De Crucero

Pretendía ser un viaje de placer, lo típico, sólo que en esta ocasión ese viaje de PLACER no lo sería metaforicamente...

Bueno, he aquí un relato que comencé a escribir hace ya unos años, debería de haberlo corregido y cambiado algunas cosas que a día de hoy no hubiese expresado igual, pero eso es algo que haré en posteriores capítulos si finalmente resulta tener éxito esta primera parte de la entrega. ;)

Capítulo 1.

Atardecía en el puerto de Barcelona, mirabas desesperada a ambos lados, cogías el móvil, llamabas, volvías a colgar… - "¿Dónde estará? No me contesta…" – Dijiste al borde de un ataque de nervios; de pronto, sientes cómo alguien te abraza, acaricia tu vientre, y con la otra mano tu mejilla. – Digamos qué… Consideraba no estaría bien el que gastaras tu saldo estando yo aquí tan cerca… - Te das la vuelta, sonriente, en un principio te asustaste ligeramente, luego supusiste sería yo, alzaste la mirada, dejándome contemplar por unos instantes la belleza que residía no sólo en tu semblante, sino en tus ojos, mostré una afable sonrisa y te propiné un lametón en los labios. – Vamos, es hora de embarcar. – Te cogí de la mano, así, sin más, algo lo cuál volvió a hacer que te sonrojaras, no es que no te gustase, ni que me estuviese tomando tantas libertades, simplemente… Necesitabas tiempo, para desinhibirte ó al menos eso fue lo que supuse. – Huh… Has traído… ¿El pasaporte y demás, verdad? – Asentiste, rebuscando entre tu bolso y sacándolo, lo tomé, para dirigirme y dar parte de presencia, pagar las propinas y tasas de servicio y coger los pases, esta vez deslicé mi zurda por tu espalda, para así asirte de la cintura. – No te preocupes, es sólo para dar el pego, haha… - Hiciste amago de decir algo, cómo que no pasaba nada, que no te importaba, pero digamos que la vergüenza mermó tu capacidad de expresión; entramos dentro del barco, un guía nos mostró las instalaciones y nos dijo dónde nos reuniríamos al día siguiente para explicarnos dónde serían las reuniones dónde se detallarían las excursiones que haríamos en cada una de nuestras escalas, así mismo cómo el precio de cada una de ellas. Decidimos ir por libre, ir descubriendo el barco por nosotros mismos, además, había muchas cosas las cuáles íbamos a descubrir juntos… Muchas

Capítulo 2.

Paseamos por cubierta y demás, hablando de lo típico, bromeando con las típicas indirectas, palabras con dobles sentidos y demás cosas que tan bien se nos dan, esa noche la luna estaba preciosa, nos acercamos a ver cómo luminosos destellos plateados rielaban en las olas del mar, estaba apacible, en calma, una dulce brisa recorría la cubierta y hacía mecer tu pelo con suaves movimientos, pelo el cuál llevaba acariciando desde que decidimos pararnos en la popa del barco, apoyados en la barandilla, dejando la mirada perdida en algún punto del mar, deleitados por las agradables sensaciones a las cuáles nos evocaban.

Por cierto… - Dije rompiendo el sepulcral silencio que allí reinaba. Hmm, ¿Sí…? – Ladeaste el rostro, contemplándome, cómo siempre, con una gran sonrisa en el semblante. Creo que se me olvidó comentártelo, no sé la verdad pero, ¿Querías una cama individual ó algo por el estilo? – Vuelvo a pasar una mano por tu cintura, incitándote a que me acompañases, se acercaba la hora de comer.

Eh, yo, esto, bueno… No… A mí, no sé… - Te limitaste a mirar al suelo, hecha un manojo de nervios, tratando de tranquilizarte algo, a pesar de que ya de antemano sabías cosas que pasarían, el pensar en ello te hacía estremecer. Bueno, yo lo digo, mayormente porque nos asignaron una de matrimonio, si tienes alguna pega vamos ahora y reclamamos… - Sonrio de medio lado, entramos dentro del barco, pasando al salón, dónde ya estaban habilitadas las mesas, con una extensa variedad de comidas en el buffet ya preparado. No importa, tranquilo… - Te limitaste a susurrar, sonriendo, quizá algo sonrojada. Pasamos parte de la noche allí, tras la comida y demás estuvimos viendo un espectáculo de magia mientras nos tomábamos algo, aún no había hecho nada fuera de lo normal, oséase, digamos que no te había tocado partes las cuáles sólo alguien de confianza tocaría, exceptuando el pequeño azote propinado tras el primer abrazo, aunque eso era algo así cómo una apuesta.

