría que pedirles permiso. No a todos los hombres les gusta tener otra polla pegada a la suya.

Lentamente, sin dejar de chupar la polla que le embestía, giró su cuerpo arrimando el culo a la polla de Nicolás y tratando con la mano de dirigirla hacia su coño, rezando para que aceptase esa alternativa.

Para colmo de males, notó una tercera polla, la de Fernando, que con la punta le acariciaba la cara. No tardaría en exigir atenciones que estaba muy lejos de poder ofrecerle.

Por fortuna Nicolás aceptó su ofrecimiento. Le agarró las caderas y de un único golpe le metió la polla empezando enseguida a follársela. No fue doloroso porque ya estaba lo bastante húmeda. Pero eso también lo sabía Nicolás y por señas se lo comunicó a sus compañeros que rompieron en una carcajada general.

  • Vaya con esta zorra. Si va a resultar que le gusta y todo – dijo Fernando. Y acercándole los labios a la oreja le susurró:

– A ver si sigues tan caliente cuando Iván te empale. Mírale la polla. ¿Cuántos centímetros le echas? Imagínate como te va a joder, te va a desencajar entera. Y reza por que no te quiera dar por el culo.

Mierda, ahora que casi lo había olvidado. El miedo le provocó una contracción, por cuyo efecto la polla de Nicolás se le salió del coño. Entonces en una rápida sucesión de acontecimientos, Nicolás la obligó a abrir mas las piernas y la embistió de un golpe que le lanzó la cara contra Pedro por el otro lado. Este, le dio una última acometida y finalmente descargó un chorreón de esperma que le llenó la boca. Se atragantó y mientras Pedro se la sacaba abrió la boca tratando de coger aire mientras la lefa le caía por la barbilla.

Antes de que pudiera coger la segunda bocanada, ya tenía metida la polla de Fernando que le había entrado atravesada ensanchándole el carrillo izquierdo. Tenía la cara roja por el esfuerzo y la falta de aire. Entonces resonó un azote:

¡ Plas ! – Vamos zorra, mueve el culo – le gritó Nicolás propinándole un segundo azote en las nalgas – ¡ Plas ! No tengo todo el día.

Con el esfuerzo de chupar pollas no había prestado suficiente atención a la que tenía en el coño. Empezó a mover las caderas sin dejar de chupar. Por detrás, Iván empezó a golpearla en las nalgas con su enorme pollón. Y por delante pudo ver como Pedro se acariciaba la suya preparándose para una nueva acometida.

¿Qué iba a hacer? La iban a destrozar. Ni siquiera se le ocurría como podría atender tantos rabos simultáneamente y veía con resignación que no tenían ninguna prisa. Iban a estar jodiéndola hasta sabe Dios cuando.

Fernando acabó pronto pero a diferencia de su compañero, le sacó la polla y le echó en en la cara el lecherazo que aterrizó sobre la frente escurriendo por un ojo que instintivamente cerró. Sin darle tiempo a reaccionar, Nicolás cambió de tercio metiéndole la polla en la boca. Siguió chupando notando ahora el sabor de sus propios jugos vaginales que habían impregnado esta tercera polla que le tocaba comerse.

No quería pensar en lo que vendría ahora pero pudo sentirlo. Sintió una enormidad empujando contra su vagina. A pesar de estar abierta y húmeda, el glande no le cabía. Y estaba empujando. No, eso no, era mas de lo que estaba preparada para sufrir.

Apartó el culo sin poder evitarlo, su instinto de supervivencia era mas fuerte. El brusco movimiento se transmitió hasta sus labios e hizo que Nico que ya estaba mas que a punto le soltara su tercera ración de leche.

Trastabilló y se cayó de espaldas. Trató de pedir disculpas pero su boca llena de semen no consiguió articular palabra alguna y solo consiguió toser y expulsar varios goterones de lefa que le volvieron a caer en la cara.

