De cruising con un alemán casado

Fui de cruising al antiguo cauce del río y me lie con un alemán que resultó estar casado.

De cruising con un alemán casado

Hoy voy a contaros una historia que, posiblemente tenga menos sexo que las anteriores, pero me apetece compartirla con vosotros.

Se trata de algo que me sucedió en septiembre de 2017. Ya sabéis que lo de ir a los sitios de cruising me va por temporadas, y recuerdo que en esa época iba bastante, en especial al viejo cauce del rio. Para quienes no lo sepáis, el antiguo cauce del río Turia a su paso por Valencia es un jardín precioso con pistas de atletismo, fútbol, baloncesto, etc. con un carril bici y que es utilizado por muchos corredores. Y claro, entre tanta vegetación, tanto puente y tal... pues es uno de los lugares por excelencia para cruising en la ciudad.

El caso es que había cenado con unos amigos y, tras la cena, me acerqué con el coche hasta el punto de cruising. Aparqué y bajé con la incógnita de saber qué nos encontraríamos esa noche. Di varias vueltas y, entre el calor y que no había nada que me interesara -a priori- decidí sentarme en un banco tranquilamente.

Fue pasando gente y, de repente, vi pasar a un chico algo más joven que yo, rubito y la verdad, muy guapo de cara. Pasó como si estuviera algo desconcertado y yo no pude evitar decir: “¡Joder cómo está el rubio!”. Después me di cuenta de que quizás lo había dicho demasiado alto, pero ya estaba hecho. El chico se paró, me miró y se dirigió a donde estaba. Me levanté, me acerqué y dirigí mi mano a su paquete. Como se dejó hacer, le indiqué con la cabeza que fuéramos a un lugar un poco más apartado y me siguió hasta unos setos donde podías meterte y pasar más desapercibido.

El tío llegó con una considerable erección y enseguida se bajó los pantalones y los calzoncillos liberando su rabo. Sin pensarlo, me agaché y empecé a comérselo mientras él me acariciaba la cabeza. Jugué con mi mano con sus huevos, acariciándolos, mientras mi boca no dejaba de succionar y lamer su polla. Así estuvimos un rato hasta que sentí que su rabo se hinchaba y que comenzaba a agitar la respiración, hasta que empecé a notar cómo disparaba varios trallazos de lefa que fueron directamente a mi boca.

Cuando terminé y me incorporé le dije: “¿Te ha gustado?”. Y me respondió en inglés. Yo me quedé paralizado, porque no tenía idea de que fuera inglés y además, me expreso bastante mal en ese idioma. A duras penas conseguimos entendernos y me dijo que sí, que había disfrutado y que estaba en Valencia un par de días. Que era alemán y que al día siguiente también estaría en Valencia y que si me apetecía volver a quedar.

Me sorprendió, la verdad. Ya sabéis que la mayoría de las veces que vamos de cruising es a modo de desahogo y cuando terminas, hasta luego y no vuelves a saber nada del tío. Entonces, me contó que estaba casado y que su mujer se había hecho un esguince que había trastocado bastante los planes que tenían para su viaje en España y que él había salido a dar un paseo... La verdad es que los ojos de Thomas (que así se llama) me inspiraban mucho cariño y ternura. Le dije que sí y concretamos una hora para vernos en el punto donde nos habíamos conocido. Lo cierto es que estuve todo el día pensando en Thomas e intentando convencerme de que no acudiría a la cita.

No obstante, a la hora indicada -vale, un rato antes para no llegar tarde- acudí al cauce del río y me senté en el banco donde nos vimos el día anterior.

En ese momento no paraba de pensar que en realidad había sido muy idiota pensando que vendría a la cita, pero cuando más mes estaba cabreando conmigo mismo... Lo vi aparecer. Vi su silueta alta y esbelta y después, asomó esa carita preciosa que tiene con una sonrisa de oreja a oreja. Me confesó que no sabía si yo acudiría y nos reímos comentando que loas dos habíamos pensado lo mismo.