Capítulo 3

Bueno, creo que va siendo hora de que nos vayamos al camarote, ¿Vienes? – Asentiste, acercándote a mí y cogiéndome el brazo, dejando apoyada tu cabecita sobre mi hombro, una vez llegamos a nuestro camarote encontramos las maletas sobre las camas. – Ugh, ahora tocará deshacerlas… - Murmuro, tirándome en la cama, estirándome. – Ciertamente son bastante cómodas, ¡Alégrate, se te hará corto el tiempo que pases aquí encerrada conmigo! Haha Descuida, ya sabía que se me iba a hacer corto. – Dices sonriente, ¡Esa era la chica a la que yo conocía! – Me pongo en pie, abro uno de los armarios y comienzo a colocar la ropa, sonríes, entras al cuarto de baño con intención de darte una ducha. Ciertamente no es que haya traído mucha ropa, no tardo mucho en colocarla, quizá porque sea un desastre y la dejé más bien esturreada, peor que dentro de la maleta, niega resignado, es entonces cuándo veo la tuya, abierta, decido ahorrarte tiempo, examinando su contenido, aunque sin tocar nada, pienso en un momento en ir colocándote la ropa interior, pero decido estarme quieto, aguardando a que terminases de ducharte. - Ups… Creo que… Vaya, se me olvidó traerme ropa… Esto… ¿Dani… Podrías… Traerme algo…? - Claro, hum, veamos veamos, ¿Qué quieres que te traiga…? - No sé… No importa, coge lo primero que pilles, algo cómodo, total, es para dorm… - En ese momento enmudeces, sonrío, rebuscando entre tu equipaje para al final coger un camisón y algo de ropa interior, me dispongo a entrar, la simple idea de imaginarte, desnuda, ya hacia que me excitase, cosa la cuál no tardó mucho en hacerse patente… Entré, viéndote tapada con una toalla, de la cuál te despojé, de un tirón, en un principio y cómo acto reflejo tapaste tus senos y tu sexo, aunque pronto relajaste los brazos, dejándome contemplar tu cuerpo, dejo el camisón y la ropa interior sobre la taza del váter, acercándome a ti, colocando ambas manos en tu cintura, acababas de ducharte, pero ciertamente tu temperatura corporal iba en aumento… Me acerqué, más aún, hasta conseguir rozar mis labios con los tuyos… No hubo palabras, te limitaste a cerrar los ojos aunque algo tensa, sentiste cómo mis labios besaban los tuyos, cómo comenzabas a relajarte, pero a excitarte a su vez, me abrazaste, te pegaste contra mí, sintiendo en tu desnudo sexo algo abultado, pudiste sentir la excitación que en mi causaba el verte así, comprendiste y asumiste lo que te esperaba, sentiste cómo mordía tu labio inferior, cómo tras eso la punta de mi lengua, tras haberse paseado por tus labios recorría tu cuello hasta llegar al lóbulo de tu oreja, el cuál lamí, mordisqueándolo tras eso y dando suaves tirones, me separé una vez hube acariciado tu cuerpo casi por completo, cogiéndote de la mano, llevándote hasta la cama, la cuál despejé previamente antes de empujarte hacia ella, caes boca arriba, haces amago de reincorporarte, mordiéndote el labio inferior, tratando de anticipar qué es lo que te esperaba

