De dama a puta 1ª parte

La ambición de una mujer

DE DAMA A ESCLAVA

1ª PARTE

Mi nombre es Ursula. Pelirroja, pelo lacio a la cintura, ojos verdes, pecosa, vestía bien a la moda que resaltaba mi figura. 1,67, con unas medidas en las que si faltaban un poco de pecho, pero a mi encantaban del tamaño que tenia. Criada en un hogar de clase media, era la hija menor de tres hermanos, una mujer y dos varones. Siempre fui la consentida de mis padres.

Pero a los 23 años mis padres trataban de casarme debido a la vida que llevaba. Saltaba de novio en novio y a veces novia. Con algunos llegue a tener sexo con otros no. Me gustaba vivir bien mi vida, claro es única e irrepetible. Mis hermanos ya se habían casado y tenían ya hijos y yo seguía en la mía, divertirme pasarla bien con quien quería.

A los 27 años mis padres mis padres se lamentaban de haberme dejado ser como era. Yo lo único que quería era conseguir un tipo de mucho dinero que me diera todos los gustos

Una vez vino a mi casa un hombre conocido de mi padre. Todos, menos mis padres lo trataban de Don Alcides. Era un hombre de mucha fortuna que habia enviudado hacia ya un año y no tenia hijos. Tenia 58 años, bastante calvo y una incipiente barriga, producto de la buena vida y la cerveza. Mi padre lo habia invitado a cenar para recordar, ambos, viejas correría de solteros.

Se apareció en casa una noche de viernes con un Mercedes Benz, nuevo y con chofer. Traía en sus manos masas y postres para luego de la cena. Portaba en su mano un ramo de flores que obsequio a mi madre. Ese día yo decidí no salir, por estar un poco cansada, así que cene con ellos. Mientras cenábamos notaba que Don Alcides trataba de buscar mi mirada.

PEDRO: (mi padre) oye Alcides, lamento el fallecimiento de tu esposa hace un año. Con Marian ( mi madre) nos enteramos tardíamente.

MARIAN: si habia pasado un tiempo, cuando nos llego la noticia de Elvira, tú esposa.

DON ALCIDES: si, estábamos lejos cuando tuvo un ataque de muerte súbita. No se pudo hacer nada. Viajábamos mucho. Pero bueno ya esta, hablemos de otras cosas. Así que son abuelos ya

PEDRO: si, tenemos 6 nietos que cuando vienen acá no enloquecen, pero son hermosos.

MARIAN: si de nuestros tres hijos mayores. Solo nos queda Ursula, soltera viviendo acá.

PEDRO: tú no has tenido hijos?

DON ALCIDES: no, mi mujer era estéril. Que se va hacer, tampoco me lamento porque sino no hubiéramos podido llevar la vida de que llevamos, viajando de un lado otro, por todo el mundo.

Sentía la mirada de Don Alcides clavada en mí, cuando mis padres se descuidaban.

DON ALCIDES: pero que hija tan hermosa tienen. Si sabia que estaría le hubiera traído un ramo de rosas blancas. Sabes me hace acordar a Marian, cuando era jovencita y andábamos los tres por ahí.

PEDRO: si, es un calco de Marian, la otra y los muchachos salieron más a mí.

MARIAN: no les hagas caso Alcides, sabes como es Pedro.

DON ALCIDES: si lo se, siempre fue igual. Así te robo tu corazón y te casaste con él.

MARIAN: como te acuerdas de todo Alcides.

DON ALCIDES: como no recordar si en aquella época estaba enamorado de vos. Recuerdas, Pedro,  la lucha honesta por conseguir casarse con ella.

PEDRO: si lo recuerdo y no me arrepiento para nada haberte ganado, jajaja. Somos muy felices los dos. Pero vos te dedicaste al negocio de tu padre y has hecho un imperio empresarial. Siempre tuviste visión para los negocios.