  • Me parece que estamos siendo muy suaves – dijo Fernando – ¿Te asusta que te reventemos el coño? Pues eso no es mas que el principio, puta.

La agarró por el pelo y tiró de ella hasta el borde de la cama dejándola caer al suelo. Se incorporó frotándose el hombro sobre el que había caído y comprobando que no estaba roto. Para su sorpresa, Fernando la volvió a agarrar del pelo y tiró de ella obligándola a avanzar a cuatro patas ya que no la dejó incorporarse.

Al poco, la hizo ponerse de pie y apoyar las manos en una columna.

  • Quítate la lefa de los ojos y ábrelos bien. Quiero que veas lo que viene ahora.

Se pasó una mano por los ojos quitándose un poco para poder ver. Y su miedo aumentó al verlo. Fernando tenía en la mano un vergajo de cuero de un poco mas de medio metro y10 centímetrosde grosor.

  • Puedes acariciarlo y sentir su aspereza – le dijo – y enseguida vas a sentir lo duro que pega. Siente como te rompe la espalda y la próxima vez piénsatelo mejor antes de negarte a algo. Estás aquí para hacer todo lo que te digamos y espero que lo aprendas pronto.

Se puso de tras de ella y le lanzó un correazo que le hizo ver las estrellas. Sintió el ardiente latigazo en la espalda y antes de que pudiera localizar donde le escocía le cayó el segundo. Y luego otro. Y otro mas. Se encogió estúpidamente como si así fuera a recibir menos.

Dejó de contarlos, no podía pensar, solo sentir, sufrir bajo los golpes que le dejaban abrasada la espalda. Algunos los recibía en el culo.

Trató de evadirse, esperando que un desmayo la llevara lejos de la realidad pero era imposible, estaba espantosamente despejada ¿Qué coño le habían echado en la bebida? Y era aún peor. A los pocos golpes su cuerpo dejó de luchar, empezó a encajarlos primero con resignación pero después con deseo. Si, con deseo. Aquellos hombres la estaban llevando donde ellos querían y ella cada vez tenía menos ganas de luchar. Poco a poco se iba rindiendo, entregándose a ellos. Su mente se rebelaba no quería someterse tan pronto pero su cuerpo le traicionaba. Su coño seguía humedeciéndose. Iban a hacer con ella lo que quisieran. Eso iba a suceder pronto y ella colaboraría. Se sorprendió estirando la espalda y ofreciéndola para seguir recibiendo correazos.

Fernando paró un momento, se le acercó por detrás y la embistió aplastándole la cara y las tetas contra la columna.

  • ¿Qué pasa zorrita, es que te está gustando?

  • No puedo mas – mintió - Deja de azotarme por favor  -gimió tratando de aparentar una oposición que estaba lejos de sentir.

Apenas acabó de hablar, Fernando, que seguía pegado a su espalda, le abrió las nalgas y de un solo golpe le metió la polla en el culo. Ella sintió un fuerte dolor y un escozor que se sumaba a las múltiples magulladuras de su espalda.

  • Vamos a ver, ¿dónde nos habíamos quedado? – dijo Fernando mientras empujaba con mas fuerza - ¡Ah, si!. Ibas a encajar la polla mas grande que te ha follado jamás. Te está esperando. Mírala.

Ella seguía sollozando mientras Fernando le abría el culo en cada acometida.

  • ¡Te he dicho que la mires! No me hagas repetírtelo.

Volvió la cabeza ligeramente. Iván, estaba echado sobre la cama boca arriba en pelotas. Con su enorme manaza se acariciaba la polla. El falo descomunal destacaba como el palo mayor de un galeón. A pasar de tener una enorme mano de repartidor (de bofetadas), esta apenas le cubría la mitad de la longitud de la polla. ¡ Y aún no estaba del todo empalmado !  Fernando le sacó la polla y la hizo darse la vuelta. Con un ademán le indicó el camino.

