De costa a costa: Indiana

Quería que me cogieran como a una puta, y fue un puto el que lo hizo.

De costa a costa: Indiana

Mi amigo DesConocido:

Al estado lo llaman "La encrucijada de América" por el número de carreteras interestatales que le cruzan, especialmente en su centro geográfico y político: Indianapolis. Pero para mí ese título tomaría otro significado.

Recién había pasado la famosa carrera de Indianapolis 500 cuando llegué a esta ciudad. Por todos lados había rótulos, afiches, panfletos que anunciaban la carrera más famosa en el automovilismo. Y precisamente por eso era difícil encontrar una habitación disponible en los hoteles de la ciudad.

Salí del Holiday Inn. La respuesta era la misma: "no hay habitaciones disponibles". Mi desesperación estaba llegando al máximo cuando escuché una voz.

"¿Buscas donde quedarte?"

Era un hombre blanco, alto (quizá unos 1.90mts.), con un arete en el oído izquierdo, una barba bien recortada y cuidada, ojos como almendras, sienes amplias, cabello ralo castaño y quien vestía un jeans ajustado y una camiseta blanca sin ningún motivo pintado sobre ella.

"Si"- le contesté.

"¿Pagarías $200 por una noche?"- me preguntó manteniéndose en el dintel de la puerta principal del hotel.

"Se me hace caro..."- le contesté interesándome la conversación.

"Es que no te he explicado que haríamos toda la noche"- me contestó con una sonrisa que denotaba picardía.

"¿Y qué tienes en mente?"- le pregunté dando un par de pasos hacia él.

"No..."- al decirme esto movió su dedo índice de un lado a otro -"...la pregunta es...¿qué es lo que tú tienes en mente?"

Lo ví sin contestarle. Sabía que la proposición no podía ser más obvia. El tipo se miraba limpio, pero, ¿en qué me estaba metiendo?

"Si hago el trato... ¿qué puedo esperar?"- me animé a preguntarle luego de unos segundos.

"Una buena cama, un lugar limpio y... mi compañía...para hacer lo que quieras..."

"¿Cómo pedirte que me des un masaje?"- le pregunté notando que su jeans estaba tan ajustado que su bulto, grande y abultado, se le dibujaba perfectamente entre las piernas.

"Un masaje...una mamada...una culeada... lo que quieras por $200"- me dijo mientras él también me observaba a mí. "Mi tarifa normal es de $400 por toda la noche, pero veo que llevas una buena arma debajo de esos shorts"- agregó levantando sus labios para señalar mi entrepierna -"Y ya ví tu trasero cuando entraste al hotel".

"Entonces, no se hable más...¿a dónde vamos?"

"El hotel está aquí cerca. ¿La Cherokee es la tuya?"- me dijo dando un paso hacia mi. Su olor era fresco, una fragancia exquisita.

Le contesté que si y juntos, como dos amigos, caminamos hasta mi Cherokee verde. En la docena de cuadras que nos separaba del hotel, me indicó que todos los años se ganaba un montón de dinero en la temporada de la carrera.

"Una vez hasta estuve con Castronieves"- me dijo con una sonrisa maquiavélica mientras la brisa le alborotaba el escaso cabello -"me pagó $1000 por una culeada que quería dar...el brasilero está sabroso..."- agregó mientras me hacía una señal para que me detuviera frente al hotel que tenía un amplio estacionamiento.

Diez minutos después estábamos en la habitación del tercer piso. Era cómoda y limpia, como había prometido Matt.

"¿Qué quieres hacer?"- me preguntó sentándose en el borde de la cama mientras yo miraba por la ventana la ciudad frente a nosotros. Volví mi mirada hacia él.

"Te propongo algo"- le dije levantando mi ceja, cosa que ocurre sólo cuando estoy nervioso.

"Dime"

"Quiero que pretendas que yo soy tu puto...que eres tú el que me está pagando...hazme el amor... cogeme... solamente no me hagas daño...¿de acuerdo?"- escuché lo que dije y quise retractarme de inmediato. Pero no pude, mi culo me pedía verga, sentía como una comezón en mi esfínter que se adentraba hasta mis intestinos.

"Como quieras...eres tú el que paga"- me dijo Matt mientras se ponía de pie y extendía su mano.

Yo, precavido, sólo llevaba encima precisamente un poco más de $200 en efectivo. Los saqué de mi cartera y se los dí.

"Me voy a desvestir"- le dije mientras él se acercaba a mí.

"No, déjame que yo lo haga"- me dijo poniendo su mano sobre la mía. Me la levantó y le dió un beso suave, casi tierno, para luego meterse mi dedo índice en su boca. Sentí de inmediato como mi verga se comenzaba a endurar ante la acción tan sensual de Matt. El me chupó lentamente los cinco dedos mientras con la otra mano agarraba el cierre de mi pantalón bajándolo lentamente. Su boca se acercó entonces a mi pecho comenzando a mordisquearme a través de la camisa. Mi pantalón cayó pesadamente al suelo quedándome en slips.

"Piernas de ciclista"- me dijo observando mis velludas piernas.

