De cuando me descubrieron. Update.

Luis era todo un semental y me había dado la cogida de mi vida. Pero ese era tan solo el comienzo

Era una hermosa mañana la que nos sorprendió acostados a Luis y a mi. Yo desperté un poco antes -con algo de dolor en el culo- pero contenta, porque al fin había conseguido ser una mujer con todo lo que eso implica. Y de que manera: él era un magnífico ejemplar por donde se le mirara. Ancho de espaldas, de brazos y piernas esculpidos por el gimnasio y un tremendo pene que había logrado partirme en dos. Levanté la sábana que aún lo cubría y pude apreciar con asombro, de nuevo, ese inmenso falo, que aún en estado flácido lograba imponer.

Salí del cuarto tras ponerme mis bragas y una playera ligera. Hacía calor, así que ese atuendo y un par de sandalias me vendrían bien por esas horas tempranas. Y como tenía sed, me encaminé a la cocina, donde ya se encontraba Cristina fumando un tabaco.

-Pero que guardadito te lo tenías perrita - me soltó en cuanto me vió entrar. No quise contestarle, porque me sonó a reproche y simplemente gire sobre mis talones. Pero ella me alcanzó de tres zancadas y agrego:

-Ven nena. Que no hablaba en serio. Vamos a platicar- dijo mientras sonreía y me veía de frente.

-Gracias amiga. Pensé que estabas enojada.

Ella dejó escapar una sonora carcajada y explicó:

-Bueno, tampoco estoy muy feliz. Anoche no me dejaron dormir tu y Luis con su ruidazo. Pero escuché que lo pasaron tan bien que hube de tocarme también.

-Jaja lo siento. Anoche nos descontrolamos mucho- contesté más aliviada.

-Genial. Ustedes si lo pasaron cómo se debe. Yo lo intente con Pepe, pero estaba tan borracho que seguro ni se enteró de lo que pasó. Pero bueno. Y dime.

-¿Que cosa?

-¿Cómo que tonto... perdón... tonta? Dame detalles de lo que ocurrió.

-Pues bueno.  Luis me hizo el amor.

-Eso ya lo sé- aseguró mientras volteaba su hermosa cara hacia arriba y continuó- Mira Dany tu puedes parecer una chica pero no sabes sobre como las mujeres alardeamos de lo que nos pasa en la cama. Dime qué te gustó más: si te trató delicadamente, si su pene se adapto bien a ti. Si duró lo que esperabas...no sé. Detalles niña. Detalles.

-Bueno, Luis fue increíble, y a pesar de que me lastimó un poco, me hizo sentir plena, segura y muy feliz.- aclaré, a la vez que bailoteaba un poco.

-Mmm, déjame ver tu trasero- opinó ella cuando notó como me movía. Me hizo girar, bajó mis cacheteros, y se inclinó para ver de cerca mi culito. Entonces agregó:

-Pero que barbaridad, si tienes tu anito súper rozado. Me extrañaría que te pudieras sentar. Ven, acompáñame.- pidió en lo que me llevaba de la mano a su habitación. Ahí sacó una crema y me la untó con cuidado en el recto.-Nena, si vas a tener relaciones anales así, debes tener más cuidado. ¿Que no lo sabías?

-La verdad es que no- contesté ruborizada.

Ella se me quedó mirando fijamente, cómo quien espera descubrir una mentira.

-¿Quieres decir que eras virgen? - preguntó, y al no obtener respuesta, se sonrió y continuó- ¡Ay Dany! Nunca habías tenido sexo y se te ocurrió tenerlo con el toro semental del barrio. ¿Cómo no te iba a lastimar, si para que te entren de esas herramientas por el culo, hay que ir practicando? Jaja pero bueno. Ya lo hicieron y aguantaste.

-Jaja y no fue sencillo- reí de pronto con sinceridad, al sentir alivio en mi hoyito.

-Jajaja. Esto ya nos hace hermanas. Escucha, te regalo esta crema. Pontela a cada rato, porque si le gustaste a Luis, lo más seguro es que te lo va a querer hacer de nuevo apenas te vea. Así son los hombres: cuando están con su mujer, no la sueltan hasta que se sienten satisfechos.

-¿Tú crees? - pregunté entre alarmada y esperanzada.

-Jaja que rápido te hiciste viciosa de las vergas. Pero está bien, Luis se ve que es un garañón. Disfrútalo.

-Ok. Pero ahora que ya saben mi secreto, no sé cómo he de comportarme.

-Eso déjamelo a mí. Por lo pronto, tiras tu horrible ropa a la basura, que ya mismo nos vamos de compras al pueblo. Yo te prestaré algo, pero las prendas íntimas y un bikini para disfrutar la alberca si deberías tener. ¿De acuerdo?

-Si. Solo voy a poner un recado para que no se extrañen de no vernos cuando despierten.