Capítulo 4

Aquí quieta, pequeña… - Desaparezco tras la puerta del baño, los minutos se te hacen horas, juntas las piernas, las aprietas, echas la cabeza hacia atrás, dejas deslizar una mano hasta tu sexo, el cuál comienzas a acariciar, notando la humedad que residía en ese momento, te estremeces, oyes abrirse la puerta, quedando yo frente a ti, en batín, sonrío de medio lado, acercándome al borde de la cama, cogiendo la mano con la cuál te frotaste para lamer uno por uno tus dedos, dejando tras eso la mano sobre tu sexo nuevamente. - Qué pasa, ¿No podías esperarme…? – Hablo en tono suave, quizá demasiado… Algo lo cuál te hace sentir los pelos de punta, cierto miedo, sabes en qué te iba a adoctrinar la semana que duraba el crucero, sentías… Curiosidad, el ser dominada… Sentirte inferior, humillada, degradada… Quién sabe, te excitaba sólo pensarlo, me tumbé junto a ti, acariciando tu rostro, volviendo a besarte, esta vez de forma más fugaz, pretendiste tocarme, pero atajé esa acción tuya con un manotazo en el dorso de tu mano. - Shh, tranquila… ¿Qué pasa, quieres tocarme…? ¿Quieres que te toque…? Es eso, ¿Verdad…? Asientes lentamente, sintiéndote cada vez más excitada y a su vez humillada, apretando tus piernas con fuerzas. – Creo recordar haberte visto tocarte, ¿Por qué no terminas tú misma lo que empezaste, huh? – Me pongo en pie, haciendo amago de marcharme, pronto siento cómo te aferras a mi batín, el cuál resbala por mi piel, quedándome así simplemente en ropa interior. - No, Po… Por favor… No te vayas… Por favor Creo que no te oigo, iré a dar una vuelta. – Vuelvo a sentir cómo te aferras, a mis hombros esta vez, me abrazas por la espalda, dejas exhalar un suspiro, sabía que estabas sonrojada, se notaba, tu respiración entrecortada, tu voz insegura - Po… Por favor… Mi amo… - Te sentiste avergonzada, mucho, nunca antes te habías rebajado a ese nivel, aún sabiendo ya de antemano sabías que el aceptarme cómo tu único dueño y señor, era sólo el principio, me eché sobre ti en un brusco movimiento, haciendo que cerrases los ojos, dejando escapar un pequeño gemido. Perrita mala... - Abro el cajón de la mesita de noche, sacando una metálica cajita, la habías visto alguna vez por web cam, algunos de los instrumentos que en su interior se albergaban, hecho el cuál te hizo volver a estremecer, deseando usases todos y cada uno de ellos para proporcionarte todo el placer que buscabas, deseabas y anhelabas, en su día prometí conocerías la verdadera extenuación, llegar al placer por medios inimaginables, lo único que alcanzaste a ver fueron un par de velas, un botecito con un extraño líquido, algo espeso, una jeringuilla típicas de los jarabes, sin aguja y un collarcito de bolitas. Aún había cosas las cuáles no comprendías cuándo me viste bajar de la cama, andando alrededor de esta, aferrando tus manos y atándolas a la cabecera de la cama, aunque con seda, sutil gesto de dominación, una vez hice lo propio con la otra mano extraí del batín una larga y suave tira de terciopelo la cuál servía a modo de cinturón. - Bien pequeña, quiero probar algo contigo...

Capítulo 5 (Ahora es mi turno…)

"Anoche fue una noche muy larga, mi amo me estuvo preguntando cosas… Sencillas, del día a día, yo le contestaba mientras trataba de reprimir gritos de placer ante lo que él me hacía, no cesaba de regañarme una y otra vez, tarde comprendí que era lo que pretendía, que me acostumbrarse a tratarlo cómo él merecía, fuese en la circunstancia que fuese, estuve rozando el éxtasis varias veces en la noche, pero no me dejó correrme en ninguna de las ocasiones, y por su puesto no me atreví a hacerlo sin su consentimiento, sus azotes ya resultaban dolorosos cuándo quería corregirme, a pesar de todo lo que me excitaban, por ello no quería ni imaginarme cómo serían los destinados a hacerme aprender una lección la cuál de antemano ya conocía. Era increíble cómo el saber usar un simple collarcito de bolitas... El ir sintiendo cómo una por una se introducía en mi sexo, teniendo este que abrirse y cerrarse continuamente ante lo que parecía un interminable desfile de bolitas, tortuoso, pero ansiosa de que llegase el momento en el cuál volviera a sacarlas, sintiendo así mismo cómo la lengua de mi amo se paseaba por mis pechos, trazando círculos en torno a mis pezones, para tras eso dejarme sentir la maravillosa presión que sus dientes ejercían en ellos, aunque no lo hizo en exceso, aún no me marcó, cosa la cuál me decepcionó en un principio, supuse que me estaría poniendo a prueba para saber si realmente era digna de él ó no. Lo dí todo, gritos de pasión y lujuria los cuáles destilaban el placer más puro y sincero que jamás hubiese podido exhalar impregnaban la habitación, cuán cruel el acercar sus labios a mi sexo, para limitarse a lamer la cara interna de mis muslos, recogiendo mis flujos, los cuáles por ahí seguían su curso... Me estaba poniendo a prueba... Tentada en incontables ocasiones a rendirme al placer y el éxtasis, pero sabía que la espera tendría su recompensa..." Cerré el libro al ver cómo se estiraba, acababa de levantarme, serían las diez y poco, hora de España, ya que actualmente estábamos viajando hacia las Islas Griegas y no sabía con certeza dónde nos encontrábamos. Quedé quizá perpleja, quizá asombrada, ó tal vez simplemente absorta en sus caderas, ó más bien lo que se veía sobresalir Cómo es normal en todo hombre al cuál la circulación no le de problemas, suelen levantarse en el mismo estado, me froté los ojos, mirando hacia otro lado cómo quién no quería la cosa, aproximándome tras eso al cuarto de baño. – Buenos días Dan… Bueno esto… Acallaste mi corrección posando tu dedo índice en mis labios, me sorprendió la rapidez con la que te levantaste. – Shhh, está bien así, ¿De acuerdo? – Dijiste sonriente, entrando a lavarte la cara y demás para salir poco después y comenzar a vestirte. – Será mejor nos demos prisa ó nos cerrarán el restaurante. – Dijiste sonriénte, esperándo de pie, junto a la puerta. Asentí enérgicamente, entrando para peinar mis largos cabellos, los cuáles te encantaban, algo lo cuál sabía con certeza, ya que solías remarcarlo con certeza muy a menudo. - ¡Ya estoy! – Fui junto a ti, abrazándote y besando los labios, aunque de forma fugaz, si había otra cosa que nos tuviésemos y no fuese deseo, era cariño, ambos sabíamos distinguir los distintos tipos de situaciones y demás con lo cuál no había problema. – Bien, vamos a comer, ya habrá tiempo para comernos nosotros mutuamente. – Sonreí ante tal comentario, algo muy típico de ti, asintiendo y cerrando la puerta tras de mí, encaminándonos al comedor.

