De costa a costa: St. Louis

La diminuta tanga amarilla envolvía la única parte de aquel cuerpo escultural que no estaba a la vista. Quizá por eso se me antojó.

De costa a costa: Saint Louis

Mi Pepsi se sudaba con el sofocante calor del medio oeste. Pero mi verga también estaba derritiéndose por lo que contemplaban mis ojos: un hombre musculoso, con solamente una tanga amarilla y en poses sugestivas delante de mí. Su cuerpo bronceado estaba hermoso. Tenía un pectoral bien delimitado con dos grandes brazos con casi nada de vellos y un par de piernas bien formadas. No era un Terminator, pero estaba hermoso. Alrededor de él un hombre tomaba fotos mientras una mujer sostenía uno de esos discos para que no se reflejara la luz del sol. Enfrente, el Gateway Arc (el famoso Arco de San Luis) daba la bienvenida al oeste del país. El río Mississippi reflejaba el sol del mediodía.

Yo había llegado a la ribera este para contemplar aquella hermosa vista, tan fotografiada, sin pensar que enmedio de la fábrica abandonada me encontraría con aquel hombre de revista. Me quedé detrás de una columna contemplando toda la escena.

El sujeto se acostaba sobre el pavimento caliente, luego se paraba y ponía uno de sus brazos sobre unas varillas salientes o abría sus piernas delante del famoso arco que permanecía incólume al otro lado del río.

Dí un trago a mi soda mientras el fotógrafo y su ayudante se despedían del modelo.

"Me quedaré unos minutos más.."- alcancé a escuchar. Los otros dos se fueron sin notar mi presencia.

" Ahora, ¿qué hago?"- pensé. El tipo se puso unos lentes para el sol, extendió una toalla sobre el cemento caliente y se acostó a tomar el sol. Su bulto se miraba hermoso en aquella tanga amarilla, era como ver a Piolín allí, amarillo, redondo. Su abdomen se levantaba con su respiración. Tomé aliento, y salí de mi escóndite como si viniera del estacionamiento. Hice el mayor ruido posible. Me escuchó y levantó la cabeza.

"¡Hey...hola!"- me dijo levantando sus lentes y dejándoselos sobre sus sienes. Su pelo rubio, lacio y largo estaba peinado hacia atrás. Sus pequeños ojos azules se miraban aun más pequeños al tratar de bloquear el sol.

"Hola...perdón no sabía que esta.."

"Oh, no te preocupes... supongo que los dos estamos en un lugar donde no deberíamos estar"- su sonrisa me apantalló.

"Creo que sí"- le contesté recordando el rótulo de "No trasspasing" (No debe traspasar) que ví en la entrada.

"Bueno, soy Kyle"- me dijo extendiendo su mano mientras se inclinaba un poco hacia mí pero permaneciendo sentado sobre la toalla.

"Hola, soy Diego"- le correspondí el saludo extendiendo mi mano. Cuando toqué la suya , tan suave y tersa me dieron ganas de comérsela allí mismo.

"¿Diego? ¿Cómo el Zorro?"- me preguntó con esa sonrisa demoledora que mostraba todos sus dientes en perfecta formación.

"Si, como el Zorro"- le dije mientras no podía quitar de mi vista aquel paquete que, ahora estando más cerca, se me antoja aún más.

"Se ve hermoso, ¿verdad?"

"Si, muy hermoso"- le dije pensando en su paquete.

"Yo vengo aquí siempre y me encanta verlo especialmente a esta hora del día"

"A mí me gustaría a cualquier hora del día"- le dije observando que su ingle estaba depilada.

"Es cierto"- continuó Kyle con naturalidad -"También es hermoso cuando se le ve de noche".

"Adivino que lo es"- le dije fijándome que bajo la diminuta tanga se le dibujaba perfectamente la verga que aunque flácida se la notaba de un tamaño regular y gruesa.

"¿Nunca lo has visto de noche?"

"Ni de día"- le contesté.

"¿Nunca has visto el Arco? ¿No eres de aquí?"- Y entonces caí en la cuenta que estábamos hablando de dos cosas completamente diferentes. Sonreí.

"No... no... no lo he... no lo había visto"- atiné a contestarle mientras por fin quitaba mis ojos café de aquel hombre tan bien formado que tenía a sólo unos centímetros de mí.

"¿Turista?"- me preguntó Kyle mientras me miraba a los ojos. El azul de los suyos me provocaba intensamente.

"De New York"- le contesté mientras por primera vez él me miraba de pies a cabeza a mí.

"Entonces debes ver cosas mejores que éstas"- concluyó.

"No, no tan a menudo..."

"¡No te creo!"- me dijo con una sonrisa en la que volví a ver sus dientes blancos.

"Bueno... no con alguien como... bueno..."- buscaba casi con angustia las palabras adecuadas -"...un muchacho semi desnudo enfrente..."

Kyle no me contestó de inmediato. Me vió fijamente, luego volvió a ver hacia el majestuoso río donde un buque de carga pasaba lentamente. Se puso de pie y temí lo peor.

