De costa a costa: Lago Michigan

Heather, Sean y yo nos involucramos en una sesión erótica como nunca antes la había tenido.

De costa a costa: Lago Michigan

Mi amigo DesConocido:

No siempre te escribo sobre cosas como la que voy a describirte. Créeme que este episodio de mi aventura veraniega, sí que es inusual, pero al fin, es una aventura caliente, calientísima.

Al entrar en contacto con la arena lo primero que me llamó la atención fue ver aquel lago que parecía más bien un mar: azul, sin fin. Y lo segundo que me llamó la atención fue el guardavidas que estaba sentado en su garita por sobre los veraneantes. Era un muchacho joven, un hombre con cuerpo hermoso, bronceado, atlético, cabello corto rubio, piernas bien formadas y con una calzoneta roja que no dejaba mucho a la imaginación.

Pero en eso, ví a Heather en su traje de baño y se me hizo una chica apetecible, con unas curvas espectaculares, un par de tetas redondas y firmes, un par de nalgas paradas e igualmente redondas, un cuerpo bronceado y un cabello rubio recogido con una peineta. Pasó justo al lado mío mientras se quitaba un par de lentes obscuros. Me vió de reojo y me sonrió. Se metió al agua fría del gran lago Michigan mientras yo, sin disimular demasiado, levantaba mi vista para observarla.

Estaba en New Buffalo, Michigan, en la costa opuesta a la ciudad de Chicago. El cielo era límpido, sin una sola nube y el sol de la tarde pegaba con toda su fuerza. Puse el libro que pensaba leer,"Isle of Dogs", sobre mi toalla y cuando aquella gringuita pasó a mi izquierda, decidí entrar también al agua. Hacía mucho que una mujer no me llamaba tanto la atención como ella, y no estaba yo como para desaprovechar la oportunidad. Me levanté y me tiré al agua fría del lago. Me zambullí un par de veces acercándome poco a poco.

"Está fría, ¿verdad?"- me dijo ella sonriéndome mientras se arreglaba su cabello mojado enmedio de las olas.

"Si, pero con el calor que hace...se sienta rica"- le contesté alegre de haber entablado conversación.

"¿No vienes muy seguido?"

"La verdad no, estoy de paseo"- le contesté mientras trataba de no ver el par de tetas que le colgaban como dos duraznos maduros listos para ser devorados.

"Oh, ya veo... yo vivo aquí, a un par de cuadras..."- me dijo Heather mientras se acercaba a mí como si estuviera a punto de caerse.

"Cuidado"- le dije ofreciéndole mi mano.

Me tomó de la muñeca y pasó rápidamente su palma por mi brazo.

"Tus vellitos negros hacen cosquillas"- me dijo sonriendo.

"¿Te gustan?"- le pregunté devolviéndole la sonrisa.

"Me atraen los hombres que parecen unos machos... como tú"- me dijo mientras yo pensaba en las implicaciones de mi respuesta.

"¿Qué 'parecen'?"- dije.

"Si, pero que se dejan llevar por mis fantasías..."- agregó sin soltarme el brazo.

"¿Tus fantasías?"- le pregunté mientras sentía como el agua fría no era impedimento para que me fuera calentando.

"Si... ¿quieres participar en una de ellas?"

Silencio. Las gaviotas arriba de nosotros pasaban razantes. Las olas pegaban contra nuestros cuerpos semi desnudos.

"¿Por qué no?"- dije mientras me acercaba para darle un beso. Sus labios eran carnosos, suaves, sensuales. Sentí como me mordía mi labio inferior mientras casi en un susurro que apaga el sonido de las olas me decía:

"Vamos, no perdamos el tiempo aquí".

Salimos del agua, recogí mi toalla y mi libro mientras ella se ponía la toalla alrededor de la cintura. Pasamos junto al guardavidas que me había llamado la atención.

"¿Te vas tan luego, Heather?"- le dijo para mi sorpresa.

"Tengo compañía Sean, ¿no ves?"- le contestó ella mientras yo observaba una sonrisa mal disimulada en el rostro guapo del salvavidas.

Llegamos al apartamento de Heather, a un par de cuadras de la playa, y tan pronto como cerró la puerta se avalanzó sobre mí tirándome en el sillón marrón de la sala. Sentí su bikini húmedo que rozaba mi cuerpo, sus pechos duros y parados que daban contra mi pecho velludo y me sentí afortunado.