"¡Adivinaste! Siempre me dicen de futbolista"- le dije en un momento de distención mientras Matt me empujaba delicadamente hacia la cama.

"Te voy a tratar como una reina..."- me dijo mientras me quitaba mi camisa. Se tumbó sobre mí y pude sentir su paquete que topaba con el mío mientras su boca me hacía retorcer de placer. Me besaba y mordisqueaba mis pezones parándolos al instante. Su barba me hacía cosquillas, me encantaba.

"Hazme tuya"- le dije en susurros mientras cerraba mis ojos.

Sentí las manos de Matt que bajaban mis slips, mi verga saltó de su encierro.

"Linda...dorada...como tostada al sol..."- me dijo haciendo resaltar el color de mi verga morena. "Me voy a desnudar"- agregó.

Abrí los ojos y levanté mi mirada. Su cuerpo era atlético, no era musculoso ni flaco, simplemente proporcionado. Su pecho estaba rasurado casi por completo, dejando solamente una línea de vellos dorados entre sus tetillas y hacia el ombligo, formando una cruz. Sus piernas, delgadas, largas, estaban también rasuradas, y por completo los vellos de la pelvis estaban recortados al máximo. Ví su verga y sentí como si mi culo fuera la concha de una mujer que se moja con sólo el deseo de que la penetren. Era una verga de unos 18cms de largo, húmeda y ligeramente tirada a la derecha. Sus huevos, también rasurados, caían libremente enmedio de sus piernas.

"Ven aquí"- le dije abriendo mis brazos y mis piernas.

"Quiero comerme ese culo"- me dijo mientras ponía sus rodillas en la cama, me levantaba las piernas y se acercaba a mi ano. Sentí su lengua mojada que rozaba mi esfínter y simplemente me sentí morir de placer.

"Ahh...ahhh"- pujaba mientras Matt hacía que su lengua entrara y saliera de mi conducto anal.

Continuó haciéndolo por varios minutos mientras mi verga se pegaba a mi ombligo derramando gotas de semen por aquella sesión erótica tan candente.

"Ay...dale mi amor...cogeme...cogeme...soy toda tuya...ahh..."- mi voz estaba entrecortada por los jadeos. Mi respiración era profunda y yo me agarraba con ambas manos de las sábanas mientras aquel prostituto me hacía gozar al máximo.

"No te vengas... todavía falta lo mejor..."- me dijo levantándose y caminando hasta la pequeña cómoda de la habitación. De allí sacó un condón que se colocó en menos tiempo de lo que le tomó regresar a la cama. "Ven, mi puta...ven..."

Me tomó nuevamente de las piernas, pero esta vez en vez de poner su lengua en mi culo, se aprestó a colocarme el glande cabezón de aquella verga apetitosa.

"Con cuidado"- le rogué.

"Te dije que te trataría como una reina"- me dijo mientras su mano se posaba en el raya que va del culo a los huevos. "Estás rica...mi putita...estás sabrosa..."

Se agachó en dirección a mi verga. Puso su lengua sobre la cabeza babeante y le dió un par de besos. Su lengua bajó rápidamente por todo el mástil duro mientras se tragaba mi líquido como si fuera un néctar.

"Sabroso"- comentó mientras tomaba un poco de ese líquido con la mano y se lo colocaba en su propia verga embadurnándola con mi semen.

Sentí como mi ano se expandía mientras el glande intentaba abrirlo. Finalmente sentí como si un tronco entrara por mi esfínter, abriendo mi orto a su máxima expresión.

"Ohh...ohh..."- dije mientras mis manos apretaban con todas mis fuerzas la sábana que tenía debajo de mí. "Dale mi amor...poséeme...soy tu puta..."

Matt agilizó magistralmente los movimientos en un entra y saca de mi culo mientras mis entrañas, y todo mi cuerpo con ellas, recibían aquella verga con un placer que ningún escritor por esmerado que sea, podría describir.

"¡No te detengas!"- le supliqué en un arranque de éxtasis. Su verga me culió una y otra vez mientras mi propia verga se ensanchaba sin que siquiera fuera tocada explotando en borbotones de semen que me llegaban hasta el pecho.

"Así, así"- decía Matt apretando sus dientes mientras se inclinaba hacia mí y lamía mi ombligo -"Me gustan así calientes...ay...me vengo... me vengoooooo..."

Sentí como la verga de Matt se ensanchaba y explotaba dentro de mí. A pesar del condón que utilizaba sentí el calor de aquel semen que estaba retenido en el látex.

"Ay... ahhh...."- exclamé mientras abraza a Matt y le besaba con pasión. Mis piernas le abrazaron su cintura mientras nos dabámos un beso en el que nuestras lenguas se revolcaban como nuestros cuerpos, con lujuria y virilidad pura.

"Ah Diego, el próximo año tienes que venir a Indy para que hagamos pareja...ganaríamos mucho dinero..."- me dijo Matt mientras sentía como su barba rozaba mi mentón partido.

"No es mala idea, no es mala idea"- le dije sonriendo mientras pensaba en aquella frase "Encrucijada de América"... ¡Esa si era una encrucijada para mi próximo verano!

Mi correo es diegomorbus@yahoo.com