De despedida

Ella ya sabía que esa noche sería la última.

DE DESPEDIDA

Llevaba con ella cuatro meses... en persona, más otros dos a través del IRC. Lo nuestro fue "amor al primer privado". Cogimos una confianza tremenda al poco tiempo de estar hablando juntos. Al mes era una profunda adicción al chat, no podíamos pasar sin hablar más de dos días... fue muy bonito.

Cuando la conocí vivía en Vigo, pero se cambio a vivir con su abuela a unos 100 Km. de mi casa. Esto nos dio la ocasión de conocernos. Siempre se ha dicho que es peligroso creerse todo lo que se cuenta en un chat, porque al no ver a la persona, al no ser una charla cara a cara se puede mentir mucho más fácilmente... pero también se pueden decir las verdades más íntimas sin tapujos... y eso fue lo que hicimos ella y yo.

El primer encuentro fue muy emocionante, en las vacaciones de Semana Santa... uuuufffffff... aún tiemblo al recordarlo. Cuando ella bajó del autobús nuestros ojos se encontraron sin remedio, no teníamos ni una simple foto de referencia el uno del otro... ni una. Pero no hizo falta, bajó, nos miramos y nos besamos profundamente... largamente.

Por supuesto ya habíamos practicado el cybersexo... jejeje, pero creo que se nos quedó corto demasiado pronto, por eso en unas tres horas desde que ella bajó del autobús nos estábamos entregando el uno al otro desnudos en mi cama.

Aunque no coincidíamos en muchos aspectos, nuestras historias eran muy diferentes, empezamos a salir.

La convivencia entre ambos era difícil... pero si había algo en lo que conectábamos perfectamente era en la cama... en el sexo.

Lo nuestro era pura glotonería, no desaprovechábamos ni la más mera oportunidad para buscar ese maravilloso orgasmo... el nuestro o el del otro. Aprendí mucho sobre el placer, el sexo y sobre mi propio cuerpo y el de mi compañera.

No es que ella fuera mucho más experimentada que yo, que lo era, sino que yo era, soy mucho más sensitivo que ella y esa mezcla era explosiva. Y claro, a base de "participar" pues uno va aprendiendo cada vez más cosas y descubriendo otras.

Nuestras fantasías eran constantes. Recuerdo un viaje a Gijón que fue el colmo de la lujuria... usamos 24 preservativos en 3 días!!!!... yo ya la tenía que ni me la sentía... pero aún queríamos más.

Ella era, es, multiorgásmica, es decir, tiene un orgasmo detrás de otro durante el acto sexual, casi sin separación. La llegué a contar 6 orgasmos en media hora de "acción". Yo creía que la mujer multiorgásmica era un mito... pero parece que no. Eso de verla corriéndose una y otra vez me ponía realmente frenético, tan excitado que la follaba cada vez con mayor fuerza, rapidez y frenesí...

A finales de agosto de ese año quedamos entre semana en su casa. Se iba a mudar en breve y así me enseñaba el piso nuevo, al que se iba a mudar con sus padres. Por aquel entonces nuestra relación ya iba perdiendo gas, y nuestros encuentros sexuales iban siendo más folleteo que hacer el amor... supongo que entendéis la diferencia.

La casa era grande, 5 habitaciones y salón grande, terraza... bonita pero vacía de muebles, apenas las camas y la mesa y las sillas del comedor. En vez de irnos por ahí a dar una vuelta nos quedamos en la casa tomando una pizza y una botella de vodka... al que soy muy aficionado...

En fin, el alcohol, la casa vacía y las ganas de hacer, de pensar siempre en "lo único" provocaron que a los escasos instantes de terminar la pizza ya estábamos revolcándonos por el suelo.

No era hacer el amor, era FOLLAR, en el más estricto sentido de la palabra. Prácticamente nos arrancamos nuestras ropas y nos apretamos desnudos el uno contra el otro, yo la inmovilizaba los brazos mientras le mordisqueaba los pezones, le separaba las piernas y se la metía de una sola vez... ahí tuvo su primer orgasmo. Todavía temblando por ese orgasmo la levanté y la llevé a su cuarto, en el que sólo estaba la cama, pero a mí me bastaba. La lancé sobre la cama, boca arriba, levanté sus piernas y sin pensármelo ni un minuto la penetré de golpe. Gritó, gimió y vi sus lágrimas saltar. Después de estar cada vez más acelerados y sin darla tiempo a correrse me paré. -¿Qué haces?- me preguntó. –Cada vez que parpadees pararé de penetrarte, si quieres que siga tendrás que mantener los ojos abiertos. -¿Estás loco?- respondió.