Mis brazos se pusieron alrededor de su cintura mientras mis manos le masajeaban la espalda. Con sumo cuidado fuí deshaciendo el nudo que le sostenía el brasier. Éste fue suelto, y mis manos la pudieron levantar levemente mientras el pedazo de tela era dejado a un lado permitiéndome ver aquel par de tetas sabrosas, con pezones rosados y parados que se me antojaban. Me incorporé y puse mi boca en el pezón izquierdo. Lo chupé con desesperación, como si fueran a quitármelo, luego pasé al otro e hice lo mismo. Mientras tanto Heather se había soltado el pelo mientras yo sentía como su vulva se ensanchaba a través del bikini moviendo rítmicamente mi verga que estaba tan crecida como podía estar.

"¿Te gusto?"- me preguntó al oído mientras mi verga se paraba dentro de mi calzoneta.

"Mucho"- le contesté.

"¿Podrías hacer algo por mí?"- me preguntó incorporándose un poco.

"¿Qué quieres?"- le pregunté tratando que no se me bajara mi calentura.

"Vamos a la cama... quiero hacerte mío..."- me dijo levantándose y tomándome de la mano. Su culo se movía de un lado a otro mientras yo la seguía hacia la habitación. Mi mente hacía juegos con aquel par de nalgas que se agitaban a cada paso. Entramos y una amplia cama bien arreglada nos dió la bienvenida.

"Voy a ponerle llave a la puerta de afuera, creo que no lo hice"- me dijo mientras me daba un beso. Salió rápidamente de la habitación de regreso a la sala. Yo me senté en el borde de la cama mientras observaba las paredes. Tenía fotografías de Chicago y sus edificios. Regresó rápidamente y pasó a pararse frente a mí. Su ombligo quedó prácticamente frente a mi nariz.

"Quiero cogerte...por tu culo...¿me dejas?"- aquella si era una proposición inusual, de hecho inédita. Digo, por lo menos nunca me lo había dicho una mujer.

"¿Perdón?"- mi rostro, con toda seguridad, denotaba sorpresa, por decir lo mínimo.

"Te dije que tengo algunas fantasías"- me dijo mientras me tomaba del pelo y me besuqueaba mi frente -"esa es una de ellas: tengo un consolador...y quiero abrirte el culo".

¡Tarde! Muy tarde para correr.

"¿Lo has hecho antes?"- le pregunté.

"Si, conmigo"- me contestó una voz ronca proveniente desde el dintel que Heather me tapaba con su cuerpo. Hice mi cabeza a un lado y observé al guardavidas. Estaba allí de pie, mientras nos observaba. Sólo llevaba puesta su calzoneta roja y una toalla sobre el hombro izquierdo. Se veía más bajo que en la garita, pero igual de atlético. "Te aseguro que no te arrepentirás"- agregó mientras entraba.

Yo me levanté de un salto.

"Creo que es mejor que me vaya"- dije en tono de evidente preocupación.

Heather volvió a ver a Sean.

"Te puedes ir, no vamos a hacer nada que no disfrutes..."- me dijo ella mientras notaba que yo no daba un paso para salir.

"¿Alguna vez te han metido algo en el culo?"- me preguntó Sean con tanta naturalidad como si estuviéramos hablando de la clase de matemática.

"Si, pero nunca una mujer..."- le respondí con una honestidad exagerada de mi parte.

"Entonces, ¡eres gay!"- exclamó Heather como herida en su orgullo.

"No, soy bi"- me reinvidiqué como si serlo fuera un atributo aun mayor que ser homosexual.

"Entonces, ¿a qué le temes?"- buena pregunta la que hizo la muchacha cuyos pechos rebotaban cuando hablaba.

"Ya te lo dijo Heather, solamente pasemos un buen rato..."- me dijo Sean mientras se acercaba y ponía su mano en la cintura de la chica.

Respiré profundo.

"Ven, ¿en qué estábamos?"- me dijo ella mientras me tomaba de la cintura bajándome mi calzoneta. Mi verga, flácida, pequeña salió vergonzosamente de su escondite. "Uhhh..."- dijo ella mientras se agachaba para observarla mejor. La tomó con ambas manos y poniéndose de cuclillas se la tragó por completo sin ningún problema.