-¡Cómo me voy a divertir este fin de semana!- río con ganas- si hasta te comportas como si ya fuera tu marido nena. No preciosa. Tú puedes tener relaciones sexuales con Luis, pero del coaching sobre tratar a los hombres me encargo yo. Ahora vámonos.

-Si- le dije echando a caminar a la salida de la casa con ella.

El tiempo en las compras se nos pasó volando. Adquirí tres brasieres de encaje negro que combinaban con unas tangas del mismo color. Un bikini muy ajustado -que no quería comprar, pero Cristina insistió- y un lindo camisón blanco y transparente con el que la dependienta de la tienda me aseguró que pondría a mi hombre a mis pies. Llegamos de regreso hacia media tarde, y encontramos a los muchachos en la piscina.

-¿Dónde estaban? - quiso saber Pepe, mientras bebía un trago a su cerveza.

-Ahorita les decimos- contestó mi amiga a gritos, porque estábamos algo retiradas- solo nos cambiamos y los alcanzamos ahí

Fuimos a su habitación y nos pusimos los bikinis. Ella se me quedó mirando la entrepierna y dijo:

-Casi no puedo creerlo. No se te nota el pene, es como si tuvieras una vulva prominente. ¿Cómo lo has hecho?

Yo volteé y le expliqué que llevaba ya mucho tiempo en TRH. Esa era una parte de razón por la que tenía tanta cadera, nalgas y algo de pechos. Me hizo dar una vuelta de carrusel y exclamó:

-¡Que fuerte! Lo que puede hacer la ciencia hoy en día.

Ya no consideré importante explicarle que no todo eran las hormonas: yo de por sí tenía desde antes rasgos andróginos. Así que llegamos con los chicos y ambos nos vieron con deleite y mucha cachonderia.

-Woow- dijo primero Pepe, quien se encontraba en el camastro- si tenías razón Luis. Tú mujer se ve fenomenal.

-¿Y yo Idiota? - preguntó Cristina, fingiendo estar celosa.

-Jaja ven y te lo demuestro- dijo él tomándola de la cintura y llevandosela hacia adentro de la casa.

Luis me veía como a una aparición. Se le notaba la lujuria en su mirada cuando dijo- ven, métete conmigo a la alberca.

Yo le obedecí, aunque el agua estaba ligeramente fría. Y cuando me sumergí, el nado hasta donde yo estaba y me abrazó. Pude sentir sus brazos alrededor de mi cintura y solo con eso me volvió a derretir. Empezó a besarme, suavemente primero y luego con avidez. Noté que, conforme iban subiendo de intensidad sus besos, su polla se iba endureciendo y cobrando vida de nuevo. Yo le correspondi como loca, pase mis manos por su torso, acaricié sus brazos y le quite el traje de baño. Tomé su tranca con mis manos, y doy fé de que estaba tan dura como la que me había hecho suya la noche anterior. Ya no me importó el dolor que pudiera sentir: necesitaba ese calor dentro de mí inmediatamente. Entonces me volteé, paré mis nalgas hacia el y pude sentir como restregaba su firme herramienta en mis nalgas. De nuevo comenzó a entrar, pero está vez mi anito reconoció a su dueño que deseaba introducirse otra vez, y lo aceptó sin tanto miramiento. Su polla resbalaba en mi, poseyendome nuevamente cómo refrendando el sitio que le correspondía. Y yo empecé a gritar como loca, porque ésta ocasión era todo placer y desenfreno.

-Asi Luis. Dámela toda. Más fuerte- pedí sin que entendiera a quien pertenecía esa voz que bramaba y gemía como hembra en celo. Aaah Luis. Más rápido, más fuerteeeee. Luiiiis, que me vengooo.

-Si amoor- grito el, mientras aceleraba el ritmo de sus embestidas. Mi culo-vagina ahora tenía el tamaño de mi macho. Y después de varios minutos de encendido placer, sentí que mi semen de mujer salía de mi cuerpo hacia el agua cristalina.

-Mi amoooor ahhhhh- grité cuando no pude más y saqué todo ese líquido.

-Mi princesaaa- dijo el, mientras seguía perforando su recién conquistado hoyito.

Entonces comprendí que era su turno. Y empecé a cerrar suavemente mi esfínter, lo que al parecer lo volvió loco.

-Aprietas super rico nena. Sigue, sigue así- pidió a la vez que seguia dándome sin piedad.- Que me vengo princesa. Que me vengoooo.

-Vente amor. Vente, que te espero ya.

En ese momento pude percibir su descarga de nuevo en mis entrañas. Esa sensación de estar llena de la que ya no querría desprenderme nunca más.

-Mi vida- dijo abrazándome por detrás sin sacar su pene de su nuevo hogar.- de verdad me vuelves loco...

-Y tu a mi- le contesté, mientras sentía como su miembro iba recobrando poco a poco su tamaño original.