Como ella parpadeaba yo no la penetraba, estaba con mi pene situado en sus labios exteriores, esperando. Por más que se movía, se insinuaba, intentaba empujarme, yo no la dejaba, debía seguir mis reglas. Entonces comprendió que era inútil seguir resistiéndose y me miró fijamente a los ojos, sin pestañear. Entonces la penetré de un golpe y ella gimió, grito y se corrió... pero cerró los ojos, entonces yo paré. Me volvió a mirar y esta vez aguantó un poco más, pero volvió a cerrarlos cuando se corría y yo volví a parar. Así estuvimos como 20 min. Durante todo ese tiempo cada vez estábamos más y más excitados, de modo que mientras ella parpadeaba yo se la saqué completamente, me miró con los ojos como platos y yo se la introduje muy lentamente por su apretado esfínter... cuando llegué al final, mi pelvis contra su vagina nos quedamos absolutamente quietos. Ella apretaba el esfínter como sabía que a mí me gustaba, no podíamos evitar los gemidos, los besos, los mordiscos... alcancé sus pechos y los amasé con calma y cuidado hasta que nuestra excitación alcanzaba el clímax. Entonces ella me retiró, se puso a cuatro patas y separó sus nalgas apoyando su pecho en la cama... esa invitación era demasiado para mí.

Nos volvimos locos, nos estábamos follando como animales, nos arañábamos, nos mordíamos mientras yo la agarraba de las caderas y no hacía otra cosa que empujarla cada vez con más violencia sobre mí. Cuando nos corrimos quedamos exhaustos en la cama... respirando con agitación y haciéndonos a la idea que era la vez en que lo habíamos hecho de una forma tan salvaje, tan carente de cariño... sólo sexo. Desnudos, sudando en la cama separados sin una caricia de afecto después del tremendo orgasmo nos quedamos medio adormilados.

Me desperté cuando noté que ella iba a la cocina. Todas las luces de la casa estaban apagadas. Sin embargo se colaba suficiente luz por las ventanas como para poder desplazarse. La seguí a hurtadillas. Bebió un vaso de agua y estaba descansando, mirando a la pared, de espaldas a mí, pensando en cualquier cosa cuando me acerqué en silencio por detrás, la agarré de un brazo, se lo retorcí, la apoyé contra la mesa empujando su cabeza con mi otra mano mientras le tiraba del pelo e hice realidad una de sus más febriles fantasías... la violación sin verle la cara al violador.

Tiré todo lo de la mesa de la cocina, su cabeza miraba hacia abajo y su brazo seguía retorcido. De una patada la indiqué que abriera las piernas y ella me obedeció. No me lo pensé. Se la metí por sus dos agujeros de forma alternativa, aleatoria y con fuerza durante los siguientes 30 min. mientras ella se corría un sin fin de veces y yo luchaba por contener mi eyaculación. Sus gritos eran de locura, desgarradores, yo ya no podía más, no me podía aguantar más cuando aumenté la cadencia de mis penetraciones y nos devoró la vorágine del orgasmo... jadeos, gritos y golpes nos acompañaron en nuestro salto al vacío. Cuando ella consiguió recuperar el aliento miró hacia donde estaba yo sentado y me dijo: -Eres un HIJO DE PUTA... pero gracias... mmmmmmmmm...-

Después de esto nos merecíamos un descanso... y eso hicimos. Salimos a la terraza... era un octavo con lo que se veía bastante de la ciudad: Talavera de la Reina. Desde los edificios que estaban situados enfrente se nos podía ver... no estaban muy cerca, ya que un parque estaba de por medio, pero creímos que nos podrían ver.

Estábamos desnudos, sudorosos encima de una manta charlando tan tranquilamente cuando nuestras manos se empezaron a enlazar, y de ahí en pocos momentos pasamos a las caricias suaves. Estábamos sentados en el suelo uno al lado del otro mirando hacia la cuidad a través de los barrotes y charlábamos de... no me acuerdo de qué... En breves instantes yo ya tenía mis dedos en su clítoris apretándolo, frotándolo y moviendo mi mano hacia su vagina y su culo... mientras ella subía y bajaba su mano, haciéndome una suave paja deliciosa. Fue algo así como deseo de exhibirnos ya que el sólo pensar que alguien medianamente atento nos podría ver a los dos, con las piernas abiertas, respirando agitadamente mientras nos masturbábamos y charlando de modo aparentemente normal nos ponía a mil.