Capítulo 6

Llegamos con la hora justa, pero nos dio tiempo para comer algo y demás, se portó bien la tripulación, cómo él bien dice, "Sería por mi escote". Desembarcamos en una de las islitas de por allí, salimos, hicimos las excursiones pertinentes, nos hicimos fotos, y fuimos a comer con el grupo, por allí, a un restaurante típico, nos sentamos, esperando a que trajesen la comida, no te demoraste... Sentí cómo una de tus manos se posaba en mi rodilla izquierda, cómo la ibas subiendo, lentamente, hasta llegar a mi muslo, cómo la deslizabas por la cara interna este, sentía cómo mi corazón se aceleraba, cómo él seguía avanzando… La mano de mi amo pasó entonces por mi ingle… Sin llegar a tocarme, aunque fue suficiente para sentir cómo mis braguitas comenzaban a mojarse - Da… Dani… Ahora no… - Sentía cómo mi respiración se agitaba, cómo su dedo índice trazaba círculos en torno a mi vagina sobre la tela que separaba mi piel de la suya, cómo quería que lo hiciese, pero a la vez… Había tanta gente - ¿Qué pasa pequeña…? ¿No te gusta, hay quizás demasiada gente…? Asentí sonrojada, en cierto modo temía que parase… Aunque ya sabía que no lo haría, hundió su rostro en mi cuello, besándolo, lamiéndolo, paseando la punta de su húmeda lengua tras mi oreja, mordiendo el lóbulo y tirando de él… Comenzó a acariciar mi clítoris, ahora sí… Aunque sobre la ropa, y yo no podía evitar el moverme, el morderme el labio inferior, el susurrarle que quería más… Todo eso cuándo volvió a acercarse el camarero, y yo con el rubor dibujándose en mis mejillas, sin saber cómo esconderlo. - Esto, señorita... ¿Se encuentra bien...? - Inquirió el camarero en un perfecto español, me limité a negar en reiteradas ocasiones, deseando que mi amo interviniese. - Descuide, no es nada, se ha tomado la medicación pertinente, circulación y eso... - Ciertamente no quedó muy creíble, el camarero se limitó a encogerse de hombros, en cierto modo me estaba cagando en todos sus muertos, hablando mal y pronto, algo me sobresaltó, más que a él incluso, su móvil comenzó a vibrar, él lo cogió de mala gana aunque sin descolgar, pronto su expresión tornó a una totalmente contraria, sonreía de forma perversa, me miró directamente a los ojos, sabiendo yo ya de antemano que sería quién "pagase" la llamada...