DON ALCIDES: y si en algo tenia que ganar, jajaja. No me quejo de mi vida que me robo a Elvira. Ahora tengo deseos de casarme de nuevo y seguir viajando.

MARIAN: y tienes ya alguna candidata.

DON ALCIDES: no aun, pero ya llegara. Eso si la quiero joven y hermosa así como tu hija, Ursula no?

Un rubor se instalo en mis mejillas y un frío recorrió mi cuerpo. Pensé y porque no? Era lo que siempre busque, un hombre rico, que diera los gustos y encima viajar por el mundo.

PEDRO: (interrumpiendo mis pensamientos) debes buscarla  joven, pero acorde a tu edad. Tu sabes lo sexual tiene su importancia y tu tienes mi edad. Las batallas no son las de antes.

DON ALCIDES: no te preocupes, existen ahora muchas cosas para el sexo.

MARIN: bueno, hablemos de otras cosas. Que parte del mundo conoces.

DON ALCIDES: todo, de este a oeste y de norte a sur conozco todo. Y tengo amigos en todas partes. Les voy a contar una anécdota. Conocí tribus semí salvajes en nuestros viajes. Una vez conocí a un jefe indio de casualidad. Un hijo de él que andaba solo, cayó al río y yo lo saque, salvándolo de morir ahogado. El chico asustado por lo que paso, al verse a salvo salio corriendo hacia la selva. Nunca esa tribu habia pasado el límite que era el río. Del río para allá selva salvaje y del río para acá civilización. Era un contraste notable. A lo pocos días nos levantamos con Elvira y al salir de la casa, nos encontramos con una partida de unos 10 indios, armados todos de lanza y pintados como guerreros.

Pensé diciéndome y estos de donde salieron y pensé en Elvira si se la llevaban después de matarme a mi.

Se adelanto uno de ellos, el jefe diciendo ser el padre del muchacho salvado, cosa que yo habia olvidado ya. Quería ser hermano mío de sangre y así fue. Después de eso yo podía andar por su selva y nadie oso atacarme o asustarme.

MARIAN: que linda anécdota. Y lo ves seguido a ellos.

DON ALCIDES: no tanto, su forma de vivir es muy violenta y peligrosa. A veces raptan mujeres blancas para que tengan hijos con ellos, porque han sido corridos y diezmados de distintos lugares.

Yo solo escuchaba. El de tanto en tanto tiraba dardos sobre mí con sus ojos. A veces me parecía que no estaba en su sano juicio, seria por la muerte de su mujer.

Quedo solo unos minutos conmigo

DON ALCIDES: cada vez que te miro mas me cuerdo de tu madre

URSULA: tanto me parezco

DON ALCIDES: mucho, tienes novio?

URSULA: tuve, ya no

DON ALDICES: te doy mi tarjeta de teléfono, llámame alguna vez, me gusta hablar con los jóvenes.

Dude en tomarla, pero al fin accedí. Total tire tantas a la basura que una más. Volvió mi padre.

PEDRO: Alcides, flor de coche tienes y con chofer. En estos tiempos es un lujo total.

DON ALCIDES: los gustos hay que dárselos en vida, Pedro.

Bueno me voy a ir, vamos a organizar una cena mas adelante, en mi casa.

Se despidió de mi padre con un abrazo, beso la mejillas de mi madre y las mías y se perdió en la noche con su lujoso coche con chofer. Así día siguiente todo volvió a ser igual, mi poca aplicación a la carrera de contadora pública y mi dedicación a los bailes y salidas. A veces para no aparecer borracha en casa, iba a casa de una amiga a dormir. Habia un muchacho de la barra que insinúo salir conmigo y lo despache olímpicamente.

En mi casa ya no se hablaba de Don Gervasio o se decía habría partido de viaje nuevamente.

Yo pensaba en la relación que habría tenido con mis padres de jóvenes y pensaba que habría quedado un poco resentido, cuando mi madre eligió a mi padre primero como novio y luego como marido.