Eso era todo lo que yo necesitaba: un estímulo. ¡Y qué estímulo era aquel! La boca golosa de Heather hizo que mi defensa ante la situación se viniera abajo, y mi verga se viniera arriba. Subió y creció lentamente dentro de la boca de la muchacha. Sean, mientras tanto, tiró la toalla a un lado y se quitó su calzoneta. Su verga, dando muestras de virilidad, ya estaba gruesa, no era muy grande, pero si cabezona. Mientras yo me tiraba de espaldas sobre la cama observaba al guardavidas que se había acercado a Heather quitándole su bikini por completo. Llegué hasta la cabecera de la cama de donde me agarré empujándome para que Heather tuviera espacio donde colocarse. Yo abrí mis piernas y ella hizo lo mismo. La única diferencia era que yo estaba de frente y ella estaba de espaldas lamiendo mi verga que ya había alcanzado sus 16 centímetros de largo haciendo que las venas azules y marronas se ensancharan. Sean se había puesto de rodillas detrás de Heather y había comenzado a besarle el trasero bajando lentamente hasta la concha. La tomó con ambas manos abriéndole los labios para poder introducir su lengua.

"Así... así..."- decía ella entrecortada por unos segundos mientras dejaba de mamar mi verga, y se levantaba lentamente. "Pásame el juguete"- le dijo a Sean. Yo observé mientras me masajeaba mi propia verga con la saliva que ella había dejado sobre mí.

Sean llegó hasta un armario de donde sacó el "juguete": una verga de látex, transparente, grande, cabezona y con un cinto alrededor. El guardavidas le ayudó a colocársela alrededor de la cintura. Luego se agachó y comenzó a lamerla. "Así mi amor, así...lámela toda...sos una puta...dale maricón...dale"- le decía Heather mientras ella se apretaba las dos tetas con ambos manos. Sean succionó aquella verga transparente que se mantenía en la cintura de la muchacha, mientras poco a poco se acercaban a mí.

"Déjame ahora mamarte a ti"- me dijo Sean volviéndome a ver cuando ya sus piernas rozaban con las mías haciendo que una serie de escalofríos se apoderaran de mí.

"Por favor"- le dije en tono de súplica mientras él sostenía mi pene con una de sus manos, haciéndome el prepucio hacia atrás y permitiendo que mi glande se abriera como una flor.

"Umm, ¡qué rico!"- dijo antes de colocarse sobre mí. Abrió sus piernas mientras yo miraba como su verga colgaba a sólo unos milímetros de mi cara. Estábamos en un 69 perfecto. Sentí como sus labios se posaban sobre mi glande y comenzaban a tragarlo. Simplemente busqué con una de mis manos los 15cms. de carne blanca y sabrosa que tenía delante de mí y yo también comencé a tragármelos.

El sabor agrio de su líquido lubricante me pareció como un manjar de los dioses. Subí y bajé por aquella verga parada, dura, y simplemente cerré los ojos mientras lo hacía. Al mismo tiempo sentía como Sean se comía mi pija con una maestría digna de la Universidad Harvard.

Unos segundos después una segunda lengua, la de Heather, comenzó a lamerme, pero el culo. Me levantó un poco el trasero mientras sentía como me cogían la verga y me cogían el culo. Era una sensación única, excitante, lujurosia, pecaminosa.

"¡Ay, qué ricooooo!"- exclamé sacando la verga de Sean de mi boca por unos segundos.

"Y ahora viene lo mejor"- me dijo Heather mientras su lengua se separaba de mi trasero. Sean también se levantó y mientras pasaba por encima de mí hacia el otro lado de la cama, me dijo casi en susurros:

"Disfrútalo".

El guardavidas se colocó a un lado del colchón mientras me daba media vuelta. Mis nalgas estaban ahora a merced de aquella verga de látex duro y de las manías de aquella mujer tan hermosa.

El primer contacto me pareció como si tenía un pedazo de hielo en mi esfínter, pero resistí el alejarme. Permanecí allí mientras Heather me tomaba por mi cadera y empujaba lentamente "su" órgano. Me levantó un poco más para poder introducir mejor aquel pene sintético mientras Sean se acomodaba debajo de mí. Me puse en cuatro patas y dejé que el guardavidas se pusiera de espaldas sobre la cama y comenzara a besar mi pecho, mordisquando mis tetillas mientras con una mano hacía lo mejor para masturbar mi verga erecta.