"¿Qué te gusta más de mí?"- me preguntó prácticamente parándose frente a mí.

"Todo"- le contesté. Ahora ambos sabíamos que sí estábamos hablando de lo mismo.

"Estoy en desventaja entonces"- me dijo mientras yo casi podía sentir su respiración en mi rostro.

"¿Por qué?"

"Porque yo sólo te he visto la cara y los brazos... a ti te falta muy poco para imaginarte como soy... desnudo..."- me dijo bajando el tono de su voz como si estuviéramos enmedio de una multitud.

"¿Y qué puedo hacer?"- pregunté mientras mi voz también bajaba de tono.

"Quitarte la ropa"- me dijo. Su mano se acercó tímidamente a mi pecho rozándome la playera que llevaba puesta. Sentí como si una corriente eléctrica hubiera sido descargada por mi piel. Bajé mi mirada para seguir el camino de aquella mano que se posó sobre mi tórax, luego caminó hasta mis tetas deteniéndose un par de segundos en cada una de ellas, y después pasó a mi abdomen donde jugueteó con los vellitos que se sentían debajo de la tela.

"¿Sabes?"- me preguntó al oído -"Con tanta pose estoy caliente...quiero desnudarte..."

"Supongo que con tanto calor, no será problema"- le contesté mientras sentía como mi verga continuaba derritiéndose dentro de mi boxer.

"Supongo que necesitas ayuda..."- Kyle se quitó sus lentes obscuros mientras se agachaba un poco y tomaba el borde de mi camiseta con esa línea de dientes trabajados muy bien por su dentista. Me la levantó por su costura delantera. Sus labios rozaron levemente mi piel poniéndomela como de gallina. "Tienes muchos vellos...te ves muy macho..."

"¿Te gusta?"

"Me fascinan los hombres latinos... y tú estás... hermoso..."- me dijo esto último casi en susurro mientras sentía como su verga, ahora enhiesta, rozaba contra mi pierna.

"¿Estás seguro que podemos estar aquí?"- le pregunté mientras me zafaba mi camiseta.

Volvió a ver hacia el edificio abandonado.

"Alguien puede entrar... así como nosotros... tienes razón...¿por qué no vamos adentro?"

No pude decir " no ". ¿Cómo podría hacerlo?

Mi ropa cayó rápidamente sobre unas tuberías que se veían más o menos limpias, mientras Kyle extendía su toalla a colores sobre el piso. Me besó una vez tan románticamente que olvidé que recién lo acababa de conocer.

"Ven, mi amor... prueba mi verga... pruébala..."- me dijo mientras tomaba mi mano y se recostaba en la toalla. Su cuerpo, esbelto, bronceado y depilado era una tentación imposible de resistir. Me tiré, literalmente, a sus pies, besando aquellos dedos de hombre, tan delicados que bien podrían haber sido los de un dios griego. Subí por sus pantorrillas arqueadas hasta llegar a sus muslos. Los mordisquée perversamente mientras él ponía su espalda sobre la alfombra y cerraba sus ojos. Mi lengua lamió ambos muslos antes de posarse en la diminuta tanga amarilla. Por mis narices entró el olor a sexo, el olor a macho en celo, el olor de la excitación. Y no me pude contener más. Con ambas manos le bajé el pedazo de tela que detenía una verga de unos 18 cms., blanca, con el glande rosado levemente desviado a la izquierda y que comenzaba en un par de testículos depilados que topaban a una raja igualmente depilada que me invitaba a devorármela.

Mis labios, carnosos, deseosos de carne, se abrieron ampliamente para tragarme aquella tranca. Los coloqué en el tronco, bajé hacia los huevos y me los tragué uno a uno para luego subir y colocarlos en el glande rosado, vivo, varonil de aquel modelo de revista.

"Ah..ohh...sigue...Diego...sigue..."- decía Kyle mientras sus robustas manos me agarraban del cabello en un intento desesperado por prolongar la sensación de placer que le estaba proveyendo.

Mi boca entonces se dirigió al puente, a ese sector del cuerpo del hombre que va desde los testículos hasta el culo y que tanto placer produce. Me detuve allí por unos instantes poniendo solamente la punta de mi lengua para hacer pequeños círculos que poco a poco rozaban el esfínter de Kyle.

"Ohh Diego...dame tu verga...necesito tu verga en mi boca...dámela"- me dijo mientras se incorporaba y me bajaba mi boxer. Mi verga, velluda, prieta como la de una excelente macho latino saltó de su encierro ya con gotas de lubricante cubriéndole su glande ancho, rechoncho. "Ah... si...dámela... vente aquí, dámela... ahhh...."

Me puse encima de Kyle abriendo mis piernas velludas que él tocaba una y otra vez como si fuera la lámpara de Aladino de donde saldría el genio. Mi pene entró en su boca mientras yo me sentía a morir. Con suma destreza, sólo aprendida en el quehacer de las relaciones íntimas, puse nuevamente mi lengua en los huevos rosados y limpios de Kyle bajando lentamente hasta su raja. El movía su pelvis hacia arriba para facilitarme mi acción mientras completábamos un perfecto 69 enmedio de aquel calor abrasador.