Capítulo 7

Y tal y cómo me esperaba... Me tocó pagarla, sentí cómo la mano de mi amo se "resbalaba", más bien la dejaba apoyada en uno de mis muslos, si hubiese bajado un poco más podría haber sentido la humedad que los recorría, digamos qué... Sentía cómo el móvil no cesaba de vibrar, me preguntaba quién demonios lo llamaría con tanta insistencia, sintiendo entonces cómo lo dejó escapar, el móvil cayó entre mis piernas y claro, el acto reflejo fue cerrarlas, lo cuál hizo que quedase vibrando completamente pegado a mi sexo, apoyé la testa en la mesa, respirando agitadamente, definitivamente debía de mejorar mi aguante pues sentía bastante cerca el final, así mismo debería de aprender a reprimirme pues era bastante propensa a "expresar mi felicidad". - Dani... Por favor yo... - Hablaba apenas en un susurro, pues eventuales gemidos se intercalaban en mis palabras, tratando de reprimirlos a toda costa sin mucho éxito la verdad, y los movimientos de cadera los cuáles trazaba sobre la silla no hacían más que alertar a los demás, entonces ví el cielo abierto, viendo cómo tu mano se introducía entre mis piernas, agarrándo el móvil, de pronto cesó la llamada. - Vaya... ¿Qué oportuno, no crees? - Sospeché, era algo lo cuál detestaba hacer, pero el ver esa sonrisa... Ese ligero deje de maldad que ciertamente tanto me gustaba... Hizo amago de sustraer el móvil, pero lo que hizo fue pegarlo más aún a mis labios, nuevamente comenzó a vibrar y empujó no con excesiva delicadeza hasta meterlo casi por completo en mi interior, fue entonces cuándo lo ví sacar de su otro bolsillo mi móvil, me mordí e labio inferior, maldiciéndolo en parte. - Mi amo... Por favor... Qué he de hacer... - Puedes empezar por preguntar a ese amable señor dónde queda el baño, ¿No crees...? - Dejaste escapar una pequeña carcajada, y yo al borde del éxtasis, corriendo de forma precipitada, sin dejar caer el móvil al suelo hacia el baño, esta vez al menos tuve suerte, pude alcanzar a tirar de la cisterna poco antes de correrme, enmascarando así la sucesión de gemidos que desencadenó el orgasmo inducido por él. - Qué desesperación, ¿Por qué tanta prisa? - Sonrió de forma mezquina, yo dejé el móvil en la mesa de mala gana, no sé por qué hice eso, pero su expresión tornó seria de pronto. - Ya te puedes ir preparando luego, zorra, ¿Crees esas son formas, huh...? - Un escalofrío recorrió mi cuerpo entonces, tragando saliba de forma precipitada, abrazándome a él con fuerza, sintió mi miedo, volvió a sonreír, de medio lado esta vez, acariciando mi pelo. - Espero no se vuelva a repetir... - No se volverá a repetir mi señor, lo prometo... - Nosotros volvemos al barco, no se encuentra bien. - Dijo en voz alta al ponerse en pie, pasó un brazo por mi cintura, incitándolo a acompañarlo hacia el barco. Una vez en el camarote lo encontré ordenado, con velitas, incienso y demás, un ambiente muy... Propicio, sonrió, definitivamente lo dejó encargado, sonreí, entrando entusiasmada. - Vaya... ¿Y esto? - Espero te guste, dame unos minutos, me queda algo por concretar. - Acto seguido se perdió pasillo abajo, me tumbé en la cama, entre pétalos de rosa, cogiendo unos cuántos para olerlos; fuera se oyó cierto alboroto, algo lo cuál me inquietó, fui a acercarme a la puerta, pero el ver la sombra de varios pies y el murmullo de varios hombres cuchicheando, tratando de manipular la cerradura de la habitación me hizo retroceder. - No... No... Dani...