"Uuuu..."- dije al sentir que Heather entraba en mis intestinos.

"¿Te gusta hijo de puta?"- me preguntó mientras sus manos delgadas se posaban ahora en mi espalda que comenzaba a sudar con el trajín del coito.

"Dale...dale..."- le dije mientras jadeaba por el placer de tener aquella experiencia tan erótica.

"Te voy a hacer sentir una mujer...mi puta..."- me dijo Heather mientras continuaba el mete y saca en mi culo dilatado. Yo me sentía en el paraíso y nunca había concebido que una mujer pudiera coger tan rico. De vez en cuando se detenía dejando aquel pedazo de verga sintética dentro de mí, sin ningún moviento, solamente permitiendo que al ritmo de mi propia respiración yo la sintiera como había ocupado un lugar dentro de mi ser.

Y permíteme decirte que era una sensación extraña, pero alucinante. Estaba tan excitado que comencé a eyacular sobre el pecho de Sean que estaba acostado debajo de mí.

"Tenemos un ganador"- dijo éste mientras continuaba mastubándome. Mientras tanto yo le había tomado su verga sabrosa y me la había metido en mi boca hambrienta por carne de hombre. La chupé de arriba hacia abajo loca y desesperadamente ante mi propio éxtasis. Heather no me dió tregua y continuó cogiéndome sin piedad.

"Ahora, creo que me toca a mi"- me dijo a los pocos minutos -"¿Ya te recuperaste?"

"Estoy..."- le contesté mientras Sean se levantaba con su mano llena de mi semen. Se dió vuelta hacia atrás de mí y comenzó a untarme el culo con mi propio semen. Sentí su mano que se metía en mi ano poniéndome aquella baba caliente dentro de mí.

Heather, mientras tanto, se había quitado el consolador y se había acostado frente a mí.

"Demuéstrame que eres macho latino"- me dijo mientras se humedía los dedos con su saliva y se los frotaba en aquella concha abierta que también se me apetecía.

"Nunca pierdo un desafío como ese"- le contesté. Me puse un condón que Sean me pasó (él estaba colocándose uno), y me agarré la verga poniéndola justo sobre el clítoris de la muchacha. Hice un par de movimientos circulares mientras ella cerraba los ojos y levantaba instintivamente sus piernas, unas piernas hermosas y cargadas de ganas por el sexo. Puse mi verga y sus 16cms de carne pura, y una vez más erecta, en aquella torta que se abría delante de mí. No tuve que presionar mucho pues al instante se introdujo.

"¡Ay cabrón! ¡Ay bastardo....qué rico!"- fue la reacción de ella mientras me la cogía.

"Ahora vas a ser mío, cabrón"- me dijo Sean mientras se colocaba detrás de mí y yo sentía como su palpitente verga cabezona entraba por mi ano dilatado por la cogida de Heather y lubricado con mi propio semen. Me estiré frente a Heather para facilitarle a él la posición. Mi cara daba con la espalda de la muchacha mientras mis manos jugaban con aquellas tetas carnudas, redondas y duras mientras mis piernas se abrían levemente facilitando a Sean que me cogiera con libertad. Sus embestidas eran de un hombre en celo: rápidas y cortas.

Siempre lo he dicho y hoy lo reafirmo: ¿hay acaso algo mejor en este mundo -o en cualquier otro- que estar cogiendo a una fémina y a la vez ser cogido por un macho?

¡No, no nay cosa mejor!

¡Qué delicia fue aquella cogida! ¡Qué placer más grande el coger y ser cogido!

En menos de dos minutos el guardavidas comenzó a arquearse mientras bombea su líquido vital dentro del condón. Casi al mismo tiempo Heather alcanzaba el orgasmo.

"¡Ay....ay...ay...!"- creo que los gritos de ella se escuchaban a una milla a la redonda.

"¡Oh, qué ricoooo....uhmmmm"- decía Sean mientras me abraza y ponía sus manos sobre las mías que permanecían sobre las tetas de Heather.

"Uuuummm"- mis jadeos de la eyaculación se confundían con los de mis dos amantes. Nuestros cuerpos desnudos y sudorosos permanecieron unidos por largos minutos mientras nos besábamos como no queriendo separarnos, como disfrutando lo mejor de dos mundos...

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