Se quedó paralizada. Eso no podía ser, ni siquiera podría abrirse lo bastante. Fernando le dio una fuerte palmada en el culo para sacarla de su indecisión. Ella, lentamente obligó a sus piernas a avanzar hacia la cama. Mientras avanzaba, los otros tres hombres la seguían sin dejar ni un instante de meterla mano por todo el cuerpo, reírse del placer que esos toqueteos la provocaban y recordarle que esto le iba a doler, con un dolor como nunca antes había sentido.

  • Ya verás, zorra. Te va a parecer que te ha follado un diplodocus.

A pasar de las manos que tiraban de ella en todas direcciones, consiguió subirse a la cama y se puso a horcajadas sobre Iván. Le cogió la polla con las manos tratando de sopesar su grosor y la dirigió hacia su coño. Por suerte seguía húmedo lo que facilitaría la penetración. Poco a poco fue bajando mientras abría las piernas todo lo que podía. Pero no conseguía ni siquiera que le entrara el glande.

Cerró los ojos por el dolor que sentía y al abrirlos encontró dos pollas frente a su cara, la de Pedro y la de Nico. Abrió la boca para dejar paso al que primero se decidiera (que fue Pedro) y agarró la otra polla con una mano mientras la otra seguía forcejeando para abrir el coño lo suficiente y dar cabida al pollón de Iván.

Las piernas le temblaban por estar medio agachada y sin manos en que apoyarse.

Escuchó detrás el zumbido de una cámara de video. Fernando se disponía a inmortalizar el momento. Era horrible, la iban a grabar en video y no tenía ni idea de quien o quienes iban a ver esas imágenes. Y ocupada como estaba mamando una polla ni siquiera podía volver la cabeza para comprobarlo. Al menos la estaba filmando por detrás y no se le vería la cara. De momento.

  • Esto va a ser la bomba – oyó decir a Fernando – vamos con un primer plano. Abreté mas ese coño y separate un poco de Iván. Vamos a coger imágenes del antes, del durante y del después.

Después de haberse entregado por completo, no le costó mas trabajo asumir que su coño era de dominio público y podían mostrarlo a quien quisieran. Aunque no le gustaba la idea, si se negaba las consecuencias podrían ser mucho peores. Obedeció y ofreció una vista panorámica de su entrepierna dolorida y completamente encharcada, esforzándose en mantener esa postura mientras seguía chupándosela a Pedro y meneandosela a Nico.

  • Muy bien golfa. Has quedado divina. Y ahora ¿estás lista para que Iván te joda?

Al no poder hablar, se limitó a asentir sin sacarse la polla de la boca. Iván la agarró por las caderas y empezó a tirar de ella hacia abajo empujándola contra la punta de su inmenso nabo. Por otro lado, Pedro la agarró fuertemente del pelo obligandola a mover la cabeza y chupar mas rápido pero el dolor del coño era tan fuerte que ni notaba el del pelo.

  • Buenas noches queridos espectadores – escuchó decir a Fernando ante el micrófono – A continuación van a ser testigos de algo increíble. Van a ver como se abre el coño de una puta mas allá de todo lo razonable y como engulle una manguera de proporciones dantescas. Compañera puta, saluda a nuestros televidentes.

Le acercó el micrófono a la cara y ella no supo ni que hacer, no podía hablar y mamar al mismo tiempo. Y puesto que no podía ver nada, rezaba porque la cámara no le estuviera grabando la cara, aunque el paquete de Pedro casi no dejaba nada de cara que ver.

  • Mmmm, holaggg – consiguió medio articular con polla y todo.

  • Bueno, supongo que esa es la frase mas larga que es capaz de parir el cerebro de una puerca como esta – prosiguió Fernando – Y ahora vamos a ver el primer plano del empalamiento.

Le puso la cámara directamente apuntando al coño. Ya lo tenía  enrojecido por el sudor y el esfuerzo en su lucha titánica por que le entrara algo de esa monstruosidad.