Capítulo 8

Angustia, desesperación, eso era lo que sentía, cogí de inmediato el teléfono tratando en vano de contactar con alguien. - ¡PERO QUÉ DEMONIOS LE PASA A LA MIERDA ESTA! - Grité al borde de los nervios, el metálico sonido de algo tratando de entrar en la cerradura junto a los numerosos crujidos que ocasionaba me hacía intuír que dentro de poco, fuese quién fuese entrarían, y no quería... Sentía miedo, incertidumbre, ¿Qué le habría pasado a mi amo...? Estaba más preocupada por eso que por mi propia integridad física. De pronto un golpe seco, de un botazo destrozaron la cerradura, parecía ser la sutileza no era lo suyo, estaba todo en semipenumbra, en ese ambiente el cuál con seguridad en otra ocasión me hubiese excitado pero que sin embargo ahora... - Alto... Alto... ¿Quiénes sois...? - Dije con un hilo de voz, ellos -Porque creían eran más de uno y más de dos- se limitaron a sonreír, pronto se escuchó otro ruido, seco, alguien había caído al suelo, lo habían tirado más bien. - ¿Qué tal si te limitas a contemplar cómo disfruta tu putita, eh? - A continuación risas y más risas entre la tripulación. -Da... ¿Dani...? - No podía evitar el que mis ojos se llenasen de gruesas lágrimas, las cuáles resbalaban por mis mejillas y las cuáles no parecián importar en exceso a la tripulación allí presente. - A cuatro patas, perra. - Se le oyó decir a uno de ellos, quedé paralizada, tragué saliba de forma precipitada, ¿Por qué no hacía nada para evitarlo...? Un firme manotazo en mi trasero me hizo reaccionar, colocándome tal y cómo pidieron, ladeé el rostro, tratando de comprender su situación, estaba maniatado y amordazado, hundí el rostro en la almohada, deseando que todo acabase cuánto antes. Pronto sentí cómo numerosas manos comenzaban a recorrer mi cuerpo, cómo me removía tratando de evadirlas, y cómo ese gesto era nuevamente castigado y reprimido, esta vez pude sentir el cuero de uno de los cinturones sobre la desnudez de mis muslos. - ¡Ah, pero qué...! - Callé al ver cómo uno de los tripulantes, ante mí hacía mudo gesto de que guardase silencio, este dió un fuerte tirón a mi camisa, despojándome de ella mientras otro se afaenaba en librarme tanto de la falda cómo de mi ropa interior, cuándo me quise dar cuenta estaba totalmente desnuda, rodeada de un puñado de indeseables sedientos... - De ti depende lo que dure y disfrutes, pequeña... - Dice uno de ellos, corrabora no es español, ese acento tan típico, definitivamente se trataba de algún sector de la tripulación. No tardé en sentir cómo uno de ellos tomaba mis pechos entre sus manos, masajeándolos, tomando mis pezones entre los dedos pulgar e índice, frotándolos. - Dios... Que paren ya... - Murmuraba para sí, sentí la puerta del baño, cómo uno se metía y salía al poco de allí, cómo otro se estaba dedicando a acariciar la cara interna de mis muslos, cómo me era imposible el mantener la compostura y negarme a todas aquellas caricias, por qué... Realmente... No quería pero... - Creo se me ha ocurrido algo. - Dice aquel el cuál se introdujo en el baño con anterioridad. - Traed al muchacho, dadle un asiento de primera fila para que vea cómo disfruta la perrita. - Esboza una tétrica sonrisa, acentuada esa mezquindad por la luz de las velas, bajo él. Asistía impotente a cómo obligarían a ver a mi amo cómo me hacían... Todo eso... Y lo peor no era eso, lo peor es que no podía evitar el... Sentir placer... ¿Cómo mirarle nuevamente tras esto, cómo...? Alcé la mirada de repente, abriendo los ojos de forma desmesurada al sentir cómo un dedo entraba de golpe en mi ano, me fue imposible reprimir un gemido, aunque cuándo me dí cuenta traté de alargarlo y hacer que pareciese de dolor, aunque quién se afanaba en acariciar las inmediaciones de mi sexo bien sabía no era así, la humedad predominaba, mis pezones estaban completamente erectos, y el marinero el cuál masajeaba mis pechos ahora los apretaba, pero sólo uno, pues arrodillado ante la cama ahora lamía mi pecho, se centraba en el pezón, lamiendo en torno a el, haciéndo círculos, mordiéndolo eventualmente, de pronto oí algo... Un ruido el cuál me era muy familiar... Un instrumento eléctrico, sí, estaba segura, era aquello lo cuál acababa de sacar del baño... No podía ser que lo fuese a usar, no, no ahí... ¡No... Por favor...! - Supliqué, me rebajé, una vez probé eso mismo y... No lo quería, negaba sin cesar, suplicando cediese en su voluntad...