Estaríamos en torno a una hora y media aproximadamente, pero nos dio tiempo a pasear cogidos de la mano, a besarnos, a sentarnos y contarnos algunas cuestiones de nuestra vida... y por supuesto, también de follar, aunque tengo que reconocer que los otros detalles dejaron más huella en mí, supongo que por lo inesperados que fueron.

Tras un paseo inicial, nos fuimos a otro lugar apartado dentro del río y, ahí sí, pude disfrutar de un morreo en condiciones mientras yo le abrazaba y él iba bajando sus manos hacia mi culo, en una muestra clara de lo que había venido a buscar...

Se sentó en un murete que había y yo empecé a lamerle el cuello, las tetillas, la tripa, el ombligo... Iba a bajarse los calzoncillos pero le dije que esperara. Me agaché y empecé a jugar con mis labios por encima del bóxer mientras notaba cómo su rabo iba creciendo. Cuando ya tenía un tamaño considerable, bajé cuidadosamente los calzoncillos y, sin tocarla con las manos, fui rodeando sus huevos y su polla con mi lengua, sin llegar al capullo mientras escuchaba cómo jadeaba. Nuestras miradas se cruzaron y sin hablar pidió que me la metiera en la boca... así que eso hice.

Me dediqué a comerle la polla durante varios minutos hasta que me cogió suavemente de los brazos para que me incorporara. Nos volvimos a dar un morreo de eso en los que quisieras quedarte a vivir y bajó sus manos hasta mi culo. Me desabrochó el pantalón para acceder mejor y empezó a sobármelo bien, abriéndolo y pasando un dedo ligeramente por mi agujero y haciendo que me estremeciera de placer.

Me giró y me dijo que me apoyara en el murete y bajó mis pantalones y los calzoncillos. Se agachó y noté su respiración en mi culo... Me mordió suavemente y comenzó a comerme el culo de una manera que solo de recordarlo me hace estremecer. Cuando consideró que estaría preparado se incorporó y yo le ofreció un condón. Mientras él lo abría y se lo ponía, saqué el lubricante y me puse en el culo y en su rabo. Le pedí que fuera con cuidado y así lo hizo. Fue muy delicado al principio parando para que mi culo se acostumbrara a mi rabo. Pero cuando la tuve dentro... Empezó a follarme sin prisa pero con un ritmo constante y frenético mientras con las manos me acariciaba la espalda haciendo que se me erizara la piel.  El lugar donde estábamos daba para pocas concesiones así que tuvimos que conformarnos con esa postura. La verdad es que no quería que ese momento terminara nunca, pero después de estar un rato bombeando empezó a acelerar hasta que se corrió y se dejó caer sobre mi espalda. En ese momento buscó mi polla con su mano y me hizo correrme en un par de minutos.

Cuando nos recuperamos me di la vuelta y volvimos a besarnos. La conexión había sido brutal a pesar de conocernos de un rato del día de antes. Nos limpiamos y nos vestimos y fuimos a dar otro paseo y a sentarnos para charlar otro rato.

Cuando llegó el momento de despedirnos tuve una sensación rara. Rara porque sentía que me gustaba ese chico (lo poco que había podido conocer) y no quería separarme de él. Hubo un momento de silencio porque no sabíamos como despedirme y me ofreció apuntar su número de teléfono. Me dijo que no usaba redes sociales (parece que aún hay gente que ha sobrevivido a ellas) y que prefería darme su teléfono y así podríamos escribirnos. Lo apunté y le di el mío, y lo cierto es que hemos mantenido el contacto y de vez en cuando nos escribimos para ver qué tal nos va la vida. Él ha tenido dos hijos.

Según me dice, sigue recordando mucho aquel verano en Valencia y lo que pasó, y sueña con poder escaparse algún día. En realidad, es lo único que nos queda. Soñar con poder volver a encontrarnos en aquel momento. Supongo que la imposibilidad de verle de nuevo y su situación han hecho que, de alguna manera, le haya idealizado.

Llamadme tonto si queréis, pero me cambia la cara cada vez que recibo un mensaje suyo o me envía alguna foto. Mientras llega el momento de revivir (y mejorar) aquellos encuentros, seguiremos soñando.

Mil gracias por leer el relato. Vuestros comentarios siempre son bienvenidos tanto aquí como por mail.

Tom.