Abrió las piernas al máximo, forzándolas y finalmente consiguió que el capullo pasara produciéndole un dolor agudo que la hizo perder la noción del resto del mundo. Ni siquiera se enteró de las eyaculaciones de los otros dos, Pedro en su cara y Nico sobre sus tetas, depositándose ambas sobre las capas resecas de lefa que se iban acumulando sobre su piel. En ese momento no se hubiera percatado ni aunque le eyaculara un elefante, el mundo se desvanecía y solo existía el dolor profundo, intenso y creciente a medida que Iván con su fuerza bruta iba ganando milímetro a milímetro.

  • Cuéntanos como te sientes, puta – le susurró Pedro haciendola volver a abrir los ojos a la realidad - ¿Te duele mucho o muchísimo?

Entretanto Nico le agarraba las tetas hasta marcarle los dedos y Fernando seguía grabandolo todo. Si ya era humillante verse follada y jodida de una manera tan brutal, lo era mas aún tener que describirlo. Además el dolor la impedía pensar. Intentó hacer oídos sordos pero Pedro le recordó esta vez gritándole en los oídos que esperaba una respuesta.

  • Pues…- dijo haciendo un esfuerzo sobrehumano por ordenar sus ideas – es monstruoso. Me está destrozando por dentro….. No se si voy a poder resistir.

  • Toma, echa un trago que te dará fuerzas – Nico le metió en la boca una botella y sintió un líquido áspero que le bajaba hasta el estómago. Aunque el sabor del semen se imponía a todo lo demás, le pareció que era vodka. Al no poder tragarlo todo, el exceso le rebosó cayéndole por las tetas y escurriendole hasta la espalda (debido a su posición). El ardiente licor le quemaba las llagas de los correazos y le enrojecía el resto de la piel.

Sintió un nuevo empujón y todas las anteriores sensaciones se evaporaron, se impuso de nuevo la única realidad, el dolor lacerante, aún mas fuerte que antes que le penetraba hasta el alma. Ya había encajado varios centímetros pero el grosor iba en aumento al avanzar hacia la base de ese ariete.

Pedro se le había colocado detrás y la estaba dando azotes en el culo. Fernando aplicaba su cámara y se recreaba con cada palmada viendo las nalgas temblar como un flan. Nico le dio un bofetón en la cara y le plantó la polla delante pero ella ni se dio cuenta. Se la metió en la boca zarandeándola hasta que consiguió espabilarla lo justo para que empezara a chupar de forma mecánica sin tener casi noción de sus actos.

Los breves momentos de lucidez caían hechos pedazos cada vez que Iván avanzaba en su perforación. Ni siquiera las oleadas de humedad que inundaban su coño bastaban para mantener la lubricación frente a semejante mástil.

Era el momento de la verdad, de llegar hasta donde parecía imposible. Distendió los músculos de sus piernas que hasta ahora la sujetaban para dejarse caer sobre la polla de Iván ayudando con su propio peso a que le entrara aún mas. Algo se rompió y el dolor que la inundaba invadió hasta el último rincón de su conciencia, era tan inmenso que su cerebro era incapaz de sentirlo plenamente, se sobreponía a todo lo demás y tenía que concentrarse incluso para poder sufrir.

Había llegado hasta el límite de su resistencia. Era incapaz de ir mas allá. Un poco mas y sería su final. La cabeza le daba vueltas y aunque tenía los ojos abiertos no podía ver nada ni habría podido ni siquiera aunque no los tuviera cubiertos por una blanca capa de semen.

Finalmente el mundo se desvaneció y cayó al abismo de la inconsciencia.

  • Vaya por Dios - dijo Pedro – Pensé que aguantaría mas tiempo. Se ha venido abajo demasiado rápido.

Fue lo último que escuchó antes de perder del todo el sentido.