Capítulo 9 (Cambio de Orden)

Tendido en el suelo, sinceramente prefería estar ahí a estar en primera fila, observando cómo mi esclava era violada por esa panda de indeseables. - Dani… Dani… - Ella no paraba de llamarme, yo agaché el rostro, ocultándolo así tras mi pelo, pudiendo así esbozar media sonrisa, pronto un chillido algo más destacado que los demás, al fin pudo sentir y corroborar de dónde prevenía ese sonido. Un cepillo de dientes, nada ni más ni menos, eléctrico, el individuo ensí había colocado una pequeña funda de látex a su alrededor, para que así las cerdas del cepillo no dañasen su clítoris, el cuál estaba siendo duramente "castigado". No tardó en correrse, y no una ni dos veces, no, definitivamente todas esas caricias por su cuerpo, sus pechos, esos lametones, sentir el dedo de otro más en su ano, y simplemente el saber que estaba mirándolo todo, le excitaba… Muy a su pesar. - Eh, ya está bien. – Murmuré por lo bajo, dirigiéndome al que supuestamente estaba controlándolo todo, pero este hace cómo que no oye nada, dirigiéndose al cuarto de baño, se demora, al poco vuelve con un bote de champú, aparta a los demás de mala gana, exceptuando a aquel el cuál se encontraba sobando sus pechos, introduce sin miramiento alguno el botecito en el sexo de la chica, por suerte no era grande en exceso, aunque para aquel entonces estaba lo suficientemente excitada cómo para dilatarse lo que necesario fuese, él "cabecilla" sonríe picadamente, aprieta levemente el botecito, algo lo cuál hace que mi esclava alce el rostro al instante, gimiendo y mordiéndose el labio inferior tras eso, él mismo se encarga de penetrar su ano con un par de dedos, entre tanto va apretando progresivamente el botecito, haciendo que su contenido –El cuál para mí era una quimera- la fuese inundando, haciéndola estremecer. - Dios… ¡Ah, ah, para por favor para! ¡TE LO SUPLICO PARA! – Ella vuelve a rebajarse, niego lentamente, alzando el rostro tras eso, serio. – Basta. – Ordeno, imperativo, sin alterar lo más mínimo ni la voz y el pulso, imponiéndome. Éste frunce el ceño, resoplando tras eso. Aprieta con desmedida fuerza el botecito, vaciándolo todo, de golpe y porrazo en la vagina de mi esclava, haciéndola gritar nuevamente, observando cómo al retirar el bote una ingente cantidad de agua mezclada con sus flujos empapaba el colchón… Le era imposible mantenerse a cuatro patas, sus piernas temblaban. Cayó. - Soltadme. – Acataron, de forma inminente, tras eso los eché de malas maneras, cerrando tras de mí. Y tú, confirmabas tus peores presagios… Al entrar pensaste todo sería muy bonito, claro, las velitas, las rosas… Aunque no acababas de estar tranquila por eso de no haberte comportado cómo debías en el restaurante… Este fue su castigo, lo que no sabía era lo que le esperaba. Trataba de recuperar el aire, extasiada, exhausta, con los sentimientos a flor de piel tras tal tratamiento. Pronto hice que me sintiese a su lado, tumbado de costado, junto a ella, atraviado únicamente con mi batín. - To… Todo esto… ¿Lo hiciste tú…? Pero yo no sabía qué… - El dedo índice de mi diestra se posa en los labios de la joven, haciéndola callar, se teme lo peor, me observa sobre ella, con una mano apoyada a cada lado de su testa, ella traga saliva, el nerviosismo la invade, y sonrío ante tal gesto de respeto, no miedo, sino respeto. Así es que a fin de cuentas te pone, ¿Eh perrita…? – Quedo de rodillas sobre ti, una rodilla a cada lado de tu cintura, aprovecho para despojarme de la única prenda la cuál me vestía para acto seguido vuelvo a echarme sobre ella, dejando caer parte del peso, rozándome, acariciando su clítoris con la punta de mi miembro. - No… Dani… Para… - Gime por lo bajo, hace –Ó pretende hacerme creer- que está cansada, agotada y exhausta, que no quiere más… Pero yo bien sé cuándo será saciada, y no era precisamente ese el momento. Aferro sus tobillos, ambos, pasando sus piernas sobre mis hombros, acercándome para sin más penetrarla, con dureza, con determinación. Ella obviamente, gime, aferrándose a las sábanas. – Entonces… ¿Decías que fue horrible todo lo que te hicieron y no te gustó, verdad…? – Ella afirma, el nerviosismos en su rostro y en su simple afirmación es más que patente. – Comprendo… Parezco compasivo en un principio, pero la realidad estaba más bien lejos de todo aquello… Me retiro lentamente, hasta sacar prácticamente por completo mi miembro de su vagina, ella hace amago de suspirar, aliviada, pero cuándo se quiso dar cuenta una violenta penetración sacudía su cuerpo, haciéndola estremecer de placer, llevando de forma instintiva las manos a la cabecera de la cama, aferrándose a ella, sintiendo cómo mis manos se asían a su cintura para que no fuese desplazada en exceso. Bien, ahora me vas a ser sincera… ¿Qué te parece…? – Sonrío, eso a ella no le hace ni pizca de gracia, por las buenas sabe no soy para tanto, cedo en algunas cosas, pero cuándo me proponía ser malo… Ella bien sabía que mal lo llevaba… Muy mal