"¿Quieres que mi lengua te coga?"- le pregunté mientras yo disfrutaba de aquella mamada que me estaba propiciando. Podía sentir como su saliva me embadurnaba y como mis vellos se mojaban con su líquido bucal. Lo volví a ver. El me vió a los ojos sin sacarse mi verga de su boca contestándome "si".

Abrí con una de mis manos sus nalgas, unas nalgas suaves al tacto por la crema bronceadora que llevaba puesta. Mi lengua entonces hizo lo imposible por rozar el esfínter obscuro de aquel macho y lo consiguió haciendo que Kyle se revolviera de placer.

"¡Qué bárbaro! Uyy... ¡qué delicia!"- exclamó mientras se sacaba mi verga de su boca y me la masturbaba.

Yo continué adentrándome con mi lengua en aquel orificio sagrado mientras sentía como las paredes del ano se lubricaban con mi saliva libidinosa. Luego le abrí un poco más, chupé mi dedo índice y lo introduje lentamente en aquel culo que se abría y cerraba como si fuera una mujer en celo.

"¡Ah Diego...ahh...qué rico...!"

"Ven...Kyle...te quiero coger... ven"- le dije mientras le quitaba mi verga de sus manos, pasaba mi pierna por encima de él y me colocaba frente a su culo.

"¡Cogeme...cogeme...!"- me contestó apretando sus labios y rechinando sus dientes. Sin duda, era un hombre que deseaba ser taladrado.

Con su ayuda, mi verga se colocó frente a su culo. El abrió las piernas y puso sus pantorrillas sobre mis hombros colocándose en forma de "V". Su orto se abrió al paso de mi verga mientras gemía de dolor.

"Me duele...ay...qué ricoooo..."

Mi pene lo perforó hasta que entré en él.

"¿Te gusta?"- le pregunté mientras sentía como el sudor me bajaba por el cuerpo como una cascada de placer que rebalsaba de erotismo.

"¡Oh si Diego...ohh qué rico...ay...ay!"

Lo bombeé, primero lentamente, y después con ímpetu como si esa fuera a ser la última vez que me cogía a un hombre; podía escuchar mis testículos pegando contra sus nalgas sabrosas mientras mis manos apretaban sus tetillas paradas y bajaban rápidamente hacia la verga que gruesa y venuda comenzó a disparar sendos chorros de esperma sobre su ombligo, sobre su pecho y hasta su barbilla rasurada.

Mi clímax llegó al poco rato, y sentí como si los dos testículos se me vaciaran de una sola vez. Le besé las piernas mordisqueándoselas en el instante que el primer chorro se depositaba en sus intestinos.

"¡Ay...uhh...!"- jadeaba yo mientras apretaba sus nalgas contra mi pelvis en un desesperado intento por no alejarme de su culo apretado.

"¡Oh Diego...ohhhhh!"- gritaba Kyle mientras permanecíamos pegados como dos perros que se hacen el amor.

"¡Qué ricoooo! ¡Oh...qué delicioso!"- grité mientras sentía como mi verga palpitaba en las entrañas de Kyle que me miraba directamente a los ojos.

"Ay Diego...qué rico lo haces...ay...qué rico lo haces..."- me dijo mientras bajaba lentamente sus piernas y me permitía acercarme a besarlo. Sentí su semen, que tenía sobre su cuerpo, que me embadurnaba el mío y me encantó. Mi pecho estaba sobre el suyo y mis labios buscaron ávidamente los suyos. Mi lengua se revolcó con la suya mientras mi verga finalmente salía de su culo. Nos besamos largamente mientras cada parte de nuestros cuerpos desnudos hacía contacto con la piel del otro y nos dábamos vueltas de un lado hacia otro.

"Qué rico estás Kyle"- le dije al cabo de unos minutos mientras mi mano bajaba y subía por una de sus piernas.

"Y tú estás sabroso"- me dijo él que por el momento estaba encima de mí tocando los residuos de su semen que permanecían sobre mis vellos.

Comencé a reirme.

"¿De qué te ríes?" - me preguntó descocertado.

"De que ahora tenemos que bañarnos..."

"Cierto... bueno... allá hay suficiente agua..."- me dijo volviendo a ver hacia el río que como una gran anaconda serpenteaba frente a nosotros.

"¿El Mississippi? ¿No es algo arriesgado?"- pregunté mientras mi mano se posaba sobre la mejilla de Kyle.

"¿Y no es arriesgado lo que acabamos de hacer?"- fue su respuesta mientras sus ojos azules brillaban con la picardía de un niño.

Menos de dos minutos después nuestros cuerpos desnudos se sumergían en las frías aguas del río mientras más de algún turista allá arriba en el Arco se masturbaba al ver nuestras siluetas eróticas...

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