No pudimos seguir hablando y la conversación se extinguió, entonces empezamos a jadear y gemir, pero sin mirarnos, sólo mirábamos a la casa que teníamos enfrente, donde podían estar gozando de la visión. Casi cuando no podíamos más de la excitación ella me dijo: -Nos pueden ver... –Es cierto... pues enséñales cómo te corres... YA. Y en ese momento unos espasmos recorrieron su cuerpo... y el mío... corriéndonos a la vez y haciendo que arqueáramos nuestras espaldas cayendo sobre el piso de la terraza.

Entramos dentro, no fuera que cogiéramos frío fuera, ya que empezaba a refrescar. Estuvimos comiendo algunas sobras de pizza y bebiendo abundantemente... otra vez. Nos reíamos de lo que habíamos hecho y comentábamos lo excitante que había sido. Ella sabía que yo no era un Superman... y que correrme tres veces en tres horas no estaba mal para mí... creo que pensó que aquello ya no iba a dar más de sí... aunque a ella se la veía muy dispuesta a continuar. Después de cómo media hora de beber, reír y charlar nos pusimos a recoger la casa un poco. Recogimos el desastre organizado en la cocina, en la habitación y pasamos a ordenar el salón. Retiramos los platos de la mesa del comedor y pusimos los candelabros sobre ella.

Al limpiar la mesa se inclinó, y como todavía continuábamos desnudos pude ver sus labios por detrás, todavía húmedos!!. Esta visión me excitó tanto que no me pude resistir y la abracé por detrás, haciéndola notar mi erección. -¿Pero otra vez la tienes así?, ¿Qué es lo que quieres... eh?. Me dijo de forma pícara. No me lo pensé. –Quiero follarte... aquí y ahora.

Esta afirmación la provocó un escalofrío e instantáneamente nos pusimos a besarnos sin control. Nadie se imaginaría que era la cuarta vez en cuatro horas que empezábamos así, que yo ya había tenido tres orgasmos y ella... bueno, creo que no se podían contar.

En cuestión de minutos yo ya estaba penetrándola desde atrás en su mojada vagina. Procuraba entrarla lo más de lado posible para que así rozara las paredes de su vagina y sentirlo más... y más. Los dos gritábamos, después de esa activa noche teníamos el sexo muy sensible y ese brutal contacto nos doblaba, los pelos estaban de punta y gozábamos como locos.

-¡Más, quiero más!. Gritaba ella. Y yo también quería más, así que apunté mi glande a su culo y... entré de una sola vez hasta dentro... sin pararme. La verdad es que no fue muy doloroso, ya que todavía estaba lubricado por nuestros jugos. Nos movíamos como poseídos y yo enterraba mis dedos en su vagina, agitaba su clítoris y me seguía pidiendo más y más como si estuviera poseída. En ese momento, agarré una de las velas del candelabro y la susurré al oído: "quieta". Sin que ella lo viera venir le introduje la vela hasta el fondo y apreté con ella mi polla en su interior... el gemido que dio me puso los pelos de punta, se corrió como nunca había visto y se derrumbó sobre la mesa. Yo seguía de pie, metiéndosela por detrás mientras metía y sacaba la vela...

Ella apenas movía un poco las caderas ayudándome a clavarle la vela y mi polla más profundamente. Esto la había superado y ya temblaba sin parar... no sé si de un orgasmo intenso y larguísimo o del más profundo cansancio, ya que llevaba demasiados orgasmos esa noche. Cuando acabé empujé con todas mis fuerzas tanto en sus caderas como la vela... y ella gimió, gritó y se volvió a correr... y esta vez nos derrumbamos ambos sobre la mesa, escurriendo luego al suelo.

No sé cuánto dormimos, supongo que muy poco, ya que me desperté profundamente cansado a las 5 de la mañana. Ella me miraba con ojos entre temerosos y excitantes. -¿Cómo se te ocurrió eso?, ¿Cómo supiste que me iba a gustar?- me preguntó. -¿Te gustó no?, pues eso es lo único que importa. De ahí me marché... habíamos follado como animales, me dolía todo, TODO, y prácticamente tenía que andar encorvado.

A los tres días ella me mandó un mail que empezaba: " Pese a que lo nuestro en la cama es impresionante... una relación no se puede basar sólo en eso...". A ella la había costado mucho decidirse, y se decidió antes que yo, porque yo no podía cortar, aunque sentía lo mismo. Me dolió, pero fue lo mejor. No hubo rencor, pero ella cortó la comunicación... que todavía no he recuperado, quiso desaparecer, y desapareció. Esa noche ella ya sabía que me iba a mandar ese mail, fue la despedida...