Capítulo 10

El interrogatorio había comenzado. Cada una de las preguntas realizadas suponía una dura penetración, cada una de las preguntas formuladas era un paso más hacia el éxtasis y la completa relajación, por medio de toda aquella tensión. Nuevamente sentías en tus propias carnes una de las dictas en tantísimas ocasiones formuladas por él, "El fin justifica los medios, como bien dijo mi colega Maquiavelo, se puede llegar a un estado de extrema relajación por una extrema alteración." ¡Ouch! Eso que tantas veces dudaste se volvía contra ti. Y lo veías venir tras cada pregunta, tus respuestas no le convencían. - Comprendo, perrita, comprendo… Así es que… Simplemente ahogabas gemidos y evitabas en vano correrte UNA VEZ TRAS OTRA… - Estas últimas palabras las acentuó especialmente. - … Por el hecho de que te estuviese mirando, ¿No…? - Sí… Sí… Mi… Mi amo… - Temblaba no sólo tu voz, sino tu pulso, y tu cuerpo entero… Suspiraste aliviada, ¡Realmente aliviada! Al ver que me retiraba… Algo no te cuadraba, quizás no quisiese darte la satisfacción de terminar dentro de ti como en tantas otras ocasiones, tal vez sólo fuese un castigo… Un seco tirón en tu pelo te despertó de todo ese ensoñamiento y falsas ilusiones. – A cuatro patas, perra. – Oíste decir, e inmediatamente acataste la orden, acompañada de su correspondiente coletilla. – "Sí, mi amo…" Sentías su miembro palpitante… Anhelando entrar dentro de ti… Lo sentías rozarse sobre tu coxis, y te temiste lo peor cuándo oíste el ruido del cajón al abrirse. - No Dani por favor, hoy no - Perdona pero… ¿Quién ha dicho que tengas potestad no para decir qué he de hacer contigo, sino simplemente para hablar, huh…? – Dijo azotando con firmeza su trasero. – Te vas a callar, y te vas a atener a las consecuencias, pues tú así lo quisiste. - Pero yo no… - Otro nuevo azote sirvió a modo de silenciador. - ¡Tus actos lo decidieron! – Sin más hundió algo lo cuál ella no alcanzó a distinguir en su vagina. Era algo no muy grande por suerte, rígido. Nuevamente te sentiste afortunada, sabías que en la noche anterior las pilas se habían gastado por completo y hoy no hubo tiempo para adquirir unas nuevas, ¿Qué podría entonces…? - Toma. – Dije extendiendo la diestra. Giraste el rostro, extrañada, respirando agitadamente aún, tratando de tranquilizarte. - ¿Qué…? – Es tu móvil, llámame, siempre te gustó hacerlo. ¿Cómo podía ser tan cabrón…? Es lo único que pasaba por tu cabeza en esos momentos, lo cierto es que no me demoré mucho en tomar con fuerza tus caderas, contemplando con media sonrisa dibujada en el semblante cómo apoyándote en la almohada con tu rostro y hombros las manos las dedicabas a acariciar tus pechos y presionar tus pezones, mientras dejabas que tu hombre hiciese temblar tus piernas. Ese día aprendiste algo lo cuál sin ningún género de dudas recordarías. No está bien mentir. Hay veces en las cuáles las situaciones, en un principio más "indeseables" se convierten en las más anheladas, al igual que en otras tras probar forzosamente algo lo cuál en un principio despreciabas, acababas convenciéndote de lo contrario… Esta lección te enseñaría a sincerizarte profundamente con quién ello merecía, que no era otro más que yo.